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Folia Histórica del Nordeste

Print version ISSN 0325-8238On-line version ISSN 2525-1627

Folia  no.42 Resistencia Sept. 2021

http://dx.doi.org/10.30972/fhn.0425733 

Artículos

PROTESTAS, DENUNCIAS Y SANCIONES DURANTE EL PERONISMO. EL CASO DE LA ESCUELA NORMAL Y EL INSTITUTO DEL PROFESORADO DE PARANÁ (1948-1949)

Protests, complaints and sanctions during peronism. The case of the Escuela Normal and the Instituto del profesora of Paraná (1948-1949)

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Instituto de Estudios Sociales (INES), Santa Fe, Argentina, marapetitti@gmail.com

Resumen:

El objetivo de esta investigación es reconstruir las protestas, las denuncias y las cesantías que tuvieron como foco la Escuela Normal de Paraná y el Instituto del Profesorado al que estaba anexa entre 1948 y 1949. El desencadenante fue el discurso de un celador, pronunciado con motivo del 17 de octubre, en el cual se enalteció la figura de Rosas en oposición a la de Sarmiento. Desde un abordaje microanalítico, el trabajo busca hacer un aporte a los estudios sobre las denuncias y cesantías a docentes durante el peronismo, a la vez que sobre los vínculos entre el peronismo y el revisionismo histórico argentino. Con ese fin se consulta la prensa local y fuentes oficiales. Además, se explican las estrategias de la oposición para llevar a cabo las acusaciones que se basaron en la diferenciación entre el peronismo y el rosismo, así como en la asociación de este último con el nazismo.

Palabras claves: Escuela Normal de Paraná; Peronismo; Docentes; Revisionismo Histórico

Abstract:

The aim of this research is to reconstruct the protests, complaints and dismissals that took place at the Escuela Normal of Paraná and the Instituto del Profesorado to which it was attached between 1948 and 1949. The triggering event was the speech given by a caretaker on the occasion of October 17th in which the figure of Rosas was enhanced. From a micro-analytical approach, this paper seeks to contribute to studies on the complaints and dismissals of teachers during Peronism, as well as on the links between Peronism and Argentine Historical Revisionism. The local press and official sources are consulted to this end. It explains the strategies of the opposition to carry out their accusations which were based on the differentiation between Peronism and Rosism and the latter’s association with Nazism.

Keywords: Escuela Normal of Paraná; Peronism; Teachers; Historical Revisionism

Introducción1

Este artículo profundiza en los acontecimientos que, entre octubre de 1948 y abril de 1949, envolvieron una serie de protestas, denuncias y cesantías que tuvieron como foco la Escuela Normal de Paraná y el Instituto al que estaba anexa. Numerosas investigaciones sobre historia de la educación durante el peronismo refieren a las cesantías de docentes de los niveles primario y secundario (Escudé, 1990; Puiggrós y Bernetti, 1993; Plotkin, 2007), así como a su incorporación, una vez derrocado el peronismo (Ascolani, 2000; Fuentes, 2008; Castillo 2012; Petitti, 2014). En un análisis sobre el nivel universitario, Rodríguez muestra la existencia de un colectivo mayor de docentes que no habían ocupado altos cargos durante el peronismo y tampoco habían sido echados por opositores (2018, p. 14). En sus textos sobre las denuncias en el campo escolar durante el peronismo, Fiorucci señala que éstas -más allá de los motivos que las originaran- estuvieron atravesadas por la oposición con el antiperonismo (2012, 2013).

Por otra parte, valiosos estudios han abordado la relación del peronismo con el revisionismo histórico (Quatrocchi-Woisson, 1995; Stortini, 2005; Solís Carnicer, 2010; Cattaruzza 2003, Figallo, 2011). Dicho vínculo, en la provincia de Entre Ríos, se vio atravesado por la conformación de una identidad provincial, la “entrerrianía” (López, 1995; De Miguel, 1997; Velázquez, 2021). En la provincia que, desde 1914 y hasta 1943, había sido gobernada por el radicalismo de manera ininterrumpida, las elecciones de febrero de 1946 dieron el triunfo a Domingo Maya y el peronismo obtuvo la mayoría en ambas cámaras, quedando en minoría el Radicalismo Comité Nacional y el Partido Demócrata Nacional.2 Durante su gobierno (1946-1950), conmemorar a Urquiza “significó correlativamente diseñar un campo de batalla en el terreno de las memorias sociales que posicionaba al caudillo entrerriano frente a la “tiranía de Rosas”” (Velázquez, 2021).

Los acontecimientos que reconstruimos a lo largo de este artículo, no se ajustan fielmente a los binomios peronismo-antiperonismo, Rosas-Sarmiento. En 1948, el discurso de un celador de la Escuela Normal de Paraná, pronunciado con motivo de celebrar el 17 de octubre, desencadenó una serie de protestas y movilizaciones callejeras en la ciudad. El rector del Instituto del Profesorado al que estaba anexa la Escuela Normal fue denunciado ante la Secretaría de Educación de la Nación por permitir y alentar que el personal de la institución se manifestara en contra de Sarmiento y a favor de Rosas. Se trata de una acusación iniciada por un grupo de actores que se apoyó en la UCR, dirigida hacia un rector designado por el gobierno peronista. Los acontecimientos tuvieron repercusiones en los periódicos locales, en la legislatura de la provincia de Entre Ríos y en la prensa de diferentes puntos del país.

Vemos que las acusaciones de “peronistas” y “rosistas” fueron variando ante la oportunidad de apelar a Perón para solicitar la destitución del rector. Así, se lo desvinculó del peronismo y se lo calificó de rosista y nazi-fascista. En su defensa, el rector alegó que las denuncias provenían del sector antiperonista. Cinco meses después de iniciada la investigación, fueron cesanteados, trasladados y exonerados 15 docentes de la Escuela Normal y del Instituto del Profesorado que habían apoyado la denuncia. Como señala Flavia Fiorucci “La investigación sumarial, al intentar constatar la verosimilitud de la denuncia, implicaba que tanto denunciado como denunciador eran objeto de examen” (2013, p. 7). Ello desató nuevas protestas y movilizaciones que tuvieron como resultado una audiencia de un grupo de padres y madres con el presidente Perón y el secretario de educación Ivanissevich. Finalmente, en el mes de mayo, el director de la Escuela Normal y el rector del Instituto fueron trasladados a otros establecimientos del país, pero no se reincorporaron a los docentes expulsados. Aunque excede el periodo de nuestro análisis, observaremos que, en el marco del golpe de Estado de 1955, fueron restituidos y uno de ellos ocupó la dirección.

Con esta reconstrucción nos interesa mostrar de qué manera los actores que iniciaron la denuncia, por un lado, identificaron a sus oponentes y en ese proceso se fueron definiendo a sí mismos y, por otro lado, articularon con diferentes actores -asociaciones civiles, prensa local y Unión Cívica Radical- para fortalecer sus protestas. Para ello, a lo largo del trabajo, analizamos las estrategias que llevaron a cabo los sectores que se opusieron al rector para apelar a Perón y pedirle su restitución. Siguiendo a Garzón Rogé, consideramos que “peronistas y antiperonistas colaboraron en la forja de sus propias identificaciones” y, por lo tanto, las estrategias que analizamos se acercan más a una operación práctica que a diferencias ideológicas preestablecidas (2016, p. 76).

Fundada por Sarmiento en la ciudad que fue sede de la Confederación y, luego, capital de la Entre Ríos “que Urquiza soñó”3, la Escuela Normal de Paraná -junto al Instituto Nacional del Profesorado Secundario al que estaba anexa-, se convirtió en articuladora de la sociabilidad y la política local.4 Interesantes estudios sobre la Escuela Normal han sido realizados por los propios normalistas y también se encuentran en investigaciones posteriores sobre la educación en Entre Ríos (Carli, 1993; De Miguel, 1997). En los últimos años, nuevas pesquisas se han enfocado en acontecimientos significativos que tuvieron lugar durante la década de 1910 (López, 2006), la figura de Maximio Victoria (Motura y Vartorelli, 2019), los vínculos de la Normal con la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Litoral (Kummer, 2006; Ossanna et. al., 2006; Ugalde, 2006), la experiencia de la Escuela Nueva (Román, 2018) y las trayectorias de Ortiz de Montoya (Román 2006) y Luis Juan Guerrero (Ibarlucía, 2018). Ahora bien, dichas investigaciones no llegan más allá de 1931, al igual que sucede con los estudios más generales sobre el normalismo argentino que, en su mayoría, se enfocan en los primeros cincuenta años, con la excepción de Rodríguez (2019), quien analiza los inicios, el desarrollo y el cierre del sistema de Escuelas Normales.

