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Acta bioquímica clínica latinoamericana

versión impresa ISSN 0325-2957versión On-line ISSN 1851-6114

Acta bioquím. clín. latinoam. v.38 n.1 La Plata ene./mar. 2004

 

BIOQUÍMICA CLÍNICA

Excreción de proteínas de bajo peso molecular en pacientes con proteinuria a cadena liviana como marcadoras de disfunción renal

Urinary excretion of low molecular weight proteins in patients with monoclonarl light chain proteinuria as marker of renal dysfunction

Leticia B. Madalena1*, María L. Facio1, Pablo D. Bresciani1, Susana A. Fraind1, Mariel E. Alejandre1, Marcela Pandolfo1, Margarita Angerosa1,3, Jorge E. Toblli4, Marco A. Pizzolato1,3

1. Bioquímico.
3. Doctor en Bioquímica.
4. Doctor en Medicina.

Departamento de Bioquímica Clínica, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Hospital de Clínicas "José de San Martín", Universidad de Buenos Aires.

* Presentado en forma preliminar al 15th IFCC-FESCC European Congress of Clinical Chemistry and Laboratory Medicine. Barcelona, España, Junio 1-5, 2003.

Resumen

Se determinó la excreción urinaria de las proteínas de bajo peso molecular (PBPM) beta-2 microglobulina (B2m), proteína transportadora de retinol (RBP) y alfa-1 microglobulina (A1m), en 65 pacientes con cadenas livianas monoclonales (CLM) en orina y en 47 con distintas enfermedades renales (DER), para evaluar la utilidad clínica de su determinación y el efecto de la presencia de CLM. Se utilizó inmunonefelometría (Beckman) para la determinación de kappa, lambda y A1m; inmunoturbidimetría (Roche) para B2m y ELISA para RBP (Randox). La A1m correlacionó con los valores de CLM (r = 0,49, p < 0,01) y RBP (r = 0,33, p < 0,05). Las medias de PBPM mostraron diferencia significativa entre ambos grupos (p < 0,05); también entre la presencia o no de insuficiencia renal (IR) (p < 0,001). Para A1m la diferencia fue significativa entre pacientes con y sin IR (p < 0,05 para CLM y p < 0,01 para DER). El número de pacientes sin IR con excreción aumentada de A1m mostró diferencias entre CLM y DER (80% y 35,7%; p < 0,01). En pacientes con CLM la alta excreción de PBPM en presencia o no de IR indicaría una disfunción tubular. En pacientes con CLM sin insuficiencia renal, A1m podría constituir una herramienta para el diagnóstico precoz de nefrotoxicidad.

Palabras clave: Cadenas livianas; Bence Jones; Proteínas urinarias de bajo peso molecular; Alfa-1 microglobulina; Gammopatías monoclonales; Nefrotoxicidad; Disfunción renal

Summary

The urinary excretion of low molecular weight proteins (LMWP) beta-2microglobulin (B2m), retinol binding protein (RBP) and alfa-1 microglobulin (A1m) were performed in the urine of 65 patients with monoclonal light chains (MLC) and in 47 patients with different renal diseases (DRD), to evaluate the clinical utility of their determination and the effect of the MLC presence. Immunonephelometry (Beckman) for the quantitation of kappa, lambda and A1m was used, together with immunoturbidimetry for B2m (Roche) and ELISA (Randox) for RBP. The A1m and RBP quantitation had a correlation with the concentration of MLC (r = 0.49, p < 0.01) (r = 0.33, p < 0.05). The mean average of the values of LMWP showed differences for the origin of the disease (p < 0.05) and the presence of renal failure (RF) (p < 0.001). The A1m was different among patients with and without RF (p < 0.05 for MLC, and p < 0.01 for DRD). The number of patients without RF with an increased excretion of A1m showed differences between MLC and DRD (80% and 35.7%; p < 0.01). In patients with MLC, the high excretion of LMWP in the presence or not of RF, would indicate a tubular dysfunction. A1m in patients with MLC without RF, could constitute an early diagnostic tool, as indicator of nephrotoxicity.

