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Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.107 no.6 Buenos Aires Nov./Dec. 2009

 

COMENTARIOS

La Clínica de la Palabra

The Clinic of the Word

Cierta vez, en una consulta, una mamá me dijo: "lo que pasa es que Ud. nos trata como personas", lo cual me llevó a preguntarme "¿y qué son, si no?"… ¡Personas! Tomé conciencia entonces de lo que me habían enseñado mis maestros de la facultad, cuando un examen se terminaba por no saber el nombre del paciente. Ser observadora de todo, hasta de la vestimenta. Y sobre todo, del saludo, la expresión, el habla, la forma de caminar, el aseo personal… todo nos podía indicar un diagnóstico en una "persona".
Esto marcó el desarrollo de mi profesión. Me llevó a descubrir que tampoco me hacía más médica el dirigirme a los pacientes "en difícil". Por el contrario, era más difícil ser clara y sencilla... la sencillez de un niño… "Bajar la información". Ahí estaba mi "saber". La sencillez no amenguaba el grado de importancia. Contrariamente, lograba aún más la adhesión de los padres en el seguimiento y aprendizaje de pautas nuevas. La disponibilidad cambiaba. Los miedos de ambos se atenuaban… Sí, el de los padres y también el mío. Nadie me quitaba los conocimientos ni era menos eficiente por dar información sobre los diagnósticos.
La tecnología y la ciencia podrán ayudarnos a controlar, mantener o mejorar en parte la salud de nuestros pacientes, pero hay otra cosa. El "sostén personal" es lo que la lleva más allá, lo que nos da aquellas "sorpresas" lindas e inexplicables, inesperadas o poco probables científicamente. Es lo que hizo ese "imposible" en Alejandro, un prematuro, quien abandonado por su mamá al nacer, se había autoabandonado él también en la incubadora a "estar" y no a "ser"… Ni siquiera lloraba con los procedimientos invasivos. Pero, las manos y las voces de las enfermeras y los médicos que a diario lo tocaban y le hablaban, le comunicaron lo más importante: que existía… entonces, abrió sus ojitos y nos miró.
Hemos perdido la empatía, es verdad, aunque me niego a darme por vencida. Quizás, debamos sentarnos un momento cuando vemos que algo no va bien, recapacitar y volver a tomar conciencia de que estamos atendiendo a personas. Y que el hacerlo también nos forma a nosotros como tales.
Tal cual se define, la Medicina es ciencia y es arte. Ambos componentes no van separados, pero cuando no funcionan juntos pueden hacer la gran diferencia entre asistencia y asistencialismo. Todos estudiamos la ciencia, pero no todos tenemos el arte. Todos nos recibimos de médicos, pero no todos lo somos… Somos humanos, tratemos de ser médicos.
Ciertamente, debemos hacerlo con la prudencia necesaria, sin transformarnos en padres de los padres ni de sus hijos. Pero sí debemos considerar a los pacientes nuestra responsabilidad, porque la ciencia que ellos buscan y necesitan, que supuestamente nosotros poseemos, no les sirve de nada si no encuentran a alguien con el "arte" para implementarla. Como médicos, nos competen sus vidas por completo, queramos o no. Cuando un niño se enferma, se transforma en una familia enferma, porque los padres no van a trabajar, los hermanos se desarticulan de los padres, la economía familiar sufre, comienzan o se agravan las culpas y las heridas conyugales…
Y, si bien en este mundo "moderno" de prepagas y obras sociales, muchas veces no nos dan tiempo para hacerlo, está en nosotros el ejercer no sólo la Clínica del diagnóstico y el tratamiento aprendida en los libros, sino la Clínica de la Palabra, así, con mayúscula. Es menester volver a descubrir lo que tanto escuchamos: no sólo hay enfermedades que estudiamos, sino enfermos que atendemos… sólo debemos recordarlo…
¿Nos damos cuenta de cuánto le ayuda a una madre una simple sonrisa acogedora ante la aflicción... o la esperanza de que se pueda empezar de nuevo o que no buscamos juzgarla sino comprenderla ante los errores y corregirlos con la firmeza que se merece, pero con caridad…?
La dignidad de la vida es un don gratuito; por tanto, un derecho que debemos siempre defender. Corresponde volver a nuestros comienzos, a nuestros orígenes, donde a pesar de cualquier experiencia negativa pasada, su base se funda en lo más bello que tenemos y que es el principio de la Vida misma.
La Clínica de la Palabra…
Ser médicos…
Ser humanos…
Ser personas…
Ser humanidad…
Construir y ayudar a construir así nuestro propio mundo en el que vivimos, desde el momento más básico, que es el nacimiento. Dignificar la vida desde nuestro trabajo diario.
Como decía la Beata Madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz en 1979, "la vida es la Vida… ¡defiéndela!" No vamos a poder cambiar la realidad así nomás, pero sí la forma de vivirla, recuperando nuestros propios valores.
La Vida…
Es cuestión de encontrarla, comenzando por la nuestra.
El querer hacerlo, ya es el comienzo. Los padres, ciertamente, lo agradecerán.

Dra. Flor Tobar
Hospital Ana Goitía, Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.
Consultorio de Niño Sano y Programa de Seguimiento del Neurodesarrollo
flortobar@intramed.net

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