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Temas medievales

Print version ISSN 0327-5094On-line version ISSN 1850-2628

Temas Mediev. vol.15  Buenos Aires Jan./Dec. 2007

 

EJE TEMÁTICO: Realidad, política y contexto del cristianismo medieval

Sobre la Vita de Cristina de Markyate

Nilda Guglielmi

(CONICET - Universidad de Buenos Aires)

Resumen: El estudio analiza la Vita de una mística inglesa, nacida poco después de la conquista de Inglaterra por los normandos. Por ello, el artículo se ha estructurado  dividiéndolo en dos acápites: 1. circunstancias históricas, 2. circunstancias espirituales. En el primero se subraya,  particularmente, de qué manera el testimonio presenta  en forma positiva a los personajes sajones, oponiéndolos a los normandos, denominados  "extranjeros" y dibujados con negras tintas. En este apartado se recogen, además,  las interesantes consideraciones que aporta la Vita sobre la sociedad en general y, en especial, respecto de  la estructura familiar.
El segundo punto  presenta las alternativas de la vocación y perfección espiritual de la mística. El relato es minucioso y detallado, se puede decir que cumple  con todos los  topoi de este tipo de biografías.  En resumen, es un documento importante para entender la Inglaterra post-normanda.

PALABRAS CLAVE:  Hagiografía; Mujeres; Cristina de Markyate;  Vita

Sommaire: L'étude analyse la Vitad'une mystique anglaise, née peu après la conquête d'Angleterre par les normands. L'article comprend deux parties: 1. circonstances historiques, 2. circonstances spirituelles. La première souligne, en particulier, la manière dont le témoignage présente  -positivement- les personnages saxons en les opposant aux normands, appelés  "étrangers" et sombrement esquissés. D'ailleurs, sous le même titre, la Vita recueille d'intéressantes remarques sur la société en général et, tout particulièrement, sur la structure de la famille.
Le deuxième point présente les alternatives de la vocation et de la perfection spirituelle de la mystique. Le texte, minutieux et riche en détails, fournit tous les  topoi de ce type de biographies. Nous avons affaire, en somme, à un document important pour comprendre l'Angleterre post-normande.

 Mots-Clé: Hagiographie; Femmes; Christina de Markyate; Vita

Summary: The article analyses the Vita of an English mystic born shortly after the Norman conquest of Anglo-Saxon England. Therefore the article is divided into two sections, the first one devoted to historical points and the second one to spiritual ones. The first section stresses the fact that in the Vita the Anglo-Saxons are pictured positively as opposed to the Normans who are called "strangers" and portrayed negatively. In the same section interesting information about society in general and family structures in particular is examined.
In the second section the author studies the phases of the mystic's religious vocation and spiritual perfection. The detailed account of these includes  all the typical  topoi  of mystics'  biographies in general. In short, the Vita is an important document for a better  understanding  of post-Norman England.

KEY WORDS: Hagiography; Women; Christina of Markyate; Vita

La Vita de Cristina de Markyate es la biografía de una reclusa -luego religiosa regular- que vivió en Inglaterra en el siglo XII en el poblado del que tomó su nombre. Escrito anónimo, su autoría se debe, probablemente -por algunas frases del texto- a un monje del monasterio de San Albano. Al parecer, el prólogo -hoy perdido- hubiera permitido conocer el nombre del autor. Se supone que el propósito de la obra fue compaginar los hechos de la vida de la virgen para admonición y ejemplo de monjas. Nos encontramos, pues, con un testimonio sobre una mujer -considerada excepcional- que no constituye un testimonio directo de la misma. Es decir, esa vida surge a través de la óptica de una persona interpósita, de un hombre, por tanto no se ejerce un ego narrador femenino. Agregamos que, también, hemos de considerar que las experiencias místicas de la doncella pudieron estar influidas por los hombres que aparecen como mentores y guías.
A pesar de lo dicho, el relato nos da la impresión de que el narrador ha estado muy cerca de la mística y, por consiguiente, conoce no sólo los acontecimientos que protagonizó sino también las sensaciones y los movimientos espirituales que la movieron, la afligieron y la colmaron en el período historiado. Porque debemos decir que el texto está inconcluso y que termina -abruptamente- hacia el año 1140, dejando sin cubrir los muchos años de la vida posterior de Cristina, quien murió entre 1155 y 11661.
En todo momento -en particular, cuando hablemos de las experiencias místicas de la doncella- hemos de tener en cuenta que hay una persona que canaliza los datos y, por tanto, hemos de realizar, si no un ejercicio cierto de separación de testimonios, por lo menos un intento en tal sentido. Por supuesto, se debe atribuir al monje el saber escriturario ya que el texto nos dice de su desconocimiento por parte de la doncella2. En alguna oportunidad, en las interpretaciones que desliza, el autor se retrae y aclara: "Pero no digo más, mi propósito es simplemente describir la simple vida de la virgen"3. Creo que es importante subrayar la autoría masculina de la Vita. Walker Bynum se refiere a textos misóginos en que la mujer siempre es calificada como inferior, débil, carnal, etc. -es decir, constantemente se la presenta de manera negativa- . Añado que -aun cuando los escritos no tengan una intención peyorativa, como en el caso de la Vita- siempre aparece la minusvalía femenina. Y coincido con las palabras de la autora citada: "consideraría un error tomar las ideas que los teólogos y biógrafos masculinos tuvieron de las mujeres como nociones propias de estas últimas respecto de sí mismas"4. No sabemos, en cambio -como afirma la misma historiadora- si los contrastes (superior-inferior, espíritu-carne, etc.), negativos para las mujeres, fueron "menos importantes para [ellas] que para los hombres"5. Supongo que lo fueron luego de un largo proceso de perfeccionamiento en que lograron una plena imitatio Christi, en que la fusión con la divinidad las ensalzaba. Ante esta afirmación, cabe también plantear una duda. Al lograr esa imitatio Christi ¿permanecía intacta la propia personalidad? En algunas de ellas, la búsqueda de la perfección comportó "una desestima e incapacidad de actuar". Actitud que pudo llegar a grandes extremos. Así, "Catalina de Génova elaboró una teoría de la destrucción, tan completa, que incluso eliminó, del propio lenguaje, la primera persona singular del pronombre personal"6. Es decir que, en este caso, la superioridad no surge de sí sino de la negación de sí. Nos encontramos con algo similar a la tendencia sufí en que el místico se pierde en Dios, deja sus propias características para fundirse y confundirse con la divinidad.
Sin duda, en el texto aparecen todos los topoi que constituyen, de ordinario, los relatos hagiográficos: predestinación, temprana vocación, obstáculos a salvar, decisión inquebrantable, triunfo final, respeto y ejemplaridad. Aunque todo esto -elementos tradicionales, repito, de la literatura hagiográfica- forma parte de la narración, ésta no deja de responder a un determinado tiempo y espacio. Es decir, a una sociedad precisa en un momento dado. En el texto se mezclan, pues, circunstancias históricas y espirituales.

1. Circunstancias históricas

El relato se centra fundamentalmente en la vida de Teodora -luego denominada. Cristina dada su entrega a Cristo-, de noble familia. En realidad, éste es el contenido de la primera parte del texto porque la segunda está dedicada a problemas político-religiosos internos y externos y a la persona y actuación del abad Geoffrey -a quien Cristina apoya  y por quien intercede ante el Señor-. En lo relativo a la doncella, signos de elección se presentan desde antes de su nacimiento, signos que presagian una criatura excepcional. Se detalla luego su temprana vocación espiritual y su voto de virginidad, sus notables gracias físicas y sus eminentes rasgos de carácter y determinación. Pronto encuentra obstáculos para llevar a cabo su decisión de consagrarse a Dios realizando un matrimonio místico. La presión del obispo de Lincoln -rechazado por la joven y herido en su orgullo- determina la concertación de bodas con un joven noble. La negativa de Cristina a casarse en el siglo provoca la ira de sus padres quienes -por todos los medios y llegando inclusive a la crueldad- tratan de quebrantar la decisión de la hija. Motivos de diverso carácter determinan esta actitud. Entre otros, el padre considera que su autoridad se ve amenazada. Se plantea un problema de jerarquía dentro de la estructura familiar. Considera que si ella desobedece su poder de "caput familiae", "seremos el hazmerreír de nuestros vecinos, [objeto de] burla e irrisión por parte de todos aquellos que se encuentran a nuestro alrededor". Y pregunta con vehemencia: "¿Por qué ella se aparta de la tradición? ¿Por qué quiere deshonrar a sus padres?"7. Al perder el padre una nueva instancia del pleito que emprende ante las autoridades eclesiásticas dice, dolido, a su hija: "Bien, hoy hemos llegado a la paz, tú te has convertido en mi señora, el obispo te ha alabado por sobre todos nosotros y ha declarado que tú eres libre...". En ese dolor orgulloso determina la expulsión de su hija: " vete y vive tu vida como te plazca. Pero no esperes ayuda ni apoyo de mi parte"8. Le duele la injuria hecha a su autoridad pero el escritor también supone que le molesta perder a un miembro de la familia que, por sus condiciones, podría determinar fortuna y prestigio para todos ellos. Considera el padre que, al elegir ella vida de pobreza, todos los parientes nobles se sentirán deshonrados9. No olvidemos la nobleza de la familia de Cristina. Según el autor, ella "provenía de una familia de antiguos e influyentes nobles ingleses y sus numerosos parientes se encontraban en todo el distrito de Huntingdon, en varias millas, a la redonda"10.
Se extiende el autor en la narración de las artimañas empleadas por los progenitores para lograr el propósito de casar a la hija, de las alternativas de la fuga de Cristina y de su existencia como reclusa -acompañada primero por una mujer y, luego, por diversos hombres religiosos-. Finalmente, profesa en el monasterio de San Albano, se ocupa de su vida espiritual y del abad Geoffrey, a quien la une un profundo amor. Ella "cultivó por él mucho afecto y lo amó con un extraordinario pero puro amor"11.
El editor del texto -C.H. Talbot- destaca, para entender las circunstancias históricas, las fechas que encuadran esta narración. La santa nace hacia 1096 o 1098, es decir, unos treinta años después de la conquista anglo-sajona. El relato refleja la constitución de la sociedad de esa época y los posibles enfrentamientos o roces que, en ella, hubieron de producirse en razón de la llegada de los continentales que, sin duda, ocuparon posiciones eminentes.
Talbot señala la gran cantidad de nombres anglo-sajones que identifican a muchos de los personajes del relato. El padre de la santa se llama Autti y -como dice el editor- ese nombre "es muy común en el Danelaw y figura varias veces en los planos de otras regiones en el Domesday". A éste, se pueden agregan otros nombres como el de Sueno, su primer director espiritual, Alfwen, una reclusa a cuyo amparo se acogió, Edwin, ermitaño que permitió su fuga de la casa paterna, los de algunos jóvenes servidores tales como Loric, el muchacho que le ayuda en esa huída, con quien cabalga hasta Flamstead, Wlfwinus que lleva noticias de la santa a Roger, Godescalc quien la acompaña a Redbourne.
A estos nombres -que revelan el componente anglo-sajón de la sociedad- hay que añadir una frase que aparece en el texto: "myn sunendaege dohter"12, que podríamos traducir aproximadamente como "mi hija del domingo". Es de destacar que, antes de esa expresión, dice el texto: "entonces Roger habló en inglés". Nos preguntamos si esta aclaración indica alguna diferenciación con la lengua de los conquistadores que -como sabemos- impusieron el francés como idioma de corte y, sin duda, introdujeron galicismos en la lengua anglo-sajona.
Destaquemos que el editor identifica a la mayoría de los personajes, sobre todo a aquéllos que han desempeñado funciones eclesiásticas. En función de ello, Talbot subraya que -en general- los normandos son presentados con menos simpatía que los anglosajones. Yo agregaría que los nombres normandos, los referidos a los "homini alienigenae", pertenecen a la jerarquía eclesiástica, es decir constituyen un grupo dominante desde el punto de vista social y espiritual. Además, muchos de los representantes de este sector caen en tentación de lujuria carnal o codicia de bienes materiales. Un ejemplo de ello puede ser el de Ralph Glambard, obispo de Durham13. La jerarquía eclesiástica estaba, sin duda, en relación con Francia. Preparada Cristina para pronunciar sus votos, el arzobispo de York le ofreció ingresar y hacerla superiora del monasterio que había fundado en esa ciudad o en Marcigny o en Fontevrault en el continente14. Esto habla de fluidos lazos entre Inglaterra y Francia. No es oportuno en este momento hablar de la imposición normanda en Inglaterra. Pero hemos de recordar algunos particulares. Si bien la batalla de Hastings (1066) fue decisiva, ya antes se había producido una infiltración social desde el continente a través de la instalación de señores normandos en jerarquías eclesiásticas y laicas. Así se creó, en el sur de Inglaterra, una especie de Estado normando15 de gran influencia, circunstancia que provocó una reacción contra los extranjeros en época de Eduardo el Confesor16. Decimos que la batalla de Hastings fue decisiva en lo relativo a otorgar la corona a Guillermo pero no en lo concerniente a la unificación del reino. La aristocracia anglo-sajona quedó diezmada luego de Hastings y las luchas contra los noruegos. La nobleza indígena que más sufrió fue la del este de Inglaterra, tanto norte como sur. En el resto, la resistencia o, por lo menos, la afirmación anglo-sajona tuvo mayores elementos para expresarse. El reinado de Esteban de Blois, tercer hijo de Guillermo (n. 1105-r: 1135-†1154) -durante el cual se desarrolló la vida de nuestro personaje- sufrió perturbaciones debido al enfrentamiento suscitado entre los grupos étnico-políticos y la división entre los descendientes del Conquistador.
La jerarquía normanda que desempeñaba funciones religiosas se vio confrontada por ermitaños que proliferaron en el momento, casi todos -a juzgar por sus nombres- de extracción anglo-sajona. En este caso, pensamos que la oposición no sólo estuvo determinada por el origen étnico sino también por el diferente modo de vida. Luego volveremos sobre la importancia de la reclusión en ese tiempo.
Pero la Vita refleja otros muchos problemas sociales además de los enunciados. Uno de ellos es el papel femenino en esa sociedad. En tal sentido, mucho se ha hablado de la imposición femenina a través de la vida religiosa. Esto se produce en casi todos los casos de mujeres excepcionales por su condición de místicas, en mayor o menor grado. Algunas han impreso nombre y personalidad a un momento determinado, otras son innominadas -como, por ejemplo, muchas de las reclusas que dependían de comunidades laicas como pudieron ser ciudades o villas-. Pero tanto unas como otras han sido importantes para toda la sociedad en su condición de intermediarias de un grupo con la divinidad. En ellas se da, a la vez, un reforzamiento y un quebrantamiento de los valores sociales.
En lo que respecta a Cristina, se reconocen ambas tendencias. Al huir de su casa, al desafiar -de manera clara y decidida- la autoridad paterna, al tomar actitudes masculinas, en todo ello, quiebra un orden. Para el autor, expresa una masculinidad en lo que ésta comporta de decisión y arrojo. En varios pasajes, se alude a su débil condición femenina, que será superada por la excepcional fortaleza de la doncella. Se dice que "según la costumbre de las mujeres, temía todo"17. En sus tentaciones reacciona, según dice su biógrafo, como un hombre. Es decir que en la alabanza de su fuerza está implícito el elogio de la masculinidad. También en actitudes aparentemente nimias revela una gran decisión, actitudes presentadas por el escritor como formas de hombría. Al huir de la casa paterna se prepara con vestiduras masculinas y monta a caballo como lo hubiera hecho un joven, a pesar de alguna hesitación que la hacen pensar en su feminidad y en su calidad de doncella noble18. Pero lo que nos importa es que todo su proceder es quebrantador del orden. En principio, se rebela contra numerosos valores que estructuran su mundo. Luego, su condición de reclusa la aleja de esa sociedad. Podríamos cuestionar esto subrayando que tal condición es circunstancial y determinada por su necesidad de ocultamiento ante la ira familiar. Pero luego elige vida apartada -sobre esto volveremos- hasta que entra en una orden religiosa. Pero -decimos- que a la vez que quebrantadores del orden, los solitarios finalmente -una vez comprobada su vida piadosa- se convierten en referentes de la sociedad.
Cristina realiza un solo milagro, según la Vita. Una joven, gravemente enferma acude a ella y será curada. Hacemos un excursus para destacar que sus padres habían expulsado a la joven doliente debido a su mal, expresando la concepción de enfermedad como castigo. Luego de este milagro, Cristina recibe importantes visitas tanto de personajes religiosos ingleses como del continente19. Esta aceptación primera se expresa luego en la proposición de ingreso en un monasterio, es decir, se trata de incorporarla a una organización estructurada. En resumen, nos encontramos con una mujer que, merced a su vida piadosa, asciende en el respeto y consideración de una sociedad. Y con ella, sin duda, se ensalza toda condición femenina.
Por tanto, las alternativas de la Vita presentan una sociedad en sus aceptaciones y rechazos y sus muchos conflictos de orden político y social.

