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Folia Histórica del Nordeste

versión impresa ISSN 0325-8238versión On-line ISSN 2525-1627

Folia  no.45 Resistencia set. 2022

http://dx.doi.org/10.30972/fhn.0456299 

Artículo

EL JUEGO POLÍTICO DESENCADENADO: TENSIONES ENTRE COCHEROS, ELITES LOCALES Y LA JEFATURA POLÍTICA EN ROSARIO 1906-1907

THE POLITICAL GAME UNLEASHED: TENSIONS BETWEEN COACHMEN, LOCAL ELITES AND THE POLITICAL HEADQUARTERS IN ROSARIO 1906-1907

1CONICET. Investigaciones Socio-históricos regionales, nicolaslopezcalvino@hotmail.com

Resumen

El 22 de junio de 1906, el Concejo de la Municipalidad de Rosario terminaba de confeccionar el Reglamento General de Tráfico Público. Ese mismo día se comunicaba al Poder Ejecutivo Municipal que dicho código se haría efectivo a partir del 1 de octubre del mismo año, es decir, en dos meses aproximadamente. Esta nueva ordenanza obligaba a los carreros a solicitar en la policía una libreta de buena conducta, a lo que se le agregaba una fotografía y la impresión de las huellas digitales del solicitante. Efectivamente esto despertó un profundo malestar en el gremio del rodado, lo que llevó a solicitar la eliminación de ese punto, en caso contrario se llamaría a una huelga. A su vez, en ese mismo año se produce un cambio significativo en lo que respecta al control y vigilancia policiales. La llegada a la Jefatura Política de Néstor Fernández conllevó la aplicación de cambios en la estructura policial. En su jefatura se creó la División de Investigaciones, la cual tenía bajo sus órdenes al Gabinete Dactiloscópico como también la tarea de confeccionar los prontuarios, los cuales constituyen el principal acervo documental. El siguiente trabajo se propone analizar el impacto y las relaciones entre ambos sucesos, teniendo como marco contextual la Jefatura Política de Néstor Fernández.

Palabras clave: Huelga de cocheros; División de Investigaciones; Jefatura Política; Rosario

Abstract

On June 22, 1906, the Rosario Municipality Council finished drawing up the General Public Traffic Regulations. On the same day, the Municipal Executive Power was informed that said code would become effective as of October 1 of the same year, that is, in approximately two months. This new ordinance forced the drivers to request a good conduct book from the police, to which was added a photograph and the printing of the applicant's fingerprints. Indeed, this aroused a deep unease in the shooting guild, which led to the request for the elimination of that point, otherwise a strike would be called. In turn, in that same year there is a significant change in terms of police control and surveillance. The arrival at the Political Headquarters of Néstor Fernández led to the application of changes in the police structure. At its headquarters, the Investigations Division was created, which had under its orders the Dactyloscopic Cabinet as well as the task of preparing the medical records. The following work proposes to analyze the impact and the relationships between both events, having as a contextual framework the Political Headquarters of Néstor Fernández.

Keywords: Drivers strike; Investigations Division; Political Headquarters; Rosario

Introducción

El día 16 de octubre de 1906 llegaba al escritorio del intendente de la ciudad de Rosario, Nicasio Vila, una carta de la Sociedad de Conductores de Carro solicitando la derogación del artículo “cuarenta y uno” del Reglamento General de Tráfico Público. Según los trabajadores, este atentaba contra la dignidad del individuo y cuartaba la libertad de trabajo. Al día siguiente, Vila remitió el expediente al Concejo Deliberante, el cual dilató en dar una respuesta. Frente a esto, se produjo un llamado a huelga, teniendo una magnitud y una repercusión no prevista por parte de las autoridades locales, provinciales y nacionales.

Mientras tanto, al interior de la policía de la ciudad se estaban llevando adelante una serie de modificaciones tanto en sus estructuras como en los métodos de control. Este proyecto de modernización policial lo encabezaba Néstor Fernández, Jefe Político del departamento de Rosario. La prensa local había centrado su atención en el aspecto caótico que presentaba la ciudad: la llegada masiva de migrantes e inmigrantes, los problemas de hacinamiento, de salubridad, pero también los choques armados protagonizados por obreros, militantes políticos y la policía. Todo esto hizo ver a Rosario como un espacio complejo no solo por el crecimiento territorial sino también demográfico, por lo tanto, era necesario ordenarlo.

