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Archivos argentinos de pediatría

versión impresa ISSN 0325-0075versión On-line ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.115 no.2 Buenos Aires abr. 2017

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2017.106 

EDITORIAL

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2017.106

La práctica médica en la era tecnológica

 

El siglo 20 fue testigo de múltiples acontecimientos; algunos conmovieron al mundo, como las dos tremendas guerras con sus graves consecuencias, otros fueron beneficiosos para la humanidad y crecieron a medida que los años trascurrían. Entre varios progresos, los avances en las ciencias se destacaron notablemente y asombraron al mundo como nunca antes había sucedido.

Esos avances ocurrieron en todas las ciencias e impactaron mucho en el quehacer de múltiples disciplinas. Entre ellas, sobresalieron las ciencias médicas que desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX, fueron mejorando sin pausa el cuidado de la salud en la población.

El progreso de la ciencia transitó a través de su camino habitual, que se caracteriza por el notable esfuerzo y compromiso de muchos investigadores que dedicaron gran parte de sus vidas a esa ardua tarea. Aun con sus muy limitados recursos, grandes personas dejaron a la humanidad enormes beneficios a través de sus admirables descubrimientos, como Pasteur, Koch, Fleming, entre muchos otros. Asimismo, en nuestro país tuvimos excepcionales ejemplos en investigación médica, como Houssay, Braun Menéndez, Leloir y Milstein, reconocidos universalmente.

Sin embargo, el mundo fue cambiando marcadamente a partir del fin de la segunda guerra mundial y eso repercutió en todos los aspectos de nuestras vidas, y por supuesto en la medicina. El progreso científico creció cada vez más, pero ya no estaba solo, porque progresivamente apareció el apabullante y continuo crecimiento de la tecnología.

Ciertamente, hay ahora más científicos de gran nivel y más ciencia que en ninguna otra época, pero también es cierto que nunca como ahora ha habido tantos problemas y deterioros en la atención médica, derivados a mi criterio, de la negativa influencia del lado oscuro de la tecnología, sumado a la persistente mercantilización de la medicina.

No hay ninguna duda que el desarrollo de la técnica ha sido, y aún lo es, de enorme importancia y está muy presente en los múltiples e impresionantes logros de la medicina. Por lo tanto, es necesario entender que las críticas se deben en especial a su uso inadecuado y no a la tecnología en sí misma. Lamentablemente, esta acción ha ido generando múltiples perjuicios y deterioros en la profesión médica y por lo tanto en el cuidado de los pacientes.

Karl Jaspers (filósofo y médico) lo señaló así hace ya 50 años: "En la Medicina moderna, todo parecería estar en el mejor de los órdenes. Día a día se logran grandes resultados en muchos pacientes. Pero lo asombroso es que, en los enfermos y en los médicos aumenta la insatisfacción".1

Varios aspectos están en juego en la decadencia de nuestra práctica médica en la era tecnológica, en especial los cambios en la actitud de los médicos frente a sus pacientes, que difieren notablemente de los atributos éticos que rigen a nuestra profesión.

De aquella medicina al lado de "la cama del paciente" o en la consulta placentera, donde el médico atendía sin prisa y con empatía y así conocía al paciente tanto en sus sufrimientos como en sus deseos, se transformó en una medicina sometida a los "éxitos" tecnológicos y al mercantilismo. Esto motivó, entre otras, que los médicos fuéramos cada vez más insensibles, que pasivamente aceptáramos el escaso tiempo en la consulta, y que por la ambición del mercado fuéramos perdiendo nuestra dignidad.

¿De qué forma el inadecuado empleo de la tecnología contribuyó al franco deterioro en la atención médica? Muchos factores intervienen en este proceso; solo manifestaré los que creo son más alarmantes en el deterioro de nuestra profesión.

Los cambios sociológicos de la era técnica han ido diluyendo la "figura" del médico al someterse a la tecnología en vez de controlarla, con la suposición que nos lleva a una medicina "más exacta", justo lo opuesto a la realidad, donde es evidente que está dominada por la incertidumbre. El creer que la tecnología es un "elixir mágico" motiva que se la utilice en forma errónea y entonces gradualmente, el médico se ve acosado por los factores externos, pasa a ser un técnico, y va perdiendo los ideales de la medicina. El mayor problema es que no se pierden solo los aspectos científicos, sino también los humanísticos, por lo cual el médico ante el alud de las nuevas técnicas y su inadecuado uso, llegará progresivamente a la indiferencia y al "alejamiento" de sus pacientes.

