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Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.105 no.1 Buenos Aires Jan./Feb. 2007

 

COMENTARIOS EDITORIALES

El hábito de fumar y la depresión en adolescentes

Dr. Roberto Pallia*

* Servicio de Salud Mental. Departamento de Pediatría. Hospital Italiano de Bueno Aires.

Correspondencia: roberto.pallia@ hospitalitaliano.org.ar

En el trabajo "Consumo de cigarrillo y síntomas depresivos en estudiantes de Bucaramanga, Colombia", los Dres. Campo Arias y Díaz Martínez abordan una cuestión de Salud Pública y prevención primaria: el consumo de cigarrillos en adolescentes y su asociación con cuadros también preocupantes en el mismo grupo etario (como los trastornos depresivos).
Los hallazgos son claros e ilustrativos, existe una relación significativa entre el fumar y el "sentirse" deprimido, pero el hábito también se asocia con el consumo abusivo de alcohol y con el consumo de cigarrillos y alcohol en el mejor amigo; al par que es más frecuente en varones.
Ahora bien, es evidente que los programas dirigidos a adolescentes incluyen la prevención del tabaquismo, pero ¿cómo se asocia esto con los "sentimientos" depresivos manifestados por los jóvenes y con el abuso de alcohol?
Los adolescentes tienden a tener sus primeras experiencias con el cigarrillo dentro del grupo de corte seleccionado para el trabajo (15-19 años) y es sabido que el ánimo durante la adolescencia también es variable y que se suelen presentar síntomas depresivos.
En una revisión de Motivos de Consulta en adolescentes de 12-18 años realizada en el Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires, predominaron las alteraciones de conducta (29%), las relacionadas con "miedos a…" (con síntomas físicos [ansiedad (20%)] o sin ellos), y las alteraciones relacionadas con el estado de ánimo (20%), que en su conjunto muestran la preocupación por los estados emocionales de los jóvenes y su relevancia central en la adolescencia. Además, al analizar los diagnósticos de esta población sobre la base del DSM IV TR, se encuentra un 27% de Trastornos del Estado de Ánimo y un 22% de Trastornos de Ansiedad.
Entre las "experimentaciones" adolescentes figura el consumo de alcohol, pero algunos pacientes con trastornos del estado de ánimo, tienden a "automedicar" los síntomas de ánimo disfórico o depresivo mediante el consumo de alcohol, que modifica la neurotransmisión central y genera en el joven estados breves de falsa placidez o diversión.
En este sentido, el fumar puede relacionarse con el aumento del tono colinérgico inducido por el tabaco, que también aporta una sensación de autosuficiencia, placer y pertenencia al grupo.
Posiblemente el "sentido" del fumar pueda dar una pista acerca de la diferencia existente entre "experimentar", o "ya soy grande" y compensar: "me siento mejor…"
Desde distintas vertientes sabemos que los jóvenes con ánimo deprimido tienden a buscar gratificaciones compensatorias en el cigarrillo, el alcohol y otras sustancias, en "actos" de riesgo, confrontación, sexuales, etc., que tienden a aumentar la autoestima disminuida por la misma sensación depresiva.
Como bien plantean los autores, el problema es multifactorial, tanto en el inicio del consumo de tabaco y sustancias como en la presencia de trastornos depresivos, y en ambos casos la presencia de un factor de riesgo lleva a otro. Sirve en esto revalorizar el modelo biopsicosocial, o el actualizado sobre "lo innato y lo adquirido" (Nature-Nurture, de los autores en inglés). Siempre intervienen factores constitucionales, genéticos, carga hereditaria, experiencias vivenciales y características del medio ambiente, en mutua interinfluencia.
Como se ha señalado, el adolescente es más permeable a situaciones ambientales, a los amigos y la publicidad, que orienta modas de consumo con el supuesto objetivo de "pertenecer al grupo".
Para el pediatra, este artículo sirve
como motivación para indagar en los jóvenes que inician su experiencia con el tabaco sobre cuál es su estado emocional y anímico. Para orientarse a pensar en una psicopatología (o Trastorno de acuerdo al DSM IV TR), la sintomatología debe ser marcadamente deteriorante y persistir por dos semanas en el trastorno depresivo mayor. En los trastornos distímicos, menos evidentes y más solapados, los síntomas deben persistir en el último año; además, las situaciones de tipo reactivo pueden llegar a resolverse hasta en ocho semanas, con mínima interferencia de la actividad diaria, académica o social.

REFERENCIAS

1. American Academy of Psychiatry, DSM-IV-TR. Washington, DC: APA, 2000.

2. Kassel JD, Stroud LR, Paronis CA. Smoking, stress and negative affect: correlation, causation, and context across stages of smoking. Psychol Bull 2003; 129(2):270-304.

3. Benjet C, Wagner FA, Borges GG, Medina-Mora ME. The relationship of tobacco smoking with depressive symptomatology in the Third Mexican National Addictions Survey. Psychol Med 2004; 34(5):881-888.

4. Woodgate R. Living in the shadow of fear: adolescents' lived experience of depression. J Adv Nur 2006; 56(3):261-269.

5. Abadi A, Blanco F, Ferreiro S, Iparraguirre V, Lesta P, Ricciardi M, Pallia R. Revisión de motivos de consulta en un servicio de salud mental pediátrica. 22° Congreso Argentino de Psiquiatría, 27-30 de abril, Mar del Plata, Buenos Aires 2006.

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