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Cuadernos de historia de España

Print version ISSN 0325-1195On-line version ISSN 1850-2717

Cuad. hist. Esp. vol.82  Buenos Aires Jan./Dec. 2008

 

Espacios de poder femenino en la Castilla bajomedieval. El caso del linaje de los Castilla

María Estela González De Fauve
Universidad de Buenos Aires

Isabel J. Las Heras
Fundación para la Historia de España

Patricia De Forteza
Universidad de Buenos Aires

RESUMEN
En el presente trabajo nos proponemos analizar el papel que desempeñaron algunas figuras femeninas del linaje de los Castilla en los siglos bajomedievales.
Tras la muerte de Pedro I y la prisión de sus hijos varones, serán algunas de las mujeres de la familia, amparadas por la reina Catalina de Lancaster, quienes conseguirán en una primera etapa la supervivencia de los cautivos y el afianzamiento de su descendencia en los espacios conventuales. En el mismo período vemos a las figuras femeninas laicas de la familia, dedicadas a su consolidación a través de matrimonios ventajosos con miembros de la nobleza cortesana.
En una segunda etapa, las relevantes alianzas matrimoniales muestran y refuerzan la importancia alcanzada por el linaje de los Castilla, en cuyo seno la mujer cumple el papel que tradicionalmente se ha considerado como el suyo propio dentro de la sociedad nobiliaria de la época.

PALABRAS CLAVE: Mujer; Poder; Linajes; Castilla; Siglos XIV-XV

ABSTRACT
In this article we intend to analyze the role played by some women of the Castilla lineage during the late Middle Ages.
After Pedro the First's death and the imprisonment of his sons, some of the women of the family, protected by the queen Catalina of Lancaster, will be the ones who will achieve, in one first stage, the captive's survival and the establishment of their descendants in convents. During that same period, we find the laic women of the family consolidating their positions through beneficial marriages with members of the court's nobility. During a second stage, the outstanding alliances by marriage show and strengthen the importance obtained by the Castilla lineage, in which women play the role traditionally considered as theirs within the nobiliary society of that time.

KEYWORDS: Woman; Power; Lineages; Castile; Fourteenth-fifteenth centuries

Introducción

Mucho se ha escrito sobre la condición de la mujer durante la Edad Media, cuya misión fundamental era dar hijos a su marido y encargarse de la educación de los mismos -hasta cierta edad- dentro del ambiente doméstico de la familia, o bien integrarse a la vida conventual. En el primer aspecto jugaban muchas veces un importante papel dentro de las alianzas entre familias con las que se buscaba el fortalecimiento de una de ellas o el final de algún conflicto que afectara a ambas.
En todos los casos la mujer era, ante todo, un miembro de la estructura familiar en una sociedad patriarcal. Segura Graíño afirma: "La familia patriarcal es una creación perfectamente articulada al servicio del género masculino para controlar a las mujeres. La situación de subordinación femenina establecida por el sistema de géneros se concreta en la subordinación de las mujeres al cabeza de familia, padre, marido o hijo, que se hace responsable del buen comportamiento del grupo de mujeres que de él dependen. Cuenta, por supuesto, con el refrendo del poder civil y del poder eclesiástico"1. Sin negar estos aspectos, actualmente existe una visión más amplia sobre el tema, que muestra la existencia de algunas mujeres que ejercieron poder por sí mismas, aun en relación con los otros miembros del linaje2. Así, en algunos tiempos y circunstancias, la mujer "encontró posibilidades de desarrollo de una vida personal, libre, sin ninguna de las constricciones que el uso, la tradición y la costumbre le imponían"3. La Iglesia fue, muchas veces, el espacio a través del cual tuvieron algún resquicio "para escapar de la manipulación y utilización" que los hombres ejercían sobre ellas y adquirir, de esa manera, un pequeño margen de libertad que, en el caso de algunas mujeres "con nombre propio" pudo llegar a ser bastante más amplio que el de la realidad social de la mayoría de las mujeres4. El renombre religioso o el poder económico que pudieron obtener en ese marco fue en esas circunstancias la base de un fuerte ascendiente social, e incluso político, que las llevó a veces a tener una estrecha relación con los resortes del poder del reino. Esto les permitió participar desde el convento de las vicisitudes de los otros miembros del linaje, a muchos de los cuales pudieron incluso dar la protección que el claustro brindaba.
Para Nader, se da así la paradoja de que en una sociedad patriarcal las mujeres pudieran ejercer autonomía y poder, situación que no es exclusiva de España. En la introducción del último estudio sobre los Mendoza, muestra cómo sus miembros femeninos "llevaron a cabo sus actividades con el apoyo y la incentivación de sus parientes masculinos", quienes "no cuestionaron los derechos o las capacidades de las mujeres para intervenir en actos públicos"5. Y esto no ocurrió sólo en esta familia o en esta época; ejemplos similares pueden encontrarse en otros grupos familiares, incluso durante la Edad Media, tal como veremos en el caso al que nos abocaremos en este trabajo: el del linaje de los Castilla, descendientes de Pedro I, marginados de la línea sucesoria.

La protección de los miembros del linaje marginados de la Corona

Del matrimonio de Pedro I con Blanca de Borbón no hubo descendencia. Sí la hubo de algunas de las frecuentes relaciones amorosas que el rey mantuvo a lo largo de su reinado, con mujeres pertenecientes a un linaje noble u otras poco destacadas y carecientes de nobleza. De todas estas uniones -en su mayoría efímeras-, la mantenida con María de Padilla duró diez años y fruto de ella fueron sus hijas Beatriz, Constanza e Isabel, y un varón -Alfonso- que murió antes que su padre en 1362. Hija de doña Constanza fue Catalina de Lancaster, quien a través de su matrimonio con Enrique III llegó al trono castellano en 13906.
Los hijos producto de sus otras relaciones quedaron siempre excluidos de la línea sucesoria e incluso, en un comienzo, se les negó la posibilidad de utilizar el apellido Castilla y, tras Montiel, se los mantuvo prisioneros casi toda su vida. Ellos fueron Juan, a quien muchos consideran fruto de su unión con Juana de Castro7; Fernando, hijo de María González de Hinestrosa; Sancho y Diego, hijos de Isabel o Clavel, y María, nacida de Teresa de Ayala8.
Tras la muerte y la pérdida del trono por Pedro I, todo hacía suponer que los miembros del linaje de los Castilla alejados de la corona no podrían recuperar el poder que el rey les había dado durante su vida. Presos los hijos varones, ninguno podía asumir los principios de autoridad y solidaridad interna del linaje como "el responsable de mantener la cohesión familiar, proteger a los miembros más desfavorecidos de la familia, dirigir la política patrimonial, establecer las líneas de actuación de su casa en los acontecimientos políticos y definir las relaciones exteriores del linaje. La protección implicaba aspectos como financiar las dotes matrimoniales o conventuales, acoger a su servicio y acostamiento a los miembros de su linaje más pobres, ejercer como árbitro en los pleitos familiares, presidir el enterramiento familiar y las ceremonias más significativas para su linaje: bautismos, bodas y funerales, y ocupar el solar familiar"9. Ese rol será, sin embargo, asumido por una mujer: Catalina de Lancaster, nieta del rey Pedro, a la que ya nos hemos referido. Al llegar ésta al trono por su matrimonio con Enrique III Trastámara, uniendo así esa dinastía con los descendientes de Pedro I, no permanecerá ajena al destino de las otras ramas de los Castilla, sobre quienes volcará su protección. La veremos así interceder por sus miembros, a quienes trata con el apelativo de tíos o hermanos, ocuparse de su subsistencia y entablar una íntima relación primero con Teresa de Ayala10 y luego con María, a quien dotará con 100.000 mrs. para posibilitar su ingreso como novicia en el monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, como veremos más adelante11.
María había nacido en 1367, cuando su madre tenía catorce años y Pedro era rey de Castilla. Posteriormente Teresa casó con Juan Núñez de Aguilar, con quien residió en Portugal hasta la muerte de éste en 1384. Desde entonces continuó viviendo con su hija María en Toledo hasta 1393, año en que ingresa al monasterio de Santo Domingo el Real, donde María había profesado ese año o quizás a fines del anterior12.
Como hemos señalado, fue la reina Catalina quien cumplió con la función -inherente a la familia- de dotar a María para que ingresase al monasterio, a pesar de pertenecer ambas a ramas distintas de los Castilla13. No extraña, por lo tanto, que la reina llame "prima" a María14, aunque no lo fuera.
La protección de Catalina es, sin dudas, fundamental para que bajo la dirección de Teresa, priora en varios períodos a partir de 1394, la comunidad de Sto. Domingo el Real de Toledo creciera en relaciones y posición económica gracias a los privilegios que la reina le otorgó o le hizo otorgar. Así, por ejemplo, doña Catalina dispone en 1393 que de los mrs. que a ella se le libren, se les descuenten 20.000 para dárselos a doña María "mi tía, hija del rey don Pedro mi abuelo", porque "es mi merçed que los aya y tenga de mi, por en toda su vida en merçed de cada año"15.
De este modo, la recuperación de las sólidas estructuras familiares necesarias para la inserción política, social y económica de la nobleza castellana no se apoyará en su comienzo -en el caso de los Castilla objeto de nuestro estudio- en la masculinidad y la primogenitura del linaje, sino en una activa presencia femenina. Las mujeres cumplirán así, desde el principio, un papel fundamental en la supervivencia y la afirmación de esta rama nobiliaria de los Castilla.
Quienes primero cumplieron esa función fueron, como hemos dicho, Teresa y María de Ayala, apoyadas por Catalina de Lancaster.
La amistad que unía a Catalina con doña Teresa de Ayala y con su hija María se manifestó también en el poder que las dominicas de Toledo dieron a la reina para que cobrase sus rentas y siguiese sus pleitos16, y en la conservación que hizo el convento de Santo Domingo el Real de Toledo de un alfarje con los blasones de Castilla y Lancaster (hoy desaparecido), procedente del llamado "palacio", donde al parecer se albergaba la reina en sus visitas a la comunidad17.
Es interesante considerar cómo Enrique III reconoce la estrecha relación de su esposa con Teresa y María, por ejemplo al dirigirse a éstas como mediadoras entre él y la reina: "Yo el Rey embio mucho saludar a uos doña Teresa de Ayala e soror doña Maria [...]; fago uos saber que a mí es fecho entender que la Reyna a puesto e ordena de poner algunas mugeres cerca del infante mi fijo en ofiçios de camarera e de veladeras e otros ofiçios de lo qual yo soy mucho marauillado en lo que ella asi fase, que yo deuo ordenar los ofiçiales e las otras cosas que perteneçen a la camara del dicho infante, porque vos ruego e mando, si plaser e seruicio me abedes de faser, que digades a la Reyna que se non entremeta en ninguna cosa destas nin faga en ellas cosa alguna, [...]"18.
El interés de la reina Catalina se mostró también hacia los miembros de las otras ramas de los Castilla excluidos de la corona. Por ejemplo, y posiblemente por pedido de María de Ayala, logró que su marido el rey Enrique III no hiciera encerrar a Pedro -por entonces niño-, nieto del rey Pedro I, bajo la condición de que fuera dedicado al servicio de la Iglesia19. Al ejercer la regencia del reino tras la muerte de Enrique III, se interesa en la traslación de los restos de Sancho, uno de los hijos de Pedro I con Isabel, por pedido de Teresa, quien le informa: "en cómo el doctor frey Toribio llegara a esa çibdad con el cuerpo de don Sancho mi tio, digo que fueron tres días mes de agosto et que lo leuaron a san lásaro e que ende en una cámara mandáredes faser un altar e una cama onrrada con sus çirios, que estudiera ende el cuerpo cuatro horas de la noche, e después que lo levaran a ese monasterio secretamente [...]"20.
De lo que no cabe duda es de que uno de los principales asuntos que ocuparon a doña Catalina, después de su viudez, juntamente con doña Teresa, fue el relativo al infante don Diego, hijo de Pedro I de Castilla, y a los hijos de este infante: Pedro, María e Isabel, a quienes profesaba gran cariño21. La Reina menciona a don Diego, quien estaba en cautiverio, como "muy caro e muy amado tio" y le envía ropas con que vestirse, rogándole "que non paredes mientes por las dichas ropas non ser tales como a vos pertenescía"22.
En otra carta de Diego a la priora la urge para que le mande el dinero que les corresponde a él y a sus hijos ya que ha entregado parte de objetos de su propiedad y le cobran para su rescate intereses usurarios23. Recién en octubre de 1420, doña María pudo remitirle a su hermano los 12.000 mrs. que tenía asignados por merced de la reina Catalina correspondientes a cuatro años antes de la muerte de dicha reina (1418), para los dos hijos de Diego -Juan y María-, a los que se añaden otros 1.000 mrs. para esta última24.
También otros miembros de la dinastía Trastámara, contemporáneos y posteriores a Catalina, ejercieron su protección sobre estas monjas y su monasterio. Así lo hicieron Fernando de Antequera, hermano de Enrique III y rey de Aragón-Cataluña desde 1412, y su esposa Leonor. Todos ellos mantuvieron una íntima correspondencia con doña Teresa y doña María, informándoles -por ejemplo el propio Fernando- los acontecimientos de la guerra dinástica y su deseo de poner fin al cisma en la Iglesia25. Por su parte, doña Leonor logra que el infante don Enrique, maestre de Santiago, su hijo, le conceda a doña María "nuestra prima su tia" y a las otras dueñas 24 cahices de trigo26.
La correspondencia de Juan II y su esposa María de Aragón con nuestras monjas expresa igualmente un acendrado cariño y desea su presencia "como personas de estado e onestas", en circunstancias importantes como el parto de la reina27. Existen otras cartas de los reyes que muestran su respeto y el reconocimiento de sus servicios en circunstancias como la mencionada.
De igual forma, María de Castilla, hermana de Juan II y esposa de Alfonso V de Aragón, profesó un extraordinario cariño a doña Teresa y doña María. Hay varias cartas en las que les pide prendas y paños, y les da noticias diversas28. Además le ruega a esta última que rece por la posibilidad de que la pareja real concibiese un hijo29.
Ambas prioras murieron en 1424. El hecho de que la lauda de María de Ayala tenga el escudo de los Castilla (castillo de oro y león de gules en los ángulos, separados por una banda entre dos cabezas de león)30 muestra cómo estas monjas habían logrado ya afirmar su pertenencia a ese linaje, sin duda gracias al apoyo recibido de la reina Catalina y, a partir de allí, de los otros miembros del linaje de los Trastámara en el trono. Esto explica, a nuestro entender, la presencia en Santo Domingo el Real de Toledo -educándose o profesando allí- de otros miembros de las ramas de los Castilla excluidos de la sucesión monárquica.