Sin duda, la mayor parte del mal uso de la tecnología es la utilización inadecuada de los métodos diagnósticos, que se debe, entre otros motivos, al menor tiempo de la consulta médica, a no escuchar al paciente, a creer que con la tecnología vamos hacia una medicina mejor y "más moderna", y al creciente mercantilismo que "invadió" a la medicina. Respecto a la actitud de no escuchar al paciente, Willian Osler dejó esta memorable frase: "Escuchen a sus pacientes, les estarán diciendo su diagnóstico", un mensaje que a mi juicio, debería estar siempre presente en nuestro quehacer.

La suposición de que la técnica es buena porque es moderna, no tiene sustento alguno y es realmente una falacia, ya que los que así opinan no tienen en cuenta que para definir correctamente que una tecnología es moderna, es imprescindible que sus objetivos estén centrados en las necesidades de la gente, y no en la modernidad de sus procedimientos.

Asimismo, una de las mayores críticas actuales es la convicción de muchos profesionales que lo único que parece interesar en el desarrollo tecnológico, es alcanzar un fenómeno incansable y lucrativo. Esto es una inaceptable conducta en el cuidado de los pacientes, y es por lo tanto una acción moralmente inadmisible. Asimismo, el excesivo lucro sumado a la enorme cantidad de estudios innecesarios, produce un marcado incremento de los costos en la asiatencia, un problema extremadamente grave en la medicina actual.

Otro aspecto a señalar es que el incesante desarrollo tecnológico motiva que los médicos estén cada vez más sometidos a ese proceso, algo que con la extensa medicalización actual, genera en la gente la falsa ilusión de que a través de la técnica, la medicina solucionará todos sus problemas.

Anatole Broyard, destacado crítico y escritor norteamericano dejó un relato en su libro póstumo, Ebrio de enfermedad donde se observa lo que él cómo paciente terminal siente ante la enfermedad, que incluye algunos de los aspectos que hemos abordado: "La mecánica del diagnóstico es realizada fundamentalmente, en mi ignorante opinión, por técnicos. Los técnicos solo brindan el material en bruto. Los médicos ponen eso en un poema diagnóstico. Por lo tanto yo deseo un médico con sensibilidad. Para el médico típico, mi enfermedad es un incidente de rutina en sus rondas, mientras que para mí es la crisis de mi vida. Yo me sentiría mejor, si por lo menos tengo un médico que percibe esta incongruencia".2

A mi juicio, ante la presencia de actitudes inadecuadas, por intereses o ignorancia y por aquellos que solo buscan el lucro, estamos en una época donde muchos médicos honestos permanecen inermes y por lo tanto no bregan para producir un cambio que lleve a evitar los perjuicios del mal uso de la tecnología.

No hay dudas que la tecnología seguirá su rumbo y logrará muchos e importantes beneficios, pero al mismo tiempo, si persiste nuestra indiferencia, los problemas actuales continuarán y los pacientes seguirán siendo los perjudicados. Como moralmente no se pueden evitar los progresos tecnológicos, los médicos debemos vigilar y controlar "su posible éxito" y evitar su uso inadecuado.

Para finalizar, dejo unas reflexiones que nos pueden ayudar a pensar sobre la conducta de nuestra profesión. El Hasting Center de New York, universalmente prestigioso centro de ética, emitió hace 20 años el documento "Las Metas de la Medicina".3 Estos son algunos párrafos:

"Una medicina honorable, conduciendo su propia vida profesional"

"La medicina debería escuchar lo que las sociedades desean de ella y tratar de ser lo más solícita posible. Debería poseer su propia vida interior y trazar su curso, en común con la sociedad y en defensa de los pacientes. Pero, ese rumbo solo puede ser hallado si la medicina comienza por su propia historia y tradiciones, regresando una y otra vez adonde estaban sus ímpetus originales; el alivio de los que sufren y la búsqueda de la salud".

José María Ceriani Cernadas

Editor

REFERENCIAS

1. Jaspers J. La práctica médica en la era tecnológica. Barcelona: Gedisa; 1988.         [ Links ]

2. Broyard A. Ebrio de enfermedad. Segovia: La uña rota; 1991.         [ Links ]

3. Las metas de la medicina. "Mirando hacia adelante". The Hasting Center Report 1996.         [ Links ]

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