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Acta bioquímica clínica latinoamericana

Print version ISSN 0325-2957

Acta bioquím. clín. latinoam. vol.47 no.2 La Plata Apr./June 2013

 

RECONOCIMIENTO A LA TRAYECTORIA DEL PROF. EMÉRITO DR. RODOLFO R. BRENNER

A mi profesor, colega y amigo, Dr. Cattáneo

 

Dr. Rodolfo Roberto Brenner

Con motivo del fallecimiento del Dr. Pedro Cattáneo, el Dr. Rodolfo Brenner pronunció una conferencia el 26 de mayo de 2000 en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en donde, bajo el título "Cattáneo, el profesor, el científico y el hombre" realizó un reconocimiento a quien fuera, según sus palabras, "un modelo en el comportamiento humano y profesional".
A continuación transcribimos el texto de dicha conferencia:

 "Cattáneo: el profesor,el científico y el hombre
Ha fallecido el Dr. Pedro Cattáneo
Un gran dolor nos acongoja a todos los que lo hemos conocido y hemos gozado de su amistad o hemos sido sus alumnos o colegas.
Personalmente me siento muy especialmente afectado porque he sido todas esas cosas y fue además quien motivó mi orientación científica al campo de los lípidos. Además, me sirvió de modelo en el comportamiento humano y profesional.
Conocí al Dr. Cattáneo en 1944 cuando cursaba Bromatología y Análisis Industriales en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Doctorado en Química) de la UBA, en el viejo edificio de la calle Perú.
En 1943 había sido designado Profesor Titular de la Cátedra pese a su juventud, debido ya a sus grandes méritos. En 1944, yo tenía 22 años y él sólo me llevaba 10 años. Es decir, tenía 32 años.
Cattáneo se recibió de Dr. en Química en 1937 en Buenos Aires, pero ya trabajaba como ayudante químico desde 1931 en el Laboratorio Controlador de Alimentos en la ex-Oficina Química Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. Inmediatamente fue pasando a diversas categorías superiores tales como Jefe de laboratorio de Investigaciones y Contralor de Alimentos (1937), Químico Investigador (1950), Jefe del Laboratorio de Investigaciones sobre Grasas y Aceites (1951) (Dirección Nacional de Química) y Director Nacional de Química (1955-1959).
Pero su gran amor fue siempre la Cátedra de Bromatología y Análisis Industriales en la que fue luego designado Profesor Plenario y en 1978 Profesor Emérito, y luego Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires.
Sin embargo, enumerar así simplemente su excelente evolución como docente es muy fría y no indica ni explica el enorme esfuerzo humano y las aptitudes especiales que tuvo Cattáneo para lograrlo.
Por suerte, su inseparable compañera, Magdalena Vives, o más cariñosamente Magda, me entregó una detallada biografía que escribió Cattáneo en 1979, después de tener un problema cardíaco, y que tituló «Nostalgias -Tíc-Tac». Leerlo es delicioso y nos muestra un Cattáneo joven, humilde, esforzado, trabajador en su casa, en mil cosas: albañil, pintor, carpintero y hasta fabricando una radio a galena, inteligente, tremendamente sentimental, y hasta poeta. Ello nos confirma y expande el conocimiento de sus grandes dotes humanas que lo caracterizaron y admiramos.
Indudablemente, las bases genéticas y el entorno familiar y educacional son las pautas de las personalidades humanas. Cattáneo las tuvo excelentes pese a las muy limitadas facilidades económicas que tenía su padre. Su madre, María N. Ponti, fue una cariñosa y esforzada mujer que se dedicó a su hogar plenamente, sin haber nunca ido al cine ni al teatro. Su padre, Adolfo Cattáneo, de origen humilde pero trabajador, fue muy estricto, y Pedro Cattáneo siempre lo trató de Usted. El orientó a su hijo en el trabajo y estudio. Cuando Pedro Cattáneo fue a la escuela primaria en Floresta, él había nacido en Zárate, ya sabía, así como su dilecto hermano mayor Adolfo, leer, escribir, sumar y restar. Todo era obra de su padre. Cuando cursó el colegio secundario, que fue el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda, luego de intentar hacerlo en el Nacional de Buenos Aires, al que concurría su hermano Adolfo, y que no pudo debido a la falta de vacantes, su padre supervisaba todas las tardes los conocimientos adquiridos. Con semejante padre, era de esperar tal hijo.
