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Archivos argentinos de pediatría

versión impresa ISSN 0325-0075versión On-line ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. v.102 n.3 Buenos Aires jul./jun. 2004

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

Signos y síntomas atribuidos a la erupción dentaria en los niños. Una aproximacion histórica (segunda parte)

Dr. Claudio Gabriel Fogel ┼

┼ In memoriam

INTRODUCCIÓN

Aquí se presenta al lector la segunda parte de un trabajo de investigación histórica que intenta rastrear los síntomas y enfermedades que a lo largo del tiempo se han atribuido como propios de la erupción dentaria en los niños. En la primera parte del trabajo, publicada en Arch.argent.pediatr 2004; 102(1): 35-43, se ha tratado la historia de esta polémica, principalmente en Europa y Estados Unidos, desde la antigüedad hasta el presente. En esta segunda parte, se tratará esta misma temática, pero en su desarrollo en nuestro país.

DESARROLLO

Es oportuno recordar al lector, que la erupción de los primeros dientes en los niños a lo largo de la historia se ha asociado a numerosos síntomas, como fiebre, diarrea, convulsiones e incluso muchos autores relatan casos fatales. Si bien en la parte anterior de este trabajo nos ocupamos de esta polémica en Europa y Estados Unidos, ésta aparece con las mismas características cuando nos ocupamos de estudiar este tema en la Argentina. En el Archivo Histórico de la Municipalidad de Buenos Aires existen documentos acerca de las causas de defunción de las personas que se enterraron en el Cementerio del Norte (actualmente el cementerio de la Recoleta) a partir de la creación de la Municipalidad como Institución (1856).1
No nos sorprende el hecho de hallar entre los diagnósticos que figuran como causa de muerte, la palabra "dentición" haciendo alusión a la dentición o erupción dentaria, fundamentalmente entre los seis meses y el año de vida. El autor analizó todos los registros de los cadáveres enterrados entre los años 1859 y 1861, y de un total de 4.917 "párvulos" fallecidos durante esos años, 55 niños figuraban como muertos a causa de la dentición. El 90% de ellos tenía un año de edad y este diagnóstico presenta una variación estacional bien definida, con predominio en los meses de calor y casi nulos durante el invierno.3 Si tomamos los casos de muerte por dentición entre 1859 y 1861 y los agrupamos por mes, podemos ver la distribución que se presenta en la Figura 1.


FIGURA 1. Defunciones por dentición 1859-1861

Las defunciones en las que el diagnóstico que figura es el de dentición no se encuentran sólo en nuestro país. Vimos en la parte anterior de este trabajo que era una "causa" habitual de muerte durante el primer año de vida. En cementerios antiguos de otros países se encuentran niños sepultados con el mismo diagnóstico en la misma época.2
Las Memorias de la Administración Municipal de la Ciudad de Buenos Aires de 1889 nos brindan un hecho incontrastable. Si revisamos los certificados de defunción del Cementerio de la Chacarita (habilitado en 1871, debido a la epidemia de fiebre amarilla), del total de defunciones, que fue de 9.881 durante ese año, 5.617 correspondieron a niños menores de 4 años. A éstos corresponde una lista variada de diagnósticos y en 10 de ellos su causa de muerte fue "dentición".4
Doce años después, el doctor Luis Agote, médico del Hospital Rawson y de Niños de la Asistencia Pública, escribía un tratado de puericultura para madres, con muchos conceptos que continúan vigentes hasta el día de hoy. Cuatro páginas del libro están dedicadas a la dentición: "... Al acercarse el momento de la irrupción de los dientes, la encía se hincha y se pone dolorosa. El niño pasa por ella su lengua con frecuencia, y la saliva, escasa hasta entonces, se hace abundante, exigiendo el uso del babero. Después de transcurridos varios días de esos síntomas locales, que suelen acompañarse de algunos desórdenes digestivos y señales de malestar -tanto menos marcados cuanto mejor alimentado está el niño- hace irrupción uno de los incisivos, generalmente el de la mandíbula inferior, al cual le sigue el vecino de la misma...".
Sigue luego una exhaustiva descripción del orden en que erupcionan los demás dientes de leche y los definitivos, pero luego sigue:"... Dijimos, hace un momento, que la irrupción de los dientes suele ser acompañada de una serie de síntomas generales, que las preocupaciones populares han dado mayor extensión que la que en realidad les corresponde. En los niños bien alimentados, los dientes aparecen sin desorden concomitante, a veces sin que aun los padres lo noten; pero si bien es cierto que esta es la regla, hay algunos casos en que la influencia de aquellos se hace sentir de una manera sensible, sin que, para explicarla satisfactoriamente, se pueda referir a la falta de una buena alimentación. Hemos tenido ocasión de observar niños de pecho, alimentados cuidadosamente por la madre, en quienes la salida de los dientes ha sido acompañada de desórdenes gástricos manifiestos; en uno se observaron convulsiones. Esto, que representa una excepción, el público lo considera como regla ordinaria, culpando a la irrupción de los dientes, lo que en realidad no es debido sino a una mala higiene alimenticia, como fácilmente se comprueba por medio de un severo examen. El uso de argollitas de marfil, collares eléctricos, jarabes especiales para la encía y otros preparados por el estilo que se anuncian a cada instante como favorecedores de
la salida de los dientes, deben ser proscriptos, pues ofrecen, por el contrario, grandes inconvenientes; contribuyen los unos a la irritación de la encía, ya bastante inflamada, y los otros están compuestos de substancias medicamentosas que no deben ser manejadas por manos inexpertas. Otra gran parte son completamente inútiles. Igual modo de pensar tenemos respecto a la costumbre de cortar la encía, práctica muy en uso en otras épocas, pero que observaciones bien llevadas han hecho que caiga en desuso. La mejor línea de conducta, es esperar, o en todo caso, llamar al médico que indique un paliativo".5


