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Mastozoología neotropical

versión impresa ISSN 0327-9383versión On-line ISSN 1666-0536

Mastozool. neotrop. vol.24 no.1 Mendoza jun. 2017

 

SECCIÓN ESPECIAL
EL ASPECTO HUMANO DE LA CONSERVACIÓN

Experiencia de monitoreo participativo de fauna en el Chaco Seco argentino

 

Micaela Camino1, 2, 3, Sara Cortez, Silvia D. Matteucci1, 2 y Mariana Altrichter3, 4

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Godoy Cruz 2290, CP1425, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
2 Grupo de Ecología de Paisaje y Medio Ambiente de la Universidad de Buenos Aires (GEPAMA), of. 420, Pab. 3, Ciudad Universitaria, CP1428, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
3 IUCN – Grupo de Especialistas en Pecaríes, Rue Mauverney 28, 1196 Gland, Switzerland [correspondencia Micaela Camino, <micaela_camino@hotmail.com>].
4 Prescott College, 220 Grove Ave, AZ 86301, Prescott, Estados Unidos.

Recibido 1° septiembre 2015.
Aceptado 9 enero 2017.
Editora invitada: E Cuéllar


RESUMEN.

Las medidas de conservación tienen mayor probabilidad de éxito cuando consideran la percepción y opinión de las personas locales que están en contacto con aquello que se desea proteger. Una manera para considerar la percepción local es incluir pobladores locales en trabajos de investigación y monitoreo. Trabajamos en una porción del Chaco Seco rica en biodiversidad y donde la información sobre vertebrados medianos y grandes es escasa y necesaria. Aplicamos un monitoreo participativo junto con pobladores campesinos criollos y originarios wichís. En este artículo analizamos la capacidad de este método para incorporar pobladores locales. Explicamos el desarrollo de la metodología y los elementos que la conformaron, cómo trabajamos con estos pobladores y cómo se colectaron los datos. Por último, analizamos si el método permitió cumplir los objetivos científicos de investigación: (i) determinar las especies presentes de vertebrados medianos y grandes (>0.5 kg), (ii) monitorear su presencia y (iii) describir los ambientes naturales donde los animales eran detectados. El monitoreo participativo permitió cumplir con los tres objetivos propuestos. Este no fue solo una herramienta para colectar datos sino también de integración social. El mismo estuvo compuesto por diferentes actividades: reuniones, capacitaciones, prácticas y colecta de datos, etc. Los pobladores locales agregaron objetivos a los inicialmente propuestos, participaron de las actividades de decidir los métodos de colecta de datos y de resolver inconvenientes. El método permitió integrar personas normalmente excluidas del sistema, tomar en cuenta sus percepciones y fortalecer sus capacidades.

ABSTRACT.

Participatory wildlife monitoring in the Argentine Dry Chaco.

Conservation measures are more likely to succeed when they take into account the perceptions and opinions of the local people who are in contact with the intended targets of protection. One way to account for local perceptions is to include local people in research and monitoring. We worked in a portion of the Dry Chaco that is rich in biodiversity, yet poor in urgently-needed information on medium and large vertebrates. We applied participatory monitoring together with small-scale ranchers, criollos, and indigenous Wichi residents. In this article we analyze the effectiveness of this method in incorporating local people in research activities. We explain the development of the methodology and its components, how we worked with local people and how we collected the data. Participatory monitoring comprised several different activities: meetings, training, practice and data collection. Local settlers added goals to those initially proposed, participated in activities, decided on methods of data collection and solved problems. Finally, we analyzed whether the method allowed us to meet the scientific objectives of our research: (i) to determine the species of medium and large vertebrates (> 0.5 kg) that are present in the area; (ii) to monitor their presence; and (iii) to describe the natural environments where animals were detected. With participatory monitoring we did meet our three scientific objectives. Yet participatory monitoring was not only a tool for collecting data, but also a tool for social integration. The method allowed the participation of people normally excluded from the system, to take into account their perceptions and to strengthen their capacities.

Palabras clave: Chaco; Conservación; Criollos; Pobladores locales; Wichís.

Key words: Chaco; Conservation; Local inhabitants; Small-scale ranchers; Wichí.


INTRODUCCIÓN

Cuando realizamos una investigación biológica, los científicos normalmente nos enfocamos en el elemento o sistema natural que estudiamos. Hay casos en que personas de otras culturas están en contacto directo con el elemento o sistema natural que estudiamos. Cada cultura percibe y tiene una relación particular con la naturaleza (Colding y Folke, 2001; Berkes, 2012; Wolverton, 2014). Ignorar las perspectivas locales en las investigaciones científicas conlleva el riesgo de proponer o apoyar medidas autoritarias (Brechin et al., 2002; Dahal et al., 2014; Wolverton, 2014). Estas medidas pueden ser injustas social y ambientalmente e incrementar problemas preexistentes como pobreza, inseguridad en la tenencia de la tierra, entre otros. Además, este tipo de medidas son difíciles de sostener en el tiempo, y cuando trabajamos en conservación y uso sustentable, pueden dificultar acciones presentes y futuras (Brechin et al., 2002; Adams et al., 2004; Dahal et al., 2014; Wolverton, 2014).

