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Archivos argentinos de pediatría
Print version ISSN 0325-0075
Arch. argent. pediatr. vol.108 no.6 Buenos Aires Nov./Dec. 2010
EDITORIAL
Reflexiones acerca de la percepción que tiene la sociedad de la medicina y los médicos
Reflections on the perception of the societty about medicine and physicians
En los últimos 50 años se han producido cambios
significativos en la medicina y en la profesión
médica; muchos han sido beneficiosos, otros
no tanto, y otros perjudiciales. No obstante, es
innegable que hubo reales y notables progresos
en la prevención, en el diagnóstico y en el
tratamiento de muchas enfermedades. En gran
medida esto se debió al enorme desarrollo de la
investigación en las ciencias biológicas.
Sin embargo, acompañando a este proceso,
que, a mi entender se produce demasiado rápido
y presenta ciertos cuestionamientos éticos,
los avances acarrearon otras consecuencias no
tan auspiciosas, tanto para la población en general
como para los médicos. Los marcados cambios
que sufrió el ejercicio de nuestra profesión
transformaron varios paradigmas, entre ellos la
disminución de la omnipotencia y el paternalismo
médico, que fue algo favorable para la población,
pero otros resultaron perniciosos y fueron
minando la figura del médico. Múltiples causas
participaron en este proceso, entre ellas, el progresivo
mercantilismo que fue invadiendo la medicina,
el proletariado médico en las empresas
que "gerencian" los cuidados de la salud, con
el único fin del lucro, y el deslumbramiento por
la tecnología y su mal o inadecuado uso. Todos
estos aspectos, y algunos más, contribuyeron a
una pérdida de los valores éticos y morales de
los médicos y por ende a un progresivo deterioro
del concepto que la sociedad tenía de ellos. Ya
en la década del 80 una encuesta de opinión en
los EE.UU. mostró que dos tercios de la población
opinaban que los doctores estaban principalmente
interesados en "hacer dinero" y que su
principal motivación no eran los pacientes, sino
las enfermedades. Años más tarde, en 2001, otra
encuesta en ese país, reveló que la mayoría de las
personas seguía las recomendaciones que aparecen
en diarios, televisión e Internet, más que la
de sus propios doctores.
Tal vez estos cambios se produjeron por el
creciente mercantilismo, o por las condiciones
cada vez más inapropiadas del ejercicio profesional,
o por la influencia de la avasallante tecnología
que parecía solucionar todo, o por las
tres causas y otras más. Sin embargo, más allá de cuales fueran los motivos, lo cierto es que el
progresivo descreimiento de la gente se debió en buena medida a que los médicos comenzaron
a suponer que los avances científicos eran
suficientes para brindar una buena medicina y
simultáneamente dejaron de lado los principios
humanísticos ancestrales y prioritarios de nuestra
profesión, la ayuda, la comprensión y el cuidado
afectuoso de los pacientes.
A mi juicio, esto ocasionó la paulatina pérdida
de nuestra dignidad, la profunda alteración en
la relación médico-paciente y un empeoramiento
en el cuidado de la salud de la población. Varios
factores formaron parte de este proceso, tales como
la notable disminución de la autonomía de
los médicos, la frustración de muchos profesionales,
y el desencanto de la gente con una medicina
que le ofrece una tecnología deslumbrante,
pero al mismo tiempo se deshumaniza en proporción
creciente.
Todos estos aspectos fueron vulnerando seriamente
la práctica médica y contribuyeron al deterioro
del concepto que hoy en día tiene nuestra
profesión.
Ya en los años 60 del siglo pasado, Karl Jaspers,
médico y filósofo, describió muy acertadamente
los efectos que producían los vertiginosos
avances y los cambios desfavorables en el ejercicio
profesional: "en la Medicina moderna, todo parecería
estar en el mejor de los órdenes, día a día se
logran grandes resultados en muchos pacientes. Pero
lo asombroso es que, en los enfermos y en los médicos
aumenta la insatisfacción".