Al leer esa biografía, uno tiene sorpresas preciosas: Alguno de nosotros imaginó alguna vez a Cattáneo como cantor? Indudablemente, no. Bueno el maestro de música de Cattáneo en la escuela primaria lo incorporó a un coro de tres voces y en 1924 cantó a capella en el Teatro Colón ante el presidente Alvear.
En 1930 comenzó la carrera de Química a sugerencia de su padre en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la calle Perú, pero el 18 de agosto de ese año, el destino golpea fuertemente a Cattáneo, muere su padre. Encima del intenso dolor, se encuentran los Cattáneo con el drama económico. Pedro Cattáneo, esa persona extraordinaria en uno de sus comunes gestos más que generosos, decide abandonar los estudios para trabajar, ganar dinero, y solventar así los gastos para permitirque su dilecto hermano Adolfo continuara estudiando ingeniería. Yo también tuve la suerte de conocer al ingeniero Adolfo Cattáneo antes que a Pedro en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde fue mi profesor de trabajos prácticos de Física. Adolfo Cattáneo fue también un excelente profesor y excelente persona, pero un terrible fumador. Indudablemente, la resolución tomada era un arreglo de familia, una familia muy unida.
Por suerte, Pedro Cattáneo comentó su problema con el señor Godofredo Klobassa, ese extraordinario vidriero de la Facultad, y que tuve también el gusto de conocer. Klobassa, muy impresionado, le consiguió una entrevista con los directores de la Oficina Química Municipal, Dres. A. Bado y Felipe A. Justo, y Cattáneo obtuvo un pequeño nombramiento. Así pudo seguir sus estudios universitarios, corriendo de la Oficina Química Municipal a la Facultad, pero quedándose sin almorzar. Con esfuerzo y sacrificios Cattáneo siguió y terminó su carrera de Químico. Realizó la tesis con Venancio Deulofeu en Química Orgánica, iniciándose en la investigación científica. Tuvo, como vemos en consecuencia, un excelente director. Recibió el título de Doctor en 1937. Su madre no lo pudo ver, había fallecido en 1934. Cattáneo, siempre sentimental, escribió una pequeña poesía en su honor.
En 1944, cuando cursé la Cátedra de Bromatología y Análisis Industriales con él como profesor, su capacidad docente y de investigación había sido ya reconocida.
Nosotros, sus alumnos, quedamos encantados con Cattáneo. Llegaba puntualmente, con sus tarjetas en que ordenadamente anotaba el esquema de su clase, cosa que yo imité cuando me tocó el turno de ser profesor, y comenzaba la disertación en forma clara, precisa y actualizada, anotando en el pizarrón los datos correspondientes. Los trabajos prácticos fueron excelentes y además, nos llevaba a visitar fábricas de productos alimenticios para interiorizarnos de los procesos industriales en detalle.
Tanto nos gustó su persona, que en 1945 cuando organizamos el viaje de estudio lo invitamos para que nos guiara. Así recorrimos Mendoza, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy, visitando bodegas, laboratorios, ingenios y los altos hornos de Zapla. En Salta estaba como subteniente, cumpliendo una reincorporación al ejército, luego de haber hecho su servicio militar, el compañero y hoy Dr. Carlos Enriori que nos agasajó invitándonos a hacer un paseo a caballo. Salimos a galopar por un campo lleno de pedruscos y en una costalada Cattáneo se cayó del caballo y se pegó un tremendo porrazo. Nos asustamos mucho, pero por suerte, no se lastimó seriamente. Indudablemente la jineteada no era su deporte.
