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Archivos argentinos de pediatría

versión impresa ISSN 0325-0075versión On-line ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. v.103 n.2 Buenos Aires mar./abr. 2005

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

A propósito de las Bodas de Brillante de Archivos Argentinos de Pediatría

Dr. Teodoro F. Puga*

* Director de Publicaciones. Sociedad Argentina de Pediatría.

La comunicación gráfica se inició hace 30.000 años y las pinturas rupestres de Chauvet lo demostraron. La presencia de signos en el lomo de un toro en la cueva de Lacaux, analizados con carbono 14, corroboró el avance 15.000 años más tarde.
La palabra escrita y el nacimiento de la historia documentada aparecen con las tablillas de barro con escritura cuneiforme recién hace 5.000 años. Los sumerios en la antigua Mesopotamia la desarrollaron y su evolución y posterior impacto en la transformación de la cultura de la humanidad a través de revistas y libros científicos es paralela al desarrollo y difusión de las ciencias biomédicas.
Aunque la forma, el contenido, los materiales y la fabricación de documentos históricos se fueron modificando a través del tiempo, la literatura biomédica transcurrió junto a la comunicación escrita y al avance de los conocimientos de la sociedad.
La escritura jeroglífica con dibujos de animales y utensilios con significados concretos, la estilización del jeroglifo con la escritura hierática, luego el demótico en cursiva y finalmente el cóptico, nacieron y se desarrollaron en Egipto y junto con el papiro apareció la escritura en lenguaje egipcio.
En Grecia, 200 años antes de Cristo, Eumenes II de Pérgamo inventó otro material importante para la escritura: el pergamino. Más tarde, en el siglo X, se introdujo en Europa el papel procedente de China.
El alfabeto nació en Siria y Palestina y algunos autores lo señalan en el sur de Egipto hace por lo menos 4.000 años.
Los primeros escritos biomédicos reflejaban las condiciones sociales, informaban del pensamiento mágico-religioso- científico de la medicina, las conductas terapéuticas y la patología de la época. Los egipcios conocían el uso de la digital, los hindúes realizaban la cirugía de las cataratas y los chinos usaban la rawolfia como diurético.
Se conocen diez documentos egipcios que tratan temas médicos: los papiros de Ebers, Smith, Beatty, Carlsberg, Hearst, Kahoun, Ramesseum, Berlín, Londres y Leyden.
El Código de Hammurabi dicta preceptos de la relación médico-paciente y el Ayurveda, libro de los hindúes, es uno de los más antiguos de la ciencia médica.
El Nei Ching, publicación de la medicina china basada en la teoría cósmica dualista del yin y el yan, fue escrito, según se cree, en el tercer milenio a.C.
No podemos dejar de recordar a Hipócrates, Celso, Galeno, Rhazes y Avicena, además de señalar que en el Talmud quedaron impresas en hebreo las antiguas enseñanzas orales sagradas y normativas.1
En la actualidad, la paleografía apunta al estudio de la escritura y los signos de los libros y documentos antiguos. El actual Proyecto Paleografía Cuneiforme Digital de investigadores ingleses, consiste en la digitalización del inventario lingüístico e integrar el desarrollo de la paleografía con el de la informática.
El descubrimiento de América fue el inmenso portal por donde occidente ingresó a una nueva era, pero otro gran acontecimiento que lo había precedido 50 años, motivó el verdadero cambio expansionista. La imprenta del alemán Johannes Gutenberg o del holandés Lourens Cöster, aparece en 1440 y llega a América en los viejos bergantines de la mano de los jesuitas.
El periodismo como tal comienza en el período barroco y no es casual su contribución a la transformación de las ciencias gracias al empeño de grandes realizadores como Copérnico, Francis Bacon, René Descartes, Galileo Galilei y Charles Darwin.
Primero aparecen los medios de investigación, después las sociedades científicas y posteriormente las ediciones de los primeros periódicos y revistas.
Francia es la gran precursora en este campo. Se presume que la "Gazette de France" fue la primera revista general, editada en París en 1631 y dirigida por un médico, Teofrasto Renaudot, con objetivos políticos inspirados en Richelieu; "Journal de Savants", que comenzó a editarse en 1665, fue la primera revista científica. Más tarde le siguieron "Philosophical Transactions" en Gran Bretaña, "Giornale dei litterati" en Italia y "Acta Eruditorum" en Leipzig, que hacia fines del siglo XVII tuvo gran renombre en toda Europa.
En 1679 aparece en París el "Journal de Medecine" de Nicolás de Blegny, así como el de Jean Paul de la Roque en 1683.