De esta manera, orden y control se convirtieron en uno de los objetivos primordiales de Fernández y para esto debía contar con una policía que estuviera a la altura de este desafío. Como explica L’Heuillet (2010), “el gobierno de la ciudad debe ser específico. No debe garantizar la defensa del territorio, sino que debe ocuparse de la población”. Para esto, la División de Investigaciones tuvo un peso significativo ya que era la sección policial encargada de identificar y reconocer a los vecinos, función asignada por Jefe Político, la cual se explicitaba en la contratapa de todos los prontuarios:

La Policía, como dice el distinguido Jefe de Investigaciones de la Capital Federal, Don José G. Rossi, para poder desempeñar con éxito su alta misión social, necesita indispensablemente, conocer a las personas que constituyen el medio en que ha de ejercer su acción.1

En este artículo nos proponemos dos objetivos. En primer lugar, analizar el impacto y la eficacia que tuvo la implementación del prontuario en el conflicto desatado en 1906 con la Sociedad de Conductores de Carros de Rosario. A su vez, explicaremos cómo fue el accionar y control policial sobre estos trabajadores a partir de las modificaciones implementadas en la jefatura política de Fernández. También analizaremos el balance político que realizaron las autoridades provinciales y municipales, presentando interés a la renuncia de Fernández. En segundo orden procuramos a partir del análisis de este caso contribuir a la comprensión de las estrategias de control social tomadas tanto por el estado provincial como municipal.

La hipótesis planteada es que las nuevas formas de identificación y control social conllevaron la ampliación de los archivos estatales, en especial, los del ámbito policial. El prontuario, como instrumento burocrático de registro de antecedentes, fue la punta de lanza. La nueva concepción de Fernández, según la cual la policía tenía el derecho de registrar las identidades y conservarlas desembocó en disputas internas a la hora de manejar esta información.

Por último, este artículo es producto del cruce de dos líneas de investigación: aquella relacionada con el estudio del mundo del trabajo y, por otro lado, la historia de las instituciones policiales y control social. La escala de análisis empleada es el ámbito específico de la ciudad de Rosario, sin embargo, los relatos históricos anclados en lo regional no pueden perder de vista un horizonte más amplio que el de la ciudad en sí misma. En este sentido, la huelga de carreros como el accionar de la policía de Rosario se encontraba vinculada a experiencias que tuvieron lugar por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires.

Modernización policial: cambios y continuidades

En la ciudad de Rosario desde finales del siglo XIX tuvo lugar un proceso de expansión económica que modificó su estructura demográfica, territorial y cultural. A partir de las últimas décadas del siglo XIX y, especialmente, a comienzos del siguiente se pusieron de manifiesto una serie de problemas propios del crecimiento de la urbe: el hacinamiento, la criminalidad, la multiculturalidad, la prostitución, la “mala vida”2. Estos cambios, sumados a la conformación de un movimiento obrero cada vez más organizado y combativo, dieron a Rosario un aspecto de ciudad caótica. Las primeras respuestas por parte de las fuerzas policiales se caracterizaron por su alto componente represivo. Sin embargo, esto no logró los objetivos deseados por las autoridades, la ciudad continuaba creciendo y sus vecinos eran cada vez más anónimos para las fuerzas del orden.

Para hacer frente a este nuevo escenario social, comenzaron a darse una serie de reformas al interior de la institución policial. Se pueden distinguir dos momentos de modernización policial en la ciudad de Rosario: los primeros cambios implementados a finales del siglo XIX y, el segundo momento, con la llegada de Néstor Fernández a la jefatura política de Rosario en 1906 (López, 2020). Es importante decir que este último ciclo de reformas no buscó anular el proceso anterior sino todo lo contrario, Fernández intentó potenciar determinados cambios a partir de las bases ya construidas.

En varias situaciones, las ideas de reformas policiales están asociadas a las nociones de crisis. La prensa de la época constantemente hacía énfasis en las cuestiones asociadas al mal servicio de la policía, la delincuencia, la criminalidad y en la necesidad de un cambio dentro de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, detrás de estos pedidos, existieron -y existen- reformas sigilosas, en esta categoría podemos situar a los cambios implementados por Fernández. Como bien explica Barreneche, la idea de reforma puede tener una doble interpretación (2019). Por un parte, se puede entender como una realidad cultural, especialmente presente en la prensa. Por otro lado, la reforma se hace presente en el quehacer diario de la policía, es decir, que afecta tanto a las rutinas administrativas como al oficio del agente.

Dentro de las reformas policiales más importantes implementadas por Fernández se encontraba la organización de la División de Investigaciones. Esta sección policial amplió los horizontes de control de su antecesora, la Comisaría de Pesquisas. Estos cambios en las estructuras policiales no eran propios de la ciudad de Rosario, sino que respondieron a las demandas del período, principalmente de aquellas ciudades ubicadas en el corredor fluvial Paraná - Río de la Plata. A modo de ejemplo, dentro de la policía de la Capital Federal se sucedieron importantes transformaciones. En 1885 se creó la Comisaría de Pesquisas, la cual comenzó a tener una gran actividad a partir de la de década de 1890.

