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Archivos argentinos de pediatría

versão impressa ISSN 0325-0075versão On-line ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.120 no.5 Buenos Aires out. 2022

 

Cartas al editor

Uso inconveniente en la práctica pediátrica de algunas palabras y frases

 

Horacio Lejarraga

Universidad de Buenos Aires Correspondencia: Horacio Lejarraga: cursotesis07@gmail.com

 

 

"¿Son importantes las palabras, señor?

Sí, majestad, porque, si no puedes decir lo que piensas, corres el riesgo de no pensar lo que dices".

B. Bertolucci, El último emperador, 1987.

Desde Wittgenstein y Foucault,1 sabemos que el lenguaje no es simplemente la representación de las cosas de este mundo, sino que es una construcción social capaz de darles atributos a las cosas, inducir nuestro pensamiento2 y colonizar nuestra subjetividad.3 Pensamiento y lenguaje van de la mano, y la distorsión del lenguaje puede perjudicar la relación médico-paciente.

Hay algunas palabras utilizadas entre nosotros, seleccionadas de los títulos de los trabajos y presentaciones usadas recientemente (Semana de Congresos SAP, mayo 2022), que podrían ser reemplazadas por otras más adecuadas.

Abordaje

"El abordaje de pre-escolares ...". Esta palabra se refiere a 'una embarcación que se acerca a otra' y, en el imaginario popular, a piratas que invaden un barco al grito de "¡Al abordaje!". Suena a un movimiento activo hacia otra persona o cosa, que no siempre es amistosa, implica un acercamiento de alguien hacia el paciente. Pero en la atención pediátrica lo más común es que sean los niños quienes vayan hacia el pediatra en tren de consulta. Los que van hacia son los pacientes y no viceversa. Seguramente, al lector no le gustaría que su hijo sea abordado por su pediatra, ni tampoco vería con agrado que su mujer sea abordada por un ginecólogo. La frase "abordaje de los pacientes" podría ser reemplazada por "la atención de los pacientes".

Acompañamiento

Este término se ha usado en frases tales como "... acompañamiento de pacientes con.". En realidad, esta palabra hace pensar que alguien está al lado de otra persona que viaja o que va a algún lado y uno le dice: "¿Te acompaño?". Cuando una persona acompaña a alguien, se limita a prestar su presencia, su compañía. No implica ninguna conducta activa por parte del acompañante.

Lo que los niños necesitan (sanos o con afecciones crónicas) es un seguimiento pediátrico, una vigilancia (ver más abajo) que implica un monitoreo, una interpretación de los parámetros de seguimiento y una intervención en caso necesario. Dejemos que tíos u otros familiares acompañen a los niños a la escuela o a la calesita.

Control

Esta palabra en inglés quiere decir 'dirigir una máquina o restringir su recorrido'. Cuando un auto está fuera de control significa que no lo podemos dirigir más. En Argentina, control significa algo así como 'chequeo'. "Vengo solo para un control", manifiestan los pacientes; "Tráigamelo el mes que viene para control", solicitan los pediatras.

¿Qué es lo que queremos decir con esta palabra? Lo que queremos decir es que cumplimos el conjunto de acciones que se deben cumplir en una consulta en salud (o en el seguimiento de una enfermedad crónica), que son tres:

a)    Monitoreo: el registro periódico, regular y continuo de una variable biológica. En la consulta, se monitorea el crecimiento, el desarrollo, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la visión, etc. Es el simple registro de las variables, exactamente lo que hace un monitor en terapia intensiva: el aparato va mostrando las variables (frecuencia cardíaca, etc.), pero no "hace" nada; si hay un paro, simplemente lo registra.

b)    Interpretación: los pediatras no solamente registramos las variables fisiológicas, no solo decimos: "Este niño mide hoy 123,0 cm", además interpretamos esa cifra, la relacionamos con mediciones anteriores, con su salud y con sus episodios de enfermedad, vemos si hubo un crecimiento, etc.

c)    Intervención: más aún, los pediatras no solo interpretamos los datos, también cumplimos acciones relacionadas con esa interpretación. Por ejemplo, si la cifra de 123,0 cm nos dice que el niño no está creciendo bien, entonces investigamos las posibles causas, pedimos estudios o consultas; si tiene fiebre, hacemos las indicaciones correspondientes, etc.

d)    Vigilancia: las tres acciones arriba mencionadas monitoreo, interpretación e intervención, en conjunto toman el nombre técnico de vigilancia. Esta es la palabra que refleja con mayor fidelidad lo que hacemos cuando decimos que realizamos un "control", palabra que se podría reemplazar por consulta en salud o por vigilancia.

Desafío

Se ha usado para referirse a la atención médica de un problema de salud. Por ejemplo, "La enuresis: un desafío para el pediatra", o algo así. Esta palabra tiene una connotación personal y competitiva: se refiere a la acción de alguien que desafía a otro. Desafío es lo que hace el desafiante, no el desafiado. Las enfermedades no desafían al pediatra. Si para un pediatra cada problema de salud que atiende representa un desafío, entonces el nivel de estrés que puede llegar a sufrir comprometerá seriamente su estabilidad psicológica.

Si la enfermedad constituye un problema difícil de resolver, en todo caso puede representar una exigencia para el pediatra, pero la enfermedad no nos está desafiando a nada, y el niño que la padece tampoco. No tomemos la atención de nuestros pacientes como un desafío, sino como un servicio que brindamos.

Exacerbación respiratoria en pacientes con...

Esta expresión no es muy clara; hace pensar que algo vinculado a la respiración se "exacerba". ¿Qué significa esto?, ¿qué atributo de la respiración se exacerba?, ¿es acaso que la respiración "se pone nerviosa"?