Así, a la vez que propone contribuir a la reconstrucción de la historia de la Escuela Normal de Paraná y el Instituto del Profesorado, este trabajo, desde un abordaje microanalítico, pretende realizar un aporte a los estudios sobre las denuncias y cesantías a docentes durante el peronismo, a la vez que contribuir a las investigaciones sobre los vínculos entre el peronismo y el revisionismo histórico argentino. Con ese fin, se consultan los debates legislativos que tuvieron lugar en las Cámaras de Diputados y de Senadores de la provincia, las resoluciones del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, los documentos relacionados a la Escuela Normal que se encuentran en distintos repositorios de la ciudad de Paraná y la prensa local que desempeñó un rol central en las denuncias. A través de la prensa, como señalan Solís Carnicer y Maggio, “es posible observar las relaciones entre gobierno y oposición, pues no sólo ayudan a delinear la construcción que el diario hacía del grupo al que representaba sino también su posición sobre el adversario” (2019, p. 164-5). Principalmente trabajamos con los periódicos El Diario y La Acción de Paraná.5

El inicio del conflicto entre rosistas y antirrosistas en la Normal: el discurso del 17 de octubre de 1948

La designación de Belisario Gaché Pirán en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, del cual dependía la Escuela Normal, no implicó un cambio inmediato en la institución. Así, en el mes de agosto de 1946 celebró su 75 aniversario en un clima de armonía, al menos aparente. Entre los festejos del 75 aniversario y la celebración del 17 de octubre, que tuvo lugar en todos los establecimientos educativos del país, el secretario Ezequiel Yakoncic se hizo cargo de la dirección reemplazando a Gabriel Echenique, quien estaba tramitando su jubilación. El 18 de octubre de 1946 Yakoncic envió una nota a los profesores informando que estaban designados para que, al día siguiente, en su hora de clase, leyeran los conceptos fundamentales del discurso pronunciado por Perón la noche del 17 de octubre del año anterior. Además, debían comentar los aspectos salientes relacionados con la reconstrucción nacional, recuperación económica y la política social. No tenemos noticias sobre conflicto alguno que se haya generado a partir de esa directiva, al menos no con el impacto de lo que ocurriría en 1948.

¿Qué sucedió en la Escuela Normal durante ese periodo? En noviembre de 1946 asumió como director Domingo Funes Guesalaga, quien, a diferencia de los anteriores que se desempeñaron a lo largo del siglo XX -con la excepción de Calzetti-, no era egresado de la institución.6 Al año siguiente, el 7 de diciembre de 1947, la regente de la Escuela de Aplicación María del Carmen Rodríguez y la subregente Rosa E. Monti fueron jubiladas de oficio.7 Finalmente, el 7 de febrero de 1948, fue sancionado un decreto que nombró rector del Instituto Nacional de Profesorado Secundario de Paraná a Pedro José María Mansilla, proveniente de la ciudad de Buenos Aires, quien se declaraba públicamente rosista.8 Días después, se llevaron a cabo importantes cambios en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Se creó la Secretaría de Educación y Oscar Ivanissevich fue designado al frente de ella. Estos hechos coinciden con un momento de acercamiento, a nivel nacional, entre el peronismo y el revisionismo -que se manifiesta en los nuevos estatutos del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y en la creación de un Consejo Académico que reunía a la plana mayor del revisionismo- pero que, hacia 1949, se vio afectado por una crisis que se produjo debido a las diferencias políticas (Stortini, 2005).

Los estudiosos del revisionismo histórico argentino sostienen que, si bien el discurso histórico peronista se nutrió en parte de éste, los revisionistas no lograron imponer sus posiciones, al menos en una primera etapa. Incluso Diana Quattrocchi-Woisson (1995) señala que el vínculo de una parte del revisionismo histórico con el peronismo recién fue estrecho a partir de 1951. La autora advierte que “los textos oficiales de enseñanza perpetúan la versión liberal de la historia”, y cita el testimonio de los mismos revisionistas, perteneciente al Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, en octubre de 1951:

Una de las cosas que más sorprenderá a quien estudie el revisionismo es la desproporción evidente entre lo avanzado del mismo y el atraso en que a su respecto se encuentran los textos de enseñanza (…) Es curioso el hecho de que el enorme cambio operado de un tiempo a esta parte en la opinión pública en lo que a Rosas respecta se haya producido a pesar de la enseñanza y no debido a ella. (Quattrocchi- Woisson, 1995)

Con relación al sistema educativo, Plotkin ha destacado que, si bien desde la década del ’30 la imagen de Rosas fue ganando un lugar legítimo en los textos de historia primaria, “la visión más tradicional, que veía a Rosas como un tirano, siguió presente” (2007, p. 194). En efecto, a comienzos de la década del ’50 algunos libros y manuales escolares seguían refiriendo a Rosas como “el dictador”, al tiempo que señalaban que el triunfo de Urquiza había marcado “el comienzo de una nueva época de nuestra patria” y el “momento, por tantos años diferido, de organizar la nación” (Petitti, 2017). Según Stortini, los revisionistas consideraban que la influencia del rosismo en el sistema educativo no se debía a la acción social, sino al “esfuerzo de algunos docentes” (2005). Por su parte, Solís Carnicer afirma que “las instancias dirigentes del peronismo no fueron favorables al revisionismo histórico, por lo que los peronistas rosistas se propusieron llevar a cabo una batalla de largo aliento buscando pacientemente educar la conciencia histórica de la base peronista” (2010: 140).

En 1951 hubo un intento por ocupar ese espacio coincidiendo con la proximidad de la conmemoración del centenario del Pronunciamiento de Urquiza. Se realizaron medidas como la (i) creación de una Comisión de Divulgación Revisionista, (ii) la publicación de un calendario federal y (iii) la solicitud al Ministerio de Educación para desaprobar el libro de Historia de la Cultura Argentina de Manuel Solari para las Escuelas Normales “ya que el texto era vehículo de propaganda liberal y socialista y además atacaba la tradición hispano-católica y calificaba de tiránico al gobierno de Rosas” (Stortini, 2005, p. 236).

En la Escuela Normal de Paraná el intento de reivindicar el rosismo tuvo lugar en 1948. A partir de la designación de Mansilla como rector del Instituto del Profesorado, cambiaría el tono de los discursos. El primer peronismo, como señala Solís Carnicer, a través del nacionalismo, “no solo incorporó simpatizantes y líderes, sino que, al mismo tiempo, contribuyó en la construcción de un discurso político e ideológico alternativo al liberalismo que incluía una nueva representación del pasado y la inauguración de nuevos ‘itinerarios de memoria’” (2010, p. 130). Mansilla era profesor del Instituto del Profesorado de Paraná desde 1938, cuando obtuvo por concurso dos horas en Historia y Antropogeografía9. Según El Diario, era el profesor “más incapaz y negligente, llegado por los azares de las contingencias políticas al honroso cargo que hoy ostenta” y había sido candidato a diputado por la Alianza Libertadora Nacionalista por la Provincia de Buenos Aires en las elecciones de febrero de 1946.10 Además refería al rector como “elemento foráneo a quien nada le interesa el prestigio de un establecimiento que para la ciudad ha sido siempre como la niña de sus ojos, se ha rodeado de los perores colaboradores que pudiera encontrar”11. Beatriz Bosch recordaría tiempo después que Mansilla era de Buenos Aires, había concursado muchas materias y “apenas pudo ganar una materia chica de dos horas que no le convenía, así que faltaba muchísimo, y a pesar de que era el más flojo de todos los profesores le nombraron rector”12.

El 29 de marzo, en el discurso de apertura de los cursos de 1948, Mansilla había afirmado que era un “rosista” convicto y confeso.13 Poco después, al celebrarse el 138 Aniversario de la Revolución de Mayo, un profesor del Instituto pronunció un discurso que fue publicado por el Sindicato de Educadores Argentinos de Paraná en la editorial local Pattarone G. Sors. En su disertación se realizaba una reivindicación de la figura de Juan Manuel de Rosas y se la vinculaba con la de Perón:

La espada de nuestro Gran Capitán vuelve a la lucha, y esgrimida por el patriotismo criollo de Don Juan Manuel de Rosas, el líder del federalismo argentino, logra contener a fuerza de coraje el poderío militar y naval de las veteranas fuerzas extranjeras. (…) Y así llegamos señores, a la revolución del 4 de Junio de 1943 y a la más profunda revolución, más profunda por ser democrática y popular, del 17 de octubre.

