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Cuadernos de historia de España

versión impresa ISSN 0325-1195versión On-line ISSN 1850-2717

Cuad. hist. Esp. v.80  Buenos Aires ene./dic. 2006

 

Carla Rahn Phillips y William D. Phillips, Jr., El toisón de oro español. Producción y comercio de lana en las épocas medieval y moderna, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2005, 474 páginas

Lorena Solange García

   Este libro fue editado por primera vez en 1997 por The Johns Hopkins University Press, con el título original de Spain's Golden Fleece. Wool Production and the Wool Trade from the Middle Ages to the Nineteenth Century. La presente versión en castellano fue editada en el año 2005 por la Junta de Castilla y León y traducido por Eva García Ortiz.
   La obra está orientada fundamentalmente a un público académico. Presenta una estructura ordenada, ya que cuenta con una introducción, trece capítulos, una conclusión que actúa a modo de balance general, y cinco apéndices con gráficos y tablas que agregan información específica.
   La introducción es en realidad un avance de lo que se va a tratar a lo largo de la obra. En ella se especifica cómo es la división interna de la misma y se adelanta muy brevemente sobre qué se hablará en cada parte. Desde el comienzo los autores perfilan su postura a través de la crítica a Julius Klein, quien consideraba a la Mesta como una agrupación nociva para la agricultura española. Sostienen que gracias a este tipo de enfoques, la Mesta quedó estereotipada y mal vista a lo largo de la historia y fue en parte por eso que no se le prestó suficiente atención al comercio de lana, a pesar de que éste era de gran importancia para la economía española. Este argumento se vio reforzado debido a las opiniones de otros historiadores quienes consideraron que los intereses del pastoreo acabaron con la industria textil. La intención de los autores es reivindicar el pastoreo y derribar este tipo de opiniones, a su juicio, equivocadas. Justamente su hipótesis, presentada en este apartado, es que el pastoreo trashumante constituía una adaptación ideal al medio español y que lejos de ser perjudicial para la agricultura o la industria textil, la producción y el comercio de lana fueron, a largo plazo, beneficiosos para la economía de España.
   La obra se divide en tres partes. La primera, titulada "Compartiendo una tierra hostil", abarca cinco capítulos; la segunda, "La producción de lana", tres, y la tercera, "El mercadeo y comercio de lana", otros cinco.
   En el primer capítulo "El escenario natural de la trashumancia española", los autores explican por qué discrepan con las afirmaciones tradicionales que catalogaban negativamente la actividad pastoril. Sostienen que España contaba con los recursos suficientes para abastecer a la totalidad de su población, siempre y cuando ésta no excediera la capacidad productiva de la tierra. Afirman también que a lo largo del tiempo muchos historiadores han sostenido que el pastoreo era una actividad antagónica con la agricultura, ya que las migraciones de los rebaños eran un impedimento para esta última. Sin embargo, disienten con esta interpretación y afirman que el uso complementario de la tierra resultaba mucho más productivo para ambos sectores. El pastoreo, en especial el trashumante, permitía un mejor aprovechamiento del campo de lo que la agricultura por sí sola hubiera podido lograr debido a las limitaciones de la naturaleza. A pesar de que la relación agricultura-pastoreo no estuvo exenta de tensiones, el pastoreo a gran escala, lejos de ser dañino, beneficiaba a toda la sociedad, puesto que los animales generalmente pastaban en tierras poco aptas para la agricultura, lo cual servía para restringir el uso inapropiado de tierras marginales, sobre todo en épocas de crecimiento poblacional rápido en las que muchas zonas de pastos era transformadas en tierras de labranza.