Key words: Monoclonal light chains; Bence Jones; Urinary low molecular weight proteins; Alfa-1 microglobulin; Nephrotoxicity; Monoclonal gammopathies; Renal failure

Introducción

   El depósito patológico de las cadenas livianas monoclonales (CLM) o proteína de Bence Jones (PBJ) conduce a la disfunción de distintos órganos y es responsable de la naturaleza agresiva, en general fatal, de las enfermedades productoras de inmunoglobulinas (1). Esta proteína ha sido considerada como la constituyente principal de los cilindros presentes en túbulos renales de pacientes con mieloma múltiple (MM), así como también se la ha encontrado bajo la forma de cristales, fibrillas o en los precipitados de la membrana basal renal en discrasias de células plasmáticas (Mieloma micromolecular, Amiloidosis (AL), enfermedad por depósito de cadenas livianas) (2). De todas maneras, está bien documentado que no todas las CLM son nefrotóxicas o amiloidogénicas (3). Además, se ha podido realizar el aislamiento y la dilucidación de la estructura, por primera vez en una enfermedad humana, de una cadena liviana kappa monoclonal depositada en tejido en forma tanto amiloide como granular, lo que estaría demostrando que la capacidad de depositarse no está relacionada sólo con su estructura (4). Debido a la participación de las CLM como agentes causales de insuficiencia renal y de distintas enfermedades sistémicas, resulta de fundamental importancia su correcta detección y tipificación, para lo cual han sido propuestas una variedad de metodologías (5).
   Si bien en pacientes con CLM se ha encontrado una proteinuria de tipo predominantemente glomerular, el daño tubular asociado a la excreción de estas proteínas está casi siempre presente (6)(7). El estudio del papel que juega el tráfico proteico en la progresión de la enfermedad renal ha aportado evidencia suficiente de que las proteínas filtradas, que se acumulan en el compartimento intracelular de las células tubulares proximales, pueden perturbar su función por diversos mecanismos que terminan en el daño irreversible del parénquima (8).
   La evaluación del compromiso renal se realiza habitualmente mediante la cuantificación de los niveles de creatinina o la medición de su clearence, sin embargo, ambos parámetros han probado, en algunos casos, ser inadecuados. En pacientes con MM la determinación de proteínas de bajo peso molecular (PBPM) ha demostrado tener un valor potencial para evidenciar el daño renal, aún en casos donde los indicadores séricos antes mencionados resultaron normales (9).
   Las proteínas más utilizadas actualmente como marcadoras de disfunción tubular son la beta-2 microglobulina (B2m), la proteína transportadora de retinol (RBP) y la alfa-1 microglobulina (A1m) (10). En general, el incremento de estos marcadores urinarios ha demostrado en forma precoz cambios en la integridad del riñón, incluso previamente al desarrollo de manifestaciones clínicas (11).
   El objetivo del presente trabajo fue caracterizar y comparar la excreción urinaria de estas PBPM en pacientes con proteinuria constituida exclusivamente por CLM y en un grupo de pacientes con otras enfermedades renales de etiología diversa, con el fin de evaluar la utilidad clínica de su determinación y el efecto de la presencia de CLM.