14

Como señala Mariano Plotkin, en 1946 “el régimen peronista aún no tenía el monopolio del significado del 17 de Octubre”, pero dos años después comenzó el proceso de nacionalización y “la celebración oficial estuvo mucho mejor organizada” (2007, p. 135). Esta vez, en la Escuela Normal Paraná, el acto no quedó acotado al interior de las aulas, sino que tuvo lugar en el salón principal. Los discursos estuvieron a cargo del director de la Escuela Funes Guesalaga y el celador Hugo Wenceslao Amable, que a la vez era estudiante de Letras en el Instituto del profesorado.15

La supuesta adjetivación de Sarmiento como “falso ídolo” por Hugo Amable desencadenó al interior de la Escuela Normal un conflicto de grandes dimensiones. La lucha por apropiarse de la imagen histórica de Sarmiento, señala Beatriz Figallo, habría encontrado hacia 1945 un nuevo escenario de combate ante el agotamiento del régimen militar de 1943. La demanda de un gobierno democrático por parte de la oposición se lanzó bajo la consigna “Sarmiento sí, Rosas no” (Figallo, 2011). De todas formas, durante los primeros gobiernos peronistas, la valoración positiva de Sarmiento se expresó en diferentes ámbitos, incluido el educativo (Somoza Rodríguez, 2006; Figallo, 2011). Así, su figura persistió con fuerza durante el ministerio de Belisario Gaché Pirán, con mayor impulso durante la gestión de Óscar Ivanissevich e incluso, aunque con menor intensidad, durante el ministerio de Armando Méndez San Martín. No obstante ello, no consiguió frenarse “el crecimiento de una consideración adversa de la sola mención del nombre de Sarmiento” (Figallo, 2011, p. 43).

La Unión Cívica Radical relacionaba la introducción de cuestiones políticas en la escuela con prácticas no democráticas (Petitti, 2017). El Diario, reproducía ese mismo argumento, pero afirmaba que lo que cuestionaba con más fuerza de los festejos del 17 de octubre, era el discurso de Hugo Amable:

Sus palabras fueron una injuria continua a las fuerzas democráticas argentinas, a las “damas de dudosa reputación” reunidas en el pic-nic de la Plaza San Martín. (…) En su iconoclasta misión llegó a afirmar “ante el pueblo aquí reunido, que también caerán falsos ídolos como Sarmiento para exaltar ante el respeto popular el nombre de los verdaderos héroes argentinos como Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón.

16

Al difundir sus palabras el 18 de octubre, en una nota titulada “Acto rosista-peronista”, El Diario manifestaba: la “inmensa indignación provocó el osado ataque del joven nacionalista en la casi totalidad de alumnos y profesores que se han formado en la veneración a Sarmiento” y aseveraba que “varios profesores se habían retirado en acto de protesta”.17 Cambiando repentinamente su enfoque, al día siguiente, apuntaba contra el rector Mansilla y desde el título de la siguiente nota sobre el tema, diferenciaba a rosistas de peronistas, asociando a los primeros con el nazismo. En una nota titulada “La prédica Nazi-Rosita en el Instituto del Profesorado”, El Diario afirmaba que Hugo Amable había sido adoctrinado por Mansilla y cerraba con un interrogante: “¿Qué hacer frente a esta repetición de hechos que importan un agravio directo a la argentinidad?”18.

Desde el ascenso político de Perón, los sectores antifascistas identificaron al peronismo con el nazi-fascismo (Spinelli, 2008). Si la asociación con el totalitarismo, señala Martínez Mazzola, “constituía uno de los modos de condena al peronismo, otro estaba dado por su vinculación con el rosismo” (2010, p. 10). Ahora bien, consideramos que, en este caso, al equiparar el rosismo con el nazismo, se pretendía desvincularlo del peronismo.

Un grupo de estudiantes de la Escuela Normal se hizo eco de la pregunta y el 20 de octubre, en uno de los recreos, frente al busto de Sarmiento, colocó un ramo de flores y entonó el himno nacional, como forma de desagravio al prócer. El Diario, acusaba al director Funes Guesalaga y al rector Mansilla de no estar presentes en el recreo cuando se colocó el ramo de flores y señalaba el “malestar en el cuerpo docente y en el alumnado por la gestión del señor Mansilla y el grupito que lo secunda” a quienes calificaba de “grupo nazi”.19 Además, refería a Hugo Amable como “jovenzuelo de la Alianza”, “alumnillo de Literatura” y “secuaz del rector Mansilla”. Agregaba a la información proporcionada el día anterior, que el rector había felicitado al orador, comenzando a desdibujar la responsabilidad de Hugo Amable:

Las expresiones poco amables del orador fueron recibidas con general desagrado por la mayoría de los profesores y de los alumnos concurrentes en el acto (…) ese desagrado se exteriorizó con el retiro de alumnos docentes y la protesta aireada de muchos educandos. No era para menos (…) Podemos afirmar que el desagrado puesto de relieve en el acto del sábado tendrá consecuencias (…) En las mismas filas del oficialismo se condena acerbamente esta actitud de los grupos nazis (…) El malestar reinante en el Instituto de Profesorado debe terminar y para ello se impone radiar a los elementos indeseables, que se han enquistado en su seno. Eso se conseguirá si las autoridades nacionales se disponen realizar una severa investigación para poner las cosas en su sitio.

20

A partir de entonces, no hubo un solo día del mes de octubre que los acontecimientos vinculados a la Escuela Normal no ocuparan una página de El Diario y rápidamente el conflicto se extendió a la provincia. El día 19 se trataron en la Cámara de Diputados de Entre Ríos los pedidos de dos homenajes: uno, al 17 de octubre, iniciado por el oficialismo; otro, a Urquiza, solicitado por la oposición. En este último, además, se pedía condena “a todo acto de revisionismo rosista y de agresión a los próceres de la historia”. El oficialismo acordaba con el homenaje a Urquiza, pero disentía en la condena al revisionismo rosista. El diputado de la UCR Carlos Perette distinguía entre revisionismo histórico y revisionismo rosista y mencionaba con sutileza el acto realizado en la Escuela Normal: “En pleno Congreso de la Nación se ha exaltado a Rosas y denigrado a Urquiza. En establecimientos educativos de la Provincia (sic) como la Escuela Normal de Paraná se ha exaltado a Rosas y denigrado a Sarmiento y Urquiza”.21 Al día siguiente, El Diario, titulaba “En la Cámara de Diputados los peronistas se opusieron a un voto de repudio al rosismo”. Según la nota, un homenaje a Urquiza y de repudio al revisionismo rosista había colocado nuevamente a peronistas y opositores en situaciones distintas.22 Sin embargo, a partir del día siguiente, la oposición, tanto a través de El Diario como de la legislatura provincial, no plantearía el debate en términos de peronistas y antiperonistas, sino que, por el contrario, se esforzaría por diferenciar a rosistas de peronistas.

A medida que el nombre de Hugo Amable iba desapareciendo de la prensa opositora, el del rector Mansilla adquiría mayor protagonismo. El 21 de octubre, El Diario afirmaba que “Indudablemente la responsabilidad de los hechos recae en modo principal sobre las autoridades del Instituto de Profesorado si se tiene en cuenta que el acto fue oficial y los discursos que se pronunciaron debieron ser supervisados por ellas”. Además, sostenía que las autoridades nacionales debían realizar una investigación “para poner las cosas en su sitio”.23 Ese mismo día la UCR presentaba en la legislatura provincial un proyecto de resolución dirigido a las autoridades nacionales manifestando el anhelo de que se dispusiera una amplia investigación en el Instituto y en la Escuela Normal de Paraná.

Las repercusiones del conflicto en el ámbito provincial y nacional

Efectivamente, el 21 de octubre, el diputado Carlos Perette (de la UCR) presentó en la Cámara de Diputados de la provincia el proyecto de resolución para que el Poder Ejecutivo de la Nación realizara una investigación sobre “los graves hechos denunciados de exaltación a la figura de Rosas y de agravio a Sarmiento” y pidió que se tratara sobre tablas. Afirmaba que “Se han producido en dos establecimientos hechos de gravedad y repercusión trascendental”. En línea con las publicaciones de El Diario de ese mismo día, intentaba deslindar los acontecimientos de una cuestión política o partidaria. Según señalaba, “estudiantes que militan en las distintas posiciones políticas (…) han manifestado su protesta ante esos agravios a ilustres próceres y ante la exaltación regresiva de la tiranía rosista”. Más adelante, retomaba la misma idea y expresaba que al peronismo, como fuerza política, “no se le hace ningún favor” que se vincule a Rosas con Perón y que “inclusive los estudiantes peronistas se encuentran en la calle protestando por esos hechos”.24

Los legisladores de la oposición citaron un fragmento del discurso de Amable que tomaron de El Diario: “Sarmiento fue un falso ídolo de la Argentina”.25 Uno de los diputados del oficialismo, García Zoilo, señaló la necesidad de ratificar la información “evidentemente tendenciosa dada por El Diario de Paraná que ha tergiversado el texto del discurso que motiva este proyecto y que ha originado toda esta agitación que se quiere hacer alrededor del mismo”26. Por lo tanto, pidió una “transcripción del discurso del estudiante Amable para que quede constancia de cuál es su texto auténtico” y solicitó que el proyecto pasara a la comisión.