Las estrategias de conservación pueden incluir pobladores que se encuentran en contacto directo con aquello que se espera conservar. Las estrategias resultan más democráticas cuando consideran las necesidades locales y facilitan que futuras acciones surjan a partir de perspectivas locales (Berkes, 2007; Danielsen et al., 2009; Dahal et al., 2014). Una manera de involucrar a los pobladores locales es hacerlos partícipes en trabajos de investigación y monitoreo, y ellos pueden tener diferentes grados de participación en estas iniciativas (Danielsen et al., 2009). La suma y sistematización de casos permite reconocer fortalezas y errores en estas investigaciones y que este campo de estudio continúe desarrollándose.

El Chaco Seco es una región con gran riqueza cultural (Camino et al., 2016) donde se presentan serios conflictos sociopolíticos, e.g. pobreza, inseguridad en la tenencia de tierra o corrupción (INDEC, 2010; Bergallo, 2016). Esta región tiene, además, una alta diversidad de especies animales y vegetales (Bucher y Huszar, 1999; Nori et al., 2016). Entre estas especies llama la atención la presencia de mamíferos medianos y grandes normalmente asociados a ecosistemas húmedos, e.g. tapir (Tapirus terrestris; Redford et al., 1990). La región también está habitada por especies de mamíferos en peligro de extinción, endémicas, altamente distintivas evolutivamente o que cumplen importantes roles ecosistémicos (Canevari y Vaccaro, 2007; Ojeda et al., 2012; EDGE, 2016; IUCN, 2016; Nori et al., 2016). Pese a la importancia de conservación de estas especies, la información sobre los mamíferos medianos y grandes del Chaco Seco es escasa, por lo tanto es urgente generar información para conservar los mamíferos de la región (Camino y Cortez, 2010; Periago et al., 2014; Nori et al., 2016) pero las investigaciones deben considerar el complejo contexto en que se desarrollarán.

En una porción del Chaco Seco argentino aplicamos un monitoreo participativo de base local (clase 3 sensu Danilesen et al., 2009; Camino, 2014). En este artículo analizamos el método aplicado y su capacidad para incorporar a los pobladores originarios wichís y campesinos criollos y sus visiones a un trabajo de investigación. Explicamos el desarrollo de la metodología aplicada y los elementos que la conformaron, cómo trabajamos con estos pobladores locales y cómo colectamos los datos. Por último, analizamos si el método nos permitió cumplir los objetivos científicos de nuestra investigación. Comenzamos a trabajar en el Chaco Seco en el año 2010 y analizamos el periodo de trabajo de 2010 a 2014. Antes de comenzar nuestro trabajo, en 2009, nuestros objetivos fueron: (i) determinar las especies de mamíferos medianos y grandes (> 0.5 kg) presentes en una porción del Chaco Seco Argentino, (ii) monitorear su presencia, y (iii) describir los ambientes naturales donde los animales eran detectados. Al llegar al área de estudio encontramos una situación cultural, social y económica compleja (detallada en Sección Área de estudio). Por esto decidimos incorporar a los pobladores locales y sus visiones en la investigación.

METODOLOGÍA

Área de estudio

Trabajamos en 2.370 km2 de la región del Chaco Seco Argentino, Provincia de Chaco, Departamento Güemes (Fig. 1). La región presenta una marcada estacionalidad térmica e hídrica (Morello, 2012). Está amenazada por el avance de la frontera agrícola pero conserva grandes superficies de coberturas naturales (Hansen et al., 2013). Dominan bosques xerofíticos que se alternan con otras clases de bosques, arbustales, pastizales y otros ambientes (Morello, 2012). El área de estudio es rica en especies y endemismos pero la información sobre las especies presentes y sobre su ecología es escasa (Redford et al., 1990; Bucher y Huszar, 1999; Camino y Cortez, 2010; Nori et al., 2016).


Fig. 1. Área de estudio; Chaco Semiárido argentino, provincia de Chaco (2730 km2). P: Parque, N: Nacional, Lím: Límite.

El área de estudio es de las más pobres del país, posee difícil acceso al sistema de salud, al agua potable y a otros servicios. Además tiene poca participación en el sistema productivo nacional (Altrichter, 2008; INDEC, 2010; Camino, 2014). La densidad humana es baja, compuesta principalmente por campesinos criollos y originarios wichís con economías de subsistencia (Altrichter, 2008; Camino et al., 2016). Se trata principalmente de población rural aunque hay algunos pueblos y ciudades pequeñas (Fig. 1). Criollos y wichís pertenecen a una cultura diferente a la dominante en Argentina y se encuentran en íntima relación con los ambientes y recursos naturales que los rodean (Arenas, 2003; Palmer, 2005; Camino et al., 2016). Estas personas habitan en puestos, formados por una vivienda, o en parajes o comunidades, que son varias viviendas agrupadas en hasta 30 unidades. Puestos, parajes y comunidades están rodeados de ambientes naturales, separados entre sí 8 km aproximadamente (Altrichter, 2008). Los pobladores locales caminan estos ambientes más de una vez a la semana (Altrichter, 2008; Camino, 2014; Camino et al., 2016).

Desarrollo del monitoreo participativo

Camino (2014) determinó que un monitoreo cercano a la clase 3 (sensu Danielsen et al., 2009) era factible. Este monitoreo permitió involucrar a los pobladores locales y sus visiones y, al mismo tiempo, cumplir nuestros objetivos científicos iniciales (detallados en la Introducción). Antes de comenzar seleccionamos 7 zonas en las que aplicamos el monitoreo participativo (ver detalles en Camino, 2014). Conformamos un equipo técnico-científico compuesto por dos biólogas y entre uno y tres técnicos de campo. Nos asesoramos con personas especializadas en el trabajo con pobladores locales en el área: psicólogos sociales, ingenieros agrónomos y antropólogos. Definimos las actividades que conformaron el monitoreo participativo, el método constó de diferentes actividades y no solo de colecta de datos (Fig. 2). Luego, aplicamos este monitoreo junto a pobladores campesinos criollos y originarios wichís.


