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Cuadernos de historia de España

versão impressa ISSN 0325-1195versão On-line ISSN 1850-2717

Cuad. hist. Esp. v.78 n.1 Buenos Aires jan./dez. 2003

 

Fernández de Córdova Miralles, Alvaro, La corte de Isabel I. Ritos y ceremonias de una reina (1474-1504), Madrid, Dyckinson, 2002, 460 páginas.

Javier Hernán Cabral

   En esta obra Alvaro Fernández de Córdova Miralles, licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, realiza una investigación interesante. Desde el comienzo del trabajo presenta el criterio de inclusión y selección de una temática muy variada en torno a una institución bajomedieval, pero que tendrá gravitación en la Edad Moderna: la corte en el reino de Castilla. Elige un período en particular sobre el cual centrará el estudio: el de la reina Isabel I de Castilla (1474-1504).

   Es importante destacar que a partir del siglo XV se distingue entre Casa Real y Corte. La primera agrupará a los oficiales y servidores domésticos del rey, mientras la corte es la integración de oficiales que conforman la administración regia de una dimensión más bien pública. El término corte tiene connotación geográfica.

   El autor pretende analizar "la casa y corte de esta soberana desde dos perspectivas: la organización institucional y humana, y su dimensión ceremonial manifestada no sólo en las grandes solemnidades del reino sino en los ritos y usos más cotidianos de la corte".(1)

   Brevemente para situarnos en el origen y política de su reinado diremos que una vez proclamada reina en 1474 y superados los inconvenientes sucesorios, tras el triunfo de sus partidarios en la batalla de Toro (1476), desplazando las aspiraciones de Juana la Beltraneja, Isabel va a consolidar su poder real reforzándolo para superar la triste y turbia situación de crisis heredada de sus antecesores Trastámara. Esta consolidación se afianzará en varios planos de la realidad social del reino, a saber: la imposición del orden en el ámbito urbano y en el rural, la limitación de los poderes nobiliarios (políticos y jurisdiccionales), la recomposición del patrimonio real, el control municipal urbano a través de los corregidores, las reformas administrativas en el poder central, la subordinación de la Iglesia al poder real a través de la Inquisición y el control episcopal.

   La corte constituye, para Fernández de Córdova, un ámbito que excede lo estrictamente político-institucional, desgajándose de ella aspectos sociológicos, económicos y culturales. De ahí que el estudio de los diferentes aspectos propuestos deben extenderse en torno a la figura de la reina Isabel.

   La reina tiene una relación vinculante con la corte, que constituye una institución indispensable en las tareas relacionadas con el asesoramiento, gobierno y administración regias, a tal punto que "el rey necesita de la corte, y la corte es indispensable sin su presencia".(2)

   La obra está organizada en dos partes: "La Casa y Corte de Isabel I"y "Ritos y ceremonias de la reina". La estructura de la obra compatibiliza en varios capítulos una visión de síntesis y de cierto estado de la cuestión en la discusión historiográfica, lo que facilita la comprensión del tema.

   En el punto titulado "La casa y Corte de Isabel I" hay un capítulo introductorio sobre la evolución histórica de la Corte y la Casa Real, su concepto y naturaleza, y la relación entre el poder real y la Corte a fines de la Edad Media.

   Otro capítulo trata específicamente sobre la figura de la reina Isabel, de su Casa y Corte. Merece especial atención el origen y evolución de la Corte isabelina y la imagen cortesana de Isabel, principalmente los modelos políticos adoptados por la reina, donde se conjugan su conciencia de ejercicio del poder real y su capacidad de seducción.

   Otro acápite está dedicado a la estructura de la casa de la reina. Allí se hace un pormenorizado análisis de los diversos espacios físicos y simbólicos destinados a una función en particular (Cámara, cocina y despensa, caballeriza, capilla).

   Se aborda el estudio de la casa de la reina como un núcleo sociopolítico y a su vez doméstico donde se inserta una heterogénea composición de grupos diversos: mayordomos, religiosos, camarera y mozo, reposteros, cocineros, lavanderas, amas, criadas, esclavas y enanas, pajes, donceles, continos y otros servidores menores que marcaban una diversificación de tareas en torno a la atención y cuidado de la casa real y de su soberana.

   Este despliegue de subordinados relacionados por lazos de fidelidad y servicio con Su Majestad dan claro testimonio de la necesidad de asistencia y fuerte despliegue de personal requerido, sea para actos privados y mayor aún para actos públicos.

   Sobresale Isabel por su habilidosa y muy cuidada política de educación y crianza de jóvenes y doncellas de los grandes linajes regionales, para mantenerlos controlados bajo el sutil encanto del esplendor de la Corte, sus sonidos y colores, los suntuosos banquetes, los bailes y danzas. Obtenía así el apoyo y servicio necesario de las grandes familias nobiliarias.

   Sobre el segundo eje temático: "Ritos y ceremonias de la reina", después de una somera introducción al tema y al debate historiográfico sobre la realeza castellana, el autor trata de rescatar la Corte como espacio cultural, afirmando que las representaciones simbólicas y rituales-ceremoniales fueron parte indispensable de la realidad cortesana, de forma tal que no se comprende ésta sin aquéllas. Pasa luego a analizar en detalle el proceso del ceremonial y ritualización en la Corte de la reina.

