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Acta bioquímica clínica latinoamericana

versión impresa ISSN 0325-2957

Acta bioquím. clín. latinoam. vol.49 no.2 La Plata jun. 2015

 

ENDOCRINOLOGÍA

Situación actual del estado nutricional del yodo en gestantes de la región de Murcia, España*

Current situation of nutritional state of iodide in pregnant women in Murcia region, Spain

Situação atual do estado nutricional do iodo em gestantes da região de Múrcia, Espanha

 

Caricia Pérez Ruescas, Mª de los Desamparados Sarabia Meseguer, Isabel Tovar Zapata

* Laboratorio Análisis Clínicos. Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca. Murcia. España.

Por decisión del Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana el presente trabajo se publica respetando el formato tal cual fue presentado al premio Wiener Lab. Colabiocli 2013.


Resumen

El objetivo de este trabajo consistió en identificar los niveles de yodo en el primer trimestre del embarazo en mujeres atendidas en centros de salud, pertenecientes al área sanitaria I de Murcia (España), así como la relación de dichos niveles con la ingesta y los suplementos de yodo. Por otra parte se realizó el estudio de la función tiroidea en el mismo grupo. Se realizó un estudio descriptivo funcional. El grupo de estudio consistió en 37 mujeres embarazadas, que habían acudido a la primera visita en su centro de salud correspondiente desde los meses de marzo hasta agosto de 2011. Las variables de estudio fueron: niveles de yodo en orina medidos en una muestra aislada de orina, frecuencia de la ingesta de yodo relacionada con la alimentación y suplementos (datos obtenidos mediante una entrevista personal y un cuestionario estructurado realizado entre las participantes del estudio), niveles de hormona tiroestimulante TSH y T4 libre ambas obtenidas a partir de una muestra de sangre. El 86% del grupo en estudio presentaba deficiencia de yodo. Hubo diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la excreción urinaria de yodo, en la ingesta de sal iodada y de pescado. Sin embargo, cualquier otra variable no presentó diferencias significativas. Se hallaron tres embarazadas con hipotiroidismo subclínico y una presentó hipertiroidismo subclínico. Además, estos resultados mostraron que los niveles de TSH pueden ser más bajos en embarazadas que en la población general. En base a los datos de ioduria obtenidos, los suplementos de yodo en este grupo se consideraron insuficientes. Además, se concluye que sería recomendable incluir la determinación sistemática de T4 libre y TSH en el primer trimestre del embarazo, para corregir una posible disfunción tiroidea tan pronto como sea posible y así evitar daños al feto.

Palabras clave: Yoduria; Embarazo; Disfunción tiroidea.

Summary

The aim of this work was to identify iodine levels in the first term of pregnancy in women attending health care centers of Sanitary Area I of Murcia (Spain), and the relationship of said levels with food intake and iodine supplements. Apart from that, thyroid gland function was assessed in the same group. A descriptive transversal study was performed. The sample group consisted of 37 pregnant women who had a first appointment at the corresponding midwifery service from March to August 2011. The variables studied were urinary iodine levels through isolated sample collection, frequency of intake of iodine related to food and iodine supplements (data obtained through a face to face interview and a structured questionnaire administered among the participats in the study), and levels of thyroid-stimulating hormone TSH and free T4 obtained from a blood sample. Eighty-six per cent of the study group had iodine deficiency. Statistically significant differences were found in urinary iodine excretion, in intake of iodine salt and of sea food. However, no other variable studied presented any statistically significant difference. Three pregnant women were found with subclinical hypothyroidism and one presented subclinical hyperthyroidism. Furthermore, these results showed that TSH levels can be lower in pregnant women than in the general population. On the basis of the normal urinary iodine excretion obtained, the supply of iodine in the study group is insufficient. Moreover, It would be desirable to include the systematic determination of free T4 and TSH in the first term of pregnancy so as to to correct a likely thyroid dysfunction as soon as possible in order to avoid possible damage to the foetus.

Key words: Loduria; Pregnancy; Tyroid disfunction.

Resumo

O objetivo deste trabalho consistiu em identificar os níveis de iodo no primeiro trimestre de gravidez em mulheres atendidas em centros de saúde, pertencentes à área sanitária I de Múrcia (Espanha), bem como na relação de tais níveis com a ingestão e os suplementos de iodo. Por outra parte foi realizado o estudo da função tireoidiana no mesmo grupo. Foi feito um estudo descritivo funcional. O grupo de estudo consistiu em 37 mulheres grávidas, que tinham assistido à primeira visita no centro de saúde correspondente, desde março até agosto de 2011. As variáveis de estudo foram: níveis de iodo em urina, medidos numa amostra isolada de urina, frequência da ingestão de iodo relacionada com a alimentação e suplementos (dados obtidos através de uma entrevista pessoal e um questionário estruturado realizado entre as participantes do estudo), níveis de hormônio tiroestimulante TSH e T4 livre, ambas obtidas a partir de uma amostra de sangue. 86% do grupo em estudo apresentava deficiência de iodo. Houve diferenças estatisticamente significativas quanto à excreção urinária de iodo, na ingestão de sal iodado e de peixe. Entretanto, qualquer outra variável não apresentou diferenças significativas. Foram encontradas três mulheres grávidas com hipotireoidismo subclínico e uma apresentou hipertireoidismo subclínico. Além disso, estes resultados mostraram que os níveis de TSH podem ser mais baixos em mulheres grávidas que na população geral. Com base nos dados de iodúria obtidos, os suplementos de iodo neste grupo foram considerados insuficientes. Além do mais, seria recomendável incluir a determinação sistemática de T4 livre e TSH no primeiro trimestre da gravidez, para corrigir uma possível disfunção tireoidiana assim que for possível e, desse modo, evitar danos no feto.

Palavras-chave: Iodúria; Gravidez; Disfunção tireoidiana.


 

INTRODUCCIÓN

Generalidades
El yodo es un oligoelemento esencial para el organismo que interviene en la síntesis de hormonas tiroideas, tiroxina T4 y triyodotironina T3, las cuales controlan numerosos procesos metabólicos a lo largo de toda la vida. Su papel durante el desarrollo fetal es fundamental, en especial en el desarrollo de su sistema nervioso central (1). La deficiencia de yodo en la dieta es la causa nutricional de retraso mental prevenible más frecuente en el mundo. No solo es un problema de salud pública de los países en vías de desarrollo, sino que afecta también a países industrializados (2). La experiencia mundial demuestra que no se puede esperar que el incremento del nivel de vida solucione automáticamente la deficiencia de yodo. Son necesarias políticas activas que contribuyan a aumentar de manera permanente la ingesta de yodo en la población (2).
En 1991 la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el objetivo de eliminar los trastornos por deficiencia de yodo (TDY) antes del año 2000. En 1993 la OMS, el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Internacional Council for the Control of Iodine Deficiency Disorders (ICCIDD) propusieron el aumento del consumo de pescado marino como principal estrategia para la supresión de los TDY, así como la yodación universal de la sal (USI), término que implica que toda la sal, tanto de uso humano como animal y la empleada en industrias alimentarias, esté yodada (1) (2). La OMS sostiene que para avanzar hacia la erradicación de los TDY, el 90% de las familias deberían consumir sal yodada (3). En España no se ha instaurado la USI, por lo que es necesario realizar campañas periódicas para promover su consumo. Países como EE.UU. que han seguido esta recomendación, han erradicado por completo los TDY (1) (2).
En España la yodación de la sal está regulada por el Real Decreto de 27 de abril 1424/1983, que establece que la sal yodada debe contener 60 mg de yoduro potásico u otro derivado yodado por kg de sal (1). La deficiencia de yodo en la dieta afecta a todas las comunidades autónomas en las que ha sido estudiada (2). El yodo es un elemento escaso en la naturaleza y se adquiere exclusivamente por el consumo de alimentos, siendo los alimentos procedentes del mar los más ricos en yodo. La OMS, UNICEF y el ICCIDD recomiendan que la ingesta de yodo diaria sea, en mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, de 200-300 μg/día, (4) por estar aumentadas las necesidades durante estos periodos, con el objetivo de mantener una yoduria media alrededor de 180 μg/L, siendo estas cifras superiores a las que se recomiendan en adultos. Dependiendo de la zona geográfica, estos valores no siempre se consiguen sólo con la ingesta de alimentos, por eso es recomendable la administración de suplementos yodados normalmente en forma de comprimidos de yoduro potásico, durante la gestación y lactancia. El suplemento variará si se trata de zonas yodo-suficientes o yodo-deficientes siendo de 150 μg/día y 200 μg/día, respectivamente.
La mayor parte del yodo absorbido se excreta por la orina y la medición de su excreción informa de su ingesta en los días previos, por esto la medición de la yoduria es un parámetro imprescindible cuando se quiere valorar el estado nutricional de yodo en la población. De manera que se considerará que una población es yodo- deficiente si la yoduria media es inferior a 100 μg/L, leve si el valor está entre 50-99 μg/L, moderada entre 20-49 μg/L y grave por debajo de 20 μg/L. Una concentración óptima para un adulto estaría entre 100-150 μg/L, mientras que para la mujer gestante debe estar entre 150-200 μg/L (5) (6). En los últimos diez años se han realizado en España estudios que demuestran que al igual que en otros países europeos, varias zonas del país sufren una deficiencia de yodo leve o moderada (7) (8). Destacan los estudios de la zona del Bierzo (Castilla y León) un escaso consumo de sal yodada entre las embarazadas de esta región, así como un déficit de yodo. Dos estudios más realizados en provincias marítimas como Vigo y Málaga demuestran que el 67,9% de las gestantes tenía yodurias inferiores a la normalidad, y que cerca del 80% de las mujeres embarazadas tenía una ingesta de yodo inferior a la recomendada.
Clásicamente la región de Murcia ha sido una zona con deficiencia de yodo. El último estudio realizado en 1993 ya mostraba una prevalencia de 29% de bocio en la población. No se tiene constancia de que se hayan realizado recientemente estudios epidemiológicos ni nutricionales en la región de Murcia para comprobar el estado nutricional del yodo de las mujeres gestantes. El principal cambio en la función tiroidea asociado con el embarazo es el incremento de los requerimientos de hormonas tiroideas, lo que hará que aumente su producción, la cual dependerá directamente del yodo disponible en la dieta. Cuando la ingesta de yodo es adecuada habrá una adaptación fisiológica normal, pero cuando la ingesta es insuficiente la adaptación fisiológica es progresivamente reemplazada por alteraciones patológicas con importantes repercusiones tanto en la madre como en el feto, pudiendo producir problemas tales como estimulación glandular excesiva, hipotiroxinemia, bocio, cretinismo neurológico y mixedematoso e hipotiroidismo congénito, entre otros. El embarazo puede, en muchas ocasiones, revelar una ingesta pobre en yodo incluso cuando este déficit es moderado (9) (10). Actualmente se sabe que cualquier deficiencia de yodo (no solo la grave) en la mujer embarazada se asocia con un aumento de morbi-mortalidad perinatal y con una disminución de la capacidad auditiva e intelectual de sus hijos. Estos déficits, al contrario que el bocio y el cretinismo, en muchas ocasiones no son perceptibles si no se investigan (2).