Las principales funciones de la Comisaría de Pesquisas eran tener un conocimiento no solo de los habitantes, sino del funcionamiento de la ciudad ya que sus agentes y comisario tenían la tarea de conocer el itinerario de los ferrocarriles y tramways, salida y llegada de barcos del litoral y exterior; como así también los trámites de embarque y desembarque, con el objetivo de abreviar tiempo cuando se trate de la aprehensión de prófugos. Estas actividades de inteligencia se encuentran expresadas en las memorias municipales de 1895:

Los agentes de la Comisaría de Pesquisas tendrán libre acceso a todo centro de diversión pública, siempre que el desempeño de sus funciones así lo exija, a cuyo efecto deberán los empleados que se encuentren en servicio en ellos facilitarles la entrada, para evitar de esa manera la exhibición de sus insignias.3

A su vez, se puede agregar otras funciones, como ser la constante interrelación con otras secciones ya que, si un comisario de sección tenía sospechas que alguno de los habitantes de su jurisdicción era considerado “peligroso”, debía dar aviso verbal o por escrito al Comisario de Pesquisas para que este disponga de la averiguación necesaria. Como vemos, esta sección era sumamente moderna para el período, ya que cambió las formas en la cual se abordaban los problemas vinculados al orden social. De esta manera, la Policía estableció una nueva distribución del control visible e invisible. La Comisaría de Pesquisas se desenvolvió dentro del control invisible, cuya tarea era tener un conocimiento de “todo” lo que sucedía en la ciudad. La policía rosarina, desde de esta repartición, comenzó a realizar “tareas de inteligencia” sobre determinados actores sociales.4

Fernández, al arribar a Rosario como Jefe Político, buscó potenciar esas estructuras. El reemplazo de la Comisaría de Pesquisas por la División de Investigaciones iba en esa dirección. Su jefatura estuvo también identificada con la implementación de los prontuarios -creados por José Gregorio Rossi5 en 1901 para la policía de la Capital Federal- y los avances en materia de identificación personal creados por Juan Vucetich6. Estas reformas tenían como objetivo controlar/vigilar no solo a aquellos sujetos subalternos, sino a todos los vecinos de la ciudad. En la contratapa de los prontuarios, esta meta se encontraba escrita de forma muy clara:

La policía, para poder desempeñar con éxito su alta misión social, necesita indispensablemente conocer a las personas que constituyen el medio en que ha de ejercitar su alta misión social. Las buenas y también las malas, para poner al servicio de sus derechos todo su esfuerzo y todo su celo, sin excepciones -como obra la verdadera justicia. El prontuario está en este concepto, destinado a establecer ante todo la existencia de la persona, y luego, todas las generalidades que le son propias y que permiten hacer su distinción de las otras, en sus peculiaridades de carácter físico, psíquico, social, etc. No es una inscripción infamante, porque, teniendo el propósito del bien, lleva aparejada la razón de su existencia. Si toda la población se diese cuenta del beneficio que para ella significa, tanto colectiva como individualmente, su conocimiento por la autoridad que tiene el deber de custodiar y defender la vida, su propiedad y su bienestar -no habría hombre de bien que no acudiese espontáneo y presuroso a ofrecer su identidad.7

Como afirma García Ferrari, la creación del prontuario fue un parte aguas en la historia de la identificación en la Argentina. En primer lugar, representaba la materialización de los cambios que se venían dando en torno a la identificación durante los últimos años. En segundo lugar, colocaba al problema de la identificación como una preocupación propia de la institución policial, vinculando identificación con identidad. Es decir, que la existencia de una persona se encontraba enlazada a partir de los archivos conservados por un organismo estatal. Por último con la implementación del prontuario, Rossi pretendía dar respuesta a los cuestionamientos por parte de distintos sectores sociales que no veían con buenos ojos el hecho de estar registrado en los archivos policiales. El jefe de la Comisaría de Investigaciones de la ciudad de Buenos Aires afirmaba, al igual que Vucetich, que estar prontuariado cuidaba la reputación de los ciudadanos decentes. Este argumento se replica, como vimos, en las contratapas de los prontuarios.

El discurso criminológico fue otra de las características que marcaron el año de Fernández al frente de la policía de Rosario. Higiene y moral fueron dos conceptos que estuvieron fuertemente interrelacionados en los debates acerca de los problemas que afrontaba la ciudad. Aquí los criminólogos positivistas, en trabajo conjunto con las policías, invirtieron el punto de interés del crimen al criminal y se volvió fundamental el conocimiento detallado de los criminales y el esclarecimiento de sus acciones. Se abandonaba el criterio de la materialidad del acto cometido por el indagado, es decir, por preguntarse si el/los sujeto/s en libertad iban a cometer algún delito, realizando de esta manera una predicción moral sobre su conducta, posición social, ocupación laboral, nacionalidad, etc. La criminología a comienzos del siglo XX, buscó demostrar que no existía un modelo de criminal, anarquista o sujeto peligroso universal, es decir, que funcionara en todo momento. En este escenario, la constatación de la reincidencia fue uno de los ejes para lograr la defensa social, ya que los delincuentes conocidos representaban el mayor peligro para la sociedad y debían ser capturados. Otra de las aristas que pesaron sobre los discursos criminológicos estuvo marcado por la importancia de la higiene de los cuerpos ya sea de forma individual como colectiva. Más adelante veremos la preocupación por parte de las autoridades municipales en que los conductores de carros tengan una presencia más acorde a su idea de pulcritud.