Afirmación de la rama descendiente de Diego de Castilla: el caso de Catalina.

El ejemplo más destacado en este aspecto es Catalina31, nieta de Pedro el Cruel32, quien probablemente -según sostiene Peñas Serrano- se educó junto a sus hermanos en el monasterio toledano bajo la tutela de su tía, la priora María de Ayala, a quien la unirá "una fraternal amistad"33. Doña Catalina será priora de Santo Domingo el Real de Toledo, según el autor citado, con breves intervalos desde 144734 hasta 1481, probable fecha de su muerte35. Desde el monasterio, Catalina de Castilla participará intensamente en la actividad económica del cenobio así como en los acontecimientos del reino. Peñas Serrano sostiene que "ocupó un puesto notorio en las intrigas y luchas de la monarquía castellana del siglo XV"36. Desde temprano goza del favor de los reyes, quienes le otorgan importantes privilegios. El mismo autor afirma que "a falta de un patrimonio personal, ya que su padre murió siendo pobre y ella carecía de rentas propias, decidió explotar su relación con la monarquía para conseguir todo tipo de privilegios, tributos y rentas para ella y para Santo Domingo"37. Barrios Soto coincide al afirmar que "aparte de sus recursos económicos, la vinculación familiar a la monarquía fue sin duda uno de los factores principales en su promoción: descendiente de Pedro I, prima de doña Catalina de Lancaster, 'tía' reconocida por Juan II y por los mismos reyes Isabel I y Fernando V. La obtención de rentas reales no sería nada extraña en estas circunstancias, y buscaría el permitir a doña Catalina tener un papel acorde con su nivel social"38.
Juan II, además de confirmarle en 1420 mercedes reales anteriores a esa fecha, le hace perpetua una renta vitalicia de 20.000 mrs. que doña Catalina ya poseía y en 1448 agrega a éstos otros 10.000. Asimismo, en julio de 1453 le otorga en su calidad de priora las tierras, alijares, heredades y bienes mostrencos del término de Perovéquez, en la jurisdicción municipal de Maqueda39.
También fue muy beneficiada por Enrique IV, quien en 1455 le confirmó todos los privilegios otorgados por su padre, y concedió a su "tía Catalina" 300 fanegas de trigo anuales sobre diferentes lugares del arzobispado de Toledo. "Probablemente -según Peñas Serrrano- tanto Enrique como su hermano el príncipe Alfonso debieron querer atraerse a Catalina en la disputa civil que ensangrentaba el reino. El hecho es que a partir de 1465 existen una serie de documentos en los que ambos príncipes conceden a la vez similares privilegios" 40: 16.000 mrs. de renta anual perpetua sobre ciertos lugares del arzobispado de Toledo (concesión del príncipe Alfonso en junio de 1466, confirmada luego por el infante Enrique); 20 cahices de trigo de limosna anual (nueva concesión efectuada por don Alfonso en abril de 1467). En 1468, Enrique IV confirmó todos los privilegios que tanto él como su hermano Alfonso le habían otorgado a Catalina de Castilla y a ellos agregó otros nuevos.
Ya en tiempos de Isabel la Católica, nuestro personaje continúa recibiendo numerosas mercedes reales. En julio de 1477, la reina convierte en juro de heredad uno de por vida otorgado por su padre, y acrecienta en 4.000 mrs. los 16.000 anteriores41. Estos 20.000 mrs. los recibe doña Catalina "con facultad de poder pasar en eglesia e monesterio e persona de orden e de religion para ella y para sus herederos e subcesores e por quien della o dellos ouiere causa"42. En este caso -como en el de otras poderosas religiosas- esta priora parece haber sido propietaria directa de sus bienes sin que la comunidad como institución tuviera intervención directa en la gestión y administración de los mismos. De todos modos, será efectivamente el monasterio el que herede este dinero, otorgado por la reina Católica, al igual que recibirá otros 12.000 mrs. de juro de heredad situados en las alcabalas de los paños de color y de la madera de Toledo, y en las alcabalas de Yébenes y Marjaliza43. Una nueva merced obtiene nuestra priora en 1477: 15.000 mrs. anuales de juro de heredad sobre las alcabalas de Ciudad Real, con la condición de que a su muerte "los llevasen las señoras doña Sancha Ponce de León e doña Isabel de Castilla e Juana de Contreras, sus sobrinas, monjas del dicho monesterio"44.
La relación de Catalina y su cenobio con la reina Católica debió de ser bastante próxima y, según Peñas Serrano, muy antigua "ya que según remota tradición, no confirmada documentalmente, ésta había visitado durante años el monasterio, conversando en estancias con santa Beatriz de Silva, entre otras, que vivía amparada en Santo Domingo desde 1453 bajo la protección de nuestra prelada"45. Otra donación interesante son las 240 fanegas sobre las tercias de La Puebla de Montalbán y los 20.000 mrs. anuales destinados a celebrar en el monasterio la fiesta de la Concepción y unas vísperas en homenaje a los monarcas46.
Fueron cordiales igualmente las relaciones de Catalina con el arzobispo Carrillo, quien en diversos momentos le obsequió fanegas de trigo o cantidades de dinero47. En cuanto al vínculo con el municipio toledano, sabemos que en líneas generales sus autoridades respetaron los privilegios recibidos por el convento, entre los que figuraba el de la venta de paños en el mesón propiedad del cenobio, situación ésta que en tiempos anteriores había producido roces con los tejedores y mercaderes de textiles48.
A Catalina de Castilla le preocupan, asimismo, los muertos de su linaje. Será ella quien gestione y obtenga de Juan II la autorización para enterrar en el monasterio del que es priora los restos de su padre don Diego y de su tío el infante don Sancho. Porres Martín-Cleto ubica en 1448 la fecha del traslado de los restos del infante Diego, pero sostiene que los de Sancho fueron llevados al monasterio en 1409 gracias a las gestiones de la entonces priora doña Teresa de Ayala49. Lo cierto es que los dos hermanos, hijos de Pedro I, fueron sepultados en el coro del monasterio. "Para el sepulcro de ambos mandó labrar [doña Catalina] una magnífica lápida decorada con hoja de cardina, según el gusto de la época, que se halla en la denominada 'mesa del coro', lugar destinado al enterramiento de las más antiguas prioras"50. El estudio de Porres Martín-Cleto da cuenta de una inscripción sepulcral incompleta, pero que "conserva en los ángulos de la losa el escudo con un castillo y dos leones afrontados usado también por su linaje"51. El monasterio toledano fue asimismo lugar de reposo no sólo de doña María de Ayala sino también de otros parientes más lejanos52.
En el mismo sentido tuvieron interés para doña Catalina ciertas obras de construcción y embellecimiento que mandó realizar en Santa María la Real de Toledo: la creación de las puertas del coro, que poseen el escudo de los Castilla; el corredor alto, el claustro de las procesiones y, sobre todo, la compra de objetos destinados al culto. Peñas Serrano nos informa que se adquirieron para el monasterio tallas sueltas, retablos y tapices53.
Hasta fines del siglo XV, cuando la rama de los Castilla que desciende de Diego, hijo de Pedro I e Isabel, se encuentra ya consolidada, hubo por lo tanto tres generaciones de la misma en Santo Domingo el Real de Toledo. En dicho monasterio será también priora un miembro de otra de las ramas de esta familia excluidas de la corona, en este caso la que desciende de Pedro I, posiblemente con doña Juana de Castro: Inés de Castilla54.