Fisiología de la glándula tiroides
Para comprender mejor las alteraciones tiroideas fisiológicas o patológicas que tienen lugar en la gestación, es necesario conocer previamente el mecanismo de secreción, transporte y metabolismo de hormonas tiroideas, el metabolismo del yodo y los sistemas de regulación de la glándula. La tiroides embriológicamente procede de una invaginación del epitelio faríngeo y empieza a observarse alrededor de la tercera semana de gestación. Esta formación desciende por la línea media hasta alcanzar su localización definitiva y permanece unida a su lugar de origen por el conducto tirogloso.
Es una glándula situada en la región anterior del cuello que consta de dos lóbulos simétricos adosados a los dos lados de la tráquea, unidos entre sí por una estructura llamada istmo, localizada sobre la tráquea (Figura 1). Desde el punto de vista microscópico la glándula está formada por vesículas llamadas folículos tiroideos, de tamaño variable, revestidos de células epiteliales cilíndricas llamadas tirocitos y llenos de la sustancia coloide. Este coloide es, básicamente, una glicoproteína yodada, la tiroglobulina (11).


Figura 1. Anatomía de la tiroides.
Tomada de cita 11.

Síntesis de hormonas tiroideas
La función de la tiroides consiste en la elaboración y secreción de las hormonas tiroideas, tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Para la biosíntesis de estas hormonas es esencial la captación del yoduro de la sangre circulante que constituye la fase inicial del proceso. Una vez elaboradas, las hormonas son almacenadas en el coloide, en la molécula de tiroglobulina, y de ahí son vertidas a la sangre según las necesidades del organismo. Las hormonas tiroideas son aminoácidos yodados, y constituyen las únicas moléculas yodadas del organismo. Para atender esta demanda es necesario ingerir 150-200 μg de yodo /día (12). El complejo mecanismo por el cual la tiroides lleva a cabo la elaboración de las hormonas tiroideas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3) puede resumirse en (Figura 2):


Figura 2
. Esquema de la biosíntesis de las hormonas tiroideas. Tomado de cita 12. MIT: monoyodotirosina, DIT: diyodotirosina, TG: tiroglobulina.

1) Captación del yoduro de la sangre mediante la bomba de yoduro del tirocito, mediada por la hormona estimulante de la tiroides (TSH).
2) Formación del yodo molecular por medio de las peroxidasas; estas proteínas oxidan al yodo con ayuda del H2O2.
3) Yodación de los restos de tirosina de la tiroglobulina, previamente formada en la célula tiroidea, para elaborar la monoyodotirosina (MIT) y diyodotirosina (DIT), en un proceso dependiente de la enzima peroxidasa.
4) Acoplamiento de las yodotirosinas para formar triyodotironina (T3) (MIT+DIT=T3) y tiroxina (T4) (DIT+DIT=T4).
5) Captación de las gotitas del coloide por parte del tirocito por pinocitosis y tras la rotura de los enlaces tiroglobulina-hormonas tiroideas, liberación de estas últimas a la sangre.
La tasa diaria de secreción cuando hay suficiente yodo es de 90 μg y 30 μg de T4 y T3, respectivamente (12). Las hormonas tiroideas se pueden almacenar varios meses en estos complejos en el coloide. Como consecuencia, cuando cesa totalmente la síntesis de hormonas tiroideas, es posible que no se observen los efectos de la deficiencia hasta pasadas unas semanas (12) (13).

Metabolismo del yodo
El yodo se absorbe en el tubo digestivo y posteriormente pasa a la sangre. Una tercera parte del yodo circulante se incorpora a la glándula tiroides por un sistema de co transporte activo con Na+ mientras que el resto se elimina por el riñón. De esta forma, en las células foliculares se alcanza una concentración de yodo hasta 40 veces mayor que en el plasma. Este sistema de transporte hacia las células foliculares es activado por la TSH (12). La fuente de yodo del organismo depende únicamente de la dieta. Cuando la ingesta de yodo es inferior a las necesidades, como ocurre en muchas zonas del planeta, con frecuencia no se producen alteraciones aparentes de la función tiroidea, pero cuando se trata de déficits importantes, se pone en marcha la génesis de bocio simple. La cantidad de yodo considerada mínima es ampliamente superada en los países desarrollados, en particular tras la aplicación de las campañas de profilaxis yódica (12).
El yodo contenido en los alimentos y el agua se encuentra predominantemente en forma de yoduro y el resto está unido orgánicamente a aminoácidos. La mayor parte del yodo que llega al aparato digestivo lo hace en forma de yoduro y éste es absorbido en el intestino delgado proximal casi completamente (15). Otra pequeña parte llega en forma de yodato, que es
reducido con rapidez a yoduro, tras lo cual se absorbe prácticamente en su totalidad, siendo la biodisponibilidad de este último equivalente a la del yoduro. El yodo unido orgánicamente representa una pequeña cantidad del yodo contenido en los alimentos, se absorbe tras un proceso de hidrólisis de los compuestos orgánicos que se produce en el tracto gastrointestinal. La liberación del yoduro tras hidrólisis enzimática se completa posteriormente en el hígado y en el riñón. De este modo, el yoduro forma parte del denominado pool de yoduro del fluido extracelular que, en condiciones de riqueza yódica, alcanza una concentración de 1-1,5 mg/dL. Este yoduro, a su paso por el torrente circulatorio es captado por el riñón, la tiroides, las células gástricas y las de las glándulas salivales. Ya que el yoduro captado por las células parietales gástricas y por las de las glándulas salivales es reabsorbido y recuperado por el pool del yoduro, la competencia en la práctica se establece sólo entre el riñón y la tiroides, siendo para esta última mucho mayor.
El aclaramiento renal del yoduro es de unos 30-40 mL/ min y no está relacionado con factores humorales ni con la concentración de yoduros, por lo que plantea un grado de competencia a la tiroides no relacionado con las necesidades de esta glándula. El aclaramiento de yoduros por la tiroides es de aproximadamente 8 mL/min y varía según la situación funcional de la glándula. El pool intratiroideo del yodo es, con mucha diferencia, el más importante del organismo, de modo que en una situación de riqueza yódica alcanza los 8.000 mg, en su mayor parte en forma de aminoácidos yodados. La eliminación del yodo se efectúa fundamentalmente por el riñón. Considerando una ingesta diaria de yodo de 500 μg, la eliminación del elemento se realiza sobre todo por el riñón en forma de yoduro (488 μg), mientras que los restantes (12 μg) se eliminan por las heces, sobre todo en forma de yodo orgánico (12) (Figura 3).


Figura 3
. Esquema del metabolismo del yodo. Tomado de cita 12.

Transporte de las hormonas tiroideas
Las hormonas tiroideas circulan en su mayor parte unidas a proteínas que se sintetizan en el hígado:
1. Globulina fijadora de tiroxina (TBG): su concentración en sangre es baja y tiene una elevada afinidad por las hormonas tiroideas, siendo su principal hormona de transporte pues liga al 70% de la T4 y al 80% de la T3.
2. Prealbúmina fijadora de tiroxina: también presente a bajas concentraciones en sangre y con una afinidad moderada, transporta la décima parte de las hormonas tiroideas circulantes.
3. Albúmina: aunque con poca afinidad por las hormonas tiroideas, está presente en muy alta concentración, lo que le permite transportar un 20% de la T4 y un 10% de la T3.
La cantidad circulante de T4 es aproximadamente cien veces más que de T3; así, los niveles de T4 totales se sitúan entre 4,5-11,2 μg/ dL, y los de T3 se sitúan entre 0,1-0,2 μg/ dL. El 0,03% de la T4 y el 3,3% T3 circulan libres en sangre, no unida a proteínas. Las hormonas libres son las biológicamente activas y sus concentraciones se correlacionan mejor con el estado clínico del paciente (13).

