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Synthesis (La Plata)

versión impresa ISSN 0328-1205

Synthesis (La Plata) v.15  La Plata ene./dic. 2008

 

ARTÍCULOS

A propósito de algunos epigramas atribuidos a Luciano

Pilar Gómez Cardó

Universidad de Barcelona

Resumen
La Antología griega incluye entre sus poemas un conjunto de epigramas que suelen atribuirse a Luciano de Samosata, pero dicha atribución ha sido puesta en duda. Nuestro propósito es revisar algunos de esos epigramas, todos ellos del libro XI, en el que se concentran la mayor parte de epigramas de carácter burlesco dentro de la colección. Se trata de poemas relacionados con el ámbito del simposio, de la erudición y de la sofística, ya que son éstos motivos habituales sobre los que abunda la sátira mordaz del samosatense a lo largo de su obra.

Palabras clave: Luciano; Epigramas griegos; Simposio; Segunda Sofística.

Abstract
The Greek Anthology includes several epigrams attributed to Lucian of Samosata; however this attribution is a moot point since it is really impossible to have a firm certitude about the personality of their author. Our aim is to survey some of these epigrams and, more specifically, the Book XI ones, as they are the most significative from the point of view of satirical and burlesque epigrammatic procedures of the collection. These poems are related to symposium, erudition and sophistry, which are, precisely some of the most frequent subjects of Lucian's sharp satire.

Keywords: Lucian; Greek epigrams; Symposium; Second Sophistic.

Los códices de Focio (Marcianus 450 y 451) así como unos pocos ejemplares más recientes de la tradición manuscrita lucianea (Urbinas graecus 120, Riccardianus 25, Laurentianus 57.1) nos han legado una serie de epigramas unidos al nombre de Luciano. Asimismo, algunos códices de carácter antológico, que incluyen pequeños epigramas de diversos autores, recogen también los que llevan el nombre del de Samosata, aunque en este caso la atribución indistinta a Luciano, a Lucilio o a Juliano hace pensar que la semejanza de grafía entre los tres nombres habría inducido fácilmente a los copistas a cometer errores.1Todos estos epigramas, hasta un total de 63 y a excepción de uno, aparecen en la Anthologia graeca , sobre todo en los libros X y XI, que contienen, respectivamente, epigramas morales y burlescos. No obstante, la adscripción cambia, en muchos casos, entre la Palatina y la Planudea : entre ambas colecciones cincuenta epigramas son atribuidos a Luciano, pero sólo hay coincidencia en la atribución en 20 de ellos. En cuanto a los principales editores, Jacobitz incluye como auténticos en su editio maior cincuenta y tres.2 MacLeod en la edición oxoniense incluye los 63 epigramas, editando como espurio el primero de ellos,3 mientras que en la edición de la Loeb Classical Library edita sólo ese mismo epigrama citado por Focio y presente en algunos manuscritos menores de Luciano, pero para los restantes se limita a dar la referencia correspondiente al volumen de la edición de Paton de la Antología Palatina en aquella colección.
La cuestión de la identidad del autor ha constituido el principal punto de atención de la crítica literaria sobre este conjunto de epigramas, moviéndose las posiciones -como tan a menudo ocurre cuando se intenta reflexionar sobre una cuestión en sí misma irresoluble- entre dos extremos que, sin ánimo de simplificar, podríamos considerar representados por quienes dan por sentado su autenticidad y por quienes se resisten a ver en ellos la pluma de Luciano.4 Baldwin en un artículo que hace ya más de treinta años dedicó a los epigramas de Luciano, recoge, con gran acierto, las palabras de Bompaire al respecto, y que él mismo califi ca como "the only reasonable general approach",5 ya que el gran lucianista francés afi rma: "On pourrait se fonder sur les talents de poète de Lucien pour lui attribuer les Épigrammes , généralement tenues pour apocryphes. Certaines sont fort proches par l'esprit du reste de l'oeuvre. Mais l'appréciation est subjective et l'on n'a pas le droit, dans l'état présent des recherches, de se prononcer".6