Fig. 2. Cada color representa una actividad diferente que compuso el monitoreo participativo de base local para el registro de vertebrados medianos y grandes (> 0.5 kg) en el Chaco Seco Argentino con pobladores criollos y wichís. El eje horizontal indica mes y año en que comenzó y terminó cada actividad. Los Talleres de Intercambio están subdivididos en el uso principal dado a estos talleres en cada etapa. Obj: objetivos.

Talleres de intercambio

Una de las actividades que conformaron el monitoreo participativo fueron los talleres de intercambio, que comenzaron en Marzo de 2011 (Fig. 2). Estos talleres eran reuniones de entre 1 y 3 representantes del equipo técnico-científico con grupos de entre 4 y 16 personas locales. Agrupamos a las personas locales según su afinidad geográfica y social y trabajamos con un total de 7 grupos, uno por zona (Camino, 2014). Inicialmente los talleres fueron un espacio para intercambiar objetivos con los participantes locales. Expusimos nuestros objetivos y dimos lugar para que los participantes propusieran los suyos. Para esto formulamos la propuesta de forma pausada y preguntamos cuáles eran sus objetivos de participar. Respetamos momentos de silencio de hasta 10 minutos. En el caso de los participantes originarios wichís, además de los silencios, las preguntas estaban seguidas de debates en idioma wichí. Generalmente las preguntas debían ser formuladas nuevamente. Una vez establecidos los objetivos de trabajo, utilizamos los talleres para definir los métodos de campo que usaríamos, i.e. qué datos colectaríamos y cómo (Fig. 2).

Hasta agosto de 2012 realizamos dos talleres por mes con cada grupo (36 por grupo, 252 en total). Luego realizamos los talleres una vez al mes hasta agosto de 2014. Los talleres fueron un espacio de debate, conversación e intercambio. Los participantes entregaban la información colectada y los temas tratados eran traídos por el equipo técnico-científico así como por los participantes locales. El equipo técnico-científico registraba por escrito la reunión, la información sobre percepciones locales sobre la fauna, los ambientes y sobre el funcionamiento de la metodología. A partir de estas observaciones podíamos hacer modificaciones para mejorar la metodología.

Colecta de datos

Los participantes locales caminan entre 2 y 20 km por día al menos 3 días a la semana, recorriendo ambientes naturales (Camino, 2014). Durante estos recorridos, completaron una planilla con información sobre las especies presentes (Fig. 3a y b). Los participantes criollos describieron la vegetación según especie y formación dominante. Además referenciaron geográficamente las detecciones de especies animales. Inicialmente los participantes criollos referenciaron los registros indicando la distancia y dirección en que se encontraban respecto a su casa. Las casas fueron georreferenciadas con GPS. Entre enero y septiembre 2012 dictamos talleres de capacitación en uso de GPS y 13 participantes comenzaron a georreferenciar con GPS. Los otros continuaron referenciando con el método inicial de dirección y distancia a la casa. Los participantes wichís no describieron la vegetación ni la ubicación de los registros (Fig. 3b). La ficha de registro wichí tuvo los animales dibujados, los participantes encerraban en un círculo aquellos que veían de forma directa o por rastros, y si lo cazaban, lo tachaban. La parte superior de la planilla tenía las áreas de cacería más utilizadas (Fig. 3b), utilizamos su toponimia.


Fig. 3. Información de la ficha de campo utilizada por los participantes del monitoreo participativo de base local cercano a clase 3 (sensu Danielsen et al., 2009) para el registro de vertebrados medianos y grandes (> 0.5 kg). (A) Ficha utilizada por participantes criollos. (B) Ficha utilizada por participantes wichís. Cada sitio de cacería tiene su propia toponimia en las fichas utilizadas por los participantes locales pero ellos no han autorizado su publicación.

Prácticas de campo

Los objetivos de las prácticas de campo fueron: (1) practicar y ajustar el método de colecta de datos; (2) homogeneizar la colecta de datos, i.e. que la información registrada fuera similar entre participantes; (3) que los participantes se sintieran cómodos en su trabajo (Camino, 2014). Entre agosto 2011 y mayo 2012 realizamos un promedio de una salida cada dos meses con grupos de entre 2 y 4 participantes. Con pruebas de Chi cuadrado (no presentadas) evaluamos la diferencia entre los datos colectados por los participantes y por el equipo técnico-científico en las salidas de campo. Cuando existían diferencias significativas, repetíamos las salidas con los participantes hasta unificar criterios. Repetimos las salidas entre 1 y 6 veces.

Talleres de capacitación

El objetivo de los talleres de capacitación fue transferir conocimientos y tecnologías desde el equipo técnico-científico hacia los participantes locales y desde los participantes locales hacia el equipo técnico-científico. Los técnicos enseñaron uso de GPS, cámara de fotos, computadora e imágenes satelitales, mientras que los pobladores locales compartieron sus saberes tradicionales. Entre noviembre 2011 y enero 2012 realizamos un taller de capacitación por mes por zona (N = 195). En el caso de las cámaras de fotos y GPS, dejábamos los equipos a los participantes para que practicaran su uso durante sus actividades cotidianas. No teníamos suficientes así que los participantes de cada zona compartían los equipos.