Afirmación de la rama descendiente del infante Juan: el caso de Constanza

Otra nieta del rey, Constanza, ejerció también una tarea esencial en la afirmación de su linaje, esta vez desde el monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid, en la misma época en que María de Ayala primero y luego su sobrina Catalina eran prioras en Santo Domingo el Real de Toledo.
En un trabajo previo55 hemos analizado en esta línea de los Castilla la figura del obispo Pedro -hermano de Constanza- quien, tras haber sido protegido por la reina Catalina afirmará, a través de la carrera eclesial a la que los reyes lo destinan, no sólo su propio poder sino asimismo el de sus descendientes. También la tarea de Constanza, muchas veces en colaboración con su hermano, será fundamental para la afirmación y recuperación del poder de estos Castilla en el período clave durante el que se desarrolló este proceso: el de los reinados de Catalina de Lancaster -como reina consorte entre 1390 y 1406 y como regente desde ese año hasta su muerte en 1418- y el de su hijo Juan II (1406- 1454).
La protección de Catalina de Lancaster hacia las otras ramas de su linaje castellano incluyó desde temprano a Constanza, haciendo que ella ingresara desde muy joven en el convento, lugar -como hemos visto- de seguridad para los jóvenes de este linaje. En este caso el monasterio elegido fue el de Santo Domingo el Real de Madrid, uno de los primeros que los dominicos establecieron en Castilla y que estuvo, desde su creación, dotado económica y jurídicamente por la Iglesia y por los reyes.
Allí Constanza llegó muy pronto a ejercer la máxima dignidad, seguramente por influencia de la reina. Según Gregorio de Andrés, ya en 1409 se la cita en ese cargo56, pero este autor no indica el documento al que se refiere. Alonso Getino considera que ya lo era en 1416, basándose en una carta de doña Catalina, mientras era regente57, por lo cual Surtz piensa que debió de tomar el velo antes de los 18 años y asumir el priorazgo antes de los 2558.Asu vez, Angela Muñoz la presenta en esa posición monacal desde 1416 hasta 146559, período durante el cual tanto ella como su convento recibieron múltiples beneficios por parte de la corona.
"Entre 1419 y 1423 y en años sucesivos obtiene de los papas y autoridades dominicas numerosas prerrogativas espirituales y materiales, tanto personales como para su comunidad, que la recolocan en una sorprendente posición de poder y autonomía personal"60.
Son numerosas asimismo las exenciones y privilegios recibidos de autoridades de la Iglesia: podía ser absuelta de cualquier sentencia eclesiástica o excomunión, se podía celebrar misa en su habitación privada en caso de no serle posible ir hasta el templo y tenía libre elección de confesor. Otras prerrogativas eran: libre posesión y administración de bienes; no obligación de asistencia al coro, refectorio y dormitorio común61; autorización para usar ropa de lino; exención de la abstinencia de carne y huevos durante los días de ayuno y Cuaresma al igual que cuando "su flaqueza lo requiriere". También se le concede permiso para desplazarse a la Corte en caso de interés para la Orden o para el rey62. Estaba facultada asimismo para permitir que diversas personas -entre ellas su hermano, el obispo de Palencia- franquearan la clausura monástica y llegaran hasta sus habitaciones. Allí podían dormir y comer con ella sus parientas y dueñas sin necesidad de autorización de ningun prior o priora. Podía, además, tener para su servicio personal tres criadas y tres monjas, excusadas todas de trabajos para la Orden, pero mantenidas por ésta63. Sólo la máxima autoridad de la Orden podía designar prelado al monasterio, a sus criadas y servidoras, y ninguno de ellos podía decidir acerca del ingreso o traslado de las monjas.
Si consideramos que el ejercicio de la jurisdicción y el control de los monasterios femeninos por parte de las autoridades eclesiásticas masculinas de la Orden implicaba, al mismo tiempo, protección y dominio, no cabe duda de que las exenciones y privilegios otorgados a Constanza la convirtieron en una personalidad femenina de extraordinario poder. Más aún si tenemos en cuenta que durante el período en que Constanza estuvo en el monasterio, se comenzó a implementar en Castilla la reforma del monacato, especialmente femenino, que coartaba en gran medida la independencia y autonomía de gobierno de estos conventos, permitida hasta entonces por la falta de control de las autoridades eclesiásticas propia de los siglos anteriores, salvo de una teórica sujeción al Papado; independencia que, como vimos, Constanza mantuvo gracias a las extraordinarias exenciones recibidas.
También los monarcas mostraron su generosidad con ella, otorgándole numerosas rentas y bienes, unas en calidad de priora y otras como pariente. De éstas puede ser ejemplo la que le concedieron Enrique IV y su esposa doña Juana, como demuestran los documentos que introduce el padre Alonso Getino en su trabajo64. Este monarca mantuvo un vínculo muy cercano con la priora, a quien califica como "tía" en más de una oportunidad65.
No faltaron tampoco las donaciones de la reina Isabel, tal como se manifiesta en la lista de ornamentos que Constanza dio para la capilla donde estaba enterrado su abuelo regio, entre las que figuran algunas concedidas por dicha reina66.
De lo señalado en las exenciones otorgadas a Constanza y de las donaciones de los reyes, surge el gran poder económico alcanzado por ella tanto en lo personal como en su calidad de priora. Para la gestión de los asuntos económicos del monasterio buscó, según Angela Muñoz, los servicios de laicos67. Tenemos noticia de algunas inversiones hechas por ella para el monasterio que regía: en 1425 y 1429 arrienda unos tintes en la collación de San Lorenzo en Toledo, que habían pertenecido en su origen a María de Ayala, hija de Pedro I y Teresa de Ayala, priora del monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo68, a las que ya nos hemos referido.
En 1463, doña Constanza urgió a su prima Catalina, tal como vimos anteriormente, priora del monasterio que acabamos de mencionar, el pago de una suma de maravedíes denunciándola ante las autoridades eclesiásticas. Prueba del poder alcanzado dentro de la Orden de Predicadores es el haber conseguido que el General de ella condenara al convento toledano debiendo intervenir el comisionado papal para anular la reclamación. Peñas Serrano sospecha que el poder conseguido por la priora madrileña había derivado de un reconocimiento de Roma para que emprendiera la "reformación" de los monasterios dominicos femeninos. Al intentar llevar a cabo esta empresa en el dirigido por su prima Catalina, ésta y el resto de las monjas toledanas se opusieron, por lo cual Constanza no pudo lograr su cometido69. Es posible que éste sea el momento en que quiso crear en Toledo otro monasterio de dominicas, llamado Mater Dei, "aunque la no consecución del proyecto y la falta de testimonios que alumbren el intento nos dificulten la coherente situación del mismo en el contexto de su trayectoria de vida"70.
Al considerar este poderío económico no puede dejar de tenerse en cuenta también la inversión de dinero propio y de la orden y, en oportunidades, de su hermano Pedro -ya obispo de Osma- en obras que llevó a cabo para mejorar las dependencias anexas del monasterio71. Entre ellas se destacan la finalización de la iglesia, comenzada por Alfonso XI, y la construcción de la capilla mayor, el refectorio y el claustro72, a los que nos referiremos más adelante.
A la vez que crecía en poderío, Santo Domingo el Real de Madrid se convirtió también -durante la gestión de doña Constanza- en lugar de residencia de buena parte de los miembros femeninos del linaje, como puede verse, por ejemplo, en la autorización que recibe de las autoridades dominicas para "[...] que podades distribuir y dar cámaras, ansí las por vos ya edificadas como las que agora de presente edificades dentro de la Orden, a vuestras sobrinas y a vuestras criadas, ansí en vuestra vida como al tiempo de vuestro pasamiento de esta presente"73.
Es difícil precisar el número de parientas que abrigó Constanza en su monasterio. Se sabe que en él estuvo como monja doña Isabel de Castilla, hija de su hermano74. El obispo de Monopoli, al referirse al afecto que sentía la reina Catalina de Lancaster por la Orden de los Predicadores, puntualiza como razón: "porque tenía en el monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid tres primas y otras parientes y otras en otros monasterios" 75. Surtz traza un paralelismo entre la reina Catalina y las damas que la rodean y Constanza, quien se maneja en el ámbito femenino del monasterio; en ambos casos se hace visible un gran sentido de liderazgo y creatividad femeninos que se acentúa aún más dada la débil presencia por entonces de modelos masculinos en ambos ámbitos76.
Es posible que, como señala Ángela Muñoz, lo que Constanza quiso hacer fue convertir su monasterio en panteón real, donde se guardara la memoria no sólo de su abuelo sino de la de todos los reyes de Castilla77; de todos modos, lo constituyó en núcleo de referencia de los miembros de su linaje y centro funerario del mismo.
La preocupación por la recuperación del prestigio de su familia se manifiesta así en la construcción en la capilla mayor de la iglesia de un sepulcro para aquellos que habían sido soslayados tanto de las ceremonias funerarias como de sepulturas adecuadas a su estado. Fue ella la que obtuvo la venia real para trasladar a mediados del siglo XV, desde Soria, los restos de su padre -el infante Juan- y tres de los hijos de éste, muertos en la niñez. Fue ella quien allanó el camino para llevar el cuerpo de su abuelo el Rey don Pedro, negociación que requería de mucho tacto. Consiguió así de Juan II el permiso para el traspaso de sus restos desde Alcocer a la iglesia del monasterio de Santo Domingo, que gozaba del privilegio real de celebrarse en ella los funerales de reyes y príncipes78.
Con la colaboración de su hermano Pedro, construyó una capilla para colocar el cuerpo de su abuelo. El monarca dotó la capellanía con 34.000 mrs. anuales y fue nuestra priora a quien se designó patrona del lugar. Posteriormente, sus sucesoras en el cargo ejercieron dicho patronazgo, aunque el rey permanecería vinculado con la capilla en su calidad de patrono mayor79. Pese a ello, fue Constanza la encargada de proceder a la elaboración de las constituciones por las que debía regirse esta fundación.
Enrique IV, en documento otorgado en Madrid, en 146280, reconoce a la priora esta facultad y la autoriza para que "pueda poner e ponga qualesquier condiçiones e estatutos e ordenamientos que ella quisiere e por bien toviere" en relación con la capilla de Pedro I81.
Como ya hemos señalado, también se inhumó en este monasterio el cuerpo del hijo del rey D. Pedro, el infante D. Juan, padre de nuestra priora, que estaba enterrado en la iglesia de San Pedro de Soria82.
Constanza mandó labrar una estatua orante de su padre con grilletes en los pies y la siguiente inscripción: "Aquí yace el muy excelente señor d. Juan, hijo del muy alto Rey d. Pedro, cuyas ánimas Nuestro Señor perdone. Su vida y fin fue en prisiones. Fue enterrado año de 1442 en la Ciudad de Soria por mandado del Rey d. Henrique III en S. Pedro de la misma Ciudad. Trasladóle aquí en esta sepultura, a 24 de Diciembre, XLII años, Soror doña Constanza, su hija, priora De este Monasterio"83.
Las primeras explicitaciones públicas del orgullo de estos Castilla por pertenecer a una estirpe regia, reivindicándose siempre como descendientes legítimos de Pedro I, no son manifestadas por Constanza sólo en el sepulcro de sus ancestros en el monasterio donde era priora. Ese orgullo y reivindicación del linaje lo encontramos también en sus escritos84 y en las inscripciones que hizo poner en el ámbito de su convento, donde no duda en presentarse como nieta del rey y resaltar su pertenencia al linaje que busca prestigiar.
En las inscripciones que hizo colocar en las dependencias que había hecho construir en el monasterio, al nombrarse a sí misma marcó siempre sus raíces familiares. Es así que en la iglesia "en lo Alto al derredor ay otro letrero del tenor siguiente:
A loor de nro. sr. Dios Soror Dona Constança nieta del muy Alto y muy esclarecido y excelente sr. el Rey Don Pedro e hija del excelente e virtuoso sr. Don Juan e de la sa. Doña Eluira hija de Beltran de Arril del Reyno de Aragon hizo esta Naue"85.
Según Getino, doña Constanza debió dejar el cargo de priora durante el año 146586. Falleció en 1478, siendo sepultada en una hornacina de la pared lateral del coro de la iglesia de su convento, en un sepulcro en alabastro -que hoy se conserva en el Museo Arqueológico Nacional- donde la priora está representada con su hábito de dominica, túnica blanca y capa negra; las manos en actitud de oración y un libro sobre el pecho. En el mausoleo "aparecen, a los costados, las armas de estos Castilla: 'una banda engolada acompañado de un castillo y un león, un escudo de los llamado "de candado" sostenido por dos ángeles'"87.
En síntesis, nos encontramos ante una mujer que utilizó su autoridad como priora -muy peculiar, sin duda- para engrandecer su linaje, al establecer en el monasterio dirigido por ella el panteón real de su familia, repetir en ese lugar las armas propias de la misma y mantener los lazos de unión necesarios con la rama usurpadora en 1369, a fin de conseguir su propósito y descansar, al final de sus días, junto a sus antepasados88.
A fines del siglo XV y comienzos del XVI, es, por lo tanto, clara la predilección de este sector de la familia por el convento madrileño, tal como se deduce del testamento de Alonso de Castilla, obispo de Calahorra, quien destina una suma de dinero para que se reciba allí a una monja que sea "de mi linaje de Castilla descendiente de los hijos de mi padre don Alonso con la condición de que la tal monja se llame siempre 'de Castilla'"89.
Posteriormente ingresaron en este monasterio -llegando algunas a obtener la máxima dignidad monástica- otras mujeres de esta familia; pero ninguna alcanzó la envergadura de las prioras hasta aquí estudiadas.
Por lo tanto, como hemos visto, en una primera etapa de supervivencia y afianzamiento de las ramas de los Castilla apartados del trono, jugaron un papel esencial la reina Catalina de Lancaster y la pertenencia de los miembros de esas ramas, tanto hombres como mujeres, al estamento eclesiástico90.