Es en ese escenario en donde se produce el cambio de nombre de Comisaría de Pesquisas a División de Investigaciones. Esto respondió a modificaciones en la estructura administrativa de la fuerza policial. La misma fue reorganizada en 1906 para que al año siguiente ingrese de forma definitiva al presupuesto bajo el nombre de División de Investigaciones. Los cambios de nombres en la estructura policial rosarina tuvieron como espejo a los sucesos que estaban aconteciendo en la policía de la ciudad de Buenos Aires. La Comisaría de Pesquisas de la Capital Federal fue creada en 1885 y a comienzos del siglo XX se modifica su nombre a Comisaría de Investigaciones. Sin embargo, lo nos interesa remarcar es que esta comisaría -en conjunto con la existente en La Plata- se erigió en un faro para Néstor Fernández, al punto que envió “a practicar a esa repartición como lo dejo dicho, al Auxiliar Lier y el meritorio Aronna, estudiando el primero la organización general de la División de Investigaciones, y el segundo lo referente al Gabinete de identificación”.9

La División de Investigaciones tuvo el mismo rol y objetivo que su antecesora, pero con ciertas diferencias, ya sea en cuestiones presupuestarias como en métodos de control y vigilancia. En lo que respecta a las cuestiones económicas, la principal diferencia radicó en el hecho de que, a partir de 1906 al ingresar al presupuesto municipal, contó con mayores recursos, por ejemplo, en la asignación de salarios a los agentes.10 Esto permitió la pronta implementación del prontuario a partir del año 1906, cuyo armado era una obligación de la División de Investigaciones. La aparición de estos documentos no fue simultánea en todas las policías, la pionera fue la de Capital Federal.11 Según la Revista de Policía, esta nueva herramienta policial era “de tan real importancia que muchísimas personas (jueces, abogados, funcionarios, etc.) han ocurrido espontáneamente a hacerse anotar en él”.12 A su vez, estos prontuarios pasaron a formar parte de los archivos policiales, cuya finalidad era la identificación de la sociedad en su conjunto, ya que el problema de la identidad establecía la necesidad de prontuariar al total de la población, ya sea “las buenas y las malas” personas. Entre los primeros actores sociales en ser prontuariados estuvieron justamente los cocheros en el año 1906.

En esta línea, se conformó el Gabinete de Identificación Dactiloscópica, que en palabras de Fernández fue “la empresa de mayor mérito a que presté una especial atención durante mi Jefatura”.13 La implementación de dicho gabinete demuestra no solo la definitiva adopción por parte de la policía de Rosario del método pensado por Juan Vucetich a la hora de identificar a sujetos, sino también el ingreso a una red de intercambios con otras policías. En 1905 se firmó en la ciudad de Buenos Aires un convenio internacional entre distintas policías sudamericanas, el cual facilitaba el intercambio de datos. Las primeras fuerzas de seguridad que formaron parte de este acuerdo fueron las ciudades de Montevideo, Santiago de Chile, Río de Janeiro y La Plata. Luego se sumaron las policías de Bolivia, Paraguay y Perú. La policía rosarina, a partir de los prontuarios, intercambió información con otras agencias de seguridad tanto a escala nacional como internacional.

La implementación del prontuario y las transformaciones que implicó en el uso de las tecnologías deben ser analizadas en el marco de cambios y reorganizaciones amplias en las estructuras policiales, específicamente en la División de Investigaciones. Esto significó que el Municipio de Rosario “oficialice” un servicio de información y control de individuos. La ciudad y la policía, en particular, se prepararon de esta manera no solo para la persecución de la delincuencia y la indagación de delitos, sino también para la vigilancia de todo el conjunto social.

La huelga de 1906: de Rosario al país

En el mes de julio de 1906 el Municipio de Rosario llevó adelante una medida preventiva contra los cocheros y carreros, a través del requerimiento de una libreta de buena conducta habilitante para poder prestar servicio. El Reglamento General de Tráfico Público regulaba una enorme variedad de situaciones, entre las que se encontraba un apartado que se refería a los conductores. Entre los más conflictivos se hallaba el artículo N° 41 en donde se le exigía a todo conductor de carro lo siguiente:

que tiene 18 años de edad; que comprende el idioma nacional, conoce la nomenclatura y ubicación de las calles y no tiene malos antecedentes. Este último requisito será certificado por la Policía. La Inspección General exigirá las pruebas de capacidad, en la forma que crea más conveniente, y llevará anotación de las faltas o contravenciones cometidas por los conductores.14

La libreta contenía las huellas digitales del conductor y contenía numerosas hojas que podían a completar con distintas anotaciones. Estos cambios pusieron rápidamente en alerta a los trabajadores ya que los consideraban denigrantes. El 13 de octubre de 1906, la Sociedad “Conductores de carros” luego de un largo debate sobre la libreta “Municipal” resolvieron lo siguiente:

pasar una nota al Sr. Intendente Municipal, de esta ciudad, a fin que sea derogado el artículo “cuarenta y uno” del Reglamento General de Tráfico Público” el cual atenta a la dignidad del individuo y cuarta la libertad de trabajo. Segundo: En caso no sea tendido dicha petición, el gremio de “conductores de carros” así como también, los transportadores de carne y de ladrillos y anexos, aprobaron por unanimidad de votos, ir a la huelga general en caso de negativa por parte de la “Intendencia Municipal”.15