Utilizar estos equipos fue difícil para muchos participantes y encontrábamos que los equipos quedaban sin uso hasta que volvíamos al mes siguiente. Entonces decidimos que cada participante se quedaría con la herramienta por una o dos semanas, dependiendo del tamaño del grupo. De esta manera todos tendrían oportunidad de utilizar la herramienta cotidianamente. Luego hacíamos una sesión para consulta y esclarecimiento de dudas. De no haber muchas dificultades, volvíamos a agendar una nueva capacitación para quince días después. Pero si encontrábamos dificultades graves, repetíamos inmediatamente la capacitación. Aplicamos esta dinámica desde febrero de 2012; enseñamos primero el uso de GPS, luego de la cámara de fotos y por último la computadora. Después de un año, realizamos las capacitaciones de manera mensual, sin las consultas y esclarecimientos a la semana o quince días.

Evaluación de método utilizado

Para evaluar si la metodología fue apropiada para incluir a los pobladores locales y sus percepciones en la investigación analizamos: (a) número de personas locales que se involucraron en la iniciativa; (b) participación en la definición de los objetivos del trabajo, la metodología que sería utilizada y otros aspectos. Analizamos también inconvenientes, soluciones y aprendizajes así como los procesos de incorporación y abandono de participantes. Para evaluar si pudimos cumplir nuestros objetivos científicos iniciales con el método de monitoreo participativo de base local nosotros:

(1) Realizamos una lista de las especies detectadas. Comparamos el número de mamíferos medianos y grandes (> 0.5 kg) que detectamos considerando que hay 36 especies que podrían estar presentes (Canevari y Vaccaro, 2007). Así evaluamos si el método fue adecuado para detectar las especies medianas y grandes.

(2) Analizamos la colecta de datos en el tiempo para determinar si la metodología fue apropiada para monitorear la presencia de las especies detectadas.

(3) A partir de los datos colectados en campo sobre los ambientes naturales en que se registraron los animales generamos diferentes categorías que podrían ser utilizadas a posteriori para generar modelos de hábitat. Para establecer las categorías nos guiamos por la metodología propuesta por Matteucci y Colma (1982). Agrupamos los ambientes de acuerdo a dos categorías: (1) formación vegetal dominante y (2) especie vegetal dominante.

RESULTADOS

Inclusión de pobladores y visiones locales

El monitoreo participativo fue la herramienta para incluir a los pobladores locales y sus visiones en la investigación. El mismo no fue un método para colectar datos de campo sino que estuvo compuesto de diferentes actividades. Es decir que en este trabajo llamamos monitoreo participativo al proceso completo de inclusión y de colecta de datos, con todas las actividades implicadas (Fig. 2). Los pobladores locales participaron de las actividades propuestas para el monitoreo participativo (Fig. 2). El monitoreo constó con el mayor número de participantes en los primeros meses, cuando delineamos objetivos y metodologías de trabajo (Fig. 4). En febrero de 2012 el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación aprobó un programa de capacitaciones a través del cual pagaría un estipendio a los participantes. Esta noticia coincidió con un aumento en el número de participantes. Cuando el estipendio fue asignado a quienes participaban voluntariamente desde el inicio, el número de participantes descendió. El número de participantes también descendió durante una fuerte sequía en 2013 (Fig. 4). Quienes dejaban el monitoreo nos indicaban la dificultad de participar cuando no tenían agua para beber o para su ganado. La principal actividad de los criollos en este periodo no era recorrer los ambientes naturales sino dar agua al ganado. El agua la extraían manualmente utilizando pozos de balde.


Fig. 4. Número de participantes por mes del monitoreo participativo de base local para el registro de vertebrados medianos y grandes (> 0.5 kg) en el Chaco Seco argentino con pobladores criollos y wichís. (1) El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación aprueba el proyecto y se compromete a financiar materiales y estipendios mensuales a los participantes que colecten datos y tomen talleres de capacitación; (2a) los participantes que recibirán estipendio son anunciados; (2b) los participantes, hasta entonces voluntarios, comienzan a recibir estipendio; (3) sequía; (4) fin de la sequía.

El estipendio asignado a los participantes por el programa de capacitación y entrenamiento laboral del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación fue, en promedio, de $900 mensuales. En ese mismo periodo de tiempo el estipendio de un plan de ayuda económica para que los niños vayan a la escuela era de $1500 (Asignación Universal por Hijo, AUH) y el sueldo para un empleado de comercio en un pueblo de la zona era de $2500.

Los participantes locales agregaron objetivos a los que propusimos inicialmente (objetivos científicos iniciales detallados en la Introducción). Los participantes criollos propusieron: (1) estudiar la selección de hábitat del puma (Puma concolor) y (2) determinar las variables asociadas a conflictos con la especie. Los participantes wichís agregaron: (3) priorizar el monitoreo y estudio de selección de hábitat de las especies alimenticias, e.g. quirquincho (Tolypeutes matacus). Dado que hay especies de aves y reptiles que son consumidas por los pobladores locales, las incluimos en el monitoreo, e.g. charatas (Ortalis canicollis) o lagartos colorados u overos (Tupinambis spp.; Arenas, 2003; Altrichter, 2006). Participantes criollos y wichís propusieron además: (4) estudiar la selección de hábitat de especies que ellos consideran carismáticas. Entre estas, las especies consensuadas fueron el tatú carreta (Priodontes maximus) y el oso melero (Tamandua tetradactyla).