Sería largo enumerar cronológicamente todas las publicaciones que se sucedieron en el viejo mundo. Sin embargo, en los siglos XVII y XVIII hacen eclosión gran cantidad de publicaciones médicas: "Le progrés de la Medecine" de Claude Brunet en 1565, la alemana "Medizinische Bibliotek" de Rodolfo Vogel en Erfurt en 1571; "Le Journal de Médecine y Chirurgie" aparece en 1754 gracias a Bernard, Bertrand y Grasse y en 1763, en Venecia, Pedro Orteschi dirige el "Giornale di Medicina".
En el Río de la Plata, las primeras imprentas que funcionaron durante casi un siglo, fueron instaladas en Córdoba en el siglo XVIII por los jesuitas. Cuando los expulsaron, la primitiva imprenta se llevó a Buenos Aires por iniciativa del Virrey Vértiz y hacia 1780 inició sus publicaciones al servicio de la Casa de Expósitos.
Uno de los primeros textos médicos, un folleto de educación sanitaria sobre inoculación de la vacuna a la población, que circuló en Montevideo y Buenos Aires, fue escrito por el protomédico Miguel O'Gorman. Pero el verdadero periodismo médico argentino comienza a manifestarse en los albores del siglo XIX, según lo señalan José Luis Molinari y Alfredo Khon Loncarica.2-6
Es así como el "Telégrafo Mercantil" publica en 1802 el primer artículo científico aparecido en Argentina: "Virtudes de la yerba del Paraguay", firmado por el médico y sacerdote jesuita Segismundo Asperger. También se incluyeron importantes trabajos en el periódico que fundara Hipólito Vieytes "Semanario de Agricultura, Industria y Comercio".7
A medida que avanza el siglo aumentan las publicaciones. Aparecen sucesivamente "La Gazeta de Buenos Aires" y el "Correo de Comercio", inspirados por Mariano Moreno y Manuel Belgrano y luego "El Censor", "El Argos" y "La Abeja Argentina" con una sección permanente sobre temas médicos.
En 1823 aparecieron los "Anales de la Academia de Buenos Aires". Un solo volumen de casi 100 páginas puso en evidencia el alto nivel académico de algunos profesionales influidos por las publicaciones europeas. "La Gaceta Mercantil" (1823-1851) contó con la colaboración de Francisco Javier Muñiz, médico destacado y primer sanitarista y paleontólogo argentino.
Pedro Martínez dirigió en 1829 la segunda revista médica argentina "Semanario científico- histórico-clínico de los progresos de la verdadera medicina curativa", que difundió en nuestro medio el método de Pelgas y Le Roy.
La "Revista Farmacéutica" aparece en 1858, su vigencia actual la señala como decana de la prensa científica argentina. En 1864 se edita la "Revista Médico Quirúrgica", por sugerencia de Pedro Gallo y Ángel Gallardo. En ella quedó historiada la medicina argentina de la segunda mitad del siglo pasado, por obra e inspiración de los profesionales más conspicuos.
En esos años circularon también "El Boletín homeopático", "El homeópata", así como los "Anales del Círculo Médico Argentino" dirigidos por José María Ramos Mejía.
En 1883, Pedro Lagleyze expresa su experiencia en la "Revista Argentina de Oftalmología práctica", más tarde "Revista Argentina de Ciencias Médicas".
El país crece en edad y sabiduría y aparecen otras publicaciones, algunas de ellas ya especializadas.
Se pueden mencionar: "Anales de la Administración Sanitaria y Asistencia Pública" (1890-1909), el "Boletín de la Sanidad Militar" (1891), los "Anales del Departamento Nacional de Higiene" (1891-1935) dirigidos por Pedro Arata y Emilio Coni, la "Revista de la Asociación Médica Argentina" (1892) con la dirección de Leopoldo Montes de Oca, la "Semana Médica" (1894) dirigida por Tiburcio Padilla (h), la "Revista del Hospital de Niños" (1897) y los "Anales de la Facultad de Medicina de Buenos Aires" (1879).
Por entonces, el interior trataba tímidamente de incorporarse al mundo de las publicaciones y aparecieron revistas en Chivilcoy y Tucumán.
En 1901, por iniciativa de Héctor A. Taborda y Osvaldo Loudet se edita la "Revista del Centro de Estudiantes de Medicina", incorporada en 1909 a la "Revista del Círculo Médico Argentino".
En 1904, Rodolfo Rivarola crea la Revista de la Universidad de Buenos Aires. En 1914, Mariano R. Castex y Carlos Bonorino Udaondo inician la edición de "La Prensa Médica Argentina" y en 1928 nace "El Día Médico".
En esta secuencia se hacen evidentes cuatro etapas: la primera, el nacimiento de la comunicación gráfica, la palabra escrita y la historia documentada; la segunda, cuando los artículos médicos se publican en periódicos de interés general; en la tercera aparecen las revistas científicas propiamente dichas, donde se vuelcan todos los trabajos médicos relevantes de la época y la cuarta la determina la edición de revistas médicas especializadas.
Es que hacia la segunda mitad del siglo XIX se insinúa en nuestro medio la aparición de las especialidades dentro de los grandes capítulos de la medicina y de la cirugía generales.