Esta reflexiva clarividencia de Jaspers concuerda
con uno de los problemas más perjudiciales
y frecuentes en el ejercicio actual de la
medicina, muchos médicos creen que el proceso
de curación depende solo del conocimiento biológico.
Sin embargo, todos sabemos, en especial
los pacientes, que en múltiples ocasiones el que
más sabe de ciencia no es el mejor médico, por lo
cual estamos enfrentando una creciente paradoja;
mientras la ciencia médica avanza en forma constante,
los buenos médicos son cada vez más raros.
Recientemente, en la revista de la Asociación
Médica de los EE.UU. (JAMA 2010; 304:1009) se
publicó un excelente comentario de los Dres. Jain
y Cassel que lleva el sugestivo título en inglés de
Societal Perceptions of Physicians. Knights, Knaves,
or Pawns?, en donde los primeros son caballeros
(en el sentido de honorables, rectos, virtuosos),
los segundos son bribones (en el sentido de que
principalmente se rigen solo por sus propios intereses)
y los terceros son peones (en el sentido
de que son víctimas pasivas de sus circunstancias).
El comentario hace una apropiada y sumamente
profunda reflexión del significado que
tiene para la medicina las notables diferencias
de estas tres percepciones. Que seamos vistos
como caballeros significa que la sociedad va a
confiar en una profesión médica que activamente
participa en el cuidado de la salud, vela y sostiene
un sistema justo y equitativo, contribuye a
controlar los costos que aseguren una medicina
sustentable y mantiene el equilibrio entre los conocimientos
científicos y el cuidado humanístico
de los pacientes.
Que nos vean como bribones significaría que a
los médicos no nos preocupa ni participamos en
las políticas de salud y que principalmente nos
interesa mantener nuestros propios intereses, en
especial los económicos o los que dan prestigio.
Si nos ven como peones es muy difícil que
confíen en nosotros ya que verían claramente que
estamos resignados a practicar una medicina regida
por las corporaciones y sin ninguna autonomía
para defender los intereses de los pacientes.
Con relación a estos aspectos, el Dr. Gianantonio,
nuestro siempre presente maestro, en un
editorial de Archivos en 1978, decía: " ...los que
aparentemente tenemos que pensar en el futuro de la
medicina somos los médicos, que estamos demasiado
inmersos en el proceso de transformación del cuidado
de la salud para advertir cuales son sus grandes líneas.
Más aún, existe la posibilidad de que, por nuestra
inercia, estemos corriendo el riesgo de ser espectadores
de estas transformaciones, más que actores". Lamentablemente,
esta premonición se cumplió inexorablemente y hoy en día estamos formando
parte de un sistema donde nuestra participación
en la toma de decisiones es mínima. Esto lleva a
la frustración y a ejercer una medicina "supermercadista" donde hay que atender muchos pacientes
en breve tiempo para pretender lograr un
salario digno, ya que, al menos en nuestro medio,
la consulta médica es inaceptablemente baja.
Finalmente, señalo que nada de lo que comentamos
es fácil de modificar, pero deberíamos
considerar seriamente nuestra responsabilidad
ante la sociedad para satisfacer sus necesidades
básicas en el cuidado de la salud. A fines del siglo
pasado uno de los Centros de bioética más prestigiosos
del mundo, el Hasting Center de EE.UU.,
emitió un documento sobre las metas de la medicina.
Una de ellas era "Lograr una medicina
honorable, conduciendo su propia vida profesional" y para ello proponían ciertas premisas: "la
medicina debería escuchar lo que las sociedades desean
de ella y tratar de ser lo más solícita posible, y asimismo,
debería poseer su propia vida interior y trazar su
curso, en común con la sociedad. Pero, ese rumbo solo
podrá ser hallado si la medicina comienza por su propia
historia y tradiciones, regresando una y otra vez a
donde estaban sus ímpetus originales; el alivio de los
que sufren y la búsqueda de la salud".
José M. Ceriani Cernadas
Editor