Metabolismo de las hormonas tiroideas
La secreción diaria de T4 es de unos 80 μg; aproximadamente el 35% de esta producción se convierte en la periferia en T3, constituyendo el 80% de la T3 circulante. Asimismo, alrededor del 35% de la T4 producida es transformada en la periferia en T3 reversa (rT3), cuyos efectos metabólicos son nulos. El 95% de la cantidad de rT3 circulante proviene de esta transformación periférica de la T4.


Figura 4
. Tomado de cita 12.

El proceso metabólico de conversión de la T4 en T3 y rT3 se lleva a cabo en la periferia mediante una monodesyodinación, ya sea del anillo externo (fenólico) en el caso de la T3, o del interno (tirosílico) en el caso de la rT3. La T3 y la rT3 sufren, a su vez, procesos de desyodinación que las convierten en diyodotironinas y monoyodotironinas, las cuales como la rT3 carecen de efectos metabólicos. En el metabolismo de las hormonas tiroideas se han identificado tres tipos de 5´desyodasas las cuales eliminan el yodo tanto del anillo interno como del anillo externo. Estas son unas selenoenzimas que se diferencian fundamentalmente por el sustrato sobre el que van a actuar y por el tejido en el que predominan (12).
1) Desyodasa tipo I: es la más activa en el hígado y en riñón siendo la principal responsable de la formación periférica de la T3, requiere un cofactor citosólico que debe mantenerse reducido, por lo que es necesario nicotinamida adenina dinucleótido reducido (NADPH) derivado de la vía de las pentosas monofosfato. Su actividad se incrementa con las hormonas tiroideas por lo que aumenta en hipertiroidismo y disminuye en el hipotiroidismo.
2) Desyodasa tipo II: actúa en el sistema nervioso central (SNC), la hipófisis, tejido adiposo pardo y placenta. Tiene mayor afinidad por la T4 y es importante en la hipófisis en la regulación negativa de la secreción de TSH por la T4. Las hormonas tiroideas disminuyen la actividad desyodasa II, por lo que ésta disminuye en el hipertiroidismo y aumenta en el hipotiroidismo.
3) Desyodasa tipo III: se encuentra en el SNC, placenta y piel. Es la principal inactivadora fisiológica de las hormonas tiroideas T4 y T3, ya que produce a partir de ellas T3 reversa o 3,5 diyodotironina, respectivamente. Se ha sugerido que esta enzima puede tener un papel homeostático importante en la protección del cerebro y quizá también del feto en situación de hipertiroidismo.
En riñón, hígado, músculo esquelético y corazón, la T3 intracelular se obtiene, fundamentalmente, de la circulación mientras que en la corteza cerebral, hipófisis y grasa parda, el 50% de la T3 intracelular se produce dentro del tejido por conversión de la T4 a T3 por la desyodasa tipo II (13). A nivel periférico, fundamentalmente en el hígado se produce la desyodación de la tiroxina, que produce cerca del 70% de la T3 circulante, que es la hormona más activa sobre los tejidos diana. Dado que la vía enzimática que produce la desyodación de T4 en T3 se regula principalmente por factores que son independientes de la función tiroidea, la medida de la T3 sérica generalmente no es necesaria para el estudio de la función tiroidea. La actividad biológica de la T3 es varias veces mayor que la de la T4 y sus efectos metabólicos más rápidos. El metabolismo de la T3 es también más rápido, siendo su recambio 5 veces superior al de la T4 (13).


Figura 5
. Tomado de cita 12.

Regulación de la secreción de las hormonas tiroideas
La glándula tiroidea forma parte del sistema endocrino hipotálamo-adenohipofisario-dependiente y, por tanto, su principal regulación funcional está vinculada al sistema hipotálamo-hipofisario, por un conocido sistema de retroalimentación negativo. La producción de T4 y T3 por la glándula tiroides depende de la TSH, cuya producción está regulada, a su vez por la hormona liberadora de tirotropina (TRH) (12). La desyodasa hipofisaria convierte la T4 en T3 y cuando la concentración intranuclear de T3 desciende, la hipófisis se vuelve más sensible a la TRH. El aumento de T4 libre (T4L) inhibe por retroalimentación negativa la producción de TSH y de TRH. La TSH es una glucoproteína de 28 aminoácidos sintetizada por las células tirotropas de la adenohipófisis. Está formada por dos subunidades (alfa y beta) siendo esta última la que le confiere especificidad y la que se une a su receptor. El receptor de la TSH está situado en la membrana basolateral de los tirocitos, acoplados a proteínas G y produce señales intracelulares mediadas por adenosina monofosfato cíclico (AMPc), cuyos efectos finales son la estimulación de la síntesis y liberación de hormonas tiroideas. Además, la TSH estimula el crecimiento de la glándula tiroides (13).
Otro aspecto importante de la regulación de la glándula, no vinculado a la secreción de TSH, es la denominada autorregulación tiroidea, íntimamente relacionada con la cantidad de yodo del organismo. Así, cuanto más yodo contiene la dieta, menos capta la tiroides, y viceversa. La administración brusca de cantidades importantes de yodo reduce de forma notable la organificación del yoduro (12).
Mecanismo de acción de las hormonas tiroideas Las hormonas tiroideas ejercen su acción tras su introducción en el interior de la célula. A diferencia de los esteroides, las hormonas tiroideas no requieren de su unión previa a receptores citosólicos para penetrar en el núcleo de la célula. Los receptores nucleares de las hormonas tiroideas eran conocidos desde hace mucho tiempo, pero recientemente han sido clonados e identificados dos tipos distintos de estos receptores (TRa y TRb) (16). La hormona tiroidea más activa es la triyodotironina (T3) que actúa a nivel de la transcripción génica regulando la actividad de sus receptores nucleares, que son factores de transcripción dependientes de ligando. Durante el desarrollo, la T3 es necesaria para la expresión normal de los genes que intervienen críticamente en procesos de desarrollo, especialmente migración y diferenciación neuronales. Además, juegan un papel fundamental en el metabolismo de la mayor parte de las células (síntesis de proteínas, activación mitocondrial, regulación del intercambio celular) (16). Las hormonas tiroideas realizan determinadas acciones solo durante ventanas específicas del desarrollo. Por lo tanto, la deficiencia hormonal, aun de corta duración, puede dar lugar a alteraciones irreversibles, con daño cerebral, cuya intensidad dependerá del estadio concreto del desarrollo en el que tiene lugar la falta de hormona (16). Los diversos procesos metabólicos descritos están adaptados para regular la conversión de T4 a T3 y preservar T3 en los tejidos primordiales, como el cerebral, cuando la producción de hormona tiroidea es escasa (17).

Fisiología tiroidea durante el embarazo
Los cambios hormonales y metabólicos que se producen durante la gestación alteran de forma importante la función tiroidea, así que tendrá lugar un conjunto de sucesos que pueden actuar independiente, sinérgica o antagónicamente unos de otros, y en diferentes momentos de la gestación, con la finalidad de adaptar la función materna a los requerimientos tanto maternos como fetales. Estos cambios pueden ser transitorios o por el contrario, persistir durante toda la gestación.
Los cambios más importantes son:
• Alteraciones en la proteína transportadora de hormonas tiroideas (TBG).
• Alteraciones en los niveles hormonales de T3 y T4

ALTERACIONES EN LA PROTEÍNA TRANSPORTADORA DE HORMONAS TIROIDEAS (TBG)
Las hormonas tiroideas se unen a tres proteínas transportadoras: la TBG que es la principal y se encarga del transporte del 70% de T4, la albúmina y la pre-albúmina. Debido a la gran fracción de la hormona tiroidea circulante unida a las proteínas séricas, los cambios en estas proteínas influyen significativamente en las mediciones totales de esta hormona (17). Bajo la influencia de un incremento en la concentración de estrógenos, se observa al principio del embarazo un marcado aumento de la concentración en suero de TBG, alcanzando un pico máximo alrededor de la semana 20 y manteniéndose constante hasta el final del embarazo. La concentración prácticamente se duplica en comparación con el nivel previo al embarazo (Figura 6). Además, existen otros factores concomitantes. Se alarga la vida media de la proteína y su unión a T4 se hace más estable (18).


Figura 6
. Tomado de: cita 19.

ALTERACIONES EN LOS NIVELES HORMONALES DE T3 Y T4
Hormonas totales: Los cambios en las hormonas tiroideas durante el embarazo son consecuencia directa del marcado aumento en suero de TBG. Las concentraciones T4 y T3 aumentan significativamente durante la primera mitad de la gestación. La T4 se une a la TBG en una proporción 1/3 y es necesario mantener esa proporción sin que varíe la concentración de T4L remanente. Para mantener este equilibrio, en las primeras etapas de la gestación la TBG y la T4 están siempre fluctuando, pero con una tendencia a aumentar. Cuando se corrija este nuevo estado metabólico y se estabilicen los niveles plasmáticos de TBG, la producción de T4 también se estabilizará. El cociente entre T3/T4 no debe variar; si varía, es señal de alteración tiroidea, como por ejemplo la deficiencia de yodo (19). Hormonas libres: Paralelamente al aumento de TBG, la T4 y T3 libres tienden a experimentar un descenso transitorio. El mecanismo de retroalimentación del eje hipotálamo-hipofisario se activa en respuesta a este descenso, haciendo que aumente la secreción de TSH, provocando una estimulación de la glándula tiroides para así restablecer los valores de hormonas libres en plasma. Sin embargo, este ajuste no es adecuado en todas las embarazadas, en áreas con una pobre ingesta de yodo los valores de hormonas libres van descendiendo progresivamente hasta la mitad del embarazo, lo que sugiere un estado de relativa hipotiroxinemia (20).