Los pobladores locales también participaron de la decisión de cómo colectar los datos y del diseño de las fichas de campo (Fig. 3a y b). La ficha que utilizaron los participantes criollos la diseñamos junto a participantes criollos y wichís entre junio y agosto de 2011 (Fig. 3a). Originalmente esperábamos que esta ficha fuera utilizada por todos los participantes. Los participantes wichís asistieron a las reuniones en que diseñamos la ficha de campo y emitieron sus opiniones. Entre agosto y septiembre solo 1 de 16 participantes wichís completó la ficha. En octubre de 2011 propusimos a los participantes wichís modificar la ficha para que resultara más fácil su compleción. Sugerimos el uso de dibujos de animales para señalar las especies encontradas y el grupo de participantes wichís estuvo de acuerdo. En ese momento comenzamos el diseño de la nueva planilla (Fig. 3b). La nueva planilla fue diseñada principalmente por los participantes wichís.

Los participantes wichís diseñaron las nuevas fichas de acuerdo a su percepción de la naturaleza. Indicaron que les resultaba inadecuado categorizar la vegetación según especie o estructura dominante. Como los sitios a los que van a cazar son siempre los mismos y cada uno tiene su nombre, los participantes wichís propusieron indicar en las fichas el sitio de caza al que fueran y que el equipo técnico-científico describiera luego su vegetación. Ellos también excluyeron algunas especies de la ficha (Tabla 1, Fig. 3b). Quitaron el yaguareté (Panthera onca) porque su componente espiritual es mayor al corporal y no les parecía adecuado registrar solamente su presencia corpórea. Los participantes wichís también excluyeron al zorrino (Conepatus chinga) porque la especie no les es de interés y se encuentra en gran abundancia. De hecho, participantes criollos (N = 3) también solicitaron dejar de registrar esta especie por su gran abundancia. Los participantes wichís también eliminaron al aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) por su baja abundancia.

Tabla 1
Especies que podrían estar presentes en el área de estudio (sensu Canevari y Vaccaro, 2007). Todas ellas fueron detectadas y monitoreadas durante el monitoreo participativo de base local excepto las señaladas por (ϯ). (CAT. INTERNAC.): Categoría de amenaza internacional; (CAT. NAC.): Categoría de amenaza nacional, solo analizada para mamíferos. (M): mamífero; (A): ave; (R): reptil. (CR): en peligro crítico de extinción; (EN): en peligro de extinción; (VU): vulnerable a la extinción; (NT): casi amenazado; (LC): preocupación menor; (DD) Datos insuficientes. (*) Especies que no figuraban en la ficha de registro de los participantes wichís.

Los participantes criollos y wichís se involucraron también en la resolución de inconvenientes que surgieron durante la experiencia. Los inconvenientes más comunes fueron: (1) el deseo de participar de pobladores analfabetos (N = 7) y (2) problemas para compartir materiales, e.g. cámaras de fotos (N = 20). Para mantener la horizontalidad en el desarrollo de la experiencia, exponíamos estas situaciones en las reuniones y buscábamos las soluciones junto con los participantes locales. Para que pobladores analfabetos pudieran participar del monitoreo, la solución que surgió en los talleres de intercambio fue que los participantes analfabetos salieran al campo con algún/a hijo/a que supiera escribir y que completaría la ficha por ellos. Si el/la hijo/a no podía ir al campo, entonces el participante debería recordar los rastros y dictarlos a los hijos al regresar. Al tratar en las reuniones los problemas entre participantes que compartían materiales, los involucrados llegaron a entendimientos y acuerdos. Otro inconveniente en el trabajo fue que los participantes locales no querían registrar las salidas de campo cuando no detectaban especies. Como equipo técnico-científico considerábamos que esto era importante para incorporar el esfuerzo de muestreo en los análisis. Tratamos este tema en los talleres de intercambio pero el concepto resultaba confuso a los participantes locales y llevó mucho tiempo hasta que logramos unificar criterios.

Datos colectados

Detectamos 33 de las 36 especies de mamíferos medianos y grandes que estarían en el área de estudio (Tabla 1). De los mamíferos registrados, 5 están en peligro o vulnerables a la extinción a nivel internacional y 11 a nivel nacional (Tabla 1). Cada participante registraba más de una vez a la semana las especies que avistaba o cuyos rastros detectaba. La participación de cada persona no era constante, había meses en que alguien no podía colectar datos o momentos en que personas abandonaban o se incluían al trabajo. Aun así, las 7 zonas en las que trabajamos estuvieron siempre monitoreadas.

A partir de los datos colectados por los participantes criollos pudimos categorizar los diferentes tipos de ambiente en que los animales eran detectados (Tabla 2). Con los datos colectados por los participantes wichís esta caracterización no fue posible a una escala de detalle tan grande como con los criollos. Sin embargo, dado que los sitios de caza eran siempre los mismos, nosotros, como equipo técnico-científico, los describimos por ellos. Sin embargo, los sitios de caza pueden tener más de 70 km2 y, por lo tanto, la escala a la que se está describiendo el ambiente es mayor que cuando se hace una descripción del sitio exacto donde el rastro ha sido detectado. Agrupamos los ambientes de acuerdo a las categorías de formación vegetal dominante y especie vegetal dominante. Seleccionando las categorías que más aparecían en las fichas de campo, otras formaciones y especies vegetales dominantes que no eran frecuentes figuran en la categoría “otras” (Tabla 2).