   Adiferencia de otros lugares del Mediterráneo, España le dio mucha importancia al pastoreo, debido a ciertos factores medioambientales que limitaron el desarrollo agrícola y ayudaron a definir los modelos de uso de la tierra. Es por ello que en este capítulo se desarrollan cada uno de estos factores: el contraste entre las montañas y las llanuras; las insuficientes reservas de agua (entre otras cosas, por escasez de lluvias); las fuertes variaciones del clima y de la temperatura y la vegetación natural de los diferentes microclimas. Estos factores favorecieron al desarrollo del pastoreo, ya que diferentes tipos de animales pudieron adaptarse bien a este medio: los porcinos (fáciles y baratos de mantener por las familias de pocos recursos), los bovinos, y los ovinos. En este punto los autores realizan una digresión sobre la trashumancia, explicando específicamente en qué consistía, cómo y cuando se hacía y los conflictos que se generaban con los agricultores a raíz de la migración de los rebaños. Para finalizar, sostienen que fue en ese contexto en el que existió la Mesta, como árbitro en estas disputas y defendiendo a los rebaños migratorios de Castilla.
   En el capítulo siguiente, "El pastoreo medieval", los autores afirman que las ovejas como animales domésticos existían en España desde el siglo V a.C.; que la tradición trashumante ya estaba establecida en la península desde el siglo VII; que hay pruebas de la existencia de grandes rebaños de ovejas en Castilla a partir del siglo XI y que, para mediados del siglo XV, la raza merina (de fino vellón) estaba bien instalada. En este apartado se examinan los cuatro elementos básicos de la economía de pastoreo español (los cuales se desarrollaron al final de la Edad Media). Éstos fueron el pastoreo a gran escala, el modelo de trashumancia estacional a lo largo de rutas prefijadas por la Corona, la comunidad de propietarios de ovejas -cuyas actividades fueron fomentadas y reguladas por la Mesta Real- y el origen de la raza merina que permitió a España competir en el mercado exterior.
   Tanto en el capítulo 3 "Caín y Abel en la llanura española, 1450-1580" como en los dos sucesivos se analiza cómo fue cambiando la relación entre el pastoreo y el resto de la economía desde el siglo XV al XIX. En el tercer capítulo se relatan los permanentes conflictos y enfrentamientos entre agricultores y pastores, y sus disputas por el uso de la tierra. Sin embargo, a este enfrentamiento inicial, los autores agregan otro: el existente en el interior de la comunidad de agricultores y de pastores por el acceso a ciertos recursos. En estos conflictos, la Corona actuaba como árbitro y buscaba mantener el equilibrio. Sin embargo, tanto el aumento de la población como del ganado producidos desde fines del siglo XV hasta el XVI alteraron este delicado equilibrio, incrementando la tensión entre los dos grupos rivales. A lo largo del apartado se explica cómo se fueron sucediendo estas disputas y las medidas que tomaron los diferentes reyes a fin de superarlas. Los autores buscan demostrar que la economía de pastoreo sufrió entre los años consignados en el título una serie de modificaciones. En dicho período el aumento poblacional y el boom en el mercado de la lana produjeron, por un lado, un aumento de las tierras de cultivo y, por otro, un incremento del número de ovejas, produciéndose así una mayor presión sobre la tierra. Sin embargo, a fines del siglo XVI la Corona, temiendo una escasez de alimentos y un consiguiente aumento de los precios del grano, inclinó la balanza del lado de la agricultura, lo que produjo que el pastoreo, especialmente el trashumante supervisado por la Mesta, se mantuviera de ahí en más a la defensiva. Este tema se continúa en los dos capítulos siguientes, "Depresión en la economía española del pastoreo, 1580-1680" y "Crisis, apogeo y transformación, 1680- 1836", en los que los autores examinan cómo la crisis del siglo XVII acabó con el boom del siglo anterior. Analizan también la depresión que se produjo a continuación de esta crisis, y cómo se recuperó nuevamente y se expandió la economía de pastoreo hasta derrumbarse definitivamente en el siglo XVIII con las guerras napoleónicas.