El diputado radical Reffino, aseguraba la veracidad en base a lo manifestado por El Diario ya que, si bien no había escuchado el discurso personalmente, se apoyaba en “versiones que han llegado hasta mí, de profesores y alumnos” que coincidían. Decía, por el contrario, que había sido tergiversada la versión que publicó el diario La Causa.27 Otro diputado de la oposición, Daneri, leyó un fragmento en el cual se expresaba “Recordaron entonces que en otra época, estos falsos patriotas se habían unido al extranjero para derrocar a don Juan Manuel de Rosas y pensaron en hacer otro tanto para evitar que Perón volviera al poder”.28 Por lo cual, afirmaba, la crítica no solo implicaba a Sarmiento sino también a Urquiza, volviéndose así asunto de mayor interés para la legislatura.

El diputado oficialista García Zoilo refería a las diversas versiones sobre el episodio: la de El Diario, otra, la publicada en La Causa y, otra, “del discurso que considero auténtico que tengo sobre mi banca”.29 Afirmaba que no fue el discurso de Amable sino las publicaciones de El Diario las que impulsaron a los jóvenes a salir a la calle. Además, agregaba que “Es sugestivo que cuando se trató un proyecto de homenaje a Urquiza no se hiciera referencia a estos hechos a pesar de que se aprovechó la oportunidad para fustigar a Rosas”. El Diputado Valentín Nieto agregaba que quienes se retiraron en el momento del discurso fueron dos o, a lo sumo, tres personas. Finalmente, con nueve votos negativos y ocho afirmativos, el proyecto no fue tratado sobre tablas y no llegó a ser noticia el día 22.30

El 21, a la vez que los diputados de la oposición hacían un pedido de tratamiento en la legislatura, se realizaron actos de desagravio a Sarmiento, dentro y fuera de la Escuela Normal, en los cuales, no solo participaron alumnos y profesores, sino también exalumnos y exprofesores. Por la tarde, alumnas de la Escuela Normal quisieron ingresar al edificio, cuando funcionaba el curso de profesorado, pero las autoridades no permitieron su ingreso. Luego, se dirigieron a la Escuela provincial Centenario, donde se hallaba uno de los tres bustos de Sarmiento que estaban emplazados en la ciudad. Sin embargo, las autoridades de dicho establecimiento no las autorizaron a rendir el homenaje, por lo cual prosiguieron hasta una plaza donde se encontraba la estatua de Urquiza, cantaron el himno y depositaron una ofrenda floral. De esta forma, el conflicto se extendió a las escuelas provinciales. El Diario refería a un acto de desagravio realizado en la localidad de Diamante, mencionaba el apoyo de diversos medios de localidades de la provincia (Concordia, Colón, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú) y replicaba las editoriales de El Litoral de Santa Fe y La Capital de Rosario.31 Cada día, la descripción de los homenajes ocupaba la página cuatro de El Diario. Por ejemplo, titulaba “Homenaje obrero a la memoria del prócer” la visita a la institución de tres jóvenes obreros que cursaban en la escuela nocturna de Paraná.

Si bien, como ha sido demostrado la mayoría “de las denuncias fueron activadas por confesos peronistas contra supuestos antiperonistas” (Fiorucci, 2013, p. 10), como la otra cara de la moneda, este caso destaca una denuncia, iniciada por estudiantes, empleados/as y profesoras/as de la Escuela Normal que tuvo el apoyo de la UCR, al rector del Instituto del Profesorado, acusado de rosista e identificado como opositor a Perón. Por lo tanto, era necesario, para quienes iniciaban la denuncia ante el presidente, diferenciar al rector y demás actores acusados de los peronistas.

Así, El Diario sentenciaba: “En las mismas filas del oficialismo se condena acerbamente esta actitud de los grupos nazis y no son pocos los dirigentes que piden se realice una seria investigación”32. El Diario señalaba que Mansilla y los rosistas del Instituto hicieron aparecer las protestas como “móviles políticos o contrarios a las autoridades nacionales”, con el fin de “neutralizar las medidas que tomaran las autoridades superiores de la enseñanza”.33 Más adelante, continuando con la misma estrategia, la prensa publicó un manifiesto de las y los estudiantes del Instituto en la cual enunciaban que no se oponían “a un revisionismo histórico realizado con altura y con conciencia, pero sí a que se canten loas satisfaciendo solo una pasión (…) raros privilegios del que goza un grupo de alumnos”. Expresaba que era una maniobra de los rosistas “hacer creer que el movimiento es un movimiento político que procura el desprestigio del gobierno de la Nación” y que el director del Instituto y quienes acordaban con él “se defendían argumentando que las acusaciones provenían de “un movimiento político dirigido contra el peronismo”. A ello agregaba:

Sin suficiente coraje para gritar ¡Viva Rosas! Gritaron ¡Viva Perón! Buscaban ocultar el rosismo y cobijarse bajo el nombre del presidente para introducir el matiz político en una asamblea pública que se realizaba con el fin de honrar la memoria de Sarmiento.

34

El viernes 22 tuvo lugar en el Instituto un acto oficial en el que Mansilla rindió homenaje a Sarmiento ante alumnos y profesores de la Escuela Normal y del Instituto de Profesorado. Esta información ocupó un pequeño lugar en las páginas de El Diario que afirmaba que Mansilla “se disponía, serenados los ánimos, rendir un homenaje a Sarmiento, ante la presencia de los alumnos y profesores de la Escuela y del Instituto”. Expresaba que en ningún párrafo de la resolución que estableció el homenaje “se mencionó el carácter de desagravio” y agregaba que “resultaba inexplicable tan súbito cambio de postura. De empresario de la execración, el Rector pasaba a ser un entusiasta apologista de Sarmiento”. Al describir el acto, señalaba que “el más condenatorio de los silencios acogió el final de la lectura” mientras que “el público aplaudió al ser coreado el Himno Nacional y depositada por el propio rector una ofrenda floral al pie del busto del Maestro”.35

Estudiantes de otras instituciones quisieron ingresar al acto y realizaron una movilización callejera. La información sobre el homenaje oficial quedó ocluida entre las numerosas notas que ilustraban las “magníficas demostraciones de adhesión”, así como el “gran despliegue policial” que hubo en la Normal durante las primeras horas.36 Días después, El Diario mencionó el homenaje realizado por el rector calificándolo de “fría ceremonia del viernes último de homenaje al ‘Presidente de la República, fundador de la Escuela Naval, el Colegio Militar y de la Escuela Normal’ realizada a regañadientes y sin aludir al motivo que la provocaba (…)”.37

A una semana de los acontecimientos, el nombre de Amable ya no figuraba en la prensa y una parte de la población de Paraná se encontraba movilizada. Para ese entonces, el rector aparecía como el único responsable y el pedido de su renuncia era apoyado por las y los estudiantes de otros establecimientos de Paraná. El sábado 23, según describía El Diario, “en la esquina de la Escuela Normal, se congregó una crecida cantidad de estudiantes de los distintos establecimientos educacionales que esperaban la salida de sus compañeras normalistas a fin de testimoniar su adhesión”. Es posible que se tratara principalmente de la Escuela Centenario y el Colegio Nacional, que fueron los más implicados en los actos de desagravio y los envíos de adhesiones. La manifestación concluyó en una concentración en la casa de gobierno. Allí, el ministro de gobierno Luis Capriotti salió al encuentro de los manifestantes “instándoles a que se atuvieran a la rectitud con que las autoridades escolares superiores estudiarán el caso”, luego de lo cual se disolvió la manifestación.38 Finalmente, ese día los padres de alumnos del Instituto del Profesorado y de la Escuela Normal enviaron una carta al Secretario de Instrucción Pública, Ivanissevich, pidiendo el alejamiento de Mansilla de su cargo de rector y detallando lo sucedido el 16 de octubre:

Fuera de otras alusiones impertinentes o provocativas a profesores y maestros (…) el orador injurió a los próceres cuya veneración han sido educadas varias generaciones de argentinos y cuya custodia es inseparablemente un deber y un culto irrenunciable, anunciado “el derrumbe de algunos de ellos de sus pedestales, verbigracia Sarmiento” (sic) (…) Como es natural, ello provocó la inmediata e indignada reacción de los circunstantes, extendida luego a los sectores populares (…).