Las laicas durante la supervivencia y el afianzamiento del linaje

A diferencia de lo visto en los puntos anteriores, los laicos tuvieron un papel menos destacado. Así, las mujeres fueron destinadas fundamentalmente, según la costumbre de la época, a casarse con miembros de familias de mayor envergadura con el objeto de fortalecer el linaje Castilla que la corona deseaba consolidar.
Tal el caso de las dos hermanas de la priora Catalina: Isabel y María. La primera de ellas, también hija de don Diego de Castilla, según ciertos documentos parece haber sido criada -junto a algunos de sus hermanos- por doña Teresa de Ayala en Santo Domingo el Real de Toledo91. Su unión en matrimonio con Gonzalo de Guzmán, señor de Torija92, hijo de Gonzalo Núñez de Guzmán, señor de Gelves, muestra ya la consideración que se tenía a estos Castilla dentro del marco nobiliario.
La segunda, doña María, nacida durante la prisión del infante Diego en Curiel, fue posiblemente criada en el convento de Santo Domingo el Real de Toledo durante el priorazgo de María de Ayala. Ésta dispuso que la niña recibiese 3.000 mrs. anuales desde 1420 hasta la muerte de la priora, que tuvo lugar -como ya hemos visto- en 142493. Luego fue dama en la corte de la reina María, primera esposa de Juan II94. En 1434 el rey, por los servicios prestados a su esposa, la entrega en casamiento a su camarero, D. Gómez Carrillo, señor de Caracena, hijo de Lope Vázquez de Acuña y de doña Teresa Carrillo de Albornoz95 y hermano de Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo96, dotándola con una serie de lugares en señorío que pertenecían a la villa de Atienza97. Esta donación fue confirmada por Juan II unos días después y el 30 de abril de 1435 separa estos lugares de la jurisdicción de Atienza y otorga a María de Castilla la potestad de designar a los funcionarios en dichos lugares. Este matrimonio, concertado por la Corona, tuvo una importancia fundamental para el linaje dado que Gómez Carrillo era primo del condestable don Álvaro de Luna y fue éste quien instó al monarca para que pusiera en libertad a don Diego de Castilla, tras 55 años de prisión,98 y "se diera al olvido la cuestión de los hijos ilegítimos del rey D. Pedro"99. Según Gregorio de Andrés es en esa fecha en que se les habría otorgado la autorización para volver a utilizar el apellido Castilla100.
Los restos de María fueron enterrados en la catedral de Sigüenza, en cuyo sepulcro figuran dos escudos con las armas de los Castilla101. Esto demuestra que para estas fechas los miembros de estas ramas ya eran aceptados como integrantes plenos del linaje real del que habían sido marginados y cuya pertenencia tanto les había costado reivindicar. Hermano de estas damas fue don Pedro de Castilla, quien según García Rey, también se crió bajo la tutela de Teresa de Ayala en el monasterio toledano. Casó con doña Beatriz Rodríguez de Fonseca y Ulloa, hija de Juan Alonso de Ulloa, consejero de Juan II y de Beatriz de Fonseca, hermana esta última de don Alonso de Fonseca y Ulloa, quien fue arzobispo de Sevilla entre 1418 y 1473 y de Fernando de Fonseca y Ulloa, primer señor de Coca y Alaejos y maestresala de Juan II102. La esposa de don Pedro fue designada dama de Juana de Portugal en este último lugar y el matrimonio fue su custodio en dicha prisión103. En esa villa uno de los hijos de la pareja, llamado Pedro el Mozo, maestresala de la reina doña Juana, tuvo relaciones íntimas con ella. De dicha relación nacieron Andrés, el "Apostólico", y Pedro de Castilla, quienes fueron llevados por su abuelo al monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid "para que los ocultara la priora Constanza de Castilla, su prima"104.
Doña Beatriz Rodríguez de Fonseca murió en 1487 y junto a su marido, fallecido en 1492, fueron sepultados en la capilla que mandaron construir en la iglesia de San Lorenzo en Toro105, ciudad en la que era poderoso el linaje de los Fonseca y Ulloa106.
Estos casamientos tan ventajosos de María y de su hermano Pedro revelan hasta qué punto esta rama de la familia pudo relacionarse con funcionarios de la corte, lugar de poder fundamental en esa época107. Esto pone en evidencia que, en ese momento, las mujeres pertenecientes al linaje de los Castilla marginados de la Corona cumplen el rol que tradicionalmente les otorgaba la sociedad nobiliaria contemporánea. Tal como sabemos, el círculo de parientes unidos por la consanguinidad consideraba la unión matrimonial como un arreglo contractual que tendía a fortalecer los lazos de los integrantes de la familia.

El linaje consolidado

Una vez consolidado el linaje de los Castilla, encontraremos prestigiosos miembros de él en cargos y dignidades eclesiásticas, funciones en la corte y en los municipios, posesión de señoríos y honores, actividad militar, tareas de cultura y mecenazgo.
De las hijas del matrimonio de Pedro el Viejo de Castilla y Beatriz Rodríguez de Fonseca, dos de ellas -Isabel y Catalina- profesaron en el monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo. María, por su parte, casó con Rodrigo de Bobadilla, señor de dicho lugar y regidor de Medina del Campo.
Si volvemos a la rama de los Castilla que desciende del infante Juan, uno de sus hijos, nieto de Pedro I, el obispo Pedro titular en las sedes de Osma y luego de Palencia, tuvo relaciones con dos mujeres y de ambas tuvo una frondosa descendencia. Sabemos que el poder logrado a través del desempeño de cargos eclesiásticos y su participación en asuntos relacionados con la vida cortesana108 le permitió favorecer a su numerosa familia.
De la salmantina Mari Fernández Bernal tuvo dos varones y dos mujeres. Una de ellas fue Catalina, legitimada por Juan II en 1445. Casó con Diego de Rojas, señor de Poza, y tuvo descendencia. Al enviudar ingresó al convento de Santo Domingo el Real de Madrid y allí fue enterrada en la capilla mandada a construir por su hermano Pedro.
También hijo de Mari Fernández Bernal es Sancho, a quien Gerónimo de Aponte califica como "...muy sauio caballero de grandes virtudes"109. Ma. J. Fuente Pérez lo considera "el señor más importante de la ciudad [Palencia] en el último tercio del siglo XV y comienzos del XVI"110.
Durante la guerra civil fue partidario, primero del príncipe Alfonso y luego de su hermana Isabel. Asimismo, mantiene un vínculo directo con el Papado, sin necesidad de mediación de la autoridad diocesana. Enrique IV le concede el señorío sobre la villa de Herrera de Valdecañas (1472), señorío luego reconfirmado por la reina Isabel (1481). En ese mismo año es ya, además, miembro del Consejo de la soberana y quizás compañía del príncipe Juan, de quien se convertirá, posteriormente, en ayo111. Esta función muestra el prestigio alcanzado ya por algunos miembros del linaje que tratamos. El ayo tenía un papel preponderante puesto que la cercanía con el infante le permitía establecer lazos de intimidad y confianza, muchas veces superiores a los de sangre y mantenidos a lo largo de toda la vida112. No nos extraña, por lo tanto, que Sancho haya conseguido no sólo grandes retribuciones para sí sino también para sus hijos, dos de los cuales tuvieron cargos en la casa del príncipe heredero, sin duda concedidos por los Reyes Católicos, mientras que el tercero fue capellán de estos últimos.
Su intervención en la guerra civil apoyando tanto a Alfonso como a Isabel debió haberlo relacionado con la nobleza que integraba el mismo partido. Expresión de ese acercamiento puede ser quizás su matrimonio con doña Beatriz Enríquez, hija del almirante, Fadrique Enríquez, uno de los más notorios miembros de la nobleza que apoyaban a estos príncipes113. Esta unión, lograda bajo el amparo de la Corona, pudo interesar a ambas familias: una de la nobleza tradicional y más encumbrada -que disfrutaba junto con los Velasco los principales cargos cortesanos-, y otra cuyo poderío ya se había consolidado bajo el reinado de los Reyes Católicos. En este caso es doña Beatriz Enríquez quien cumple con la función tradicional de servir de vínculo para reforzar la alianza política entre estos dos linajes nobiliarios.
Unidos reunieron un cuantioso patrimonio que les permitió ejercer una activa tarea de beneficencia y patronazgo en Palencia. Por ejemplo, la reedificación de la iglesia de San Lázaro, que poseía un leprosario, la construcción en dicha iglesia de la capilla mayor en la que disponen de un lugar para sepultura y a la que dotan de ricos ornamentos y para la que disponen la entrega de una renta anual de 100.000 mrs114. También el matrimonio "donó para retablo de la iglesia ocho magníficas pinturas sobre tabla, obra del gran pintor Juan de Flandes", quien por entonces residía en Palencia115. Estas pinturas, sin embargo, no figuran en el inventario de bienes de la capilla mayor que se realizó en 1519116. Otras instituciones beneficiadas fueron el hospital de San Antolín de Palencia y la catedral de dicha ciudad, en cuyo altar mayor figuraron las armas de estos Castilla.
Don Sancho logró ubicar a su numerosa descendencia posicionándola a través de convenientes matrimonios, bienes materiales y cargos en la Corte y en la iglesia117.
De la otra unión del obispo Pedro con la inglesa Isabel Drochelin nacieron otros cuatro hijos. Esta Isabel Drohellin o Drochelin, o bien "Isabel de Olm, dama inglesa", como sostiene el Libro de los linajes de Hespaña, sus principios y continuacion...118, o "Isabel de rrochelin inglesa"119 fue, según la Relación, dama de la reina doña Catalina120. Hay incluso algún documento en que se señala no sólo que ocupaba este cargo junto a Catalina de Lancaster sino que además "vino con ella de Inglaterra"121.
Una de sus hijas, Doña Aldonza, quien fue legitimada por cédula de Enrique IV en 1454122, casó con don Rodrigo de Ulloa, alcaide de la fortaleza de Toro, señor de la Mota, contador mayor de los Reyes Católicos y caballero del hábito de Santiago.
Hermano de Aldonza fue don Alonso el Santo, también legitimado por su primo Juan II en 1450123. Estas legitimaciones son prueba evidente de la cercanía y el valimiento alcanzados por su padre, el obispo don Pedro, en especial ante doña Catalina de Lancaster y el hijo de ésta, el rey Juan II. Según la documentación, don Alonso fue hombre muy piadoso, cotidianamente asistía a los oficios religiosos y se levantaba con su mujer a rezar maitines. Su padre lo nombró único heredero y le dejó juros, heredamientos y muchos otros bienes muebles en la ciudad de Valladolid, de la que era vecino. A todo este patrimonio renunció en favor del obispo y cabildo de Palencia, motivo por el cual los documentos lo llaman "el Santo"124.
El parentesco con la casa real fue lo que hizo posible la unión de esta figura, en sí misma tan poco relevante, con doña Juana de Zúñiga, hija de Diego López de Zúñiga, primer conde de Nieva, y de doña Leonor Niño, hija de Pero Niño, conde de Buelna y de la infanta doña Beatriz de Portugal. La esposa de Alonso de Castilla era por lo tanto biznieta por parte de padre del rey de Navarra. Sus progenitores pertenecían no sólo a ilustres linajes sino que, además, tenían grandes patrimonios territoriales y se movían en el círculo más cercano a la Corona. Recordemos que Diego López de Zúñiga formaba parte en 1476 del Consejo de los Reyes Católicos. A través de la Relacion, una de nuestras principales fuentes, sabemos que doña Juana era "muger de gran enxemplo y vondad. Traxo en dote la villa de Villavaquerin cerca de Valladolid"125.
De este matrimonio se destaca su primogénito, don Alonso de Castilla, quien, al igual que su primo Juan, mencionado anteriormente, es enviado a estudiar a la universidad de Salamanca. Será más tarde consejero al servicio del rey Católico, de Carlos I y de Maximiliano II. Terminará sus días como obispo de Calahorra126.
La importancia para los Castilla de la unión con los Zúñiga se pone de manifiesto en el presbiterio y sepultura de don Diego de Castilla, hijo de doña Juana, en los que figuran las armas de Juana de Zúñiga junto con las de los Castilla: "Escudo partido: 1º de Castilla, en campo de oro banda verde con dragantes del mismo metal; en lo alto un castillo de oro y en lo bajo un león del mismo color; 2º de Zúñiga, en campo de plata banda de sable orlada con una cadena de oro"127. Probablemente los restos de este matrimonio se hallen en la iglesia del monasterio de Santa Clara de Valladolid, en la capilla que para ellos había construido otro de sus hijos, don Pedro128.
La importancia de los matrimonios de esta rama de los Castilla se manifiesta en las genealogías que se refieren a sus sucesores. La mayoría de los documentos que transcriben la Relación de la vida del rey don Pedro y de su descendencia dedican una parte importante a la casa de los Zúñiga, mientras que otras obras genealógicas parecen ocuparse por igual de los Zúñiga y de los Lasso con quienes emparentó Pedro, medio hermano de Alonso el Santo129. En efecto, éste casó con doña Catalina Lasso de Mendoza, nieta de Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana130, quien fue primero condesa de Medinaceli y mujer de don Luis de la Cerda, conde de Medinaceli, luego duque, y "hobo divorcio entre ellos y ella se caso con el dicho don Pedro de Castilla"131.
Así, estas alianzas matrimoniales muestran y consolidan la importancia alcanzada por el linaje de los Castilla, en cuyo seno la mujer cumple en esta etapa el papel que tradicionalmente se ha considerado como el suyo propio dentro de la sociedad nobiliaria de la época.