La Pediatría, ubicada en esos años dentro de la Obstetricia y la Clínica Médica, fue tomando personalidad propia y es precisamente en 1883, con la creación de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, con sede en la Sala VI del Hospital de Clínicas conducida por Manuel Blancas, primer profesor de Pediatría de la Universidad Argentina, que se concreta el comienzo de una formación individualizada dentro de la Medicina Infantil.
No resulta extraño, entonces, que a la "Revista del Hospital de Niños" fundada en 1897, se sumaran poco tiempo después los "Archivos Latinoamericanos de Pediatría".
Así lo entendieron cuatro grandes de la Pediatría de América del Sur: Luis Morquio en Montevideo, Olinto de Oliveira en Porto Alegre, Fernández Figueiras en Río de Janeiro y nuestro Gregorio Aráoz Alfaro en Buenos Aires que, aunando esfuerzos, concretaron su fundación en marzo de 1905 y le dieron forma a la revista pionera de la Pediatría Latinoamericana y precursora de Archivos Argentinos.
En el editorial del primer número, escrito en castellano y en portugués, al dirigirse a "nuestros collegas" e "illustrados collegas" manifestaban: "La especialización en el dominio de la medicina infantil está ya demasiado extendida en toda América Latina para que los médicos de niños sigamos publicando el fruto de nuestra observación y de nuestros trabajos en las revistas generales de medicina".
"Como en Europa, los médicos que en estos países nos ocupamos de higiene y de medicina infantil, necesitamos órganos especiales y hemos creído de positivo interés general reunir toda la producción pediátrica latinoamericana en una sola revista que constituya así una verdadera "Hoja central" tan completa como sea posible, no sólo para la medicina y la cirugía, sino también para la higiene de la infancia".
Y más tarde agregaban: "Para todos nosotros será también ventajoso poder ofrecer a los especialistas europeos en una sola revista el cuadro general de la producción pediátrica americana que empieza a ser debidamente apreciada en el viejo mundo, como lo prueban los artículos de médicos latinoamericanos que frecuentemente insertan periódicos franceses, alemanes, italianos y españoles y la colaboración de pediatras argentinos, uruguayos y brasileños en la nueva edición del "Traité des maladies de l'enfance" dirigida por colegas tan ilustres como Grancher y Comby".
Los primeros trabajos de ese primer número fueron escritos por Luis Morquio, de la Facultad de Montevideo, con una actualización exhaustiva para la época sobre el tema: "El síndrome coqueluchoideo en los niños" y por Gregorio Aráoz Alfaro, de la Facultad de Buenos Aires, con un trabajo original escrito en francés, índice del interés porque nuestras investigaciones trascendieran al medio europeo. El tema se titulaba "Sur la retention des chlorures et l'action du regime hipochloruré dans les nephrites infantiles".
En ese primer número está reflejada la mentalidad y la concepción de una pediatría holística que define a sus editores. Una interesante crónica sobre "Los progresos recientes a la protección a la infancia en Buenos Aires, las gotas de leche y los dispensarios", señala la importancia que los destacados pediatras de principios de siglo le daban, ya por entonces, a temas vinculados a la Convención de los Derechos del Niño y a la atención pediátrica primaria y de cómo no solamente había que interesar a los poderes públicos, sino también darle difusión y participación a la comunidad en la solución de los problemas cuando dicen: "La Nación, que tantas nobles iniciativas ha realizado ya, se encargó de llevar a conocimiento público las quejas y las solicitaciones de un médico de niños bien autorizado para apreciar este género de necesidades y levantó la voz elocuente y poderosa en pro de la niñez desamparada haciendo un llamado a la caridad popular y especialmente a los favorecidos de la fortuna. El éxito ha sido grande, en relación a los hábitos, estrechos todavía...".
Pasaron 25 años de intercambio científico permanente con América y Europa y junto a la publicación que unía e informaba se fueron desarrollando sociedades pediátricas en Chile, Uruguay y Brasil. Coincidentemente, la Sociedad Argentina de Pediatría se funda el 20 de octubre de 1911, siendo su primer presidente Ángel M. Centeno y su primer secretario, Ernesto Gaing. Llegó el momento de independizarse y así nacieron del gran tronco común que fueran los "Archivos Latinoamericanos de Pediatría", varias revistas que son sus herederas: "Archivos de Pediatría del Uruguay", "Jornal de Pediatría" del Brasil, "Revista Chilena de Pediatría" y Archivos Argentinos de Pediatría, que publica su primer número en abril de 1930, siguiendo la línea iniciada por su precursora a principios de siglo (Figuras 1 y 2).

