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Mastozoología neotropical

versión impresa ISSN 0327-9383versión On-line ISSN 1666-0536

Mastozool. neotrop. vol.27 no.2 Mendoza  2020

 

REVISIÓN DE LIBROS

Elio Massoia: su personalidad y su obra. Ensayo bio-bibliografico acerca del destacado naturalista argentino y su tiempo.

Ulyses F. J. Pardiñas1  3 

1IDEAUS-CONICET

3INABIO

Julio Rafael Contreras Roqué. 1a ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Universidad Maimónides, 2019.

Este es, sin duda, un libro singular. No solo por su naturaleza parcialmente “híbrida” (se aclara más abajo), sino también porque el biógrafo fue contemporáneo del biografiado y, más aún, compartió con él casi cuatro décadas de vida, en parte, académica. Esto último adquiere particular relevancia por lo inusual, ya que permite el rescate de información de “primera mano” pero que, por su carácter íntimo (es decir, vivencial), no está documentada en fuentes previas. Pero también porque lo que se plasma, en buena medida, no está “tamizado” por el filtro del tiempo (y su casi inevitable poder laudatorio), por la historia y la distancia emocional hacia los hechos. Finalmente, porque la biografía se convierte, entonces, en una suerte de “espejo” de la propia vida del biógrafo. No es lo mismo identificación; uno puede sentirse identificado historiando a Lawrence de Arabia–por mencionar un caso– pero difícilmente logre reflejar en esas líneas, aun tácitamente, su propia vida. En el caso del libro de Julio Contreras (que comenzara a usar el doble apellido recién hace una década, pero de aquí en más lo cito como es usual en la literatura mastozoológica argentina), uno no solo lee la biografía de Elio Massoia, sino también, sublimada, la del propio Julio.

Como quien suscribe estas líneas también compartió “espacio vital” con Massoia, será difícil evitar que aquí se entreveren algunas de sus percepciones e ideas. Pero no hay pretensión de hacer contrapunto; como también se tratará de explicar, el libro de Contreras hace hincapié, de manera explícita, en una de las etapas de la vida del biografiado. Y hay un buen motivo para eso: fue el “espacio vital” que compartieron de forma más estrecha ambos, bajo la dirección de Osvaldo Reig. Y, de esa vivencia, que corresponde cronológicamente a los inicios científicos de Massoia (hacia 1960), se desprende la tesis más desafiante del él mismo lo hacía), sino que fue discípulo informal de Reig.

Como todo comentario de libro, es menester primero explicar su estructura. Pero antes aún, un brevísimo pantallazo sobre su estilo. Se trata de una obra compleja, no solo por los múltiples elementos que contiene (prólogos, capítulos, entrevistas, anexos, listas bibliográficas, etc.), sino también por el armado erudito que emplea. No se lee de una “sentada”, tampoco en una semana. Por momentos, se cae en una suerte de “vértigo”, ese que tan bien explica Umberto Eco cuando narra su fascinación por las listas1. En el libro, hay numerosas listas, no de taxones sino de hombres, desde filósofos hasta científicos pasando por escritores e historiadores. En muchos casos, al mejor estilo “Wikipedia” (y está lejos de ser peyorativa la apostilla), se recurre a citas al pie de página para brindar escuetas pero esclarecedoras reseñas sobre algunos de los mencionados (o sus obras). No se han contabilizado, pero debe haber más de 30 mini-biografías, algunas de singular valor. Muchos pasajes son áridos. Si no se posee una sólida cultura sobre la ciencia argentina y del hemisferio occidental, hay capítulos de difícil lectura, y aun de comprensión. En ese aspecto, definitivamente, no es un libro para el gran público. Lo es para una élite cultural. Otros pasajes son de un romanticismo arrollador y revelan un Contreras no solo dotado para la pluma sino, también, un preciosista de la palabra. En síntesis, el estilo es erudito. El autor, en forma intencionada, apabulla con su conocimiento. He aquí otra de las claves centrales de la obra: es MASSOIA y su TIEMPO. Este último, que en el título figura en minúsculas, debería haberlo sido en mayúsculas, ya que ocupa, en el análisis, más de la mitad de la parte medular de la obra.