Conclusión

Tal como hemos intentado demostrar en este trabajo, en la primera etapa de supervivencia y afirmación de las ramas de los Castilla alejados de la Corona, las mujeres desempeñaron un rol fundamental que, en cierto modo, era tradicionalmente propio de los varones. Incluso, para la continuidad de este linaje fue clave una figura femenina: la de Catalina de Lancaster. Al referirse a las constituciones de la capilla del monasterio donde fue sepultado Pedro I, siendo Constanza priora del mismo, María del Pilar Rábade Obradó llama la atención sobre la relación de Catalina y Juan II con el linaje que deriva de Pedro I, señalando que esta capilla "venía a resaltar, de alguna forma, los lazos que unían a Pedro I con el monarca reinante: aunque no se mencionaba expresamente la relación familiar que les vinculaba, la referencia a Catalina de Lancaster, madre de Juan II y nieta de Pedro I, cumplía esa función, y hacía el parentesco aún más evidente la ausencia de toda mención a Enrique III, el padre del monarca, y al fin y al cabo aquél de quien había heredado el trono en el que se sentaba. Es como si se hubiera hecho un paréntesis sobre los reinados que se habían extendido desde la muerte de Pedro I y hasta la entronización de Juan II, que parece quedar legitimado como rey de Castilla gracias a la figura materna"132.
La estrecha relación entre las distintas ramas de los Castilla se manifiesta ya en los nombres otorgados a dos de las nietas de Pedro: el de Constanza, hija de Juan, y el de Catalina, hija de Diego. Creemos que no sería gratuito suponer que ambos nombres fueron puestos en referencia a la reina Catalina de Lancaster y a su madre Constanza, hija del rey Pedro.
Además queda claro que los lazos entre Teresa de Ayala, su hija María y Constanza de Castilla con la reina Catalina iban más allá de un simple parentesco entre tía y sobrina (Teresa y la reina) o entre primas (la reina y Constanza). Surtz sostiene que el sentido de clan como un todo prevaleció por sobre el sentido de unidad nuclear familiar y que se creó, por tanto, "un sentimiento de hermandad entre las mujeres. Los descendientes del rey Pedro y sus amantes se unieron para proteger a sus hijos, especialmente a los varones de la familia"133.
Como vimos, esta protección comienza en el marco de la vida conventual, fuente, además, de creciente poder económico y social. En efecto, durante la baja Edad Media este modo de vida se desarrolla dentro del sistema de organización social imperante, conectado con el dominio que ejerce, por debajo del poder real, el sector de la nobleza. Tanto uno como otro están en estrecho contacto con los monasterios -en el caso estudiado, los femeninos-, para su sostenimiento y para la provisión, por lo menos en los cargos jerárquicos, de miembros de las familias nobles influyentes.
Así como los linajes fortalecen su poder a través de la propiedad, del ejercicio de la jurisdicción y del desempeño de cargos cortesanos y concejiles, también los monasterios, a través de sus autoridades, se relacionan con la Corona y con los municipios donde están instalados, situación que les permitirá el acceso a bienes raíces a través de donaciones o a los cargos cortesanos para sus parientes por servicios prestados o por reconocimiento de lazos familiares con la propia Corona.
En el caso de la familia de la que en este trabajo nos hemos ocupado -el linaje de los Castilla apartados de la línea sucesoria- advertimos cómo en la primera etapa, casi coincidente con la llegada de Catalina de Lancaster al trono de Castilla, dos monasterios dominicos femeninos -Santo Domingo el Real de Toledo y Santo Domingo el Real de Madrid- serán el espacio desde el cual algunas mujeres de la familia -protegidas por la reina- actuarán en la función de preservación y supervivencia de los miembros del linaje, tanto varones como mujeres. Nos encontramos ante manifestaciones similares. Como sostiene Santiago Aguadé Nieto: "Sendos miembros femeninos de la antigua dinastía, al menos por línea bastarda, encuentran refugio en conventos de monjas dominicas, en los que desempeñan un papel importantísimo, a cuyo desarrollo contribuyen notablemente, en los que mantienen vivo el recuerdo del monarca derrotado, al mismo tiempo que los convierten en centros de culto funerario de los miembros de la antigua dinastía, contribuyendo así a la superación de las consecuencias de la guerra civil, todavía perceptibles medio siglo después del final de la misma, y al establecimiento de vínculos entre los supervivientes de la antigua y los miembros de la nueva dinastía"134.
En la misma etapa, en la que se está buscando afirmar la supervivencia de este linaje y la protección a sus miembros, gracias a la actuación de Constanza y de Catalina de Castilla, prioras, como hemos señalado, de los monasterios antes citados, vemos a las figuras femeninas laicas de la familia dedicadas a su consolidación a través de matrimonios ventajosos con miembros de la nobleza cortesana.
En una segunda etapa, son los biznietos de Pedro I quienes, ya afirmado y prestigiado su linaje, contraerán matrimonio con damas de muy alta alcurnia (recordemos los ejemplos de Doña Beatriz Enríquez y de Doña Juana de Zúñiga). Ha llegado el momento en que esta rama de los Castilla, excluida de la sucesión al trono, ha logrado ver coronadas sus aspiraciones de pertenencia al más alto círculo social, proceso en el cual las mujeres jugaron un papel estratégico.
El largo camino recorrido desde las prisiones a que fueron sometidos los hijos varones de Pedro I está marcado, por tanto, por la presencia de estas relevantes mujeres que lograron moverse con gran habilidad en los espacios por ellas creados, llegando incluso, en ocasiones, a cometer algunas transgresiones frente a las jerarquías laicas y eclesiásticas.

APÉNDICE

Notas

1 SEGURA GRAIÑO, C., "Las mujeres en la organización familiar", en La familia en la Edad Media, J. I. DE LA IGLESIA DUARTE, Logroño, 2001, pp. 217-218.         [ Links ] Para una mejor definición de los roles asignados a los hombres y mujeres véase también "Las mujeres en la época de Isabel la Católica", en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Sociedad y economía en tiempos de Isabel la Católica, introducción, Valladolid, 2002, pp. 184-186.         [ Links ] Otras obras de lectura indispensable para profundizar en la evolución del papel femenino en la sociedad bajomedieval castellana, son los siguientes estudios: La voz del silencio. I. Fuentes directas para la historia de las mujeres (siglos VIII-XVIII), SEGURA GRAIÑO, C. (ed.), Madrid, Al-Mudayna, 1992;         [ Links ] MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., Mujer y experiencia religiosa en el marco de la santidad medieval, Madrid, Al-Mudayna, 1988;         [ Links ] Historia de las mujeres en España, GARRIDO GONZÁLEZ, E. (ed.), Madrid, Síntesis, 1997;         [ Links ] Religiosidad femenina: expectativas y realidades (ss. VIII-XVIII), MUÑOZ FERNÁNDEZ, A. y GRAÑA, MA. DEL MAR (eds.,), Madrid, Al-Mudayna, 1991;         [ Links ] La condición de la mujer en la Edad Media. Actas del Coloquio celebrado en la Casa de Velásquez, del 5 al 7 de noviembre de 1984, Madrid, Casa de Velásquez- Universidad Complutense, 1986;         [ Links ] RIVERA GARRETAS, Mª M., "La libertad femenina en las instituciones religiosas medievales", AEM 28, Barcelona, 1998.         [ Links ] Más recientemente, ha aparecido la compilación realizada por TRILLO SAN JOSÉ, C., Mujeres, familia y linaje en la Edad Media, Granada, 2004,         [ Links ] donde entre otros nos han interesado especialmente los artículos de VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, "Las mujeres en el contexto de la familia bajomedieval. La Corona de Castilla" y el de PASTOR, R., "Mujeres en los linajes y en las familias. Las madres, las nodrizas. Mujeres estériles. Funciones, espacios, representaciones". Podemos mencionar, asimismo, la publicación de La diferencia sexual en la historia, Valencia, 2005 (en particular el capítulo quinto sobre mujeres y hombres en la Europa feudal), y los artículos aparecidos en al revista DUODA.

