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Folia Histórica del Nordeste

versión impresa ISSN 0325-8238

Folia  no.24 Resistencia dic. 2015

 

ARTÍCULO

Poder Político Provincial y Prensa Federal en Entre Ríos: entre la subordinación y la autonomía (1862-1867)*

Provincial Political Power and the Federal Press in Entre Ríos: Between Subordination and Autonomy (1862-1867)

Mariana A. Pérez**

** UNGS-CONICET-Instituto Ravignani. maperez@ungs.edu.ar

Resumen

Este artículo indaga sobre la dinámica política en Entre Ríos durante la década de 1860 a través del estudio de la prensa federal y sus vínculos con los poderes políticos entrerrianos. Se analiza el discurso de dos periódicos de la ciudad de Gualeguaychú, "El Pueblo Entrerriano" y "El Porvenir" (de gran influencia en la arena política provincial) y la correspondencia de los redactores con Urquiza y otros actores políticos provinciales. En tanto que voceros del federalismo entrerriano, ambos periódicos recibían subsidios y apoyo por parte del gobierno provincial y de Urquiza. Sin embargo, sus discursos no seguían siempre los lineamientos políticos de este, lo cual constituye un síntoma de la crisis del partido federal y del papel de Urquiza como líder indiscutido del federalismo.

Palabras clave: Prensa; Entre Ríos; Federalismo; Guerra del Paraguay.

Abstract

This paper inquires into the political dynamics in Entre Ríos in the 1860’s through the study of the federal press and its connections with provincial political powers. It analyzes the discourse of two newspapers of the city of Gualeguaychú, "El Pueblo Entrerriano" and "El Porvenir" (with great influence on the provincial political arena), and the correspondence the writers held with Urquiza and other provincial political players. Insofar as they were spokesmen of federalism in Entre Ríos, both newspapers received grants and support from the provincial government and Urquiza. Yet, their discourse did not always follow Urquiza’s political guidelines, which appears as a symptom of the federal party crisis and Urquiza’s role as the undisputed leader of federalism.

Keyworsd: Press; Entre Ríos; Federalism; Paraguayan War.

Recibido: 29/03/2015
Aceptado: 11/08/2015

1. Después de Pavón: hacia la crisis del federalismo entrerriano

Luego de la batalla de Pavón en 1861, el avance del partido liberal sobre las provincias del interior se volvió avasallante. 1 Con la ayuda inestimable de las tropas de Buenos Aires y acudiendo a la construcción de alianzas con grupos políticos locales, a mediados de 1862 los liberales ya controlaban los gobiernos de todas las provincias del interior y lograban su adhesión al proyecto mitrista de construcción del Estado Nacional.

La excepción fue la provincia de Entre Ríos, en donde ni la hegemonía del partido federal ni el poder de Urquiza como caudillo pudieron ser disputados. Sin embargo, la caída de la Confederación y la consecuente hegemonía porteña, supuso grandes desafíos al federalismo entrerriano y a su líder. En el plano nacional, se impuso la compleja tarea de reconstruir el poder del partido y el antiguo lugar de influencia de Urquiza. En este contexto, la política interprovincial seguida por éste fue la de tejer alianzas con variados interlocutores que incluían tanto a federales como a miembros del partido liberal. Esta política lo llevó a respaldar o a no censurar políticas contrarias a sus aliados políticos tradicionales (como, por ejemplo, apoyar la guerra del Paraguay o mostrar pasividad frente a la represión de las montoneras del interior), lo cual erosionó su poder al interior de la provincia.

Precisamente, en la provincia el desafío más importante fue el de mantener la unidad del partido federal bajo su liderazgo. A partir de 1862, las tensiones al interior del federalismo en Entre Ríos crecieron. Las políticas de Urquiza de entendimiento con el gobierno de Mitre y posteriormente con el de Sarmiento, contrariaban la larga tradición anti unitaria y anti porteña del federalismo entrerriano, que era una de las bases principales de su identidad política. Por otro lado, las prácticas autocráticas del ejercicio del poder mantenidas por Urquiza bloqueaban la posibilidad del acceso a puestos en el poder político provincial a quienes no eran claros "amigos" y fieles seguidores del caudillo. Práctica que contrastaba vivamente con uno de los ejes centrales del discurso del partido federal que pretendía legitimar su accionar desde la década de 1850: el respeto a un orden institucional liberal, que suponía, entre otras cuestiones, la división de poderes y la censura a toda práctica de perpetuación de las autoridades.

Asimismo, la década de 1860 no trajo la prosperidad económica esperada por los entrerrianos. La economía creció poco y el gobierno desarrolló con escaso éxito un proceso de modernización impositiva y de privatización de la tierra que implicó la pérdida de derechos a una multitud de habitantes pobres de la campaña, entre los cuales residía uno de los principales apoyos políticos del federalismo. Estas políticas provocaron descontentos en gran parte de la población rural subalterna y en muchos funcionarios y líderes políticos locales que intermediaban entre esos y las autoridades provinciales (Duarte, 1974; Schmit, 2008, 2010).

En suma, en los años posteriores a la batalla de Pavón el federalismo entrerriano comenzó una fase de crisis, que se manifestó en la agudización de las disputas políticas al interior de la provincia y en el cuestionamiento de la figura de Urquiza como líder. Como ejemplos sobresalientes de ese proceso, en 1863, por primera vez desde que el caudillo había llegado al poder veinte años antes, se presentaron listas "no oficiales" para competir en las elecciones para diputados provinciales (y en el caso de Paraná, el candidato "no oficial" Evaristo Carriego, ganó las elecciones).2 Meses más tarde, en la legislatura un grupo de diputados se mostró en disidencia con la candidatura de José María Domínguez a gobernador (propuesto por el propio Urquiza para sucederlo) y apoyó la figura de Ricardo López Jordán. En 1865 Urquiza fue incapaz de evitar el desbande de las tropas bajo su mando que habían sido movilizadas para el frente Paraguayo, primero, en Basualdo en el mes de julio y, por segunda vez, en noviembre en las inmediaciones del Arroyo Toledo. Asimismo, ni Urquiza ni el gobierno provincial pudieron impedir que en el espacio público se desarrollasen expresiones de disconformidad (sobre todo en protestas callejeras contra el gobierno nacional, que contrariaban la política conciliatoria del caudillo) ni que el debate público se multiplicase en la prensa, en la cual fueron teniendo cada vez más lugar las opiniones que no seguían los lineamientos oficiales o sostenían una radical oposición al federalismo y a su líder. La crisis y división del federalismo se haría más evidente y profunda con el paso de los años y culminaría en 1870 con el asesinato de Urquiza y la rebelión de López Jordán contra las autoridades nacionales (Alabart, 2015; Duarte, 1974; Fradkin, 2013; Schmit, 2010).

En los complejos juegos desarrollados luego de Pavón por la redefinición de los objetivos del federalismo, su lugar en la política nacional y el papel de Urquiza como referente del partido (por fuera y al interior de la provincia), la prensa de Entre Ríos cumplió un rol destacado. Como se verá en las páginas siguientes, esta estaba estrechamente ligada a la política partidaria y era un actor clave en las disputas políticas a nivel local.

En las últimas dos décadas -como parte del renovado interés en el estudio de las "culturas políticas" decimonónicas- las investigaciones sobre la prensa han cobrado particular relevancia en la historiografía argentina. Importantes trabajos han indagado sobre las características del género periodístico, la constitución de un público lector, la relación de los periodistas y los editores con los gobiernos y con las figuras y grupos políticos, y sobre la vinculación entre la prensa y la "opinión pública", las prácticas electorales y la movilización política, entre otras cuestiones (Alonso, 2004; Bonaudo, 2005; Eujanián, 1999; Halperín Donghi, 1985; Lettieri, 1999; Palti, 2007; Sábato, 1998, Wasserman, 2009). Desde diferentes perspectivas, estos trabajos señalan cómo, tras la caída de Rosas en 1852, la prensa se volvió un actor insoslayable en la dinámica política. Desde los periódicos se orquestaban campañas, se hacían circular rumores, se articulaban redes de poder.

