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Folia Histórica del Nordeste

versión impresa ISSN 0325-8238versión On-line ISSN 2525-1627

Folia  no.28 Resistencia abr. 2017

 

NOTAS Y DOCUMENTOS

Tras las huellas de los subvencionados: viaje a las colonias suizas de Misiones

After the tracks of the subsidized: trip to the swiss colonies of Misiones

Laura Mabel Zang*

* Becaria Doctoral de CONICET. Licenciada en Historia. Profesora de Historia con orientación en Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones. lauramabelzang@yahoo.com.ar

Resumen

La obra En Misión a Misiones presenta una síntesis de los relatos y experiencias que tuvo el funcionario del gobierno helvético Luis Ferrari como Comisario de emigración suizo en la Argentina en su recorrido por el Territorio Nacional de Misiones.

En su viaje relevó información de gran valor acerca de las condiciones de vida de esos grupos de inmigrantes, las principales dificultades que éstos afrontaron en la adaptación a un entorno muy distinto al que estuvieron habituados en Europa, las enfermedades propias de climas tropicales, las prácticas más recurrentes para la preservación de sus rasgos identitarios y pautas culturales, las dificultades en mantener los lazos con su patria de origen, entre otros.

Palabras clave: Misiones; Viaje; Inmigrantes.

Abstract

The work En misión a Misiones presents a synthesis of the stories and experiences of the official of the Swiss government Luis Ferrari as Commissary of Swiss emigration in Argentina in his trip by the National Territory of Missions.

During his trip, he collected valuable information about the living conditions of these groups of immigrants, the main difficulties they faced in adapting to an environment very different from the one they were accustomed to in Europe, the diseases of tropical climates, the most frequent practices for the preservation of their identity traits and cultural patterns, and the difficulties in maintaining ties with their native land, etc.

Palabras clave: Misiones; Trip; Immigrants.

Recibido: 10/12/2016
Aceptado: 15/02/2017

Entre 1935 y 1939 se produjo la llegada de una nueva corriente de inmigrantes suizos al Territorio Nacional de Misiones1; éstos vinieron en condiciones de desocupación producto de la crisis económica por la que estaba atravesando su país de origen. Para el 6 de julio de 1937 se firmó el Tratado suizo-argentino de colonización e inmigración que buscó fomentar el arraigo de inmigrantes de ese origen en regiones aptas para la agricultura y la cría de ganado; a través del mismo el gobierno suizo otorgó una ayuda económica de aproximadamente 4.000 francos a las familias que emigraran en el marco de esa legislación a ser devueltos en cuotas y sin intereses después que las cosechas generasen los primeros ingresos. El convenio entre ambos países fue calificado por Luis Ferrari (1942: 25) como el punto más acabado del proyecto inmigratorio y lo concibió como “la plataforma sobre la que podrá erigirse todo un plan orgánico de colonización suiza de inspiración social”; en el mismo se estipuló, además de la ayuda económica, la realización de una adaptación agrícola en la región del Ticino en el sur de Suiza.

Tras la firma de este Tratado que dio fundamento legal a esta corriente de inmigrantes, Luis Ferrari asumió como Comisario de emigración suizo en la Argentina y permaneció en este cargo hasta su renuncia el 30 de junio de 1939 (Schneider, 1998: 208 t. p.). En el marco de sus funciones, entre los meses de julio y agosto de 1937, recorrió en el Territorio Nacional de Misiones, las principales colonias que fueron receptoras de inmigrantes suizos subvencionados hacia mediados de la década de 1930. Producto de esa estadía, en 1942 salió publicado En Misión a Misiones con solamente 50 ejemplares y sin reediciones posteriores.

En ese sentido, la obra presenta una síntesis de los relatos y experiencias que tuvo el funcionario del gobierno helvético en su viaje donde relevó información de gran valor acerca de las condiciones de vida de esos grupos de inmigrantes, las principales dificultades que éstos afrontaron en la adaptación a un entorno muy distinto al que estuvieron habituados en Europa, las enfermedades propias de climas tropicales, las prácticas más recurrentes para la preservación de sus rasgos identitarios y pautas culturales, las dificultades en mantener los lazos con su patria de origen, entre otros.

