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Temas medievales

versión impresa ISSN 0327-5094versión On-line ISSN 1850-2628

Temas Mediev. v.13 n.1 Buenos Aires ene./dic. 2005

 

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

A.A.V.V., Propuestas teórico-metodológicas para el estudio de la literatura hispánica medieval, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2003 (522 pp.)

   Cuidadosamente editadas por Lillian von der Walde Moheno, estas Propuestas nuclean una serie de estudios a cargo de destacados medievalistas consagrados al ámbito de la literatura hispánica quienes, desde ángulos teóricos diversos, abordan aspectos específicos de esta disciplina. A tal circunstancia, debe añadirse el hecho, poco frecuente, de hallarnos frente a una obra cuyo mayor interés radica en su anclaje teórico-metodológico, centrada exclusivamente en la producción literaria medieval española.
   De las seis secciones que integran el volumen, la primera, "La dimensión cultural de la literatura" se abre con "La  apuesta por la historia de los habitantes de la Tierra Media" de Leonardo Funes.  Ajeno a la intransigencia con la cual frecuentemente se manifiestan las posiciones de la filología y la teoría literaria, Funes propone una tercera opción: la consideración de la literatura como fenómeno histórico, adoptando, al mismo tiempo, de manera crítica, los elementos de la teoría literaria susceptibles de ensanchar el ámbito de los estudios medievales. A partir de un nuevo giro aplicado a la perspectiva historicista tradicional, L. F. define su labor de medievalista en función de una apuesta por la historia y de lo que denomina el "anti-antihistoricismo". Su indagación, que apunta a la superación del estudio inmanentista de la literatura, se orienta, de este modo, hacia la interpretación de los textos en función de la producción cultural global, de las relaciones entre literatura, historia, sociedad y cultura. Y será precisamente el rescate de la dimensión cultural lo que permitirá establecer una productiva relación entre texto y contexto, superadora del estudio del texto aislado.  Consciente de las dificultades que implica un análisis de índole histórico-cultural,  L. F. defiende el alcance de su  propuesta metodológica con la convicción de que la instancia de la escritura sólo puede develarse adecuadamente mediante un análisis de estas características a través de la consideración de "la dimensión social de los productos culturales del pasado".
   En "Edad Media y genología: el caso de las etiquetas de género",  Alejandro Higashi retoma el problema de los géneros medievales señalando la complejidad de este concepto, hecho que se vuelve aún más intrincado teniendo en cuenta la ausencia de una teorización medieval relativa a la índole del fenómeno, cuyo carácter difuso resulta especialmente perceptible en el caso de los géneros literarios. A partir de la consideración del género como medio de comunicación cultural entre los miembros de una comunidad determinada, la novedad del planteo de A. Higashi reside en el hecho de subrayar que las etiquetas genéricas medievales no son términos especializados ni categorías excluyentes, sino entidades flexibles de uso intuitivo, adaptadas a las condiciones de comunicación de los receptores y del texto transmitido. No se constituyen como oposiciones sino como valores complementarios que apuntan a señalar distintos grados de aproximación a la obra concreta. Tal como lo señala el autor, un claro ejemplo de este fenómeno lo constituye, en los Milagros  de Berceo el uso de términos como viessos, exiemplo, hazaña, miráculo. La maleabilidad que caracteriza estas categorías permite asimismo agrupar miembros semánticamente heterogéneos, como sucede en el caso de vocablos tales como fazaña, enxiemplo o gesta. Basada en las convenciones compartidas por la comunidad de hablantes, la argumentación de A. Higashi relativa a las etiquetas de género logra dar cuenta de la riqueza y complejidad de las manifestaciones discursivas medievales sin llegar a un "empirismo fundamentalista" que anule la existencia delas generalizaciones y la referencia a los géneros teóricos.