CONTROL DEL EJE HIPOTÁLAMO-HIPÓFISISTIROIDES. PAPEL DE LA hCG*
En general, el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides funciona con normalidad durante la gestación, aunque esta situación pueda alterar los mecanismos de retroalimentación (19). El embarazo produce una variación en la concentración de TSH que generalmente permanece dentro de los límites normales. La TSH es significativamente menor en el primer trimestre en comparación con los niveles del segundo y tercer trimestre, incluso algunas gestantes presentan supresión de TSH, con concentraciones inferiores a lo normal, en etapas tempranas de la gestación, debido a la acción de la gonadotrofina coriónica humana (hCG). La hCG y TSH comparten una misma estructura polipeptídica, dos subunidades α y β: la α es común para ambas y es en la subunidad β donde reside la especificidad. En el primer trimestre de la gestación, cuando los niveles de hCG están más altos, ésta interacciona con el mismo receptor de TSH, provocando una disminución transitoria de la TSH y un aumento, también transitorio, de los niveles de T4L. Este aumento transitorio suele ser de corta duración y es difícil de detectar. No se conoce bien el mecanismo por el cual la hCG actúa sobre el receptor de la TSH, pero parece ser debido a la presencia de determinados cambios moleculares que sufre la hCG, los que le conceden una potente actividad tirotrópica.
Existen casos individuales donde la hCG aumenta más y durante más tiempo y donde sí existen signos clínicos de hipertiroidismo (gestación gemelar, hiperémesis gravídica). La hCG actúa como regulador del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides en un periodo transitorio
al inicio de la gestación (Figura 6). Esto hace que en al menos un 20% de las gestantes se encuentren valores de TSH en el límite inferior de la normalidad (22). La T4 materna es importante en el primer trimestre, un aumento de la TBG circulante produce mayor demanda de la hormona tiroidea para mantener la concentración necesaria de T4L, quedando temporalmente suspendidos los mecanismos endocrinos habituales (17) (19) (23). En la segunda mitad de la gestación, la TSH se estabiliza en niveles normales, y solo si existe déficit de yodo o alteraciones autoinmunes tiroideas, existirá un estado de hiperestimulación tiroidea, que se traducirá en un aumento de TSH. Los valores de referencia de hormonas tiroideas de la población general (0,270-4,205 μUI/mL), no son superponibles a los de la población gestante, debido a los cambios, ya explicados, que se producen como consecuencia de la elevación de estrógenos. En la práctica clínica esto puede inducir a una interpretación errónea de los resultados. Aún no existe consenso sobre cuáles son los límites aceptables de TSH en la gestación, pues si bien se acepta que en la población general los valores de TSH sean menores de 5 μUI/mL, en gestantes se han propuesto límites más bajos, considerando normales las concentraciones menores de 2,5 μUI/mL en el primer trimestre y menores de 3 μUI/mL, en el segundo y tercer trimestre (21)

TIROGLOBULINA
La tiroglobulina (TG) es la principal proteína con yodo en la tiroides y también una forma de almacenamiento de hormona tiroidea. El almacenamiento de TG permite que la tiroides continúe su secreción hormonal a pesar de las deficiencias transitorias de yodo en el ambiente. Los niveles séricos de esta proteína se observan aumentados en el primer trimestre e irán aumentando progresivamente hasta el final del embarazo donde el incremento es más pronunciado. La concentración de TG sérica refleja el contenido de TG tiroidea, pero no se relaciona con la concentración sérica de T3, T4, hCG o yodo. Sí hay una asociación directa entre la TG y el volumen tiroideo, pues a mayor volumen mayor concentración de TG, estando éste estrechamente relacionado con el consumo de yodo durante la gestación (17).

ACTIVIDAD DE LAS 5´DESYODASAS
La desyodasa II se expresa en ciertos tejidos, entre ellos el placentario, y es la encargada de mantener los niveles de T3 fetales cuando los niveles de T4 disminuyen en estados de hipotiroidismo o deficiencia de yodo. La alta actividad de desyodasa III en la placenta humana explica la baja concentración de T3L y la alta concentración de T3 reversa, así como la disminución de la T4L circulante, característico en el metabolismo de las hormonas tiroideas fetales (19). Todos estos fenómenos de estimulación constituyen un mecanismo de adaptación fisiológica de la función tiroidea al embarazo. Estos procesos no son patológicos per se, pero constituyen una carga extra para la glándula tiroides, ya que se crea la necesidad de una compensación rápida mediante aumentos en la producción hormonal, pues la mayoría de los fenómenos de estimulación se producen en el primer trimestre de gestación. Es difícil lograr una determinación cuantitativa precisa del aumento de las necesidades hormonales. Es posible que se deba a variaciones individuales entre pacientes. Sobre la base de cálculos teóricos se necesita un aumento global del 40%-60% en la producción hormonal, con respecto a los valores basales, para lograr un nuevo nivel de estabilidad, después de los primeros 3-4 meses de embarazo (20).

METABOLISMO DEL YODO
El funcionamiento de la glándula tiroides sufre diversos cambios fisiológicos en los primeros meses de gestación gracias a los cuales tiende a alcanzar su estabilidad funcional. Entre aquellos se destaca el aumento de casi un 50% en la producción de hormonas tiroideas. Para hacer frente a esta situación la ingesta de yodo debe incrementarse, sobre todo en el primer trimestre de gestación. Existen además otros dos motivos por los que las necesidades de yodo diarias aumentan durante el embarazo (21). En primer lugar, el aclaramiento renal de yodo que se ve aumentado significativamente durante las primeras semanas del embarazo, motivado por el incremento del filtrado glomerular, y en segundo lugar debido al aumento del paso de yodo disponible en la circulación de la madre a través de la placenta. Este mecanismo será necesario alrededor de la semana 20, en la segunda mitad del embarazo, cuando la glándula tiroides del feto esté preparada para comenzar a sintetizar hormonas tiroideas. El paso de yodo a través de la placenta es un mecanismo indispensable para un adecuado desarrollo del feto (19). En mujeres sanas la glándula tiroides se adapta sin cambios significativos al nuevo estado de "seudohipertiroidismo" que tiene lugar en los primeros meses del embarazo. En mujeres con pobre ingesta de yodo habrá reservas de yodo insuficientes antes y durante la gestación. La situación en este último caso será muy diferente y puede quedar claramente demostrada por la disminución de la excreción de yodo urinario. La ingesta pobre en yodo, leve o moderada, puede ocurrir durante el embarazo, y puede llevar a un estado de hipotiroidismo materno, bocio materno y fetal o hiperestimulación de la tiroides (aumento de TSH) mediante mecanismos de retroalimentación (21).

Fisiología tiroidea fetal
El desarrollo anatómico de la glándula tiroidea se inicia en la semana 7 por una eversión de la faringe anterior en la línea media. Emigra en sentido caudal y alcanza su posición final. La forma bilateral es aparente a las 9 semanas y la captación activa de yodo se inicia hacia la semana 12. Hay folículos tiroideos entre la semana 7 y 10. Existen pruebas que evidencian la producción de T4 hacia la semana 14, pero no es hasta la mitad del embarazo, aproximadamente hacia la semana 18, cuando se inicia la regulación de la producción tiroidea de T4 por la TSH fetal. Hacia la semana 20 las concentraciones de TSH, T4, TBG y T4L fetales empiezan a aumentar, llegando a cifras de adulto a las 36 semanas de gestación. La T3 y la T3L fetales siguen manteniéndose bajas hasta después del nacimiento, ya que su producción está inhibida posiblemente por la alta actividad de la desyodasa tipo III en tejido placentario y uterino (24-26).

PRIMERA MITAD DE LA GESTACIÓN: NO EXISTE FUNCIÓN TIROIDEA FETAL
En la actualidad está demostrado que existe un paso transplacentario de hormonas tiroideas maternas al feto desde las primeras semanas de gestación, antes de que comience la función tiroidea fetal. De manera que estas hormonas provienen de la T4 de origen materno. Así casi toda la T3 presente en los receptores nucleares de la corteza cerebral fetal, desde el primer trimestre del embarazo se genera por la desyodación local de T4 de origen materno (23) (27) (28).
Las hormonas tiroideas intervienen activamente en la regulación de muchos procesos relacionados con la maduración funcional de numerosos grupos celulares durante el desarrollo fetal. De las dos hormonas con átomos de yodo, la que tiene verdadera importancia durante la gestación para el óptimo desarrollo intelectual del feto es la T4, debido a que es la única que puede unirse localmente a los receptores de la corteza cerebral del feto, transformándose allí en T3 y desarrollar su acción biológica. Por este motivo, durante la gestación lo importante para el desarrollo cerebral del feto son las concentraciones en sangre de tiroxina de origen materno y su contribución es tanto mayor cuanto menor es la edad del feto, aunque incluso a término debe ser suficiente para proteger al cerebro. Por su parte la T3 que circula en sangre tiene capacidad para unirse al receptor del núcleo de las células de los diferentes tejidos para facilitar su desarrollo (29). De esta manera, las concentraciones bajas de T4 materna desempeñan un papel fundamental en el desarrollo neurológico del feto, siendo necesarios unos niveles adecuados de tiroxina, sobre todo durante el primer trimestre de gestación, porque no existe producción de hormona tiroidea fetal hasta la semana 20 del embarazo.
El paso de T4 materna a los tejidos embrionarios o fetales está principalmente regulado por la desyodasa tipo III placentaria. La función de esta enzima es independiente de la función tiroidea materna y funciona como un "protector" del paso excesivo de T4 a los tejidos fetales y sus posibles consecuencias nocivas. A pesar de que las concentraciones de T4 son más de 100 veces menores en sangre fetal que en sangre materna, las concentraciones de T4L son prácticamente iguales. Esto es debido a que en el feto, las proteínas transportadoras de T4 son diferentes a las maternas y existen en menos cantidad. La actividad desyodasa tipo III y la concentración de T4 fetal varía en función del desarrollo del feto y de forma programada e independiente del estado tiroideo materno. En los diferentes tejidos fetales, la concentración de T4L y T3 dependerán de la actividad de la desyodasa tipo II y la desyodasa tipo III. Así, las enzimas reguladoras de la concentración de hormonas tiroideas fetales funcionan de forma pre-programada e independientemente de la función tiroidea materna, el único factor limitante será la concentración de T4 materna (27). La hipotiroxinemia materna provoca menor paso de T4 al feto y en consecuencia una hipotiroxinemia fetal que se traducirá en una disminución de T3L a nivel cerebral provocando alteraciones en la migración neuronal y la estructura cortical fetal (30-32).