En Misiones, la instalación de inmigrantes suizos correspondió a un período en el que ya se habían cerrado las oportunidades de acceder a la tierra pública en las provincias de clima templado. El movimiento migratorio de este origen puede ser atribuido a dos grandes factores: por un lado, por la crítica situación económica de Europa en general y de Suiza en particular y, por el otro, la búsqueda de “mejorar fortuna” en un espacio nuevo. En este contexto, la promoción de la colonización y la financiación de la misma fue una de las salidas a la crisis; con la organización de las nuevas colonias se pretendió que los emigrados lograsen medios de subsistencia que en Suiza no tenían.

El inmigrante europeo era “alguien asociado con el trabajo y, como objeto deseable, con la agricultura” (Devoto, 2009: 34); sin embargo, en Suiza los trabajadores de la construcción y de la industria textil fueron los sectores más afectados por la “racionalización de los lugares de trabajo” (Glatz, 1997: 204. t. p) y de allí las dificultades que tuvieron para adaptarse a las tareas agrícolas. El escrito de Ferrari de este modo, relata las peripecias por las que atravesaron los inmigrantes frente a un entorno totalmente nuevo a la vez que presenta un panorama general acerca de las ventajas que podría tener el Territorio Nacional de Misiones frente a otros lugares del país, a pesar de las grandes diferencias que éste presentaba climática, cultural y socialmente con respecto al de su origen.

El libro comprende dos grandes secciones: en la primera de ellas, “Puerto Rico”, el autor focaliza su recorrido por las colonias San Alberto, Capioví, Línea Cuchilla, Cuña pirú, Mbopicuá, Oro Verde, Puerto Mineral y Capioviciño; mientras que la segunda sección “Eldorado”, narra por un lado su itinerario por el Schweizertal [valle de los suizos] que se inicia en el Kilómetro 28 pero su centro se halla en el 34; su paso por la colonia inglesa de Victoria –al norte de Eldorado– la que “parece ser particularmente indicada para colocar en ella un núcleo de familias [suizas] a llegar” (Ferrari, 1942: 10-11) y su estadía en colonia Helvecia cuya creación atribuye al suizo Enrique O. Bucher en la segunda mitad de la década de 1920; finalmente, concluyó su viaje con la visita de la colonia fiscal de Oberá, en el centro-sur de Misiones y su retorno a Posadas.

Tras ser recibido en Posadas por los suizos Pablo von Stokar –en ese entonces presidente de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate– y Roger Machón, se trasladó junto a ellos a la colonia suiza de Santo Pipó2 donde describió con claridad la buena posición económica alcanzada por los pobladores de ese lugar: “¡Ah no, caramba!” –respondió Ferrari rechazando la invitación para asistir a las celebraciones de la fiesta nacional suiza– “yo no voy a empezar mi misión con un baile, entre damas en traje de noche y caballeros de smoking; ¡eso sí que no!” (Ferrari, 1942: 13) y de ese modo, emprendió el viaje a los fines de llegar a Puerto Rico el 1º de agosto y pasar las celebraciones junto a los colonos allí radicados.

En el camino que separaba Santo Pipó de Puerto Rico –trayecto que hizo con el automóvil particular del señor Roger Machón debido a la ausencia de vapores de manera regular entre Posadas y el Alto Paraná– el autor reconoce la “proximidad de gente rica” al ser rodeados por un dänische Dogge [perro danés] pues “solamente los ricos pueden disponer de tan soberbios guardianes”; se trataba pues de la casa del Señor Christ “un suizo acaudalado, quien afablemente nos invita a su casa [...] en Tabay” (Ferrari, 1942: 42); con muchas dificultades –debido a la espesura del monte y por la ausencia de camino transitable– “el Rocinante” –nombre con el que bautizó el automóvil del Sr. Machón– prosigue su marcha hasta las cercanías de Puerto Mineral –“como quien dijese, en los alrededores de Puerto Rico”– donde realizan una rápida visita a un compatriota de nombre Juan Wyss3 que le permitió “dar con otra prueba de que el éxito no es por cierto inalcanzable para nuestros suizos. Wyss es, evidentemente, además de un trabajador, un comerciante avisado y ello explica su éxito particularmente notable. Al lado de un almacén posee el secadero de la yerba mate” (Ferrari, 1942: 77).