Tabla 2
Ambientes en los que se registraron animales más frecuentemente, diferenciados por formación vegetal dominante y especie vegetal dominante. Arbustal: Ambiente dominado por estructuras arbustivas; Bosque Alto: Bosque de altura media de 7 m de altura o mayor; Bosque Bajo: Bosque con altura media de menos de 7 m; Cardonal: ambiente dominado por cactáceas; Pastizal: Ambiente dominado por pasturas nativas; Peladar: Parche de suelo desnudo, sin vegetación.

DISCUSIÓN

Integración de pobladores locales y sus visiones

Al comenzar el monitoreo participativo no había existido una iniciativa similar en el área de estudio. El área tiene condiciones que hacen difícil el trabajo de campo y la participación de pobladores locales. Entre estas condiciones están los elevados índices de pobreza, la desnutrición infantil y los problemas de discriminación y corrupción, entre otros (INDEC, 2010, Bergallo, 2016). Además, es un territorio con condiciones climáticas extremas y es difícil acceder al mismo porque hay pocos caminos y suelen estar en mal estado (Camino, 2016). Dadas estas condiciones, esperábamos un número de participantes menor al que obtuvimos. El elevado número de participantes locales, así como los objetivos que estos agregaron al trabajo, sugiere que una gran proporción de pobladores se interesa por el estudio y manejo de la fauna silvestre. El interés de los pobladores locales por el manejo de la fauna silvestre se ha registrado en trabajos previos de monitoreo de base local (Luzar et al., 2011). El elevado grado de participación estaría también asociado al hecho de que los campesinos criollos y los pobladores originarios wichís tienen una relación íntima con la fauna silvestre. Ellos perciben a los animales silvestres como parte de su propio ambiente y cotidianeidad y se ven afectados negativamente si se extingue una especie (Camino et al., 2016).

El número de participantes osciló a lo largo del trabajo. Los mayores cambios estuvieron asociados a factores externos, e.g. sequía. Luego de presentar los objetivos hubo una gran disminución en el número de participantes. Esto probablemente ocurrió porque se retiraron las personas que se acercaron para ver de qué se trataba y quedaron los interesados. Otro factor que afectó el número de participantes fue la posibilidad de pago de estipendios y la asignación de los beneficiarios del estipendio. Pese a la variación en el número de participantes, todas las zonas fueron monitoreadas a lo largo del período estudiado. Otros trabajos, para asegurarse que sus áreas en estudio estuvieran siempre monitoreadas, trabajaron con pobladores locales que monitoreaban sus sitios en parejas (Luzar et al., 2011). En nuestro caso esto no fue necesario.

Respecto a los estipendios, nosotros los asignamos a personas que participaron del monitoreo de forma voluntaria por lo menos por 8 meses. Decidimos hacer esto por dos motivos: (1) el área de estudio es una de las más pobres de la Argentina y trabajar horizontalmente con otras personas puede ser muy difícil ante problemáticas tan graves como falta de comida; (2) en el área de estudio domina una visión extractivista sobre la naturaleza, donde un elemento natural solo tiene valor económico si puede ser extraído y comercializado. Pagar a los participantes permite una interacción más justa entre el equipo técnico y el equipo local. Brinda también una nueva mirada a la biodiversidad para los pobladores locales, no es necesario quitar y destruir para obtener un reconocimiento monetario. Es decir, se presenta como un contraejemplo obvio a la mirada local dominante. Trabajos donde se monitorearon otros elementos naturales (e.g. monitoreos en programas orientados a la reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques, REDD) utilizando métodos participativos mostraron que pagar estipendios es una ventaja al momento de demostrar el valor de aquello que se investiga y desea proteger y contribuye de forma directa a tales fines (Luzar et al., 2011).

Trabajar con pobladores locales tiene grandes desafíos, uno de los mayores es que los grupos no son homogéneos (Dahal et al., 2014). Hay diferencias entre dos grupos humanos: criollos y wichís (Camino et al., 2016). También hay diferencias dentro de un mismo grupo (e.g., existen grupos más excluidos que otros; Dahal et al., 2014). Para reducir la probabilidad de que los grupos o personas de mayor poder se apropiaran del proyecto tomamos diferentes medidas: (i) repetir las actividades en cada zona de manera tal que personas con poca afinidad o que dominan sobre otras estén separadas (Camino, 2014); (ii) difundir públicamente cada actividad para que quien estuviera interesado pudiera acercarse; (iii) que los miembros del equipo técnico-científico fuéramos accesibles para que los pobladores locales pudieran hablarnos individualmente si era necesario; (iv) cuidar que todos los participantes pudieran expresarse en los talleres de intercambio y tuvieran iguales oportunidades en toda actividad. Aun así, hubo 4 participantes wichís que no salieron a las prácticas de campo y esto podría deberse a un desplazamiento por grupos más fuertes. Dahal et al. (2014) mostraron que es difícil involucrar grupos marginales en trabajos participativos y que su participación se relaciona con muchos factores.

Respecto a la inclusión de género, la mayor parte de los participantes fueron hombres. Es decir que las actividades no tuvieron inclusión de género. Esto fue porque los hombres son quienes suelen recorrer los ambientes naturales en torno a las casas mientras las mujeres permanecen en el ámbito hogareño. En el caso de los wichís, ninguna mujer participó, la mayoría no habla español y son los hombres quienes tratan con extraños sobre temas asociados a los ambientes boscosos, ajenos al hogar. En el caso de los criollos, participaron algunas mujeres (N = 8). Sería interesante analizar cuán adecuado es la inclusión del género femenino en actividades que son principalmente masculinas para las culturas involucradas. Para esto sería también recomendable estudiar las consecuencias de la exclusión femenina en esta iniciativa, desde una perspectiva social.