   "La muerte y los vivos: Francisco de Ávila y el canon poético de 1500" de Vicenç Beltrán,  último trabajo de la primera sección,  colma un espacio de vacancia en la medida en que no son demasiado abundantes los estudios relativos al canon medieval español. A este rasgo debemos añadir otro de no menor interés: el hecho de que Beltrán centre su análisis en un texto prácticamente ignorado por la crítica, a no ser por la edición de La vida y la muerte  o vergel de discretos (1508)llevada a cabo por Pedro Cátedra en el 2000. Más allá de las huellas de las Coplas de Manrique inscriptas en filigrana, la composición interesa sobre todo por incluir entre el listado de personajes ilustres no sólo a aquellos de alto linaje sino también a quienes se destacaron por su erudición y, dentro de esta categoría, especialmente a los hombres de letras. En este sentido, Beltrán resalta no sólo el carácter poco frecuente de un catálogo tan extenso como éste, en el que se entrelazan vivos y difuntos, sino también la circunstancia de que la innegable subjetividad que preside toda elección de nombres y, que en este caso, se manifiesta por la llamativa ausencia de algunos de sus contemporáneos (Ambrosio de Montesinos, Iñigo de Mendoza, Fernando de Rojas, por ej.), no opaca, sin embargo, la pertinencia y claridad del canon relativo a  los autores de las cortes de Juan II y Enrique IV. Señalemos, por último, el minucioso rastreo relativo a autores prácticamente desconocidos en la actualidad  y la rica bibliografía que concluye el trabajo.
   La segunda sección de este volumen, "Texto y contexto" se inicia con "La ambivalencia de los signos: el ‘monje borracho' de Gonzalo de Berceo (milagro XXI)" de Juan Manuel Cacho Blecua. Nos encontramos frente a un penetrante estudio del milagro aludido en el cual, a partir de las peculiaridades de la relación que éste mantiene con el miraculum latino que le sirve de base, el autor va ampliando progresivamente el alcance de su indagación pasando por el análisis de las secuencias narrativas que constituyen el texto en cuestión, hasta llegar a su inclusión dentro de un sistema mayor.   El análisis se enriquece por la pertinente (y permanente) referencia a la ideología medieval, circunstancia que permite expandir paulatinamente el contenido de los signos que van configurando la estructura de la obra, relacionándolo no sólo con el conjunto dentro del cual se integra, sino con el género y el sistema mayor al cual pertenece para llegar, por último, a su inclusión dentro de una cultura, "sistema de sistemas".
   El trabajo de Cacho Blecua es una muestra ejemplar de cómo un estudio que pone de manifiesto la compleja red de las relaciones culturales puede llevarse a cabo sin perder de vista en ningún momento el objeto central del análisis ni extraviarse en difusas (y a veces confusas)  teorizaciones.
   Antonio Cortijo Ocaña en "Dos contextos de recepción para la novelística sentimental: corte y universidad", ofrece una muestra más del renovado interés que en los últimos años suscitó, entre los especialistas,  el análisis de las distintas facetas de la ficción sentimental. A. Cortijo analiza los dos contextos en que se desarrolla la literatura amorosa de la Edad Media tardía -el académico y el cortesano- a partir de dos obras que no fueron tenidas en cuenta por los estudiosos del género sentimental: la Rota Veneris  de Boncompagno da Signa (s. XII) y El cortesano de Luis de Milán. La primera de ellas, parodia burlesca del Cantar de los Cantares y, al mismo tiempo, probable reacción contra el De amore de A. Cappellanus, tiene por finalidad la enseñanza de la epistolografía amorosa y coincide con el surgimiento de obras de índole pseudoautobiográfica dentro del contexto universitario. Para fundamentar su propuesta relativa a la pertenencia al contexto académico, reforzada por el hecho de que uno de los mss. del s. XIII fue adscripto a la universidad de Salamanca, A. Cortijo entronca el texto con la tradición sentimental a través de una red en la que se imbrican el renacimiento de los estudios retóricos en Salamanca, en los que la práctica epistolar ocupa un lugar de relevancia, la relación de la novela sentimental con dicha  universidad y el dialogismo generado entre la "literatura amorosa-idealizante de la corte […] y la literatura burlesco-universitaria". El segundo contexto de gestación-recepción de obras sentimentales determinado por el autor de este estudio es el de la corte valenciana de Germana de Foix, a comienzos del s. XVI, a la que pertenece  Luis de Milán, autor de El cortesano, obra que, preciso es destacarlo, la crítica no relacionó nunca con el género sentimental.  Luego de señalar minuciosamente los rasgos argumentales de la obra y su relación con el género aludido, Cortijo subraya que no se trata de un ejemplo más de teatro cortesano sino la representación del "corolario de temas y motivos literarios cortesanos que hacen furor en la segunda mitad del s. XV". Las propuestas de A. Cortijo suscitarán sin duda numerosos interrogantes y abrirán caminos hacia nuevas búsquedas sobre la ficción sentimental.