39

El domingo 24 por la mañana, se llevó a cabo un acto de desagravio en un local comercial ubicado a una cuadra de la Escuela en el cual se rindió homenaje a Sarmiento y a Urquiza y se censuró la actitud antipatriótica del rosismo40. El Diario titulaba “Los padres de los alumnos piden la separación de Mansilla. Han resuelto dirigirse al secretario de Instrucción Pública”.41 En ese marco, profesores del Instituto y de la Escuela Normal firmaron un comunicado en el que manifestaban:

Que han hecho y harán valer todos los recursos a su alcance con el objeto de pacificar los espíritus del alumnado de los citados establecimientos (…) Que no los guía otro propósito que salvaguardar los altos prestigios de la histórica casa fundada por Sarmiento (…) Que se encuentran colocados por sobre todas las orientaciones ideológicas y rechazan toda interpretación tendenciosa dirigida a desnaturalizar el espíritu que alienta su acción.

42

El manifiesto fue difundido con numerosas firmas y la aclaración de que, más allá de las publicadas, continuaban otras. Entre aquellos cuyos nombres se podían leer en la prensa, se encontraban los docentes que serían trasladados o dejados cesantes tiempo después, así como también Rosa Monti, que había sido jubilada de oficio y Carlos Cejas, quien había ejercido como Profesor de Psicología suplente entre marzo de 1945 y diciembre de 1946 y, en 1957, sería designado en la dirección de la Escuela Normal. Poco después, El Diario expresaba que se aguardaba con interés la resolución de la Secretaría de Educación y consideraba que “el delicado problema será resuelto de un momento a otro”.43

El proceso de investigación y la sanción de los denunciantes

Los acontecimientos de la Normal de Paraná, parecieran no ser una excepción en la provincia de Entre Ríos. Una situación similar es mencionada por Fiorucci en su análisis sobre los expedientes de denuncias del Consejo Nacional de Educación. La autora refiere al caso de la ciudad de Gualeguay, donde en 1950 “una serie de imputaciones lanzadas por el padre de un alumno en un periódico local sobre el contenido revisionista de las clases de historia, terminaron en un conflicto que rebosó ampliamente el campo escolar”. La queja sobre las lecciones de historia, sostiene Fiorucci, a partir de la lectura del expediente “motivó una huelga generalizada de alumnos, la adhesión del comercio local y varios incidentes callejeros, donde entre otros el párroco fue acusado de proferir palabras obscenas en la vía pública” (2013, p. 10).

El 27 de octubre, junto a una editorial titulada “Una estatua para Sarmiento”, El Diario aseveraba que “había sido resuelta la investigación al Instituto del Profesorado” refiriéndose a la designación, por parte de la Secretaría de Educación de la Nación, del director interino de institutos de enseñanza superior y artística de la nación, Alberto Noel Arizaga, para que realizara una investigación.44El Diario recibía con esperanza su llegada, afirmaba que “el brote rosista será extirpado del primer establecimiento normal fundado en nuestro país por el Sanjuanino” y anunciaba la renuncia, tanto del director de la Escuela Normal Funes Guesalaga, como del rector del Instituto Mansilla.45

Una vez en Paraná, Alberto Arizaga comenzó a recibir las declaraciones. Fueron citadas comisiones de estudiantes, de padres y de entidades culturales y sociales de Paraná. El 27, las asociaciones y entidades que iniciaron la denuncia le entregaron a Arizaga un memorial, solicitando la inmediata separación del cargo al rector y una investigación para determinar la actuación del director Funes Guesalaga, de los celadores y de empleados de ambas casas de estudio “en cuanto al manejo del alumnado y la aplicación de disposiciones que afectaron el decoro de los estudiantes durante los días 16 al 23 de octubre”. Padres y alumnos enviaron telegrama a Ivanissevich, con el fin de que ampliara las facultades de Arizaga -quien solo estaba habilitado a tomar declaraciones- para que removiera al rector y levantara las medidas disciplinarias aplicadas a los alumnos.

El jueves 28 se llevó a cabo una reunión en el marco de la reforma constitucional, la cual fue presentada por El Diario como una “maniobra del rosismo” a cargo de “los elementos adictos al Rector”.46 Al día siguiente, titulaba “Se intimida a las alumnas del Profesorado secundario” y “El rector Mansilla fue procesado criminalmente en 1946”.47 Así reforzaba en sus páginas la necesidad de que se lo separara, mientras se llevaba a cabo la investigación y se esperaba la resolución. El 29 de octubre, Alberto Arizaga tomó declaraciones en la Escuela Industrial a los padres que concurrieron para ratificar los conceptos expuestos en la denuncia que enviaron a la Secretaría de Educación. Por otra parte, el Inspector de enseñanza primaria Jorge Rey Cazes viajó a Paraná para investigar al director de la Escuela Normal Funes Guesalaga.48 El sábado 30, Alberto Arizaga regresó a Buenos Aires donde analizaría la información recabada en Paraná. A partir de entonces, la prensa local dejó de hablar de la Escuela Normal y del Instituto hasta el mes de marzo.

El inicio del ciclo lectivo de 1949 sorprendió a la Escuela Normal y Profesorado con una serie de cesantías. Según informaba El Diario “Por una resolución del Poder Ejecutivo publicada en Boletín Oficial de la Nación el 26 de marzo de 1949 se supo que algunos docentes fueron trasladados a escuelas nacionales ubicadas en otras ciudades del país”.49 Ahora bien, hay que tener en cuenta que el año 1949 coincidió con una reestructuración del plan de estudios del Ciclo Básico (Fontes, 2018) y que, en cierta medida, algunas de las cesantías puedan haberse vinculado a dicha modificación.50

Trece de los quince docentes afectados por las sanciones se hallaban entre quienes habían firmado el comunicado en el mes de octubre. Los trasladados a otras Escuelas Normales (aprobados por resolución el 12 de marzo) fueron seis, entre los que se encontraban el exdirector Ezequiel Yakoncic (a Rio Gallegos), Julia Beatriz Bosch (a Posadas), Ángela Felisa Bovolini (a Santa Rosa de Toay), J. M. Valdez Cora (a Chacabuco), María Teresa Rouiller de Fernández de la Puente (a Trelew) y Robustiano Bruno Gognitat (a Neuquén). Los declarados cesantes (por resolución del 15 de marzo) fueron seis, entre quienes, una era Profesora de la Escuela Normal y cinco, docentes del Instituto: Josefina de Arroyo, Nydia N. Arin Boeri, Oscar Reula, Facundo Arce y la directora del Jardín de Infantes Hortensia Wybert.51 Además, el Profesor Carlos A. Álvarez había sido exonerado de la Escuela Normal52. Si bien los traslados fueron aprobados por resolución, el 12 de marzo y las cesantías, el día 15, los mismos tuvieron repercusión el 31 de ese mes, cuando el rector Mansilla envió una nota a la dirección de la Escuela Normal para que diera conocimiento a los docentes trasladados que habían dejado de pertenecer al personal de esa dependencia.53 El 2 de abril se difundió la noticia acerca de que también el profesor Emilio Rossi había sido declarado cesante y el Profesor Amando Brasesco, trasladado a Salta.54

Movilización, huelga y reclamo ante Perón

No se conocen los datos totales de las sanciones que motivaron el alejamiento de los docentes que sufrieron exoneraciones, traslados o jubilaciones de oficios durante el peronismo. Por ejemplo, la Memoria del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública sobre el periodo 1955-1958 refiere a que “fueron reincorporados numerosos docentes que habían sido declarados cesantes por su oposición a las demasías del régimen depuesto”55. Sin embargo, se sabe que en algunas instituciones tuvieron un impacto significativo. En 1954, en la Escuela Normal Nacional de Ayacucho, la prensa informaba que las cesantías habían afectado “a la casi totalidad de los antiguos profesores”56.