2 .Circunstancias espirituales

La Vita manifesta que Cristina, desde su más tierna infancia, se consagró al matrimonio místico con Cristo, luego de haber recibido un signo de elección -a través de la aparición de la paloma antes del parto a su madre, Beatriz-. Su vida siempre se expresará en perfeccionamiento, a través de su existencia de reclusa, de solitaria y de miembro y de cabeza de orden. Pero la obra también nos habla de sus tentaciones, que mencionaremos en primer término puesto que permiten entender las dificultades encontradas por la doncella en su camino de perfección. Entre esos momentos de debilidad se destaca un episodio en particular. El arzobispo Thurstan de York la confía a la compañía de un clérigo, cuyo nombre resguarda el escritor por motivos de prudencia y pudor. El religioso se enamora de quien tendría que ser custodiada por él y comienza a rondarla con insinuaciones y con acciones que llegan a la obscenidad. A tal punto son inmorales que el escritor dice que no las revelará porque esto "ensuciaría la cera al escribirlo y el aire al decirlo"20. Pero no sólo su acompañante es presa de pasión enajenante, también Cristina sufre esa perturbación del ánimo y de la carne. La combate con ayunos, comiendo sólo hierbas, con noches insomnes, con severos azotes. Sin dejar de guardar un exterior calmo, su perturbación interior le daba la sensación que sus vestimentas se inflamaban21. Luego de una aparición monstruosa -de que más tarde hablaremos- y dadas las muchas pruebas por que hubo de atravesar, Cristina estuvo enferma durante una semana. El fin de la persecución llegó de mano de la Virgen, quien apareció al clérigo perturbador para amonestarlo, de tal manera que éste se arrepintió. Pero el recuerdo de su debilidad nunca abandonó a Cristina. En el  momento de profesión de su  fe en el monasterio de San Albano, hesita en realizarla. La retiene la memoria de sus lujuriosos pensamientos, de la debilidad de su carne. Por ello, pide auxilio a la Virgen. Lo que nos importa destacar, en este momento, es que se considera el pecado no como una falta que puede superarse fácilmente sino como una mancha casi indeleble o, por lo menos, que sólo merced a una larga vida de penitencia puede ser borrado.
En el relato aparecen -para oponerse a la castidad de Cristina- otros personajes lujuriosos, en general, importantes hombres de Iglesia. Muy joven aún la doncella, viviendo en casa de sus padres, aparece en la narración el mencionado Ralph, obispo de Durham. Personaje que había vivido -antes de recibir las órdenes- en concubinato con una tía materna de la joven, Alveva, en quien tuviera varios hijos. A su dignidad eclesiástica, Ralph une su poder temporal ya que desempeñaba el cargo de juez de toda Inglaterra. Siempre guardó relación con su ex-mujer y, en una ocasión, aposentado de paso en casa de la misma, conoció a Autti que había llegado con su hija. La hermosura de Cristina lo atrajo y "Satanás puso en su corazón el deseo de ella" . Idea entonces una trampa llamando a la joven a su cámara, donde "tomó a Cristina de manera irreverente por una manga de su túnica y con la boca con que solía consagrar los sagrados misterios solicitó cosas nefandas"22. Llega a él la condena que cae sobre los religiosos impíos23.
Pero en el texto no sólo aparece ejemplificado el vicio de lujuria. Cristina -en un determinado momento- cede a la presión de sus padres ya que acepta desposarse con el noble elegido. Coaccionada para realizar las bodas, se rehusa a ello y esto es motivo de un pleito, ventilado primero ante el colegio de canónigos y luego -aunque el voto emitido le hubiera sido favorable- ante el obispo. Este propicia la posición de la virgen en primera instancia pero luego Autti es aconsejado para que intente modificar su decisión por medio de dinero. Sus amigos le dicen, "¿Acaso ignoras que su codicia es análoga a su incontinencia? Sería suficiente apelar a cualquiera de ellas. ¡Cuánto más si ambas van juntas! Su avaricia lo persuadirá a pervertir la justicia y su vicio a odiar la virtud de otras personas"24. Vicio carnal y espiritual a la vez, puesto que el ansia de poseer procura placer al alma pero, al mismo tiempo, la posesión de objetos materiales determina placer por la vista o el tacto. En el obispo se ligan dos vicios concupiscentes: avaricia y carnalidad.
En contraposición con las dignidades eclesiásticas -no siempre presentadas con colores halagüeños-, una serie de eremitas y reclusos acompañan, aconsejan o simplemente aparecen apoyando a la virgen. En lo relativo a Cristina, su período de reclusión obedece también a un afán de ocultamiento -aunque ella goce de la soledad y de su comunicación espiritual- y no corresponde a la relación con ninguna comunidad laica. Pero, en general, el relato no se detiene con mayor detalle en su vida cotidiana -tanto en lo relativo al período de reclusión como al de soledad-. Sabemos de sus oraciones y análisis interior, de sus pensamientos y visiones pero no conocemos si ejerce alguna actividad práctica. Hay una indicación indirecta de la labor que hacía la virgen aunque no sabemos si la efectuaba de manera habitual. Con motivo del viaje de su amado abad Geoffrey, ella prepara vestimentas para un trayecto que se suponía penoso. Al saber que el viaje no se realizaría, regaló el tejido que había preparado, a pesar de ser éste sumamente largo y de "que había tejido con verdadera caridad"25.
Su vida se estructura fundamentalmente en el ansia de perfeccionamiento interior. Es como si cumpliera las palabras de san Bernardo: "¡Oh alma santa! permanece solitaria y resérvate exclusivamente para el Señor, a quien has elegido para ti entre todos. Huye de las gentes, huye hasta de tus familiares; aléjate de los amigos e íntimos, hasta del que te sirve"26. Un aislamiento que permitía separarse de todo lo exterior, concentrarse en el único deseo, llegar a Dios.  Angela da Foligno dice en su Libro27:  "Hay en el mundo sólo dos cosas que tengo placer de mencionar: conocer a Dios y conocerse a sí mismo, en su celda interior y jamás salir de la prisión porque -añade luego-: "¿de qué sirve toda revelación, visión, sentimiento, dulzura, sabiduría, elevación, contemplación si el hombre no tiene un verdadero conocimiento de Dios y de sí mismo?".
El examen interior de Cristina es constante. A veces, para resolver problemas puntuales y desde ellos diseñar los caminos decisivos de la salvación. Luego de asegurarse que Geoffrey lograría la vida eterna, "ella comenzó a examinar más a menudo y en las profundidades de su corazón si alguien puede amar a otro más que a sí mismo, al menos en lo referido  al amor de Dios"28.  Hablamos de un perfeccionamiento interior que la hará merecedora del amor de Cristo. Pero, en ese arduo camino, recibe la ayuda e intercesión de María. En verdad, la Vitaes un himno mariológico. En efecto, la Virgen es personaje omnipresente en el relato. Y tan importante que Jesús es presentado como Hijo de la Virgen. Decimos que, en el texto, la Virgen aparece claramente en su función de intercesora. Una función que se estructura muy tempranamente, ya a fines del siglo IV, en el pensamiento teológico29.
La imposibilidad de mirar al Señor cara a cara, el peligro que implica la presencia directa de la divinidad, la necesidad de verlo a través de un espejo30  propiciaron esta condición de intermediaria de la Virgen, esta condición de lazo de unión. El siglo XII asistió a una floración evidente del culto mariano que se expresó de diversas maneras, entre otras cosas, se asiste a la realización de frecuentes peregrinaciones; proliferan las narraciones de milagros en que la devoción a la Virgen salva, rescata a pecadores, cura a enfermos, auxilia a todos aquellos que -aun transitando por caminos errados- guardan la devoción mariana. "Las comunidades monásticas y religiosas sobresalieron en la redacción de libros de milagros de la Virgen destinados a asegurar la promoción de un santuario mariano o a favorecer la creación de una peregrinación"31.
Es importante destacar que, en el mundo anglosajón, se compusieron muchos libros que constituían colecciones de milagros. Entre ellas se cuenta Alabanzas y milagros de santa María, obra escrita por Guillermo de Malmesbury (+1143).
Decimos que Cristina recibe el constante apoyo de la Virgen. Y, como siempre, sus apariciones comportan los elementos relativos al paraíso: luz, claridad extrema, brillo, oro, belleza, fragancia, elevación....32. Citamos algunos ejemplos. Cristina ve  -en la secuencia de un sueño- una cámara alta a la que sólo se podía acceder subiendo una serie de escalones de difícil ascenso. La doncella hesita dada la dificultad pero -auxiliada por la Señora- alcanzó el hermoso lugar. La Virgen apoyó entonces la cabeza en su regazo pero con el rostro vuelta hacia afuera. Inquieta por esta actitud, Cristina sólo osaba preguntar por su sentido dentro de sí. Pero sus palabras interiores fueron escuchadas y la Señora respondió en su corazón diciendo que, cuando la recibiera en su cuarto, podría contemplarla a saciedad33. Esfuerzo personal, intensidad de sentimientos y auxilio divino, escalonan el ascenso de la doncella hacia su objetivo, realizar su perfeccionamiento espiritual a través de la meditación, la plegaria y las penitencias. Entre éstas se cuentan ayunos, azotes, vigilias nocturnas. Algunas parecen impuestas por las circunstancias como las que sufre durante su encierro junto a Roger pero, sin duda, constituyen parte del sacrificio aceptado.
La doncella da muestras de hipersensibilidad34. Sana milagrosamente de las enfermedades que sufre, muchas de ellas graves, como la hemiplejia. Para Talbot, esta curación instantánea obedece a causas psicológicas.
Entre las formas de penitencia  a que se somete Cristina encontramos la abstención de alimento. En lo relativo a estos ayunos no sabemos exactamente cuál fue su importancia, la dimensión que le dio Cristina; se habla de ayuno como forma expiatoria pero no se detalla el grado de rigor que tuvo. En todo caso, forma expiatoria por tentaciones sufridas, forma de impetrar el favor divino o intento de asimilación a la persona divina, escala en la imitatio Christi. Walker Bynum señala, respecto del ayuno de las mujeres santas que, en general, sólo disponemos de informaciones fragmentarias que dificultan establecer un diagnóstico sobre una posible condición de anorexia. Este es el caso de Cristina. Sabemos que -obligada por sus padres a ser escanciadora en la fiesta de la guilda de los mercaderes  para incitarla a la bebida y comida- sólo toma agua al final, "cuando estaba languideciente de hambre y sed" "y así satisfizo ambos deseos al mismo tiempo"35. Muchas prescripciones medievales -tanto morales como médicas- ponían en guardia a las mujeres sobre los peligros no sólo del mucho ingerir sino también sobre los efectos afrodisíacos de ciertos alimentos. La autora citada considera que la privación de alimento de las mujeres medievales tiene que ser considerada en su contexto y diferenciada, por tanto, de la anorexia contemporánea36. Coincidimos en que el comportamiento de esas mujeres no puede aislarse de su encuadre, "que fue más amplio y más rico"37. Walker Bynum también considera que el ayuno está en relación con el papel de dispensadora de alimentos de la mujer medieval. En el caso de Cristina, esto no aparece como tal pero hemos de destacar una circunstancia que pensamos peculiar. El padre de la joven ha confiado a su hija las llaves que custodian dinero, joyas y bienes de la familia. No era lo acostumbrado que una mujer fuese la depositaria de llaves que comportaran el acceso a papeles u objetos importantes de la familia. Por ello pensamos que, en esta atribución, es posible que exista la intención del autor de ensalzar a la doncella pero también de expresar su capacidad de dispensadora. Alimento-cuerpo-ayuno aparecen estrechamente ligados en la vida de las místicas.
La autora citada piensa que los comportamientos anoréxicos se relacionan con particulares dinámicas familiares, sobre todo conflictos con la madre38. Sin duda, Cristina podría ser ejemplo de esto, aunque dudamos en calificarla de anoréxica. Beatriz se muestra especialmente cruel con Cristina. Walker Bynum dice -al hacer la equiparación de ciertas místicas con las anoréxicas actuales- que "A semejanza de las modernas  anoréxicas, muchas de estas santas 'perdieron' el concepto y la percepción 'normal' del cuerpo: ¡ probaban a veces la sensación de hincharse o de volar"!39.
Hemos dicho que Cristina era hipersensible. Y que poseía una gran capacidad de pathos. En algún momento, luego de haberse detenido en un examen interior, sintió que se comunicaba con Dios "no con palabras sino con el pensamiento". Interrogada sobre el abad Geoffrey -a quien sabemos la unía un gran amor espiritual- respondió "con un grito pero interior, con una gran oleada de pasión pero en silencio"40. Una pasión que conlleva una gran dosis de carnalidad aunque aparezca únicamente como unión espiritual. En algún momento, luego de prolongada plegaria, fue raptada en éxtasis y se vio a sí misma ante Cristo. Se encontró abrazándolo, rodeado Jesús por sus brazos y apretado contra su pecho. Se atemorizó entonces la doncella ya que pensó que Él se desharía de su abrazo "puesto que un hombre es más fuerte que una mujer". Por el contrario, Cristo unió su mano a la de ella. De tal manera, por la unión de sus manos, "no menos que por el poder de sus brazos, ella podía sentir gran vigor al asir la espalda de su amigo"41. Esta experiencia de Cristina nos hacen recordar a tantas otras -incluso más osadas- experimentadas por mujeres devotas42.
En otra oportunidad, Cristina recibe una inusitada gracia: "Porque bajo la forma de un pequeño niño, Él llegó a los brazos de su probada esposa y permaneció allí durante todo el día, no sólo sensible sino también visible. Así, la doncella lo tocó con sus manos, le agradeció y lo apretó contra su pecho. Y con inconmensurable delicia,  lo mantuvo contra su pecho virginal y él entró dentro de ella a través de la barrera de la carne"43. La mística experimenta una especie de maternidad divina, tal sensación la acerca a la Virgen y -a la vez- subraya la importancia de su cuerpo nuevamente en una dicotomía espiritualidad-carnalidad.
En Cristina de Markyate -como en las experiencias místicas de muchas santas- se expresan las dos tendencias, aparentemente contradictorias, respecto de la carnalidad. Hay un rechazo del cuerpo propio y de la relación sexual y, por otro lado, una clara exacerbación del cuerpo de la mística que busca la unión -en términos no sólo espirituales- con Jesús, a quien ama en su masculinidad. Cristo aparece como un hombre joven, bello, con quien se unirá la santa. Dicha unión aparece deseada tanto por uno como por otro partenaire. Recordemos -como uno de los posibles ejemplos- el matrimonio místico que Dios Padre propone a Margery Kempe y la presencia de la segunda Persona "cuya humanidad ella amaba"44. Walker Bynum habla de la muy evidente preocupación por el cuerpo en la tardía Edad Media. Se pone de relieve la humanidad de Cristo, se valora la dimensión humana de Jesús. Se puede suponer que esta actitud surgió como modo de lucha contra las creencias dualistas. Sabemos que los cátaros del Midi francés -extendidos luego por otros ámbitos europeos- consideraban negativa la materia y si bien los grados inferiores a los de "perfectos"  aceptaban las uniones entre ambos sexos, no buscaban procrear para no encerrar una chispa espiritual en la desdeñada carne45.
Cristina -así como otros personajes de la historia- recibirá sueños y visiones y gozará de éxtasis en algunos momentos. Proceden -según el biógrafo- de diferentes fuentes, la mayoría de las veces surgen por voluntad de la divinidad o derivan de lo demoníaco. Es decir, hay apariciones negativas y otras positivas. Además de estas experiencias excepcionales, Cristina goza de capacidad telepática. Conoce lo que sucede a mucha distancia. Los ejemplos son numerosísimos. En general, invoca a un testigo a quien ha adelantado la versión de lo conocido por ella y que luego, éste debe develar a los interesados. En otros trabajos46 hemos tratado de definir sueños, visiones y éxtasis. En estas reflexiones tomamos algunas definiciones que nos servirán de instrumento, sin pretender un exhaustivo análisis. Temas tan importantes han dado lugar a una extensa bibliografía en que se discuten esencia y matices.
Éxtasis es, tal vez, el más claramente acotado. Tomamos la segunda acepción aportada por el Diccionario de la lengua española que nos dice: "Estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor y por la suspensión del ejercicio de los sentidos"47. En varias ocasiones, Cristina pierde la sensibilidad y la acción. Pero no siempre estas características se acompañan de éxtasis.
Cuando éste se produce, la mística, sin caer en sueño, se aísla del mundo, todo lo que la rodea se borra y se aliena, es raptada en sentido literal. En cierto momento, en medio de sus frecuentes plegarias, cae en éxtasis y se ve a sí misma en la presencia de su Salvador48. En diversas oportunidades, cae también en alienación; "luego de recibir la eucaristía o durante la celebración de la misa, [...] ella caía en un rapto de manera que, ignorando las cosas de la tierra, sólo contemplaba la faz de su creador"49.