   La sección consagrada a las relaciones entre texto y contexto concluye con un estudio de Gloria Chicote referente a "La construcción ficcional en las colecciones de cuentos medievales". Si bien cada una de las colecciones aludidas ha dado origen a una abundantísima bibliografía, no sucede lo mismo cuando, como en este caso, se las analiza en conjunto confrontándolas como manifestaciones de una serie de indicios reveladores de los cambios que marcaron, a lo largo del s. XIV, el ámbito de la Europa occidental. Tal, uno de los méritos del trabajo de Gloria Chicote, que revela cómo, más allá de las características propias y a través de resoluciones disímiles, las obras mencionadas se convierten en manifestaciones de un universo en crisis. Para ello, la autora centra su trabajo en torno a tres aspectos: el estudio de las distintas características de los marcos en tanto elemento de validación; la índole de la materia ficcional, cuya heterogeneidad se unifica a partir del interés común por mostrar la diversidad del mundo y, por último, los rasgos que configuran la compleja trama de las relaciones entre autor, texto y receptor. La metodología utilizada permite no solo advertir en los textos las huellas del cambio sino, a través de un proceso inverso y complementario, percibir la literatura como instrumento apto para la conformación de procesos culturales.
   La tercera sección, "Historia y creación", se inicia con la contribución de Purificación Martínez "Dos reyes sabios: Alfonso X y Alfonso XI y la evolución de la crónica general a la crónica real". El estudio de la historiografía medieval como instrumento de propaganda al servicio de determinados intereses es enfocado por la autora a través de dos obras surgidas en momentos históricos muy disímiles: la Estoria de España de Alfonso X y la Crónica de tres reyes, escrita probablemente por Fernán Sánchez de Valladolid por encargo de Alfonso XI. Para ello, la autora se centra exclusivamente en el examen de los prólogos que considera como "pequeños ensayos teóricos" que sientan las bases de los respectivos textos. El minucioso análisis  pone de manifiesto cómo ambos monarcas,  aunados por un mismo proyecto político (excepto el referente a la importancia otorgada a la corona imperial) y por considerar la historiografía como medio para ejecutarlo, asumen discursos que difieren, sin embargo, en la finalidad asignada a la escritura histórica. Es así como, bajo el fin aparente de la búsqueda de la verdad, dicho discurso, como en tantos otros casos, vehiculiza primordialmente intereses personales diversos.  En el primer caso, éste se constituye en el medio para legitimar la validez de las reformas reales a partir de una autoridad construida en función del papel de sabio que Alfonso X pretende asumir por encima del de soberano, en tanto que en el segundo, la letra se convierte en medio de exaltación del monarca.