2 Como sabemos, el término linaje puede tener varios significados. Tal como indica Alvarez Borge, "Puede tener un significado para designar a un grupo de descendientes de un antepasado común que se reconocen como tales mediante una sucesión cronológica (lo que los diferencia, por ej., de los clanes). Con ese sentido utilizan el término algunos antropólogos y algunos historiadores y probablemente con un significado similar se utilizaba también en ocasiones en la Edad Media. En un sentido bastante amplio, así definido puede haber diversos tipos de linajes y puede haber varios sistemas de parentesco que incluyan linajes como uno de los elementos que los definen. Una de las formas de concretarse los linajes, supone, entre otras cosas, que las familias se organizan primando la sucesión masculina y la primogenitura y conlleva la existencia de un sistema de parentesco concreto. Esos son los tipos de linajes que encontramos en la Edad Media en la Europa cristiana, y por ello algunos historiadores medievalistas utilizan el término linaje, con ese sentido más concreto, más restringido" (ÁLVAREZ BORGE, I., "La nobleza castellana en la Edad Media: familia, patrimonio y poder", en La familia en la Edad Media..., p. 225). Dado que nuestro trabajo no requiere esa precisión del término, lo utilizaremos con el sentido más amplio señalado por este autor.

3 BORRERO FERNÁNDEZ, M., "El poder en la sombra. La actividad de las mujeres desde la clausura", La Península Ibérica en la era de los descubrimientos (1391-1492), Actas de las III Jornadas Hispano-portuguesas de Historia Medieval, II, Sevilla, 1991, pp. 1118-1119.         [ Links ] Allí también señala que en muchas ocasiones fueron las mujeres las que se dedicaron a una actividad económica junto a sus maridos o en lugar de ellos, es decir, que gestionaron y dirigieron los patrimonios familiares.

4 Véase SEGURA GRAIÑO, C., Las mujeres en tiempos de Isabel la Católica..., y de la misma autora, "Las mujeres y el poder real en Castilla. Finales del siglo XV y principios del XVI", en CERRADA JIMÉNEZ, A., y SEGURA GRAIÑO, C. (eds.), Las mujeres y el poder. Representaciones y prácticas de vida, Madrid, 2000, pp. 137 y ss.         [ Links ]

5 NADER, H. (ed.), Power and Gender in Renaissance Spain. Eight Women of the Mendoza Family, 1450-1650, University of Illinois Press, Urbana and Chicago, 2004, pp. 19-20.         [ Links ]

6 El último estudio que conocemos sobre esta reina es el de ECHEVARRÍA, A., Catalina de Lancaster. Reina Regente de Castilla (1372-1418), Nerea, 2002.         [ Links ]

7 Nuestra opinión sobre este tema se encuentra expuesta en "La descendencia masculina de Pedro I de Castilla", Fundación VI, Buenos Aires, 2002-2003.         [ Links ]

8 Ibidem.

9 RIESCO DE ITURRI, M. B., "Estructuras familiares", Historia 16, nº 207, p. 59.         [ Links ]

10 Teresa de Ayala es hija de Inés de Ayala, quien "constituye un eslabón crucial entre la importancia social y política de la parentela en el marco urbano y la significación que alcanzará en el monasterio" (BARRIOS SOTO, J. L., Santo Domingo el Real y Toledo a fines de la Edad Media (1364-1507), Toledo, 1997, p. 89).         [ Links ]

11 BARRIOS SOTO, J. L., op. cit., p. 21. Este monasterio es creado en 1364 y su promotor más descollante será Pedro I.

12 GARCÍA REY, E., "La famosa priora Doña Teresa de Ayala (Su correspondencia íntima con los monarcas de su tiempo)", BRAH 96, 1930, p. 710.         [ Links ]

13 Ibidem, doc. pp. 733-734.

14 RAH, Colección Salazar y Castro, Ms. N-43, f. 129. En la misma carta, escrita en Valladolid, al referirse a Teresa de Ayala y a María, la reina las califica de "amantes como hermanas" y agrega: "[...] e sabe Dios que vno de los grandes deseos que tiene mi corazon es de volver a esa ciudad donde nos criamos [...]".

15 GARCÍA REY, op. cit., doc. nº 3, pp. 734-735. Para conocer otras demostraciones de afecto y respeto hacia las prioras Teresa y María, consultar los documentos que incluye este autor como apéndice del trabajo citado.

16 El poder fue otorgado el 23 de mayo de 1406, como lo consigna CASTILLO, Parte 3 de la Historia de Santo Domingo, libro 2, cap. 7, citado por FLOREZ, E., Memorias de las reinas católicas, II, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2002, ed. facsímil, f. 710.         [ Links ]

17 PORRES MARTÍN-CLETO, J., Monasterio de Santo Domingo el Real, Madrid, 1966, p. 80.         [ Links ]

18 GARCÍA REY, E., op. cit., doc. nº 15, Coria, 13 marzo 1405, p. 745.

19 Aunque Loperráez indica que quien tomó esa medida fue Enrique III, no cabe duda de la intervención de Catalina, sobre todo teniendo en cuenta lo que se señala en el mismo texto sobre Pedro, hermano de doña Constanza: "Sabiendo el Rey D. Enrique el III, la muerte del Infante D. Juan, entró Religiosa en Santo Domingo el Real de Madrid á Doña Constanza [...] Al D. Pedro su hermano quiso el mismo Rey ponerlo en prision, como al padre, por razon de estado; y habiendo parido la Reyna Doña Catalina por este tiempo, y en el año de mil quatrocientos y cinco, al Príncipe D. Juan, intercedió por D. Pedro su primo, alcanzando que mudara el Rey de intencion. Dispúsose que siguiese los estudios, y la carrera de la Iglesia [...]" (LOPERRÁEZ CORVALÁN, J., Descripción histórica del Obispado de Osma, con el catálogo de sus prelados, I, Madrid, 1788, p. 340).         [ Links ]

20 GARCÍA REY, E., op. cit., doc. nº 17, p. 747: carta de la reina Catalina (Segovia, 9/8/1409). Sabemos, sin embargo, que el cuerpo de Sancho y el de su hermano Diego serán enterrados en el monasterio recién en 1448, cuando era priora del mismo una de las hijas de este último.

21 Ibidem, p. 724. De ambas mujeres nos ocuparemos más adelante.

22 Ibidem., doc. n? 19, p. 749.

23 Ibidem, doc. nº 21, 18/8/1420, pp. 752-753.

24 Ibidem, doc. n? 22.

25 Ibidem, doc. n? 25, pp. 756-757, doc. nº 26, pp. 758-759, doc. nº 27, pp. 759-760.

26 Ibidem, doc. n? 28, 14/8/1417, pp. 760-761.

27 Ibidem, p. 728, Ocaña, 1422. También el rey muestra preocupación para que el provincial de la Orden otorgue permiso de salida temporal del convento y vela por la seguridad de la priora y de su hija María en los traslados a la Corte. Véanse en especial los docs. nº 8 de 1404, p. 738 y nº 9 del mismo año, p. 739.

28 Ibidem, docs. nº 41 y 42, pp. 770-771. Ibidem, doc. nº 44, Barcelona, 23/7/1424, p. 773.

29 PORRES-MARTÍN CLETO, J., op. cit., p. 49.

30 Los datos más relevantes para conocer a nuestro personaje son los que aporta PEÑAS SERRANO, P.

31 Mujeres en la historia de Santo Domingo el Real", Anales Toledanos 35, 1999 y BARRIOS SOTO, J. L., op. cit.

32 Su padre fue el infante Diego de Castilla, preso en la fortaleza de Curiel hasta 1434 (Crónicas de los Reyes de Castilla, ed. C. Rosell, Madrid, BAE, 1953, Crónica de don Juan II, año 1434, cap. II, p. 515).

33 PEÑAS SERRANO, P., op. cit., p. 46.

34 La primera mención documentada data de 1433, cuando se la menciona entre las monjas del consejo, siendo priora María Álvarez de Ayala (Ibidem, p. 46). Porres-Martín Cleto, sin embargo, en su estudio sobre el monasterio toledano de Santa María la Real, sostiene que doña Catalina rigió el cenobio desde 1455 a 1464 (op. cit., p. 70). Por su parte, Barrios Soto ubica el inicio del priorazgo de Catalina de Castilla en 1446, año del fallecimiento de su antecesora María Álvarez de Ayala e indica que continuó como priora hasta su muerte en 1484 o poco antes, "pues ese año los reyes declaran al monasterio sucesor de doña Catalina en la percepción de rentas" (op. cit., p.149).

35 Peñas Serrano afirma que no se sabe con exactitud la fecha de su fallecimiento, aunque supone que debió ser hacia 1480 y casi con seguridad fuera del monasterio: "El 29 de enero de este año actúa la subpriora María de Guzmán en una licencia de traspaso, y el 3 de agosto se menciona expresamente cómo Catalina está ausente 'a causa de una grave enfermedad'. Esta es la última referencia que tenemos de ella. Puede ser que ni siquiera se enterrara en el convento al que ella había amado tanto (de hecho no existe ninguna lauda con su nombre, aunque bien pudiera sepultarse con su padre y tío), y al que legó todos los privilegios que los monarcas le habían hecho en persona" (op. cit., pp. 50-51).

36 Ibidem, p. 45.

37 Ibidem, p. 46.

38 BARRIOS SOTO, J. L., op. cit., p. 150.

39 PORRES MARTÍN-CLETO, J., op. cit., pp. 41-42.

40 PEÑAS SERRANO, P., op. cit., pp. 46-47.

41 "[...] situados e saluados en ciertas rrentas de alcaualas de la dicha cibdad de Toledo e de ciertos logares de su partido en esta guisa: En el alcauala de los Alfahares desta cibdad iii V mrs. En las alcaualas de Mazarambroz i V d mrs. En las alcaualas de Sonseca e Casalgordo iiijº V d mrs. XX V mrs. En las alcaualas de Olías e Vargas viiiº V mrs. En las alcaualas de Maxcaraque ij V mrs. En las alcaualas de Pantoja i V mrs." Estos 20.000 mrs. los recibe doña Catalina "con facultad de poder pasar en eglesia e monesterio e persona de orden e de religion para ella y para sus herederos e subcesores e por quien della o dellos ouiere causa" (MESEGUER FERNÁNDEZ, J., "Santa Beatriz de Silva en Santo Domingo el Real de Toledo, de Monjas Dominicas", Anales Toledanos XIV, Toledo, 1982, p. 98).         [ Links ]

42 Ibidem.

43 Ibidem.

44 Ibidem, p. 98. Véase, además, BARRIOS SOTO, J. L., op. cit., p. 149.

45 PEÑAS SERRANO, P., op. cit., pp. 45-46.

46 Ibidem, p. 46.

47 Así, por ejemplo, los 10.000 mrs que le otorga en 1451 (Ibidem, p. 48).

48 Ibidem.

49 PORRES MARTÍN-CLETO, J., op.cit., p. 52. Sobre estos temas, véase nuestro trabajo "Simbología del poder en un linaje castellano: los descendientes de Pedro I excluidos de la línea sucesoria", CHE 78, 2003- 2004, pp. 47-65.