También experimenta visiones. Para nosotros, las visiones son las imágenes -visuales, auditivas, olfativas- generalmente portadoras de mensaje, ofrecidas a alguien durante estado de vigilia. Hablamos de señales extraordinarias que llegan a través de diversos sentidos. Esto aparece en los pasajes citados de la Vita. Conocedora de la enfermedad del abad Geoffrey, oró a Dios y llorando intentó lograr una señal sobre la salud del mismo, señal que podría llegarle "tanto por la vista como por el oído"50. Volvemos a la definición dada que puede aparecer demasiado tajante y poco matizada. Puesto que no decimos que, necesariamente, el receptor esté despierto. Según el Diccionario de la lengua española, en su acepción 5a., el término visión significa: "creación de la fantasía o imaginación, que no tiene realidad y se toma como verdadera" y, en la 7a., Teol. "imagen que, de manera sobrenatural, se percibe por el sentido de la vista o por representación imaginativa; o bien iluminación intelectual difusa sin existencia de imagen alguna"51. En esta última acepción se llega a una abstracción total puesto que no se consideran en absoluto los datos de los sentidos, ni aun como reservorio. En el caso que nos ocupa, trataremos de las visiones que comportan imágenes supuestamente en estado de vigilia aunque haya una anulación de los sentidos y de estímulos externos. En una oportunidad, Cristina interpreta una visión como expresión del destino ulterior de su amado abad Geoffrey.
Destacamos que no hemos de confundir el sentido común del término visión -visión como imagen- con los anteriores. En el comienzo del Apocalipsis de San Juan se lee: "Yo, Juan, vuestro hermano y vuestro compañero... caí en éxtasis el día del Señor y escuché detrás de mí clamar una voz, como una trompeta: 11. Escribe tu visión en un libro para enviarla a las Siete Iglesias...". En este caso, el estado en que se encuentra al santo y en que se hace hincapié es el de éxtasis, situación en que recibirá un mensaje en forma de imágenes que deberá propagar. En este intento por matizar los significados del término visión señalamos que Peter Dinzelbacher lo utiliza de manera genérica puesto que habla de "visione estatiche ed oniriche"52.
Es interesante subrayar las palabras con que el autor de la Vitacaracteriza las visiones de Cristina: "pero estas visiones no eran imaginarias o sueños, ella las veía con la verdadera intuición de los místicos"53. Sin duda, en las apreciaciones del escritor se encuentra el eco de las reflexiones de san Agustín. Los santos, al alcanzar la perfección, podrán superar límites: "Limitado es nuestro saber y limitada nuestra inspiración; cuando llegue lo perfecto, lo limitado se acabará"54.
Algunas de las visiones de Cristina son simbólicas. Su explicación llega a través de un episodio determinado en que se relata una aparición. La doncella recibe, en Navidad, la visita de un misterioso peregrino -hombre bellísimo- que desaparece de manera inexplicable. El autor habla entonces del, a veces, necesario enmascaramiento de Dios para ponerse en contacto con sus elegidos dada la potencia de su imagen. El monje alude a la interposición necesaria utilizando la metáfora del espejo. Dice: "Porque así es como esta gloria se nos aparece en esta vida presente puesto que nosotros vemos esto solamente a través de un espejo"55. Potencia y ocultamiento, elementos de un mensaje, la primera en la esencia, el otro en la transmisión. Distanciamiento obligado para no obnubilar al receptor. En la gloria -dice san Agustín- veremos todo de manera diferente "no como se ven ahora intelectualmente las cosas invisibles de Dios, por las que han sido hechas, en enigma, como a través de un espejo y sólo en parte, en cuyo conocimiento tiene más importancia la fe, por la cual creemos que la apariencia de las cosas corporales que vemos por los ojos del cuerpo56. El elemento interpósito está en relación con la tesis de la oscuridad de Dios, el autor explica el sentido: el brillo de la divinidad es excesivo para quienes -como nosotros- "estamos abrumados por el peso del cuerpo"57.
Hemos dicho que la definición de sueño es compleja. Pensamos que podemos entenderlo como diferente de la visión, de acuerdo a muchos ejemplos.
Si bien trataremos de acercarnos a la concepción que la Edad Media tenía del sueño no es improbable que la onerocrítica contemporánea nos influya. Aparte de una definición genérica, los sueños podrán ser calificados. Los habrá admonitorios, de advertencia, de consuelo, etc. Jean-Claude Schmitt, al hablar de "Rêver au XIIe siècle" dice que "el sueño es una experiencia total, que concierne al mismo tiempo el cuerpo y el alma de quien sueña"58. Pensamos que esta apreciación corresponde al sueño pero también a la visión y al éxtasis ya que hemos visto hasta qué punto el cuerpo expresaba -aun a los ojos de los circunstantes- la experiencia vivida.
Volvemos a nuestro intento de definir sueño. Una definición desde la cual partir para referirnos al texto que nos interesa. Diversos autores se han ocupado de los sueños en la Edad Media. No siempre se han establecido los límites que separan los términos de sueño y visión. Yo creo que, en principio, sueño, el sueño "excepcional", es decir que contiene imágenes de cualquier tipo tiene lugar cuando el individuo duerme, momento en que también sólo puede darse el sueño como descanso. Mientras que la visión aparece cuando el individuo no duerme pero recibe imágenes -de tipo visual, auditivo, olfativo, es decir formas sensoriales de diversa condición- que, de alguna manera, lo aislan de la realidad exterior. Podríamos decir que está transpuesto. Pero, a veces, ambos vocablos se entremezclan en la explicación del fenómeno. Palabras como sueño, imagen, imaginación, visión están íntimamente unidas. En la actualidad, su definición y empleo alimentan investigaciones históricas interesantes, sin duda marcadas por los avances psicoanalíticos. Por ello, al tratar de buscar una definición de sueño en algún autor medieval he intentado que respondiera a la mentalidad de esa época pero también que contuviera apreciaciones que la acercaran a la concepción contemporánea. Me ha parecido importante, por su profundidad psicológica, por su clara explicación, el texto de al-Masudi (siglo X) en su Muruj adh-dhahab (Pradera de oro)59. En la definición de este autor -sin duda dependiente del pensamiento griego- se explica el sueño fundamentalmente a través de elementos psicológicos. Y es por esta circunstancia que la he preferido a otras muchas. Recoge las opiniones de quienes consideran que los sueños proceden de potencias divinas o demoníacas o que es un estado en que se logra la posibilidad de contemplación de lo vedado a los sentidos. También se hace eco de la teoría de los médicos según la cual los sueños de cada individuo se encuentran en relación con el temperamento personal. Pero más allá de citar las diversas opiniones, claramente se inclina por una explicación psicológica, analizando causas y proceso. Habla de los elementos que proporcionan los sentidos, del acervo que constituyen en la memoria, de la elaboración que, de los mismos, hacen la razón o la imaginación. De los muchos autores que podemos citar para ejemplificar este retraimiento de los sentidos citamos al abad Issac (segunda mitad del siglo VII) quien habla de la contemplación y de cómo se entienden las cosas "in veritade". Las lágrimas afluirán a los ojos "e allora sì cessa la pugna de' sensi, e ritra'si dentro". En suma, la contemplación implica una clara interioridad, un desligamiento del exterior, una anulación de los sentidos en su relación con el foris 60. El autor musulmán subraya la dificultad de la identificación de los sueños, causas y características. Dice: "no hay acuerdo acerca de los sueños, sobre las causas que los producen, sobre su esencia y sobre la manera cómo se presentan. Según algunos, el sueño es un estado en el cual el alma se aleja de las cosas exteriores a causa de su encuentro con hechos interiores. Esta operación se produce de dos maneras: una, de naturaleza perfectamente definida y de carácter constante, reside en ideas que generan en el alma las condiciones de su transformación y la aíslan de tal manera que ella se separa de toda preocupación exterior. El interior absorbe así, en su provecho, los cinco sentidos que cesan de percibir y de transmitir a sus motores, es decir, al espíritu, para que el mismo no reclame de ellos servicio alguno".
Al-Masudi considera que esta suspensión de los sentidos produce lo que denomina "sueño accidental" -que nosotros hemos denominado "sueño extraordinario" en oposición al "sueño absoluto"- común a todos los seres animados. Continúa diciendo al-Masudi que "algunos filósofos han pensado que el alma percibe la forma de las cosas de dos maneras: con el sentido y con el pensamiento". Las cosas sensibles no llegan al alma según su forma pero ésta puede lograr un pleno conocimiento de ellas. Importante son las palabras con que describe el acervo que el alma guarda. Recogidas por los sentidos, las imágenes ofrecidas por la realidad, "subsisten como si fuesen todavía sensibles".
El alma puede rescatarlas, hacerlas presente en el sueño sin que medien los sentidos para ello. Para al-Masudi, esas imágenes tendrán una concreción espiritual en el alma, luego se expresarán de una u otra manera, según sea el predominio de la razón o de la imaginación. Interesa la definición de razón de Guillaume de Saint-Thierry: "la razón, según es definida por los sabios, es una mirada del alma, por la cual por sí misma ve la verdad"61. Enfrentadas razón o inteligencia e imaginación en una especie de lucha por el predominio, según la fortaleza de una u otra, las imágenes que se formen tendrán características diferentes, según Averroes62. Ya he analizado en otro trabajo63, las funciones que la psicología medieval consideraba actuantes, siguiendo las ideas de Aristóteles. El sensus communis recibe las impresiones de los sentidos. Estas serán conservadas por la memoria. Luego, la phantasia o imaginatio trabajará sobre los elementos de los sentidos creando imágenes, por tanto con plena libertad, es decir, no tomando en cuenta la coherencia determinada por la realidad. En suma, hay una relación necesaria entre fantasía y objetos sensibles pero hay una libertad total de la primera para crear imagines o eídola, operación ajena a la memoria; el fantaseo es ilimitado. Mientras que la inteligencia trabaja con ideas o eide, la fantasía elabora fantasías o fantasmata.
Nos preguntamos cuáles han podido ser las influencias externas que han determinado las imágenes que se presentan ante los ojos -espirituales o corporales- de Cristina. Según la afirmación de la misma doncella, no es versada en las Escrituras, sólo se guía por su "buen sentido", como reconoce el prior Fredeberto. Pensamos que es posible que algunas representaciones que viera en su casa o en las iglesias frecuentadas o lecturas realizadas o escuchadas pudieran influir en la estructura de sus sueños y visiones. Chiara Frugoni lo ha planteado en su artículo "Le mistiche, le visioni e l'iconografia: rapporti ed influssi"64. A los ejemplos que aporta Frugoni -correspondientes a experiencias de místicas italianas de fines de la Edad Media- agrega un reparo ya planteado por nosotros. Hasta qué punto las imágenes expresadas en sueños y visiones pertenecen y cuánto deben al influjo de mentores o confesores. Cristina conoce varios mentores -tales como Sueno o Roger- que, a través de conversaciones, han podido influir en ella. Estos guías, sin duda, han tomado como materia argumentos de sus propias lecturas, observaciones y meditaciones que respondían a la espiritualidad de la época. Y al decir esto pienso en la gran influencia mariológica que aparece en la Vita.
He dicho también que lo circundante ha podido impresionar (en el sentido de quedar impreso) a la mística. De allí tomará elementos que aparecen en sus sueños como el vallado -de extraordinaria altura- que salta contra toda posibilidad real, ante el acoso de su prometido65. Subrayamos algunos de los elementos reiterados en tales ensoñaciones. Elementos positivos: luz, oro, flores, fragancia, ascenso, ámbito concluso u hortus deliciarum, en general, belleza de personajes y ambientes, todo ello expresado luego en bienestar y alegría. Elementos negativos: apariciones monstruosas, animales simbólicos. A estas imágenes se pueden agregar aspectos espirituales como malos pensamientos, tentaciones, etc. No sabemos, pues, si las imágenes expresadas en las visiones -tanto de Cristina como de Geoffrey- responden a la experiencia de quienes las protagonizaron y si, de serlo, cuál fue la influencia externa o si intervino la imaginación del escritor.
También podemos destacar la importancia que en estas visiones tuvieron las condiciones físicas -tanto personales como ambientales- en que vive la doncella. Cristina pasa largos años en enclaustramiento total, primero con Alfwen y luego al lado de Roger, sufriendo hambre, frío, inmovilidad y, en consecuencia, graves enfermedades. Sin duda, estas condiciones favorecían las visiones y audiciones extraordinarias. Aldous Huxley 66 explica cómo el ayuno y el encierro con falta de luz determinan tales experiencias. Dice: "el ayuno, al reducir la cantidad de azúcar disponible, disminuye la eficacia biológica del cerebro y hace así posible la entrada en el consciente de materiales carentes de 'valor de sobrevida'". Ayuno, subalimentación, "medio restringido", vela nocturna, flagelación, posiciones incómodas, todos son elementos -físicos y psíquicos- que propician estas imágenes. En el caso de Cristina sabemos que se castigaba con "largos ayunos, alimento modesto y sólo de hierbas crudas, una medida de agua como bebida, noches insomnes, severos azotes"67. Es decir, que creaba condiciones que provocaban imaginaciones, aunque no fuera a sabiendas.
En verdad, las interpretaciones de las imágenes que aparecen en sueños y visiones de Cristina o de otros personajes, son simples. Reiteramos algunas de ellas: la paloma que antes de su nacimiento se acoge al regazo de su madre, las flores que se ven en las apariciones de la Virgen María, luz, elevación, todos elementos de clara interpretación, ángeles que aportan una corona de oro para Cristina, agradable ámbito concluso, belleza de personajes y ambiente, bienestar y alegría. Respecto de las visiones o sueños de otros personajes se puede decir lo mismo: una noche, Geoffrey se vio a sí mismo con una florida hierba en las manos, cuyo jugo alejaba enfermedades. El jugo salía de manera abundante si la planta era retorcida con delicadeza, brotaba escasamente si se lo hacía con mayor rudeza. Con un compañero interpretan el mensaje que alude a la actitud que había que adoptar con Cristina, tratarla gentilmente.
Decimos que el entorno pudo influir en los sueños. En este caso, Cristina, a la mañana siguiente, se dirigió a un vecino cercado lleno de flores, tomó una de ella y se la presentó al abad inquiriendo si era la que había aparecido en su visión68. Es posible que, si no la simbología, por lo menos las características de la flor aparecieran en el sueño por haber tenido un conocimiento previo. A veces, se dan sensaciones olfativas como gozar de perfumes de extraordinaria fragancia. La medicina con que la Virgen sana a Cristina se describe como "un electuario de inusual fragancia"69. En algún momento, la doncella es acosada por la maledicencia de los malvados, de un grupo que "no pudo percibir el buen olor" ya que "no siente la fragancia quien carece de sano olfato" . En una de sus visiones se vio "en una especie de cámara, muy hermosa y odorífera".
Hay, pues, elementos positivos de clara significación pero también los sueños o visiones negativas, a las que hemos hecho alusión, tienen lectura directa: apariciones monstruosas, algunas de gran infantilismo como el demonio que aparece sin cabeza o los bufones que irrumpen en la celda cerrada para distraer la atención de la orante o animales simbólicos como los toros. Esta aparición le brinda consuelo y tiene una gran fuerza expresiva. Se vio sentada en tierra firme mientras que, frente a ella, en un pantanoso prado, toros con cuernos y caras amenazantes al tratar de atacarla, hundían más y más sus patas en el lodo. A la experiencia visual, se agregó la advertencia auditiva: una voz la instó a mantenerse firme, a no retroceder a fin de no caer en poder del demonio. Hay otras figuras animales negativas. El clérigo seductor -en quien se encarna un espíritu maligno- se le aparece en forma de oso para impedirle llegar al monasterio, aparición repelida con lágrimas y oraciones.
La Vita de Cristina de Markyate es un texto que nos permite conocer no sólo el camino de perfección de una mística, ejemplo que pudo haber servido como patrón de comportamiento para jóvenes religiosas. Al trazar su imagen, personalidad, lucha, progreso espiritual e imposición social, nos ilustra sobre la condición femenina en general y, en especial, acerca del prestigio de las místicas, apreciadas por su capacidad de consejo inspirado. Además, presenta la fecunda vida religiosa de la isla, sus diferentes expresiones, la táctica de la Iglesia para incorporar a su seno las formas más libres de ejercicio de la piedad. Aunque lo hayamos tratado con menor extensión, recordemos que la Vita habla de las condiciones socio-políticas de Inglaterra -cercana la conquista normanda-. En lo interno, aparecen rivalidades étnico-políticas, grupos definidos de poder, ámbitos de imposición de unos u otros, de todo lo cual hemos dado breve noticia. También hemos de recordar -aunque sea sucintamente- que aparecen las alternativas de las relaciones exteriores (conflicto de Esteban de Blois con el Papado) en que se entremezclan intrigas palaciegas que expresan la personalidad del monarca, artimañas de consejeros, cortesanos y jerarquías religiosas.
En suma, la Vita -centrada en una personalidad destacada- excede el propósito declarado y permite bucear con provecho en un determinado momento de la Inglaterra post-normanda.