Prosiguieron su viaje cruzando Oro Verde, al margen del río Paraná, donde penetraron “en las inmensas plantaciones de la empresa Martín y Cía4.” (Ferrari, 1942: 47). A avanzadas horas de la noche del 31 de julio llegaron a la “Pensión Suiza” en Puerto Rico; allí se contactó con la “persona que más deseaba conocer en esa localidad” y con quien ya había tenido oportunidad de intercambiar “un nutrido trato epistolar”: el Señor Jacob Nobs, compatriota suizo y “hombre de confianza de la Central Suiza de Colonización de Ultramar” (Ferrari, 1942: 50).

Tras dos días de visitas en Puerto Rico, inició su recorrido por Eldorado conducido por una lancha puesta a su disposición por Adolfo Schwelm5. Aquí el autor percibe muchos contrastes entre una y otra colonia: una pensión suiza de características “franciscanas” en Puerto Rico frente a una lujosa casa de huéspedes en Eldorado; una colonia en pleno período de formación con potreros y campos cultivados alternados aún con fracciones de selva frente a otra cuya “picada maestra es toda una calle de pueblo, tan buena como las que cruzan ciudades y poblaciones como San Luis y Villa Mercedes” y sin interrupciones de selva en ella; finalmente, el secadero de yerba mate de Eldorado dirigido por el suizo de apellido Roulet con una capacidad de elaboración de setecientas toneladas de materia prima, “es mucho más moderno y vasto” que el de Puerto Rico (Ferrari, 1942: 83,86 y 95).

Eldorado es un ejemplo de urbanización según Ferrari, “que procura al visitante la firme impresión de algo realizado, definitivo, alcanzado”. En él se alternan numerosos comercios con campos muy bien labrados con yerba mate, tung, bananos y citrus. La Compañía Eldorado, particularmente interesada en atraer a los suizos a sus tierras, además de haber hecho construir el Hotel de Inmigrantes, lo subvencionó para que el hotelero cobre a los colonos suizos solamente un peso y medio por día en concepto de pensión completa como importe máximo y así facilitar y abaratar la estadía de los recién llegados.

Particularmente interesante resulta la descripción que el Comisario Suizo hizo del encargado de la Compañía de Colonización en Eldorado y que no necesariamente condice con una imagen paternalista con la que muchos de los inmigrantes lo describen, sino más bien con la de un hábil comerciante que supo aprovechar la venta de tierras a bajos costos, fraccionarlos y vender los lotes a los europeos:

El señor Adolfo J. Schwelm […] ha sido Rey del pequeño reino que ha creado aquí a orillas del Alto Paraná. Hace unos veinte años, este habilidísimo hombre de negocios ha concebido una idea que no dejaba de ser luminosa además de audaz: transformar una selva virgen en un pueblo. Adquirió aquellas extensiones a un precio que, según me aseguraron, no llegaba a tres pesos por hectárea (Ferrari, 1942: 103).

En Eldorado y Puerto Rico –de ninguna manera pudo señalarlo así para Helvecia– el autor evidenció la consecución de las tres etapas que vislumbró en el proceso colonizador: “establecerse primero, radicarse después, y progresar con el tiempo” (Ferrari, 1942: 36). La próspera situación de la primera de las colonias no dejó de admirar a Ferrari empero Helvecia representó una decepción en todos sus aspectos: desde la planificación de su partida para efectuar la visita de las colonias suizas ubicadas al norte del Territorio Nacional, ninguno de los pobladores de Eldorado a quienes consultó –entre ellos Adolfo Schwelm, el Sr. Bourquin y el Sr. Durian– pudo señalar con exactitud hacia donde debía dirigirse. De este modo, “hay quien dice que es Puerto Esperanza. Otro habla de Puerto Carolina […] el piloto y el camarero de a bordo [de la lancha] no saben tampoco dar razón de un “Puerto Helvecia” pero afirman que debe tratarse de Puerto Irigoyen”. Al llegar al lugar, dos de los emisarios del Sr. Bucher informan que “Helvecia es el llamado Puerto Krieger” aunque nunca supo el autor porque los planificadores de la colonia habrían omitido el dato (Ferrari, 1942: 131).