El siguiente fragmento da cuenta de un clima de tensión y de escaso margen de negociación, lo que inevitablemente condujo al inicio de la huelga el día 15 de enero por parte de los cocheros y los carreros, luego de una asamblea muy concurrida. El día 16 de enero, los trabajadores elaboraron un pliego en donde se reclamaba la abolición del reglamento de tráfico, como también solicitaban la libertad de los detenidos por la policía a raíz de la huelga, entre otras demandas. Al día siguiente, se le fueron sumando diferentes gremios: ladrilleros, peones del matadero, empedradores municipales y licoleros. Cinco días después la ciudad se encontraba totalmente paralizada, La Protesta del día 22 de enero afirmaba que “a la intransigencia de las autoridades rosarinas, los obreros han contestado unánimes declarando la huelga general, todo lo que representa actividad y vida en una ciudad tan importante como es el Rosario”.16 Álvarez destaca la importancia de esta huelga ya que se logró la acción conjunta de las principales centrales obreras del país, en un contexto sindical marcado por el Congreso de Unificación obrero de 1907. De esta manera, afirma el historiador que la “huelga trascendió ampliamente los límites de Rosario” (Alvarez, 2021, 7; Belkin, 2015). Esto se hace carne el día 25 de enero, con el inicio de la huelga general en toda la república.

Por otro lado, el petitorio realizado por los trabajadores el día 13 de octubre de 1906 menciona como responsable directo al Intendente Municipal, dejando fuera a la policía y, en espacial, a la novel División de Investigaciones. Este desconocimiento por parte de los huelguistas sobre el funcionamiento y finalidad de la División de Investigaciones nos resulta llamativo, ya que esta sección era la encargada de recabar y conservar los datos brindados por los cocheros. Esto nos da la pauta de que los mecanismos de control implementados por Néstor Fernández actuaron en la opacidad.

A la par del control invisible de la División de Investigaciones, la ciudad de Rosario se fue militarizando debido al operativo de seguridad impuesto por el gobierno nacional: efectivos militares venidos desde Córdoba, un buque de guerra en la costa rosarina y agentes policiales controlando las asambleas de trabajadores permiten dar cuenta de la tensión reinante por esos días. El día 26 de enero, el intendente Vila convocó a los miembros del comité de huelga a fin de encontrar una solución al conflicto. El resultado de esta reunión fue fructífero y se llegó a un principio de acuerdo. Los dirigentes convocaron a una asamblea para el día 27 de enero, en la cual se buscaba una respuesta en conjunto a la oferta presentada desde la Municipalidad. Las bases del arreglo fueron las siguientes:

1° Abolición completa de la libreta para los conductores de carro.

2° Tan pronto como en marzo sesione el Consejo Deliberante, el Intendente presentará una minuta pidiendo la enmienda de los otros artículos que fueron causa del presente movimiento, comprometiéndose el Intendente y la Bolsa de Comercio a que sean derogados dichos artículos.

3° A los cocheros de plaza libreta gratis sin retratos ni impresiones digitales…17

Los trabajadores culpabilizaron del conflicto a la Municipalidad y a la Bolsa de Comercio quedando por fuera, nuevamente, las agencias de seguridad. Sin embargo, nos interesa destacar el petitorio de la abolición de la toma de huellas digitales e impresiones fotográficas. El hecho de que los trabajadores no culpabilicen a la policía no significó que esta fuerza no haya sido afectada por el conflicto. La resistencia a la disposición municipal y la abolición de la libreta de conductores nos demuestran también la fuerte asociación en el imaginario de la época entre la identificación policial y la criminalidad. Esta situación no fue exclusiva de los cocheros de la ciudad de Rosario. Podemos rescatar otras experiencias similares como ser la huelga de cocheros de la ciudad de Buenos Aires de 1899. Aquí las autoridades municipales establecieron la obligación de adjuntar a la libreta de cocheros un retrato fotográfico y dejarlo en la intendencia como condición para poder circular. A pesar de los pedidos de los trabajadores como de los dueños de carruajes de alquiler, la libreta de conchabo entró en vigencia en la Capital Federal a partir del 10 de junio de 1899.18 Estas experiencias y resistencias por parte de los cocheros nos permiten realizar un acercamiento al momento en que el Estado comenzó a construir sus archivos con información individual sobre el conjunto de la sociedad.