Materiales y Métodos

   Se realizó la determinación cuantitativa de kappa, lambda, A1m, RBP y B2m en orina de 24 h, en 65 pacientes con MM y un cuadro de proteinuria de "tipo mielomatoso" puro, es decir, que sólo presentaban CLM en el uroproteinograma. Las edades oscilaron entre 23 y 86 años. El diagnóstico se realizó de acuerdo a los criterios clínicos, hematológicos y bioquímicos que se utilizan habitualmente (12).
   La investigación e identificación de las cadenas livianas se realizó mediante electroforesis en acetato de celulosa, con posterior electroinmunofijación revelada con tinción argéntica, sin concentración previa de las muestras (13).
   El estudio incluyó, además, 47 pacientes con distintas enfermedades renales (DER), habiéndose excluido de este grupo todos aquéllos que presentaban gammopatías monoclonales mediante la revisión de los antecedentes clínicos y los correspondientes estudios proteicos.
   Se utilizó inmunonefelometría (Beckman Array® Systems. USA) para la determinación de kappa, lambda y A1m (CVi% de 1,9, 1,8, 3,8; y CVe% 1,2, 1,7, 7,2 respectivamente). RBP se determinó mediante ELISA (Randox) (CVi = 6,0%, CVe = 8,9%), y B2m con un ensayo inmunoturbidimétrico (Tina-quant® Roche/Hitachi- CVi = 1,0% y CVe = 1,8%).
   Los resultados se ajustaron a una distribución normal por transformación logarítmica. En la evaluación de los grupos se utilizó el análisis de multivariables entre grupos ANOVA/MANOVA y análisis de distribución de frecuencias (Statistica 5,5).

Resultados

   De los 65 pacientes con CLM, 30 fueron positivos para cadena liviana kappa y 35 para cadena liviana lambda. La concentración media fue 6,0 mg/L (rango entre 0,02 a 74,4) para las cadenas livianas; 62,7 mg/L (4,00 a 440,00) para A1m; 7,86 mg/L (0,03 a 80,00) para B2m y 42,5 mg/L (0,28 a 624) para RBP (Tabla I). Dentro de este grupo, 34 pacientes presentaron insuficiencia renal (IR). A pesar de que todos presentaron el perfil electroforético de una proteinuria con CLM exclusivamente, un 92% superó por lo menos uno de los límites normales aceptados para las PBPM (Fig. 1).

   

   La excreción urinaria de A1m y RBP correlacionó significativamente con los valores de CLM (r = 0,49, p < 0,01 y r = 0,33, p < 0,05 respectivamente), mientras que no se obtuvo correlación para B2m. No se diferenciaron en su comportamiento las CLM según fueran de tipo kappa o lambda.
   En el grupo conformado por DER la concentración promedio fue 50,1 mg/L (4,0 a 253,0) para A1m, 4,36 mg/L (0,03 a 20,10) para B2m y 12,08 mg/L (0,23 a 48,4) para RBP (Tabla II). Dentro de este grupo 33 pacientes presentaron IR.

   Se observó una diferencia estadísticamente significativa entre las medias de los valores de la cuantificación de todas las PBPM para los dos factores analizados, la causa de la enfermedad (p < 0,05) y la presencia de IR (p < 0,001), sin interacciones entre ellos. El test de Tukey mostró diferencias estadísticamente significativas para la cuantificación de A1m, RBP y B2m entre el grupo con CLM e IR y el grupo con DER sin IR. Además, el valor promedio de A1m fue significativamente diferente en cada uno de los grupos para los pacientes que presentaban IR y los que no (p < 0,05 para CLM, y p < 0,01 para DER) (Fig. 2).

   

 

   El número de pacientes sin insuficiencia renal con excreción aumentada de A1m (por encima de 12 mg/L) mostró diferencias estadísticamente significativas entre el grupo CLM y el DER (80% y 35,7% respectivamente; p < 0,01) (Fig. 3). El 97% de los pacientes con CLM e IR presentó valores de A1m elevados, así como un 80% de los que presentaban función renal conservada (p < 0,05) (Fig. 4). El compromiso tubular en estos pacientes se evidenció en el 75,3% de los casos midiendo solamente A1m; mientras que fue del 71,8% midiendo RBP y 51,8% con B2m. Cuando se determinaron dos PBPM (A1m y RBP) se detectó lesión tubular en un 90,6%; el que a su vez, no difirió del número obtenido cuando se consideró la determinación de las tres PBPM (Fig. 5).