Acerca de la virgen santa Teodora que también es llamada Cristina

En el poblado de Huntingdon nació, en una familia de noble rango, una doncella de santidad y belleza poco comunes. El nombre de su padre era Autti y el de su madre, Beatriz. El nombre que se le dio en el bautismo fue Teodora pero luego, por la fuerza de las circunstancias, ella lo cambió por Cristina. Inclusive antes de su nacimiento, la doncella fue elegida como  servidora de Dios y se mostró como tal a los hombres. Cuando su madre la  estaba gestando en su útero, ocurrió que miró desde su casa hacia el monasterio de Nuestra Señora que  estaba situado en la población68. Y, de improviso, ella vio una paloma, más blanca que la nieve, salir del monasterio y dirigirse rectamente hacia ella con un gentil vuelo y, con las alas plegadas, se amparó en la manga derecha de la túnica que vestía. Esto ocurrió el sábado, un día especialmente dedicado por los frailes a la devoción de la Madre de Dios, sucedió entre las fiestas de la Asunción y de la Natividad de Nuestra Señora. Luego -como ella misma me dijo- la paloma permaneció durante siete días completos aceptando ser acariciada por sus manos, no mostrando signo alguno de inquietud y anidando confortablemente y con evidente placer en su regazo y luego en su seno.
2. La intención evidente de este presagio era comunicarle que el niño que llevaba en su seno estaría pleno del Espíritu Santo que apareció sobre Jesús en forma de paloma y que es descripto por el profeta Isaías como estando dotado de gracia de siete maneras [Is., 11, 2]. Esto mostró también que a ella se le enseñaría  el ejemplo  de la sagrada María, siempre virgen, quien la fortalecería con su protección y  que sería santa en cuerpo y alma, apartándose de las cosas del mundo y buscando paz en la contemplación de las cosas superiores....
Cuando ella [la madre] hubo considerado estas cosas, frecuentemente decía que, de ese parto, saldría un niño que mucho agradaría a Dios. Y así ella llevó su embarazo con alegría hasta el día en que esperaba el alumbramiento. Cuando ese día llegó, fue a la iglesia, oyó maitines y laudes. Escuchó misa y encomendándose devotamente a Dios, a su Virgen Madre y a san Leonardo - cuya fiesta se celebraba ese día- retornó a su casa luego de concluido el servicio. Y entre las seis y las nueve del mismo día que era seis de noviembre, ella dio a luz a una niña, sufriendo con fortaleza los dolores del parto ante la esperanza de la prole. La niña creció y fue destetada y así como creció en fuerzas, de la misma manera progresó en virtud. Sucedió que mientras por su edad no podía discernir entre lo recto y lo malo, golpeaba su tierno cuerpo con varas cuando pensaba que había hecho algo que no estaba permitido. Pero aun así la niña todavía no podía comprender porqué debía amar la justicia y odiar la iniquidad [Sal., 44, 8].
Entretanto, como ella había oído que Cristo era bueno, bello y omnipresente solía hablar de noche en el lecho como si hablara a un hombre que pudiera verse. Y esto lo hacía con una alta y clara  voz, de  manera que quien estuviera en la misma casa podría oírla y entenderla. Ella pensaba que si hablaba con Dios, no podría ser escuchada por nadie pero cuando los demás se burlaron de ella cambió su modo de actuar.
3. En ese tiempo, en Huntingdon vivía cierto canónigo  llamado Sueno, un hombre de edad avanzada, conspicuo por su buena vida e influyente por su enseñanza. Ese hombre la vio por casualidad cuando ella era una niña pequeña... Por esta razón, él buscó siempre oportunidades (y a menudo las encontró)  de verla y hablarle. De su mutua conversación ambos obtenían gran provecho. Además, como la doncella había decidido preservar su virginidad para Dios, el hombre de Dios se esforzaba -por todos los medios a su alcance- en  apoyarla en su decisión. A veces, él describía las dificultades, en otros momentos exaltaba la gloria de la virginidad, la dificultad de preservarla y la gloria de conservarla intacta. En una ocasión, cuando se estaba hablando acerca de estos temas, alguien le dijo [a ella] que él todavía estaba estimulado por la lujuria y que -a menos que se lo impidiera el gran poder de Dios- podría, sin vergüenza, acostarse [incluso] con algún repugnante e informe leproso. Ella oyó esto con profundo disgusto e interrumpió [a su interlocutor] coléricamente diciendo: "Si usted quiere hablar sobre materias edificantes hable y yo lo escucharé pero si no, me iré inmediatamente". Semejante respuesta tanto  lo confirmó  en la virtud de la santidad  que su vida anterior, comparada con la subsiguiente, fue como plomo comparado con el hierro. Y así como el cemento fija las piedras en un muro así esta dura respuesta confirmó su inconmovible amor en Dios. Ella también progresó mucho merced  a las enseñanzas y al aliciente de Sueno, al punto que consideró todas las cosas de este mundo como una sombra fugaz.
4. Entretanto, por un acto de la divina Providencia, Autti y Beatriz llevaron a su hija consigo a nuestro monasterio del bendito mártir san Albano -donde se reverencian sus  sagrados huesos- a fin de pedir su protección para ellos y para su hija. La niña miró cuidadosamente el lugar y observó la religiosa conducta de los monjes que allí vivían. Entonces declaró cuán afortunados eran los ocupantes y expresó su deseo de participar de su comunidad. Más tarde, mientras sus padres abandonaban el monasterio, luego de haber cumplido con todas las cosas para las que habían ido, ella hizo un  signo de la cruz con una de sus uñas en la puerta como una señal de que allí  había depositado su afecto. Se debe destacar que esto ocurrió en el día de la fiesta de san Leonardo, el día en que ella había nacido a la luz del siglo.
Luego se dirigieron a la villa llamada Shillington69 y allí pasaron la noche. Transcurrieron el resto de la tertulia en diversos entretenimientos según su antojo; la doncella de Cristo pasó su tiempo, sola, en piadosa meditación. En esa hora ella se imaginó a sí misma en su lecho mortal (como si el futuro estuviera ya presente) y reflexionó que después que la vida hubiese abandonado el cuerpo nadie podría predecir dónde viviría el espíritu liberado. Una cosa, sin embargo, era segura, que si ella vivía bien [el espíritu] podría gozar de bienaventuranza pero si lo hacía mal sufriría tormentos. De allí en adelante ella abandonó todo interés en la ostentación mundana, volvió hacia Dios todo su corazón y dijo: "Señor, todo mi deseo y mi anhelo están ante ti" [Sal. 37, 10]. "¿A quién tengo yo en el cielo sino a Ti?. Fuera de Ti, en nada me complazco sobre la tierra y no hay nadie sobre la tierra que yo desee además de Ti. Mi carne y mi corazón desfallecen pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre. Pues quienes están lejos de Ti morirán: Tú has destruido a todos aquellos que se alejan de Ti, prostituyéndose. Pero es bueno para mí acercarme a Dios: he puesto mi confianza en el Señor Dios" [Sal., 73 (72), 25-29]. Al día siguiente, ella fue a la iglesia donde el sacerdote estaba oficiando misa. Luego del evangelio, Cristina se aproximó al altar y ofreció una moneda diciendo en su corazón: "¡Oh, Señor Dios!, misericordioso y todopoderoso, recibe mi óbolo a través de las manos de tu sacerdote. Te ofrezco esta moneda como señal de mi entrega a Ti. Concédeme, te imploro, pureza y virginidad inviolable por medio de las cuales Tú renuevas en mí la imagen de Tu Hijo 'quien vive y reina Contigo en unión con el Espíritu Santo por los siglos de los  siglos. Amén'" [ Rom, 8, 29]72.
5. Luego que ella hubo retornado a Huntingdon reveló a Sueno el voto que había pronunciado y él, que era considerado en esas regiones una luz de Dios, confirmó el voto de la virgen ante Dios. Cristina, sin embargo, permaneció tranquila en casa de su padre, regocijándose [al ver] que ella podía crecer día a día en santa virtud y en el amor de las cosas sobrenaturales. Pero la envidia del demonio no podía soportar esto mucho tiempo y, ardiendo en deseos de perturbarla, tomó la iniciativa de esta manera. Ralph, obispo de Durham73 -juez de toda Inglaterra, que ocupaba el segundo lugar después del rey- antes de ser obispo había tomado para sí a una tía materna de Cristina llamada Alveva, con quien había tenido hijos. Luego la dio en matrimonio a uno de los ciudadanos de Huntingdon y por consideración a ella tuvo en alta estima  al resto de los parientes [de Alveva]. En su camino desde Northumbria a Londres y, a su regreso de esta ciudad, siempre se alojó en casa de ella. En una ocasión,  encontrándose allí, fue a verlo su amigo Autti con sus hijos. El obispo contempló intensamente a su hermosa hija y, de inmediato, Satanás puso en su corazón el desearla74. Con empeño, pues, buscó algún ardid para poseerla. Llevó a la doncella -que nada sospechaba- al cuarto donde él dormía, ornado  con bellos cortinados, siendo sus familiares75 las únicas personas presentes junto con la inocente niña. Su padre y su madre y las demás [personas] con quienes ella había venido estaban en un salón aparte dedicándose a la ebriedad. Al oscurecer,  el obispo hizo una señal secreta  a sus servidores  y éstos abandonaron el cuarto, dejando a su señor y a  Cristina, como se dice el lobo y la oveja, juntos en un mismo cuarto. ¡Qué vergüenza! El impúdico obispo tomó a Cristina, de manera irreverente, por una manga de su túnica y con la boca con que solía consagrar los sagrados misterios solicitó cosas nefandas. ¿Qué debía hacer la pobre niña en tan angustioso trance? ¿Podría ella haber llamado a sus padres?   Ellos ya se habían ido al lecho. Consentir esto [lo pedido] estaba fuera de cuestión. Pero no osó resistir abiertamente [pues] si hacía eso, ciertamente sería vencida por la fuerza.
6. Oíd cuán prudentemente actuó. Ella miró hacia la puerta y vio que, aunque cerrada no lo estaba con llave. Y ella le dijo: "Permíteme que cierre la puerta porque si no tenemos miedo de Dios por lo menos debemos tomar precauciones para que nadie pueda sorprendernos en este acto". Él le pidió que jurara que no lo decepcionaría sino que sólo quería, según decía, cerrar la puerta con llave. Y ella lo juró. Y así, habiendo sido liberada, se lanzó fuera de la habitación cerrando la puerta firmemente desde fuera, regresando rápidamente a su casa. Este fue el principio de todas las espantosas perturbaciones que siguieron  a posteriori. Entonces el miserable, viendo que había sido engañado por una adolescente, fue devorado por el resentimiento y consideró que todo su poder no valía nada hasta que pudiera vengar el insulto que había sufrido. Pero el único modo que concebía para lograr su revancha era despojar a Cristina -ya por sí mismo, ya por algún otro- de su virginidad, por cuya preservación ella no había dudado en rechazar incluso a un obispo.
7. Entretanto, él disimuló sus intenciones y partió para Londres. A su regreso, fue a Huntingdon, llevando consigo vestimentas de seda y preciosos ornamentos de toda clase. Los ofreció a la doncella pero ella miró [estas cosas]  como sucias y despreciables. Pero él, primero cautivo de la lujuria y luego de la malicia, viendo que por sí mismo nada obtendría, habló con un noble del lugar llamado Burthred, solicitándole que pidiera a Cristina en matrimonio, prometiéndole que él secundaría su pedido con todos los medios en su poder. Cuando el joven puso en acto el consejo del obispo, éste sostuvo la solicitud con tan maliciosa persistencia que no cesó hasta que -contra la voluntad de Cristina- él ganó el consentimiento de los padres para que la entregaran a Burthred. Cuando esto fue cumplido, el prelado, gloriándose de su victoria, se dirigió a Durham, dejando triste a la doncella en  casa de sus padres. Luego de esto, el mencionado joven visitó al padre y a la madre [de Cristina] para arreglar su  desposorio con la muchacha que ellos habían prometido dársela como esposa. Cuando [los padres] hablaron con Cristina sobre los preparativos de la boda, ella no quiso escuchar. Y cuando preguntaron por la razón, ella replicó: "Deseo permanecer casta porque he hecho un voto [de virginidad]". Al escuchar esto, ellos se burlaron de su temeridad. Pero ella permaneció inconmovible. Luego ellos trataron de convencerla de su locura y, a despecho de sus rechazos, la incitaron a apresurar la preparación del matrimonio. Ella rehusó. [Entonces] le trajeron regalos e hicieron grandes promesas; ella los rechazó. La lisonjearon, la amenazaron pero ella no cedió. Al final, ellos persuadieron a una de sus amigas cercanas e inseparable compañera, llamada Elisenda para que halagara sus oídos con una continua corriente de adulaciones, para hacer nacer en ella, por medio de una gran persistencia, el deseo de llegar a ser  la señora de una casa. Nosotros hemos visto a esta misma Elisenda luego, cuando ella tomó el velo -según creo para expiar este comportamiento criminal-. [Pues en aquella ocasión] infatigablemente se empeñó por quebrar la resistencia de su amiga, poniendo la esperanza del triunfo final en el proverbio: "la gota horada la piedra cayendo no con fuerza sino continuamente"76. Pero Cristina se mostró incapaz de pronunciar una palabra que implicara su consentimiento aun cuando Elisenda pasó un año entero  en estas estratagemas. Algún tiempo después, sin embargo, cuando estaban todos congregados en una iglesia, se concertaron y atacaron, de improviso, a la muchacha. ¿Qué puedo agregar? No lo sé. Todo lo que sé es que, por voluntad de Dios, con tanta presión ejerciéndose sobre ella desde todos lados, ella cedió  (por lo menos de palabra) y en el mismo momento Burthred se desposó con ella.