La figura del Jefe Político

Previo a analizar el rol que tuvo Néstor Fernández en la huelga de cocheros de la ciudad de Rosario en 1906, creemos necesario explicar qué significaba la figura de Jefe Político. Como afirma Bonaudo, “el Jefe Político actúa con un alto grado de discrecionalidad en una borrosa frontera entre lo político y lo jurídico, pretendiendo consolidar un proyecto de dominación” (Bonaudo, 2003: 205). Siguiendo el planteo que realiza la historiadora, la creación de esta institución en la provincia de Santa Fe no fue producto de un texto constitucional sino de un decreto firmado por el gobernador en 1854 afirmado posteriormente por el parlamento provincial. La figura del Jefe Político surge en Rosario ese mismo año como consecuencia de demandas que tuvieron lugar tanto al interior de la esfera estatal como en los debates de élites locales: “La primera y más urgente necesidad que tiene esta ciudad y su Departamento es de una autoridad que la gobierne como es debido y atienda sus intereses”.19

Esta petición realizada por Nicasio Oroño se materializó con el nombramiento de Benjamín Virasoro como primer Jefe Político. Para llevar adelante sus tareas, Virasoro y sus sucesores se convirtieron en la cabeza de una compleja estructura administrativa, política y policial. Se convirtió no solo en el representante del poder provincial en el Departamento de Rosario, sino también en intermediario desde y hacia el poder Ejecutivo. Inevitablemente este espacio se convirtió en uno de los lugares predilectos para los sectores de las élites a la hora de hacer política. Las diferentes tendencias políticas de la provincia -iriondistas u oroñistas- colocaron al frente de cada Jefatura a hombres que formen parte de su entera confianza. Lo que no significó que algunos dirigentes fueran removidos ya que ciertos gobernados buscaron un perfil de Jefe Político que garantice mejor el control deseado.

¿El nuevo peligro social o un campo de prueba? La sección Registro de Cocheros?

Como enunciamos anteriormente, el conflicto entre los cocheros estalló a partir de la nueva ordenanza de tráfico. Específicamente el punto de mayor conflicto era el artículo N° 41, el cual implicaba que todo aspirante a conductor de carro debía solicitar en la Policía una libreta personal e intransferible. La misma contenía el nombre, la edad, la filiación, domicilio y nacionalidad. Esta información era conservada en los registros de la fuerza policial, específicamente, en los archivos prontuariales de la División de Investigaciones. En algunos casos, incluso, contenían fotografías de estos trabajadores, lo que implicaba para ellos una provocación “a la dignidad del individuo”.20

En lo que respecta a la organización de la documentación, la División de Investigaciones tenía distintas secciones que correspondían a determinados individuos o delitos. En nuestro caso, se analizaron los prontuarios pertenecientes a la sección Registro de Cocheros labrados entre el 1 de octubre de 1906 hasta el 15 de enero de 1907, es decir, desde que estuvo en vigencia la nueva ordenanza de tráfico hasta el inicio de la huelga general. Este recorte nos arrojó un total de 42 prontuarios labrados por los agentes de Investigaciones.

Este universo de trabajadores, evidentemente, correspondió a aquellos cocheros que aceptaron -voluntaria o involuntariamente- la implementación de la libreta de identificación. A la hora de analizar estos prontuarios nos encontramos con un gran número de inmigrantes. Del total de los prontuarios relevados, 25 pertenecían a inmigrantes europeos, 10, a migrantes internos provenientes de las provincias de Córdoba, Mendoza, San Luis, Buenos Aires, La Rioja y de la ciudad de Villa Constitución y los 7 restantes, a la ciudad Rosario. A su vez, todos los prontuariados eran hombres. Estos datos nos indican, en primer lugar, la presencia de migrantes que ocuparon estos puestos. A su vez, detectamos que la mitad de los trabajadores habían nacido antes de 1870, es decir, que ingresaron a la profesión de cocheros a una edad avanzada. Por otro lado, de los cocheros documentados provenientes del exterior, 11 de ellos arribaron al país hacía menos de 4 años, los restantes manifestaron que hacía más de cinco años de su llegada a Argentina. A partir de estos datos, podemos pensar que esta profesión fue ocupada por sujetos que tenían una imperiosa necesidad de ingresar al mercado laboral.

Fuente: Prontuarios históricos - Archivo General de la Provincia. 21

Figura 1 Ficha de filiación del prontuario N°16 perteneciente a la sección Registro de Cocheros 

La siguiente ficha de filiación del prontuario N° 16 de la sección de Registro de Cocheros, nos muestra a un hombre de nacionalidad italiana recientemente arribado al país. Este documento fue labrado el 2 de octubre de 1906, es decir, en plena negociación entre el sindicato de carreros de Rosario y la Municipalidad. A su vez, podemos afirmar que, al momento de solicitar la libreta para poder ejercer la profesión, tenía 22 años. Otro rasgo compartido en la mayoría de los documentos relevados era la ausencia de arrestos o procesos de estos cocheros. Los agentes de Investigaciones, encargados de elaborar los prontuarios, a la hora de pronunciar los motivos por el cual le abrían expediente, sostenían que eran para obtener la libreta o certificado de cochero. El hecho de que el grueso de los cocheros no haya tenido otra causa nos da la pauta que estas disposiciones, por parte de la Municipalidad de Rosario, tenían como finalidad conocer y controlar a un conjunto determinado de vecinos, los cuales estaban compuestos en su mayoría por inmigrantes. A su vez, la División de Investigaciones ponía en práctica las nuevas formas de identificación y control social pensadas por Néstor Fernández.

Estos rasgos nos permiten realizar una reconstrucción ontológica de los trabajadores de coche. La mayoría de ellos eran inmigrantes, con una imperiosa necesidad de ingresar al mercado laboral. A su vez, no pudimos demostrar vínculos con algunas de las corrientes políticas del período. Evidentemente el hecho de prontuariar a este conjunto social fue consecuencia de la ampliación de los archivos estatales.