Discusión

   El estudio permitió demostrar que, en la muestra analizada, la disfunción tubular definida mediante la determinación de PBPM estaba presente en la mayoría de los pacientes con excreción urinaria de CLM, así como también en pacientes con otras nefropatías, aun en aquellos con función renal bien conservada. No se encontró diferencia estadísticamente significativa en el comportamiento de las tres microproteínas analizadas. Por otra parte, cuando se analizó el grupo que no presentaba insuficiencia renal, se observó que la excreción de A1m era mayor en los pacientes con eliminación de CLM.
   La cuantificación de A1m en los pacientes con CLM permitió identificar un alto porcentaje con compromiso tubular, por lo que la determinación de sólo una PBPM podría advertir sobre la potencial nefrotoxicidad de las cadenas livianas.
   Cooper y col. han observado que la anormalidad más común en la orina de los pacientes con MM era el aumento en la concentración de PBPM, tales como la alfa-1 microglobulina y la alfa-1 glicoproteína ácida. Esta alteración estaba presente aún cuando se detectara o no un compromiso glomerular, y persistía a pesar de que la eliminación de cadenas livianas estuviera reducida por efecto de la quimioterapia (14). También se ha reportado una correlación entre el grado de insuficiencia renal y la atrofia del túbulo proximal, mayor que con el número de cilindros en el túbulo distal en pacientes con MM y la excreción concomitante de CLM. Esto podría estar sugiriendo un papel primordial del daño tubular proximal en la etiología de la lesión tubulointersticial (15). Además de la importancia de las propiedades fisicoquímicas de cada cadena liviana individual en la formación de cilindros y fibrosis, otros factores como la depleción del volumen de líquido extracelular, la concentración incrementada de calcio y el efecto de numerosas drogas pueden contribuir al desarrollo de la insuficiencia renal en estos pacientes (16). La relevancia de la detección precoz de esta situación es que se ha visto que la falla renal crónica, inicialmente subclínica, progresa lentamente y se asocia con complicaciones que se observan tempranamente en el curso de la enfermedad, pasible de ser revertida mediante una terapéutica adecuada (17).
   El incremento de la proteinuria por aumento de la permeabilidad glomerular no determina el aumento del clearence de las PBPM túbulo-dependientes. En la experiencia de los autores se ha encontrado una baja correlación entre la cantidad de cadenas livianas y PBPM hallados en orina. Branten y col. han demostrado que la infusión de albúmina no ejerció efectos relevantes en la reabsorción tubular de B2m en pacientes con proteinuria (18).
   El mecanismo de reabsorción que se ha propuesto para las CLM comprende su unión a cubilina, y la posterior internalización de ambas proteínas, mediada por megalina (19). La acidificación de los lisosomas y la inhibición de la ATPasa Na-K dependiente han sido descriptas como formas de acción directa de las CLM sobre las células tubulares. En DER, estas células, a través de una serie de señales intracelulares producen quimoatractantes, citoquinas y proteínas de la matriz extracelular que interaccionan con macrófagos y fibroblastos conduciendo a la fibrosis instersticial y al subsecuente daño de la estructura tubular característico del estadio final de la enfermedad renal (20)(21). La importancia del presente estudio radica en que a partir de la comparación con el grupo DER pudo observarse un comportamiento similar en la excreción de microproteínas urinarias en presencia de CLM. Sin embargo, en pacientes con CLM sin insuficiencia renal, la cuantificación de A1m podría constituir una herramienta diagnóstica indicadora de disfunción tubular, completando la información que aporta la identificación de CLM y la determinación de creatinina sérica o de su clearance. La detección precoz de la elevación de A1m podría ser una forma de evidenciar la potencial toxicidad de las CLM.

AGRADECIMIENTO

El presente trabajo fue realizado con el Subsidio de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la UBA (B008).

CORRESPONDENCIA

Dra. Leticia B. Madalena
Departamento de Bioquímica Clínica
Facultad de Farmacia y Bioquímica
Junín 956, 1113 Capital Federal
Ciudad de Buenos Aires. Argentina.

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Aceptado para su publicación el 12 de enero de 2004

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