Debemos usar términos técnicos apropiados. Si lo que aumenta es la frecuencia respiratoria, eso se llama taquipnea. Si en cambio los autores quieren decir que se agravan los síntomas respiratorios, entonces se dice simplemente eso: "agravamiento de los síntomas respiratorios".

Lactante sibilante, ¿futuro asmático?

Se trata de un título muy coloquial y sobresimplificado. Al finalizar la mesa redonda o la clase con ese título, el pediatra se va a ir con las mismas dudas con las que entró, ya que, si el autor tuviera una respuesta a esa pregunta, la pondría en el título, por ejemplo: "Prevalencia de asma en escolares que tuvieron sibilancias cuando lactantes", o algo así.

Hay dos observaciones más. La expresión "lactante sibilante" se refiere a que el lactante silba, que se trata de un lactante que anda silbando por allí todo el tiempo, y todos sabemos que los lactantes son incapaces de silbar. Lo que silba es el bronquio al pasar el aire espirado, entonces "lactante con sibilancias" sería una mejor alternativa.

La segunda observación se refiere a un error más profundo, y significativo. Es producto de una costumbre que deberíamos erradicar y que es calificar a los pacientes por la enfermedad que tienen, por ejemplo, "el niño asmático", "el niño tuberculoso", "el niño celíaco". Estas frases van acompañadas por la consecuente y lógica respuesta del paciente, que termina diciendo: "Soy celíaco, doctor" o "Soy diabético", o "Soy asmático". Y con esta forma de expresar una condición, al usar el verbo ser, está afirmándose que la esencia de esa persona es la diabetes, la enfermedad celíaca o el asma; la identidad del paciente queda construida, constituida en su enfermedad. Uno puede decir: "Soy un hombre", "Soy Juan", porque estas son expresiones identitarias, pero si dice: "Soy diabético", la enfermedad invade toda la esencia de su ser, y ya no es Juan, un maestro, un empleado, un jugador de fútbol, sino que es un diabético, un celíaco, etc. Allí está su esencia, en la enfermedad misma.

De tanto usar estas palabras, los pediatras corremos el riesgo de comenzar a pensar en el paciente en términos de su condición, de no ver una persona, sino de ver un ser cuya condición ontológica es la diabetes, el asma o la intolerancia al gluten, cuando en realidad se trata de un niño con asma, con diabetes, o con enfermedad celíaca.

Manejo del paciente con.

El diccionario define el término manejo: 'gobierno y acción de un negocio', 'maquinación e intriga'. Manejar a una persona suena a gobernar su conducta. Y en realidad, los pediatras no pretendemos manejar a nadie, sino promover la salud y atender los problemas de salud de los niños. Uno puede pensar en ciertos casos: "¿Cómo me manejo con este paciente complicado?", pero entonces estamos hablando de manejarnos a nosotros mismos, de regular nuestra conducta, que es otra cosa.

Los pacientes no deben ser manejados, deben ser atendidos.

Sometidos

Esta palabra no la encontramos tanto en sesiones de pediatría clínica, sino en textos de investigación: "Los pacientes fueron sometidos a un tratamiento con...", "Se sometió a los pacientes a una aleatorización...". En el diccionario de la Real Academia, las primeras dos acepciones de este verbo son: 1. 'sujetar, humillar a una persona, una tropa o una facción'; 2. 'conquistar, subyugar, subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona'.

Ciertamente, a mí no me gustaría de ninguna manera que me sometan a nada, y estoy seguro de que a los pacientes ni a los lectores tampoco. A mi modo de ver, esta palabra debería ser erradicada del lenguaje médico cuando se refiere a los pacientes.

Trayectoria

Esta palabra ha sido usada en el congreso para titular un trabajo. Según el diccionario, significa 'línea descrita en el plano o en el espacio por un cuerpo en movimiento', o 'curso que, a lo largo del tiempo, sigue el comportamiento o el ser de una persona, de un grupo social o de una institución'.

La palabra implica un concepto dinámico, sobre un cuerpo o algo que se desplaza o se desarrolla a lo largo del tiempo, por lo que solo debería usarse en pediatría para titular estudios de tipo longitudinal. No se puede hacer un estudio transversal midiendo alguna variable una sola vez en cada niño y llamar a eso trayectoria, porque es un engaño para el lector.

Coda

Como es natural, estas líneas expresan solo una opinión, pero para llegar a comprender mejor lo que quiero decir, sugiero que el lector se ponga en la posición de paciente y verá fácilmente que no le gustaría ser identificado solo con una enfermedad, desafiado, abordado, sometido, manejado ni controlado por nadie. El lenguaje inadecuado puede desvalorizar al paciente, puede desempoderarlo.5 La comunicación médica, tanto escrita como oral, modula la relación terapéutica alterando sutilmente la forma en que médico y pacientes la conceptualizan e interpretan.5

Hay otro riesgo: si el pensamiento y el lenguaje van de la mano, el empobrecimiento del lenguaje médico puede asociarse al empobrecimiento del pensamiento médico y viceversa; el problema es bidireccional.

 

REFERENCIAS

 

1.    Foucault M. Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo Veintiuno; 1968.

2.    Lejarraga H. El lenguaje, eso que nos hace humanos. Arch Argent Pediatr. 2017;115(4):382-4.

3.    Merlin N. La colonización de la subjetividad: Los medios masivos en la época de biomercado. Buenos Aires: Letra viva; 2017.

4.    Sociedad Argentina de Pediatría. Semana de Congresos y Jornadas Nacionales. Mayo 2022. [Consulta: 22 de junio de 2022]. Disponible en: https://www.sap.org. ar/congresos/1001/semana-de-congresos-y-jornadas-nacionales-2022.html

5. Cox C, Fritz Z. Presenting complaint: use of language that disempowers patients. BMJ. 2022;377:e066720.

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