Si bien la mayoría de las investigaciones versan sobre el caso porteño, en los últimos años se ha comenzado a indagar sobre los distintos espacios provinciales. Hoy se sabe que en los años posteriores a Caseros, la emergencia de una variada prensa fuertemente articulada a las disputas por el poder y el desarrollo del debate público, fueron fenómenos característicos de la política en las provincias del interior al igual que en la ciudad de Buenos Aires, aunque todavía resta mucho por explorar (Bonaudo, 2005; Cucchi, 2014; Cucchi y Navajas, 2009; García Garino, 2012; Megías, 1998; Navajas, 2009; Vagliente, 2000). En Entre Ríos, la historiografía sobre la prensa se ha centrado en una descripción de sus principales publicaciones (fechas aproximadas de edición, nombre y trayectoria de los redactores y dueños de imprentas) sin ahondar en un análisis de su rol en la vida política provincial ni detenerse en un estudio sistemático de los discursos que desde la prensa alimentaban el debate público (Borques, 1919; Vázquez, 1970).3

Hacia 1862 la prensa en Entre Ríos ya llevaba diez años de profusa actividad, desde que la caída del régimen de Rosas y el fin del unanimismo habían permitido la expresión pública de las opiniones políticas y el consecuente aumento de la cantidad de publicaciones periódicas. Pero a partir de ese año, el número de periódicos publicados en la provincia creció. Se estima que durante la etapa de la Confederación Argentina se habían editado veintidós periódicos, mientras que en los años siguientes a Pavón y hasta 1870, este número ascendió, (al menos, a treinta y cinco publicaciones.4 Con la excepción de los periódicos El Alba y El Cóndor, de carácter literario, y de El Boletín Comercial que informaba sobre el estado de los negocios en la provincia y el país (los tres editados en la ciudad de Gualeguaychú), el resto de las publicaciones era político partidaria. Algunos periódicos alcanzaron pocos números y fueron cerrados tras escasas semanas de existencia, pero la mayoría consiguió editarse por períodos que superaron el año, logrando continuidad en sus prédicas políticas.5

Esta prensa también era más variada en cuanto a sus filiaciones políticas que en la década anterior. Si bien antes se habían editado periódicos opositores que respondían a los intereses porteños, en esta etapa no sólo se editaron periódicos de tendencia abiertamente unitaria, sino que empezaron a surgir otros que, aún dentro del campo federal, esbozaban críticas a las políticas de Urquiza.6 Por lo tanto, la vitalidad de la prensa puede ser interpretada como uno de los síntomas de la grave crisis que atravesaba el federalismo en la década de 1860: dado que la prensa era uno de los campos en donde se desarrollaba la disputa política, la emergencia de numerosos periódicos es expresión de la profundización de la misma. Por otro lado, puesto que el partido federal estaba perdiendo poder frente al partido liberal, era necesario multiplicar las voces en la prensa que defendieran los principios federales y el papel de Urquiza como líder del federalismo y referente en la política nacional. Por tal motivo, en los años posteriores a Pavón, en la provincia y fuera de ella, surgieron numerosos periódicos que apoyaban abiertamente a Urquiza. Muchos por iniciativa de éste (sobre todo los que se crearon en Buenos Aires luego de 1866 para sostener su candidatura a presidente) pero en Entre Ríos la mayoría surgió a partir de iniciativas de figuras no directamente vinculadas con Urquiza, que vieron en la fundación de un periódico la posibilidad de "hacer propaganda de sus ideas"7, de incidir en la política local y también, pero en menor medida, encontrar un medio de vida. Aunque formalmente independientes, todos dependían en mayor o menor grado de las ayudas (que podían materializarse a través de subsidios regulares o esporádicos para pagar los gastos de la imprenta o en la suscripción generosa de ejemplares) que Urquiza, otros dirigentes del federalismo o el gobierno podía brindarles.8

Por último, el crecimiento de la prensa periódica y de la diversidad de voces fue posible, sin duda, gracias a la adhesión por parte de Urquiza y de los principales dirigentes federales a una ideología liberal republicana que consideraba que el respeto a la "libertad de opinión" estaba en los pilares básicos del nuevo orden político nacido en 1852, que ellos habían construido y representaban: en los panegíricos dedicados a Urquiza (que la prensa federal solía publicar) su defensa de la libertad de imprenta era una de las virtudes más destacadas.

Como se señaló, la prensa era uno de los espacios por donde trascurría la disputa política. Desde allí los editores hacían propaganda de sus ideas y también refutaban los argumentos y posicionamientos de sus oponentes; por lo tanto, la polémica estructuraba el grueso del discurso periodístico. En gran medida se escribía contra las notas o editoriales de otros periódicos, se trataba, sobre todo de impugnar lo publicado por los enemigos partidarios. La práctica era concebida como una verdadera guerra de palabras y de esta forma el léxico guerrero era frecuente para referirse al accionar periodístico: los editores eran "soldados" al servicio del federalismo, era preciso "hacer la guerra" a la prensa "licenciosa" de Buenos Aires, los periódicos unitarios "hacían fuego" sobre los entrerrianos, etc. Asimismo, los periódicos denominados "amigos" eran constantemente citados para afirmar las ideas defendidas (y es muy probable que argumentos casi idénticos que se reproducían en varios periódicos en simultáneo, tuviesen poco de espontaneo y que fueran el fruto de arreglos previos sobre la estrategia a seguir ante algún desafío político concreto).

Este trabajo se propone indagar sobre las relaciones entre la prensa entrerriana y la política provincial en la década de 1860 a través del estudio de dos periódicos de tendencia federal editados en la ciudad de Gualeguaychú: El Pueblo Entrerriano (publicado entre 1862 y 1867) y El Porvenir (entre 1864 y 1867).

Gualeguaychú está ubicada en la ribera oeste del río Uruguay, en el sur de la provincia de Entre Ríos. Desde 1860 era cabeza del departamento del mismo nombre, uno de los más habitados y ricos de la provincia. Hacia 1869 tenía cerca de diez mil habitantes, lo cual la constituía en la segunda ciudad entrerriana en cantidad de población, luego de Paraná. Su puerto tenía una gran actividad comercial y era asiento de agentes consulares. Al igual que en otras ciudades del litoral, Gualeguaychú estaba atravesando un proceso de modernización, visible en la construcción de un teatro, la existencia de cafés y hoteles, la creación de espacios para la sociabilidad exclusiva de la elite (clubes de "recreo" y, hacia fines de la década, un "hipódromo"), sociedades de socorros mutuos y una "junta de fomento". Entre 1862 y 1870, se editaron en la ciudad nueve periódicos (no sólo políticos, sino también dos literarios y uno comercial), lo cual es muestra de las aspiraciones modernizantes del grupo de notables locales, en una época en la que la prensa era concebida como un instrumento central para alcanzar el progreso. Asimismo, la ciudad mantenía fuertes vínculos económicos, culturales y políticos con Montevideo y Buenos Aires y cerca de la mitad de su población había nacido en Europa. Entre éstos se destacaban los franceses e italianos, que participaban activamente en la política local. Otro rasgo particular de Gualeguaychú era que allí residía un grupo muy dinámico de liberales partidarios de Mitre, los cuales editaron entre 1862 y 1867 un periódico de amplia circulación, La Democracia, que mantenía fuertes polémicas con sus rivales: El Pueblo Entrerriano y El Porvenir (Pérez, 2015).

Estos dos últimos tuvieron una destacada influencia en la política provincial y en varias coyunturas dominaron el discurso de la prensa federal, sobre todo, por la prédica de dos de sus más destacados redactores, Francisco F. Fernández y Olegario Andrade. Aunque no eran periódicos oficiales, contaron con el apoyo y la simpatía de Urquiza. Como prensa federal, su principal objetivo era defender la doctrina del federalismo, los intereses de Entre Ríos y al general Urquiza de sus "enemigos". Sin embargo, mantuvieron una relativa autonomía discursiva y no siempre siguieron los lineamientos políticos del caudillo. En las siguientes páginas se analizarán los principales tópicos de su discurso periodístico y se prestará especial atención a los vínculos de los editores con los poderes políticos locales. Por tal motivo, también se estudiará la correspondencia privada entre editores y entre otros actores relevantes de la provincia que aporta valiosos datos sobre la política y la prensa durante este período.

2. El Pueblo Entrerriano y El Porvenir

El 15 de enero de 1862 salió el primer número de El Pueblo Entrerriano. Se editaba en una imprenta propiedad de Eugenio Gómez, su redactor principal era Olegario Andrade y contaba con la colaboración de Francisco F. Fernández y Marcos Emilio Funes. Gómez y Andrade ya tenían experiencia en la prensa entrerriana. El primero era sobrino de Isidoro de María (quien había editado el primer periódico en la ciudad de Gualeguaychú en 1849) y es muy probable que de él haya aprendido los rudimentos de la profesión de imprentero y editor de periódicos. Al momento de fundar El Pueblo Entrerriano, Gómez ya había publicado un periódico también en Gualeguaychú durante varios meses en 1861 (Borques, 1919; Cutolo,1968). Olegario Andrade tenía una trayectoria relativamente extensa en la prensa, a pesar de su corta edad. Había sido redactor a sueldo en El Mercantil, colaborado con frecuencia con escritos publicados en El Uruguay y en 1858 había fundado un periódico en Santa Fe subsidiado por Urquiza. Por su parte, Marcos Emilio Funes era oriundo de San Luis, en donde había ejercido el periodismo antes de emigrar a Entre Ríos a fines de 1861(Bosch, 1984; Borques, 1919).