Los traslados, las cesantías y las exoneraciones tuvieron como respuesta numerosos reclamos de organizaciones gremiales. Por ejemplo, la Unión Argentina de Maestros, desde su Primer Congreso General reunido en Córdoba en 1946, o la Asociación de Maestros de la provincia de Buenos Aires realizaron pedidos de reincorporación de maestros cesantes (Petitti, 2017). Incluso la Unión de Trabajadores de los Estados Unidos se había dirigido al presidente en una nota en la que manifestaba “su inquietud ante el hecho de la exoneración de educadores con largos años de ejercicio” y solicitaba el cese de las exoneraciones y de los traslados arbitrarios.57 La prensa acompañó dichos reclamos. En octubre de 1946, El Día de La Plata, expresaba que en distintos lugares del país se llevaban a cabo manifestaciones de protestas, con motivo de las cesantías que identificaban “en unánime voluntad a alumnos, padres y colegas de los profesores afectados” que en algunos casos eran seguidas de “interrupciones en las clases por inasistencias de los discípulos.”58

Una vez que la prensa difundió las remociones en la Escuela Normal y el Instituto del Profesorado de Paraná, los acontecimientos volvieron a tener un lugar central en la crónica de El Diario que, en octubre del año anterior, se había presentado optimista respecto a la investigación. La prensa de la UCR consideraba que los resultados de la investigación se debían a la influencia de Mansilla en el Ministerio de Educación, ya que Alberto Noel Arizaga se había mostrado favorable a la causa e Ivanissevich había participado de un acto de desagravio a Sarmiento. Numerosas asociaciones, muchas de las cuales habían participado de los actos de desagravio, se manifestaron a favor de las y los docentes dejados cesantes. El viernes 1, ante la reactivación del conflicto, Mansilla rindió homenaje a Sarmiento. Para El Diario, se trataba de una acción que pretendía “demostrar que son injustos los cargos que se le formulan” pero que “no convence a nadie” y transcribía y apoyaba los pedidos de renuncia.59La Acción, en cambio, no se pronunció respecto a las sanciones.

Al día siguiente, los diputados nacionales de Entre Ríos, Raúl Uranga y Silvestre Santander, se dirigieron a las autoridades nacionales presentando dos despachos que reclamaban “ante la injusticia cometida contra profesores que defendieron la memoria de Sarmiento”60. En la Escuela Normal, la profesora Hortensia Wybert dictó una última clase que fue presenciada por las familias de sus alumnos y alumnas. Al horario de salida, las y los estudiantes de la Escuela Normal comenzaron a manifestarse por las calles repudiando las cesantías61. A diferencia de los acontecimientos de octubre del año anterior, cuando la policía mostró su despliegue en las manifestaciones, pero no actuó, en la movilización del 2 de abril, efectuó detenciones y agredió a un grupo de estudiantes.62El Diario relataba que “varias niñas fueron golpeadas por los agentes de policía” y 18 niñas y 5 varones detenidos y conducidos a la jefatura, donde debieron pagar una multa para ser liberados63.

Ante ello, fueron varias las reacciones. Por un lado, el diputado Carlos Perette dirigió telegramas de protesta al vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo Ceferino Chaile y al ministro de gobierno Luis Capriotti. Por el otro, familiares y estudiantes “vinculados directa o indirectamente con la Escuela Normal y el Instituto” realizaron reuniones en diversos centros y domicilios particulares.64 Ese día comenzó a circular la posibilidad de que una delegación viajara a entrevistarse con Perón; al mismo tiempo, el Centro de Estudiantes Sanmartiniano -integrado por estudiantes de la Escuela Normal, el Colegio Nacional y el Liceo de Señoritas- decretó una huelga de 48 horas en señal de protesta.

El lunes 4 de abril se inició la huelga. Además de la Escuela Normal y el Instituto del Profesorado, participó el Colegio Nacional y el Liceo de Señoritas, donde varios de los profesores sancionados también eran docentes. Según El Diario la huelga “fue coronada con el mayor de los éxitos”, a pesar de la presión de las autoridades sobre los padres. Las cifras que difundía el Centro de Estudiantes Sanmartiniano hablaban de una asistencia de 70 estudiantes sobre un total de 650 en la Escuela Normal, de 86 sobre un total de 500 en el Colegio Nacional y de 40 de 250 en el Liceo. Durante el día 4, las y los estudiantes en huelga realizaron importantes movimientos de protesta por la ciudad de Paraná. El Diario apuntaba:

Es que la juventud, agraviada en sus sentimientos más profundos por las actitudes de los rosistas, decidió abstenerse de concurrir a clases en nombre y generoso gesto de solidaridad con los profesores castigados por rendir culto al gran Sarmiento. Nuestra ciudad, ha exteriorizado su repudio al atropello cometido por el rosismo contra la vieja Escuela Normal y el Instituto Nacional del Profesorado Secundario al dejar cesantes y ordenar traslados de profesores que se han caracterizado por su adhesión a la causa de Sarmiento.

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Si bien la noche del 4 el alumnado de la Escuela Nocturna de Adultos Leandro N. Alem había resuelto adherirse a la huelga estudiantil, ante el pedido de las autoridades para que ingresaran, los estudiantes asistieron a sus clases y, pocos días después, sacaron una nota firmada por el Comando Estudiantil de la Escuela, afirmando que “la escuela Alem no es partidaria del seudo nacionalismo. Estamos con Sarmiento”.66El Diario expresó el apoyo del estudiantado de otros establecimientos y sus páginas estuvieron cubiertas de notas sobre la Normal67. Al día siguiente, describió las acciones de la policía como la persecución a una niña, a quien “le tironeaban el delantal que resultó desgarrado”, hasta que fue perseguida por los moradores de una vivienda68.

Ese día, una comisión de padres y madres convocó a una reunión para el martes a la tarde, en la cual se trataría la designación de una comisión que se trasladaría a Buenos Aires a entrevistarse con Perón. Además, dio un comunicado en el que se pedía a los padres y madres de los/as alumnos/as “que se abstengan de mandar a sus hijos a la Escuela como medida de seguridad hasta que el problema sea resuelto”69. El martes se llevó a cabo una asamblea en la cual se eligió una comisión directiva, presidida por Francisco Martínez Segovia; además, se aprobaron tres resoluciones que involucraban al ejecutivo local, provincial y nacional. En primer lugar, solicitar a la municipalidad que mande borrar las leyendas escritas frente a la escuela. En segunda instancia, requerir al ministro de Gobierno de la provincia el retiro de la vigilancia policial. Finalmente, enviar al presidente Perón el petitorio elaborado durante la asamblea y gestionar una entrevista. Así, se elaboró el petitorio y se designó una subcomisión de señoras para recibir las firmas de las personas que desearan adherir al mismo70.

El miércoles 6, El Diario manifestaba que continuaban “las expresiones de repudio por las recientes cesantías en la Escuela Normal e Instituto del Profesorado”, pero a diferencia de la edición anterior, no proporcionaba cifras sobre el porcentaje de estudiantes que acataron la huelga. En cambio, daba cuenta de las presiones ejercidas por la Escuela y el Instituto, a través de la difusión de volantes, para que las y los estudiantes regresaran al aula. Éstos, según describía, contaban con un retrato del presidente Perón, acusaban de desacato a los padres que “se presten para maniobras tendientes a resistir y protestar” y advertían que “la no concurrencia de los hijos a los cursos de estudios los hará pasibles de las correspondientes sanciones, incluso la pérdida de empleo”.71

La Acción, que hasta ahora no se había manifestado respecto a las cesantías ni a las movilizaciones, el 6 de abril publicó una nota con el fin de manifestar que, si bien el día lunes la huelga había tenido cierto éxito, el martes 5 había declinado: “a pesar de la presión ejercida por los ‘Comandos’ anónimos que por teléfono y misivas escritas y algunos o mejor ‘algunas’ de entre los alumnos de los establecimientos apostados en las esquinas cercanas a los institutos de enseñanza”. El martes, señalaba, había aumentado la concurrencia a las aulas porque “primó la cordura de los padres de familia que enviaron sus hijos y niñas a las aulas”. De todas formas, la nota atribuía el fracaso de la huelga a “las sanciones tomadas según el Reglamento han sido aplicadas como debían serlo”. En relación tácita con las cesantías, sostenía que “si hay reglamento debe cumplirse y sobre todo en los institutos de enseñanza tanto por parte de los profesores como de los alumnos”. La actuación de la policía era ratificada por La Acción, que refería a los institutos de educación “custodiados por la policía como las fábricas en épocas de agitación” y conociendo los resultados de la Asamblea de padres, afirmaba que “los que no están conformes tienen todas las vías legales para recurrir a la superioridad”.72

El miércoles 6 los/as alumnos/as retornaron a clase, pero continuaron las acciones de reclamo. En señal de protestas, algunas familias retiraron a sus hijos/as para inscribirlos/as en otras escuelas de la provincia. Según El Diario:

Seguramente el éxodo fue grande y entonces los rosistas tomaron contacto con las autoridades educacionales de la provincia para que las mismas resolvieran rechazar la inscripción de alumnos de la Escuela Normal, y el Consejo General de Educación acaba de cancelar dichas inscripciones y ha informado a los padres que deben retirar a sus hijos, los cuales concurrían hace ya unos días a las escuelas provinciales. El procedimiento usado es sencillo. Las escuelas provinciales exigen ahora el pase que no exigieron en los primeros días. Los padres van a la Escuela Normal a solicitar dicho pase y allí se les niega. Entonces los padres deben elegir entre seguir mandando los hijos a la Escuela mansillista o privarles de instrucción pública.