Ahora, la estructura del libro, brevemente comentada. El “prólogo” de la obra, responsabilidad de Claudio Bertonatti, resulta una pieza valiosa y nos trae, básicamente, al mismo Massoia que él reseñara en su obituario2. Comete un error “emocional” al decir que fueron discípulos de Elio: Pablo Teta, Ulyses Pardiñas, Javier Pereira y Juan Carlos Chebez. En rigor de verdad, Massoia no tuvo discípulos académicos. Más allá de eso, cuando se trata de contextos como aquel que hace a la figura de Massoia, solo pueden considerarse discípulos aquellos que se autoproclaman como tales. El “prólogo del autor” trata de explicar la estructura algo miscelánea de la obra, su escritura en más de una etapa, aspecto que queda a las claras y no solo por la acotación (en tapa) que la edición final fue mérito de Bárbara Gasparri3. Luego de una breve “Introducción”, que se percibe que es casi un ensayo sobre el arte de biografiar (¿quizás su objetivo original era servir de introito a toda una serie de biografías que Contreras estaba escribiendo?4), se alcanza la parte medular. Son siete capítulos más un colofón. Siete es un número cabalístico por antonomasia y hubiera sido del deleite de Massoia (si fue intencionado o no, es un misterio). El primer capítulo, “La etapa inicial, los primeros años”, es plenamente biográfico, como lo serán el quinto y el sexto. Nos historia desde el nacimiento de Massoia hasta su egreso de la escuela secundaria. Es rico en su descripción del carácter de un joven Massoia y resulta totalmente novedoso, aunque no por eso escapa a una parcial reconstrucción ficcional. Por el contrario, el segundo capítulo (“Genio y carácter”5) recoge elementos ya presentes en otros panegíricos (como aquel del obituario6). Tanto en el tercer (“Los tiempos nuevos”) como en el cuarto capítulo (“El horizonte generacional: la circunstancia personal de Massoia en el campo de la Argentina de sus años juveniles. El campo de la ciencia y el de la cultura nacional de su tiempo”), Contreras mueve el foco de su investigación hacia el contexto cultural y académico, en un repaso vertiginoso, con énfasis en la Argentina del siglo XX. Para el quinto capítulo (“El ingreso a la investigación zoológica. Primeros pasos. Influencias”) retorna al joven Massoia y su vida, ya en este momento con sus primeros estudios y muestreos a campo, sin por esto dejar de reseñar el devenir histórico de los estudios rodentológicos en los últimos tres siglos. El sexto es otro capítulo biográfico (“Del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia a la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires”), dedicado al paso de Massoia entre dos instituciones señeras de la ciencia argentina y los avatares de su desempeño en el grupo de trabajo que estaba desarrollando, en los comienzos de la década de 1960, Osvaldo Reig. El séptimo y último capítulo (“Intuitivo y apasionado”) espeja el segundo ya que pretende ser una síntesis de las cualidades personales y académicas del biografiado. Las palabras finales (“Colofón”), nos llevan también a recuerdos de los últimos tiempos vitales de Massoia, circunstancias de su muerte, etc. Toda esta sección del libro, la que denominamos medular, se acompaña de una nutrida bibliografía y valiosas fotografías.

Pero el libro no termina acá, ya que siguen cinco anexos variopintos y una síntesis biográfica del propio autor (dos páginas), que viene a llenar apenas la carencia de un obituario7 que, por motivos que exceden a este comentario analizar, Contreras nunca recibió de la sociedad que lo prohijó8. Los dos primeros anexos son transcripciones de los discursos de homenaje, centrados en la figura de Osvaldo Reig, que brindara Julio Contreras en 2002. El tercer anexo es por demás singular. Recupera un “diálogo”, acaecido en dos tramos temporales (2005 y 2012) entre J. Contreras y Adrián Giacchino, a la sazón y en la actualidad siendo este último cabeza de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, entidad que ha patrocinado la publicación del libro que aquí se comenta. Decimos singular, porque esta pieza reúne casi todas las condiciones de una discusión escolástica. Por momentos, uno se siente privilegiado espectador de un diálogo –sobre hombres que hablan de libros y libros que hablan de hombres- entre Guillermo de Baskerville y Adso de Melk9. Sin duda, se trata de una pieza editada y enriquecida a posteriori: difícil de otra forma concebir esa profusión de datos, fechas y antecedentes en una conversación más o menos espontánea. Esto, lógicamente, no le quita su riqueza para explicar aspectos de la vida del biografiado que, en repetidas oportunidades, pasa a segundo plano (o, incluso, desaparece). El cuarto anexo es, como lo indica una nota a pie de página, una reproducción de un ensayo sobre el arte de la biografía, parte de otro libro de Contreras. Finalmente, el quinto anexo es una necrológica (que habría permanecido inédita, pero que dataría de poco después del óbito de Massoia), coautorada por Contreras y Giacchino. Como tal, resulta parcialmente redundante de todo lo previo medular del libro. Incluye, como valor agregado, un listado bibliográfico de la obra publicada por Massoia10, redundante a su vez de aquel que compilara Sebastián Cirignoli y que acompaña el obituario de Bertonatti y Pardiñas (2001).