Quien aparentemente no tenía experiencia en la prensa, era Francisco F. Fernández. El más joven del grupo; se habría iniciado en la carrera de "escritor público" recién en 1862 cuando, además de colaborar con artículos en El Pueblo Entrerriano, editó durante unos meses en la ciudad de Paraná El Soldado Entrerriano.

De diferente manera, los cuatro tenían también experiencia en la política. Olegario Andrade y Francisco F. Fernández eran los que tenían vínculos cercanos con Urquiza. Ambos mantenían, además, una estrecha amistad.

Andrade, quien de pequeño residía en Gualeguaychú, había iniciado su relación con Urquiza en la década de 1850, cuando bajo su protección comenzó sus estudios en el Colegio del Uruguay. Allí forjó amistad con Justo Carmelo, hijo del general y trabó vínculos con Julio y Benjamín Victorica, sujetos de gran influencia en la provincia y partidarios y estrechos colaboradores de Urquiza. En 1857 contrajo enlace con Eloísa González, hija del coronel Luciano González, hombre destacado de Gualeguaychú. Gracias a las gestiones de Urquiza, se le otorgó un puesto en el Resguardo de la Aduana de Gualeguaychú en ese mismo año. Al año siguiente, siempre con la protección de Urquiza, partió a Santa Fe en donde actuó como diputado provincial (además de redactar un periódico, como ya mencionamos). Allí, participó activamente en las elecciones presidenciales de 1859 como emisario de Urquiza. Ya de regreso a Gualeguaychú y editando El Pueblo Entrerriano, fue nombrado secretario de la Jefatura Política y en 1863 diputado provincial.

Francisco F. Fernández era oriundo de Paraná e hijo de Ramón Fernández, un conocido federal de dicha localidad. Al igual que Andrade, también había cursado estudios en el Colegio de Concepción del Uruguay, en donde además se había desempeñado como profesor. Participó en el ejército de la Confederación en las batallas de Cepeda y Pavón, cumpliendo funciones como alférez. Al momento de la creación de El Pueblo Entrerriano trabajaba en la secretaría privada del Palacio San José. Posteriormente, en 1863, pasó a trabajar en la oficina de tierras de la provincia, en Concepción del Uruguay. Además de sus escritos en la prensa, era dramaturgo y poeta. Sus obras teatrales, de contenido político, fueron expuestas en distintos teatros de la provincia con gran afluencia de público. Mantenía un vínculo cercano con Urquiza y éste confiaba en sus capacidades políticas: en 1865, luego del desbande de Basualdo, fue uno de los emisarios que el general envió a la costa del Paraná para intervenir políticamente a favor de la restitución de su autoridad.9

De la trayectoria de Eugenio Gómez conocemos menos. Sabemos que antes de editar El Pueblo Entrerriano había sido Juez de Paz de Gualeguaychú. Sus vínculos con notables de la localidad (con el jefe político, con el comandante de milicias, con diputados provinciales) son evidentes y también con los hermanos Victorica10, pero a juzgar por el tono y el contenido de la correspondencia mantenida con Urquiza, la relación con éste parece haber sido menos estrecha y más distante. Marcos Emilio Funes, por su parte, se había desempeñado como secretario privado de Juan Saa en San Juan y había participado en la batalla de Pavón. No conocemos cuáles fueron sus actividades en Entre Ríos durante esta época además de su actuación como periodista, ni tenemos indicios de que haya mantenido relación directa con Urquiza.

El Pueblo Entrerriano aparecía tres veces por semana y la suscripción mensual era de 12 reales. Se editaba en cuatro páginas siguiendo un esquema de presentación de los artículos que -con pocas modificaciones- continuó hasta la clausura del periódico en febrero de 1867. En la portada habitualmente se publicaban noticias del exterior o "noticias generales" sobre la situación política nacional y regional, generalmente tomadas de periódicos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba o Montevideo. La editorial y otras notas de opinión sobre política nacional o provincial, aparecían en las páginas centrales. Al final, se publicaba la sección "Hechos locales", un compilado de pequeños sueltos sobre acontecimientos de Gualeguaychú y hechos curiosos de otros lugares. Este apartado tenía el fin evidente de informar al lector sobre cuestiones relacionadas con el discurrir cotidiano de la ciudad (quién ha llegado de viaje, cuando se organizará un baile en la Sociedad de Recreo, que las autoridades han dispuesto la matanza de perros callejeros, etc.) y también de distenderlo. Por eso incluía también chistes, relatos breves de ficción y versos -dirigidos explícitamente al público femenino-. Por último, la contratapa estaba reservada a los avisos comerciales y de la jefatura política.

El momento en el que se creó el periódico era particularmente álgido y difícil para los federales. Hacía apenas tres meses que la batalla de Pavón había permitido la consolidación de la hegemonía de Buenos Aires y del partido liberal en gran parte del interior de la República. La perspectiva de una invasión a la provincia por parte de Buenos Aires para terminar de disciplinar a los oponentes políticos parecía cierta y cercana para vastos sectores de la sociedad entrerriana. En ese contexto, en el que era necesario defender al federalismo y a la provincia frente a los unitarios y a los intereses porteños, un periódico "militante" que oficiase de propaganda de la política de Urquiza, que defendiese la autonomía de Entre Ríos y que se contrapusiera al proselitismo de la prensa porteña, parecía particularmente valioso. En diciembre de 1861, Andrade le escribía a Urquiza sobre su proyecto de fundar un nuevo periódico:

"Usted ha hecho la Paz con el Gobierno de Buenos Aires pero no la ha hecho con la prensa licenciosa y provocadora que lleva la palabra en la opinión veleidosa de ese pueblo; no la ha hecho con las tendencias de predominio y exclusivismo que no ha abdicado nunca la antigua capital del Virreinato. Es necesario en mi concepto hacer callar a esa prensa, con la discusión de los hechos, con los argumentos de la razón y la justicia".11

Pero el rol que debía adoptar El Pueblo Entrerriano iba más allá de la refutación de las ideas de la prensa porteña. Si bien Urquiza había firmado la paz con Buenos Aires, esta era concebida como provisoria por gran parte de los federales. En el horizonte político de principios de 1862 era imaginable (y también deseable para sectores del federalismo) que el líder se rebelase contra las imposiciones de Buenos Aires: por eso, la prensa de Entre Ríos (y como parte de ella, El Pueblo Entrerriano) debía contribuir a legitimar la causa federal y la defensa de la autonomía de la provincia para cuando el general Urquiza cambiase su política frente al partido liberal liderado por Mitre. Así se lo explicaba Andrade a Urquiza en febrero de 1862:

"...cuando la situación del país llegue al extremo de tener que dirigir a otro rumbo la política de VE, ya la prensa ha preparado el camino, haciendo conocer las exigencias de la opinión que rechaza el exclusivismo, el predominio ilimitado y la reconciliación a mano armada que quiere llevar a las provincias el círculo unitario".12

Durante todo el primer año de su existencia, El Pueblo Entrerriano fue el único periódico editado en la ciudad. Pero el 1 de enero de 1863, los liberales de Gualeguaychú comenzaron a editar La Democracia, periódico de tendencia unitaria y partidario del presidente Mitre. La aparición de este periódico fue tomada con preocupación por los federales porque consideraban "sembraría la mala semilla", podría dividir al pueblo entrerriano y debilitar al federalismo.13 A partir de entonces, la polémica con La Democracia pasó a ocupar un lugar destacado y gran parte de las editoriales comenzaron a tener como principal objetivo refutar los dichos del periódico rival. Incluso la polémica excedió el espacio habitual reservado a la discusión política (las editoriales, las "colaboraciones" y los "remitidos") para abarcar también la sección "Hechos locales", en donde se hizo frecuente la publicación de textos cortos que aludían de forma irónica y burlona a los editores de La Democracia y al grupo de liberales de Gualeguaychú.

En julio de 1864, producto de desavenencias entre Andrade y Gómez, el primero abandonó la redacción de El Pueblo Entrerriano y fundó un nuevo periódico, El Porvenir, cuyo primer número se publicó el 7 de agosto. Su formato era similar al de El Pueblo Entrerriano con la diferencia de que los textos literarios, de reflexión histórica o filosófica tenían mayor espacio y solían publicarse en la portada; mientras que el espacio dedicado a los "Hechos locales" (en los que, recordemos, se publicaban noticias sobre cuestiones de Gualeguaychú) era notoriamente menor. Formaban parte de la redacción Olegario Andrade, Francisco F. Fernández, Belisario Ruiz, Cándido Irazusta y Ernesto Richelieu. Sabemos que Ruiz e Irazusta formaban parte del grupo de notables de la ciudad: el primero era defensor de menores al momento de fundarse el periódico; el segundo sería elegido años más tarde miembro de la Junta de Fomento y en 1873 se transformaría en el primer intendente de Gualeguaychú.14 Ernesto Richelieu era un emigrado oriental del Partido blanco y tenía experiencia en la prensa uruguaya.