FIGURA 2: Orden de la irrupción de los dientes en las distintas edades. En: La Salud de mi Hijo, Luis Agote, ibid., pág. 101.

La misma opinión se cristalizaba en el libro de texto Medicina Infantil del Dr. Juan P. Garrahan, que en su tercera edición de 1930 afirmaba al respecto: "La erupción dentaria no provoca ningún trastorno en la mayoría de los niños. En otros parece evidente que produce nerviosidad, insomnio: y se han comprobado algunos casos de infección de la cavidad pericoronaria con fiebre y tumefacción inflamatoria. Pero no es posible aceptar que la dentición sea causa de procesos febriles, convulsiones, etc., con la ligereza con que suele decirse".6
Parece ser entonces que algunos médicos abordaban el tema de la dentición como algo natural y benigno, que en la mayoría de los casos no ocasionaba trastornos. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con este punto de vista, como podemos apreciar en un trabajo publicado por el Dr. Buzzo y colaboradores en los Anales de la Sociedad de Puericultura de Buenos Aires, en el año 1935. En esa investigación, se intentaban explicar los trastornos observados con nuevas teorías fisiopatológicas. Ya en el segundo párrafo podemos ver la tónica con la que abordaban este problema, y que parece contestar en forma directa el punto de vista que citara previamente el doctor Agote. Leemos: "Las múltiples observaciones recogidas en muchos años nos permiten opinar que en esta edad debe tenerse en cuenta el proceso eruptivo de los dientes, ya que puede ir acompañado de manifestaciones, sean locales o generales. Precisamente, una de las finalidades de este trabajo es destruir el concepto absoluto de la inocuidad de la dentición temporaria, admitida sistemáticamente por muchos maestros y por la mayoría de los colegas, quienes rechazan las apreciaciones de las madres que atribuyen a aquella determinadas alteraciones, objetando que los dientes no producen ningún trastorno".7


FIGURA 3: Mecanismo de los accidentes reflejos de la primera dentición. En: Anales de la Sociedad de Puericultura de Buenos Aires, 1935; I (2): 186

Según los autores, los "accidentes de la dentición" que se pueden producir son:

1) Accidentes locales: lesiones de naturaleza inflamatoria que se producen en ciertas erupciones. Tienen su punto de partida en la cavidad pericoronaria, en el saco folicular o en la mucosa gingival. Comprenden a los siguientes (de menor a mayor gravedad): Prurito gingival y dentición difícil, pericoronaritis exudativa o supurada, foliculitis expulsiva, gingivitis eritematopultácea, estomatitis ulceromembranosa.
2) Accidentes generales: son trastornos de naturaleza refleja que se producen en determinados niños. "Puede admitirse que cuando un proceso fisiológico como es el trabajo eruptivo da lugar a reacciones anormales, es porque en el individuo median ciertas condiciones especiales de terreno; se tiende a considerar los trastornos provocados por la erupción dentaria como reflejos de origen neurovegetativo supeditados en sus caracteres a la constitución biotipológica del individuo".7