SEGUNDA MITAD DEL EMBARAZO: SÍ EXISTE FUNCIÓN TIROIDEA FETAL
El sistema hipotálamo-hipofiso-tiroideo madura progresivamente y no comienza a ser funcionalmente activo hasta el inicio de la segunda mitad de la gestación. Cuando la secreción fetal se inicia, existe un aporte mixto. La transferencia materna contribuye significativamente a las necesidades fetales mitigando las consecuencias de una función tiroidea inadecuada. Esta transferencia no se interrumpirá en toda la gestación. La concentración de T4 y T4L fetales irán en aumento hasta niveles comparables con los maternos al final de la gestación. Sin embargo T3 y T3L tiene un aumento mucho menor, debido la rápida conversión de T4 en T3 reversa mediante la desyodasa tipo III a su paso por la placenta. Los tejidos fetales que dependen de T3 para su desarrollo, como estructuras cerebrales, son suplidos localmente por la conversión de T4 en T3 mediante la acción de desyodasa tipo II.
La secreción de hormonas yodadas se cree que se inicia a mitad de la gestación cuando el eje madura y la TSH se secreta a la sangre fetal aumentando progresivamente conforme avanza la gestación y manteniéndose elevada hasta el nacimiento donde disminuye de forma brusca (33). Se cree que el pico de TSH fetal al nacer provoca un aumento de T4 y T3, que contrarresta el déficit de hormona de origen materno (34). En los lactantes prematuros no se objetiva este pico de TSH. Esto explicaría la hipotiroxinemia relativa que padecen los neonatos, al verse privados de la T4 de origen materno, más acentuado cuanto más prematuro sea el parto (35). En la segunda mitad del embarazo tiene lugar el máximo desarrollo cerebral. Por esta razón una severa hipotiroxinemia materna durante esta etapa puede dar lugar a daños neurológicos irreversibles, mientras que si ocurre en una etapa más tardía los daños serán mucho menos severos (36). Todos estos cambios tiroideos se consiguen sin dificultad cuando existe un aporte de yodo suficiente, pero no se obtienen cuando la función tiroidea está afectada o cuando el aporte de yodo es deficitario (22).

Alteraciones patológicas en la regulación de la tiroides durante el embarazo
DÉFICIT DE YODO
Consecuencias del déficit de yodo durante la gestación
En condiciones de deficiencia de yodo, la adaptación fisiológica de la tiroides materna es reemplazada por alteraciones patológicas para compensar este déficit, lo que tendrá importantes repercusiones en la función tiroidea tanto materna como fetal, repercutiendo potencialmente en el desarrollo neurológico de este último. Conforme la gestación progresa y aumentan las necesidades de yodo, la glándula pondrá en marcha mecanismos compensatorios para suplir este déficit, pudiendo llegar a situaciones de hipotiroidismo subclínico y aparición de bocio si se prolonga este déficit en el tiempo. En la práctica clínica la estimulación de la glándula asociada a déficit de yodo pude ser medida a través de una serie de signos indirectos, que indican que la glándula tiroidea no está siendo capaz de adaptar su función a la nueva situación fisiológica de la gestación:
• Disminución de la concentración de T4L. Una vez pasado el pico fisiológico de la hCG, los niveles de T4 tienden a disminuir, manteniéndose dentro de límites normales. Cuando existe déficit de yodo se desarrolla un estado de hipotiroxinemia relativa, poniéndose en marcha un mecanismo de "auto regulación" tiroidea que aumenta la secreción de T3 en detrimento de T4. Secreción preferente de T3, debido a que solo necesita tres moléculas de yodo para su síntesis, a diferencia de T4 que necesita cuatro. De esta manera se produce un ahorro de yodo intratiroideo.
• Cuando la síntesis de T4 disminuye, su porción libre disminuye pudiendo situarse en el nivel bajo de la normalidad de manera que se comprometa el desarrollo cerebral fetal.
• Cociente T3/T4 elevado. Cuando existe una ingesta pobre en yodo este cociente se mantiene elevado durante todo el embarazo, así la gestante consigue un control metabólico en las etapas cruciales de la gestación. Estos cambios en la autorregulación tiroidea no requieren cambios previos a la cantidad de TSH circulante, por lo que su medición en sangre materna no servirá para el cribado de yododeficiencia (31) (36).
• Cambios en los niveles de TSH. En aquellos casos en los que exista deficiencia de yodo y la situación se prolongue en el tiempo tendrá lugar el aumento de TSH ante una disminución de T4. Este aumento puede llegar a duplicar el valor inicial y no tiene por qué rebasar los límites de la normalidad (19).
• Aumento en la concentración de TG. Relacionado con el aumento de la glándula y con la aparición de bocio (19).

Bocio gestacional y su prevención con suplementos de yodo
Estudios realizados en países europeos con diferentes estados nutricionales de yodo, evidencian que el aumento en el volumen de la glándula tiroides durante el embarazo es significativamente mayor cuando las embarazadas no son suplementadas con yodo. Los resultados además mostraron que este suplemento se acompañaba de un significativo aumento en la excreción de yodo en orina y una marcada disminución en el desarrollo de bocio gestacional (19). Seis meses después del parto los parámetros bioquímicos tienden a normalizarse, pero en mujeres que han tenido una baja ingesta de yodo durante el embarazo, el cociente T3/T4 y los niveles de TG tienden a permanecer elevados. El volumen aumentado de la glándula suele normalizarse a los 12 meses después del parto. Esto indica que las alteraciones tiroideas no están limitadas solo al periodo gestacional (19).

Consecuencias de la deficiencia de yodo para el feto
En el caso de deficiencia de yodo, en la primera mitad de la gestación existirá una hipotiroxinemia materna, que provocará una disminución de la T4 fetal. Esto se traducirá en una disminución de T3 intracelular, que puede llegar a ser insuficiente para el desarrollo óptimo de la corteza cerebral (29). A partir de la segunda mitad de la gestación, cuando el feto ya tiene su propio eje tiroideo, y secreta sus propias hormonas, la hipotiroxinemia materna sigue siendo igual de nociva, pues aunque se considera que la función tiroidea, tanto del feto como de la madre están autónomamente reguladas, la función fetal no es suficiente para cubrir las necesidades (19). Además, la actividad tiroidea fetal depende durante todo el embarazo de la cantidad de yodo disponible en la circulación materna (23) y en esta etapa es cuando tiene lugar el máximo desarrollo de las estructuras cerebrales, siendo la hipotiroxinemia materna la causa de déficits neurológicos irreversibles en el recién nacido. El feto tiene un mecanismo de protección frente al ambiente de hipotiroidismo materno que consiste en estimular su propia tiroides para intentar aumentar la concentración de T4, de manera que se incrementa la TSH junto con la TG fetal con el fin de captar más cantidad de yodo (aparición de bocio); de esta manera se mantendrán unos niveles adecuados de T4 para el feto aunque en la madre sean bajos (19).

HIPOTIROIDISMO Y EMBARAZO
El hipotiroidismo es uno de los desórdenes más serios que pueden ocurrir durante el embarazo. La hipofunción tiroidea es muy peligrosa pues sus síntomas pueden pasar desapercibidos (somnolencia, fatiga, letargo, aumento de peso) ya que son los mismos que acompañan al embarazo. En la mayoría de las mujeres con trastornos tiroideos el hipotiroidismo es diagnosticado antes del embarazo, implantándose las medidas necesarias para mantener un estado eutiroideo durante su gestación. Cuando no ha sido diagnosticado sus consecuencias son, entre otras, mayor incidencia de muerte intrauterina, abortos espontáneos, nacimientos prematuros, preeclampsia, bajo peso al nacer así como problemas en el desarrollo fetal con malformaciones. Desde el punto de vista bioquímico, la TSH estará aumentada con o sin una T4L baja. La enfermedad tiroidea autoinmunitaria también es frecuente en gestantes, las cuales presentarán anticuerpos antitiroperoxidasa positivos, siendo más prevalente en aquellas con otras enfermedades de origen autoinmunitario, tales como diabetes mellitus tipo 1 o artritis reumatoidea. En otras ocasiones durante el embarazo existe un hipotiroidismo subclínico, que cursará en la mayoría de ellas, totalmente asintomático. Su funcionamiento es adecuado antes de la gestación, pero no después de ella, en la que se hace patente. Desde el punto de vista bioquímico el hipotiroidismo subclínico se caracteriza por que la TSH estará normal o elevada y la T4L dentro de la normalidad. Está demostrado que el hipotiroidismo, incluso el subclínico, no solo afecta al curso del embarazo si no también al desarrollo neurológico del feto (19) (36).