FIGURA 1. Portada del último número de Archivos Latino-Americanos de Pediatría, enero 1929

FIGURA 2. Primer Editorial de "Archivos Argentinos de Pediatría", abril de 1930

Así quedó documentado en los trabajos de esa primera entrega sobre vacunación BCG, compartidos por autores uruguayos y argentinos y el anuncio de la visita al país del gran pediatra francés Robert Debré.
Presidía la Sociedad Argentina de Pediatría Alfredo Casaubón, reconocida figura de la pediatría nacional y Jefe de Servicio del Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez" de Buenos Aires.
Le cupo el honor de ser el primer director de la revista a una mujer, situación no muy frecuente para la época (Figura 3). Doble honor para María Teresa Vallino, colaboradora de Mamerto Acuña, por ese entonces Profesor Titular de la Cátedra de Pediatría y Puericultura en la Sala VI del Hospital de Clínicas "José de San Martín".

FIGURA 3. María Teresa Vallino

Hasta 1937 ocupa la dirección María Teresa Vallino; siete años de labor hábil, tesonera y eficaz, según el juicio aparecido en Archivos de Pediatría del Uruguay del mes de julio de ese año, con motivo de su retiro voluntario. La crónica de la época señala la muerte de dos grandes pediatras del Río de la Plata: Luis Morquio y Juan Carlos Navarro y los festejos realizados con motivo de cumplirse las Bodas de Plata de la SAP donde, en acto público presidido por Mario J. del Carril, presidente de la Sociedad, participaron entre otros R. Berro y V. Escardó y Anaya por la Pediatría Uruguaya y José Arce y Gregorio Aráoz Alfaro, por los argentinos.
Entre 1937 y 1947, Juan P. Garrahan brinda a la dirección de Archivos su brillantez e inteligencia. Fueron 10 años que contribuyeron a cimentar el prestigio de la publicación de la mano del gran maestro.
En 1947-1949 es el turno de Florencio Escardó que, siguiendo la línea de sus antecesores, le aporta sus reconocidas dotes de médico, escritor y periodista. Sus 40 trabajos publicados así lo atestiguan. La pediatría argentina pierde en este período dos personalidades: Pedro de Elizalde y Fernando Schweizer.
Alfredo Larguía, que desde el comienzo de esa década había colaborado con trabajos originales y como secretario de redacción, es elegido director en dos oportunidades: la primera, para sustituir a Escardó (1949-1953), la segunda, cuando Albores finalizó su período (1961-1965).
Ocho años de labor fecunda de un pedagogo cabal y un clínico sagaz que le brindó la impronta de su claro y elegante estilo.
Una instancia difícil le tocó a Ignacio Díaz Bobillo, quien dirigió la revista entre 1953 y 1955. Había sido secretario de redacción en 1938 colaborando con Garrahan y publicado artículos originales en distintas oportunidades. Conocedor de la Sociedad, contribuyó con su esfuerzo y su experiencia clínica.
A través de la distancia, debemos señalar que al cumplir sus Bodas de Plata, Archivos alcanzó los objetivos que se había propuesto, reflejando fielmente el progreso del acontecer pediátrico nacional y rioplatense.
En 1955 se hizo cargo de la dirección Luis María Cucullu, calificado pediatra que estudió en profundidad las complicaciones meníngeas de la tuberculosis. Su voluntad y su pujanza se manifestaron desde el comienzo de su gestión y Archivos se incorporó al patrimonio legal y a la administración directa de la Sociedad. Al anticipar esa noticia, destaca el noble gesto de Alfredo Frascoli y la etapa cumplida durante más de 25 años como editor, propietario y administrador desde la aparición del primer número en abril de 1930. Cucullu escribe: "... con su trabajo y perseverancia ha estado tanto tiempo estrechamente ligado a la Sociedad Argentina de Pediatría, participando en su evolución ascendente y compartiendo desde su puesto la historia misma de la literatura médica de la infancia en nuestra patria. Prácticamente llegó a ser el hombre múltiple, el asesor, el técnico, el administrador, el corrector de muchas pruebas, el distribuidor y encargado de los ficheros, el solicitante de avisos comerciales, el receptor de las quejas de los indisciplinados y, en todo momento, el colaborador constante que en tan largo lapso, siempre aceptó cualquier sugerencia o mandato de la Sociedad, haciendo frente a los problemas muchas veces ingratos de las máquinas de imprenta".