8. Luego del desposorio, la doncella retornó a la casa de sus padres, mientras su esposo -aunque tenía casas en otras partes- edificó  una  residencia nueva y más amplia cerca de sus suegros. Pero -aunque ella estaba desposada- sus anteriores intenciones no habían cambiado y libremente expresó su determinación de no someterse a los abrazos de ningún hombre. A medida que sus padres tomaron conciencia de este modo de pensar, trataron  de quebrar su resistencia, primero con halagos, luego con reproches, a veces con presentes y  grandes promesas e inclusive con amenazas y castigos. Y aunque todos sus amigos y parientes unieron sus fuerzas con este propósito, su padre Autti los sobrepasó a todos en insistencia aunque él mismo fue superado por la madre de la muchacha, como pronto se hará saber. Luego que ellos trataron por todos los medios, sin resultado, finalmente acertaron con un subterfugio. La pusieron  bajo una estricta y rigurosa guardia, evitaron toda conversación de ella con cualquier hombre religioso y temeroso de Dios; por otro lado, invitaron liberalmente a su casa a gentes para bromear, ostentar, para regocijarse mundanamente y a [todos] aquellos cuya frecuentación corrompen las buenas costumbres77. Además le prohibieron ir al monasterio de Nuestra Señora porque era evidente que, cada vez que iba allí, regresaba con su resolución confirmada y fortalecida. Esto fue para ella muy duro de sobrellevar y a quienes se lo prohibían les dijo con gran sentimiento: "Aunque ustedes puedan negarme el acceso al monasterio de mi amada  Señora no pueden arrancar su memoria de mi pecho". Ellos le prohibieron el acceso a la capilla que le era más querida y no le permitieron ir a ese lugar. Por el contrario la llevaron consigo, contra su voluntad, a banquetes públicos donde diversa selección de alimentos era acompañada con bebidas de diferente tipo, [lugares] donde seductoras melodías de cantores eran acompañadas por el sonido de la cítara y del arpa, de manera que, al oírlas, su fuerza de propósito se enervara y, de tal manera, ella podría finalmente gustar del lujo del mundo. Pero sus artimañas se vieron frustradas y sirvieron para enfatizar su invencible prudencia.
9. Mira cómo ella actuó finalmente, cómo ella se condujo en la guilda que se llama de mercaderes, que es uno de los festivales más grandes y de los mejor conocidos. Un día, cuando una multitud de nobles estaban reunidos, Autti y Beatriz ocupaban el lugar de honor, pues eran los más importantes entre ellos.  A ellos plugo que entre tan noble grupo, Cristina, su hija mayor y más apreciada, actuara como escanciadora de tan honorable reunión. Por lo cual le ordenaron que subiera y que -depositada la capa que llevaba puesta y con sus vestiduras fijadas a ambos lados con cintas y sus mangas arrolladas en los brazos- ofreciera cortésmente de beber a la nobleza.  Ellos esperaban que los cumplidos que los espectadores le dirigieran y la acumulación de pequeños sorbos de vino quebraran su resolución y prepararan su cuerpo para la obra de corrupción. Ella cumplió sus deseos [de ellos] y preparó una conveniente defensa contra ambos ataques haciendo frente a los halagos humanos. Para ese fin, ella fijó su mente en el pensamiento de la madre de Dios. Para [cumplir] este propósito le ayudó en gran medida el tamaño del salón -que tenía varias entradas- en el cual se realizaba la reunión. Una de esas entradas -por la que Cristina tenía que pasar con frecuencia- se abría al monasterio de la santa Madre de Dios [...] Recitando el Ave María. [...]  Contra el incentivo a la ebriedad, ella opuso el ardor de la sed. ¡Qué asombroso que, aunque durante todo el día estuvo escanciando a los que bebían, ella no gustó nada! Pero a la tarde, al atardecer, estaba languideciente de hambre y sed, bebió un poco de agua y así satisfizo ambos deseos al mismo tiempo.
10. Pero sus padres, habiéndose visto frustrados en esto, intentaron  [lograr] algo más. Y, a la noche, introdujeron a su esposo secretamente en su dormitorio pues si él encontraba a la doncella dormida podría, de improviso, tomarla por sorpresa y subyugarla. Pero inclusive ella había tomado esta precaución, fue encontrada vestida y vigilante y recibió al joven como si fuera un hermano. Y sentándose en el lecho junto a él, lo exhortó grandemente a vivir una vida casta, evocando ejemplos de los santos. Ella contó en detalle la historia de Cecilia y de su esposo Valeriano, diciendo cómo, a su muerte, recibieron coronas  de limpia castidad de manos de un ángel. No sólo esto: sino tanto ellos como muchos otros que siguieron el camino del martirio y de esta manera -coronados dos veces por el Señor- fueron honrados tanto en el cielo como en la Tierra.  "Concédenos por tanto -lo exhortó- seguir su ejemplo [de ellos], de tal manera nosotros nos convertiremos en sus compañeros en la gloria eterna. Porque si nosotros sufrimos con ellos, también reinaremos con ellos [Rom. 8.17; 2 Tim. 2.12]. No te sientas ofendido porque yo haya declinado tus abrazos. Para que tus amigos no te reprochen que tú hayas sido rechazado por mí, yo iré a tu casa contigo, viviremos juntos allí por cierto tiempo, ostensiblemente como esposo y esposa pero, en realidad, viviendo castamente a la vista del Señor. Pero antes juntemos nuestras manos en un pacto que, en el ínterin, ninguno tocará al otro impúdicamente ni mirará al otro sino con miraba angélica y pura. Además, prometemos que,  al cabo de tres o cuatro años, recibiremos los hábitos y nos ofreceremos a algún monasterio que la Providencia nos indique. [...] Luego que la mayor parte de la noche hubo transcurrido en semejante conversación, el joven acabó por dejar a la doncella. Cuando quienes lo habían hecho entrar en el cuarto oyeron lo que había pasado, se unieron para llamarlo inútil y pusilánime. Y con muchos reproches lo aguijonearon nuevamente y lo empujaron al dormitorio otra noche, habiéndole advertido que no se dejara engañar por sus ardides e ingenuas palabras ni  que perdiera su virilidad. Que por la fuerza o por ruegos él debía lograr su objetivo. Y si nada de esto fuera suficiente, él debía saber que ellos lo ayudarían. Que  recordase ser hombre.
11. Cuando Cristina se dio cuenta de esto, rápidamente saltó del lecho y se aferró, con ambas manos,  del  clavo que estaba fijado en la pared. Temblorosa  quedó colgando entre la pared y las cortinas. Burthred, entretanto, se acercó al lecho y no encontrando lo que esperaba, inmediatamente hizo una señal a quienes estaban aguardando fuera de la puerta. Estos irrumpieron en el cuarto y con luces en las manos la buscaron de sitio en sitio, insistían en esta búsqueda puesto que sabían que  ella estaba en el cuarto cuando él entró y que no había podido escapar sin que la hubieran visto. ¿Cuáles, pregunto, eran sus sentimientos en ese momento? ¿Cómo temblaba mientras ellos ruidosamente la buscaban, ante el impulso de quienes deseaban [tomar] su alma? [Sal. 34.4]. ¿No estaba desmayada de miedo? Ya se vio a sí misma  arrastrada en medio de ellos, todos rodeándola, mirándola, amenazándola, entregada a su destructor. Al fin, uno de ellos tocó su pie que pendía pero, como la cortina perturbó su sentido del tacto, se fue, ignorando lo que era. Entonces la doncella de Cristo, tomando coraje, oró a Dios diciendo: "Deja que ellos se vayan, los que desean engañarme [Sal. 69, 4] e inmediatamente ellos partieron confusos y desde ese momento ella estuvo a salvo [Mt. 9, 22].
12. Sin embargo, Burthred entró una tercera vez en el cuarto en un estado parecido al agitado furor. Pero así como él entró por una puerta, ella huyó por la otra. Frente a ella había una especie de vallado que, debido a su altitud y a las  agudas puntas que tenía en lo alto, estaba preparado para que nadie pudiera saltar por sobre él. Detrás de ella, a sus talones, estaba el joven, quien en cualquier momento podría apresarla. Con sorprendente facilidad ella saltó sobre el vallado y mirando atrás, desde su lugar de salvación, vio a su perseguidor [que estaba] en el otro lado, imposibilitado de seguirla. Entonces ella dijo: "En verdad, al escapar de él he escapado del demonio que vi la noche pasada". Porque, en sueños, ella había visto un demonio de horrible apariencia con dientes negruzcos quien, inútilmente, había intentado tomarla pero ella huyó y superó el alto vallado de un salto. Mientras sus padres le oponían estas y otras trampas, fijaron repetidamente el día de la boda con su yerno. Ellos esperaban que surgiera alguna ocasión en que pudieran engañarla. ¿Cómo la mujer podría escapar a tantos lazos? Pero, sobre todo, con Cristo guardando el voto que su esposa había hecho, la celebración de la boda de ningún modo  podía lograrse. Efectivamente, cuando el día que ellos habían fijado se aproximó y todas las necesarias preparaciones para la boda  habían sido arregladas, sucedió que todas las cosas preparadas  se quemaron en un fuego  inesperado y, además, la novia sufrió fiebre. Para hacer bajar la fiebre, a veces la arrojaban al agua fría, en otras ocasiones la quemaban excesivamente.
13. Entretanto, las noticias de la boda de Cristina llegó a oídos del mencionado canónigo Sueno. Pero como Cristina estaba bajo una cerrada y rígida custodia, que no le permitía que él la visitara ni recibir mensaje alguno de ella, pensó que había cambiado su pensamiento  acerca del voto de virginidad. [Entonces] él la acusó de femenina inconstancia diciendo: "Verdaderamente a ninguna otra...  pues me ha decepcionado, ella  en quien creía en mayor medida".
Oportunamente, esto fue referido a Cristina, que su único amigo se había convertido en su adversario y que -impulsado por el remordimiento- se reprochaba haber sido su amigo y consejero. Cuando ella oyó esto, se sintió afectada por un gran dolor y se sentó  [quedando] tan rígida e inmóvil por algún tiempo que podría pensarse que no era  una persona viva sino una imagen de piedra. Luego -exhalando profundos suspiros- rompió en abundantes lágrimas. Interrumpiendo sus lamentos, ella lloró su suerte diciendo que era la más desgraciada y abandonada de todas. En efecto, desdeñada y agredida por sus amigos y parientes, Sueno era su único consuelo. Su amical intimidad y simpatía habían sido para ella una fuente de fortaleza, de manera que le permitía soportar lo demás como cosas mínimas. Pero ahora, mientras la doncella se mantenía firme, el hombre se amilanó: ella, contra sus esperanzas, se encontraba sola para hacer frente a todos sus enemigos. Pero ¿acaso Cristo abandonó a quien había depositado su confianza en El? No. Por el contrario, El miró con piedad la humildad de su servidora [Lc. 1.48]. Ella, volviéndose a El luego de poco, dijo:  "Señor, se han multiplicado quienes me atribulan. Muchos son los que se levantan contra mí" [Sal. 3.2]. "Yo busqué a alguien que tuviera piedad  pero no hallé a nadie y que me confortara pero no encontré ninguno" [Sal. 68. 21]. Hasta Ti ¡oh Señor! elevo mi alma, a Tí que dijiste a tus seguidores: "Seréis benditos cuando los hombres os odien y cuando os aparten de su compañía y os reprochen y proscriban tu nombre como si fuera malo por amor del Hijo del Hombre.  Regocijáos en este día, exultad. He aquí vuestro galardón que es copioso en el cielo" [Lc. 6, 22-23]. Yo creí que El sería  fuente de justicia para mí pero, en el día de la prueba, habiendo sido abandonada, realmente amándote, siguiéndote, soportando por Ti  persecuciones de los hombres, sólo en Ti puse mi esperanza. Cuando en mayor medida una persona sea despreciada por los hombres tanto más preciosa será para Ti". Al decir esto , ella fue fortificada por el Espíritu Santo y se sintió con absoluta confianza.