Figuraba en la portada del periódico Lucilo López como director y editor responsable ( previamente había dirigido imprentas en Paraná y Gualeguay) aunque es evidente que quien controlaba la publicación era Andrade. En El Pueblo Entrerriano continuaron en la redacción Eugenio Gómez (desde ese momento fue también el "editor responsable") y Marcos Emilio Funes. En reemplazo de Andrade, se incorporó Ezequiel Crespo, quien era diputado provincial.

Más allá de las disidencias personales entre redactores, ambos periódicos sostuvieron una misma línea editorial hasta el momento de su clausura en 1867. La polémica -que estructuraba las editoriales y gran parte de las notas publicadas- se entablaba sobre todo con los enemigos del federalismo y del General Urquiza.

3. En defensa del federalismo y del pueblo de Entre Ríos

Aunque el principal lector imaginado por los editores de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir era "el pueblo de Entre Ríos" cuyos integrantes eran quienes habitaban en la provincia y/o defendían sus intereses, es claro que los redactores se dirigían solo a una parte de dicho pueblo: a los letrados y habitantes de los espacios urbanos. El lenguaje utilizado, la inclusión de una literatura "culta" en la sección "Variedades", los avisos de venta de libros, las referencias constantes a las tertulias en la "Sociedad de Recreo" y a las funciones teatrales a las que asistían lectores y redactores por igualson algunos ejemplos que indican que el público mayoritario era sobre todo urbano y relativamente instruido.15

Como fieles exponentes de su época, El Pueblo Entrerriano y El Porvenir dedicaron un importante espacio a divulgar el programa que debían seguir las fuerzas políticas para construir la Nación. Era un programa netamente liberal y las notas publicadas resaltaban la necesidad de asegurar la libertad industrial y comercial, de reorganizar la justicia y los poderes públicos para evitar el despotismo y fortalecer los principios republicanos, de fomentar la educación y la libre inmigración, etc. En suma, la paz, la libertad, el progreso y la civilización eran los valores que la administración nacional y provincial debían perseguir.

La presentación de estos principios iba acompañada de un relato casi mítico que refería a un pasado -la época de la Confederación Argentina durante el gobierno de Urquiza- en el cual había reinado la paz, la libertad, la justicia. Pero ese sueño de construcción de un orden liberal se había visto interrumpido por la política de Buenos Aires y la derrota de las fuerzas federales en Pavón. Según los articulistas, el partido liberal no era original en sus ideas, sino que era tributario de los principios sostenidos por el federalismo. Los unitarios (aglutinados en el partido liberal), en su afán de poder, habían arrebatado todo, incluso las banderas que el federalismo había sostenido hasta entonces.

Sin embargo, los unitarios estaban lejos de defender estos principios e incluso amenazaban hasta la existencia de las provincias. Esta constatación era el punto de partida para la elaboración de un fuerte discurso contrario a Mitre y al partido liberal y profundamente anti porteño, que fue el componente fundamental de las editoriales y notas políticas publicadas.

Esta prédica anti unitaria y anti porteña era también sostenida por otros periódicos de la provincia. Muchas de las notas se publicaban también en periódicos de otras ciudades (sobre todo las editoriales de El Porvenir) y vice versa. En este sentido, es claro que se concebía la edición de los periódicos como una lucha colectiva contra las políticas porteñas. De este modo, se celebraba la aparición de nuevos "colegas" que se sumaban a la lucha y se lamentaba el cese de alguna publicación afín:

"Donde el "Litoral" había desaparecido dejando un rastro de sombra, se levanta hoy el "Eco de Entre Ríos", campeón gallardo y generoso de la causa republicana. Donde el "Gualeguay" había renegado de sus antiguas creencias, anuncia ya su aparición el "Progreso" (...) Los claros se han llenado. Sean bienvenidos los soldados voluntarios que ingresan a las filas de la prensa entrerriana".16

Los argumentos se articulaban en torno a claros antagonismos. Los federales representaban el progreso, la civilización, la libertad, la unión nacional y la defensa de las leyes y la constitución nacional. Los unitarios, por el contrario, la barbarie, el despotismo, el caudillaje, el atraso y la anarquía. La formulación de estas oposiciones contaba con una larga tradición en la retórica política y era una herramienta usual para deslegitimar al contrario. La diferencia radicaba en cómo se definían los grupos y qué figuras ocupaban uno u otro lugar en el esquema.

La lista de agravios contra el partido liberal y el gobierno de Mitre era por cierto numerosa y variaba según la coyuntura política. La denuncia se hacía más intensa y ofuscada en momentos de alta tensión con el gobierno nacional. Por ejemplo, fue particularmente álgida a principios de 1863, cuando la provincia de Entre Ríos debió ceder el control sobre el parque de artillería al gobierno nacional, resurgió con fuerza ante cada uno de los levantamientos de las montoneras federales y se fue volviendo absolutamente dominante en las notas y editoriales a partir de 1865, cuando la oposición a la guerra del Paraguay ocupó el centro del discurso periodístico, a través de la cual se denunciaba a la política "bárbara" del presidente Mitre.

En reiteradas notas y editoriales se recordaba a los lectores que la asunción de Mitre a la presidencia no había sido fruto del cumplimiento de la Constitución, sino de la "insurrección contra los poderes legítimos del país".17 Esta ilegitimidad del gobierno del partido liberal no se debía únicamente a un vicio de origen. Tras su llegada al poder, los unitarios no habían hecho más que gobernar como una tiranía. Según El Pueblo Entrerriano y El Porvenir, Mitre y sus aliados no respetaban las leyes ni la Constitución, reprimían de manera sangrienta las resistencias hacia su gobierno, censuraban a la prensa, sostenían una alianza con el Imperio del Brasil, cuyo régimen representaba la "barbarie" y el despotismo, violaban las autonomías provinciales, ejercían una política de expoliación hacia Entre Ríos, entre otras acciones censurables.

Estos párrafos, extraídos de una nota del año 1866, ilustran el contenido y el tono elegido para denunciar a la "facción"18 unitaria y al gobierno nacional:

"[Mitre] Nada ha hecho para obligarnos siquiera a la gratitud; lo único que le debemos son lágrimas, miserias y desolación sin fin (...) Pudo, sin embargo, haber hecho mucho bien, pudo haberse captado la voluntad de todos y hacer olvidar, con medidas sabias, el origen de su elección. Pero no quiso, y ahí está su falta. Prefirió a todo ser un sangriento conquistador, antes que el bienhechor de los pueblos (...)Hoy está la historia del presente para decirnos, que desde su exaltación a la silla curul de la presidencia el General Mitre no ha hecho más que arruinar las provincias, perseguir y encarcelar a los hombres que habían servido a la Administración pasada; autorizar la confiscación y el saqueo de las propiedades de los federales; facultar a monstruos como Sandes y Rivas para degollar las familias de los que no pensaran como ellos".19

Puesto que el gobierno liderado por Mitre era tiránico y tenía como fin la concentración del poder, uno de sus objetivos era el cercenamiento de las autonomías provinciales. Así, se manifestaba una y otra vez que una de las principales tareas que debían afrontar los federales de Entre Ríos era conservar la autonomía de la provincia crecientemente amenazada.

Diversas coyunturas daban pie para la sospecha de las malas intenciones del presidente Mitre: cuando se nombraba a funcionarios nacionales que no eran oriundos de Entre Ríos o simpatizaban abiertamente con el partido liberal, cuando se negociaba el reparto de las rentas nacionales, cuando el gobierno nacional solicitaba caballadas para abastecer el ejército, cuando se movilizaban las guardias nacionales, etc. Pero, con mucha frecuencia, lo que podría ser interpretado como un recorte de la autonomía, era presentado a los lectores como el primer paso hacia la disolución de Entre Ríos, puesto que los unitarios de Buenos Aires tenían como fin no sólo eliminar las autonomías provinciales, sino también al federalismo.

Por lo tanto, las acciones del gobierno nacional eran presentadas como gestos que anticipaban la segura ocupación de la provincia y la destrucción del pueblo libre de Entre Ríos, condenado por el "pecado" de querer defender su autonomía y su identidad federal. En tono ciertamente apocalíptico, se anunciaba el pronto inicio de las hostilidades bélicas (anticipado por la hostilidad siempre presente de la prensa de Buenos Aires y firmemente combatida por los federales entrerrianos) y la ocupación de Entre Ríos por parte del ejército nacional.

