SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.23 número2Mamíferos exóticos invasores de Argentina: qué y cuánto sabemos sobre su ecología, impacto y manejo índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

Compartir


Mastozoología neotropical

versión impresa ISSN 0327-9383versión On-line ISSN 1666-0536

Mastozool. neotrop. vol.23 no.2 Mendoza dic. 2016

 

EDITORIAL

Una mirada a la documentación taxonómica de mamíferos en Colombia

 

Frank Chapman (1917), en la introducción al artículo que resume las expediciones que se realizaron a finales del siglo XIX y principios del XX al territorio colombiano por parte del equipo de investigación del American Museum of Natural History, refiriéndose a la diversidad de aves en Colombia, menciona: "it possesses more diverse physiographic and climatic conditions, combined with a greater variety of animal life, than any other part of South America of similar extent". Estas líneas definen bien la importancia que el territorio colombiano ha tenido para el entendimiento de la evolución de la biota de la región. Su posición estratégica es la puerta de acceso para el gran intercambio de fauna, tras la compleción del Istmo de Panamá y el adorno particular que imprimen elementos únicos producto de una intensa dinámica geológica, como lo es el levantamiento de los Andes en sus tres rangos cordilleranos, los sistemas independientes de la Serranía del Baudó, en el Pacífico, la Serranía de San Lucas y La Sierra Nevada de Santa Marta en el Caribe, La Serranía de la Macarena y las formaciones de La Lindosa y Chiribiquete en la Guayana colombiana, en adición a los sistemas insulares de San Andrés y Providencia, en el Caribe, y Gorgona y Malpelo, en el Pacífico, se suman a su condición adyacente a puta­tivos centros de especiación como se ha propuesto a Los Andes Centrales, Centro América, el Caribe, la Amazonía y la Guayana. Lo anterior ha resultado en un sinnúmero de escenarios en los que la selección natural ha actuado de forma diversa, dejando como subproducto una enorme diversidad biológica, que ubica a Colombia entre los países megadiversos del planeta. Los mamíferos contribuyen de una manera muy significativa a esta diversidad. Con más de medio millar de especies, Colombia ocupa la sexta posición en diversidad en este grupo a nivel mundial y el primer lugar en fauna quiróptera en el Neotrópico, siendo el país con el mayor número de especies de murciélagos filostómidos y embalonúridos en la región.

La documentación de tal diversidad, como puede inferirse, ha sido una tarea histórica con­tinua, en la que han participado varias generaciones de mastozoólogos locales y extranjeros de múltiples instituciones. Como consecuencia de este desarrollo, la mastozoología se nos presenta en el siglo XXI como un campo que ha ido encontrando su madurez en el país. El desarrollo de escuelas de biología y el fortalecimiento del campo en las mismas, ha resultado en un volumen cada vez mayor de científicos que enfocan su investigación en la mastofauna colombiana.

El optimismo que genera la renovación del interés mastozoológico en las nuevas generaciones de jóvenes investigadores y la feliz diversificación del espectro de preguntas y métodos, contrasta con el menor desarrollo que en el país han experimentado los estudios taxonómicos. Un rápido vistazo sobre el tipo de actividades que desarrollan los mastozoólogos colombianos indica que el trabajo sistemático que permita la formulación de hipótesis de parentesco entre taxones y la eventual descripción de diversidad no documentada se resumen en esfuerzos de un número bajo de investigadores, cuando se le compara con la dimensión de nuestra diversidad teriológica. De las 519 especies contenidas en el territorio nacional, la descripción de taxones por parte de científicos colombianos no llega al 3%. ¿Por qué, siendo Colombia uno de los países más diver­sos en mamíferos, con una larga trayectoria museológica y colecciones científicas relativamente bien representadas (taxonómica y geográficamente), el trabajo sistemático y taxonómico sobre mamíferos por parte de nacionales es tan escasamente representado en la literatura científica?

En este editorial quisiera plantear una reflexión sobre esta pregunta. Al realizar este ejercicio, identifico los siguientes elementos como potenciales explicaciones, entre muchas que pueden escapar a mi conocimiento: 1) ausencia de la figura de curadores en las colecciones científicas; 2) difícil acceso a especímenes de referencia de otras regiones fuera del país; 3) políticas nacionales disuasivas frente a la recolección de especímenes; y 4) pseudoconocimiento. En mi opinión, estos elementos no excluyentes se han sumado en la historia del desarrollo del campo y se derivan de una falta de apoyo más comprometido de los entes gubernamentales a las colecciones científicas. Las colecciones mastozoológicas, como otro tipo de colecciones biológicas en Colombia, a la fecha no cuentan con apoyo específico por parte de los entes del Estado, que garanticen, entre otras, su manutención y buenas prácticas. Dentro de las deficiencias derivadas de esta situación está la ausencia de recursos para la contratación de suficiente personal especializado en el desarro­llo de actividades propias de estos espacios académicos e investigativos, en áreas, que en orden de importancia, serían: la investigación sistemática, el manejo de colecciones y la museología.

