CARTAS AL EDITOR

Cartas al Editor

Sr. Editor:

La medicina mundial lentamente está registrando que la epidemia contemporánea no es ni el HIV ni el H1N1. Queda claro que nos enfrentamos con la diabetes 2 incluida o no en el síndrome metabólico X, que ha duplicado el número de casos en los últimos 10 años. También estamos, abriendo los ojos de sorpresa, aprendiendo que se trata de una epidemia y que bien puede considerarse contagiosa y pandémica.
Como destaca el reciente Editorial de The Lancet, ¹ sobre una base genética se agrega como causa el estilo de vida y hábitos alimenticios, estos dos, altamente contagiosos en una sociedad interconectada por medios visuales convincentes.
Sabemos como pediatras que la intervención preventiva más eficaz se encuentra en nuestras manos: prevenir la obesidad y evitar el sedentarismo.
No escapa a mi entender, que la diabetes y sus complicaciones son motoras de una industria farmacéutica, médica y tecnológica formidable que convenientemente evita concentrar esfuerzos en la prevención.
Lo que hace pocos años era considerado como una actividad saludable, recomendable y hasta obligatoria (Mens sana in corpore sano), el juego y el deporte, hoy se ha instalado como una actividad con riesgo mortal que induce a la exigencia de un sinnúmero de exámenes médicos y certificados que, a mi entender no sólo no sirven para detectar el 1 en 20 mil en situación de riesgo de muerte asociada al deporte, sino que alejan a muchos potenciales deportistas por impedimentos económicos.
Los exámenes anuales para un deportista federado en básquet o en rugby orillan los $ 1000 (incluye análisis clínicos, ergometría, Rx de columna cervical y de tórax).
Las normas de la SAP² pasaron de una recomendación de estudios cardiológicos complementarios para los pacientes en riesgo (antecedentes personales de precordialgia o síncope asociado al esfuerzo, antecedentes de familiares muertos súbitamente, adultos jóvenes) a un ECG con informe de cardiólogo obligatorio para todos los niños mayores en actividades competitivas. Con esto he perdido mi soporte en mi lucha contra la insensatez de la presión regulatoria médica de la actividad humana.³
Como alguna vez dijo Gianantonio: "La tecnología ha pasado a llevar de la mano a la medicina", o un colega hace algunos años, más cáusticamente, "El médico es un vulgar vendedor de tecnología, generalmente sin sueldo".
¿Cuánto faltará para que se exija una medición semestral del tabique IV o una TACC contrastada para los jugadores de rugby?
De los tres últimos muertos asociados al deporte en mi ciudad, uno fue una muerte súbita (no autopsiada), otro un traumatismo de cráneo por ruptura del travesaño del arco y otro por aspiración de una goma de mascar.
Es obvio que dos eran evitables por un supervisor deportivo competente.
¿El otro, se hubiese detectado con las exigencias actuales? Tal vez. Fundamento el "tal vez" en los estudios publicados sobre la detección precoz de tanto el síndrome de QT largo, la anomalía de nacimiento de coronarias como de la miocardiopatía hipertrófica/dilatada, a un costo de 10 millones de pesos/año/10 mil deportistas en actividad en mi ciudad para "tal vez" evitar una muerte juvenil en 20 años.
Se me ocurre que sería más sensato invertir ese dinero en mejorar las condiciones de juego, incrementar el número de supervisores de deporte, entrenarlos en la detección de problemas de rendimiento físico de los chicos, y la capacitación para el manejo de emergencias médicas relacionadas con el deporte.
¿De qué lado del mostrador estamos los pediatras?¿Los vendedores de tecnología o los promotores de salud?

Dr. Miguel Webb
Pediatra
Comodoro Rivadavia

1. Type 2 diabetes - time to change our approach. Lancet 2010; 375 (9733):2193.         [ Links ]

2. SAP. Comité de Medicina del Deporte Infanto Juvenil: Consenso sobre examen físico del niño y joven que practican actividades físicas. Arch Argent Pediatr 2000;98(1):60-79.         [ Links ]

3. Illich I. Nemesis Médica. [citado: 13 ene 2011]. Disponible en: http://www.ivanillich.org.mx/Linemes.htm.         [ Links ]