Y entonces no hubo dudas que, en esa circunstancia, ella -cuyo nombre de bautismo era Teodora- mereció ser designada con el nombre de su Creador por el cual luego fue nombrada, Cristina. Además, así como Cristo fue rechazado por los judíos [Mr. 8, 31] luego negado por el príncipe de los apóstoles, Pedro [Mt. 26,70-72] a quien  amaba más que al resto [de los discípulos] y obedeció a Su Padre incluso hasta la muerte [Fil. 2,8], así la doncella primero fue ofendida por sus padres, luego abandonada por su único amigo, Sueno. Siguiendo a Cristo, ella se esforzó, infatigablemente, por cumplir Su voluntad.
14. En estas circunstancias, mientras sus padres oprimían a la servidora de Cristo y se mostraban más y más furiosos con ella, Sueno conoció la verdad del asunto. Considerando la constancia de la bendita virgen y pensando, al mismo tiempo, en su falta de lealtad, el desdichado hombre gemía y, golpeándose el pecho con sus puños, se convirtió en vengador de su error. Y ansiosamente buscó hablar con su amiga a quien había herido pero no encontró ocasión debido a la vigilancia de los custodios. Pero él escuchó que ella habría de ir con sus padres a la iglesia de la bendita Madre de Dios con motivo del sepelio de un noble pariente recientemente fallecido. Y creo que esto fue arreglado por Sueno. Cuando él encontró una oportunidad, envió secretamente a preguntarle, le pidió dos o tres veces que, por amor de Cristo, no despreciara la compañía de un mísero viejo aunque ella podría, justamente, desconfiar de él en razón de su falta de confianza.   [Entonces Sueno] levantó su mano y, poniéndola sobre su cara, lloró tanto que un copioso río de lágrimas cayó sobre su mano. Invocando a Dios como testigo de que se arrepentía de este acto más que de ningún otro, obtuvo el perdón de su error y renovó su anterior amistad con ella. Ambos estuvieron muy felices en este viraje de los acontecimientos, él permaneció en el monasterio pero la doncella volvió a su casa, con sus padres.
15. Su padre la llevó  de vuelta nuevamente y la colocó [bajo la  autoridad] del reverendo prior Fredeberto78  y del  resto de canónigos de la casa. Se dirigió a éstos con voz lacrimosa:  "Yo sé, padres míos, yo sé y  admito respecto de mi hija que yo y su madre la hemos forzado contra su voluntad a este matrimonio y que contra su voluntad recibió este sacramento. En verdad, no importa cómo ella llegó a esto, si ella resiste nuestra autoridad y la rechaza, nosotros seremos el hazmerreír  de nuestros vecinos, la burla y la irrisión  de todos aquellos que se encuentran a nuestro alrededor [Sal. 78, 4]. Por lo tanto, yo os suplico, rogadle que tenga piedad de nosotros que se case en el Señor [1 Cor. 7, 39] y nos libere de nuestro oprobio. ¿Por qué ella se aparta de la tradición? ¿Por qué quiere deshonrar a sus padres? Su vida de pobreza deshonrará a toda la nobleza. Si actúa de la manera en que nosotros deseamos, todas las cosas que nosotros poseemos serán suyas". Cuando Autti hubo dicho esto, Fredeberto le pidió que dejara la
asamblea y comenzó a tratar con los canónigos el asunto de la doncella con estas palabras: "Estamos sorprendidos, Teodora, de tu obstinación o, deberíamos decir, de tu locura. Nosotros sabemos que tú has sido desposada según la costumbre eclesiástica. Nosotros sabemos que el sacramento del matrimonio, que ha sido sancionado por  ley divina, no puede ser disuelto,  porque lo que Dios ha unido el hombre no lo puede disolver. Por esto, el hombre dejará padre y madre y se unirá a su esposa. Y ambos serán una sola carne [Mr., 10,7-9]. Y el Apóstol dice: el esposo debe dar el  debido débito a su esposa y de la misma manera la esposa a su marido. La mujer no tiene poder sobre su propio cuerpo sino el marido y, de la misma manera, tampoco el esposo tiene poner sobre su propio cuerpo sino la esposa. Así a aquéllos que están unidos prescribo, no yo sino el Señor  ordena que la esposa no abandone al varón. Y que el varón no deje a su esposa [1 Cor.  7, 3-4, 10-1]. Y nosotros conocemos el mandamiento dado a los hijos: obedecer a sus padres y demostrarles respeto. Estos dos mandamientos, acerca de la obediencia a los padres y la fidelidad en el connubio son importantes, establecidos tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento. En verdad, la atadura del matrimonio es mucho más importante que la autoridad de los padres pues si ellos te ordenan romper el matrimonio no deberías  escucharlos. Ahora bien, sin embargo, si ellos te ordenan hacer algo que nosotros conocemos por la divina autoridad que es más importante que la obediencia misma y tú no los escuchas,  caes doblemente en falta. No pienses que solamente se salvan las vírgenes porque mientras muchas vírgenes perecen, muchas madres de familia son salvadas, como nosotros sabemos bien. Y puesto que esto es así, no queda sino que tú aceptes nuestro consejo y enseñanza y te sometas a los honestos abrazos del hombre al cual has sido legalmente ligada en matrimonio".
16. Ante estas exhortaciones, Cristina replicó: "Yo desconozco las escrituras que citaste, padre prior. Pero te responderé de acuerdo a mi intelecto. Mi padre y mi madre, según habéis oído, son testigos de que contra mi voluntad me fue impuesto este sacramento, como tú lo llamas. Yo nunca he sido una esposa y no pienso serlo nunca. Sabed que desde mi infancia he elegido la castidad y he hecho voto a Cristo de permanecer virgen, lo he hecho ante testigos e, incluso, aunque ellos no estuvieren presentes, Dios sería testigo permanente de mi conciencia. Esto yo lo he mostrado por medio de mis acciones tanto como pude. Y si mis padres me han ordenado sufrir el matrimonio que yo nunca busqué y quebrar el voto a Cristo -que ellos saben que yo he hecho en mi infancia- os dejo a vosotros, hombres que se supone superan a otros en el conocimiento de las Escrituras, que juzguen cuán malvado sería esto. Por tanto, si yo hago todo lo que esté en mi poder por respetar el voto realizado a Cristo, no desobedeceré a mis padres. Lo que yo hago, lo hago a invitación de Aquél cuya voz, como tú sabes, se escucha en el Evangelio: "Quien deje casa o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o posesiones por Mi nombre recibirá centuplicado y poseerá la vida eterna" [Mt., 19,29]. No pienso que sólo las vírgenes se salven como tú dijiste y es verdad pero también perecen muchas casadas. Y si  muchas madres de familia se salvan, como dijiste, de manera similar y es cierto, en verdad las vírgenes se salvan más fácilmente".
17. Fredeberto, atónito ante el sentido común y las respuestas de Cristina, la interrogó diciendo: "¿Cómo me pruebas que tú haces esto por amor de Cristo?¿Tal vez tú has rechazado el matrimonio con  Burthred por otro más rico?". "Uno mucho más rico, ciertamente", replicó ella. "Porque ¿quién es más rico que Cristo?" Entonces él dijo: " Yo no juego, actúo contigo seriamente. Y si tú quieres que nosotros te creamos, jura en  nuestra presencia que si estuvieses desposada con El como fuiste desposada con Burthred que no te casarías ni siquiera con el hijo del rey". Ante estas palabras, volviendo los ojos al cielo, respondió con rostro alegre: "Yo quiero no solamente realizar un juramento sino preparar una prueba, llevando un hierro candente con mis manos desnudas. Porque, como yo he declarado frecuentemente, quiero cumplir el voto que yo -a través de la inspiración  de Su gracia- he realizado sólo al Hijo del Rey eterno y, con la ayuda de la misma gracia, pienso cumplirlo. Y yo confío en el Señor que llegará el tiempo  en que se verá claramente que no tengo en consideración a otro sino a Cristo".
18. Entonces Fredeberto llamó a Autti y le dijo: "Nosotros hemos tratado de la mejor manera de doblegar a tu hija a tu deseo pero no hemos obtenido nada. Nosotros sabemos, sin embargo, que nuestro obispo Roberto vendrá pronto a Buckden79, que queda cerca de nuestra ciudad.
La razón exige que todo el problema sea presentado ante él. Deja que el caso se ponga en sus manos tras su llegada y deja que ella acepte el veredicto del obispo. ¿Por qué desgarras tus vísceras sufriendo en vano? Nosotros respetamos la alta resolución de esta doncella como fundada en inaccesible virtud". A lo cual, Autti respondió: "Yo acepto vuestro consejo. Y te suplico que busques al  obispo para [que entienda en] esta causa". Él aceptó y Autti llevó de vuelta a su hija y la puso bajo la custodia consabida.
19. Entretanto, él oyó que el obispo había llegado a Buckden. Fredeberto, inmediatamente, lo buscó enviado por Autti.  Con él [Fredeberto], vinieron los más nobles ciudadanos de la ciudad, quienes pensaban que, como el matrimonio había sido ya celebrado, el obispo inmediatamente ordenaría a la mujer desposada que se sometiera a la autoridad de su marido. Así, ellos expusieron ante el obispo, detalladamente y sin dilación, todos los hechos que conocían relativos al asunto en cuestión, lo que Cristina había hecho, lo que otros le habían hecho a ella, comenzando con su infancia y contando todo hasta el día presente. Al fin, ellos presentaron su propuesta [...] que puesto que ni la adversidad ni la prosperidad podían impulsarla a esto, ella debería ser forzada, por la autoridad episcopal,  a aceptar sus nupcias. Luego de haber examinado con cuidado todas las evidencias, el obispo dijo: "Yo os declaro y juro ante  Dios y su sagrada madre que no hay obispo bajo el cielo que pueda forzarla al matrimonio si, de acuerdo a su voto, ella desea no servir a hombre alguno sino sólo a Dios, libremente". Al escuchar la inesperada respuesta, ellos regresaron confundidos e hicieron conocer a Autti la respuesta del obispo. Cuando él oyó esto, perdió toda esperanza y, lleno de autocompasión y doliéndose en gran medida, dijo a Cristina: "Bien, nosotros hemos llegado hoy a la paz, tú te has convertido en mi señora, el obispo te ha alabado por sobre todos nosotros y ha declarado que tú eres más libre que nunca. Así, sal de aquí y vive tu vida como te plazca. Pero no esperes ninguna ayuda ni apoyo de mi parte". Luego que él hubo dicho esto, su tristeza creció día a día. Al ver esto, Roberto  el deán80  y algunos otros tuvieron piedad del mísero hombre. Y se pusieron de acuerdo para aliviar su tristeza; le insinuaron el medio de compeler a  su hija a casarse diciendo: "¿Tú sabes por qué el obispo tomó esta decisión el otro día contrariando lo que tan imprudentemente se le pedía? Si tú le  hubieras dado dinero, ciertamente hubieras triunfado en tu causa. ¿Acaso ignoras que su codicia  es análoga a su incontinencia?  Sería suficiente [apelar a] cualquiera de ellas. ¡Cuánto más si ambas van juntas! Su avaricia lo persuadirá  a pervertir la justicia y  su vicio  a odiar la virtud  de otras personas. Si él espera lograr dinero en razón de alguna amistad, su resolución favorecerá a ese hombre81. De tal manera, haz que te favorezca y no habrá nadie que contradiga tu voluntad. Para que logres tu propósito más fácilmente, nosotros oficiaremos de intercesores. Ante esto, Autti recobró la esperanza y puso en sus manos todos sus cuidados. ¡Oh asombrosa impudencia de los hombres qué desprecian el poder de Dios y se rebelan contra él! Pero había dos razones para esto, que vale la pena exponer acá. Razones que, cuando las conocieron, los padres no dudaron en ir contra su propia carne y sangre.