En Colombia, el número de curadores que cuenta con formación directa a nivel de posgrado en sistemática es muy bajo, y una fracción mucho menor corresponde a especialistas en la taxo­nomía de algún grupo de mamíferos. La mayoría de las colecciones cuentan con tan solo una sola persona que, más que curador, hace las veces de gerente o administrador de las colecciones, labor que resta tiempo a la función investigativa. Estas personas realizan su importante trabajo sin recibir una remuneración directa por el mismo, o en el caso de profesores universitarios, sin un debido reconocimiento a esta labor dentro de su carga académica. Al interior de las colec­ciones, mucho del trabajo operativo e investigativo recae entonces sobre estudiantes que se han forjado de manera autodidacta en la documentación sistemática. Cualquiera en nuestro campo entiende que dilucidar relaciones de parentesco, independientemente del grupo taxonómico o el método utilizado, demanda muchas horas del principal insumo en este trabajo, que es la observación detallada y entrenada.

A esto se suma la inherente complejidad de la condición de Colombia como punto geográfico equidistante de regiones contrastantes en sus ecologías y afinidades biogeográficas, lo exige al investigador en documentación de la mastofauna del país una cobertura taxonómica extensa y una percepción amplia de la variabilidad de los caracteres en términos geográficos. Si bien nuestras colecciones nacionales han cumplido con la tarea de cubrir gran parte de la geografía del país, existe un enorme desbalance en términos del número de científicos colombianos que han contado con la oportunidad de revisar las muy importantes colecciones mastozoológicas en instituciones fuera del país, y de esta manera tener una percepción más elaborada de la variabilidad de los grupos que encierra nuestro territorio. No existen, por parte de los entes reguladores de la ciencia en Colombia, programas de ayudas o becas que tengan como foco la generación de conocimiento taxonómico y sistemático a través del trabajo en colecciones. En la actualidad, los científicos colombianos dedicados a la actividad de documentación de una biota señalada como megadiversa ven muy seriamente comprometida su labor, pues existe un profundo desentendimiento por parte de los órganos estatales, reguladores de los recursos naturales en el país, sobre el fin último de la actividad científica, su relevancia y el compromiso ético que se asocia a la generación de información sobre la dinámica de la vida y sus relaciones evolutivas en un país como el nuestro, que encierra pistas valiosas de múltiples fenómenos en su diversi­dad. Colombia es reconocida internacionalmente por ser una de las naciones en las que más se dificulta la realización del trabajo de documentación científica en campo. Las normativas vigentes, lejos de facilitar el desarrollo ya complejo del trabajo en campo, imponen limitaciones burocráticas y, recientemente, importes monetarios a la recolección de especímenes con fines de inventario científico. Los permisos para trabajo con material genético son dispendiosos, impiden la planificación y dificultan el desarrollo de proyectos colaborativos con pares en instituciones fuera del país.

Finalmente, de mi experiencia en la investigación y la docencia, he percibido que para una porción numerosa del público, incluyendo administradores en los sectores ambientales y hasta en ciertos círculos científicos, existe la percepción de que los problemas taxonómicos de la mas­tofauna de Colombia están más que resueltos y no hay necesidad de recolectar nuevo material para ser analizado a la luz de la sistemática y la filogeografía. Esto es obviamente parte de una visión desinformada. Existen aún departamentos que no cuentan con colecciones científicas locales, como es el caso del departamento del Quindío, que a pesar de estar ubicado en el centro geográfico del país, equidistante de las principales capitales de la región andina que albergan las principales colecciones científicas de mamíferos, no contaba sino con 34 especies de mamíferos con material museológico que permitiera la falsificación de hipótesis taxonómicas. De otra parte, hemos podido verificar que en aquellos lugares de la geografía nacional, donde se ha desarro­llado un trabajo juicioso en la documentación biológica, los resultados son sorprendentes. Un ejemplo ha sido la labor adelantada por la Universidad Tecnológica del Chocó en los últimos 10 años, producto de la cual se ha permitido determinar que en la porción central del Chocó colombiano se encuentra la localidad más diversa en quirópteros en el Neotrópico. Asimismo, exploración reciente de regiones apartadas, como el Parque Natural Nacional Chiribiquete en la Guayana Colombiana, nos han permitido sumar cerca de 70 taxones de murciélagos en tan solo tres expediciones cortas, y tras el análisis de material museológico recolectado previamente en el área, se ha descrito una nueva especie del género Lonchorhina. Lo anterior trae a la memoria el editorial magistralmente escrito por B. Patterson sobre la ineludible necesidad de la recolección de especímenes en campo y la documentación detallada (Patterson, 2002). Nuestro territorio continúa en gran medida inexplorado, tanto en sus rincones más apartados como en los remanentes de áreas naturales cerca a los centros más poblados. La urgencia en la docu­mentación taxonómica se acentúa cuando se tienen en cuenta las desproporcionadas trasformaciones que sufren sistemas como el Alto-Andino, que por efecto de las acciones antrópicas ha perdido el 60% de su cobertura, o el Bosque Seco Tropical del Caribe, del cual en la actualidad solo permanece el 8% de su cobertura original. No existe en Colombia región que escape a la trasformación de los megaprocesos económicos que favorecen la actividad minera y extracción de hidrocarburos, o los monocultivos que amenazan con toda su infraestructura en los cuatro puntos cardinales de Colombia.