En febrero de ese año desaparece la figura consular de Gregorio Aráoz Alfaro.
De la antigua escuela del Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez", Carlos García Díaz continuó la tarea que dejó Cucullu en 1957 y la prolongó hasta 1959. Mantuvo la línea de quienes le precedieron y brindó su sentido de organización, proyectando en la revista la claridad de su pensamiento. En un comienzo se dedicó a la pediatría clínica, destacándose luego como sanitarista. Creó Medicina y Sociedad, que atesora muchas de sus inquietudes.
José María Albores asumió la conducción entre 1959 y 1961. Discípulo de Mamerto Acuña, Juan P. Garrahan y Bernardo Houssay, aportó sus inquietudes y erudición bibliográfica.
En 1965, la pediatría argentina perdió a Juan P. Garrahan y en 1967, a Raúl Cibils Aguirre, preclaras figuras que iluminaron la pediatría americana durante casi medio siglo. Entonces dirigía la revista Juan J. Murtagh. Vinculado a la Sociedad desde su juventud, en 1933 apareció su primer trabajo junto a Garrahan "Vómitos habituales graves en un niño de pecho". Director y secretario de redacción en distintas oportunidades, su entrega a la publicación fue ejemplar y las distintas ediciones reflejaron hasta el detalle su tarea fecunda. Profesor universitario y maestro de neonatólogos concretó una quimérica visión, la compra de la actual sede de la Sociedad en la calle Coronel Díaz 1971. Nos dejó cuando estaba por cumplir 100 años y hoy la Biblioteca de la SAP lleva su nombre.
Entre 1969 y 1971, Félix O. Olivieri de la Ex Casa Cuna, hoy Hospital de Pediatría Pedro de Elizalde; de 1971 a 1974, Luis A. Márquez, de la Sala VI del Hospital de Clínicas; Juan Cruz Derqui del Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez" desde 1972 a 1975, Teodoro F. Puga, del Instituto Maternoinfantil de Lanús entre 1975 y 1979 y Abel Betinsoli, de la Maternidad Peralta Ramos del Hospital Rivadavia, desde 1979 a 1981, siguieron el arduo camino para que Archivos lograra paso a paso sus objetivos a los 50 años de su creación y festejara con éxito sus bodas de oro.8 Estuvo indizada en el Index Medicus entre 1962 y 1972 y figuran 527 registros.
En 1973 recibió de la Asociación de Prensa Técnica Argentina el premio "APTA-F. Antonio Rizzuto" por la mejor labor en la categoría "Revistas científicas" y en 1976, se recuperó la propiedad intelectual que había pasado durante la presidencia de José María Albores a "La Prensa Médica".
Entre 1981-84 accede como editor Héctor Mora, del Hospital de Niños "Ricardo Gutiérrez" con la colaboración de Horacio Olivé. A pesar de que profesionales argentinos publicaban en revistas extranjeras, aumentó el número de ejemplares y el intercambio, se modificó la diagramación y se crearon nuevas secciones con inclusión de temas de atención primaria de la salud.
Por dos períodos, entre 1984 y 1990, José María Ceriani Cernadas tomó la conducción de la revista, aparecieron nuevas secciones, otras se revitalizaron, se reglamentó la participación de revisores o árbitros que comenzaron a tener jerarquía en la aprobación de los trabajos originales. Lamentablemente, la crisis económica argentina de los años 90 generó una nueva situación: se redujeron las páginas y se asociaron los números, pero al terminar el segundo período y cumplir 60 años, Archivos volvió a ser la revista de siempre.
En los dos períodos siguientes, desde 1990 a 1996 al crearse la Dirección de Publicaciones, Ramón Exeni fue su director y actuó como director asociado Enrique Abeyá Gilardon. Se jerarquizaron los Comités Editoriales Nacional e Internacional y para que Archivos reingresara en el Index Medicus, Exeni comenzó una importante tarea para lograr ese objetivo que hoy todavía continúa.