(Traducción de Nilda Guglielmi)

Notas

1. Este artículo ha aparecido anteriormente en Jorge Estrella, Gerardo Rodríguez y María Guillermina Antonucci,  Saber. Pensar. Hacer. Del saber intelectual al hacer cotidiano a través de la historia.  X Jornadas de Historia de Europa, Mar del Plata, 20 al 22 de septiembre de 2001, Mar del Plata, APUHE-Dpto. de Historia de la Facultad de Humanidades-UNMdP, CDRom. Reiteramos su edición con pequeñas modificaciones. Agradecemos a los editores que nos hayan permitido esta nueva publicación. Hemos trabajado con  la edición de C. H. Talbot (ed.),The life of Christina of Markyate. A twelfth century recluse, Oxford, Clarendon Press, 1959. El texto, en adelante, será citado Vita. Rachel M. Koopmans, en su artículo, "The conclusion of Christina of Markyate's.Vita", Journal of Ecclesiastical History, 2000, 663-698 presenta sus teorías acerca de lo inconcluso del texto de la Vita.        [ Links ]         [ Links ]

2. Las reflexiones consignadas en estas páginas se completan o coinciden con las aparecidas en "Mujeres y piedad", Coloquio Mujeres de la Edad Media. Escritura, Visión, Ciencia, Santiago de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades-Universidad de Chile, 1999, pp. 159-180 y en Ocho místicas medievales (Italia, siglos XIV y XV). El espejo y las tinieblas, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2008.        [ Links ]         [ Links ]

3. Cristina responde a Fredegario: "Necio scripturas quas nominasti, ex sensu vero desuper  intellecto domine prior respondebo tibi" -Vita, p. 60, & 15-.

4. "Aliorum ista sint. meum est simplicem virgines vitam simpliciter describere" -ibidem, p. 156, & 69-.

5. Caroline Walker Bynum,  Sacro convivio, sacro digiuno. Ilsignificato religioso del cibo per le donne del Medioevo, Milán, Feltrinelli, 2001, p. 320.        [ Links ]

6. Ibidem, p. 321.

7. Ibidem, p. 226.

8. "Verumtamen qualitercumque ad hoc deducta sit, si nostra auctorirate contemta illus respuerit facti sumus obprobium vicinis nostris, abominacio et illusio hiis qui in circuitu nostro sunt" -Vita, p. 58, & 15-.

9. "Ecce hodie pax, quin eciam mea facta es quam episcopus super omnes nos laudibus extulit et liberiorem pronunciavit. Ingredere itaque et egredere sicut ego et vive tibi ut libet: verumtamen solacium vel auxilium a me ne quicquam expectabis" -ibidem, p. 64, & 19-.

10. "Mendicitas illius universe nobilitati erit nobile dedecus" -ibidem,  p. 58, & 15-.

11. "Siquidem ea duxerat ex antiquis anglis nobilibus atque potentibus, quorum stirpe multipliciter propagata: omnis illa regio circa Huntendoniam longe itaque repleta est" -ibidem, p. 82, & 29-.

12. "multo eum excoluit affectu, miroque sed sincero dilexit amore" -ibidem, p. 138, & 58-.