Los analfabetos son un grupo marginal al que le es sumamente difícil participar del sistema productivo e integrarse a las demandas socio-económicas. Incluir a los niños en la colecta de datos permitió integrar participantes analfabetos. Los datos colectados de esta forma podrían tener menos calidad por verse afectados por la subjetividad y memoria del participante. Para conocer el desvío sería necesario que el participante registrara él mismo los datos y, a la vez, hiciera que los niños anoten por él. Así podrían compararse los resultados de uno y otro método, nosotros no hicimos esto en nuestro trabajo. Pese a los desvíos que podrían existir, permitir esta manera de colección de datos facilitó la integración de los analfabetos, uno de los grupos locales más vulnerables. Además permitió que los niños y las familias se involucraran en el proyecto. Los niños se involucraron y adquirieron saberes locales que actualmente se están perdiendo, de acuerdo a lo que nos informaron los participantes locales. Esta pérdida se debe a que hay escolarización obligatoria con programas educativos que provienen de ciudades lejanas, que normalmente no consideran saberes locales ni tampoco el contexto local (e.g., los estudiantes no aprenden sobre la biodiversidad que los rodea pero conocen animales de África o Australia).

El monitoreo participativo es una herramienta educativa, permite el aprendizaje desde lo práctico y la permanencia de saberes que están desapareciendo. Además, los participantes locales aprenden el uso de herramientas y tecnologías tales como GPS o computadoras. Estas herramientas pueden facilitar su participación del sistema productivo así como disminuir su dependencia estatal. Es decir, un poblador capaz de utilizar GPS no necesita de un técnico del Ministerio de Desarrollo Social para medir su campo. Y si sabe utilizar la computadora puede escribir sus solicitudes y notas, y los niños adquieren mayores competencias para su desarrollo futuro. Asimismo, utilizando estas herramientas podrían realizar tareas de investigación o relevamiento sin asistencia externa. Es decir que el uso de estas herramientas estaría fortaleciendo las capacidades de estos grupos humanos, que suelen verse excluidos de los esquemas educativos y laborales (Bergallo, 2016). Se facilita así la integración al sistema productivo nacional de grupos humanos excluidos y vulnerables, lo que es uno de los objetivos propuestos para aliviar la pobreza a escala mundial (Naciones Unidas, 2016). Asimismo, los talleres de intercambio y capacitación constituyen un espacio de expresión para las voces de los pobladores locales. Las mismas son escuchadas y registradas en contraposición a lo usual: su omisión por parte de todo tipo de actor social —de acuerdo a lo indicado por los participantes locales.

Los talleres de intercambio son un componente de suma importancia en el monitoreo participativo. Para facilitar la participación de los pobladores locales es importante considerar que el tiempo que tarda una persona en responder varía entre culturas diferentes (Stivers et al., 2009). No imponer los ritmos occidentales de conversación facilitó la interacción. Los participantes locales integraron sus objetivos a los iniciales, participaron de la decisión de los métodos de colecta de datos y expusieron sus percepciones sobre el trabajo y sobre la naturaleza. La homogeneización de datos, en estos talleres y en las prácticas de campo, debe ser delicada. No era nuestro objetivo imponer nuestra visión de la naturaleza a los pobladores locales, era necesario unificar criterios respetando la diversidad. Así, mientras los participantes criollos se interesaron por la manera en que nosotros clasificamos los ambientes naturales, los participantes wichís no mostraron este interés.

La percepción de la naturaleza que tienen los wichís es más alejada de la occidental que la que tienen los criollos. Los participantes wichís, al igual que otras culturas, no se excluyen a sí mismos del sistema natural que los rodea (Johnson y Murton, 2007). Además, para ellos el espacio es principalmente simbólico, se encuentra asociado a historias y sucesos ocurridos. En general no lo clasifican por características topográficas o formaciones vegetales, aunque tienen palabras que refieren a ambientes dominados por un tipo dado de especie vegetal. Estudios previos han descripto una percepción geográfica similar trabajando con grupos wichís de Salta y Formosa (Palmer, 2005). La clasificación de las áreas de cacería fue más adecuada a su visión al adoptar las toponimias locales que sueles relatar historias del lugar. Estas áreas son fijas y eran luego visitadas por el equipo técnico-científico para clasificar los ambientes naturales allí presentes.

Otra gran diferencia entre nuestra percepción de la naturaleza y la de los wichís es que para ellos los seres vivos exhiben una manifestación física y otra espiritual (Camino et al., 2016). Estos dos planos se interconectan y son experimentados sin el obligatorio dominio de uno sobre otro. Esto lleva a que los wichís observen y expliquen el mundo a través de elementos y ocurrencias que en general no se aceptan en la visión científica occidental. Esta divergencia se relaciona con que la primera ficha no cumplía con nuestro objetivo de integrar visiones locales. En la segunda ficha los participantes wichís excluyeron al yaguareté por su importante componente espiritual. Asimismo, no aceptaron nuestra explicación sobre la utilidad que podría tener monitorear la presencia de especies localmente abundantes. Nosotros, como equipo técnico-científico, consideramos que una especie ahora abundante podría luego no serlo y que tener la información ahora podría ser útil ante cambios de uso del suelo. Pero la percepción local sobre la percepción del tiempo difiere de la nuestra y nuestros motivos no les resultaron convincentes.

