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Mastozoología neotropical

Print version ISSN 0327-9383

Mastozool. neotrop. vol.19 no.1 Mendoza June 2012

 

 EDITORIAL

 

Algunas tendencias en el desarollo de la mastozoología en la región

 

La invitación a escribir este Editorial me permite expresar por escrito mi profundo agradecimiento por el Premio SAREM que me fuera otorgado en 2010. Esta distinción refleja sobre todo la generosidad de quienes lo concedieron, puesto que mi participación activa en la vida de la Sociedad se limita a la última de sus tres décadas de existencia (Merani, 2010). Dedicaré las líneas que siguen a esbozar algunas reflexiones sobre el estado de desarrollo de nuestra ciencia y sobre las oportunidades y desafíos que se nos presentan. Se trata, vale la pena aclarar, de conjeturas sobre tendencias que en varios casos ameritarían una evaluación crítica en base a la recolección y análisis de datos de manera más sistemática.
Con matices y variantes, la región latinoamericana ha tenido en tiempos recientes un importante crecimiento económico. Asociado al mismo se han constatado mayores inversiones públicas en educación a todos los niveles, desde la educación inicial hasta los posgrados, y mayores inversiones en investigación y desarrollo. Dicho esto, se observan dos fenómenos que llaman a cierta cautela a la hora de interpretar estas tendencias. En primer lugar, existe una enorme heterogeneidad entre países. Para poner ejemplos evidentes, aquellos países que comenzaron a volcar recursos a la educación y la investigación más tempranamente (Argentina, Brasil y Chile son ejemplos en nuestro entorno inmediato) se destacan también en la actualidad, y están por encima de países con menor tradición en la fracción del PBI que destinan a estas áreas. En segundo lugar, son muy pocos los países de la región que invierten en ciencia y educación valores relativos comparables a los de los países desarrollados. Vale la pena mencionar algunos detalles adicionales, que no por evidentes pierden importancia. Para comenzar, un mismo porcentaje del PBI representa algo muy distinto para una economía de gran tamaño que para una pequeña, y la inversión per capita varía enormemente, además, según el tamaño de la población involucrada en dicha economía. Por otra parte, la distribución social de los recursos es particularmente desigual en América Latina (estadísticas disponibles en http://data.worldbank.org/indicator, por ejemplo).
Creo razonable concluir que la ciencia está experimentando una fase de crecimiento significativo en nuestros países, aunque es importante asociar políticas específicas de carácter igualitario (entre regiones dentro de cada país, y entre países en la región) a estos esfuerzos. Como resultado, vemos signos positivos en el aumento del número de investigadores y estudiantes de posgrado. En 2011 hubo dos congresos de mastozoología casi simultáneos (coordinar no es lo nuestro); uno en Brasil y otro en México. Cada uno contó con la participación de más de 500 investigadores y estudiantes, algo impensable hace una o dos décadas. Si comparamos este panorama con el de EE.UU. y Canadá, vemos que la tradicional reunión anual de la American Society of Mammalogists no supera estos guarismos. Parecería que en nuestra región el acercamiento a la ciencia através de grupos de organismos en particular cumple un papel relativo más importante que en EE.UU. y Canadá.
Por otra parte, en Latinoamérica son mucho más modestos los eventos que se centran en disciplinas como la ecología y la evolución, que en EE.UU. y Canadá motivan congresos anuales con miles de participantes. De las disciplinas que tienen vínculos más claros con la diversidad organísmica, la genética ha concitado eventos de mayor envergadura que las antes mencionadas en la región. Las razones son seguramente complejas, pero vale la pena notar que en nuestra región la citogenética estableció una temprana y fructífera relación con el estudio de la diversidad biológica, incluyendo en especial a la mastozoología. En la misma dirección, la importancia biomédica de la genética seguramente favoreció un interés relativamente temprano por su estudio en la región.
Los eventos científicos y las sociedades que los convocan reflejan el estado de la ciencia, y también influyen en su evolución, por lo cual observar estas tendencias es interesante a la hora de pensar en el futuro científico de la región. Una primera conjetura es que el cóctel de formación por disciplinas y formación por grupos taxonómicos posiblemente tenga diferentes proporciones en distintas universidades de la región, aun dentro de países grandes como la Argentina, y también que la formación disciplinar haya ganado mayor peso relativo en algunos países (la ecología en Chile, por ejemplo) que en otros.
Por su pequeño tamaño, la comunidad mastozoológica uruguaya ha optado por incorporarse a la SAREM en lugar de formar una sociedad propia (ver D'Elía, 2004). Pero ha sido notorio el surgimiento de sociedades mastozoológicas en diversos países de la región. Algo más atrás están los esfuerzos de coordinación de estas sociedades entre sí y con otras comparables en el mundo. Sin embargo, merecen destacarse en este sentido los primeros pasos de la Red Latinoamericana de Mastozoología, cuyo II Congreso coincidirá con las XXV jornadas de la SAREM (Buenos Aires, noviembre de 2012), y la creación de la International Federation of Mammalogists (IFM), formada por sociedades profesionales en mastozoología (incluyendo, naturalmente, la SAREM). Si bien la IFM surge como una transformación de los International Theriological Congresses (véase la reseña histórica en mammalogyinternational.org), es significativo que su primera reunión presencial tuvo lugar en Mendoza en el año 2009, en asociación con el noveno International Mammal Congress. No puedo imaginar una mejor carta de presentación de la SAREM a la comunidad mastozoológica internacional que el haber podido organizar, contra reloj, un congreso de esta magnitud con un éxito notorio (Mantilla-Meluk, 2009).