Si bien la denuncia de la inminente invasión a la provincia, presente en 1862, continuó en el discurso de ambos periódicos hasta el momento de su clausura en 1867, es ampliamente conocido que esta amenaza no se concretó. Posiblemente, una vez superados los críticos meses posteriores a la batalla de Pavón, la invasión a la provincia nunca haya sido considerada como una opción política viable por Mitre y los principales líderes del partido liberal, ni tampoco creída como posible por Urquiza y el círculo más cercano de aliados. Hasta qué punto los autores de las notas periodísticas estaban convencidos, no lo podemos saber. Es probable que estas afirmaciones fuesen más bien fruto de la propia dinámica del discurso periodístico, que tendía por su propia naturaleza a la exageración para abonar y acentuar la polémica -su eje articulador- . Práctica que era denunciada como perniciosa por los contemporáneos, pero también alimentada, en tanto que los periódicos eran utilizados como un instrumento de propaganda por todos los actores políticos de la época.

Sin embargo, es interesante señalar que la construcción discursiva de esta amenaza habilitaba la enunciación de una "retórica de la resistencia" que justificaba una posible rebelión contra los poderes nacionales del pueblo de la provincia de Entre Ríos. Como se señaló más arriba, el preparar la opinión pública entrerriana a favor de una posible rebelión liderada por Urquiza, era uno de los objetivos que perseguía Andrade en 1862 cuando planificaba la publicación de El Pueblo Entrerriano. Los argumentos que legitimaban una posible rebelión contra los poderes nacionales apelaban al derecho de los pueblos (las provincias) de resistirse mediante las armas a la tiranía: dado que el gobierno de Mitre era despótico, su poder ilegítimo y su accionar ponía en riesgo la existencia de los "pueblos libres" (es decir, las provincias) los levantamientos armados contra ese no eran ilegales, sino totalmente legítimos.20

En paralelo a la impugnación de las políticas del partido liberal, se exaltaba la figura de Urquiza. La defensa de lo que se podría denominar la "imagen" del caudillo era una de las grandes preocupaciones de los federales entrerrianos. La prensa unitaria solía atacar la figura de Urquiza ( a grandes rasgos lo describía como un déspota, representante de la barbarie de los caudillos y heredero de Rosas) y la alarma cundía ante cada nuevo folleto o libro que sus opositores publicaban para desprestigiarlo. Los "escritores públicos" del partido y/o al servicio de Urquiza estaban atentos a dichos ataques y respondían con notas de elogio hacia el líder y de vituperio hacia quienes lo criticaban. A mediados de 1866, el inicio de la campaña presidencial sumó otro motivo a la necesidad de enaltecimiento de Urquiza. En un registro apologético, era representado como el héroe indiscutido del triunfo de la libertad contra la "tiranía" de Rosas, como el artífice de la organización nacional y de la Constitución, como el forjador del progreso en la provincia y la Nación. Y como "padre de los entrerrianos" era el único capaz de defender a la provincia y a su pueblo de las amenazas que la asechaban.

aychú, en otros pueblos de la provincia y en Santa Fe. Asimismo, se enviaban ejemplares a la redacción de periódicos "colegas", a las oficinas de la administración provincial y a San José. Estas dos últimas prácticas nunca se explicitaban a los lectores, aunque sí eran denunciadas por el periódico rival, La Democracia. Este, además, se ocupaba recurrentemente de tildar de "prensa asalariada" a El Porvenir y a El Pueblo Entrerriano para recalcar su dependencia económica de Urquiza y su falta de autonomía política.21

La ayuda económica a los periódicos federales por parte de gobernador o de Urquiza era ampliamente conocida, necesaria y esperada por los editores. Pero esto no significa que cada periódico fuese fruto de un proyecto editorial del gobierno o del caudillo.

De la correspondencia que Gómez, Andrade y otros sujetos mantuvieron con Urquiza, se desprende que éste último ayudaba a la publicación de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir mediante la suscripción de ejemplares y una subvención en dinero, pero que esta ayuda era la consecuencia de las solicitudes de auxilio financiero que los primeros le habían hecho para emprender o continuar con proyectos que habían sido concebidos autónomamente. Los pedidos eran avalados o llegaban al general por intermedio de actores políticos locales (el jefe político, el diputado provincial, el comandante de milicias) que apoyaban la publicación del periódico o incluso integraban su redacción.

Sin embargo, los subsidios y ayudas no siempre eran suficientes. Si bien es de esperar que tanto Andrade como Gómez exagerasen sus dificultades financieras para conseguir mayor apoyo por parte del general, en las cartas se observa que la ayuda no era regular, que no siempre alcanzaba para cubrir los gastos de la imprenta y que eran necesarios otros ingresos para poder ejercer el oficio de "escritor público". Por tal motivo, los pedidos que especialmente Andrade le hacía a Urquiza también incluían la solicitud de ayuda para solventar los gastos del hogar. Como respuesta, lo favoreció, por ejemplo, con un contrato para imprimir el Registro Estadístico de la Provincia hasta 1864, con el ofrecimiento de un empleo público y con el préstamo de dinero.22

Por otro lado, las ayudas se podían suspender si lo publicado y/o el comportamiento político de los editores no eran del gusto de Urquiza o de la administración provincial. En enero de 1864, el caudillo interrumpió el subsidio a El Pueblo Entrerriano (recordemos que El Porvenir todavía no había sido fundado) por su prédica contraria a que se anularan las elecciones en Paraná, en donde en noviembre de 1863 había ganado el candidato "no oficial", Evaristo Carriego.23 En marzo de 1864, se reanudó la ayuda al periódico, posiblemente gracias a las gestiones de amigos de Andrade y Fernández para convencer a Urquiza de que no le eran desleales.24 Pero en las elecciones de abril, El Pueblo Entrerriano apoyó la candidatura "no oficial" del cura de Gualeguaychú, Vicente Martínez, para diputado provincial. En la campaña electoral, el periódico se benefició con una generosa suscripción de ejemplares por parte de algunos partidarios del cura y sus redactores participaron activamente en la compra de votos. Asimismo, entablaron una curiosa y efímera alianza con el grupo de liberales de la ciudad aglutinados en torno al periódico La Democracia que apoyaba al mismo candidato.25 La aventura electoral no prosperó porque el triunfo del candidato oficial fue avasallante y este fue el último desafío explícito a la política provincial de Urquiza en la prensa federal de Gualeguaychú.

Aunque Urquiza estaba al tanto de esa maniobra política, la ayuda financiera al periódico continuó. Apenas dos meses más tarde de las elecciones de abril, Andrade consiguió un subsidio del gobernador Domínguez de doscientos setenta pesos por mes para sostener el periódico. Según Borques, en su libro sobre la prensa de Gualeguaychú, este habría sido el principal motivo de la separación de Andrade de la redacción de El Pueblo Entrerriano, puesto que pretendía quedarse con la propiedad de la imprenta aduciendo que era el que recibía el subsidio que permitía su mantenimiento (Borques, 1919: 102-103). Una versión similar le dio el Juez Nicolás Betancourt a Urquiza tiempo más tarde, según ese Andrade había pretendido "quitarle al Sr. Gómez la prensa suya del periódico Entrerriano".26 Lo cual habría llevado a acaloradas discusiones entre Gómez y Andrade, en las que el primero habría injuriado a este último, lo que le valió la cárcel por unos días.27

En cartas que Gómez y amigos suyos le enviaron a Urquiza, los motivos de la separación fueron presentados como meramente políticos.28 Según ellos, Andrade tenía "conductas desleales" hacia Urquiza y no era un verdadero "patriota". Las evidencias estaban en la correspondencia que el propio Andrade había mantenido con amigos, que diligentemente enviaron al general como prueba de la acusación. En ella Andrade se refería a la desconfianza que tenía por la política seguida por Urquiza y aludía a sus vínculos con sujetos que -se corría la voz- conspiraban contra el general, como Ricardo López Jordán y el general Urdinarrain.29 Pero, es probable que estas acusaciones, que tenían como fin evidente desprestigiar a Andrade y ganar la confianza de Urquiza, no reflejen fielmente motivos de la ruptura, puesto que -como se vio- quienes continuaron en la redacción de El Pueblo Entrerriano también habían tenido conductas "desleales" hacia el caudillo.