HIPERTIROIDISMO Y EMBARAZO
La mayor causa de hipertiroidismo en mujeres en edad fértil es la enfermedad de Graves-Basedow. La frecuencia de este trastorno es relativamente baja y se da en 2 de cada 1000 embarazos. También existen otras causas de hipertiroidismo en el embarazo, como nódulo tóxico solitario, bocio multinodular tóxico, tiroiditis de Hashimoto y el hipertiroidismo gestacional no autoinmune (relacionado con la estimulación de la glándula tiroidea por la hCG) o el asociado a hiperémesis gravídica (relacionada con la tirotoxicosis causada por la elevación durante el primer trimestre de la hCG). El diagnóstico clínico es difícil, ya que la mayoría de los síntomas son comunes al estado hipermetabólico que existe durante el embarazo. Desde el punto de vista bioquímico los niveles de T4L y T3L estarán aumentados y los valores de TSH pueden ser incluso indetectables. Las inmunoglobulinas estimulantes de la tiroides (LAST) propias de la enfermedad de Graves-Basedow suelen aparecer elevadas (19).
El hipertiroidismo no tratado puede tener repercusiones en el feto aumentando la frecuencia de bajo peso al nacer, pre-eclampsia y/o parto prematuro, por lo que es importante diagnosticar y controlar el hipertiroidismo de forma preconcepcional. El objetivo del presente trabajo consistió en estudiar los hábitos alimentarios, el estado nutricional de yodo y la función tiroidea en un grupo de gestantes procedentes al Área Sanitaria 1 de la Región de Murcia, España, en su primer trimestre de gestación.
• Los hábitos alimentarios y grado de implantación de la toma de suplementos de yodo se determinron mediante la aplicación de una encuesta. Se evaluará el estado nutricional de yodo mediante la técnica colorimétrica Sandell-Kolthoff para la determinación de yodo en orina y la función tiroidea por medio de la determinación de T4L y TSH.

MATERIALES Y MÉTODOS

Diseño del estudio Se realizó un estudio de corte trasversal y descriptivo que fue aprobado por el Comité de Ética e Investigación Clínica (CEIC) del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca.

Ámbito del estudio
El estudio se realizó en una muestra de 37 gestantes, en el primer trimestre del embarazo, con edades comprendidas entre los 17 y 41 años (32 ± 5,2 años). Dichas gestantes no presentaban antecedentes médicos reseñables y ninguna de ellas tenía historia de enfermedad tiroidea previa. El 97% eran de nacionalidad española y el 3% marroquí. Todas las gestantes estudiadas procedían de los centros de salud de atención primaria (El Palmar y La Alberca) de la zona sanitaria 1 de la región de Murcia. El periodo de estudio estuvo comprendido entre los meses de marzo y agosto de 2012. Se estudiaron 39 mujeres embarazadas sanas no seleccionadas; se excluyeron aquellas que tenían antecedentes de enfermedad tiroidea. Todas las mujeres fueron reclutadas antes de la semana 10 de gestación (captación del embarazo) en sus correspondientes centros de salud. Todas las pacientes cumplimentaron un cuestionario donde se requerían datos tales como: edad, consumo de sal yodada, consumo de pescado, consumo de productos lácteos, la toma o no de suplementos con yodo, tabaquismo (Anexo I). A todas las gestantes se les informó del objetivo del estudio y firmaron un consentimiento informado normalizado para participar en el mismo, con el objeto de hacer un seguimiento en los meses posteriores.

Criterios de exclusión
Las pacientes que durante el estudio tenían valores anormales de la función tiroidea, sugerentes de hipotiroidismo o hipertiroidismo franco según los valores del laboratorio de referencia para la población general, fueron excluidas del estudio. No se excluyeron del estudio aquellas pacientes con hipotiroidismo subclínico, ni las que presentaron hipotiroxinemia relativa sin alteraciones de la TSH. Para la evaluación de la función tiroidea se consideraron las siguientes posibilidades según los valores de referencia del laboratorio (Tabla I).

Tabla 1. Valores de referencia del laboratorio de Análisis clínicos

En total fueron excluidas del estudio 2 mujeres que presentaban valores compatibles con hipertiroidismo franco.
VARIABLES ESTUDIADAS:
Edad, Consumo de sal yodada, Consumo de pescado marino, Consumo de productos lácteos¸ Consumo de cigarrillos, Suplementos de yodo, T4L y TSH, yoduria.

Determinaciones de laboratorio
RECOLECCIÓN DE MUESTRAS BIOLÓGICAS
Tras explicar a las gestantes la naturaleza del estudio y obtener el correspondiente consentimiento informado, se tomó una muestra de orina en un recipiente estéril, que fue alicuotada y congelada hasta su procesamiento. A todas las pacientes se les realizaron extracciones sanguíneas a primera hora de la mañana con objeto de determinar valores de la función tiroidea (TSH, T4L) en el primer mes de gestación.

DETERMINACIÓN DE YODO EN ORINA
El yodo urinario se midió mediante un método cuantitativo basado en la reacción de Sandell-Kolthoff en la que el yodo, en forma de yoduro, actúa como catalizador en la reducción del ión cérico (Ce4+ a Ce 3+) acoplado a la oxidación del arsenito (As3+ a As5+). El ión cérico (Ce4+) en solución tiene un color amarillo, mientras que su forma reducida (Ce3+ es incolora). De esta forma la desaparición del color amarillo es directamente proporcional a la cantidad de yodo presente en la muestra, que reduce el cérico (Ce4+ a Ce3+). Esta reacción es muy específica y altamente sensible, lo que la hace básica para la mayoría de los métodos químicos que detectan yodo en orina. Las dos semi-ecuaciones de la reacción son:

AsO2 - + I3 - + 2 H2O → AsO4 3- + 3 I- + 4 H+
2 Ce4+ + 3 I- → 2 Ce3+ + I3 -

La reacción neta es:

2 Ce4+ + As3+ → 2 Ce3+ + As5+

Las muestras requieren una digestión previa con persulfato amónico que actúa oxidando la materia orgánica para evitar que ciertas sustancias (tiocianato, ión ferroso, nitrato etc…) puedan posteriormente interferir, reduciendo u oxidando a los elementos utilizados en las reacciones redox acopladas.

Reactivos

• Acido sulfúrico (2,5 mol/L). Se preparó con 280 mL de acido sulfúrico concentrado (98%) que fue añadido lentamente sobre 1000 mL de agua; después la mezcla se enfrió y se diluyó hasta un volumen de 2000 mL.
• Sulfato cérico amónico (0,0158 mol/L). Se pesaron 10 mg de sulfato cérico amónico y se disolvieron en 1000 mL de ácido sulfúrico (2,5 mol/L).
• Persulfato amónico (1 mol/L). Se pesaron 228,2 g de persulfato de amonio y se diluyeron a 1000 mL con agua.
• Ácido arsenioso (0,0253 mol/L). Se pesaron 5 g de trióxido de arsénico, 25 g de cloruro sódico y se añadieron 200 mL de ácido sulfúrico (2,5 mol/L) hasta disolverlo en calor; después de refrigerar la mezcla fue diluida hasta 1000 mL con agua.

Calibradores:

• Calibrador de stock A: Se disolvieron 168,6 mg de yodato potásico en 100 mL de agua(106 μg/L).
• Calibrador de stock B:
1 mL de A se disolvió en 100 mL de agua (104 μg/L).
• Los calibradores de trabajo (C, D, E, F, G) se prepararon pipeteando 1 mL, 2 mL, 3 mL, 4 mL, 5 mL del calibrador B respectivamente y se diluyeron todos ellos con agua hasta 100 mL, obteniéndose concentraciones de 100 μg/L, 200 μg/L, 300 μg/L, 400 μg/L, 500 μg/L, respectivamente.

*Todos los reactivos fueron de Sigma-Aldrich Química S.A.

METODOLOGÍA
A 200 μL de calibradores, controles y muestras se le añadió 1 mL persulfato de amonio (se utilizaron tubos de vidrio 16 x 100 mm). Todas las muestras fueron oxidadas durante 30 min a una temperatura de 90-95 ºC en un bloque calefactor bajo control de temperatura. Una vez terminada la oxidación las muestras fueron enfriadas a temperatura ambiente y se les añadieron 2 mL de ácido arsenioso, 1 mL de ácido sulfúrico 1,25 mol/L y 1 mL de agua (lentamente). Fueron incubadas en un baño a 32 ºC durante 10 min. La reacción comenzó con la adición de 500 μL de sulfato cérico amónico a cada una de las muestras. Tras añadir el último de los reactivos, todos los tubos se agitaron e incubaron temperatura ambiente durante 10 min. Para procesar las muestras correctamente la adición del sulfato cérico amónico se hizo dejando un intervalo de 1 minuto entre muestra y muestra. Las muestras fueron medidas a una absorbancia de 420 nm en intervalos de un minuto, utilizando cubetas 10 mm de espesor, en un espectofotómetro Perkin Elmer lambda 25 UV/VIS. La curva de calibración se preparó diariamente y la concentración correspondiente a cada muestra se obtuvo por interpolación a partir de la curva de calibración (Figura 7).


Figura 7
. Curva de calibración para varias concentraciones de yodo

IMPLANTACIÓN DE LA TÉCNICA SANDELL-KOLTHOFF
Para determinar la variabilidad intraensayo una de las muestras fue procesada 20 veces en mismo día. Para determinar la variabilidad interensayo la misma muestra anterior fue procesada 20 días diferentes. Para determinar la exactitud se prepararon varias diluciones a partir de un pool de orinas de concentración conocida. Cada una de estas diluciones se midió 5 veces y se calculó la concentración media de yodo recuperada. Para determinar la linealidad del método, se hicieron varias diluciones con agua destilada a partir de una muestra de orina de concentración conocida. Los resultados fueron multiplicados por el correspondiente factor de dilución y se compararon con la concentración esperada. El grupo de trabajo de trastornos por deficiencia de yodo (TDY) es el más antiguo de la Sociedad Española de Endocrinología Médica y Nutrición y viene trabajando desde hace 25 años de manera ininterrumpida. Dentro de su catálogo de pruebas se encuentra la determinación de yodo en orina para la cual utilizan esta reacción de Sandell-Kolthoff.