Sin embargo, de joven fue un excelente deportista en otros aspectos, tal como el remo. No sólo cruzó remando el Delta hasta el Uruguay, sino también lo hizo una vez hasta Zárate para visitar a unos tíos.
Luego se dedicó a la pesca, y lo hacía científicamente, por ejemplo, me decía: ‘Mire Brenner, si quiere pescar bogas primero atráigalas tirando maíz al agua'. Además, un día, recuerdo, estando yo en el campo que tenemos a orillas de la laguna Chis-Chis, oímos llegar y aterrizar un helicóptero del que bajó Cattáneo y un comodoro amigo pidiéndonos permiso para pescar. Por desgracia no tuvieron mucho éxito, y sólo sacaron unas tarariras y ningún pejerrey.
Al terminar yo de cursar la carrera de Química y como el Dr. Cattáneo me había impresionado con la descripción de sus técnicas de destilación fraccionada a vacío y resolución de composición de ácidos grasos de los lípidos por ecuaciones matemáticas, decidí hacer la tesis con él. Por suerte me aceptó. Ya 12 doctorandos habían hecho la tesis con él. Yo la hice sobre la composición de una variedad de aceite de oliva. Trabajábamos en el laboratorio que él tenía en la Oficina Química Municipal con autorización de su director, Dr. Abel Sánchez Díaz. En toda su actuación docente Cattáneo dirigió 102 tesis, según datos de su Curriculum Vitae.
Indudablemente cumplió más que bien con uno de los postulados del investigador científico, formar discípulos. Por aquellos tiempos fui ayudante diplomado de su Cátedra, y luego «docente autorizado» y por ello dirigí algunas tesis sobre grasas de pescados de río, publicando los resultados con el Dr. Cattáneo. Formábamos parte de la Cátedra, el buenísimo Fortunato, la seria Inés Kezzler, y yo como ayudantes de trabajos prácticos, el serio Dr. Corso como jefe de Trabajos Prácticos, el alegre Dr. Montes como Profesor Adjunto y el monumento al ordenanza, el gran Dieguez.
Recuerdo que Cattáneo era muy estricto con el cumplimiento de las normas. En ese tiempo yo era un amante del ski. Me iba para las vacaciones de julio al cerro Catedral, pero como la mejor nieve caía en agosto, la deseada nieve en polvo, quise quedarme la primera semana de ese mes. Para ello fue que arreglé con otro ayudante de la cátedra para que me reemplazara en el cumplimiento de mis obligaciones. Yo le devolvería la atención a mi regreso. Era una práctica muy común y que yo he permitido en mi cátedra. Pero Cattáneo no me lo permitió y me descontaron el sueldo por ese período.
Por otra parte en 1953, con esas tácticas de persecución a los que no eran sus adeptos, que caracterizó uno de los varios aspectos negativos del gobierno de Perón, recordemos a Houssay, perdí el cargo de ayudante. Cattáneo me defendió vehementemente, pero sin éxito, poniendo en peligro su propio cargo. Para aclarar el asunto y eliminar ambigüedades señalaré que quise averiguar qué era lo que había pasado realmente, pero infructuosamente. Cattáneo tomó cartas en el problema y averiguó por medio del decano, un Sr. Gracia que éste había recibido una nota del presidente y secretario del centro de estudiantes, de filiación peronista, aduciendo que yo era «un peligro para la política de Perón», por lo que me había sacado del cargo. Cattáneo me recomendó entonces paternalmente dejar el asunto ahí porque podría ser peligroso. Yo me fui entonces a Escocia con una beca del British Council, y allí trabajé con el Dr. Lovern, discípulo del gran lipidólogo Hilditch, cuyas técnicas de laboratorio había adoptado y adaptado Cattáneo. Para mi sorpresa, las técnicas usadas por Lovern para estudiar las composiciones acídicas no eran mejores y más aún la columna de destilación fraccionada de Cattáneo era mejor y más sofisticada que la del discípulo inglés de Hilditch.