50 PEÑAS SERRANO, P., op. cit., p. 46.

51 PORRES MARTÍN-CLETO, J., op. cit., p. 52. También hay constancia de que las armas de los Castilla se encontraban asimismo en el sepulcro de doña María, hermana de la priora doña Catalina, que se ubica en la catedral de Sigüenza (véase más adelante nota 101).

52 Ibidem, p. 103.

53 Aún se conservan, embutidas en una estructura del siglo XVI, las tablas de Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina (PEÑAS SERRANO, P., op. cit., p. 50).

54 Casada con Luis Manrique, hijo del corregidor de Toledo, don Gómez Manrique, ingresará posteriormente a este monasterio toledano, donde será priora. Véase PORRES MARTÍN-CLETO, J., op. cit., pp. 42-43.

55 GONZÁLEZ DE FAUVE, Mª E., LAS HERAS, I. J. y FORTEZA, P. DE, "Los cargos esclesiásticos y religiosos como estrategia de recuperación del poder de los descendientes de Pedro I de Castilla", En la España Medieval 24, Madrid, 2001, pp. 239-257.         [ Links ]

56 ANDRÉS, G. DE, "Relación de la vida del Rey D. Pedro y su descendencia que es el linaje de los Castilla por Pedro Gracia Dei. Introducción y edición (I)", Cuadernos para la investigación de la literatura hispánica 19, 1994, p. 248.         [ Links ]

57 "Yo, la sin ventura Reina de Castilla y de León, madre del Rey e tutora e regidora de sus reinos, fago saber a vos Ruy Sanchez Zapata, que por parte de doña Constanza mi parienta, priora del Monasterio de Santo Domingo de Madrid, fue fecha relación de ciertos daños [...] y vos mando que de aquí en adelante no fagades ni consintades facerlo semejante [...] En Valladolid, 20 de enero, año del Nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo 1416". (HUÉLAMO, A. M., "El Devocionario de la dominica sor Constanza", en Asociación Española de Archiveros, Bibliotecarios, Museólogos y Documentalistas, XLII, 1992, pp. 137-138.         [ Links ])

58 "Alonso Getino ("Centenario y cartulario de nuestra comunidad", en La ciencia tomista. Publicación bimestral de los dominicos españoles, Madrid, 1919, X, pp. 132 y 135) calculates that Constanza became prioress in 1415. Since her parents married after 1388, if Constanza were the firstborn child, she could have been born at the earliest in 1389. Nonetheless, Prince Juan may not have married so soon after his imprisonment. Moreover, either Constanza´s brother Pedro or one of the three other children who died in infancy could have been born before her, which would place her birth in the mid to late 1390s. This means that Constanza was not over eighteen, and probably younger, when she took the veil and into her low to mid-twenties when she became prioress" (SURTZ, R. E., Writing women in late Medieval and Early Modern Spain. The mothers of Saint Teresa of Avila, Philadelphia University of Pennsylvania Press, 1995, Chapter 2: Constanza de Castilla and the Gynaeceum of Compassion, p. 163, nota 25).         [ Links ]

59 MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., Acciones e intenciones de mujeres. Vida religiosa de las madrileñas (siglos XV-XVI), Madrid, 1995, p. 123.         [ Links ]

60 Ibidem, p. 130.

61 No olvidemos que Constanza edificó su propia casa en el monasterio.

62 "El provincial fray Juan de Zamora ratifica en 1440 esta libertad de movimientos con total contundencia: 'que podades visitar al Rey de Castilla, vuestro sobrino, con aquella comitiva que a vos cumpliera; que podades salir a ver los bienes del Monesterio, las obras y fábrica antigua del Monesterio; que podades salir por reparo de vuestras enfermedades y precaución de vuestra salud, según consejo y vuestra conciencia vos dictare' (GETINO, A., op. cit., p. 134); para desplazarse hasta Toledo, donde tenía propiedades, y alojarse en el monasterio de Santa Clara de esta ciudad" (MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 131 y nª 16).

63 Véase la autora recién citada, op. cit., pp. 131-134.

64 Este autor transcribe dos donaciones, una de 10.000 mrs. (GETINO, A., op. cit., pp. 140.141. Véase también AHN, Clero-Pergaminos, Carpeta 1366, nº 4) y otra de un juro de 20.000 mrs. situados en las alcabalas de Madrid (GETINO, A., op. cit., pp. 140-141. Las citas de Getino las recoge HUÉLAMO, A. M., op. cit., p. 139).

65 Véase nuevamente GETINO, A., op. cit., p. 140, citado por HUÉLAMO, A. M., op. cit, p. 139.

66 "Otrosy la dicha señora priora de la dicha capilla dixo mandava e mandó, e dottava e dottó, para serviçio de la dicha capilla del dicho señor Rey don Pedro, e para çelebrar e honrrar los ofiçios divinos que en ella se celebraren, estos ornamentos e cosas que se siguen [...] un frontal de damasco rraso que dio la señora Reyna doña Ysabel, de pieças verdes e pardillas con sus paleas de chamelote colorado. E la çanefa de arriba del mesmo paño, guarnesçida en una sávana de lienço de Flandes con una flocadura blanca y morada" (Constituciones, fs.7r a 8r, en RÁBADE OBRADÓ, M. DEL P., "Religiosidad y memoria política: las constituciones de la capilla de Pedro I en Santo Domingo el Real de Madrid (1464)", En la España Medieval 26, 2003, pp. 257-259).         [ Links ]

67 MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 132.

68 BARRIOS SOTO, J. L., op. cit., p. 148.

69 PEÑAS SERRANO, P., op. cit., p. 49.

70 MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 137.

71 Ibidem, p. 136.

72 Ibidem, p. 133.

73 GETINO, A., op.cit., p. 133. Citado por MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 135.

74 Según Gregorio de Andrés, fue animada a ingresar a la vida religiosa por la manda de 500 doblas de oro de la banda, que le hizo su padre D. Pedro en su testamento, siempre y cuando abrazara la vida religiosa (Relación, p. 244). Según el mismo autor, también fue monja en el monasterio madrileño una hermana de Constanza llamada Elvira de Falces, a quien no encontramos mencionada por otros investigadores como hija del infante Juan (op. cit., p. 239).

75 Véase asimismo Quintana, quien afirma que estaban enterradas en el monasterio "muchas monjas de su linaje" (QUINTANA, G. DE, A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid, ed. facsímil de la editada en Madrid en 1629, Madrid, 1980, I, p. 208)        [ Links ]

76 SURTZ, R., op. cit., cap. 2.

77 MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 141.

78 "Y fué llevado á sepultar su cuerpo á la Puebla de Alcocer, y estovo ende fasta que á ruego de Doña Costanza, priora de Santo Domingo el Real de Madrid, nieta deste Rey Don Pedro, por mandado del Rey Don Juan el II. Visnieto del dicho Rey Don Pedro, fueron llevados sus huesos al dicho Monasterio. El qual está ende sepultado, y fecho su vulto cerca del altar mayor como que está de rodillas" (Sumario de los Reyes de España por el Despensero Mayor de la Reyna dña. Leonor, muger del Rey d. Juan el Primero de Castilla, con las alteraciones y las adiciones que posteriormente le hizo un anónimo, publicado por D. Eugenio de Llaguno Amirola, RAH, Madrid, 1781, p. 75). Según Rábade, los Reyes Católicos "en 1504, procedieron a una reforma de la capilla que implicó, entre otras cosas, la manipulación de la figura yacente de Pedro I, que fue convertida en figura orante, con el aspecto que todavía conserva en la actualidad" (RÁBADE OBRADÓ, M. DEL P., op.cit., p. 245).

79 Así se lee en una real provisión de Enrique IV datada en Madrid, el día 19 de diciembre de 1466 (Archivo Histórico Nacional, Clero - Pergaminos, carpeta 1365, nº 21. Citada por RÁBADE OBRADÓ, M. DEL P., op. cit., p. 235, nª 43.)

80 RÁBADE OBRADÓ, M. DEL P., op. cit., p. 235.

81 Ibidem, pp. 234-235.

82 "Por este tiempo [1439] se hallaba Priora en el Convento de Santo Domingo el Real de Madrid Doña Constanza, hermana de nuestro Obispo, de la que tengo ya hablado; con cuyo motivo resolvió traer á su Iglesia el cuerpo de su abuelo el Rey D. Pedro; y habiéndolo comunicado con su hermano el Obispo, dió orden éste para que se construyera en dicha Iglesia una capilla á su costa, y que se colocára en ella a su abuelo, y el cuerpo de D. Juan de Castilla su padre, lo que se ejecutó pasados dos años" (LOPERRÁEZ CORVALÁN, J., op. cit., p. 344).

83 La inscripción la recogen, entre otros, ALONSO LÓPEZ DE HARO en su Nobiliario Genealógico de los Reyes y Títulos de España, I, ed. facsímil de la de Madrid de 1622, Olobarren (Navarra), 1996, p. 260 y FLOREZ,         [ Links ] E., op. cit., f. 646. El ms. 11424 de BN de Madrid, en f. 197v transcribe la inscripción con algunas variantes: "Aquí yace el muy excelente señor d. Juan, hijo del muy alto Rey d. Pedro, cuyas ánimas Nro. Sr. Haya y de tres hijos suyos. Su vida y fin fue en prisiones en la ciudad de Soria. Fue mandado enterrar por el Rey don Enrrique en San Pedro en la misma ciudad traslado a los huesos a xxiiij de deziembre año de Ixo. Aquí en esta sepultura doña Constança su hija Priora deste monasterio cuya anima aya nro.Sr". La inscripción la recogen, entre otros, ALONSO LÓPEZ DE HARO en su Nobiliario Genealógico de los Reyes y Títulos de España, I, ed. facsímil de la de Madrid de 1622, Olobarren (Navarra), 1996, p. 260 y FLOREZ, E., op. cit., f. 646.

84 Remitimos al trabajo de A. M. HUÉLAMO, ya citado en nª 57.

85 Ms. 11424 BN de Madrid, f. 197v. En la Capilla Mayor hizo Constanza colocar otra inscripción: "Esta capilla se empezó a hacer por mandado del muy excelente y precioso señor el rey don Alonso, de buena memoria. Acabola soror doña Constanza, nieta del rey don Pedro y priora indigna deste Monasterio para sepultar almismo Rey. Acabóse a veinte de septiembre de 1444", mientras que la del refectorio decía: "Este refectorio hizo la señora doña Constanza, nieta del rey don Pedro y hija del infante don Juan. Hizole con las limosnas del obispo don Pedro de Castilla, obispo de Osma, su hermano" (MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p.133).

86 GETINO, A., op. cit., pp. 141, 143-144, citado por HUÉLAMO, A. M., op.cit., p. 139.

87 MENÉNDEZ PIDAL, F., Heráldica medieval española I. La Casa Real de León y Castilla, Madrid, 1982, p. 159.         [ Links ]

88 SURTZ, R., op. cit., p. 49.

89 RAH, Colección Salazar y Castro, Testamento de Alonso, obispo de Calahorra, Ms.9/1002, f. 289v.

90 Recordemos que Pedro, hermano de doña Constanza, fue dispensado por el Papa de la ilegitimidad de su nacimiento que le obstaculizaba la promoción a todas las órdenes. Así pudo llegar a ser obispo de Osma en 1432 y ocupar la silla episcopal de Palencia desde 1440 hasta su muerte (1461). Cfr. "Los cargos eclesiásticos...", p. 243.