Datos, monitoreo y selección de hábitat

El monitoreo participativo de base local es un método eficiente para detectar especies de vertebrados medianos y grandes. Identificar qué especies están presentes es especialmente valioso para áreas poco estudiadas y para tomar decisiones de manejo. Además, el método aplicado en este estudio sirve para monitorear la presencia de estas especies a lo largo del tiempo. Monitorear las especies presentes permite estudiar lo que sucede con una especie, un grupo de especies o la composición específica de un área ante cambios climáticos, de uso del suelo, etc. De esta manera pueden evaluarse acciones de manejo, lo cual es urgente para regiones donde los cambios en el uso del suelo son acelerados y cuya sustentabilidad es desconocida, como en el caso del Chaco Seco (Hansen et al., 2013; Vallejos et al., 2014; Piquer-Rodriguez et al., 2015).

Consideramos importante recalcar que en este trabajo no estimamos abundancia de ninguna especie. Para estimar abundancia habría que primero utilizar un método estandarizado, e.g. captura, marca y recaptura (Otis et al., 1978). Luego habría que ajustarlo para determinar la relación entre este valor de abundancia y el número de detecciones de esa especie registrados con el monitoreo participativo. Sin este previo ajuste no debería utilizarse este método para estimar abundancia de vertebrados medianos y grandes ya que no estamos considerando factores que modificarían la estimación de este parámetro (e.g., probabilidad de detección de la especie; MacKenzie et al., 2002).

El monitoreo participativo aplicado en este estudio también proveyó datos sobre los diferentes ambientes donde las especies fueron detectadas. Estos datos, junto a los de presencia, pueden ser utilizados para estudiar la selección de hábitat de especies de interés (e.g. Camino, 2016 y Camino, comunicación personal). Para esto pueden utilizarse diferentes métodos, como índices o funciones de selección de recursos (Manly et al., 2002), modelos de ocupación (MacKenzie et al., 2002) o de máxima entropía (Elith et al., 2006), entre otros. Es decir que los datos colectados por este método pueden utilizarse para investigar la ecología de especies de interés.

CONSIDERACIONES FINALES

Dado que el método demanda mucha inversión de tiempo y personal, enraizar esta iniciativa en instituciones estatales permitiría que el monitoreo continúe en el tiempo y cubra una mayor superficie. Sin embargo, en países como Argentina, donde las políticas gubernamentales son inestables (Levitsky y Murillo, 2012), que el monitoreo dependa directamente del gobierno podría hacer vulnerable la iniciativa. Es decir, que ante un cambio de gobierno o gobernante podría terminar el monitoreo. Nosotros no enraizamos el trabajo en estructuras del gobierno, pero articulamos nuestro trabajo con los de la Secretaría de Agricultura Familiar, el Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación. Esto facilitó el inicio y desarrollo del trabajo. Además, articulamos la iniciativa con trabajos realizados por asociaciones civiles y agrupaciones campesinas e indígenas.

Un monitoreo participativo como el aquí aplicado permite colectar información de una región donde la misma es escasa y necesaria para generar planes de manejo sustentables (Camino y Cortez, 2010; Periago et al., 2015; Piquer-Rodriguez et al., 2015; Neri et al., 2016). Además, el método permite integrar personas normalmente excluidas del sistema, tomar en cuenta sus percepciones y fortalecer sus capacidades. Esto es importante para reducir los niveles de pobreza (Naciones Unidas, 2016). Asimismo, al ser un trabajo que incluye pobladores locales y sus visiones, es mayor la probabilidad de éxito de medidas de conservación que puedan surgir de los resultados de la investigación. También aumentan las probabilidades de éxito de medidas de conservación futuras porque es menos probable apoyar medidas ambiental o socialmente injustas (Brechin et al. 2002; Dahal et al. 2014; Wolverton, 2014). Así, aunque involucrar a personas locales tiene dificultades y demanda tiempo y esfuerzo, los beneficios para la conservación, como también sociales, pueden ser grandes y duraderos.

AGRADECIMIENTOS

Especiales agradecimientos a los participantes locales que forman parte de esta iniciativa, así como a las personas e instituciones que han permitido que este proyecto esté funcionando: Maria Luisa Pizzi, Horacio Córdoba, Angélica Kees, Ivana L. Ghione, Hugo Hernando Correa, Inés Quilici, Elena Baliña, Nedis Benz, Carina Ricca y a todo el equipo de la Redaf, Riccardo Tiddi, Lucas Giraudo, Salvador E. Muriel. Gracias al doctor Morello por el apoyo y la inspiración; y al apoyo económico e intelectual de GEPAMA, Universidad de Buenos Aires, Proyecto Güembé, Redaf, CONICET, la Agencia de Ciencia y Técnica de la Nación, Scott Notropical Fund - Cleveland Zoological Metropark, Rufford Small Grant, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación. También gracias al programa EDGE de la Sociedad Zoológica de Londres por dar continuidad al financiamiento de este trabajo. Finalmente, gracias a las valiosas correcciones de Elena Castiñeira, Vivian Zeidemann y Rachel Kemp, así como a las correcciones y los comentarios de Érika Cuéllar y de los revisores de Mastozoología Neotropical. Y un especial agradecimiento a Erika Cuéllar, cuya ayuda e inspiración fue constante a lo largo de esta iniciativa.

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