El 21 de octubre de 1995, los pediatras argentinos pierden a Carlos A. Gianantonio, gran maestro reconocido mundialmente. Humanizó la pediatría, creó la residencia en pediatría y describió por primera vez el síndrome urémico hemolítico.
Desde 1993, el director asociado de Publicaciones pasó a ser Teodoro F. Puga y la editora asociada, Susana Luján de Solana.
Entre 1996 y 1999, durante la presidencia de la SAP de Osvaldo Blanco, se organizó definitivamente la Dirección de Publicaciones integrada por Archivos, el Boletín informativo, Correo de la SAP y la página web. El director fue Teodoro F. Puga, el editor Horacio Repetto y la editora asociada, Susana Luján de Solana.9
A partir de 1999 y hasta la actualidad, Teodoro F. Puga continuó como Director de Publicaciones, Carlos Wahren como editor y Carmen De Cunto como editora asociada. Se modernizó la portada, se acentuaron las novedades, aumentaron los trabajos originales y la aparición de nuevas secciones.
En homenaje a la primera directora de Archivos se creó el Premio María Teresa Vallino que se adjudica cada dos años al mejor artículo original publicado en la revista.
La participación de los miembros del Comité Editorial originó una nueva mejoría, se reglamentaron los conflictos de intereses, se establecieron reglas ético-morales y la relación autor-editor.
En 2004, tuvimos la gran pérdida de Alfredo E. Larguía, prestigioso académico y editor durante dos períodos.
En la década del 80, con el Convenio entre las Sociedades Argentina y Uruguaya de Pediatría, presididas entonces por Teodoro F. Puga y Julio Lorenzo y de Ibarreta, respectivamente, comenzó una etapa de integración de la pediatría del Cono Sur de América Latina.
En 1991 se avanzó durante la presidencia de María Luisa Ageitos con la firma de un acuerdo con las hermanas Sociedades de Pediatría de Chile y Paraguay y para lograr una relación más estrecha y fluida se sumaron más tarde las Sociedades de Bolivia y Brasil. El Convenio final que señala el afianzamiento de la integración de la Pediatría del Cono Sur10 lo firmaron el 10 de junio de 1993 José María Ceriani Cernadas (Argentina), Oscar Sandoval Morón (Bolivia), Gustavo Soler Varela (Chile), Julio César Nissen (Paraguay), José Luis Peña (Uruguay) y Pedro Celiny Ramos García (Brasil). La OMS y la OPS auspiciaron este encuentro. Investigaciones y actualizaciones colaborativas, inscripción a congresos y becas, educación médica, certificación y recertificación, análisis de los problemas más relevantes del niño y la familia en la región puntualizan el alcance del acuerdo, pero, sobre todo, debemos destacar que desde 1996 los editores de revistas pediátricas del Cono Sur se reúnen anualmente una vez en cada país y se alcanzaron logros importantes en las distintas revistas de la región.
Primero suplementos y luego publicación de trabajos originales acordados, consolidaron las revistas de las Sociedades de los países del Cono Sur y últimamente, a través de Internet, todos los pediatras de la región y del mundo pueden tener acceso a la información.11
A las cuatro etapas de la secuencia y evolución de las revistas científicas que señalamos al comienzo, debemos agregarle una quinta etapa por la mayor difusión que hemos alcanzado con la informática.
En el año 1967 se creó en San Pablo, Brasil, la Biblioteca Regional en Medicina, un emprendimiento de la Organización Panamericana de la Salud, el Ministerio de Salud del Brasil y la Escuela Paulista de Medicina.
El objetivo inicial fue compilar la literatura médica de América Latina, de escasa presencia en el Index Medicus. En 1979, se editó el primer número de IMLA. Era director de Bireme Arbraam Sonis, destacado sanitarista argentino.
Durante la década del 80 se incorpora el Caribe y Bireme pasa a llamarse Centro Latinoamericano y del Caribe de información en Ciencias de la Salud, que no sólo es un cambio de denominación porque las nuevas tecnologías, desarrolladas por Bireme, especialmente para el área salud, hacen posible la automatización de los fondos bibliográficos de cada uno de sus nodos cooperantes y de ese modo ve la luz la base de datos Lilacs-Literatura Latinoamericana en Ciencias de la Salud.
