SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.106 issue4Pediatric tumor banks: a challengeConsensus on Mucopolysaccharidosis Type I diagnosis and treatment author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.106 no.4 Buenos Aires July/Aug. 2008

 

PEDIATRÍA PRÁCTICA

El cuerpo en la intervención clínica. Una mirada desde los derechos del niño

The body in clinical interventions. A glance from child rights

Dra. Andrea Schon*

* Servicio de Mediano Riesgo. Hospital Nacional de Pediatría "Prof. Dr. Juan P. Garrahan". Buenos Aires.

Correspondencia: Dra. Andrea Schon andrea.schon@gmail.com

Recibido: 8-5-08
Aceptado: 19-6-08

Hay un nuevo paciente en la habitación 44. Tiene 11 años y es portador de un tumor en estadio avanzado. Un paciente "terminal". Martín, así se llama, está mirando televisión. La expresión de su rostro refleja un cansancio profundo. -Hola, soy tu médica, cómo estás? -Mal, cansado. -¿Querés que te traiga algún juego?, ¿vino la maestra? -Sí, vino, pero no quiero que venga más y no tengo ganas de jugar a nada... además estoy cansado de que me pinchen y me den esos remedios que me hacen sentir tan mal.
De pronto sentí un profundo cansancio. Y por un instante me vi corporizada en ese pequeño niño. Yo era la que estaba en la cama...
Frases que se escuchan en el quehacer cotidiano: "Si no ponés el cuerpo no sirve"... o lo contrario: "Ponés demasiado el cuerpo"... "Uno se lleva una mochila muy pesada a casa".... "¿Adónde ponés todo esto que te llevás del hospital?"... "Me siento como si me hubieran apa
leado, estoy destruida".
El cuerpo que toca, que acaricia, que abraza, que llora junto a otro cuerpo, que lo comparte, que comparte el dolor, la enfermedad, la cura. El propio cuerpo como intérprete del cuerpo del otro... Pareciera que el lenguaje encarnado a veces es difícil de traducir... Como si se hablara en idiomas distintos.
En la práctica diaria de la medicina y en la práctica de la pediatría, el cuerpo del médico interviene siempre en la relación con los pacientes. Este cuerpo interpela, sacude, deja oír las viejas resonancias de la medicina científica, positivista, aquella que despersonaliza la enfermedad, que la considera extraña, producto de una serie de causalidades mecánicas.
Como dice David Le Breton: "En este proceso gradual del saber médico y de su saber hacer, la medicina deja de lado al sujeto con su historia, su contexto, el sentido profundo de la enfermedad, sólo para considerarla un mecanismo corporal que no funciona, para considerarla extranjera. La medicina olvida que el hombre es un ser de relaciones y de símbolos, no sólo un cuerpo a reparar".1
Tomando este modelo de práctica hegemónica, donde el saber es patrimonio de una de las partes, podemos repensar la relación médico-paciente des-de otra perspectiva, desde el marco de los Derechos Humanos, y en particular de los Derechos del Niño.2
También aquí el cuerpo juega un papel relevante en la adjudicación y en la práctica de estos derechos, en el sentido de que si el otro ejerce como derecho su presencia, su derecho a ser escuchado, a ser tenido en cuenta en las decisiones que se tomen sobre su salud, a ser informado sobre los procedimientos, a ser tratado con cariño, a estar acompañado, a jugar y aprender; de alguna manera rompe este modelo hegemónico casi unidireccional de relación entre los cuerpos... obliga a situarse en un lugar diferente, a descolocarse de la posición tradicional.
Este estado de zozobra, de incertidumbre, de pérdida de coordenadas puede producir diversos efectos y prácticas: desde un cierre hermético con el consiguiente refuerzo de la posición hegemónica; donde hasta se podría hablar de una lucha de cuerpos, una lucha de verdades donde el autoritarismo del médico, "dueño de la verdad", gana y descalifica al paciente. O en el mejor de los casos permite, a través de la angustia que deviene de la perplejidad una reflexión profunda, una pregunta, la búsqueda de una respuesta que lleve en algún momento a un cambio de posicionamiento y, por ende, a un cambio en la práctica.
También se puede pensar en los efectos que se producen del otro lado, del lado del paciente: sumisión, otorgamiento de la posesión de la "verdad" al otro, sin cuestionamiento alguno, temor, humillación, vergüenza... en pocos casos, rebeldía, reclamo o interpelación....