Con su arribo a Helvecia – ¿o Puerto Krieger?–, llamó la atención la poca organización del lugar y los pocos residentes con que contaba; de este modo, el autor señala que, a pesar que el Sr. Bucher insistía en que el núcleo más poblado de la colonia se hallaba a tres o cuatro kilómetros del río, al indagar acerca de los nombres de los residentes solamente pudo nombrar a dos: la familia Moor y la familia Bürki. “Me quedo penosamente sorprendido” –relata Ferrari ante la situación en que se hallaba la familia de este último inmigrante– “porque esto no me lo esperaba. Bürki es uno de los primeros colonos que he recibido en Buenos Aires y dirigido a Misiones. Y me lo veo aquí, ocupando, con su familia numerosa, un rancho por demás primitivo”; ante la espera de que estuviera en una posición más consolidada por tratarse de una familia que emigró antes que los asentados en Puerto Rico y Eldorado, el rostro de Bürki sin embargo connotaba desesperación y aflicción ante la situación de incertidumbre en la colonia y con la propiedad misma de su lote. No fueron mejores las condiciones en que halló a la familia Moor: “¿Cómo pueden –se preguntó preocupado el funcionario del gobierno suizo– compararse estas condiciones de vida con las que he encontrado en Puerto Rico y en Eldorado? Y ¿cómo puede concebirse que se llame “Colonia a esto?” (1942: 132-135).

Finaliza su itinerario de viaje con el recorrido de Oberá –a diferencia de las anteriores, perteneciente al fisco– que contiene, “después de Posadas y Apóstoles, la población más importante y progresista de todo el territorio de Misiones”. En esta colonia, Ferrari se propuso como objetivos visitar dos familias: a la de Leo Lutz –establecidos ya unos años allí–, y a Jakob Schegg –quien junto a su esposa y doce hijos, pocos meses llevaba radicado en la colonia–. En el primero de los casos, relata las desventuras sufridas por Lutz y su familia a los pocos meses de hallarse establecidos cuando un vecino de origen alemán “de repente se volvió loco” y los atacó “a tiros”; los integrantes de la familia salieron ilesos del episodio aunque no resultó así con muchos de los animales de granja que no lograron escapar. En el segundo caso, se estableció en tierras de Lutz donde compró las mejoras de la chacra; pese a las múltiples cartas que el autor intercambió con Jakob Schegg donde éste relataba su próspera situación, el funcionario suizo no dejó de sentir preocupación ante la inestabilidad jurídica de una ocupación de ese tipo.

De este modo, lo que para muchos pareció una ventaja, para Ferrari (1942: 150) y para la misma familia Lutz era motivo de preocupación: ciertamente en Oberá, la adquisición de las tierras “es, teóricamente, fácil y prácticamente muy posible. Pero… ¿Cuánto tiempo hace falta para obtener los títulos de propiedad a favor del respectivo colono?”; si la situación ya es inestable para quien entra directamente en tratativas con el Estado para la obtención de un lote, lo es más aun para quien ocupa tierras que la Dirección Nacional de Tierras asignó a otro colono por cuanto el ente “tiene el derecho de no aprobar semejantes traspasos, de anular la adjudicación del respectivo lote al desaparecer el primer ocupante, y hasta de incautarse de las mejoras existentes en el mismo”.

Gran parte de los inmigrantes suizos arribados en la segunda mitad de la década de 1930 fueron grupos familiares que más afectados resultaron por la depresión económica, entre ellos artesanos y obreros provenientes de grandes centros urbanos. La selva representó lo desconocido, lo inhóspito, el aislamiento: “¡Cuáles y cuántos problemas! ¡Cuáles y cuántas incógnitas! Empezando por la disparidad del clima, para pasar a la diferencia de idiomas y al contraste entre los medios de vida y entre el antiguo y el nuevo ambiente” (Ferrari, 1942: 23). Estas dificultades no implicaron según el autor, el abandono de la lucha y en ese sentido narra la experiencia de un joven matrimonio asentado en el Schweizertal en Eldorado “¿Si yo labraba el campo en Suiza?” –decía la mujer– “Ach Gott [¡Dios mío!]: yo era dactilógrafa en el Konsumverein [Cooperativa de consumidores] de Berna […] Él [el esposo] era guarda de tranvías” (Ferrari, 1942: 93).