Los méritos del libro son, a mi entender, numerosos. Por un lado, constituye un estudio apasionante de la vida y personalidad de Massoia y su tiempo, donde Contreras ha logrado, como orfebre singular y privilegiado, hacer un entramado casi sin fisuras entre el biografiado y su contexto. Si bien en mucho del texto se pierde al biografiado (esto es particularmente palpable en la “segunda parte” del libro), en otros se recuperan aspectos de su vida de innegable valor, muchos de carácter completamente inédito. Se trata, en el caso de estos últimos, de los años compartidos en forma vivencial entre Massoia y Contreras. Pero también del análisis pormenorizado que hace el biógrafo sobre aspectos esenciales de la personalidad, del estilo y de las ideas subyacentes a la tarea del biografiado. Si la pretensión de Contreras era brindarle a legos y estudiosos un elemento de juicio para comprender al Massoia hombre y científico, sin dudas el libro lo consigue. Como tal, aun percolada, esta biografía, por su estilo postmoderno, entiendo que quedará inscripta entre las obras señeras en su tipo. Otro mérito es el material iconográfico. Numerosas fotografías, muchas inéditas, acompañan la biografía. Estas, en varias ocasiones gracias a la dedicación de Claudio Bertonatti, nos permiten apreciar al Massoia “de carne y hueso”, ya fuera en su laboratorio, en el campo o en circunstancias más íntimas, como su casamiento. También desfilan en las imágenes otros elementos cruciales en la vida de Massoia, más allá de su esposa, como lo fuera su inseparable compañero Abel Fornes o Raúl Ringuelet.

Desaciertos, a mi juicio, he encontrado pocos. Quizás, el que más duro me parece aceptar, es la exposición de algunos sucesos que, piadosamente omitidos, no hubieran restado relevancia alguna a la obra. Es verdad que en estos tiempos que nos toca vivir, la intimidad ha perdido sus límites tradicionales. Sin embargo, creo que narrar circunstancias penosas de los últimos años de la vida de Massoia merece mejor destino y juicio en el imaginario de cada cual que en la prensa escrita. Recuperar a los hacedores de nuestra mastozoología es, casi huelga comentarlo, un camino empedrado de blancos y negros. Ciertas miserias personales, ciertas angustias existenciales deberían quedar ajenas a las plumas de biógrafos. Recordar que Francisco Moreno encontró la muerte sumido en una pobreza franciscana me parece que es edificante y elocuente sobre el destino de nuestros grandes hombres y la injusticia de un país impiadoso11. Exponer que Massoia transitó esta misma circunstancia en sus últimos días quizás confunda a muchos jóvenes y no tan jóvenes criados al calor del monetarismo dominante. La ilustración de tapa también me ha resultado poco feliz; tiene algo de remedo de caricatura que desluce la trascendencia del contenido. Finalmente, sobre algunas inexactitudes que este libro contiene, cabe aclarar que la colección de mamíferos que reunieran Massoia y colaboradores no fue donada a la Fundación Félix de Azara, sino adquirida en metálico por esta última12.

He expresado más arriba el carácter “híbrido” de este libro y eso merece aquí una breve referencia. Sin duda, el autor tras bambalinas es A. Giacchino. No solo aparece en forma explícita en algunas secciones (e.g., diálogo que conforma el Anexo 3), sino que transpira que de su edición del texto ha sido buena parte de la marginalia.

En resumida cuenta, Contreras nos lega un análisis pormenorizado, por momentos algo descarnado, de un Massoia vital, pujante y contradictorio. Su biografía hace foco en la etapa más productiva del mismo, aquella que muchos de nosotros, por factores cronológicos, no vivimos. Como tal, es una obra poderosa y estimulante, máxime en la tesis de un Reig como tácito hacedor científico de Massoia. En definitiva, creo que el libro nos enfrenta, en este maridaje Massoia, Reig, Contreras, triunvirato indisoluble a través de sus páginas, al acmé y la caída progresiva de la ciencia argentina, cada vez más comprometida en el cumplimiento de las agendas foráneas que impone, en aras de la globalización, la corriente dominante del pensamiento neoliberal. Si este trago es dulce o amargo y si tenemos la entereza para afrontarlo y no terminar con regusto de estribo de cobre, depende de cada cual13.