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Al igual que sucedió con las movilizaciones y protestas que tuvieron lugar en octubre, las cesantías y traslados de profesores de la Escuela Normal también trascendieron en otros medios de la provincia (El Parque de Nogoyá, El Debate de Gualeguay, El Argentino de Gualeguaychú) y del país, especialmente de la provincia de Santa Fe (La Capital de Rosario y El Litoral de Santa Fe), que El Diario reproducía.74El Territorio de Resistencia publicaba una nota en repudio a las cesantías y señalaba que Arizaga ya no pertenecía a los cuadros de enseñanza.75 También La Prensa de Buenos Aires condenaba las cesantías y traslados de profesores.76El Intransigente de Salta se refería a las autoridades nacionales en los siguientes términos: “[si] han sido inducidas al engaño con informes falsos sobre los antecedentes de esos maestros, deben ver ahora en la protesta de los alumnos y en el petitorio de los padres la oportunidad de revisar el procedimiento.”77

Incluso, los acontecimientos tuvieron impacto en periódicos de localidades de otras provincias que no fueron mencionados por El Diario. Así, El Trabajo, de Mar del Plata, también refería a errores cometidos y reparados respecto a las cesantías “La experiencia realizada indica con elocuencia del error cometido, que ha sido reconocido en algunos casos, como cuando el Consejo Nacional de educación, luego de separar a centenares de maestros de todo el país procedió a su reincorporación.”78 Además, en Santa Fe, dirigentes estudiantiles de establecimientos secundarios y universitarios organizaron un movimiento nacional sarmientista.79

La Acción solo hizo mención de la huelga. El 7 de abril señalaba que la misma “solo afectó a una parte” de la Escuela Normal, del Colegio Nacional y del Liceo de Señoritas y que fue organizada por un “Comando estudiantil” del cual se desconocían sus integrantes y su dirección. Efectivamente, El Diario publicó, durante la huelga, notas firmadas por el “Comando de huelga del Centro de Estudiantes Sarmientistas”, pero sin dar sus nombres. Para La Acción, el “Comando estudiantil” era “el que maneja el movimiento desde las sombras.” Además, agregaba, “los que trasmiten las ordenes en los establecimientos son conocidos, algunos niños y algunas niñas (…) Ellos saben de quién recibe las órdenes, si de un “Comando” que realmente existe o, de otra parte. Eso es lo que hay que averiguar”.80 De esta forma, La Acción afirmaba que la huelga no había sido iniciada ni por las y los estudiantes, ni por las y los profesores: “Si se quería acudir a las autoridades para que quedasen sin efectos las traslaciones, cesantías, etc., lo más improcedente ha sido promover un desorden callejero”. Según aseveraba, quienes la iniciaron fueron “los que medran con la inquietud”, “los técnicos del desorden”.81

Para La Acción, la huelga había sido “un globo de ensayo” donde los alumnos solo fueron un medio: “Mover a los alumnos es relativamente fácil, muchos hay que están siempre dispuestos a la holgazana (…) Otros y son la mayoría, responden a la huelga por miedo (…) Con unos pocos audaces (…) se consigue este objeto en el alumnado”. En lo que respecta a los padres, señalaba que “unos por importarles poco lo que hacen sus hijos, otros por miedo y cobardía y otros y son los menos, porque quieren el barullo contra el gobierno dejaran que el movimiento cunda y tenga su relativo éxito”. Lo que se pretendía con ello, para La Acción, era conocer la reacción del gobierno: “si se deja hacer o se procede con mano firme. Recordemos lo que pasó en el año 1945 precisamente porque las autoridades aflojaron”82.

El 10 de abril, La Acción sacó la nota en la que brindaba algunos detalles sobre la huelga y los motivos de lo que consideraba su fracaso. “Si seguía un día más”, explicaba, “los alumnos que participan quedan fuera de los establecimientos.” Respecto al accionar de la policía, refería a que hubo detenciones y multas. Reforzaba la idea que había manifestado en ediciones anteriores:

No había sido resuelta por los estudiantes sino por elementos completamente ajenos a ellos que lo único que pretendían era hacer un ensayo y según su resultado, proseguir no tanto en esta ciudad como en el resto del país, repitiendo la del año 1945. En suma, una acción directa contra el gobierno de la Nación.

El hecho de calificar la huelga como una acción contra el gobierno nacional encontraba argumento, para La Acción, en el hecho de que había recibido una adhesión por parte del partido comunista, sobre la cual El Diario no había informado. Además, continuaba diciendo que, si bien la huelga había terminado, las acciones continuaban en manos de “los elementos perturbadores del orden”. Lo que buscan los agitadores, afirmaba La Acción:

(…) es excitar el clima estudiantil en los institutos de enseñanza media y superior. Fracasados en la política y sabiendo que nada tienen que hacer en las urnas, se meten en el campo estudiantil, llevando la política a la universidad y a la escuela con miras de apoderarse de la educación. Que las autoridades sigan procediendo con energía como hasta ahora y ganaran la partida.

83

La oposición, al igual que en octubre, buscaba enfatizar la distinción entre peronistas y rosistas. El Diario aseveraba “Los estudiantes que aman a Sarmiento, pertenecen a hogares de todas las filiaciones políticas de las más diversas ideologías” y afirmaba que sería designada la comisión que entrevistará al presidente de la Nación. Por lo tanto, distinguían a Mansilla del secretario de educación Ivanissevich, ahora ministro: “A pesar de las palabras del ministro de Educación, que existe en el país la plena libertad de acción, de pensamiento y de conciencia, el Rector del Instituto desconoce por segunda vez esas libertadas proclamadas en la Constitución”.84 El rector Mansilla, se defendía de las acusaciones argumentando que provenían de grupos antiperonistas. Ante ello el Centro de Estudiantes Sarmientistas publicaba una solicitada dirigida al pueblo de Paraná:

Ante la distribución de panfletos destinados a sembrar confusión, en los cuales aparecemos repudiando a dignos profesores de la Escuela Normal y el Colegio Nacional (…) llamamos la atención frente a la acción villana y baja del nazi-rosismo local (…) No atacamos la política del Presidente de la Republica general Perón.

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El Diario, afirmaba que se presentaban como “fervorosos peronistas” para “ocultar sus verdaderos móviles” y que organizaban homenajes a los criminales nazis.” En una nota titulada “Las maquinaciones del rosismo” refutaba al rector y al grupo que lo apoyaban, quienes decían ser cuestionados por antiperonistas:

Como en los días del agravio rosista a la memoria de Sarmiento, los elementos entronizados en las casas de estudio realizan activas maniobras tendientes a demostrar que ellos son fervorosos peronistas y que por serlo son atacados. (…) por más que traten de ocular la zarpa bajo el retrato del general Perón, como lo están haciendo. Los rosistas son rosistas y no otra cosa.

86

La oposición hacía referencia a la enemistad entre Mansilla y Perón. El 6 de abril en una nota relacionada a la huelga El Diario afirmaba que Mansilla “es enemigo de Perón y cuando se firmaron las actas de Chapultepec fue detenido por la policía de Buenos Aires pretendiendo introducir explosivos en el Congreso de la Nación y proclamando duelo por la posición internacional del gobierno”.87 Días después difundía un volante de la Junta de la Provincial de Entre Ríos del “Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista” que concluía así “Qué abismo tan profundo separa al Conductor del demagogo”. De esta forma, afirmaba la sensación de división permanente entre los rosistas: por un lado, aquellos que “procuran infiltrarse” en el peronismo y, por otro, los que “aparecen en la oposición y combaten al oficialismo”. A veces, señalaba El Diario, “se da el caso de que integrantes de este último grupo pasan a actuar en el primero y entonces se escudan para realizar su trabajo de infiltración en su adhesión a la causa peronista”. Pero, continuaba, “el rector Mansilla rosista convicto y confeso” había sido detenido en Buenos Aires en septiembre de 1946 y se le había labrado un sumario por desobediencia. Si bien era opositor al peronismo, afirmaba El Diario, “como tenia cátedras en el Instituto del Profesorado (…) se escudó en Perón”. El Diario cerraba la nota afirmando que “Los peronistas son en su mayoría sarmientistas y urquicistas”.88

Finalizada la huelga y las subcomisiones organizadas para recoger firmas de adhesión al petitorio redactado en la asamblea de padres, comenzaron a cumplir su cometido. El petitorio, que había sido publicado el 6 de abril, manifestaba lo siguiente: “Dirigirse en comisión al Excelentísimo señor presidente para que se aboque al problema planteado en la Escuela Normal y en el Instituto del Profesorado Secundario de Paraná y lo resuelva”, “Que se digne reconocer las resoluciones tomadas por las que se disponen traslados, cesantías ye exoneraciones de parte del personal docente de las mismas casas de estudio por entender que no se ajustan a la verdad de los hechos que terminaron en el sumario”, “Que V.E quiera dignarse disponer la inmediata intervenciones de chas casas de estudio (….)”. Según El Diario, habían logrado alrededor de cien firmas.