   En "La relación entre historia y poesía: el caso de la Exclamación e querella de la gouernacion de Gómez Manrique", Nancy Marino establece una filiación estricta entre obra literaria y "subtexto", entendiendo como tal todos aquellos elementos que integran el contexto histórico político y, a la vez, las circunstancias vividas por el autor directamente relacionadas con ello. Esta afirmación, que, sin duda, no puede aplicarse siempre de manera indiscriminada ni absolutamente lineal, se vuelve especialmente productiva, según la óptica de la autora, en textos, que, como el aquí analizado, integran algunos cancioneros del s. XV, en los cuales son frecuentes los comentarios de determinados acontecimientos históricos. Así, el complejo tema de la relación texto/contexto es examinado desde una perspectiva a partir de la cual dicha complejidad parece diluirse en función del señalamiento decidido de la importancia del hecho histórico para el estudio de textos de esta índole.
   La IV sección de este volumen, "Textualidad, oralidad y auralidad" contempla, desde diversos puntos de vista, el carácter oral de la producción medieval. En este sentido, Fernando Gómez Redondo en "El ‘fermoso fablar' de la ‘clerecía': retórica y recitación en el siglo XIII" encara, desde un ángulo innovador, el tema de la oralidad señalando la necesidad de un cambio metodológico frente a los productos textuales de este período cuyo alcance no se restringe a los textos de clerecía sino que alcanza también los escritos legislativos alfonsíes. Para ello tiene fundamentalmente en cuenta, como pauta de análisis, la participación del público receptor, por un lado, y el papel del transmisor (o "fablador") puesto en evidencia por una serie de marcas textuales relativas a ese proceso de transmisión. La novedad del enfoque radica en el énfasis con que el autor subraya la importancia de la poética de la recitación, fundamentalmente a partir de su acción pragmática, y el papel de la figura del "fablador" quien, por su conocimiento de los procedimientos de índole retórica y elocutiva logra imprimir en los textos el verdadero sentido que debe llegar al receptor.
   La propuesta de Fernando Gómez Redondo abre, sin duda, nuevos y enriquecedores cauces de lectura en el ámbito de los estudios medievales.
   Los dos estudios siguientes se centran en el análisis de la oralidad y la auralidad en la literatura del siglo XV, aspecto hasta ahora muy poco abordado por la crítica. Por tal motivo, ambos representan  un avance significativo desde este  punto de vista.
   Siguiendo la huella abierta por los estudios de Walter Ong en torno a los fenómenos de la oralidad, Diane M. Wright en "Del discurso oral al discurso literario en la ficción sentimental del siglo XV: hacia un modelo de interacción" ofrece un nuevo paradigma de análisis del corpus de la ficción sentimental. Consciente de la imposibilidad de llegar a una clasificación rígida dada la variedad de los sistemas inherentes a cada autor, la autora propone "otra manera de teorizar" sobre estas obras  basada en la compleja dinámica que genera la coexistencia de las categorías de lo oral y lo escrito dentro de un contexto que no había establecido aún una división absoluta entre ambos modos. En este sentido, D. Wright subraya la índole de este proceso que logra amalgamar modelos retóricos, por lo general vinculados al sonido, con cierto tipo de expresión de neta raigambre oral. El enfoque propuesto manifiesta el carácter experimental del discurso sentimental y, al poner en claro su contexto comunicativo, orienta hacia nuevas dimensiones de análisis. Destaquemos, por último, que el papel asignado a la memoria en la ficción sentimental, aspecto que la crítica solo rozó tangencialmente, parece introducir una interesante vía de abordaje.
   En "Ecos de una ‘poética de la audición' en La Celestina", a través de un afinado análisis practicado en función del relevamiento de los numerosísimos indicios de lo que denomina una "poética de la audición", Gustavo Illades, autor de otras contribuciones relativas a este tema, enfoca el texto de Fernando de Rojas desde un  ángulo innovador, que autoriza su lectura como memoria de un mundo signado por el "apetito auditivo" de una cultura cuyo carácter oral de hallaba aún en pleno auge, manifestada en este caso, por la importancia dada a la dimensión sonora del hablar, del oír.