La renuncia de Néstor Fernández a la Jefatura Política

Una de las consecuencias más notorias fruto de la huelga de los cocheros, primero circunscripta al espacio local y luego de alcance nacional, fue la renuncia de Néstor Fernández a su cargo de Jefe Político del departamento de Rosario. Fernández estuvo al cargo de esta jefatura desde el 19 de febrero de 1906 hasta el 22 de enero de 1907, es decir, que su salida se produjo a los días de haber estallado la huelga nacional. Como vimos anteriormente, durante su jefatura se implementaron determinadas reformas, las cuales buscaron crear una fuerza de seguridad más eficiente y moderna, objetivo que en gran parte se cumplió. Sin embargo, no logró sostenerse en el cargo luego del cese de actividad por parte de los trabajadores de carro, en especial, cuando sus reclamos traspasaron los límites de la ciudad de Rosario.

Fernández en sus memorias alega que los motivos de su renuncia estuvieron motivados por las “intrigas palaciegas de políticos a quienes no convenía de ninguna manera mi permanencia en una repartición que las normas a que la habían sometido a las malas prácticas democráticas, la habían reducido a una simple agencia electoral”.22 En línea con lo planteado por Marta Bonaudo, el Jefe Político era una pieza clave en la puja por la política facciosa (2003). El Jefe Político como representante del poder Ejecutivo Provincial intentaba ocupar todo el espacio público departamental y frente a la presencia activa de otros actores reaccionaba intentando contrarrestarlos o persuadiéndolos. De hecho, Fernández en sus memorias da cuenta de estas situaciones y de las constantes tensiones que vivió en su año al frente de la jefatura:

El grupo oficialista disconforme con mi proceder que tan pesada carga echaba sobre sus hombros, acostumbrados a desenvolverse al margen de la desviada acción policial, tenía que arreciar en su campaña opositora a mi Jefatura, y empezó a llevar sus quejas sistemáticamente al Gobernador de la Provincia, por medio de delegaciones que se turnaban y cambiaban incesantemente.23

Vemos de esta manera, que los actores políticos se manifestaron de forma explícita para modificar decisiones administrativas y políticas de los Jefes Políticos, en nuestro caso Néstor Fernández, a fin de conservar derechos adquiridos o limitar la concentración de poder. Estas peticiones se realizaron a menudo en los espacios locales y, en caso de no encontrar respuesta, se elevaban a instancias superiores provinciales o nacionales.

Fernández en sus memorias afirmaba querer romper esta lógica, es decir, la idea de una Jefatura puesta al servicio de los intereses políticos de las élites al afirmar que “sólo hice policía”.24 Situación que, en cierto modo, cumplió ya que las reformas e innovaciones llevadas adelante durante el año que estuvo al frente de la Jefatura Política lograron consolidarse en el tiempo. Esta idea de separación de determinados cuerpos policiales con las autoridades políticas se hace presente en el funcionamiento de la División de Investigaciones, la cual logró manejarse con un grado de autonomía relativamente alto. Esto se manifiesta, por ejemplo, en los prontuarios que analizamos anteriormente, en donde el registro de cocheros fue consecuencia no solo del nuevo reglamento, sino del ensanchamiento de los archivos policiales/estatales. Esta misma situación se repite en los prontuarios labrados desde 1906 a las autoridades políticas del período, archivados en la sección Orden Político (López, 2021).

A pesar de esto se llevó adelante una campaña de desgaste de la figura de Fernández por parte de sus opositores. La huelga de cocheros y la situación de tensión que se vivió en la ciudad durante los últimos meses de 1906 y enero de 1907 terminaron por decidir el destino político del Jefe Político:

La circunstancia de haberse instalado la oficina de identificación dactiloscópica en la Policía de Rosario, y empezado a funcionar exigiéndose a los gremios de estibadores, cocheros, carreros, barrenderos, basureros, etc., la libreta respectiva, previa toma de impresión digital, fue tomada como pretexto por mis opositores para hacerles declarar la huelga.25

Falcón afirma que la burguesía rosarina se encontraba frente a un dilema que no le era fácil resolver. La actitud de Fernández y del poder municipal al sancionar el reglamento de tráfico respondía a la intención de garantizar un determinado orden laboral y social. Pero estos se contraponían con los corporativos (Falcón, 2005). La solución a esto fue la salida del Jefe Político, a fin de preservar la figura del Intendente como representante de los intereses municipales. Fernández fue reemplazado por Agenor Rodríguez, quien se desempeñaba como Jefe Político de la ciudad de Santa Fe. El juego político se hizo presente. No estaba solo en juego un espacio institucional de peso sino, principalmente, qué es lo que se hacía desde allí.

