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Folia Histórica del Nordeste

versión impresa ISSN 0325-8238versión On-line ISSN 2525-1627

Folia  no.35 Resistencia ago. 2019

 

Reseña Bibliográfica

Roy Hora (2018) ¿Cómo pensaron el campo los argentinos? Y cómo pensarlo hoy, cuando ese campo ya no existe, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 237 pp.

Pablo González Lopardo1 

1Abogado y Profesor de Historia. Universidad Nacional de Mar del Plata. pagonzalezlopardo@gmail.com

Hora, Roy. 2018. ¿Cómo pensaron el campo los argentinos? Y cómo pensarlo hoy, cuando ese campo ya no existe. ,, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 237p.

La obra de Roy Hora constituye un importante aporte a la historia intelectual argentina, busca dar cuenta el pensamiento e ideas que se tejieron en torno al campo argentino, particularmente a la región pampeana, a lo largo de la segunda parte del siglo XIX y del siglo XX. Evita trabajarlo de forma abstracta o ideológica, para inscribirlo en un coyuntura concreta, de forma tal que el problema del campo es presentado como parte de un problema más general, que atraviesa cada período. Lo enmarca en un clima de época, explorando las transformaciones en la manera de concebir la gran propiedad agraria a lo largo del tiempo, a la luz de los avatares económicos y políticos a nivel mundial y de su impacto en la coyuntura nacional.

Esta inquietud sobre el problema de la explotación de la tierra forma parte del interés de una buena parte de la historiografía argentina y latinoamericana preocupada por diferentes aristas del mundo rural. El propio autor ha desarrollado algunos temas con anterioridad, entre los cuales se pueden subrayar su estudio sobre los terratenientes de la pampa argentina en el que analiza el origen, apogeo y declinación de los grandes señores de la tierra, así como también sobre la formación del ruralismo político a partir de la formación de la Liga Agraria.

En el caso que nos ocupa, mediante la utilización de una amplia gama de fuentes oficiales y no oficiales, memorias, debates parlamentarios, discursos políticos, programas electorales, etc., Hora reconstruye una imagen clara de la trayectoria de las ideas sobre el campo encuadradas en contextos históricos particulares, enriqueciendo el análisis incorporando las prácticas políticas, propuestas, iniciativas y acciones que fueron desplegadas por los diferentes actores.

El libro de Roy Hora proporciona un tratamiento problemático del fenómeno agrario, particularmente respecto del latifundio, reflejando los grandes dilemas y climas de época que atravesaron la vida pública. Sin embargo, vale advertir que esta indagación tiene en cuenta principalmente la visión que las élites políticas (de todo sesgo ideológico) y la intelectualidad argentina tuvieron del problema del latifundio. Por otra parte, el examen se atiene fundamentalmente al espacio pampeano, sin introducirse en otras regiones geográficas.

El autor propone una periodización particular para avanzar en la comprensión sobre cómo fue entendido el problema del campo argentino. En función de esta periodización, la obra puede dividirse en una introducción, tres capítulos que se corresponden a su vez a tres momentos de la coyuntura histórica y a los fines perseguidos por la clase dirigente y un último capítulo con reflexiones de nuestros días.

En la introducción, confrontando la lectura tradicional que asocia de forma directa la existencia del latifundio con una defensa e impulso de los sectores conservadores, pone de manifiesto la existencia de un extendido consenso en la condena al latifundio, que tuvo expresión en todo el arco político, de derecha a izquierda, y cuyas raíces se hunden en el período colonial.

El primer momento es identificado por Hora como de predominio liberal, luego de la batalla de Caseros, en el cual el desarrollo rural fue pensado como un asunto político que respondía al interrogante sobre las consecuencias de la concentración de la tierra sobre la vida política. En este capítulo rescata el vínculo que Sarmiento estableció entre la gran estancia y el poder político para entender el período rosista, articulado sobre la base de la gran propiedad agraria. Señala que la mirada sobre el latifundio como el enemigo de la construcción de un orden republicano y como el punto de arraigo de un orden político autoritario, tuvo una larga vigencia. La preocupación de la élite liberal (Mitre, Avellaneda, Sarmiento) de construir una democracia republicana la llevó a sostener un discurso político (y ciertas prácticas) que señalaban la necesidad de avanzar en un esquema de división del suelo al estilo de las farmers norteamericanas. También da cuenta de la posición del socialismo, a partir del pensamiento de Juan B. Justo, para quien el latifundio podía ser erradicado progresivamente vía reforma impositiva, para dar paso a un esquema de producción rural familiar. El autor refiere algunas iniciativas legislativas que se orientaron en este sentido para concluir que la gran estancia convivió con mecanismos pequeños de explotación rural. A lo largo del capítulo deja en claro las transformaciones que el ideal antilatifundista fue experimentando como consecuencia del boom agroexportador y de la consolidación del aparato estatal a partir de 1880, durante el cual las anteriores voces críticas fueron colocadas en una perspectiva tranquilizadora, en la idea de que el latifundio había posibilitado la explotación de vastas extensiones de tierra.