Dr. Rodolfo Roberto Brenner conversando con los doctores Luis Federico Leloir y Pedro Cattáneo en una reunión científica de la UNESCO.

Cattáneo fue un pionero en la investigación de los lípidos y sus estudios fueron principalmente analíticos, adaptados en cierta forma a su orientación bromatológica. Fue el más destacado bromatólogo de la Argentina y de Sudamérica. Publicó más de 144 trabajos científicos principalmente en Anales de la Asociación Química Argentina, todos originales, además de un número elevado en temas relacionados.
Detallar sus estudios analíticos realizados sobre las composiciones grasas de semillas de plantas cultivadas de interés agrícola y un sinnúmero de otras silvestres así como los efectos genéticos, climáticos, etc., ocuparía mucho tiempo y han sido descriptos en muchas oportunidades. Fueron los primeros realizados en Sudamérica. Su importancia para la industria aceitera y la agronomía nacional fue muy grande.
Estudió también los lípidos de pulpas, frutos, bulbos y raíces de un número impresionante de plantas. Abordó temas de interés tecnológico asesorando a la industria. Fueron muy importantes también sus estudios sobre subproductos de la Industria Alimentaria y de pseudo-cereales como Amarantos y Quinuas y fuentes alternativas de alimentación.
Un estudio de interés médico fue el que realizó sobre la determinación de ácido titánico en suero y plasma. Este ácido se acumula en la enfermedad de Refsum y produce serios trastornos.
Además, fue consultado constantemente por profesionales e industriales nacionales y extranjeros en temas de su conocimiento, especialmente bromatológico. Recuerdo cómo a veces se quejaba de los japoneses que venían con grabadores, para no perder palabra y eso le molestaba.
Su primer gran colaboradora hasta su prematuro fallecimiento fue la Dra. Germaine Karman que él apreció mucho. Desde 1959 colaboró con él la Dra. María Helena Bertoni, también muy apreciada por Cattáneo, y a quien escucharemos dentro de un momento.
Cattáneo difundió sus conocimientos en interesantes e ilustrativas conferencias en diversos ámbitos del país. Según mis datos pasan de 119 y que no detallaré.
Tuvo una actuación preponderante en la redacción del Reglamento Alimentario y fue presidente desde 1956 hasta 1959 de la Comisión Permanente de dicho Reglamento. Actuó también en 1976 como Representante Titular de la Secretaría de Salud Pública en la Comisión Mixta FAOIOMS del Codex Alimentario Internacional.
Desempeñó desde 1942 en adelante un número tan grande de cargos en distintos congresos, organismos, reparticiones y sociedades científicas que éstos ocupan 6 páginas de su Curriculum Vitae. Citaré algunos de los nombres de esos organismos. Asociación Química Argentina, Dirección Nacional de Química, Sociedad Científica Argentina, Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, Instituto Argentino de Grasas y Aceites, INTI, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Director 1965-1967 y 1972-1973, y miembro de diversas comisiones), Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA (Vicedecano, 1967), Director del Depto. Química Orgánica, 1969-1972), varios Congresos de Química y Bromatología (Presidente), Consejo Asesor Científico y Tecnológico del Gobierno Nacional, etc.
Sus logros científicos, capacidad y comportamiento intachable, fueron reconocidos por varias Academias Nacionales. Fue incorporado como Miembro Titular en 3 Academias Nacionales; la nuestra, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1957; la de Agronomía y Veterinaria en 1989 y la de Ciencias de Buenos Aires en 1991.
Varios países extranjeros también honraron al Dr. Cattáneo: la Academia Chilena de Ciencias lo designó miembro correspondiente en 1986 y ya antes había sido reconocido y honrado como miembro honorario por la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatología y Toxicología (1948); la Sociedad Uruguaya de Bromatología), y la Sociedad Española de Bromatología.

Recibió los siguientes premios:

- 1933 "Guillermo Rawson" de la Institución Mitre.
- 1963 " Abraham Mibashan" por el CONICET.
- 1969 "Fundación Boris Garfunkel e Hijos" por el CONICET.
- 1970 "Shell S.A. Argentina" por el CONICET.
- 1972 "Juan J.J. Kyle" por la Asociación Química Argentina.
- 1976 "Laurel de Plata" por el Rotary Club de Buenos Aires.
- 1981 Diploma de Honor de la Fundación Pedro Escudero.
- 1982 Se le dedicó el N° 5 del Tomo 70 de los Anales de la Asociación Química Argentina.
- 1991 Designado "Miembro Honorario" de la Asociación Argentina de Tecnólogos Alimentarios.

Otro rasgo de Cattáneo lo tenemos en que él nunca se presentó a la Carrera del Investigador del CONICET, y tuvo que ser el CONICET quien reconociendo sus méritos lo invita y lo designa en 1977 Investigador Superior de esa Carrera.
He querido con estas sucintas palabras dar una descripción verídica de la gran personalidad y valores docentes y científicos del Dr. Pedro Cattáneo, mi profesor, colega y amigo. Deja cientos de personas influidas de una u otra manera, pero siempre para bien, por su contacto y enseñanzas. Deja una importante contribución científica y normas que mejoran la industria alimenticia nacional, la agronomía y otros rubros. Pero también nos deja una gran tristeza a sus múltiples amigos por su alejamiento definitivo.
Muchas gracias Dr. Cattáneo por haber podido estar a su lado tantas veces y aprendido tanto.