En Puerto Rico, sin embargo, encontró una situación particular que confirmó su hipótesis inicial: “la vida del colono es insostenible, con el andar del tiempo, para un hombre solo”; en esa colonia pues, muchos suizos solteros se habían establecido por medios propios y manifestaban su preocupación ante el funcionario por concretar una familia ya planeada previa partida desde Suiza: “Todos los que me abordan se declaran satisfechos con los resultados obtenidos, y casi todos me confían que quisieran traer a la novia, que han dejado en Suiza con la idea de llamarla una vez ya instalados” (Ferrari, 1942: 53-54).

Esto nos lleva a preguntarnos sobre la forma en que algunos inmigrantes lograron afrontar las dificultades mientras que otros no pudieron hacerlo. Según el autor, muchos de los recién llegados atribuyeron el éxito o el fracaso de sus emprendimientos a la ayuda inicial recibida por el Estado suizo y en la posibilidad de realizar un pago menor por las tierras recibidas: “me alejo de esta casa del hombre muy feliz para penetrar en otra, unos cientos de metros más allá [pero] la música es, ahora, muy otra” –relataba Ferrari ante las pretensiones de un suizo cuyo ingreso al territorio fue anterior a la celebración del Tratado de Inmigración y al convenio firmado con la Compañía Eldorado en abril de 1937 para la rebaja del precio de los lotes–

“Conclusión: quisiera obtener, él también, el precio de setenta pesos por hectárea [en lugar de los $120 que él debía abonar] y un subsidio del Gobierno Federal. Ha venido con medios propios y ahora ve llegar a los demás con dinero del Estado, es decir, con dinero “fácil” y, como si ello no bastase, estos “suertudos” consiguen su tierra a un precio muchísimo más barato, y la pagan totalmente al contado” (Ferrari, 1942: 64-65).

La ayuda monetaria recibida –alrededor de 4.000 francos– fue conocida como la subvención; ésta tenía su origen en dinero que aportaba a la causa emigratoria la Comuna de origen de los inmigrantes, del Cantón y del Gobierno Federal Suizo. Sin embargo, señala el funcionario:

“yo no he entregado el grueso de la suma que tienen asignada. El pago del lote de tierra que adquieren es efectuado al vendedor, por cuenta del adquiriente, por intermedio de la Legación de Suiza. Y cada colono ha recibido, al salir de Buenos Aires para ésta, entre trescientos y quinientos pesos, o sea más de lo suficiente para sufragar sus propios gastos al establecerse en Puerto Rico” (Ferrari, 1942: 53)

Parte de la misión de Ferrari consistió pues, en inspeccionar las colonias e identificar entre los suizos “subvencionados” la necesidad que éstos tuvieran para el envío de una nueva remesa de dinero.

Por “su clima subtropical y su situación geográfica francamente desfavorable”, Ferrari (1942: 23-24) desestimó el éxito de la instalación de inmigrantes suizos en ese territorio aconsejando que la empresa se lleve a cabo en Buenos Aires; “Misiones –escribía en febrero de 1937 al Presidente de la Confederación Suiza Dr. Motta– “es la región argentina menos indicada para llevar a cabo en forma racional un programa de colonización suiza en Argentina”. Sin embargo, su opinión fue cambiando en la medida que obtenía datos que logró recolectar entre los suizos ya establecidos en el Territorio Nacional; éstos aseguraban que Misiones sería el único lugar del país donde podrían consolidar una unidad económica con los escasos recursos con que arribaban.