   Estas conclusiones son particularmente interesantes en sí mismas y en la medida en que resultan un aporte más al tema de la fecunda interacción entre el ámbito de la vocalidad y el de la escritura enmarcado, en el período seleccionado, por el insoslayable avance de la imprenta.
   El trabajo de Michael Gerli, "Textualidad y autoridad: hacia una teoría de los orígenes de la escritura señorial (el caso del Libro del Conde Lucanor)", concluye esta sección. El estudio propone un reexamen del tema (asunto, cuestión, aspecto, confrontación) oralidad/escritura en el caso específico del texto mencionado, no ya desde el ángulo de su interacción sino del de la contienda entre ambos sistemas. Su propuesta, rica en aportes novedosos, modifica el planteo de D. P. Sennif: el Conde Lucanor ya no sería manifestación transparente de una mimesis de la oralidad medieval sino, que, por el contrario, dicho texto proyectaría una ilusión de lo oral generado por un experto manejo de estructuras narrativas: las voces en diálogo sólo lo son en apariencia, ya que una única voz autorial que "oraliza" la escritura se encarga de unificarlas, controlarlas e interpretarlas. De tal modo, la ideología letrada subtiende todo el texto y la oralidad se valoriza  en el momento en que es asumida por la escritura.
   Parafraseando a E. Havelock en su Prefacio a Platón, Gerli ensancha su perspectiva sobre el CL considerándolo desde la perspectiva de "una enciclopedia social con un papel clave en la constitución y configuración del gobierno y del poder" que, en un momento decisivo de la inscripción de la cultura letrada laica, se erige como un nuevo discurso hegemónico signado por las marcas de la ideología aristócratica y señorial al servicio de los intereses sociales y políticos de Juan Manuel.
   La quinta sección, "Géneros literarios", focaliza su análisis en aspectos puntuales de determinados géneros. Aurelio González, de extensa trayectoria en el campo de los estudios consagrados al romancero, presenta en este volumen "El concepto de motivo: unidad narrativa en el Romancero y otros textos tradicionales".  Luego de un pormenorizado examen del concepto de "motivo" propuesto por diversos autores pertenecientes a distintas corrientes críticas, el autor toma como punto de partida el modelo elaborado por el Seminario Menéndez Pidal, dirigido por Diego Catalán y, a partir de un análisis crítico sugiere una nueva formulación aplicable a textos del romancero y de la narrativa en general, articulada en cuatro niveles: Discurso-intriga; Discurso/intriga-fábula; Intriga/fábula-modelo funcional, Fábula/modelo funcional-mito. Asimismo, redefine el concepto de motivo como unidad mínima narrativa  que expone el significado de las secuencias de la fábula.
   En "El suicidio en los libros de caballerías castellanos", Axayácatl Campos García Rojas establece, a partir de un corpus acotado de novelas caballerescas, tres motivaciones básicas como desencadenantes del tema abordado, cuya consumación depende de la moral de los personajes: el desengaño amoroso, el rechazo a la conversión  cristiana y la derrota deshonrosa. Como corolario, el autor subraya cómo a través de una intención didáctica (la condena del suicidio), este asunto vehiculiza la ideología del género al convertir a los personajes que optan por esta salida en ejemplos negativos, al margen de los valores sociales y religiosos.