   Los autores disienten con la idea pesimista que sostienen muchos historiadores sobre el siglo XVII. Ellos creen que si bien éste fue un período difícil, la depresión de la economía agraria no fue tan larga como tradicionalmente se cree. Comenzó hacia 1620, para mediados del siglo lo peor ya había pasado y, en 1680, ya había síntomas de recuperación, anunciando el crecimiento económico del siglo venidero. Además consideran que incluso en plena depresión también hubo momentos esperanzadores. Ejemplifican lo sostenido tomando como ejemplo a la Mesta, ya que sus ingresos entre 1563 y 1664 (es decir, en plena crisis) fueron considerablemente altos. Pese a esto, a lo largo del tiempo la posición privilegiada de la trashumancia dentro de la economía de pastoreo se fue deteriorando, y si bien tras la depresión hubo cambios, éstos ya venían gestándose desde antes. Para fines del siglo XVII los propietarios mesteños ya no podían seguir reclamando la primacía ni entre los propietarios de ganado ni entre los productores de lana merina, haciéndose cada vez más difícil que la Mesta pudiera preservar el uso de los pastos, perdiendo tierras no sólo en beneficio de propietarios locales (muchos incluso de merinos de raza fina) sino también ante el inminente avance de las tierras de cultivo.
   Finalmente, en el último capítulo de la primera parte, analizan cómo las presiones negativas amenazaron la vida del pastoreo a larga distancia. La Mesta mantuvo una actitud defensiva hasta que fue abolida en 1836 por Isabel II y reemplazada por la Sociedad General de Propietarios de Ganado, que representaba a todos los que tuvieran animales.
   En la segunda parte de la obra, en los capítulos 6, 7 y 8, titulados "El ciclo anual de la trashumancia española", "La esquila del rebaño" y "El lavado del vellón" respectivamente, se tratan diversos temas vinculados con la preparación y producción de lana en detalle. Los autores analizan los diversos factores que influyen en la calidad de la lana; los ciclos migratorios de las ovejas; las rutas de trashumancia; cómo se organizan los rebaños; las actividades de los pastores y sus respectivos salarios y/o beneficios; las características y funciones de los perros pastores; las diferentes afecciones que podían sufrir los animales durante la migración; las características de la marcación, el raboteo y el cornicortadero (corte de cuernos de carneros); la selección de los machos reproductores; los sacrificios; las características de la esquila y los lugares dispuestos para realizar tal actividad; los diferentes pasos a seguir durante este proceso y las actividades realizadas por las personas involucradas en cada uno; los modos de lavado y la ubicación de los lavaderos.
   Así como la esquila marcaba la culminación del ciclo productivo de la lana, el lavado marcaba el comienzo del proceso de venta de la misma, tema que se analiza en la tercera parte del libro. Ésta se inicia con el capítulo 9, titulado "El mercado interno de lana y sus comerciantes", en el que se estudia cómo fue cambiando ese mercado a lo largo del tiempo (siglos XV a XVIII). Aquí se analiza específicamente el comercio de Burgos, debido a que ya desde mediados del siglo XVI los comerciantes burgaleses dominaban el mercado interno lanero, manteniendo este rol por más de un siglo. Los autores comentan algunas de las características fundamentales de esta ciudad así como también hacen mención al contexto histórico de la misma, especialmente la relación entre Burgos y los diferentes reyes de España.
   Durante la baja Edad Media, los burgaleses fueron exitosos comerciantes de lana que hacían negocios con los propietarios de ovejas de Castilla. En 1420, gracias a ciertos privilegios concedidos por Juan II, Burgos se transformó en un importante centro financiero. Ya para fines del siglo XV, eran los comerciantes más ricos de España y para el XVI estaban bien posicionados para obtener importantes beneficios del comercio expansivo del norte de Europa. A continuación se desarrolla una digresión sobre los contratos de venta por adelantado que hacían estos comerciantes con los propietarios de los rebaños. También se hace referencia a las ferias de Medina del Campo, su papel en el comercio de lana y las relaciones que con ellas tenían los comerciantes de Burgos. Se analiza, asimismo, cómo los burgaleses se fueron adaptando a los cambios producidos en el comercio de lana a partir de fines del siglo XVI, cuando debieron enfrentarse a la cada vez mayor competencia de los comerciantes extranjeros y a la rebelión de los Países Bajos que, por su estrecha relación comercial, repercutió negativamente en España.