Es evidente que Andrade logró, una vez más, movilizar de manera eficiente su red de amistades en la provincia y que Urquiza consideró que las acusaciones no eran lo suficientemente graves como para quitarle la confianza, puesto que continuó brindándole su apoyo político y ayuda financiera para fundar y sostener un nuevo periódico, El Porvenir.30

Sin embargo, más allá de las particularidades de esta historia, propia de un personaje como Andrade cuyo derrotero político mostraría en reiteradas ocasiones estar atravesado por fuertes ambigüedades, este episodio es un síntoma de las tensiones que se estaban gestando en el seno del partido federal, en el que las desconfianzas y las acusaciones cruzadas de "deslealtad" al general Urquiza eran cada vez más frecuentes.

Los desacuerdos entre Gómez y Andrade no se tradujeron en un enfrentamiento regular entre El Pueblo Entrerriano y El Porvenir. Si bien Juan Carlos Borques señala que luego de la partida de Andrade de la redacción de El Pueblo Entrerriano Gómez se "desahogó a su satisfacción" y tildó desde las páginas de su periódico a su ex socio de "hombre elástico y malicioso", no hemos hallado polémicas entre ambos periódicos ni descalificaciones entre los redactores en las ediciones posteriores a este altercado.31 Seguramente, la reprobación generalizada a las prácticas que podrían dar lugar a la "desunión de los entrerrianos" explica, en parte, este silenciamiento de las diferencias. La "desunión" era una preocupación entre los líderes del federalismo y Urquiza, en su correspondencia, con mucha frecuencia recordaba a sus interlocutores la importancia de mantener la unidad política en la provincia y lo pernicioso que eran las polémicas.32 Un indicio claro de la existencia de una voluntad política de callar las diferencias (de cualquier tipo) al interior del federalismo en la prensa, la encontramos en un acontecimiento menor, pero revelador al respecto. En noviembre de 1866, tras un enfrentamiento personal con Reinaldo Villar (jefe político de Gualeguaychú) Emilio Funes publicó una larga diatriba contra ese al que acusaba de ejercer un poder despótico. En ella, sin embargo, explicaba a los lectores que era preferible "disimular la injuria" que había sufrido por parte de Villar y no ahondar en la denuncia, "por amor a los principios que son nuestro credo político, por conservar la integridad del partido y por el respeto que nos merece el ilustre General Urquiza".33 A pesar del escándalo que este enfrentamiento debe haber supuesto en Gualeguaychú, El Porvenir mantuvo un cerrado silencio al respecto.

En suma, luego de 1864 -en consonancia con la derrota de los jordanistas en su intento de imponer a Ricardo López Jordán como sucesor de Urquiza en la gobernación de la provincia- no encontramos en El Pueblo Entrerriano ni en El Porvenir ningún atisbo de crítica hacia la política de Urquiza en el plano provincial.

En contraste, en relación a la política nacional, ambos periódicos mantuvieron una mayor autonomía discursiva y con frecuencia sus postulados se apartaron de los posicionamientos públicos del caudillo y de las autoridades provinciales.

Pero, esta autonomía sí era tolerada por Urquiza. Es más, el despliegue de un discurso crítico al gobierno nacional en la prensa federal de la provincia era una práctica que podía ser útil (según la coyuntura) tanto a los redactores como al propio Urquiza. Sin embargo, como se verá, esta era una modalidad plagada de ambigüedades y en ocasiones se volvía peligrosa para los intereses del poder político provincial y del caudillo.

Ni El Pueblo Entrerriano ni El Porvenir se concebían como periódicos oficiales. Esto podía ser ventajoso, en tanto que les daba a los redactores mayor libertad para expresar posturas políticas más radicales e intransigentes frente al gobierno nacional de las que podrían adoptar si escribiesen desde la redacción de un periódico oficial. Este era el objetivo que perseguía Andrade al momento de fundar El Pueblo Entrerriano a principios de 1862:

"La prensa oficial de esta provincia, no puede comprometer la marcha del gobierno, en estas cuestiones sobradamente serias. Creo que un periódico con carácter independiente (...) serviría muchísimo en estos momentos".34

Asimismo, la existencia de una prensa "independiente" le permitía a Urquiza, como líder del partido federal, alimentar una opinión pública contraria a los unitarios en el poder sin transformar a su figura ni a la provincia de Entre Ríos en amenazas evidentes al nuevo orden político instaurado a partir de 1862.

El hiato entre las posturas de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir y las opiniones públicas y alineamientos políticos de Urquiza era evidente sobre todo en relación a su política de subordinación al gobierno nacional, en su prescindencia frente a las montoneras del interior y en su decisión de apoyar a la Triple Alianza frente al Paraguay. Tres cuestiones sobre las cuales ambos periódicos -como vimos- desarrollaron un discurso especialmente exaltado que contrariaba el proceder público de Urquiza.

Tal incongruencia no escapaba a los contemporáneos y era percibida como peligrosa, en tanto que atentaba contra la estabilidad política en la provincia. La "virulencia" y la exageración de muchos de los artículos publicados era particularmente condenada porque, en opinión de quienes denunciaban ese estilo periodístico, provocaban que se generase una imagen de continua "agitación" política, altamente inconveniente para los intereses de Entre Ríos y del propio Urquiza.35

Las contradicciones entre una práctica conciliadora con el gobierno de Mitre y un discurso que exacerbaba la condena a ese mismo gobierno, se acentuaron en la coyuntura de la Guerra del Paraguay. El comienzo de la guerra supuso un gran desafío al liderazgo de Urquiza, que tuvo que afrontar serias y amplias resistencias a su política de apoyo a la Triple Alianza. En este contexto, el estilo exaltado y la autonomía de opinión de la prensa federal era perniciosa y su control se hacía necesario. Rápidamente se hizo saber a los redactores la necesidad y conveniencia de moderar el discurso. Asimismo, es de suponer que la política adoptada por Urquiza debe haber generado desconcierto en gran parte de los federales de la provincia. Ambas cuestiones se reflejan en una carta que Andrade le envió horas después de conocida su proclama de apoyo a la guerra y luego de una entrevista con el ministro de gobierno de la provincia, el Dr. Molinas:

"[...] Debo decirle que hasta el 20 del presente, fecha en que conocí la proclama de VE ataqué con toda la energía de mis convicciones la política del gobierno nacional y defendí al Paraguay con cuya causa en las cuestiones del Plata había simpatizado. Pero desde esa fecha no ha salido ni saldrá de mi pluma una sola palabra que contraríe los propósitos de VE [...] porque como hombre del partido tengo confianza en el tino y en el patriotismo de VE".36

Efectivamente, en los primeros meses posteriores a la proclama de apoyo a la guerra, El Pueblo Entrerriano y El Porvenir moderaron el discurso.37 Los redactores de éste último explicaron a sus lectores que la "gravedad de la situación y las complicaciones que encierra" obligaban al periódico a "hacer un paréntesis a los debates en la prensa militante", aunque no renegaban de los principios antes sostenidos.38 Si bien no contamos con las ediciones de los meses posteriores, la correspondencia y las notas que esporádicamente se reproducían en la prensa de Buenos Aires, nos indican que el discurso adoptado giró en torno a la necesidad de reafirmar el liderazgo de Urquiza como "padre de los entrerrianos" y guardar el honor militar de la provincia, cuyo pueblo, de larga tradición guerrera, no debería amedrentarse frente a esta nueva coyuntura bélica.

Sin embargo, hacia noviembre de 1865 el tono moderado ya había sido abandonado y la postura crítica de la prensa federal se volvía, una vez más, peligrosa para la paz social y política en Entre Ríos. Estas consideraciones del gobernador Domínguez a Urquiza, escritas luego del desbande de Toledo, son ilustrativas:

"Llamo otra vez la atención de VE con las correspondencias y otros escritos que en El Porvenir de Gualeguaychú publica D. Francisco Fernández (...). En mi opinión (...) cualquier medida enérgica del gobierno se convierte en ridículo si no se toman medidas para cortar ese abuso".39

Este "abuso" eran las notas que condenaban con vehemencia la Triple Alianza y la política de Mitre. El hijo de Urquiza, Justo Carmelo se encargó de escribirle a Andrade (es probable que otros también lo hayan hecho) para recomendarle que en su periódico se escribiese "en el sentido de la unión y subordinación del pueblo Entrerriano". Días después, Andrade publicó artículos que -a juzgar por la opinión de Justo Carmelo- tendían a apaciguar los ánimos. Esto no evitó que meses más tarde, a medida que se lograba controlar la situación política de la provincia y se hacía evidente que Urquiza no participaría en la guerra, la condena sin matices a la guerra volviese a dominar las ediciones de El Porvenir (y también las de El Pueblo Entrerriano) hasta su clausura por el gobierno nacional en febrero de 1867.