   La problemática relativa a "La labor crítica del medievalista" es acotada, en el último apartado, desde tres ópticas diversas. José Manuel Lucía Megías, en "La crítica textual ante el siglo XXI: la primacía del texto" articula el desarrollo de su trabajo en torno a una premisa fundamental: la necesidad de recuperar la centralidad de la fijación del texto crítico -punto de partida insoslayable de toda actividad hermenéutica posterior- como condición necesaria para otorgar a los estudios textuales de nuestro siglo la solidez de una base científica arraigada en una disciplina cuya formulación se llevo a cabo hace casi doscientos años.  En el recorrido crítico que L. M. desarrolla  a través de la ecdótica, merece subrayarse el señalamiento que lleva a cabo contra los peligros que implica la imposición de modelos culturales propios de nuestra época, representados por algunos enfoques contemporáneos. Tal el caso, entre otros, de Bernard Cerquiglini, en lo relativo al concepto de la desaparición de la noción de autor y al de variante, cuya importancia L. M. no deja de señalar, pero que considera necesario matizar a través de la pertinente diferenciación que establece entre los conceptos de enmienda y error.  L. M. señala asimismo las dificultades que plantea la  aplicación de la crítica genética al texto medieval y llega a la conclusión, tomando como paradigma la edición de Germán Orduna de la Crónica del rey don Pedro y de su hermano don Enrique de que la "crítica textual… se presenta como… la única disciplina científica capaz de adentrarse… en la composición del complejo universo textual medieval". Por último, el autor advierte sobre la necesidad de afinar los instrumentos de esta disciplina teniendo en cuenta su carácter complementario; asimismo, reformula y enriquece su modelo de "lectura coetánea" de 1999 y presenta, por último,  un esquema de edición hipertextual en la que, de manera coherente con lo señalado en el desarrollo de su trabajo y con la lección transmitida por la crítica textual a lo largo de los últimos dos siglos, el texto mantiene su posición central. 
   El complejo fenómeno de la recepción medieval y las distintas vías utilizadas por la crítica para abordarlo es desarrollado por Lillian von der Walde Moheno a lo largo de "La recepción: diversas proposiciones". La autora basa su propuesta  en el concepto de receptor implícito, es decir, aquél al cual el texto fue dirigido en el momento de su producción.  A partir de esta noción, señala la necesidad de tener en cuenta el condicionamiento que dicho receptor ejerce sobre la obra y, al mismo tiempo, la de analizar el contexto epocal tratando de establecer el grado de confrontación que el texto establece con éste, así como la serie de variaciones que, dentro de determinado género, surgen a partir de la aparición de nuevos tipos de receptores. Resulta especialmente significativo -y provechoso- el énfasis que la autora pone en destacar la importancia de centrar el análisis crítico a partir de las pautas culturales propias del momento de elaboración de la obra, con lo cual la interpretación de los textos queda a salvo de los peligros de la decodificación personal y  de los anacronismos originados en postulados ajenos al momento de la gestación del fenómeno literario  L. von der W. destaca, por último, la relevancia de un estudio detenido del "hecho más radical de la literatura del Medioevo": el carácter aural de la recepción, circunstancia no suficientemente tenida en cuenta por la crítica dentro del marco de la literatura hispánica culta.
   Como cierre de este volumen, Daniel Eisenberg en "No hubo Edad ‘Media' española", aborda de manera incisiva la necesidad de un replanteo de fondo del concepto de literatura medieval española.  Para ello, señala la necesidad de superar la visión que, de manera casi unánime, presentan las historias de la literatura española, según las cuales la producción medieval queda reducida a lo escrito en lengua castellana. Esta mirada empobrecedora, que el autor señala como producto de un determinado sesgo político, excluye la enorme diversidad de matices que desbordan, dentro de la Península, el marco lingüístico estrictamente castellano. De allí el desafío que D. E. pone en manos de los medievalistas: redefinir la Edad Media española siguiendo la huella abierta por Américo Castro. En busca de esta resignificación, de la cual no está ausente el afán polémico, el crítico afirma que "España no tuvo Edad Media" -si por tal se entiende un período intermedio de oscuridad y barbarie- sino una edad de esplendor coincidente con el califato y los reinos de taifas, enclavada entre dos períodos oscuros: el visigodo y el castellano, el último de los cuales se inicia con la toma de Toledo por parte de Alfonso VI y concluye con la muerte de Franco.
   Estas Propuestas constituyen, en síntesis, no sólo una mirada múltiple y valiosa proyectada hacia la literatura medieval española, sino también una apertura hacia nuevas e incitativas vías de indagación y una ineludible fuente de referencia.

María Silvia Delpy                

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