El segundo momento que refiere Hora toma como punto de partida el conflicto suscitado entre arrendatarios y latifundistas, a partir del Grito de Alcorta de 1912, el cual trajo aparejada una profunda reevaluación de la naturaleza del problema del latifundio, comenzando a ser caracterizado como un problema de índole social. En base a los testimonios de la época, el autor pone de relieve que para los referentes de la vida pública no estaba en juego el funcionamiento republicano sino la calidad de vida de las familias chacareras y el precario mundo rural surgido a su alrededor. Verifica el giro a un discurso centrado fundamentalmente en las dificultades del arrendatario como víctima del latifundio. También destaca el pensamiento de técnicos agrónomos y expertos en temas rurales, aunque no descarta el de los sectores políticos e incluso de la Iglesia, cuyas conclusiones versaron en torno al costo social del latifundio, con agricultores empobrecidos, sin futuro y un orden rural sin capacidad de promover el progreso social. Iniciativas consensuadas por todo el arco político como la ley de arrendamientos de 1921 y la creación del Consejo Agrario Nacional en 1940 recogieron esta sensibilidad en la situación e intentaron darle una solución. También incorpora una lectura sobre las prácticas y las estrategias políticas de los chacareros que, constituidos como actores políticos, tendieron vínculos directos y estrechos con los diferentes gobiernos de turno, tanto conservadores como radicales.

La tercera estación de la periodización propuesta por el autor refiere a la descripción del latifundio en su perspectiva económica, surgida a partir de las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial, al poner de relieve la vulnerabilidad del país a un mercado mundial desorganizado por la guerra. El planteo de ese momento fue cómo lograr el crecimiento económico sostenido, para lo cual la élite dirigente promovió un proceso de crecimiento del mercado interno sobre la base de un papel más activo del Estado como orientador de la inversión y del consumo. El sector rural pasó a tener un rol subsidiario de la industrialización. Relata que, si bien durante la primera etapa del peronismo el campo fue objeto de ofensivas estatales en función de privilegiar al sector industrial, a partir de la década de 1950 el debate sobre el latifundio adoptó su última representación en la cual el incremento de la producción pasó a ser la prioridad de la política agraria. La retórica de Perón fue mutando de un ferviente antilatifundismo a un abandono de la idea de la reforma agraria hasta llegar a afirmar la inconveniencia de dividir la tierra si ésta era productiva. Este giro fue resistido por el arco político opositor, así como también por intelectuales y técnicos, quienes insistían en la necesidad de eliminar el sistema de la gran propiedad. El desarrollismo, a su término, introdujo como novedad una preocupación por el atraso tecnológico del campo, incentivando la inversión extranjera. La condena de la gran propiedad agraria no desapareció, sino que dejó de versar sobre sus consecuencias sociales y pasó a remarcar sus límites para lograr el desarrollo económico deseado en función de un creciente proceso de industrialización que se centraba en las ciudades.

El último capítulo, situado por fuera de los tres momentos anteriores, contiene una reflexión sobre la actualidad que tiene el problema del campo. Muestra que en el último cuarto de siglo la denuncia a la gran propiedad perdió centralidad en el discurso político. Con el nuevo milenio, la importancia de la producción agrícola experimentó un resurgimiento a partir del aumento sostenido de la demanda asiática, lo que permitió una recuperación económica luego de la crisis de 2001/2003. Por supuesto no le esquiva al conflicto entre el gobierno nacional y el campo en el 2008 como consecuencia de las retenciones, en el cual tampoco estuvo en escena una denuncia del latifundio, sino que se puso el foco particularmente en los sojeros.

En síntesis, en este recorrido Roy Hora demuestra fehacientemente que la impugnación al régimen terrateniente fue un elemento común a todo el arco político, aunque con diferentes perspectivas e intensidad y atravesó diferentes momentos históricos en función de los objetivos que la propia dirigencia política fue trazando. De esta forma, los discursos y programas de liberales, radicales, conservadores, socialistas, comunistas son retomados a la luz de los problemas generales de cada momento histórico. Pero no se limita a hacer un inventario de representaciones sobre el campo, sino que efectúa críticas y destaca sus limitaciones e inconsistencias. Por caso, los señalamientos a las ideas de Juan B. Justo, de Alejandro Bunge y de Reinaldo Frigerio, por tomar solo un ejemplo de cada momento de la periodización. Por último, a lo largo de la obra se puede apreciar el hecho de que, no obstante el consenso antilatifundistas, la gran propiedad agraria convivió a lo largo del tiempo con la pequeña explotación rural. La obra de Hora deviene a todas luces necesarias para entender las particularidades históricas y actuales del campo.

Recibido: 23 de Febrero de 2019; Aprobado: 01 de Abril de 2019

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