Hasta ahora anotamos, como tendencias, el crecimiento (desigual) de la ciencia regional, evidenciado por el aumento en el número de investigadores establecidos y de estudiantes de posgrado. A este desarrollo se asocian la conformación de sociedades mastozoológicas nacionales, redes regionales e internacionales constituidas por dichas sociedades, y un aumento en el número de congresos y jornadas y en la concurrencia a los mismos. En este contexto de crecimiento, es natural que haya crecido también el número de trabajos colaborativos entre mastozoólogos de nuestra región, con o sin participación de investigadores del primer mundo. Las políticas a favor de la cooperación científica dentro de la región han sido limitadas, aunque pueden contarse entre ellas pequeños apoyos a la movilidad de científicos y estudiantes entre laboratorios, algunasbecas nacionales abiertas a estudiantes de otros países y unos pocos programas específicos de cooperación científica, asunto en el cual ha habido más avances en campos como la biotecnología que en los que nos conciernen como mastozoólogos.
La conclusión sobre este punto es que la cooperación científica regional ha crecido principalmente como un subproducto del crecimiento científico general. Hace tres o cuatro décadas, los científicos de la región trabajaban exclusivamente en sus países o en colaboración (con frecuencia en condiciones de enorme asimetría) con investigadores del primer mundo, pero la colaboración científica dentro de la región era limitada. Observamos que esta última dimensión ha crecido y se ha agregado al espectro de formas de trabajo, sin sustituir o desplazar a las restantes. Que existan más y más diversas oportunidades de formación e investigación en el vecindario es algo bueno, como lo es en general un mayor acceso a laboratorios extrarregionales. En investigación, los problemas dictan, o debieran dictar si los trabajos deben llevarse adelante a escala local o si requieren del aporte de diferentes laboratorios o investigadores. Dicho esto, y aceptando por tanto que no hay ni debe haber una respuesta única a las oportunidades de cooperación, los recursos humanos capacitados y la infraestructura científica son limitados, de modo que es natural procurar su utilización amplia y con apertura hacia la colaboración.
La formación de científicos sigue, en parte, las tendencias antes señaladas y se observa un movimiento hacia la diversificación de trayectorias, que ya no son exclusivamente locales o en colaboración más o menos fuerte con el primer mundo, sino que incluyen experiencias más o menos fuertes de movilidad regional. Pero, más allá del crecimiento natural en este sentido, es importante apostar hacia una política fuerte de colaboración en la formación científica, especialmente a nivel de posgrado. La circulación de ideas, la exposición a cursos e investigaciones de calidad en muy diversos campos, son claves para la formación científica de las nuevas generaciones. El desarrollo de cursos o escuelas regionales de posgrado, con participación de docentes de nuestros y otros países, permiten complementar la formación nuclear que puede ofrecer cada institución. A modo de ejemplo podemos mencionar la Escuela Latinoamericana de Evolución, con ediciones en Uruguay (2009) y Chile (2011: http://www.elaevo2011.cl/informaciongeneral.html). Todo indica que la tercera edición de la Escuela se llevará a cabo en Buenos Aires en 2013, consolidando una frecuencia bianual y en distintos países. Como se puede observar, esta iniciativa aspira a ser "latinoamericana" pero su trayectoria inicial ha estado concentrada en el Cono Sur, de donde han provenido la mayoría, pero no todos, sus estudiantes.
La SAREM ha asociado, históricamente, cursos de distinto tipo a sus jornadas, ofreciendo de ese modo oportunidades de formación para sus socios en etapa de formación, y más en general para los estudiantes que participan en las jornadas. Un desafío interesante para la Sociedad puede ser obtener de parte de los estudiantes que son socios de SAREM, o que participan en las jornadas (incluyendo las de 2012, que tendrán una dimensión regional), información sistemática sobre sus necesidades de formación. Se necesita información, no solamente en cuanto a cuáles son los temas o tipos de oferta formativa más demandados, sino sobre la distribución de necesidades y ofertas, puesto que sabemos que las condiciones varían enormemente entre regiones y países. En base a la información obtenida, se podría procurar el desarrollo de una oferta de cursos y otras actividades formativas a la medida de esas necesidades. Dicho desarrollo puede hacerse desde la Sociedad, pero ésta puede también presentar su diagnóstico y propuestas a los responsables nacionales de políticas de formación e investigación.
En suma, tengo una impresión favorable sobre las tendencias de crecimiento de nuestra ciencia, pero creo que es necesario identificar algunas deficiencias y actuar sobre ellas. Esto se aplica en particular al equilibrio entre la formación orientada a grupos como los mamíferos, y aquella orientada a las disciplinas, como la ecología y la evolución, al aprovechamiento de los recursos humanos y materiales a escala regional, y a la atención directa de los problemas generados por el desarrollo desigual en varias escalas geográficas y políticas.

Enrique P. Lessa

Departamento de Ecología y Evolución, Facultad de Ciencias, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay Enrique.lessa@gmail.com

LITERATURA CITADA

1. D'ELÍA G. 2004. Acerca de la mastozoología uruguaya. Mastozoología Neotropical 11:1-4.         [ Links ]

2. MANTILLA-MELUK H. 2009. Sobre la importancia del ICM 10 (International Mammalogical Congress) para la comunidad mastozoológica latinoamericana. Mastozoología Neotropical 16:287-289, Mendoza, 2009         [ Links ]

3. MERANI MS. 2010. Veintiocho años: entre sueños y realidades. Mastozoología Neotropical 17: 257-261.         [ Links ]

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