ANÁLISIS DE LAS MUESTRAS SANGUÍNEAS
Para la determinación de TSH se utilizaron técnicas de electroquimioluminiscencia (ECLIA) en un analizador Cobas E170 utilizando reactivos de Roche Diagnostics ® (Manheim, Alemania) con una sensibilidad de 0,014 μUI/mL, rango de ensayo 0,005-100 μUI/mL, valores de referencia CV intraensayo de 1,2 a 3%, CV interensayo de 3,5-4,2% con unos valores teóricos de 0,270 μUI/mL para el percentil 2,5 y 4,20 μUI/mL, para el percentil 97,5. Para la determinación de T4L se utilizaron técnicas de electroquimioluminiscencia (ECLIA) en un
analizador Cobas E170 utilizando reactivos de Roche Diagnostics® (Manheim, Alemania). Con un límite de detección 0,30 pmol/L (0,023 ng/dL), intervalo de medición 0,300-100 pmol/L (0,023-7,77 ng/dL), CV intraensayo 1,4-2%, CV interensayo de 2,6-4,8%, con unos valores de referencia de 12 pmol/L (0,93 ng/dL) para el percentil 2,5 y 22 pmol/L (1,7 ng/dL) para el percentil 97,5. Los valores de referencia del laboratorio se refieren a la población general y no son específicos para población gestante.

FUNDAMENTO DE LA TÉCNICA
En una primera incubación se emplean anticuerpos monoclonales biotinilados, dirigidos específicamente contra TSH humana y un anticuerpo monoclonal específico anti-TSH marcado con quelato de rutenio formando un complejo tipo sandwich. La segunda incubación consiste en la incorporación de micropartículas recubiertas con estreptavidina, el complejo formado entre la biotina y estreptavidina se fija a la fase sólida. La mezcla de reacción es trasladada a la célula de lectura, donde por magnetismo las partículas se fijan a las paredes del electrodo. Al aplicar una corriente eléctrica se produce una reacción quimiolumiscente cuya emisión de luz se mide directamente en un fotomultiplicador (Figura 8).


Figura 8
. Fundamento de la técnica de electroquimioluminiscencia. Tomado de: Hialk P, Kunst, A Preliminary Result of the thyroid hormones on modular analytics. Roche Diagnostic GmbH, Mannheim.

Análisis de datos
Los datos fueron almacenados en una base informática tipo Excel (Microsoft® Excel, 2007). El análisis de datos se hizo mediante el programa SPSS-14 para Window (Statistical Package for the social Sciences SPSS Inc®).

ANÁLISIS DESCRIPTIVO DE LOS DATOS
Se realizó un análisis descriptivo de los datos donde se calcularon medias, medianas, desviaciones estándar, valores máximos y mínimos y percentiles 5 y 95 para todas las variables cuantitativas. Respecto a las variables cualitativas se determinaron sus frecuencias absolutas y relativas. Se calcularon para las hormonas tiroideas la media y mediana como medidas de posición central y desviación típica, máximo y mínimo y los percentiles 5, 10, 25, 50, 75, 90, 95 como medidas de dispersión. Para estudiar la distribución las variables numéricas se realizó un test de contraste de normalidad (Kolmogorov- Smirnoff).

ANÁLISIS ESTADÍSTICO DE LOS DATOS
Se aplicó la prueba t de Student para establecer la relación entre la variable yoduria y el resto de variables (consumo de sal yodada, productos lácteos, consumo de pescado, e ingesta farmacológica de yodo). Se estudió también mediante la prueba t de Student, la relación existente entre estas mismas variables y los valores de TSH y T4L en plasma. Para conocer el grado de relación entre los valores de yoduria y los valores de TSH y T4L, se realizaron pruebas de correlación entre variables y se obtuvo el coeficiente de correlación de Pearson.

ANÁLISIS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS
Se calculó la frecuencia de hipotiroidismo subclínico e hipertiroidismo subclínico durante el primer trimestre de gestación.

RESULTADOS

Hábitos alimentarios en las mujeres embarazadas estudiadas
Tras la encuesta realizada sobre hábitos alimentarios en las gestantes del estudio se recogieron los siguientes datos:

• El 94,6% de las mujeres encuestadas consumían productos lácteos diariamente; el 5,4% lo hacían alguna vez a la semana (Figura 9A).
• El 51,4% de las mujeres encuestadas consumían sal yodada en su hogar, un 37,8% no lo hacían, y el 10,8% restante no sabían el tipo de sal que consumía (Figura 9B).
• En cuanto al consumo de pescado, el 40,5% lo consumían varias veces a la semana, el 54,1% lo hacían una vez a la semana, el 2,7% una vez al mes y el 2,7% restante no consumían nunca pescado (Figura 9C).
• El 83,8% de las gestantes encuestadas declararon consumir suplementos de yodo en el momento de la toma de la muestra, el 16,2% restante no los tomaban (Figura 9D).


Figura 9
. Hábitos alimentarios en las gestantes.

Niveles de yodo en orina
Tras el análisis de las muestras de orina recogidas en las gestantes del estudio se obtuvo una mediana de 92 μg/L, siendo los percentilos 25, 75 y 95 de 17 μg/L, 113 μg/L y 231 μg/L, respectivamente. El porcentaje de mujeres con yodurias < 100 μg/L fue del 71% (27 casos).

Situación nutricional de yodo
El 37% de la población estudiada presentaba una yoduria <20 μg/L, de manera que existía en ellas una deficiencia grave de yodo por ingesta insuficiente. Solamente un 5% presentaba una situación nutricional adecuada con niveles de yoduria comprendidos entre 150-200 μg/L, mientras que 11% se encontraban por encima de los 200 μg/L. El resto, 47%, mostró niveles correspondientes a la "zona gris" de 20-149 μg/L. La Tabla II mue valores de yoduria utilizados para clasificar la situación nutricional de yodo (5).

Tabla II. Valores de yoduria.

Relación entre el consumo de sal yodada, pescado, leche y suplementos de yodo con la yoduria
Existe una relación positiva y significativa entre la yoduria y la sal yodada (p=0,021), al igual que con el consumo de pescado (p=0,037). No se encontró ninguna relación entre el consumo de derivados lácteos y la yoduria. Tampoco se encontró una relación significativa entre la yoduria y la ingesta farmacológica de yodo, aunque la yoduria media era notablemente superior en las gestantes con suplementos de yodo (81,21 μg/L) respecto de las que no lo tomaban (49,43 μg/L).

Relación entre el consumo de sal yodada, pescado, leche y suplementos de yodo con los valores de TSH y T4L
El consumo de pescado fue la única variable con capacidad para establecer diferencias significativas (p=0,048) sobre la TSH, entre el grupo de gestantes que lo consumían y el que no. El resto de variables no introducían ninguna diferencia.

Relación entre yoduria, TSH y T4L
La relación entre la yoduria y la T4L se contrastó con el test de Pearson, resultando una correlación significativa e inversa entre las variables (p<0,019, r = -0,406) No se encontraron diferencias significativas en los valores de TSH en relación con los valores de yoduria.

Análisis de las hormonas tiroideas
El valor de la mediana para TSH fue de 2,24 μUI/ mL, una media de 2,4 μUI/mL con un intervalo (IC 95%) entre 1,98 y 2,83 μUI/mL (Tabla III). Tomando como base los valores de referencia para la población general, establecidos en 0,270-4,205 μUI/mL, el 90% del grupo de estudio se encuentra dentro ellos y sólo el 10% se sitúa por encima de estos valores. La T4L presentaba una mediana de 1,1 ng/dL, una media de 1,16 ng/dL con un intervalo (IC 95%) entre 1,10 y 1,21 ng/dL (Tabla IV). El 100% de la población estudiada se encontraba dentro de los límites normales (0,93-1,7 ng/dL) establecidos.

Tabla III. Valores de TSH en gestantes

Tabla IV. Valores de T4L en gestantes.


Figura 10
. Distribución de las frecuencias de las yodurias (μg/L) en mujeres embarazadas.

Se encontraron tres casos de hipotiroidismo subclínico, manifestado por concentraciones de TSH >4,205 μUI/mL y valores de T4L dentro del rango de normalidad. Fue hallado un caso de hipertiroidismo subclínico, con valores de TSH<0,27 μUI/mL y T4L normales (1,23 ng/dL); la situación nutricional de yodo en esta paciente era de deficiencia grave

Análisis de yodo en orina: yoduria
Se procedió al desarrollo e implementación del método Sandell-Kolthoff para la determinación de yodo en orina, según se ha descrito en el apartado de métodos, ya que en el laboratorio no se disponía del mismo. Para ello se calculó: Variabilidad intraensayo. Los resultados obtenidos a partir de la determinación de la misma muestra 20 veces el mismo día (Tabla V) fueron:

Tabla V. Variabilidad intraensayo.

• Desviación estándar (DE) : 0,012
• Media: 0,538 μg/L.
• Coeficiente de variación intraensayo (CV): 2,251%.

Variabilidad interensayo. Los resultados obtenidos a partir de la determinación de la misma muestra en 20 días diferentes (Tabla VI) fueron:
• Desviación estándar (DE) : 0,017
• Media: 0,518 μg/L
• Coeficiente de variación interensayo (CV): 3,438%.

