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Acta bioquímica clínica latinoamericana

versión impresa ISSN 0325-2957

Acta bioquím. clín. latinoam. vol.49 no.1 La Plata mar. 2015

 

RECONOCIMIENTO A LA TRAYECTORIA DEL PROF. DR. JOSÉ ALBERTO CASTRO

Cáncer de mama y consumo de bebidas alcohólicas: una relación poco conocida y una verdad incómoda...

 

El Comité Editorial de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha considerado oportuno incluir en este número el presente artículo escrito por el Dr. José A. Castro por estar relacionado con estudios que actualmente lleva a cabo en el CEITOX.

El efecto neto del consumo abusivo del alcohol es de aproximadamente 3,3 millones de muertes cada año, aún descontando el impacto benéfico del uso del alcohol sobre algunas enfermedades. Dicho en otras palabras, el abuso del alcohol da cuenta del 5,9% de todas las muertes a nivel global.
En la actualidad, el hábito del consumo de alcohol comienza a edades cada vez más tempranas. Se ha demostrado que los adolescentes ingieren mayor cantidad de alcohol en menor tiempo en comparación con los adultos, siendo éste un fenómeno a escala global.
El consumo fuerte y esporádico de alcohol (heavy episodic drinking) es otro patrón que mide el riesgo de consumo de alcohol, ya que se lo asocia con consecuencias serias de mortalidad y morbilidad. La Organización Mundial de la Salud define al heavy episodic drinking como el acto de beber por lo menos 60 gramos de alcohol puro (un litro y medio de cerveza, medio litro de vino o 150 mililitros de whisky), por lo menos una vez en los últimos siete días. A nivel mundial se detectó que aproximadamente el 11,5% de los bebedores tienen ocasión de presentar al menos un episodio de consumo en la semana, superando en número los hombres a las mujeres en una relación de cuatro a uno. Los hombres poseen un consumo de riesgo mucho más elevado en comparación con las mujeres en todas las regiones. Aún así, este fenómeno no es despreciable en la mujer.
Reiteradamente, las comunicaciones científicas y también los artículos periodísticos, internacionales y locales, han señalado el problema del creciente consumo de bebidas alcohólicas en Argentina, especialmente entre los jóvenes y adolescentes. El efecto perjudicial del consumo de bebidas alcohólicas en la salud de la juventud es particularmente serio si se considera que en lo que concierne a la salud reproductiva, éste es el rango etario más comprometido en ambos sexos. El hábito de beber fue una costumbre asociada tradicionalmente con el hombre y el control de dicho consumo recaía en la familia (específicamente, la esposa).
Esta situación hoy se encuentra modificada, especialmente en la generación de mujeres jóvenes, que han aumentado significativamente el consumo de alcohol. Las diferencias entre los géneros se vuelven así cada vez más pequeñas.
Respecto a las diferencias culturales, en algunos países asocian el consumo agudo y desmedido de alcohol con la demostración de masculinidad, por lo tanto, no se les permite beber a las mujeres como medida de sometimiento y evitan así la independencia de género.
Sin embargo, con el movimiento feminista, las mujeres buscaron ocupar roles tradicionalmente masculinos y aumentaron el consumo de bebidas alcohólicas, con sus consecuencias adversas. En algunos casos, los problemas serios relacionados con la bebida se subestiman o se pasan por alto, por provocar mayor escándalo social.
Uno de los factores a tener en cuenta para entender la susceptibilidad de la mujer al consumo de bebidas alcohólicas es el biológico. La mujer posee menor actividad de enzimas gástricas que el hombre, tiene mayor proporción de grasa corporal (menor volumen de agua para su distribución) y su tolerancia sobre los síntomas característicos de la "resaca" es más baja.
Los estudios epidemiológicos realizados en diferentes países, incluyendo Argentina, evidenciaron que el abuso del alcohol en la mujer es un problema de creciente interés. La incidencia aumentada del hábito de beber sobre la salud se observó particularmente en los grupos de mujeres jóvenes. En consecuencia, es de prever que el número de bebedoras adultas se incremente en las próximas décadas. En tal sentido, es importante considerar que debido a las diferencias en el metabolismo del alcohol, la mujer en comparación con el hombre, se encuentra frente a un riesgo mayor de consecuencias negativas asociadas con el consumo de grandes cantidades de alcohol. La salud reproductiva de la mujer no es un tema menor teniendo en cuenta el aumento alarmante del consumo de bebidas alcohólicas en un grupo etario más vinculado con la ventana de fertilidad.