Aquí los autores citan a Marfan cuando éste dice: "los niños en los cuales estos trastornos se producen no son sujetos enteramente normales".8 Siguen explicando la patogenia de las reacciones generales de la siguiente forma: "Debido a su estado constitucional, muchas veces producido por taras hereditarias, estos lactantes están propensos a reacciones reflejas exageradas, desde que en ellos los estímulos fisiológicos obran como patológicos. Estas reacciones anormales pueden ser fácilmente provocadas por la erupción dentaria, porque ella se produce en el territorio del trigémino, que es el nervio más reflexógeno de la economía".7
Los accidentes generales, producidos por reflejos neurovegetativos exagerados son, según los autores, los siguientes (con su frecuencia sobre un total de 750 niños con dentición difícil estudiados):

  • Detención del crecimiento ponderal y estatural (60%).
  • Fiebre (50%).
  • Trastornos digestivos: anorexia (50%), vómitos (5%), diarrea (60%).
  • Convulsiones (0,5%).
  • Accidentes respiratorios: coriza, bronquitis, asma, rinofaringitis (40%).
  • Accidentes cutáneos: eritema unilateral de la cara, eczema (5%).

No todos los médicos y odontólogos estaban de acuerdo con esta postura. Dos años después de la publicación del artículo arriba mencionado, apareció un trabajo titulado "Accidentes de la primera dentición", realizado por el Doctor José Dueñas, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Médicas y director del Instituto de Ortodoncia y Odontología Infantil. El autor se ocupa principalmente de las alteraciones dentarias que producen el raquitismo y las enfermedades endocrinas; pero cerca del final se puede leer: "Cabe recordar al respecto que, en lo que se refiere a los trastornos que pueden repercutir en el niño con motivo del proceso de la erupción dentaria, las opiniones están divididas, pues mientras algunos autores sostienen que por ser completamente fisiológico, no debe ocasionar trastornos, tratándose de un niño sano, otros creen que este proceso es causa de alteraciones generales que repercuten en el organismo del niño. Por nuestra parte, somos de opinión que, el proceso de la erupción dentaria, en un niño sano y bien constituido, salvo el prurito gingival, salivación y algún pequeño dolor, no debe ocasionar otros trastornos y que, si ellos se producen, son debidos a falta de higiene bucal por negligencia materna o a un estado de debilidad general".9
En una revista de puericultura para madres, en el año 1938, apareció un artículo bastante extenso y en lenguaje claro y coloquial, acerca del fenómeno de la erupción dentaria. Contiene algunos párrafos que conviene destacar porque atañen a la polémica que estamos tratando: "... ¡Pero estos dichosos dientes tienen la culpa de todo!...¿Es posible achacarle a la salida del primer diente toda clase de trastornos, sobre todo los que son más comunes en los niños durante su primera edad? Evidentemente no, no es posible. Lo que pasa es que resulta muy cómodo echarle la culpa, y despreocuparse por todo lo demás. En condiciones normales, la salida del primer diente no tiene por qué producir trastorno alguno".10
Además, el artículo previene acerca de los peligros de ciertas prácticas que eran habituales en ciertos casos de "dentición difícil", como el lanceteado o incisión de las encías para favorecer y acelerar la erupción dentaria. Seguimos leyendo en el artículo: "En un lógico afán por apresurar la salida de los dientes, los padres acuden a los medios más diversos y a veces más equivocados. Suelen pedir al médico, por ejemplo que le corte las encías al bebé ¡Y eso cuando no las cortan ellos mismos! He aquí un error garrafal. En primer lugar, cortando la encía no se logra nada, porque con ello no ha de lograrse acelerar el crecimiento del diente. Y en segundo lugar, se lo expone a infecciones que pueden sobrevenir a raíz de esa verdadera puerta de entrada para los microbios, abierta por la herida".10
Resulta evidente que si una publicación de distribución para el público en general se ocupó de esta polémica, es porque se trataba de un tema que parece concitar gran ansiedad en las familias, para llegar al extremo de cortar las encías de los niños como denuncia la revista. En un libro de puericultura para familias, escrito por el Dr. Aníbal Olarans Chans y prologado por el Dr. Araoz Alfaro, al respecto de la dentición se nos dice: "...Todavía existen muchas madres y, sobre todo abuelas, que siguen inculpando a la dentición todos los males del niño: diarreas, vómitos, convulsiones, fiebre, enflaquecimiento, etc. Es preciso que las madres sepan que la dentición es un proceso fisiológico normal, no debiendo perder tiempo en atribuirle, equivocadamente, los trastornos que acusan los niños".11
Luego de leer estos párrafos, se puede comprender que durante la historia las aproximaciones a los trastornos de la dentición han sido variadas y en muchas ocasiones, enfrentadas. Apenas transcurridos 33 años de publicado el artículo arriba citado, el doctor Florencio Escardó, con una óptica más cercana a la actual, (y que en ciertos momentos nos recuerda lo escrito por el doctor Agote a principios de siglo), y con su habitual agudeza e ironía refería lo siguiente: "Hacia el cuarto o quinto mes muchos bebés comienzan a babear muy abundantemente, algunos en forma tal que empapan varios baberos por día; una antigua tradición pretende que ese es el anuncio de la dentición, pero no hay tal, el babeo corresponde a determinada etapa de la maduración neurovegetativa, y no tiene nada que ver con la dentadura. Otra tradición, no menos antigua pero mucho más peligrosa, pretende que la salida de los dientes produce por sí misma diarrea, vómitos, catarros y otros procesos. Se comprende lo riesgoso de esa suposición, pues si se la atiende, todo lo que le suceda a un niño en el lapso del año y medio que sigue al sexto mes de la vida es producido por la salida de los dientes".12