   La reina utilizó una serie de estrategias de representación propagandística, recursos materiales, simbólicos, ceremoniales, iconográficos puestos al servicio de sus objetivos de poder, de su necesidad de omnipresencia y de la exigencia que impuso su figura y su situación encumbrada.

   El autor pone especial énfasis en los usos y ritos corteses ya sea en la ceremonia de la capilla (fiestas litúrgicas, celebración de misas y rezos) ya en ceremonias, ritos, comidas, música y juegos de la cámara regia. Es en este espacio cultural donde lo ético se entrecruza con lo político y estos aspectos se integran a lo simbólico, pero sin descartar lo económico. Se fueron creando así códigos, modales y usos de comportamiento necesarios para identificarse entre los pares. Este ritual de la etiqueta regulaba las conductas de hombres y mujeres en un ámbito o entorno cortesano que unía lo privado y lo público y en donde se favorecía el acceso a cargos, el despliegue de la palabra y la gestualidad, la elegancia del vestido, la persuasión y la cortesía, como rasgos distintivos. Isabel en tanto mujer política exhibió una identidad social y fue exponente de una época en la que marcó pautas políticas. Se rigió por prácticas que tendían a comunicar y señalar simbólicamente un crédito, un rango y un status determinados en un universo político institucional y sociocultural como la Corte.

   Es por ello, al decir del autor, que "el desarrollo de las letras a través de mecenazgo, y la explosión festiva que envolvió el palacio de los reyes, favorecieron la adhesión de una nobleza fascinada por el entrechocar de las lanzas, la sabiduría de los antiguos, el brillante cromatismo de sedas y brocados, y las formas corteses del amor".(3)

   Entre las grandes ceremonias ocasionales se encuentran las entradas reales en las ciudades castellanas a fines de la Edad Media. El autor analiza en esta parte los gastos, preparaciones y recibimientos del monarca y su comitiva.

   Señala también la recepción de embajadores, nobles y otras dignidades, así como también las ceremonias caballerescas y de gobierno.

   Cabe destacar que no es con Isabel y Fernando con quienes queda organizada la etiqueta de la Casa Real española sino con su nieto Felipe II. Pero sí en estos primeros tiempos ya se refleja el enorme poder de penetración cultural existente en dicho ámbito.

   Fernández de Córdova Miralles logra, en este trabajo, articular reflexión teórica con una recopilación exhaustiva de fuentes, bibliografía general y específica, un meticuloso trabajo de archivos y bibliotecas y una inteligente incorporación de miradas aportadas desde otros campos disciplinares de las ciencias sociales para el estudio del período, como la antropología cultural y la sociología histórica. En tal sentido en la obra se realiza un desarrollo teórico que pone en juego diferentes categorías de análisis procedentes de otros autores: N. Elias, A. Hocart o C. Geertz, E. Kantorowicz, P. Schramm, S. Bertelli para la reconstrucción del ceremonial y de la casa de la reina católica.

   El eje espacio-temporal y metodológico le da una cierta unidad a esta obra, aunque tanto en la primera como en la segunda parte relaciona aspectos tan relevantes como las ceremonias de justicia, las fiestas litúrgicas y religiosas de la realeza, el sutil juego del amor cortés, la ceremonia del acceso al trono, etcétera.

   El trabajo se complementa con una variada selección de documentos y fuentes del Archivo General de Simancas, Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, la Biblioteca Nacional de Madrid, Biblioteca Universitaria Alessandrina, entre otras bibliotecas de Roma y España. También incluye apéndice documental y gráfico sobre número y porcentajes de oficiales y gasto de oficio.

   La obra concluye afirmando: "Los Reyes Católicos recuperaron el control de los cargos cortesanos y se rodearon de caballeros, letrados y eclesiásticos, comprometidos con la corona. Como reina propietaria de Castilla, Isabel se atribuyó el nombramiento de los oficios principales, donde situó a aquellas personas que le sirvieron lealmente cuando era princesa, y que ahora le permitirían adquirir el versátil movimiento de la reina en el tablero de ajedrez. La Casa Real adquirió entonces un papel nuclear como centro de poder que fue creciendo en dimensiones y magnificencia, de acuerdo a la consolidación política de la realeza, los ingresos de una hacienda en expansión, y los ambiciosos proyectos internacionales que culminaron en el casamiento de los infantes con los herederos de Portugal, Borgoña e Inglaterra".(4)

   La obra transita entre la línea de la historia político-institucional y una orientación histórico-cultural, enriquecida enormemente por su perspectiva antropológica y sociológica.

   En palabras de Ladero Quesada "el resultado es un libro original y excelente, mucho más allá de lo que cabía esperar al comienzo, que aumenta sustancialmente nuestros conocimientos sobre la reina Isabel, su entorno humano e institucional, su idea de la realeza y su proyecto político".(5) Compartimos el juicio de valor y reconocemos el arduo trabajo de investigación presente en esta obra.

Notas

1. Fernández de Córdova Miralles, A., La corte de Isabel I..., p. 12.

2. Id., p. 12.

3. Id., p. 378.

4. Id., p. 377.

5. Id., Prólogo, p. 9.

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