El sostenimiento de este discurso (que tampoco abandonaba su apoyo a las montoneras del interior y que tenía características abiertamente insurrectas) junto a la defensa de Urquiza como jefe del federalismo y gran político nacional, llevaba a marcadas ambigüedades, salvadas a través de recursos retóricos que pretendían exculpar al líder de sus prácticas contrarias a los intereses del federalismo. A partir de 1866 cada vez es más frecuente encontrar a Urquiza descrito como "sufriente": luego de Pavón su defensa de la paz en la República lo había llevado a pactar con el partido liberal (y desatender los llamados de parte de los caudillos del interior que se habían rebelado contra el orden impuesto por Mitre). Su honor inquebrantable era el que lo había conducido a sostener políticas que contradecían los intereses federales. Al igual que Sísifo, llevaba sobre sus hombros el peso de una situación política insoportable a la que por los compromisos contraídos no podía ponerle fin.40

La contradicción era pública, demasiado evidente y era gustosamente aprovechada por La Democracia para cuestionar tanto a El Porvenir y a El Pueblo Entrerriano como al accionar del propio Urquiza:

"Pero lo que nadie alcanza a comprender es como esa prensa, que la opinión pública señala como sostenida por el gobierno y el general Urquiza, se exprese en términos tan insolentes y con un lenguaje indigno de escritores decentes, cuando el gobierno y el General Urquiza en sus actos oficiales se muestran adictos a la política del Presidente de la República y cooperan al triunfo sobre López. [...] Es tan chocante esta contradicción que la mente se resiste a creer en tamaño embolismo".41

El estilo exaltado de la prensa federal también era condenado por Urquiza y recomendaba mesura a quien le pedía consejo sobre cómo proceder frente a los ataques de la prensa unitaria o a las políticas consideradas ofensivas a los intereses entrerrianos.42

Sin embargo, más allá de los consejos, poco hacía para evitar esas prácticas. Por ejemplo, frente a los reclamos que Benjamín Victorica le hiciera a mediados de 1863 sobre el accionar dañino de ese tipo de discurso de la prensa federal de la provincia, alegaba su imposibilidad de controlar las opiniones publicadas: "mi influencia no llega a toda la prensa, ni mi voz puede muchas veces hacerse oír a tiempo para prevenir las explosiones (...) de la opinión"43. A pesar de estos argumentos, los hermanos Victorica sospechaban que Urquiza consentía la publicación de artículos "muy virulentos" de Francisco F. Fernández que "no convenían".44

Es más, Urquiza difundía especialmente los periódicos dentro del círculo de aliados. En su correspondencia se aprecia con claridad esta práctica (y también la de "hacer circular" los periódicos por parte de quienes militaban a favor del partido). Por ejemplo, en 1862 Víctor Silvero le informaba a Urquiza desde Corrientes: "He tenido el honor de recibir la suya (...) y a ella adjuntos los cuatro números de "El Pueblo Entrerriano" que se dignó a remitirme y a los que les he dado buena y conveniente circulación"45. En enero de 1867 Manuel Lucero le indicaba desde Córdoba que hacía lo mismo con El Porvenir: "Estoy recibiendo El Porvenir de Andrade y circulándolo con provecho".46

Días más tarde de esta última carta, el gobierno nacional ordenó la clausura de ambos periódicos (junto con El Paraná y El Eco de Entre Ríos) por tomar "una dirección incompatible con el orden nacional" y por sostener "la rebelión contra las instituciones nacionales y contra los poderes públicos creados de ellas".47 El gobierno provincial acató las órdenes y procedió a la clausura. Urquiza acordó con la necesidad de respetar la medida. Tal como le manifestó al gobernador Domínguez, el gobierno provincial tenía el deber de evitar que "ningún periódico en la provincia cualesquiera que sea su título, escriba con el desenfreno que se ha hecho"48. Sin embargo, apenas unas semanas más tarde prestó ayuda financiera y apoyo político para la publicación de La Regeneración, periódico que reemplazó a El Porvenir y que continuó sin matices con el mismo discurso que su predecesor.49

Estas, tal vez aparentes, contradicciones no son sencillas de interpretar. Es probable que una clave explicativa se halle en las particularidades de la década de 1860, en la cual las lógicas partidarias estaban atravesando por un proceso de cambio tendiente a erosionar las tradicionales identidades políticas.50 Esto creaba desfasajes evidentes al interior del partido federal, en donde Urquiza y su círculo cercano de aliados apostaban a una integración en el espacio político nacional, mediante la creación de nuevas alianzas y un nuevo estilo de construcción política, mientras que los actores políticos en la arena local (comandantes de milicias, jefes políticos, periodistas) continuaban apelando a las tradicionales adscripciones partidarias como clave para la interpretación y marco de acción política. En este contexto, el discurso de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir, estructurado en torno a las antinomias federal/unitario y provincias/porteños apelaba y era la expresión de la forma de leer la política en la década de 1860 en vastos sectores de la sociedad entrerriana.

¿Por qué Urquiza apoyaba estos periódicos, aun cuando sus discursos se mantenían en un peligroso límite que alimentaba la rebeldía hacia el gobierno nacional, pero que podía llevar en ocasiones también al cuestionamiento del orden provincial?

Más allá de las contradicciones de su estrategia política, ésta última realmente opaca en más de una coyuntura, lo que sí es evidente es que Urquiza, aun luego de acatar el orden impuesto por el partido liberal, aspiraba a continuar en su rol de jefe del Partido federal. Para ello era imprescindible ser reconocido como tal por sus seguidores (en Entre Ríos y en el interior). Por lo tanto, las antinomias que le daban identidad al Partido federal no podían ser desatendidas sin que se pusiera en riesgo su propio liderazgo. El Pueblo Entrerriano y El Porvenir anudaban ambas exigencias: reproducían el tradicional programa del federalismo en el lenguaje conocido del enfrentamiento entre facciones al tiempo que ensalzaban a Urquiza como líder indiscutido del partido. Una operación discursiva y política llena de ambigüedades. Con el tiempo, se revelaría insostenible.

Notas

1 A lo largo de este trabajo los términos "partido liberal" y "partido unitario" (o "liberales" y "unitarios") son equivalentes. Si bien los miembros del partido liberal no se autodefinían como "unitarios" (aunque se proclamaban herederos de ese partido surgido en Buenos Aires en la década de 1820), desde el campo del federalismo, "liberal" y "unitario" eran sinónimos y expresión de una misma identidad política. Por otro lado, las bases programáticas de los partidos "federal" y "unitario"/"liberal" eran similares: ambos adherían al liberalismo como doctrina político económica y sostenían el sistema federal de gobierno. Por lo tanto, las identidades partidarias de unos y otros se definían a partir de una compleja combinación de configuración de redes de poder locales y tradiciones políticas, al tiempo que variaban según cada realidad provincial. En el caso del federalismo entrerriano, como se verá en este trabajo, su identidad se constituía fundamentalmente en torno a la apelación a un sentimiento anti porteño y a la defensa de la autonomía de la provincia. Un agudo análisis sobre las identidades "federal" y "unitaria" en la década de 1860 en De La Fuente, 2007 y Míguez, 2013

2 Como se analiza más adelante, no se trata de candidaturas "opositoras", puesto que no objetaban públicamente el liderazgo de Urquiza, pero competían con los candidatos elegidos por éste (es decir, la lista "oficial").

3 Una excepción a esta última cuestión es el reciente estudio de María Victoria Baratta sobre el discurso de algunos periódicos de Entre Ríos y Corrientes en torno a la guerra del Paraguay (Baratta, 2013).

4 Cantidad solo superada en Buenos Aires y, para el caso de las provincias del interior, en Santa Fe (aunque dado el incipiente desarrollo de la historiografía sobre la prensa en el interior del país, esta afirmación debería ser confirmada por nuevas investigaciones).

5 Por ejemplo, "La Chicharra" y "El Grillo" existieron durante unas pocas semanas en Victoria, hasta que el jefe político presionó para su cierre dado que -a su juicio- se trataba de "periodiquitos que perjudicaban a la unión" (Archivo General de la Nación [AGN], Fondo Urquiza [FU], 1749, S. Ezpeleta a J. J. Urquiza, noviembre de 1866). El Eco de la Juventud en Gualeguaychú alcanzó apenas dos números y aparentemente fue cerrado por falta de fondos.

6 El ejemplo más conocido y extremo de esta última tendencia fue El litoral dirigido por Evaristo Carriego, el que a partir de 1863 se dedicó a hostigar primero al gobierno de Mitre y luego al de Urquiza, hasta que fue clausurado en 1865 por iniciativa de las autoridades de Paraná (AGN, FU, 1736, Domingo Comas a J. J. Urquiza, 20/06/1865). Entre los periódicos unitarios se destacó La Democracia editado en la ciudad de Gualeguaychú entre 1863 y 1867. Sobre este último ver a Pérez, 2015.