13. Ibidem, p. 106, & 41.

14. Ibidem¸ p. 40, & 5.

15. Ibidem, p. 126, & 50.

16. R. Grousset y E. G. Léonard (dirs.), Encyclopédie de la Pléiade. Histoire universelle,  París, Gallimard, 1958, 2, p. 1187.        [ Links ]

17. Ibidem, p. 1188.

18. "sicut et feminea consuetudo metuebat omnia" -Vita, p. 69, & 21-. En esta actitud de desdén hacia las mujeres se alude, en otro pasaje, a la ingenuidad y cobardía de las monjas ante apariciones demoníacas -ibidem, p. 178, & 78-.

19. Ibidem, p. 92, & 34.

20. Ibidem, p. 124, & 50.

21. "quod a tupitudine non possum illud proderene ne vel scribendo ceram vel eloquendo aerem ipsum polluam" -ibidem, p. 114, & 43-.

22. "quod  scilicet  presente  patrono temperancius urebatur. in cuius absencia sic estuabat intus: ut de se putaret incendi posse vestimenta corpori suo adherencia" -ibidem,  p. 116, & 44-.

23. "factus est ut  episcopus elegantem puellam intencius consideraret, continuo misit in cor eius incentor libidinis Sanatas ut eam male concupisceret [...] impudicus episcopus virginem per alteram tunice manicam irreverenter arripuit et ore sancto quo misteria divina solebat conficere de re nephanda sollicitavit" -ibidem,  pp. 40-42, & 5-.

24. En Pedro Damián encontramos invectivas contra estas desviaciones: "Ensucias en ti al ostiario, al lector y al exorcista y a todas las sagradas órdenes por las cuales deberás dar razón a Dios cuando te juzgue con rigor. El Espíritu Santo desciende sobre ti para concederte ejercitar la imposición de las manos y tú las usas sobre los genitales de las meretrices. Dios se confía en tu lengua y tú no tienes temor de complacer con ella a los demonios . Tú que por la dignidad eclesiástica que revistes eres visto como una persona digna, realmente tú no te avergüenzas de sumergirte en los burdeles junto a los mujeriegos". Cit. por Carla Casagrande y Silvana D. Vecchio, I sette vizi capitali. Storia dei peccati nel Medioevo, Turín, Einaudi, 2000,p. 171, nota 53.  Cfr. Pedro Damián,  Die Briefe, 61, t. II, pp. 215-216.        [ Links ]

25. "an ignoras  cupiditatem ipsius  pariter et incontinentiam? Quodlibet horum satis erat. Quanto magis, ubi simul sunt? Avaricia persuadebit iudicia pervertere, incontinentia castimoniam aliis invidere" -Vita, p. 66, & 19-.

26. "ut quem vera contextuerat  caritas" -ibidem , p. 162, & 71-.

27. San Bernardo,  Obras completas de ..., V.-Sermones sobre el Cantar de los Cantares (ed. preparada por los monjes cistercienses de España), Madrid, BAC, 1987, sermón 40, p. 557.

28. Ludger Thier ofm. y Abele Calufetti ofm. (eds.),  Il libro della beata Angela da Foligno, Grottaferrata (Roma), Collegii S. Bonaventurae ad Claras Aquas, 1985, pp. 563 y 565: "E in tuto el mondo non me deleta di dizere niente se non queste duo cose, zoè congnoscere Dio e se stesso, zoè iazere continuamente ne la sua carzere e zamai non uscire"; " che fanne onne e revelazione e ogni vizione et ogni sentimento e ogni dolzeza, que ogni sapienzia, che ogni elevazione, que ogni contenplazione, se l'omo non à veraze congnoscimento de Dio e de si?".        [ Links ]

29. "79. Hiis animata responsis simulque familiaris sui hilarata salute in cordis sui secreta scrutinio frequencius studiosiusque cepit discutere, utrumnam quis alium quam se. in hiis dumtaxat que ad Dei pertinent amorem, plus diligat" -Vita, p. 180, & 79-.

30. Hilda Graef,  María. La mariología y el culto mariano a través de la historia, Barcelona, Herder, 1968.        [ Links ]

31. Sylvie Barnay,  El cielo en la Tierra. Las apariciones de la Virgen en la Edad Media, Madrid,Encuentro, 1999, p. 13.        [ Links ]

32. Ibidem, p. 48.

33. Al respecto existe una extensa bibliografía. Entre otros véase Jean Delumeau, Que reste-t-il du Paradis?, París, Fayard, 2000. El paraíso se presenta en toda la literatura de visiones. Dice el término  paraíso en la  Enciclopedia dantesca, Istituto dell'Enciclopedia Italiana, 1973, pp. 284-289: "En la literatura proto-cristiana con el término de úparadisú  (griego  paradéisos , "jardín")  se designó el Edén o jardín de las delicias (paradisus voluptatis) en el cual Dios colocó a Adán [...]. Tal opinión estaba ligada a la antiquísima cosmología hebraica y a la exégesis escrituraria y fue desarrollada , poco a poco, por la tradición judaico-cristiana que colocó el Paraíso terrestre o en el cielo, en el plano superior de un edificio cósmico (a menudo identificado con el "tercer cielo" de la  Visio Pauli) donde se ubicaba la Jerusalén celeste o en lugar eminente entre tierra y cielo, más allá del océano que no se podía atravesar o, también, en una localidad imprecisa más allá de la tierra e inalcanzable para el hombre".        [ Links ]         [ Links ]

34. "25. Interesa virgo prope prospiciebat et videbat quasi solarium unum altum et quietum ad quod ascendere volenti: per interpositos  gradus arduus et gravis patebat ascensus. Huc eciam Christine habenti magnam ascendendi voluntatem. sed hesitanti propter ascensum difficultatem: subito egina quam Paulo ante viderat ministrabatur adiutorium et sic ascendebat in solarium. [...] Et licet et contemplare contemplativa postmodum ad sacietatem:qundo introduxero te n thalamum meum" -ibidem,  p. 76, & 25-.

35. Empleamos esta palabra para no utilizar otras que puedan tener una carga técnicamente determinada.

36. "Vespero sero siti pariter et estu deficiens bibit pauxillum aque sicque sedavit pariter utrumque" -ibidem, p. 48, & 9-.

37. Walker Bynum, p. 323 y ss.

38. Ibidem, p. 228.

39. Ibidem.

40. Ibidem, p. 225.

41. "Quo diucius exhilarata inter. cetera que cum Deo familiaria mente non verbis miscebat colloquia in sacrario pectoris huiusmodi vocem percepit. [...] Clamore illa sed interiori affectu ingente non voce constanter respondit" -Vita, p. 180, & 79-.

42. "interea dum oracionis fieret protencio sicut solebat in extasi rapta. Vidit se  salvatoris assistere presencie. Illumque suum pre cunctis familiarissimum intra  brachiorum suorum girum pectori suo constrictum inclusisse. Sed tum timeret ne forte sicut vir muliere robustioret de se quoquomodo posset excutere: videt salvandorum subventorem Ihesum manu pia sua manus non consertis digitis. Sed aliis aliiis superpositis iunctas constringere ne minus in manuum iunccione quam in lacertorum fortitudine ad retinendum dilectum robur sentiretur"  -ibidem, p. 168, & 730151.

43. Tomo el ejemplo de Angela da Foligno (op. cit., p. 297). La mística en visión se encuentra en el sepulcro de Cristo. " Y dijo que primero besó en el pecho a Cristo -y veía que yacía con los ojos cerrados como yace un muerto en el sepulcro- y luego besó su boca [...] . Después puso su mejilla sobre la mejilla de Cristo y El puso su mano sobre la otra mejilla, la atrajo hacia sí y la fiel de Cristo oyó que decía estas palabras: 'Antes de yacer en este sepulcro te tuve así abrazada'".

44. "ipse namque informa parvuli venit probate sibi sponse, et per integrum diem mansit cum illa. non modo sensibilis. Sed eciam visibilis.Accipiens itaque virgo puerum in manibus: gracias agens astrinxit sibi ad pectus. Et inestimabili delectacione nunc et viginali illum in suo tenebat sinu. Nunc intra se immo per ipsam cratam pectoris apprehendebat intuitu" -Vita, p. 118, & 45-.

45.  Le livre de Margery Kempe (ed. de Louise Magdinier), París, Cerf, 1989, p. 133.        [ Links ]

46. Walker Bynum, op. cit., p. 229 y ss.

47.  Vide nota 1.

48. Diccionario de la lengua española, Madrid,  Real Academia española, vigésima primera edición,  1992, I , p. 938.        [ Links ]

49.  Vide ut supra, Vita, p. 168, & 73.

50. "Post perceptam enim eucharistiam vel in ipsa misse celebracione communicabat [...] sic mente excedebat Deo. Ut terrena neciens solius faciem creatoris intenderet contemplari" -ibidem, p. 154, & 68-.

51. "[visu] atque audictu" -ibidem, p. 140, & 59-.

52.  Diccionario de la lengua española,  ed. cit., II, p. 2096.

53. Peter DINZELBACHER, "Importanza e significato e dei sogni per l 'uomo medievale", en IDEM, M. P. Ciccarese, Y. Christie, W. Berschin, Le 'visiones' nella cultura medievale, Palermo, Scrinium, 1990, p. 261.        [ Links ]

54. "Neque enim phantastiche erant visiones iste sive  per sompnium. Sed vero intuitu cernebantur ab ea. Illo scilicet quo spirituales frui merentur oculi" -Vita, p. 170, & 75-.

55. San Agustín, La ciudad de Dios, en  Obras de San Agustín, Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 1978, t. XVII, p. 944.        [ Links ]

56. "Hec namque in presenti nobis est illa gloria, qui de ella non nisi  per speculum, videmus" -Vita, p. 188, & 81-.

57. San Agustín, op. cit., pp. 949-950.

58. "Unde caliginem Deus inhabitare dicitur, non quod caliginem inhabiret. sed quia lux sua pre immensitate nos corporis graves pondere hebetare videtur" -Vita, p. 188, & 81-.

59. En Tulio Gregory (ed.),  I sogni nel Medioevo, Roma, dell'Ateneo, 1985, p. 297.        [ Links ]

60. A. Bausani, "I sogni nell'Islam", en Gregory (ed.), op. cit., pp. 25-36.

61. Abate Issaco,  La contemplazione e la regola dei novizi. Prosatori minori del Trecento,. T. I. Scrittori di religione, Milán-Nápoles, Ricardo Ricciardi, 1954, p. 587.        [ Links ]

62. Guglielmo di Saint Thierry (+1149), La vita solitaria,en Prosatori minori del Trecento, p. 673.        [ Links ]

63. Bausani, op. cit., p. 29.

64. Nilda Guglielmi,  Sobre historia de las mentalidades e imaginario, Buenos Aires, PRIMED-CONICET, 1991 (Temas y testimonios, 3).         [ Links ]

65. Daniel Bornstein y Roberto Rusconi (eds.), Mistiche e devote nell'Italia tardomedievale, Nápoles, Liguori, 1992, pp. 127-8.        [ Links ]

66.   "Qui [Burthred] dum per unum ostium intravit, ipsa per alium sibi fugam consiluit. Habenque ante se quidem sepem  qundam, queper altitudinem et supereminentibus preacutis sudibus transcensum prohibere videbatur"-Vita, p. 52, & 12-.

67. Aldous Huxley,  El cielo y el infierno (ed. du Rocher), citado por J. Lacarrière, Los hombres ebrios de Dios, Barcelona, Aymá, 1964, p. 270.        [ Links ]

68. "protracta ieiunia. modicus cibus isque crudarum herbarum.potus aq  ue ad mensumra. noctes insomnes. severa verbera" -Vita,  p. 114, & 44-.

69. "Quam nullius improbitatis ímpetu, sed dulci blandoque affatu disseruit percunctandam" -ibidem, p. 152, & 66-.

70. "insolite fragancie" -ibidem, p. 124, & 49-.

71. Probablemente se refiere al priorato de Santa María en Huntingdon, fundado entre 1086 y 1092.

72. Shillington es un villorrio del Bedforshire limitando con Herforshire, a 25 millas de Huntingdon y a  17 de san Albano, casi en línea recta.

73. La cita no corresponde a Romanos.

74. Ralph Glambard, originariamente al servicio de Mauricio, obispo de Londres, fue consagrado obispo de Durham el 5 de junio del año 1099. Murió en 1128.

75. Jn. ,13, 2.

76. Para no incurrir en error se entiende que se trata de los miembros de la comitiva del obispo.

77. Esta es una versión medieval de Ovidio, Epistulae ex Ponto, iv.s.5. Cf. Job 14. 19: "Y el agua corroe las piedras".

78. 1Cor. 15,33.

79. No mencionado por otras fuentes, el primer prior de Santa María de Huntingdon es Roberto,1147.

80. Bukden es una residencia de los obispos de Lincoln sobre el Great North Road, a 4 millas al suroeste de Huntingdon.

81. Un Roberto, preboste de Huntingdon, testigo en el acuerdo entre Autti y el obispo de Ramsey, abad de la iglesia de Shillington entre 1114 y1123.....

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