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Archivos argentinos de pediatría

versión impresa ISSN 0325-0075

Arch. argent. pediatr. vol.113 no.4 Buenos Aires ago. 2015

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2015.293 

COMENTARIOS

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2015.293

La experiencia clínica y el valor de una publicación científica

 

En el curso de mi carrera profesional he oído las más variadas opiniones de colegas sobre la importancia de publicar artículos científicos; desde opiniones exageradamente elogiosas de esa actividad, hasta las más desvalorizantes. Entre estas últimas, pueden citarse las siguientes:

1. Hay gente que no publica pero que "trabaja muy duro", ve muchos pacientes y eso es lo que vale.

2. La experiencia se logra con el trabajo.

3. Publicar significa muy poco.

A estos argumentos podemos oponer las siguientes reflexiones:

1. Las personas que publican artículos científicos también "trabajan muy duro", solo que, además, le roban tiempo a la vida familiar, al descanso, a las distracciones, y a otras actividades para poder hacer ese trabajo extra.

2. No es verdad que la experiencia se logra con el trabajo. El trabajo es condición necesaria pero no suficiente. En el caso de la clínica pediátrica (como en el de muchas otras áreas), la experiencia no es "haber visto muchos pacientes", sino haber reflexionado sobre los pacientes que se han visto. Y... ¿en qué consiste esa reflexión?, consiste en poder juntar toda la información sobre los pacientes que se han visto, evaluar su confiabilidad, ordenarla, agruparla, procesarla, analizarla, ponerla en un contexto1 y finalmente sacar una conclusión válida, que sintetiza la "experiencia".

Pero para poder hacer todo esto hay que disponer de la información adecuadamente registrada. Muchos clínicos podemos vanagloriarnos de la "enorme cantidad de anginas" que hemos visto en la vida profesional, y la "extraordinaria experiencia" que eso significa. Pero el valor de esta experiencia se desvanece rápidamente cuando uno pregunta si hemos registrado con cuidado en todos estos años las características clínicas de las "anginas" atendidas, si habíamos hecho una encuesta sistemática sobre la evolución de las mismas (a los quince días, por ejemplo), si habíamos evaluado el grado de cumplimiento de las indicaciones prescriptas, etc. Sin esa información, ninguna reflexión puede hacerse sobre esos 30 años de haber "visto" anginas. Es frecuente en los congresos médicos, asistir a presentaciones sobre pacientes con una determinada patología y volver entusiasmado para revisar la propia casuística porque "en el hospital tenemos muchos más pacientes de este tipo que ellos". Sin embargo, cuando volvemos al hospital y revisamos las historias clínicas, nos damos cuenta que, efectivamente, tenemos más pacientes que "ellos", pero no los podemos analizar porque a uno le falta una radiografía, al otro un análisis, el otro hace cuatro años que no consulta y nadie lo llamó por teléfono, etc. Para reflexionar sobre lo que se hizo también es necesario disponer de un registro sistemático de lo que se hizo. En mi opinión todo el seguimiento de pacientes crónicos debería ser hecho bajo un protocolo determinado para poder así evaluarlo en el tiempo. En caso contrario es muy difícil adquirir "experiencia", reflexionar sobre lo que se hizo sobre datos concretos, y así saber si estamos haciendo las cosas bien. Si esta reflexión está bien hecha, por más modesta que sea, entonces merece ser compartida con otros colegas, ya que finalmente de eso se trata una publicación.

3. Publicar un artículo significa muchas cosas.2 Significa por ejemplo, haber sido capaz de registrar la información, de disponer de información válida, de ordenarla, y de esforzarse en extraer resultados. Significa haber leído la bibliografía, porque no se puede escribir algo con la petulancia de ignorar lo que otros han hecho en el mismo tema, aunque los otros sean nuestra "competencia" científica. Significa también poner nuestras ideas en un estructura especial,2,4 y con la palabra escrita, y esto es una habilidad que hay que desarrollar. Se puede ser un gran clínico sin ser capaz de poder escribir bien un artículo, porque son dos destrezas diferentes. Indagar en la palabra no es tarea fácil,5 es algo que nadie nos enseña, pero si enriquecemos nuestro lenguaje, enriquecemos nuestro pensamiento y nuestra capacidad de comunicarnos. Como toda destreza, la escritura se puede aprender. Escribir un artículo científico también quiere decir que uno se va a exponer a la crítica de los pares, y que está dispuesto a aceptarla y a cambiar el texto. Rara vez las revistas aceptan un artículo sin cambios, la mayoría de las veces se devuelve con muchas observaciones, preguntas, y sugerencias. Someterse a esas críticas es una exposición que exige cierta madurez científica, y un hábito cultural de aceptar críticas. Hay una segunda exposición que es cuando el artículo es finalmente publicado, momento en el cual nuestros pares pueden volver a criticarlo, con mayor o menor virulencia. Esto es verdad siempre que en el artículo incluyamos nuestro pensamiento, nuestras propias ideas, porque hay autores que, como no se animan a poner lo que piensan, copian las ideas de otros, ciencia sin seso, como lo ha descripto magistralmente Cereijido.6

Todo esto se puede encontrar detrás de una publicación científica. Se puede ser un muy buen pediatra sin gozar de la habilidad de escribir bien, pero publicar un artículo es una aventura intelectual que recomiendo hacer al menos una vez en la vida. No dude el lector que si lo logra, tendrá la extraordinaria sensación de haber agregado una partícula más al saber universal, de haber puesto en este mundo algo propio que antes no estaba. Se trata de una tarea creativa, basada en la "experiencia", es decir en la reflexión de lo que hacemos, lo cual sin duda, tiene mucho valor en sí mismo y que además, podemos compartirla con nuestros pares. ■

Prof. Dr. Horacio Lejarraga

Universidad de Buenos Aires Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR)

REFERENCIAS

1. Bazerman C. Shaping written knowledge. The genre and activity of the experimental article in science. Madison: University of Winsconsin Press; 1988.         [ Links ]

2. Lejarraga H. La escritura de un artículo científico. Arch Argent Pediatr 2001;99(3):273-80.         [ Links ]

3. Albert T. The A-Z of medical writing. London: BMJ Books; 2000.         [ Links ]

4. Day RA. Cómo escribir y publicar trabajos científicos. 2da ed. Washington DC: Organización Panamericana de la Salud; 1996.         [ Links ]

5. Borges JL. El idioma de los argentinos. Buenos Aires: Seix Barral; 1994. Capítulo 1: Indagación de la palabra; 11-25.         [ Links ]

6. Cereijido M. Ciencia sin seso, locura doble. México: Siglo Veintiuno; 1994.         [ Links ]

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