7 Según expresión de Olegario Andrade. (AGN, FU, 1846, Andrade a S/D, S/F.).

8 Los ejemplos en la correspondencia en los Fondos Urquiza y Victorica son muy abundantes. La ayuda formal o informal a los periódicos "amigos" era una práctica corriente. Aunque no siempre resultaba suficiente.

9 AGN, FU, 1736, Francisco F. Fernández a Urquiza, 21/7/ 1865. Hacia 1867 las relaciones entre Urquiza y Fernández se deterioraron. En 1870, Fernández sería un activo participante en la rebelión de López Jordán.

10 Véase la correspondencia entre Gómez y Julio Victorica con motivo de las elecciones presidenciales de 1868.

11 AGN, FU, 1698.O. Andrade a J. J. Urquiza. 16/12/1861.

12 AGN, FU, 1702. O. Andrade a J. J. Urquiza. 9/2/1862.

13 AGN, FU, 1846, F. F. Fernández a O. Andrade. La misma preocupación se observa en la correspondencia de Urquiza con Andrade y con Luciano González a fines de 1862 (AGN, FU, 1713, 21/12/1862).

14 Recopilación de leyes, decretos y acuerdos de la provincia de Entre Ríos, tomos IX y X, Imprenta La Voz del Pueblo, Concepción del Uruguay, 1876.

15 Una acotación en una carta nos ilustra sobre la prensa y su circulación en el espacio rural en la provincia. En 1862, un jefe político afirmaba: "el habitante de la campaña no se fija en los periódicos". Con preocupación también afirmaba que las noticias y opiniones publicadas llegaban a los habitantes de la campaña tergiversadas por terceras personas. AGN, FU, 1708, M. Navarro a J. J. Urquiza 3/7/1862.

16 Los claros se llenan El Porvenir, 18/7/1866. De manera similar, El Eco de Entre Ríos reconocía abiertamente sus vínculos con la prédica de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir. En su primer número podemos leer: " Estamos seguros que nuestra voz pasará desapercibida, porque ante los robustos acentos de "El Porvenir" y del "Pueblo Entrerriano", poco vale una voz desautorizada y sin eco como la nuestra; pero hemos de aplicar todas nuestras fuerzas, hemos de contribuir con todo el vigor de nuestra pobre inteligencia", El Eco de Entre Ríos, 6/7/1866.

17 "Una fecha olvidada", El Porvenir,16/11/1866.

18 Durante las décadas de 1850 y 1860, cada "partido" se proclamaba representante del interés público y del conjunto del pueblo y acusaba a sus adversarios políticos de formar una "facción", término que denotaba divisionismo e ilegitimidad, en tanto quien integraba una facción perseguía intereses privados, réditos económicos y guiaba sus acciones por la ambición de poder (Aljovín de Lozada y Loyaza Pérez, 2014; Souto, 2014)

19 "La opinión de Entre Ríos", El Porvenir, 18/7/1866. Los ejemplos de denuncia contra el gobierno de Mitre son numerosísimos.

20 Las notas en las que se desarrolla este argumento son numerosas, pero más frecuentes en el marco de los levantamientos federales del interior. Este tipo de argumento se corresponde a un ideario político extensamente aceptado en la época y con una larga tradición en los pueblos rioplatenses. Sobre este tema, ver, por ejemplo a Cansanello, 2003; Macías, 2003; Sábato, 2008.

21 Por ejemplo, con marcada ironía (pero posiblemente con razón) en febrero de 1863 afirmaba: "podemos asegurar que es tanta la popularidad del "Pueblo" que si el General Urquiza suspende la subvención que pasa, el "Pueblo" no vive ni quince días"("Claridad colega", La Democracia, 8/2/1863).

22 AGN, FU, 7392, O. Andrade a J. J. Urquiza, 19/2/1863; Beatriz Bosch, 1984: 256-257. Por su parte, Gómez parece haber subsistido gracias a los trabajos de la imprenta de la cual era dueño, llevando una vida muy modesta.

23 "Crónica Parlamentaria", El Uruguay, 21/1/1864; "Punto final", El Uruguay, 6/2/1864.

24 Aparentemente, quien habría intervenido a su favor fue el General Basavilvaso. AGN, FU, 1724, O. Andrade a J. J. Urquiza, 10/3/1864.

25 AGN, FU, 1725, S/D a Marcos E. Funes, abril 1864; P. E. Murua a Ezequiel Crespo, 31/3/1864; E. Crespo a S/D, abril de 1864. "Elecciones", El Uruguay, 9/4/1864.

26 AGN, FU, 1743. Nicolás Betancourt a Justo J. Urquiza, 27/3/1866.

27 Borques, 1919: 102-103. De la correspondencia entre Gómez, Murúa y Urquiza se desprende que el primero estuvo preso en Concepción del Uruguay por su pelea con Andrade, pero no se explicita la causa de la pelea.

28 AGN, FU, 1727. E. Gómez a J.J .Urquiza, 20/7/1864.

29 AGN, FU, 1846; O. Andrade, Gualeguaychú, S/F; AGN, FU, 1727, E. Gómez a J.J. Urquiza, Gualeguaychú, 8/7/1864; P. Murúa a J.J. Urquiza, Gualeguaychú, 8/7/1864; E. Gómez a J. J. Urquiza, Gualeguaychú, 20/7/1864.

30 Borques señala que Francisco F. Fernández con dinero obtenido del gobierno provincial compró una imprenta en Buenos Aires para la edición del periódico (Borques, 1919: 146)

31 Lamentablemente, no encontramos en los archivos las ediciones correspondientes a la segunda mitad del año 1864 hasta noviembre de 1865. De todas formas, si las polémicas hubiesen tenido lugar, consideramos que no deben haber sido demasiado violentas ni deben haber puesto al descubierto las tensiones y rivalidades que efectivamente se estaban gestando al interior del partido, puesto que no hallamos referencias a las mismas en la correspondencia ni en otros periódicos de la provincia.

32 Del mismo modo, El Uruguay, el periódico oficial, publicaba notas de reprobación cuando otros periódicos federales de la provincia se enfrascaban en polémicas o ventilaban rencillas personales que atañían a actores locales. Asimismo, esta preocupación por la manifestación de disidencias puede enmarcarse dentro del ideario liberal decimonónico que sostenía a la uniformidad de opinión como un valor altamente deseable y al cual debían tender las sociedades (Aljovín de Lozada y Loayza Pérez, 2014; Cucchi y Navajas, 2012; Souto, 2014).

33 "Protestamos ante la ley y las autoridades", El Pueblo Entrerriano, 15/11/1866.

34 AGN, FU, 1698, O. Andrade a J. J. Urquiza, 16/12/1861.

35 Los hermanos Victorica (asociados al ala más conciliadora con el gobierno nacional) miraban con preocupación estas prácticas y la condenaban desde su periódico, El Uruguay.

36 AGN, FU, 1734, O. Andrade a J. J. Urquiza, 25/4/1865.

37 El Paraná y El Republicano, que militaban en contra de la guerra, también moderaron su discurso.

38 "Paréntesis", El Porvenir. Reproducido en La Tribuna, 7/5/1865.

39 AGN, FU, 1739, J.M. Domínguez a J. J. Urquiza, 17/11/1865.

40 Estos conceptos sobre Urquiza están presentes en numerosos artículos. La comparación con Sísifo en "El Trabajo de Sísifo", El Porvenir, 14/1/1867.

41 "¿Qué quieren?", La Democracia, 8/8/1866.

42 Por ejemplo, AGN, FU, 1713, J.J. Urquiza a O. Andrade, 21/12/1862; AU, 1738, J. J. Urquiza a J.A. Broches, 6/9/1865; AGN, Fondo Victorica [FV], J.J. Urquiza a B. Victorica, 2/9/1863.

43 AGN, FV, J.J. Urquiza a B. Victorica, 2/9/1863.

44 AGN, F V, 3136, J. Victorica a B. Victorica, 4/10/1863.

45 AGN, FU, 1702. V. Silvero a J. J. Urquiza, 5/02/1862. A juzgar por la gran cantidad de referencias en las cartas a este tipo de prácticas, es claro que debe haber sido muy común y casi cotidiana.

46 AGN, FU, 1751, M. Lucero a J. J. Urquiza, 8/1/1867.

47 Circular del Ministerio del Interior al Gobierno de Entre Ríos, 27 de enero de 1867. Citado en Borques, 1919: 229.

48 AGN, FU, 1751, J. J. Urquiza a J.M. Domínguez, 31/1/1867.

49 A El Pueblo Entrerriano le sucedió El País. En este caso, el nuevo periódico adoptó un tono más moderado.

50 Sobre la cuestión de las transformaciones en las identidades y prácticas partidarias a nivel nacional ver a Míguez, 2013.

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