Tabla VI. Variabilidad interensayo.

Tabla VII. Recuperación de yodo en orina a partir de muestras de concentración conocida.

Tabla VIII. Recuperación de yodo en orina a partir de distintas diluciones.

El método presenta una elevada linealidad y un límite de detección de yodo en orina de 17 μg/L (38).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

La deficiencia de yodo es un problema de salud pública conocido desde hace muchos años. Numerosas personalidades científicas de España lo vienen denunciando desde hace años y desde los organismos competentes se intentan tomar las medidas necesarias para acabar con esta situación (5). Periódicamente aparecen datos de diferentes zonas geográficas españolas que demuestran la situación que si bien presentan diferencias de unos lugares a otros, sigue siendo de déficit (5) (39). Aunque el problema afecta a la mayoría de la población, adquiere la mayor importancia en individuos en los que la repercusión futura es más transcendente, ya que puede ocasionar daños irreversibles (40). Estudios previos alertan sobre cambios en los parámetros bioquímicos de la función tiroidea y en el volumen tiroideo, durante la gestación, en zonas geográficas consideradas yodosuficientes en comparación con las que no lo son. Además estos parámetros mejoran cuanto más precoz es la suplementación con yodo en las mujeres embarazadas (40)(41). La región de Murcia, ha sido tradicionalmente una zona con deficiencia de yodo (42).
Los resultados del área sanitaria muestran un déficit de yodo en el grupo de gestantes, lo que podría traducirse en un déficit funcional de las madres (hipotiroxinemia). Pese a que el grado de implantación de suplemento de yodo es alto (83,8%), la mediana de la yoduria (92 μg/L) se sitúa claramente por debajo de lo fijado por la OMS, como suficiente para las mujeres gestantes. Estudios recientes, realizados en comunidades autónomas cercanas (comunidad Valenciana) muestran cifras de yoduria similares o incluso menores, 100 μg/L (43), 67,94 μg/L (44) lo que podría demostrar la persistencia del problema. La medición del yodo en orina es, en este momento, el procedimiento más útil para el diagnóstico de la situación nutricional de yodo, ya que refleja la situación nutricional durante los días anteriores a la medida, mientras que el tamaño de la glándula tiroides es la consecuencia de lo que ha ocurrido durante los meses o años anteriores (39). En casos de restricción prolongada de yodo en la dieta antes del embarazo se requiere un periodo, no menor de tres meses, para que se noten los beneficios de la suplementación sobre la mejora de la función tiroidea. Esto probablemente se deba a que en los primeros tres meses la glándula tiroidea materna acumula todo el yodo del que dispone para recuperar las reservas tiroideas antes de aumentar la síntesis y secreción de T4 (4). Más preocupante es la deficiencia de yodo asociada a hipotiroxinemia. Los presentes resultados muestran que en el 71% de los casos, las yodurias se sitúan por debajo de 100 μg/L, circunstancia que no se corresponde con un porcentaje equivalente de T4L por debajo del límite inferior de la normalidad para la población general, pues todos los valores se encuentran dentro de él. Además, la distribución de las yodurias no se ajusta a una distribución normal, sino que es asimétrica, con un agrupamiento en valores inferiores. Todo ello podría ser un factor de riesgo para el desarrollo neurológico fetal. Los trastornos por déficits de yodo son muy variables y afectan de forma diferente a cada periodo de la vida; en el feto es donde se dan las mayores alteraciones. El déficit de yodo es importante en la gestación porque, si bien la madre se protege con una síntesis preferente de T3 en detrimento de la síntesis de T4, el feto es dependiente de la T4L. El déficit de T4L será crítico sobre todo en los primeros dos trimestres del embarazo, e incluso en casos leves pueden producirse déficits intelectuales y síndrome de hiperactividad, falta de atención, sordera etc (45) (46).
Por ser la ingesta alimentaria la principal fuente de yodo, este estudio intenta conocer los hábitos alimentarios de las mujeres embarazadas, prestando especial interés al consumo de sal yodada así como al de suplementos de yodo, con el fin de comprobar si se cumplen los requisitos impuestos hace unos años por la OMS a las Autoridades Sanitarias de este país, para la erradicación del déficit de yodo (3). Los resultados obtenidos demuestran que hay un alto grado de implantación de la ingesta farmacológica de yodo entre las embarazadas, sin embargo, llaman la atención las bajas yodurias encontradas en este grupo de gestantes, pese a que declararon ingerir estos suplementos. No se tiene información del grado de cumplimiento terapéutico, lo cual podría explicar el alto porcentaje (73%) de estados nutricionales con déficit de yodo grave, leve y moderado. El consumo de sal yodada en torno al 50% se aleja de las recomendaciones de la OMS según la cual debería ser mayor al 90% (3). El pescado supone un aporte importante de yodo a la dieta; eso explica la diferencias encontradas entre las gestantes que lo consumen y las que no. La determinación de TSH en suero es fundamental cuando lo que se quiere es valorar el estado funcional de la glándula tiroidea. Su regulación está basada en la retroalimentación, pequeños cambios en los niveles de tiroxina libre y en la producción de hormonas tiroideas son reflejados fielmente en los niveles de TSH (47), sin embargo en el embarazo entran a formar parte otra serie de factores que tienden a disminuir los valores de TSH en suero, sin considerarse esta situación como patológica, si no como un mecanismo de adaptación (48). Hay autores que postulan que en el primer trimestre gestacional, valores de TSH por encima de encima de 2,5-3 mUl/mL estarían señalando hipofunción tiroidea subclínica subyacente (49) (50). Otros autores, sin embargo, defienden valores mucho más cercanos a la población general entre 4-4,5 mUI/mL (51).
Usando los valores clásicos de TSH en suero para la población general, se podrían estar diagnosticando como sanas, embarazadas con pequeñas elevaciones de la concentración de TSH y de manera inversa sospechar un hipertiroidismo por encontrar valores más bajos de TSH (48) (52). No se encontraron diferencias en los valores de TSH entre aquellas que tomaban yodo y las que no, pudiendo ser debido al pequeño tamaño muestral. Según otros autores, solo se encuentra el comportamiento esperado en la función tiroidea tras la administración de suplementos yodados en el tercer trimestre (6). Dado que el primer trimestre de embarazo se acompaña de alteraciones importantes desde el punto de vista metabólico y bioquímico, es importante definir cuáles son los valores poblacionales en mujeres embarazadas en cada trimestre o incluso semana de gestación. Además, debería tenerse en cuenta el área de procedencia, que posiblemente sea la causa por la que estos valores de normalidad no hayan sido consensuados aún, en España, ni tampoco en esta región (53).
Con relación al área sanitaria estudiada se obtienen unos valores provisionales de TSH (1,21-3,59 μUI/mL) y T4L (1,01-1,31 ng/dL), correspondientes al primer trimestre de gestación y que aunque se asemejan a los obtenidos en estudios similares (43) (48) posiblemente serán corregidos o no, al completar el estudio, e incrementar el número de gestantes y el método estadístico. Este aspecto será una valiosa información para el clínico, en cuanto a valorar la necesidad de un tratamiento bien sustitutivo, bien antitiroideo, diagnosticar enfermedades clínicas o subclínicas, o incluso la necesidad o no de suplementos de yodo, en orden a prevenir los irreversibles daños físicos y mentales y de crecimiento fetal. Con estos nuevos valores aportados la frecuencia de hipotiroidismo subclínico aumentaría de 8,1% al 16%. El presente estudio ha sido de gran importancia en el laboratorio de Análisis Clínicos debido a que se ha puesto a punto la técnica de determinación de yodo en orina, no disponible hasta ahora en ninguno de los laboratorios de la Región de Murcia, tras lo cual se podrá implantar en el catálogo de determinaciones disponibles, quedando entonces a disposición de los facultativos que la soliciten. Por último, se deberá tener en cuenta que la interpretación de los presentes resultados está condicionada por el bajo número de pacientes, ya que el reclutamiento de las gestantes fue menor de lo esperado, debido a que en los correspondientes centros de salud se ha tendido a excluir a la población extranjera por miedo a la falta de cumplimiento de las citas y por falta de comprensión, tanto de la encuesta como del consentimiento informado.
No obstante, se siguen recogiendo muestras de gestantes en el primer trimestre, y ya se cuenta con segundas muestras que corresponden con el segundo trimestre, pues el objetivo es el seguimiento de estas gestantes durante todo su embarazo, llegando incluso a recoger datos en sus futuros hijos en coordinación con el servicio de pediatría del hospital, para realizar un análisis completo y exhaustivo con el fin de obtener conclusiones definitivas. La información que aportan estos primeros resultados es que el déficit de yodo puede ser un problema sanitario grave en esta región, que al parecer sigue sin corregirse pese a las recomendaciones vigentes requiriendo un esfuerzo tanto de las autoridades sanitarias como del personal sanitario en su práctica diaria. Se concluye que se ha conseguido poner a punto la técnica colorimétrica de Sandell-Kolthoff para la determinación de yodo en orina. El aporte de yodo en el grupo de estudio es insuficiente en base a las yodurias obtenidas. Sería deseable incluir la determinación sistemática de T4L y TSH en el primer trimestre del embarazo para así poder corregir lo antes posible la disfunción tiroidea para evitar posibles daños en el feto. Se enfatiza en la necesidad de aunar esfuerzos por parte de la administración y el personal sanitario para que se cumplan las recomendaciones de OMS, en cuanto al consumo de sal yodada y otros alimentos que supongan una fuente de yodo.

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