Los primeros trabajos se incorporaron a la base durante el año 1987, incluyendo retrospectivamente hasta el año 1982. Archivos Argentinos de Pediatría en el inicio figura en la base y en 1999 se realiza su incorporación definitiva.
Lilacs es una base referencial, donde figura autor, título y resumen del trabajo completo.
A partir de 1999, el texto completo de los artículos se puede obtener de la Sociedad Argentina de Pediatría http://www.sap.org.ar. Del mismo se accede por el portal Biblioteca Virtual en Salud-Capítulo Pediatría http:// www.bvspediatria.org.ar
La publicación órgano oficial de nuestra institución tuvo siempre como objetivo la calidad académica e intelectual de sus contenidos y una constante preocupación por la correcta presentación de sus trabajos, editada de acuerdo con las normas institucionales. En el año 2001 adhirió de modo formal a los requisitos de uniformidad para manuscritos enviados a revistas biomédicas editados por el actual Comité Internacional de Editores de Revistas Biomédicas, originariamente conocido como grupo Vancouver.
Actualmente se sigue trabajando para que Archivos sea reevaluada para volver a formar parte de las publicaciones indizadas del Index Medicus.
La periodicidad de las ediciones, desde aquel lejano día de su fundación no ha declinado y desde 1930, condensado en 103 volúmenes guarda celosamente la vasta tarea científica cumplida por la institución, que se refleja a través de nombres ilustres, editoriales, actualizaciones, conferencias y trabajos iniciados en ambas márgenes del Plata.
La crónica ha dejado impresa las etapas recorridas y los logros alcanzados por una familia pediátrica unida, capacitada y responsable. Las 40 filiales de la SAP están diseminadas por todo el país, firmemente unidas por vínculos científicos y por un amplio sentido de responsabilidad médica y social.
Frente a los avances técnicos de los medios masivos de comunicación, el adversimiento de la era electrónica no terminará con el futuro de la prensa médica y la palabra impresa. El surgimiento y la naturalización de Internet ha llegado con la fuerza de un tsunami cultural, abre nuevos horizontes de discusión epistemológica y vuelve a plantear la relación del ser humano con el conocimiento. Como lo señala Ramírez Dueñas, una clara percepción del futuro científico sólo puede obtenerla aquel cuya formación académica presente esté fundada en el desarrollo histórico de la ciencia. Archivos Argentinos de Pediatría, órgano oficial de la Sociedad Argentina de Pediatría, es una buena respuesta sobre ese futuro.
Los Congresos internacionales de editores de revistas científicas han facilitado la expresión del sentimiento universal que ni la ciencia ni los científicos pueden quedar aislados del contexto general en un mundo globalizado, cuando cada individuo no desea ser sólo un espectador.
Esta trayectoria de 75 años, que no es injusto extenderla a todo un siglo después de conocer una historia de lucha, vocación y sacrificio iniciada a comienzos del siglo XX, coloca a Archivos Argentinos de Pediatría como depositaria y figura estelar de las publicaciones pediátricas argentinas. En ella los historiadores pueden encontrar la principal fuente de información que les irá diciendo el cómo, el cuándo y el porqué de la madurez de la pediatría y del equipo de salud pediátrico. 12
Todo comenzó en 1905 con Archivos Latinoamericanos de Pediatría, por otro camino, cien años después, nuestras revistas del Mercosur pediátrico ¿podrán alcanzar a través de la intervención de la Asociación Latinoamericana de Pediatría -ALAPE- la integración de todas las publicaciones pediátricas de América Latina? Como dice Claudio Bernard: "En ciencia, lo importante es modificar y cambiar las propias ideas a medida que la ciencia progresa."
Visualizamos con optimismo el porvenir.

BIBLIOGRAFÍA

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