1Eco, U. (2011). Confesiones de un joven novelista. Ed. Lumen.

2Pardiñas U y Bertonatti C. 2001. Obituario – Elio Massoia (1936- 2001). Mastozoología Neotropical, 8:93-102.

3Julio Contreras fallece en 2017. El libro es, entonces, una publicación póstuma.

4Y que, a la fecha en que se escribe este comentario, ya cuenta con una primera contribución: Contreras Roqué JR, Giacchino A, Gasparri B y Davies YE. 2019. Ensayos sobre Aimé Bonpland (1773- 1858). Bonpland y el Paraguay, el botánico y su relacionamiento humano y un enigmático visitante. Ed. Fundación Félix de Azara, Buenos Aires.

5Título de capítulo que tiene reminiscencias de Juan Torcelli, biógrafo por antonomasia de Florentino Ameghino.

6La omisión de este obituario (Pardiñas y Bertonatti 2001), voluntaria o no, resulta notable toda vez que constituye uno de los pocos elementos publicados sobre la vida de Massoia. Aunque no citado en el texto principal, aparece listado en la bibliografía.

7Esta deuda societaria no ha sido saldada; pero, desde el punto de vista general, el reciente volumen de homenaje a la trayectoria y figura académica de Julio Contreras (Gasparri B, Giacchino A, Davies YE y Bertonatti C [Eds.]. 2019. Julio Rafael Contreras, 1933- 2017: el último naturalista enciclopedista argentino del siglo XX. Ed. Fundación de Historia Natural Félix de Azara), permitirá a los interesados tener material en que abrevar.

8Quizás por el momento en que le tuvo en suerte fallecer (2017), tiempo en que Mastozoología Neotropical tácita o explícitamente impulsaba la negación de este tipo de “noticias societarias” (véase Lessa E, Marroig G y Priotto J. 2017. Editorial - The present and future of Mastozoología Neotropical. Mastozoología Neotropical, 24:5-8), Contreras no tuvo su merecido homenaje en las páginas de la revista. Esta circunstancia es relevante si se pone en el contexto de que varios “saremianos” recibieron reconocimientos explícitos (por ejemplo, Oliver Pearson, Elio Massoia, Osvaldo Reig, Claudio Bidau, entre otros).

9Célebres personajes de la novela “El nombre de la Rosa”, autoría de U. Eco.

10Revisada esta bibliografía a paso de liebre, hemos detectado algunas omisiones (e.g., Massoia E y Pardiñas UFJ. 1993. El estado sistemático de algunos muroideos estudiados por Ameghino en 1889. Revalidación del género Necromys (Mammalia, Rodentia, Cricetidae). Ameghiniana, 30: 407-418) y también fechas erróneas. Sobre estas últimas, aquellas que tienen implicaciones en nomenclatura, como la que hace a la publicación del género Bibimys (anunciado en un resumen en 1978, publicado con fecha de tapa en 1979 pero con pie de imprenta en 1980, en la revista Physis, sin duda generarán un sinfín de citas incorrectas). 11 “Tengo sesenta y seis años y ni un centavo... Yo, que he dado mil ochocientas leguas a mi patria y el Parque Nacional, donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas” (Francisco Moreno, textual, p. 357 en Ygobone, A. 1979. Francisco P. Moreno - Arquetipo de argentinidad. Editorial Plus Ultra, Buenos Aires).

11“Tengo sesenta y seis años y ni un centavo... Yo, que he dado mil ochocientas leguas a mi patria y el Parque Nacional, donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas” (Francisco Moreno, textual, p. 357 en Ygobone, A. 1979. Francisco P. Moreno - Arquetipo de argentinidad. Editorial Plus Ultra, Buenos Aires).

12Sin el deseo de entrar en detalle, pero como esta aseveración podría despertar algún resquemor, quien suscribe participó, en su momento, en tratativas para que la Colección Elio Massoia y Familia (como se denominaba), fuera adquirida por la SAREM y luego donada a alguna institución nacional señera. Estas acciones resultaron fallidas. Acto seguido, bajo el comando de Juan Carlos Chebez, dicha colección terminó su periplo en la Fundación Félix de Azara.

13Este texto se vio beneficiado por la corrección gramatical y ortográfica de Silvina Pereyra, a quien agradezco profundamente su generosidad. Del mismo modo, valoro las lecturas críticas de Érika Cuéllar, Pancho Prevosti, Cailo Galliari y Marcelo Kittlein, que me evitaron cometer no pocos errores. Casi huelga comentar que soy exclusivo responsable del contenido final.