   En el capítulo 10, "La industria textil española", se estudia la producción textil que tuvo lugar en España. Hay quienes sostienen que, como la mano de obra española era más costosa que en el resto de Europa entre los siglos XV y XVIII, España se dedicaba a exportar lana y a importar la tela terminada, debido a que los fabricantes extranjeros tenían ventajas sobre los españoles. Sin embargo, los autores disienten con estas opiniones ya que consideran que así como durante mucho tiempo se sostuvo que la producción de lana era perjudicial para la agricultura (lo cual no era cierto), muchos historiadores pusieron énfasis en la exportación de lana y descuidaron e incluso denigraron la industria textil, lo que sirvió para catalogar a la economía española (especialmente a la castellana) de retrógrada. Oponiéndose a estos enfoques, ellos afirman que tanto Castilla como otras regiones de España producían grandes cantidades de tejidos y, para comprobarlo, realizan un minucioso análisis de la relación entre exportadores de lana, fabricantes de tejidos y los intentos de mediación de la Corona entre ambos sectores. Concluyen que, pese a la competencia extranjera, la industria textil española logró sobrevivir, llegando para fines del siglo XVIII a tener un gran número de telares por todo el país, así como también una importante población industrial.
   En el siguiente apartado, "El transporte de lana por tierra y por mar", se hace una descripción de carreteras, rutas y puertos existentes en España; del modo en que se transportaba la lana (tanto por mar como por tierra), de las dificultades y posibilidades existentes y de los costos del transporte; de la intervención de la Corona en este tipo de actividades; y del tamaño y capacidad de las embarcaciones usadas para el comercio y transporte de este producto.
   En el capítulo 12, "Apogeo de la red comercial española", estudian la red mercantil que vendía lana española al norte de Europa durante el siglo XVI así como también la fructífera relación entre Burgos y Brujas hasta fines de dicho siglo, cuando los problemas internos que afectaron a los Países Bajos (principalmente la rebelión de 1568) incidieron negativamente en España. Si bien los comerciantes buscaron adaptarse a la nueva situación, Burgos perdió su posición de dominio y, aunque el comercio de lana se mantuvo e incluso llegó a ser próspero en el siglo XVIII, para esa época ya no podían controlarlo. Se analizan también cuáles fueron los métodos usados por los comerciantes burgaleses durante su época de apogeo; las relaciones comerciales de España con Inglaterra, Francia y especialmente Flandes.
   En el apartado final, "La producción de lana, precios y exportaciones", se comentan las cifras para la producción, precios y exportaciones de lana. Si bien se hace un estudio más cuantitativo, previamente se analiza el contexto español imperante, tanto a nivel interno como externo.
   A pesar de que el tema tratado en la obra es complejo y en gran medida económico, los autores utilizan un lenguaje ameno y sencillo, que permite al lector mantenerse interesado. A través de un discurso fluido, hacen que un tema que podría resultar tedioso, por la cantidad de datos económicos que se manejan, no lo sea. Van explicando paso a paso cada una de las problemáticas expuestas, justificando todas sus afirmaciones, discrepando respetuosamente con otros colegas (contemporáneos o no) y haciendo un breve relevamiento historiográfico del tema cuestionado antes de emitir su opinión. Esto permite que el lector se interiorice de las diferentes posturas existentes y pueda no sólo entender la discusión planteada sino también sacar sus propias conclusiones.
   Además de presentar una serie de ilustraciones, fotografías, mapas, gráficos y cuadros funcionales a la explicación por ellos suministrada, el libro cuenta también con una bibliografía sumamente completa y una gran cantidad de citas, lo que pone de manifiesto la exhaustiva investigación previa realizada por los autores, dándole un marco de seriedad y credibilidad a la obra. Sin lugar a dudas el trabajo de Carla Rahn Phillips y William D. Phillips, Jr. no solamente resulta interesante sino que también significa un nuevo aporte a los estudios de la producción y comercio lanar.

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