El cáncer es la segunda causa de muerte en nuestro país y en gran parte del mundo. Una proporción muy alta (entre un 80 y un 90%) de los cánceres humanos tienen su origen en factores ambientales, entendiendo por medio ambiente humano todo aquello que hace y constituye el ámbito en el cual el hombre desarrolla su actividad. Por otra parte, los hábitos constituyen el factor más importante del medio ambiente humano que incide en la generación de cáncer (la dieta, los hábitos de fumar y de consumir bebidas alcohólicas, y lo más importante, las interacciones sinérgicas entre estos factores).
El consumo de bebidas alcohólicas ha sido parte de la cultura humana por siglos. Además del etanol y el agua, las bebidas alcohólicas pueden contener también una variedad de otros compuestos derivados de la fermentación, la contaminación y del uso de aditivos o sabores.
Los productos laterales normales de la fermentación, al contrario que el etanol, son considerados seguros en términos generales, pero las bebidas alcohólicas pueden contener contaminantes que han sido evaluados como carcinogénicos por la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC), por ejemplo, N-nitrosaminas y aflatoxinas. Sin embargo, los contaminantes usualmente están en bajas concentraciones y, a través de las últimas décadas, han sido reducidos aún más, por lo menos en los países desarrollados. El efecto del consumo de bebidas alcohólicas sobre el riesgo de cáncer fue revisado por primera vez en las series de Monografías de IARC, en 1988. En ese momento, se concluyó que había evidencia suficiente de carcinogenicidad para los cánceres de cavidad oral, faringe, laringe, esófago e hígado. Posteriormente, una gran cantidad de estudios epidemiológicos exploraron la relación entre el consumo de bebidas alcohólicas y el riesgo de cáncer en distintas localizaciones.
La evidencia publicada para 27 sitios de cáncer fue revisada por un grupo de trabajo reunido en 2007 y esta revisión ha dado origen a un nuevo documento, en el cual se incorporó a la glándula mamaria como un sitio blanco de la acción carcinogénica.
El etanol es el ingrediente principal de las bebidas alcohólicas y el responsable de los efectos neuro-farmacológicos por los cuales éstas son consumidas. Los estudios realizados en animales de experimentación no dan una evidencia clara que indique que el etanol por sí mismo pueda producir cánceres, aunque en la mayoría de los estudios el etanol fuera administrado por el lapso de la vida del animal. Podría decirse que el etanol es débil como carcinógeno y esta carcinogenicidad no se expresaría claramente en ese tiempo.
El acetaldehído, el primer metabolito del etanol producido por el metabolismo oxidativo, es un potente mutágeno y carcinógeno pero generalmente se asume que en la célula este metabolito reactivo no puede alcanzar niveles suficientemente altos que pudieran plantear una amenaza carcinogénica. Como el etanol por sí no es considerado un carcinógeno, la relación del alcohol con los cánceres se ha estudiado principalmente por determinados efectos del etanol en la carcinogénesis inducida por otros compuestos carcinógenos conocidos.
La epidemiología ha demostrado que el consumo de alcohol está relacionado causalmente con un riesgo mayor de padecer cánceres del tracto aero-digestivo superior, hígado, colon y recto, y mama femenino. Especialmente preocupante es el caso de la promoción de cáncer de mama debida al consumo crónico de alcohol. En efecto, el cáncer de mama es una causa de enfermedad y muerte extremadamente importante en las mujeres y el consumo de alcohol es uno de los pocos actores de riesgo modificables para este cáncer. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer informó recientemente que para 2010 más de cien estudios epidemiológicos han evaluado la asociación entre el consumo de bebidas alcohólicas y el riesgo de cáncer de mama.
Desafortunadamente, hay poca información sobre un mecanismo posible para este efecto y sobre efectos moduladores positivos de factores de la dieta, si es que no se evita el consumo de alcohol. Esta cuestión fue de especial interés para motivar los estudios realizados por distintos laboratorios con el propósito de entender la patogénesis de esta relación entre cáncer de mama y el consumo de bebidas alcohólicas y para, eventualmente, sugerir medidas de prevención.
No obstante, siempre es importante tener en cuenta que el cáncer de mama inducido por el consumo de alcohol es una de las pocas causas evitables de cáncer y que sería posible evitar beber alcohol en absoluto, o más probablemente, beber sólo una copa al día (12 gramos de etanol por día solamente).

Prof. Dr. José A. Castro