Consideraciones finales

A lo largo del trabajo relacionamos dos sucesos que tuvieron múltiples puntos de contacto, la renuncia del Jefe Político Néstor Fernández -clave a la hora de pensar el proceso de modernización policial en Rosario- y el conflicto de cocheros, que se inicia en 1906 y tiene su punto de mayor tensión en el mes de enero de 1907. Aquí buscamos complejizar la explicación sobre la renuncia de Fernández. La historiografía local afirma que la salida del Jefe Político tuvo como objetivo disminuir la conflictividad desatada luego de que a los cocheros se les exigiera contar con una libreta personal. La misma era confeccionada por la policía de la ciudad, luego de que esta le tomase las huellas digitales. Nuestra hipótesis es que la renuncia de Fernández estuvo motivada por distintos conflictos políticos entorno a las nuevas formas de control social, especialmente, a partir de la conformación de la División de Investigaciones.

A su vez, indagar estos sucesos nos llevó a preguntarnos por las preocupaciones que existían en las élites políticas rosarinas de comienzo del siglo XX. La inmigración, el crecimiento demográfico y el anonimato de los vecinos estaban a la orden del día. La solución a esto vino desde la institución policial, no en su faz represiva sino en el rol de catalizadora de información. La policía de Rosario, en especial la sección División de Investigaciones se encargó de saber lo que acontecía, es decir, hacer inteligencia. Estos cambios están íntimamente relacionados con la creación de archivos policiales como también con los intercambios de información con otras policías.

Este trabajo tuvo como punto de partida la llegada de Néstor Fernández a la Jefatura Política desde donde se inició un proceso de modernización policial verticalista. Aquí destacamos la creación de la División de Investigaciones en 1906, la cual tenía dentro de sus múltiples funciones la elaboración de los prontuarios como también la toma de impresiones dactiloscópicas. No obstante, estos intentos de control/vigilancia excedían a los sujetos asociados a la “mala vida” y tenían como objetivo de máxima alcanzar a todo el conjunto de la población. Esto generó rispideces con los sectores políticos opositores a la gestión de Fernández por dos cuestiones. La primera era la información que la División de Investigaciones comenzaba a almacenar en sus archivos, la cual iba desde trabajadores, anarquistas hasta políticos. En segundo lugar, la autonomía que pretendió darle Néstor Fernández a la policía durante su jefatura política, es decir, no involucrarla en las discusiones públicas locales y gozar de independencia a la hora de decir a quien vigilar.

Mientras tanto, en junio de 1906, el Municipio de Rosario oficializó un nuevo Reglamento de Tráfico, el cual tuvo como consecuencia la huelga general nacional desatada en enero de 1907. Como analizamos el principal punto de discusión del nuevo reglamento por parte de los cocheros era la obligatoriedad de una libreta habilitante. Esta era otorgada por la policía de la ciudad una vez que el trabajador obtuviese el certificado de buena conducta, lo que implicaba dejar registrado en la policía sus huellas digitales y, en determinadas ocasiones, la toma de una fotografía. De esta manera, la División de Investigaciones se convirtió en un actor clave en este conflicto ya que fue la sección encargada de tomar las impresiones digitales y fotografías a los cocheros. No obstante, pudimos observar que el malestar de los trabajadores no recayó sobre la policía y la jefatura política sino en las autoridades políticas. Evidentemente, los gremios no llegaron a comprender en ese momento la magnitud de los cambios en materia de control que se estaban dando al interior de las fuerzas represivas.

Sin embargo, vimos que las fuerzas políticas opositoras a la gestión de Fernández y, por ende, al propio gobernador, Pedro Antonio Echagüe, comprendieron las transformaciones que estaban aconteciendo. La huelga de cocheros puso en la superficie problemas políticos de las élites rosarinas que se encontraban inmersos. Las modificaciones propuestas por Fernández durante su período, corto pero intenso, en la jefatura política de Rosario marcaron una nueva dinámica no solo en la forma de controlar/vigilar, sino en la autonomía que lograron conseguir determinadas secciones: un claro ejemplo fue la División de Investigaciones. Hasta dónde llegaba y qué hacer con esa autonomía se convirtió en el nuevo campo de batalla.

Fuentes:

Archivo de División de Investigaciones. Policía de Rosario. Sección: Registro de Cocheros y Orden Social (DIPROS). Prontuarios históricos - Archivo General de la Provincia.

Carta de Nicasio Oroño enviada el 04 de julio de 1854 a Justo José de Urquiza. En “Libro de Oro de la Policía de Rosario. 100 años al servicio del Pueblo”, Archivo del Museo de la Ciudad.

Diario La Protesta.

Expediente N° 9848, Reglamento de Tráfico Público, Ordenanza N° 14, Biblioteca del Concejo de Rosario.

Fernández, N. (1941). 11 meses en la Jefatura Política de Rosario en el año 1906. Buenos Aires: Ed. Talleres Gráficos Contreras, Museo de la Ciudad de Rosario.

Memoria de la Jefatura Política, 1895-96, Museo de la Ciudad de Rosario.

Reglamento General de Tráfico Público, Ordenanza N°14, Municipalidad de Rosario, Biblioteca del Concejo Municipal de Rosario.

Revista de Policía, Año VII, N° 168, 16 de mayo de 1904.

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Received: February 16, 2022; Accepted: June 29, 2022

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