91 GARCÍA REY, E., op. cit., p. 725.

92 En un documento contenido en los libros del cabildo del concejo de Sevilla, de 12/3/1459, se menciona a Isabel como condesa viuda del conde D. Gonzalo de Guzmán y titular del lugar de Gelves, al que aspira Juan de Tovar, vasallo de Enrique IV. El rey no da conformidad para tal traspaso. (SANZ FUENTES, M. J. y SIMÓ RODRÍGUEZ, M. I., Catálogo de documentos contenidos en los libros del concejo de Sevilla, 2ª ed., Universidad de Sevilla, 1973, doc. 674, p. 111.         [ Links ]

93 GARCÍA REY, E., op. cit., doc. 22, p. 753.

94 Recordemos que las damas de las reinas podían tener gran influencia en la Corte, sobre todo cuando la reina era titular y ejercía personalmente el poder, como sería más adelante el caso de Isabel la Católica, de quien también fue dama uno de los miembros de esta línea de los Castilla, como veremos más adelante. Sin embargo, tengamos en cuenta que su gran número -a fines del siglo XV llegaron a ser entre 50 y 100- hacía que no todas gozaran del mismo nivel de cercanía o privanza. Sobre este tema véase Ladero Quesada, M. A., "La casa real en la baja Edad Media", Historia. Instituciones. Documentos 25, 1998, pp. 327-350.         [ Links ]

95 AHN, Osuna, leg. 3329.

96 En la glosa de la Relación de la vida del rey don Pedro, Ms. 1350, p. 80, se lee: "y este Gomez Carrillo era primo del condestable don Alvaro de Luna y como tal primo suplico al Rey don Juan se hallasen el Rey y la Reyna alos desposorios del dicho Gómez Carrillo con la dicha doña María, hija del dicho don Diego y nieta del rey don Pedro, y assi estuuieron los reyes presentes desposolos el Arzobispo de Toledo hermano del condestable".

97 El 15 de noviembre de 1434, la reina María de Aragón, esposa de Juan II, entregó como dote para el matrimonio de María de Castilla con Gómez Carrillo veintiocho lugares poblados y veintidós yermos en el término de Atienza. Los veintiocho lugares poblados eran los siguientes: Alaminos, Almadrones, Aragosa, Budia, Castrejón, Cogollor, Durón, Olmeda del Extremo, El Olivar, Enche, Bujalharo, Fuente Pinilla, Gárgoles de Suso, Gárgoles de Yuso, Gualdas, Las Hibiernas, Mandayona, Masegoso, Mirabueno, Moranchel, Solanillos, Sotoca, Valdelagua, Villaseca, Utande, Yela, Jirueque y Jadraque. Los veintidós despoblados eran: Almadrones, El Peral, Aranzo, El Sotillo, Ezevica, Henarejos, Hontanares, Terradillos, Ferrueña, La Tobilla, La Casa Manuel, Matillas, Membrillano, Peñarrubia, Pinilla, Val de San Martín, Palacio, Picazo, Pumarejos, Villaverde y Vallunquer (FRANCO SILVA, A., "La herencia patrimonial del Gran Cardenal de España D. Pedro González de Mendoza", en La fortuna y el poder. Estudios sobre las bases económicas de la aristocracia castellana (ss. XIV-XV), Universidad de Cádiz, 1996, p. 317).         [ Links ] En la Historia de la villa de Atienza se consigna que ,"al casarla con Gómez Carrillo quiso [la reina] dotarla según correspondía a su estirpe y en virtud del parentesco y afecto que las unía" (LAYNA SERRANO, F., Historia de la villa de Atienza, Madrid, 1945, p.174).         [ Links ]

98 Crónica del Rey Juan II, ed. C. Rosell, t. II,, año 1434, cap. II, p. 515; Crónica de don Juan II por don Alvar García de Santamaría, CODOIN C, p. 390.

99 ANDRÉS, G. DE, Relación..., p. 242.

100 Ibidem, p. 239.

101 MENÉNDEZ PIDAL, F., op. cit., p.162.

102 PARDO YVALDÉS, E., "El arzobispo de Santiago en tiempos de Alonso de Fonseca", Hispania Sacra XXX, nos. 59-60, Madrid, 1977, p. 9.         [ Links ] El matrimonio tuvo una frondosa descendencia, tanto masculina como femenina.

103 La Relacion dice textualmente: "que estuuiessen en guarda y compañía de la dicha Reyna doña Juana [...]" (Ms. 1354).

104 Relacion..., Ms. 1354 y ANDRÉS, G. DE, Relación..., pp. 242-243.

105 "Sobre el arco trilobulado que cobija el sepulcro y las estatuas, dos ángeles sostienen unas cartelas y un escudo partido de las armas de don Pedro y las cinco estrellas de los Fonseca. Las mismas armerías están en los florones dorados que adornan las claves de la bóveda" (MENÉNDEZ PIDAL, F., op. cit., p. 161).

106 Ibidem, p. 162.

107 "La corte es ya plenamente una escuela de prestigio, el núcleo desde el que se irradia el comportamiento ejemplar de la clase dominante" (CARRASCO MANCHADO, A. I., "Símbolos y ritos: el conflicto como representación", en La monarquía como conflicto en la Corona castellano-leonesa (c.1230-1504), NIETO SORIA, J. M., (dir.), Madrid, 2006, p. 500).         [ Links ]

108 Remitimos a nuestro estudio "Los cargos eclesiásticos...", pp. 242-244.

109 APONTE, P. H. DE, Genealogía verdadera de los Reyes de España con el origen de los linajes y casas de los illustres della, BN de Madrid, MS 11421, p. 116r.         [ Links ]

110 FUENTE PÉREZ, MA. J., La ciudad de Palencia en el siglo XV. Aportación al estudio de las ciudades castellanas en la baja Edad Media, Madrid, Univ. Complutense, 1989, p. 475.         [ Links ]

111 FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Libro de la Cámara del Príncipe don Juan e offiçios de su casa e seruiçio ordinario, Madrid, 1870, pp. 15 y 28.         [ Links ]

112 Para más datos sobre esta función remitimos a LADERO QUESADA, M. A., op. cit. Véase, además, el estudio de FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, A., La Corte de Isabel I: ritos y ceremonias de una reina (1474-1504), Madrid, 2002.         [ Links ]

113 En el Nobiliario Genealógico de algunos linajes y casas antiguas en España por un curioso, del Cardenal Mendoza y Bobadilla, se afirma que casó "con doña ynés hija del conde de Monteagudo" (RAH, Ms C-11, f. 378r). La Relación de la vida del Rey D. Pedro y su descendencia... nos informa que "casó con doña ynés de Mendoça hija del conde de Monteagudo" (ms. 1354 BN de Madrid). No hemos encontrado este dato en ningún otro de los documentos consultados.

114 OREJÓN CALVO, A., "Don Sancho de Castilla: su actuación pública y sus relaciones con el cabildo catedral", en Semana "Pro Ecclesia et Patria". Conferencias, Palencia, 1934, pp. 96-97.         [ Links ]

115 ANDRÉS, G. DE, Relacion..., p. 244.

116 OREJÓN CALVO, A., op. cit., pp. 97 y ss.

117 Uno de los hijos, Juan, integrará el Consejo Real como letrado y el Consejo Supremo de la Inquisición. Por recomendación de su padre, los reyes intervienen en la concesión del Obispado de Astorga y, más tarde, del de Salamanca (véase nuestro trabajo ya citado, "Los cargos eclesiásticos..."). Otro, don Diego, quien sucedió a su padre en el mayorazgo, casó con doña Beatriz de Mendoza, hija del duque del Infantado, quien fue dama de la reina Isabel (Relación..., Ms. 1354.). Por su parte Sancho, llamado como el padre, fue maestresala del príncipe Juan (FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., op. cit., p. 104).

118 RAH, Colección Salazar y Castro, C-12, f. 66r.

119 Ibidem, C-11, f. 377v.

120 Relacion..., Ms. 1354.

121 Colección Salazar y Castro, N-15, f. 47r.

122 RAH, Colección Salazar y Castro, M-9, fs. 239-251, nº 48075, p. 188 y M-12, fs. 178-179.

123 Ibidem, M-I, fs. 10-11.

124 Relacion..., Ms. 1354.

125 Ibidem.

126 Remitimos a nuestro artículo ya citado, "Los cargos eclesiásticos y religiosos...", pp. 248-250.

127 GARCÍA REY, E., op. cit., p. 57.

128 RAH, Colección Salazar y Castro, M-95, fs. 140r a 158. Allí era priora una hermana de Juana de Zúñiga: doña Inés Niño, quien crió en ese monasterio a su sobrino nieto don Diego. Este don Pedro, hijo de Alonso el Santo y Juana de Zúñiga, fue también sepultado allí, asignando en su testamento 20 ducados para ayuda de costa de Constanza de Castilla y Osorio (véase ANDRES, G. DE, "La Capilla funeraria de Alonso de Castilla, obispo de Calahorra, en Santo Domingo el Real de Madrid", en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XXXV, 1995, p. 299),         [ Links ] quien llegó a ser priora de Santa Clara de Valladolid, mientras que su hermana Ana Osorio lo fue de Santo Domingo el Real de Madrid. No nos parece improbable que este último fuera el convento donde profesaran otras dos sobrinas del obispo de Calahorra: Isabel y Francisca de Zúñiga, hijas de Juan de Castilla y María de Cárdenas (Véase MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., op. cit., p. 143).

129 RAH, Colección Salazar y Castro, C-12, Libro de los linajes de Hespaña, fs. 66r-67v.

130 Para un mejor conocimiento de la familia de los Mendoza, véase SÁNCHEZ PRIETO, A. B., La Casa de Mendoza hasta el tercer Duque del Infantado (1350-1531). El ejercicio y alcance del poder señorial en la Castilla bajomedieval, Madrid, 2001.         [ Links ]

131 PAZ, J., "Noticias de Madrid y de las familias madrileñas de su tiempo por Gonzalo Fernández de Oviedo, 1514-56", Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo 1-2, Ayuntamiento de Madrid, 1947, p. 292.         [ Links ] Véase también Relacion..., Ms. 1354. En RAH, Colección Salazar y Castro, C-4, el Epítome de genealogías de la Chronologia y de los Illmos. Jueces de Castilla, que se apoya en Aponte y el Lucero de Nobleza, del f. 277v al 278r. se presenta "la casa de los Lasos de Castilla" y en los fs. 278r-v la "Casa de Alonso de Castilla, hijo natural de D. Pedro de Castilla" [...] "y de Isabel Drochellin la Inglesa".

132 RÁBADE OBRADÓ, M. DEL P., op. cit., p. 234: "En las constituciones se indica que Juan II procedió a la fundación de la capilla para que los oficiales a ella adscriptos 'rrogasen a nuestro señor por las ánimas del dicho señor Rey don / Pedro, e suya, e de la señora Reyna doña Catalina, su madre, e de la señora Reyna Doña María, su muger' (Constituciones, f. 1v). La misma exclusión encontramos en un libro de oraciones atribuido a Constanza, en el que la autora ruega a Dios por la salvación "Principalmente las de mi padre/ & madre: e del señor.

133 SURTZ, R., op. cit., p. 43.

134 BARRIOS SOTO, J. L., op. cit., prólogo por AGUADÉ NIETO, S., p. 21.

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