Archivos Argentinos de Pediatría tiene una larga trayectoria. Nacida como Archivos Latinoamericanos de Pediatría en 1905, desde 1930 se publica ininterrumpidamente con nuestro nombre actual.¹ Inicialmente acompañó el desarrollo de la pediatría local, pero la globalización del conocimiento científico y el alcance de las comunicaciones basadas en internet la fue volviendo cada vez más, una integrante de la “aldea científica global”.

Para poder mantenerse capaz de difundir actualidad científica, la revista debe adaptarse día a día, tanto en su formato y contenido como en su gestión. Muchos de estos son pequeños cambios, muy probablemente no advertidos por los lectores.

En este sentido, desde 1996 presentamos nuestros contenidos en formato digital, junto con la tradicional versión en papel. Más aún, porque avanzar no significa olvidar el pasado, desde hace 10 años hemos puesto a disposición del público toda nuestra colección con acceso libre, en texto completo, desde internet. Son 93 años de historia de la pediatría, relatada por sus protagonistas.

Hoy anunciamos un cambio que creemos trascendente: Archivos Argentinos de Pediatría pasa a ser una revista completamente digital. Y este cambio tiene importancia por dos motivos fundamentales.

Uno está relacionado con la capacidad que tendrá Archivos, de ahora en más, de responder más rápidamente a los avances de la ciencia.

A pesar de que el proceso editorial se ha hecho cada vez más veloz con la capacidad de publicar “primero en internet”, la necesidad de pasar finalmente a papel siempre impone algún tipo de limitación en este aspecto. La pandemia COVID-19 nos ha mostrado, como ningún otro hecho, la importancia de difundir lo más rápidamente posible los avances de la ciencia y sus cambiantes facetas, y cómo las revistas científicas estuvieron a la altura de esa circunstancia gracias a la publicación digital.²

El otro factor que nos obliga a dejar el papel es nuestro compromiso con el medio ambiente. Es cierto que, al menos para algunos de nosotros, los denostados “baby boomers", la lectura en papel todavía tiene encanto y hasta romanticismo. Aún en el limitado mundo de nuestra vida profesional, recordamos la maravilla de abrir por primera vez un libro de texto, su aroma, el brillo de sus páginas. Y aún con las revistas científicas, da la impresión de que el texto en papel permite una lectura más pausada y profunda.

Sin embargo, en sintonía con otras publicaciones científicas, hace un año incluimos un editorial remarcando el problema del cambio climático global,³ estableciendo no sólo la posición de nuestra revista, sino aquella que la Sociedad Argentina de Pediatría defiende hace años.

Debemos reconocer que aún una publicación digital impacta en el ambiente, si consideramos la producción de dispositivos necesarios para acceder a ella y la energía requerida por los servidores que alojan sus contenidos. Pero la forma impresa impacta más profundamente, desde el cambio necesario en el uso del suelo que sustentará la materia prima, las emisiones y residuos generados durante la producción del papel, su traslado, distribución y gestión y hasta, en el mejor de los casos, el procesamiento del papel usado. Aunque ninguna tecnología es ambientalmente inocua, “...de cualquier modo que se considere, la huella ecológica y el impacto de la prensa impresa sobrepasa la del fenómeno de noticias e información en línea”.⁴

Es tiempo de dar este paso. Dejando de lado la nostalgia por el papel que algunos podamos sentir, esperamos que este cambio refuerce el compromiso de todos nuestros lectores con el medio ambiente.