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Revista argentina de microbiología

Print version ISSN 0325-7541On-line version ISSN 1851-7617

Rev. argent. microbiol. vol.40 no.4 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Oct./Dec. 2008

 

Parásitos bioterroristas: el ejército subestimado

… Que ambos países rivales, por primera vez, formulemos
propuestas serias y precisas para la inspección
y el control de las armas, y dejar el poder absoluto
para destruir otras naciones, bajo el control absoluto
de todas las naciones. Que ambos busquemos
invocar las maravillas de la ciencia, en lugar de sus horrores.

John Fitzgerald Kennedy
Discurso inaugural,
Washington D. C.
20 de enero de 1961.

La utilización de agentes biológicos infecciosos para causar muerte y terror, práctica hoy conocida como «bioterrorismo», proviene de la antigüedad, cuando alguien tuvo la idea de usar gérmenes infecciosos como armas. En 1155, en la batalla de Torona (Italia), se utilizaron cuerpos de soldados muertos para contaminar el agua; ya más cercano a nuestros tiempos, en 1915, durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes fueron acusados de generar el cólera en Italia y la peste bubónica en San Petersburgo, Rusia. La gran mayoría de estos agentes biológicos incluyen muchos géneros y especies de bacterias, virus y hongos. Pero el uso de parásitos como agentes de bioterrorismo no ha recibido todavía -afortunadamente- la atención adecuada.
Debido a que los parásitos no pueden ser reproducidos con facilidad en el laboratorio, ni pueden ser empleados de modo accesible en aerosoles, como sí ocurre con muchas bacterias y agentes virales, la utilización de los parásitos como agentes biológicos se encuentra restringida, principalmente, a su introducción en el agua y los alimentos. Se requerirían grandes cantidades de estos microorganismos para contaminar el agua, tanto en el caso que ellos fueran inmediatamente infectivos o que necesitaran períodos considerables para pasar al estado maduro, antes de ser considerados nocivos (3, 4).
Los protozoarios que pueden ser obtenidos en grandes cantidades a partir de hospederos humanos y/o animales incluyen a Cryptosporidium spp. y Cyclospora cayetanensis. Ambos parásitos pueden producir diarreas prolongadas y graves en humanos, pero es poco probable que provoquen la muerte, salvo en circunstancias especiales en las que se comportan como agentes oportunistas como, por ejemplo, en personas inmunodeprimidas. Ninguna de las infecciones graves provocadas por parásitos hemáticos, tales como la malaria o la tripanosomosis, ha podido ser utilizada hasta ahora por el bioterrorismo en escala masiva.
Existen, sin embargo, algunos helmintos que pueden obtenerse en gran cantidad, y a su vez diseminarse y contaminar los alimentos y el agua. Una variedad de ascaridios podrían ser utilizados como agentes biológicos debido, sobre todo, a su gran fecundidad. Ascaris lumbricoides ya ha sido empleado para provocar intencionalmente enfermedades en una pequeña población humana (1). Toxocara canis y Baylisascaris procyonis (causantes de larva migrans visceral, ocular y neural en humanos) son parásitos cuyas hembras albergan gran cantidad de huevos en sus úteros. Ambos parásitos pueden hallarse con frecuencia en perros y mapaches, respectivamente. Aunque los huevos de estos nematodos requieren períodos de incubación de 2 a 4 semanas para transformarse en infectivos, ello puede lograrse en el laboratorio de manera tal que mantienen su infectividad en soluciones diluidas de formol durante meses. Existen otros helmintos que son capaces de producir huevos infectivos desde el momento de la postura y que son responsables de enfermedades graves como cisticercosis (Taenia solium) e hidatidosis (Echinococcus spp.) (1, 2).
La utilización de parásitos como agentes efectivos de bioterrorismo es menor que la utilización de bacterias o virus pero, sin embargo, no deja de constituir una amenaza, y puede contribuir a la instalación del miedo en las poblaciones humanas en lo concerniente a la contaminación de las provisiones de aguas y alimentos.
El 11 de setiembre de 2001 es ya una fecha histórica que marca un punto de inflexión en importantes aspectos de la política, la economía y la seguridad internacionales. Los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, con un balance de más de dos mil víctimas, tuvieron una resonancia mediática sin precedentes que disparó todas las alarmas de seguridad, tanto de los Estados Unidos como del resto de los países de Occidente. El bioterrorismo ha sido calificado por algunos autores como un verdadero talón de Aquiles de la seguridad de los estados (5). Por lo tanto, tengamos en cuenta que tanto la vigilancia como la planificación son requerimientos claves para combatirlo. Quizá sea oportuno, hoy más que nunca, recordar las palabras de Luis Pasteur: «la suerte favorece sólo a la gente prevenida».

Claudia I. Menghi

Área Parasitología, Departamento de Bioquímica Clínica, Instituto de Fisiopatología y Bioquímica Clínica (INFIBIOC), Facultad de Farmacia y Bioquímica, Hospital de Clínicas, Universidad de Buenos Aires. Av. Córdoba 2351 (1113) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

E-mail: cmenghi@fibertel.com.ar

Referencias

1. Ash LR. The role of parasites as potential bioterrorism agents. Enf Emerg 2004; 6: 222.        [ Links ]

2. Guisantes JA. Long-term bioterrorism: potential use of Echinococcus species. Enf Emerg 2004; 6: 221.        [ Links ]

3. Mac Kenzie WR, Hoxie NJ, Proctor ME, Gradus MS, Blair KA, Peterson DE, et al. A massive outbreak in Milwaukee of Cryptosporidium infection transmitted through the public water supply. N Eng J Med 1994; 331: 161-7.        [ Links ]

4. Matukaitis JM. The emerging recognition of Cryptosporidium as a health hazard. J Community Health Nurs1997; 14: 135-40.        [ Links ]

5. Torres NV. Bioterrorismo: viejos problemas, nuevas amenazas. Revista Semanal de Ciencia y Cultura, del Periódico La Opinión de Tenerife 2002; S 2C.        [ Links ]

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