Así, algunas asociaciones de la ciudad se dirigieron a Perón enviando telegramas en apoyo al petitorio, cuyo tono tenía un cierto aire familiar al de las iniciativas para el Segundo Plan Quinquenal (Acha, 2004). En primer lugar, lo hicieron los alumnos de la Escuela Normal, el Colegio Nacional y el Liceo. Le escribieron al presidente apelando a “vuestra reconocida justicia”, con el fin de que “ratifique las sanciones injustas” y “actúe con la justicia acostumbrada”.89 El día 7, el Centro de Estudiantes del Instituto del Profesorado dirigió otro telegrama a Perón, solicitando que “haciendo honor a su reconocida trayectoria de justicia y equidad, ordene la revisión de las severas sanciones tomadas contra distinguidísimo profesores de nuestra casa de estudio y Escuela Normal por haber participado en el acto de desagravio”.90 También consignaron su pedido los alumnos de la Escuela Nacional de Comercio y del Centro de Almacenero Minorista.91

Finalmente, la Asamblea de Padres consiguió una audiencia al presidente de la Nación, la cual fue otorgada con celeridad. El miércoles 13, la comisión encargada viajó a Buenos Aires y fue atendida por el presidente Perón en una breve reunión de media hora. Al día siguiente, se entrevistaron, por la mañana, con el secretario Ivanissevich, a quien presentaron el petitorio que fue ampliado por informaciones verbales en un encuentro que duró alrededor de dos horas. De regreso a Paraná, el informe de la comisión sobre sus gestiones en Buenos Aires fue publicado por El Diario que señalaba “Fue cumplida la misión, a decisión definitiva del caso está en manos de las autoridades competentes”.92 Al día siguiente manifestaba el optimismo ante la gestión de la delegación de padres.93 A partir de entonces, las referencias de El Diario respecto a la Escuela Normal disminuyeron significativamente hasta desaparecer. El 28 de abril se juró la Constitución de 1949 en la Escuela Normal, por parte del personal docente de ésta, del Departamento de Aplicación y del Instituto del Profesorado, tomada por el rector del Instituto Mansilla. Dicho acto era informado en un pequeño recuadro por La Acción.94

El 3 de mayo El Diario notificaba en una pequeña la solidaridad con los normalistas manifestada por Federación de Estudiantes Secundarios de Buenos Aires, que agrupaba a más de 20 centros de estudiantes de Capital Federal.95 El 8 de mayo, El Diario y La Acción publicaron dos notas similares respecto a la Comisión de Padres de Alumnos de la Escuela Normal y del Institutito del Profesorado en la que informaban que la Asamblea se había reunido. El objetivo del encuentro era oír el informe de las actividades de la mesa directiva y transmitir las adhesiones que se estaban recibiendo así como los datos recogidos que podían ser de utilidad para la resolución definitiva “del asunto” que había motivado su constitución.96 Finalmente, el 20 de mayo, La Acción anunció que el Rector Mansilla y el director de la Escuela Normal Funes Guesalaga serían reemplazados. A partir de entonces, se hizo cargo de la dirección la vicedirectora Laura Santa María (egresada de la Escuela Normal de Paraná en 1924), siendo la primera mujer en ocupar la dirección de la Escuela. Se mantendría en esa función hasta abril de 1955, cuando fue dejada cesante en el marco de la agudización de los conflictos del peronismo con la Iglesia Católica.97

En el marco del golpe de Estado de 1955, el 21 de septiembre una junta militar se hizo cargo del gobierno de la provincia. Ese mismo día, el Centro de Estudiantes Secundarios presentó una declaración por la que invitaba a todos los estudiantes secundarios de Paraná a colaborar con el propósito de “no permitir nunca más ser dominados por el despotismo y la dictadura”.98 Al día siguiente, los ex profesores de la Escuela Normal y del Instituto que habían sido separados de ambos establecimientos en 1949 se dirigieron a las nuevas autoridades solicitando que les permitieran el acceso a la Escuela Normal para depositar flores ante el busto de Semiento, el sábado a la mañana. La nota expresaba que habían sido separados “frente al ataque sistemático de los elementos de la Alianza Nacionalista y del peronismo que revivieron la mazorca en esta histórica casa de estudios”.99 Ambos actores volvían a identificarse como aliados y la participación en el conflicto se tornó capital político para aquellos que se manifestaron en contra del rector Mansilla y para quienes fueron dejados cesantes. Así, el 6 de febrero de 1956, el interventor Filiberto Reula nombró director interino a Armando Brasesco. Durante su gestión varios docentes de la Escuela Normal y el Instituto del Profesorado fueron dejados cesantes. Entre ellos se dieron por terminadas las tareas docentes que Hugo Amable desempeñaba en la Escuela Normal, como docente de castellano, debido al discurso pronunciado en la celebración oficial del 17 de octubre realizada en 1948, calificado como “un discurso de insultante contenido nacionalista totalitario y peronista.”100

Consideraciones finales

Si bien las cesantías que se llevaron a cabo durante el gobierno peronista fueron objeto de reclamos e incluso, en algunos casos, tuvieron reconsideración, los acontecimientos de la Escuela Normal y el Instituto tuvieron repercusión a nivel local, provincial y nacional. En este trabajo nos propusimos reconstruir esa experiencia por su carácter articulador respecto a dos problemáticas de la historia de la educación durante el peronismo: las denuncias y cesantías y la relación entre el peronismo y el revisionismo histórico. En esa reconstrucción, por un lado, hemos visto cómo quienes iniciaron las protestas, a partir de distintas experiencias organizativas, articularon con integrantes de otros establecimientos educativos, asociaciones civiles y la Unión Cívica Radical a través de la legislatura y, principalmente, de El Diario, que jugó un rol determinante en la configuración de los enfrentamientos.

Por otro lado, hemos mostrado cómo para poder apelar al Poder Ejecutivo Nacional y pedir la renuncia de las autoridades, los actores que iniciaron la denuncia fueron modificando la identificaron de sus oponentes (de rosistas-peronistas a rosistas-nazi fascistas) y en ese proceso se fueron definiendo como antirosistas. Para ello, la oposición privilegió la diferenciación entre los defensores de Rosas y los de Urquiza y Sarmiento, por encima de aquella que distinguía a peronistas de antiperonistas. Así, en menos de una semana, se estableció una amplia diferenciación entre rosistas y peronistas.

La investigación a docentes y autoridades de la Normal y el Instituto, en el marco de la reforma del plan de estudios, terminó con sanciones a una cantidad muy importante de profesores/as “sarmientistas”, lo cual provocó una nueva oleada de huelgas y protestas, que concluyó en el traslado y el reemplazo de las autoridades, pero sin la reincorporación de los/as docentes afectados/as. Sin embargo, ante el escenario abierto por el golpe de Estado y la posibilidad de capitalizar la participación en el conflicto con los rosistas para posicionarse en la institución, los docentes sancionados volvieron a identificar a sus oponentes como rosistas-peronistas identificándose ellos mismos como antiperonistas.

Ahora bien, consideramos que la rápida sucesión de protestas, denuncias y sanciones se debe a tres factores articulados. En primer lugar, la dinámica de las acusaciones en el campo escolar que, como hemos indicado en base a los aportes de Fiorucci, aunque en ocasiones podían parecer al margen, se enmarcaban en conflictos políticos. En segundo lugar, la existencia de distintas experiencias organizativas y la densidad de una conflictividad social preexistente en la ciudad de Paraná -así como también al interior de la institución- puede ayudar a explicar la agudización de los conflictos, con la llegada del peronismo al gobierno nacional. En tercer lugar, la relación peronismo-revisionismo que en la provincia de Entre Ríos adquiría un matiz especial debido al peso de las figuras de Urquiza y Sarmiento en la identidad provincial y local. En suma, fue ante la necesidad de adaptarse a la dinámica de las acusaciones en el campo escolar que la oposición eligió enfatizar las tensiones entre rosistas y peronistas al interior de la provincia y, para ello, fue variando su estrategia discursiva en la medida que era inminente la necesidad de apelar al Ejecutivo Nacional.

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Received: March 22, 2021; Accepted: June 15, 2021

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