En Misión a Misiones, entonces, presenta un fuerte énfasis en mostrar las ventajas que Misiones presentaba frente a otros lugares, para la consolidación en dicho espacio de las colonias suizas. Así, en un contexto de depresión económica, Ferrari señala que quienes emigraron “eran más que pobres […] vivían de la dádiva que el Estado les otorgaba; en un régimen de limosneros oficiales” y Misiones representaba el punto donde más tierras podrían conseguir con los escasos recursos con los que contaban al arribar (Ferrari, 1942: 21). En sus cálculos, la cantidad de 4.000 francos representaba una suma suficiente como para cubrir los gastos del traslado desde Suiza hasta Buenos Aires primero y hacia Misiones después, adquirir un lote de tierra de entre 20 y 25 hectáreas, edificar una casa de madera y el galpón, afrontar el desmonte de tres hectáreas, comprar algunos animales domésticos y emplear el dinero sobrante para cubrir necesidades básicas hasta tanto las primeras plantaciones comenzaran a dar frutos (Ferrari, 1942: 37, 28-29).

Entre la producción de Misiones, la mandioca mereció especial atención para el autor pues, tratándose de una planta que “crece con una rapidez y una abundancia asombrosa”, sirve tanto para consumo humano como animal: “el colono puede dejar su mandioca uno o dos años en la tierra, ahorrándose hasta el trabajo de almacenamiento, y tiene así, a mano, en todo momento el forraje para sus animales” (Ferrari, 1942: 29-30). Otros productos que le resultaron asombrosos durante su viaje tanto por la productividad de los mismos como por los precios posteriores de venta, fueron la miel –que en “Misiones es excelente”– y los cítricos –principalmente naranjos y pomelos–. Por su parte, las plantaciones de Tung, cultivo industrial no alimenticio que “alimenta actualmente muchas de las esperanzas”, no mereció mayor atención: “aun cuando yo no comparta semejante optimismo” –escribió Ferrari (1942: 32-33) ante la planta que representó un sustituto de la yerba mate como cultivo de renta– “abrigo la convicción de que el “Tung” podrá significar una excelente fuente de recursos para el cultivador”; en tanto que la yerba mate no puede serlo “debido a que el Gobierno Argentino ha prohibido toda nueva implantación6”.

Un posible comprador de las producciones de las chacras de estos inmigrantes sería el propio Estado suizo: “La Central de Colonización de Ultramar en Zurich, a quien he sometido estos proyectos” –sostenía el Comisario de Emigración– “los ha acogido y acaba de anunciarme que lograremos probablemente obtener la extensión de los derechos de aduana suizos a favor de la importación de productos procedentes de colonos suizos en Misiones y destinados a ser consumidos en la Madre Patria” (Ferrari, 1942: 32).

En Misiones, 20 a 25 hectáreas de monte entonces representaban una extensión económicamente rentable para que una familia pudiese lograr la subsistencia que en Suiza no tenía. Las mismas, a partir del convenio firmado entre Suiza y la Compañía Eldorado Colonización y Explotación de Bosques, se redujeron en su costo: “en la Colonia de Puerto Rico, [las tierras eran conseguidas] al precio de setenta pesos por hectárea, en lugar de ciento diez y ciento veinte pesos que era el precio que se abonaba por estas mismas tierras hasta cuatro o cinco meses atrás” (Ferrari, 1942: 27).

El libro, entonces, es ilustrativo de las múltiples dimensiones del proceso inmigratorio y representa una fuente de incalculable valor para dicho análisis; en él se evidencia claramente la relación entre situación particular de Suiza durante la depresión económica y la elección de Misiones como lugar para el asentamiento de los inmigrantes. De ese modo, en un contexto en que las oportunidades de acceso a la tierra pública en las provincias de clima templado se habían cerrado, el autor desestimó el asentamiento de inmigrantes carentes de recursos económicos en la región pampeana por varios motivos: en primer lugar, porque allí veinte hectáreas de tierra no representaban una cantidad suficiente para la subsistencia familiar en explotaciones extensivas [por ejemplo producción de cereales y cría de ganado vacuno para producción cárnica] y en segundo lugar, los costos de la tierra eran muy superiores a los disponibles en Misiones debido a la fertilidad de las mismas y por estar situadas en cercanías de los centros de consumo del país y del puerto.