CONCLUSIÓN

Tanto en la primera como en la segunda parte de este trabajo, tuvimos la ocasión de observar cómo a lo largo de la historia se ha considerado a la erupción dentaria como eje de una polémica entre diversas corrientes médicas. Desde los tiempos de Hipócrates existió la opinión de que ella era la causa de diversos síntomas, algunos leves y otros más graves, y tuvimos la ocasión de ver cómo se llegó a considerarla como causa de muerte. A su vez, a lo largo del tiempo, existieron médicos que consideraron a la dentición como un fenómeno fisiológico y carente en absoluto de significación patológica.
Llegamos pues, a nuestra época, en la que cada vez más se le resta importancia a la dentición como causa de patología febril en el niño, aunque aún no haya estudios definitivos que puedan esclarecer la cuestión. Finalmente, podríamos citar un texto de odontopediatría contemporáneo, que al respecto de los síntomas generales que podría ocasionar la dentición dice: "...la conclusión debe ser que no existe asociación absoluta entre erupción dentaria y alteración del estado general del niño. Sin embargo, la inflamación local en el sitio de erupción puede tornar irritable al niño y, en ocasiones, hasta elevarle la temperatura corporal o causar leves cambios en el peristaltismo".13

1 Durante la época colonial los entierros se realizaban en las propias iglesias o en los camposantos contiguos, según fuere la categoría del muerto. Esta práctica, que se originó en la Edad Media y fue introducida a estos países por los conquistadores españoles, se prolongó en la ciudad de Buenos Aires hasta fines de 1821, cuando el aumento de la población y nuevas normas de higiene determinaron la creación de cementerios públicos.
2 Cementerio Noosa Shire, Queensland, Australia: tres casos. Una niña de un año (1883), un niño de siete meses (1877) y una niña de un año (1877). Cementerio Neosho, Missouri, Estados Unidos: dos casos. Una niña de siete meses (1896) y otra de un año (1896). Cementerio Nacional de México: 6 casos. Un niño de un año (1854), una niña de un año (1858), una niña de un año (1863), una niña (no menciona edad) (1866), una niña de un año (1866), otra niña de un año (1882).

REFERENCIAS

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2. Lojo MR. Historias ocultas de la Recoleta. Bs. As.: Alfaguara, 2001.        [ Links ]

3. Documentos del Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 2001.        [ Links ]

4. Memoria de la Intendencia Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, correspondiente al año 1889, presentada al Honorable Concejo Deliberante por el Intendente Seeber, Tomo Segundo. Buenos Aires, Anexo C: Cementerio de la Chacarita, 1981: 108-113 (cuadro n° 8).        [ Links ]

5. Agote L. La salud de mi hijo. Buenos Aires: Félix Lajouane Editor, 1901: 98-102.        [ Links ]

6. Garrahan J.P. Medicina Infantil. 3a ed. Buenos Aires: El Ateneo, 1930: 37.        [ Links ]

7. Buzzo A, De Muñoz AA, Bayley Bustamante G. Accidentes de la Primera Dentición. An Soc Puericult Buenos Aires, 1935; 2:179-194.        [ Links ]

8. Marfan AB. Clinique des maladies de la première enfance. 2ª ed. París, 1931: 231.        [ Links ]

9. Dueñas J. Accidentes de la primera dentición. Buenos Aires, 1937.        [ Links ]

10. El primer diente. Hijo mío, 1938; II (11)-febrero .        [ Links ]

11. Olaran Chans A. Higiene y alimentación del niño. Buenos Aires: El Ateneo, 1952: 59.        [ Links ]

12. Escardó F. Mis padres y yo. Nueva puericultura para mamás. Buenos Aires: Roberto O. Antonio Editores, 1968: 118.        [ Links ]

13. Koch y cols. Odontopediatría, enfoque clínico. Buenos Aires: Ed. Panamericana, 1991: 205.        [ Links ]

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