Y si se produce esa incertidumbre, esa perplejidad en el médico, es seguro que el mismo efecto se producirá en el paciente, que deberá también lidiar con estos sentimientos y encontrar una nueva forma de posicionarse, asumiéndose finalmente como titular de derechos.
Se trata, simplemente, de democratizar la relación médico-paciente y, paradójicamente, de "desmedicalizarla".
Si el paciente es un chico, resulta más difícil pensar este concepto en términos prácticos. Sólo es necesario recordar la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que es el punto de partida para el cambio de paradigma, cuando define por fin al niño como sujeto de derechos, poseedor de una autonomía en consonancia con sus capacidades evolutivas. A partir de allí surgen infinidad de aportes y discusiones.
Alessandro Baratta, en su teoría de la necesidad de la refundación del Estado, denomina "La Fundación del Estado Mestizo" al universo en el que está incluida la Ciudad de los Niños, otorgándoles a estos la categoría de ciudadanos, en el sentido más amplio del término.3
"La cientificidad de la medicina modifica la concepción global de las ciencias del hombre, su importancia e incidencia es única dado que plantea al individuo como sujeto y objeto de su propio conocimiento. Tomar como objeto al cuerpo humano supone un mismo nivel de objetividad e implicación simultáneas, dado que se trata de investigar lo propio como ajeno, como exterior".1
A los médicos no nos queda otra alternativa que repensar nuestra práctica desde otro lugar, más holístico, más integrado. Los pediatras miramos al chico, a la familia, tenemos en cuenta múltiples circunstancias, diferentes contextos al evaluar y al intervenir... Y el cuerpo siempre interviene: el cuerpo del otro y el cuerpo propio.
A Freud le debemos la posibilidad de explorar esa anatomía fantástica a través del psicoanálisis. El cuerpo es tan permeable a las representaciones del inconsciente...
Cuántas veces al atender a un chico que se queja de dolores que no corresponden a una región anatómica o causa precisa, decimos: "lo que le duele es el alma".
Levi-Strauss habla de la eficacia simbólica. Opera tanto en el chamán, el brujo, el sanador, el lector de tarot, el psicoanalista, el médico. El cuerpo es tan sensible con respecto al efecto del símbolo.4 Otra vez, el símbolo, el rito, la palabra que se encarna en el cuerpo y produce acciones.
Cuántas veces nos preguntamos cuando nuestra intervención fue exitosa, cuál es la verdadera razón de la cura o del alivio del síntoma, la razón de la eficacia. Y no me refiero al efecto "placebo", donde el terapeuta, sea quien sea, cura únicamente por su saber ser y sólo coloca al paciente en el plano de una necesidad psicológica.
Volviendo a la pregunta de las razones de la eficacia en la intervención, muchas veces, lo que allí se juega es la eficacia simbólica, tan ajena a la medicina tradicional.
El cuerpo como efector y a la vez receptor en la intervención clínica. La empatía en la relación con el paciente, el ponerse en el lugar, es una forma de ocupar un espacio corporizado, encarnado. No es casualidad que los médicos nos enfermemos más de lo corriente, que aparezca en escena el famoso síndrome de burn-out.
Es ilustrativa la frase de Michel Balint, (psicoanalista húngaro) quien dice que cuando un médico receta se receta a sí mismo.5 Esa transferencia corporizada, ese intercambio entre salud y enfermedad...
"Los médicos nos vemos compelidos a ubicarnos en la encrucijada entre lo somático, lo psíquico y lo social, prometiendo un estado de armonía que es imposible por estructura. La actividad médica es una actividad paradojal cuya meta también debiera incluir aprender a soportar el dolor del fracaso."6

BIBLIOGRAFÍA

1. Le Breton D. (1990) Antropología del cuerpo y la modernidad. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión; 1995.        [ Links ]

2. Convención internacional de los derechos del niño. Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 de noviembre de 1989.        [ Links ]

3. Baratta A. La niñez como arqueología del futuro. En: María del Carmen Bianchi, compiladora. El derecho y los chicos. Buenos Aires: Espacio Editorial; 1995.        [ Links ]

4. Levy-Strauss C. La eficacia simbólica. En: Antropología Estructural. Barcelona: Editorial Altaya; 1994.        [ Links ]

5. Balint M. El médico, su paciente y la enfermedad. Buenos Aires: Libros básicos; 1961.        [ Links ]

6. Fridman P. La práctica médica y la muerte. Revista Psicoanálisis y Hospital 2001; 10: Nº 20.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License