En este difícil contexto, y frente a las urgencias planteadas, se hace preciso que la sociedad científica latinoamericana trabaje al unísono en el diseño de estrategias de cooperación en pro de la capacitación, entrenamiento y trasmisión de tecnología y conocimiento en áreas, como el trabajo curatorial y de manejo de colecciones y la documentación sistemática. Ejemplos exito­sos que indican que es posible este tipo de interacciones han sido el Primer Simposio Regional de Colecciones Mastozoológicas, que se hizo posible gracias al esfuerzo de las universidades de la Amazonía, Tecnológica del Chocó y del Quindío y que convocó en el piedemonte andino-amazónico colombiano a los curadores de las colecciones más importantes que albergan material de la región (FMNH; AMNH; USNM; QCAZ; Instituto Lillo; Museo Nacional Bernardino Riva­davia y Museu Nacional de Rio de Janeiro), incluyendo varias colecciones colombianas (MHUC, ICN, CMUQ, COLTERORNI, UA). También es importante la sinergia regional para el trabajo de documentación de la diversidad en campo, como ejemplifica el Programa de Monitoreo de Delfines de Río, liderado por la Fundación Omacha, que en trabajo colaborativo ha cubierto más de 25 000 km de ríos, integrando al menos 20 instituciones en la región y que ha derivado en el planteamiento de nuevas hipótesis filogenéticas para estos mamíferos acuáticos. Asímismo han sido de valor incalculable los cursos de sistemática que, con la participación de expertos de la región, se han adelantado en varios centros académicos del país incluyendo los esfuerzos de la Universidad Nacional en su colección de mamíferos.

En la región contamos con un enorme potencial en el volumen de jóvenes curiosos interesa­dos en la mastozoología. Es en la labor orientadora a las nuevas generaciones en donde está el desarrollo, no solo de los estudios de documentación, sino en el conocimiento que sobre la base sólida de nuestro entendimiento de la diversidad y los procesos que subyacen a esta podamos acumular, mientras desde otros ángulos del quehacer mastozoológico se desarrollen e imple­menten las estrategias efectivas que detengan o mitiguen los efectos negativos que las acciones humanas causan sobre los ecosistemas naturales. Este editorial se escribe con la esperanza de llevar a los tomadores de decisiones en el país en sus diferentes figuras (corporaciones regionales, ministerios, COLCIENCIAS, Instituto Humboldt) el mensaje de hacer del apoyo a las colecciones una prioridad de su actividad; espero también que estas líneas motiven la siempre saludable discusión académica sobre las maneras de promover el trabajo en la sistemática de mamíferos en Colombia; y finalmente, este editorial no es más que una invitación a concretar las acciones de colaboración que se vienen tejiendo desde diferentes espacios de convergencia regional, como lo son la RELAM y la RELCOM y demás organizaciones científicas que promueven la generación de conocimiento de los mamíferos en nuestra casa grande.

Hugo Mantilla-Meluk

Programa de Biología Universidad del Quindío Armenia, Quindío Colombia <hugo.mantillameluk@gmail.com>

LITERATURA CITADA

1. CHAPMAN FM. 1917. The distribution of bird life in Colombia; a contribution to a biological survey of South America. Bulletin of the American Museum of Natural History 36:1-729.         [ Links ]

2. PATTERSON BD. On the continuing need for scientific collecting of mammals. Mastozoología Neotropical 9:253-262.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons