SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.103 issue5Carlos Gianantonio Elogio al MaestroLesiones por mordedura de perro en niños author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.103 no.5 Buenos Aires Sept./Oct. 2005

 

COMENTARIOS EDITORIALES

Mordedura de perro, comportamiento y agresión

Dr. Fabián Lema*

* Médico Pediatra. Becario Medicina Interna. Hospital de Pediatría "Prof. Dr. J. P. Garrahan". Médico Veterinario. Universidad de Buenos Aires.

Correspondencia: fabianlema@yahoo.com.ar

La mordedura de perro es un motivo de consulta frecuente en la vida hospitalaria y en el consultorio del médico pediatra. La mayor parte de las lesiones son producidas por agresiones de animales dominantes y la edad de presentación, como lo demuestra la bibliografía, está comprendida entre los 5 y 9 años, ya que a esta edad el niño es un "competidor social" para el perro. Los varones son más atacados que las niñas, quizás por el tipo de juego más brusco, agresivo y temerario.
La mayoría de las mordeduras producidas por perros no son graves: 1 de cada 10 requieren sutura quirúrgica y alrededor del 2% requieren hospitalización.
En más del 50% de los casos, el perro es agredido en forma voluntaria o involuntaria o molestado cuando duerme, come o amamanta a su cría.
El 75% de las mordeduras de perro son producidas por animales conocidos y 15%, por animales propios, pero habitualmente, por ser lesiones leves, no se concurre a la consulta médica y se producen subregistros. Datos similares se registran en los artículos aquí publicados.
Llama la atención el alto porcentaje de mordeduras callejeras denunciadas en la ciudad de Neuquén. La mayoría de éstas fueron relatadas como ataques espontáneos de perros conocidos. Cabe aclarar que los perros también muerden cuando tienen miedo o se sienten amenazados. Este tipo de comportamiento se ve, sobre todo, en aquellos animales con temperamento tímido que se identifican como desconfiados con la cola entre las patas, orejas bajas, pelo erizado, por lo que nunca se los debe tocar ante esta situación, ya que pueden actuar de manera impredecible.
En toda mordedura se planteará la necesidad de profilaxis antibiótica, valorar el esquema de vacunación del niño y la implementación de profilaxis contra la rabia según el animal agresor, la circunstancia en que mordió y si es área endémica de rabia. Existen centros de zoonosis municipales, provinciales y nacionales de referencia a los cuales se debe consultar.
Como lo demuestran los trabajos presentados en este número, la mayoría de las mordeduras denunciadas son producidas por perros mestizos, que son los más populares en la sociedad. Esto destierra el mito de que las razas más agresivas son las más mordedoras, como en el caso de los rottwailer, bull terrier, pit bull, doberman y dogo, entre otros. No obstante, por el tipo de temperamento que tienen estas razas, no se las recomienda para ser adoptadas como mascotas en familias con niños menores de 6 años.
Los perros, como los seres humanos, tienen diferentes personalidades; en el caso del perro, ésta es la expresión de su comportamiento en relación con sus pares y otros seres vivos, incluido el hombre.
Los cachorros de temperamento equilibrado o sumiso son los más aconsejables para la convivencia con un niño.
Entre los comportamientos animales, la agresividad es el único que pone en riesgo la integridad física de una persona.
¿Por qué es agresivo el perro? El perro es una especie altamente social, que en estado natural convive bajo un sistema jerárquico que es fundamental para preservar el orden en la jauría. Existe siempre un macho o una hembra dominantes, encargados de la organización familiar, que reafirman su liderazgo en forma constante mediante la agresión (agresión por dominancia).
A través de la dominancia, los animales de menor jerarquía respetan al superior y las reglas del grupo.
Si no existiera esta dominancia-liderazgo-agresión en una manada, ésta no funcionaría como una sociedad, ya que cada individuo tomaría su propia iniciativa y el grupo social y familiar se disolvería.
El cachorro que se cría dentro de una familia aprende a respetar al que tiene mayor rango jerárquico, que generalmente es el que pone los límites, reprime, cuida y alimenta.
Es en los primeros meses de entrada a la familia cuando los cachorros deben ser sociabilizados y enseñados poniendo límites a sus acciones agresivas.
Los perros adultos que viven con una familia toleran las expresiones de afecto de los niños de entre 2 a 3 años, como mordeduras, tiradas de cola, orejas, caricias ya que son vistos como los "cachorros de la manada" y es este grupo etario, el menos agredido. Pero cuando los niños crecen, si no alcanzan una jerarquía superior a la del perro pueden ser agredidos ante las mismas situaciones.
A esta edad, al no saber interpretar las señales previas de amenaza de mordedura del perro, como gruñidos o ladridos, no adoptan actitud de sumisión sino que excitan aún más al animal incentivando el acto agresivo que puede ir desde un magullón hasta una herida profunda. Debido a la altura de los niños y los pocos mecanismos defensivos que tienen, son frecuentes las heridas en cara y cabeza.
El perro cachorro tiene sus dientes de leche muy afilados y no sabe medir la fuerza de su mordedura, por lo que durante el juego puede producir en forma involuntaria, laceraciones de grado leve a grave o bien, por la torpeza de sus movimientos, embestir a los niños y producir caídas que los lesionen.
Por ello, es importante que el niño no permanezca solo junto a su mascota; debe estar siempre acompañado por un adulto, sobre todo a la hora del juego.
El juego constituye un aspecto fundamental en el desarrollo madurativo tanto del niño como del cachorro, facilita la interacción social de los cachorros entre sí y con la familia que convive y promueve un vínculo entre los individuos que participan en él. Durante el juego el cachorro aprende a medir su fuerza y a conocer las reglas de convivencia. Por este motivo, es fundamental evitar juegos que involucren un comportamiento agresivo.
Para concluir, todo animal tiene su carga genética que determina su comportamiento, independientemente de la raza, el cual se puede moldear a través de la educación y sociabilización.
Es importante tener en cuenta que el perro debe ocupar siempre el rango jerárquico menor en el grupo familiar, de esta forma evitamos el comportamiento de dominación-agresión y promovemos el comportamiento de sumisión en el animal.
Como pediatras debemos promover campañas de difusión, brindar mayor información y asesoramiento para la prevención de mordeduras.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

- Berman R, Kliegman R, Jenson M. Nelson. Tratado de Pediatría. 17a ed. Madrid: Ed. Elsevier; 2004.
- Fihillpis A. Una historia de amor. National Geographic 2002; 10(1):12-31.
- Lange KE. Del aullido al ladrido. National Geographic 2002; 10(1):4-11.
- Peters V, Sottiaux M, et al. Postraumatic stress disorder after dog bites in children. J Pediatr 2004; 144(1):121-122.

SITIOS RECOMENDADOS

1. www.avma.org/pubhlth/dogbites/dogbitebroc.asp
2. www.cdc.gov/healthypets
3. www.sobremascotas.com
4. www.sosmascotas.com.ar

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License