Notas

1 Los momentos con mayores ingresos de inmigrantes suizos en Misiones pueden reducirse a dos períodos bien marcados: durante la década de 1920 y en el período comprendido entre 1935 y 1939 con un registro de 800 personas para 1925 elevándose la cifra a 2000 para el año 1939 (Glatz, 1997: 131-149). De este modo, el ingreso mayoritario de personas de este origen no correspondió con el período de inmigración masiva (Devoto, 2009: 163).

2 Hacia inicios de la década de 1920 se formó la colonia suiza de Santo Pipó. A diferencia de la corriente migratoria arribada a Misiones a mediados de la década de 1930, Santo Pipó recibió a inmigrantes con un perfil socio-económico distinto: eran, en su mayoría, ingenieros egresados de la Escuela de Altos Estudios Politécnicos [Eidgenössische Technische Hoscschule- ETH] de Zurich y venían con capital para invertir (Zang, 2013: 64).

3 El contexto histórico en que arribó Juan Wyss puede, en gran medida, explicar el rápido éxito de éste inmigrante. Asentado en cercanías de Oro Verde en la etapa inicial de consolidación de la colonia con las primeras ventas de tierra (1925), pudo realizar lucrativas plantaciones de yerba mate –por entonces el cultivo más rentable en el territorio– no sólo como proveedor de materia prima sino también en su rama industrial a través de la secansa de la misma (Zang, 2015: 5). Esta posibilidad no la tuvieron quienes arribaron a mediados de la década de 1930 pues, con la creación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate en octubre de 1935, fueron prohibidas nuevas plantaciones de yerbales y reguladas las podas de los ya existentes (Zang, 2013).

4 Hacia mediados de la década de 1920 fue fundada la colonia Oro Verde –integrante de Puerto Rico en el Alto Paraná–. La misma tuvo su origen en la venta de parcelas a inmigrantes suizos efectuado por Julio Ulyses Martin para la consolidación de una colonia yerbatera (Zang, 2015: 1-2).

5 Adolfo Schwelm fue el encargado de la Compañía Colonizadora Eldorado Colonización y Explotación de Bosques que parceló las tierras en Eldorado y, después de fusionar su firma con la Compañías Alto Paraná Culmey y Cía. en 1925, también tomó a su cargo tal empresa en Montecarlo y Puerto Rico.

6 Por ley Nº 12236 del 04 de octubre de 1935 se creó la Comisión Reguladora de la Yerba Mate. Dentro de los objetivos de este organismo, se encontraba el control de la cantidad de yerba mate producida en el Territorio Nacional de Misiones, logrando el mismo a partir del establecimiento de un impuesto de $4 por nueva planta introducida y regulando la poda de las plantaciones ya existentes.

Referencias bibliográficas

1. Devoto, F. 2009. “Historia de la inmigración en la Argentina”. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.         [ Links ]

2. Glatz, M. 1997. Schweizerische Einwanderer in Misiones. Frankfurt am Main, Peter Lang Europäischer Verlag der Wissenschaften.         [ Links ]

3. Schneider, L. 1998. Die politik des Bundes gegenüber projektierten Kolonisationsunternerhmen in Argentinien und Brasilien. Ein Beitrag zur organisierten Auswanderung aus der Schweiz (1880-1939). Zürich, Ed. Peter Lang.         [ Links ]

4. Zang, L. 2013. El falso llamado del Oro Verde. El proceso inmigratorio en la Colonia de Ruiz de Montoya-Misiones (1920-1945). Posadas, Editorial Universitaria, Universidad Nacional de Misiones.         [ Links ]

5. Zang, L. 2014. “Los herederos de la crisis: colonización y adaptación agrícola de los suizos. Línea Cuchilla-Misiones (1935-1939)” En: La Rivada. Investigaciones en Ciencias Sociales. Posadas, UNaM.

6. Zang, L. 2015. “Organización de la Cooperativa de productores yerbateros en la colonia Oro Verde: vinculación con la empresa Martin y Cía. (1925-1950)” En: XV Jornadas de Interescuelas, Universidad Nacional San Juan Don Bosco, Comodoro Rivadavia.

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