Baldwin examina el estilo y los temas de los epigramas editados por Jacobitz, tomando como referente otras obras de Luciano y la propia Antología ; y ello le lleva a reconocer con honestidad -como él mismo afirma- que dicho análisis no ofrece ningún elemento decisivo para definirse sobre la autoría. No obstante, Baldwin señala que estos epigramas son absolutamente acordes con las convenciones del género en cuanto a temas, técnicas, nomenclatura y lenguaje, de modo que tal constatación puede ser igualmente utilizada a favor o en contra, tanto por quienes ven en ello una limitación severa a la creatividad de Luciano y, en consecuencia, niegan su autoría, como por quienes ven en ello una muestra más de la literatura mimética y fiel a la tradición literaria y, por lo tanto, defienden la autoría de Luciano.
Como Nisbet sintetizó más recientemente,7 dos han sido las estrategias empleadas para disociar de Luciano estos epigramas: o bien considerar que hay un error o defecto de grafía en el nombre que la tradición manuscrita atribuye al autor de estos epigramas, que, en realidad, serían obra de Lucilio;8 o bien, inventar otro Luciano desconocido, o un autor anónimo como responsable de tales poemas. Él mismo se declara partidario de no multiplicar innecesariamente los Lucianos y piensa que el de la Antología es el samosatense, precisamente por ser éste un autor versátil, hábil y diverso como demuestra su extensa y variada producción en prosa.
Otro argumento para negar o aceptar la autoría del samosatense ha sido también que en muchos manuscritos principales de Luciano no figura ninguno de estos epigramas y, por lo tanto, el único testimonio de que los hubiera escrito está en la propia Antología. Además, algunos de los del libro XI se encuentran en series alfabéticas procedentes del Anthologium de Diogeniano, produciéndose en este caso un problema cronológico: la Suda sitúa a Diogeniano en torno al año 138 d.C. y Luciano nació hacia el 120 d.C., de modo que el compilador de Heraclea difícilmente pudo incluirlo en su obra, a menos que, como advierte Cameron,9 la datación del léxico se refiera al nacimiento de Diogeniano y no al floruit , pues sólo así podría haber inscrito al samosatense en su elenco.
Asimismo, las atribuciones más dudosas se dan en los epigramas burlescos, pues quizá junto a Lucilio hubiera otro autor que se identificara con Luciano por ciertas similitudes formales o temáticas. En general, los distintos editores y comentaristas son bastante escépticos sobre la autoría lucianea y se tiende a ella sólo cuando la de Lucilio es poco clara, bien por las indicaciones de los manuscritos o cuando está fuera de una serie alfabética, bien por razones internas como metro o tema. No obstante, es arriesgado considerar como definitivas las conclusiones tanto en un caso como en el otro. Los temas y los procedimientos empleados por Luciano en otras obras suyas coinciden con los de los epigramas, y éstos, a su vez, reproducen los empleados en otros epigramas satíricos, como no podía ser de otra forma, si tenemos en cuenta que la sátira y la burla trabajan con una serie de tipos y de recursos limitada, recurrente en distintos autores de épocas diversas. Ahora bien, tanto si se trata de Luciano como de otro autor, este corpus de epigramas presenta ciertos rasgos de estilo, formales y de contenido, que le dan una incontestable homogeneidad.
Los epigramas vinculados, de uno u otro modo, al nombre de Luciano en el libro XI de la Anthologia son treinta y cinco. Vamos afijarnos ahora solamente en algunos de ellos que hemos elegido por su temática relacionada con el banquete, por haber estado el contexto simposial siempre vinculado al epigrama,10 y con la sofística, la erudición o la gramática, ya que son motivos especialmente caros a Luciano.
En el poema 3811 ( AP XI 295), compuesto en hexámetros y atribuido a Lucilio en la colección Palatina y a Paladas en la Planudea, se censura a alguien que ha servido vino en mal estado durante un banquete. Por ello, dada la ínfima calidad de la bebida, tampoco es necesario adornar al dios Dioniso con su corona habitual, sino con otra acorde con las circunstancias, pues un mal vino sólo puede servir como aliño de vegetales:

"Si tienes algún Dioniso en tu palacio,
quítale la hiedra y corónale con hojas de lechuga".

La expresión (v. 1) es de clara resonancia homérica12 y acentúa la burla contra el anfitrión, cuyo deber es siempre ofrecer lo mejor a sus huéspedes. Así, la supuesta grandeza del lugar, un "palacio" , no se corresponde, en modo alguno, con el vino servido, y la divinidad sólo recibe en ofrenda el triste cebo de un animal, pues, a juzgar por lo que se dice en otra obra atribuida a Luciano, son también hojas de lechuga lo que debe resignarse a comer Lucio, convertido en asno.13
De nuevo la calidad del vino es el motivo del epigrama 39:14

"Muchas veces me mandaste vino, y muchas veces te mostré
mi gratitud, al deleitarme con néctar agradable de beber;
pero ahora, si realmente eres mi amigo, no me mandes,
pues no necesito un vino así, al no tener ya lechugas".

Es evidente la relación entre ambos epigramas -y probablemente este último sirvió de modelo al anterior- tanto por el tema como por la fraseología -también aquí homérica en la expresión (v. 2)-15, por la constatación de que un vino de pésima calidad o en mal estado, lejos de deleitar en el banquete, sólo se utiliza como aderezo, si bien, en el banquete lucianeo, la generosidad del anfitrión, Aristéneto, al servir el mejor vino, acarreará funestas consecuencias en el desarrollo de la fiesta.16 Nisbet pone este poema como ejemplo claro del paralelismo entre los epigramas y el corpus lucianeo, pues refleja bien la capacidad del samosatense como observador sagaz y comentador humorístico del comportamiento humano en general y de las manías sociales en particular.17
El epigrama 43 (AP XI 402) trata sobre la glotonería, un tema reiterado en Luciano y extensamente censurado en su demoledor Simposio o Lapitas , donde arremete sin compasión sobre todo contra quienes hacen gala de sobriedad, pero sólo en apariencia, como suele ocurrir entre los filósofos de distintas escuelas, puesto que, como irónicamente concluye Licino, "no es prudente para un hombre tranquilo, compartir banquete con semejantes filósofos".18 En este poema -el nombre de cuyo autor no menciona la Planudea, y, aunque el códice Palatino sólo refiere un impreciso "del mismo" , dicha atribución puede identificarse con Luciano por la secuencia de epigramas en la propia colección- el reproche por un exceso en la comida va dirigido contra un tal Erasístrato, acusado de vivir en una gran lujuria gastronómica:

"¡Que ninguno de los dioses, Erasístrato, me conceda
esa molicie tuya, con la que tú te regodeas,
comiendo indigestas extravagancias peores que el hambre!
¡Ojalá se las traguen los hijos de mis rivales!
Pues preferiría de nuevo sufrir penurias aún mayores que las que antes padecí,
que atiborrarme junto a ti de tu molicie".

Desde un punto de vista formal, este epigrama muestra la tendencia y el gusto del autor por la repetición de palabras, como es el caso del término "molicie"(, v. 1; , v. 6),19 en torno al cual gira, precisamente, el poema. Asimismo, la paradoja entre saciedad indigesta y hambre del tercer verso es retomada y ampliada mediante comparación en el deseo de precariedad manifiesta del quinto verso - (v. 5)-, que implica, por otra parte, una renuncia rotunda -una censura evidente- al hartazgo desmesurado (, v. 6). Quizás el "junto a ti" del último verso nos pueda hacer pensar en que el oferente sea algún parásito, a lo mejor enojado, pues quien ostenta dicha condición prefi ere morir siempre comiendo al lado del rico que lo acoge y suele ser víctima, a diferencia del filósofo, de una muerte feliz tras comer y beber: "Y si alguno" -explica Simón en el lucianeo Acerca del parásito (§ 57)- "parece haber acabado de muerte violenta, murió de indigestión" .
El exceso en la comida o en la bebida suele provocar -según un tópico muy cultivado por los satíricos- la enfermedad protagonista del epigrama 44 (AP XI 403), la gota, a la que el mismo Luciano dedica una de sus obras, Podagra , amén de numerosas referencias en sus escritos, donde se constata, como en este epigrama, que dicha afectación es enemiga sólo de los ricos y que en ellos se ceba:20

"Diosa que odias a los mendigos, la única que sojuzgas la riqueza.
tú, que conoces por doquier la buena vida;
si te alegras también de posarte en pies ajenos,
sabes empuñar el arma y te interesan los perfumes;
también te agradan las coronas y la bebida del ausonio Baco.
Eso entre mendigos jamás se encuentra:
por ello ahora huyes del umbral sin bronce de la pobreza
y te agrada ir, de nuevo, a los pies de la riqueza".

Abriendo el epigrama, como si de un poema épico se tratara, la Gota es personificada e invocada, mediante un hapax legomenos(, v. 1), como una diosa que aborrece la pobreza y que, al mismo tiempo, vence a la riqueza, aquí mediante un adjetivo de registro épico: (v. 1);21 es invocada, asimismo, como quien sabe vivir muy bien siempre y en todo lugar. Esa buena vida se sintetiza, en el epigrama de Luciano, en los placeres del amor y del banquete.22 Los del amor a partir del metafórico -y obsceno- (v. 4);23 los del banquete por el interés en perfumes y coronas,24 y por el deseo de consumir un buen vino de Italia. La reiterada referencia, con la alternancia léxica (v. 3) / (v. 8), al capricho de la diosa Gota por postrarse en pies ajenos alude a la hinchazón de las extremidades propia del cuadro clínico de un hombre gotoso,25 y precisamente el joven Ocipo, en el diálogo lucianeo homónimo, lejos de ser "raudo de pies" (), sufre la saña de esta dolencia, "luego de comer y beber mucho" , según palabras de su criado.26 Asimismo, el odio de la diosa hacia los desvaforecidos, contenido en el epíteto inicial, se justifica ahora en el verso 6, puesto que ninguno de los componentes del buen vivir (, v. 2) se halla entre los pobres. De ahí que la Gota siempre se complace en evitar el umbral de míseras moradas (, v. 7),27 y en ir a los pies de la riqueza, su nodriza,28 aunque sea, como se refiere al inicio del poema, para dominarla; ella que vence a toda raza de hombres e incluso a Zeus, tal como altanera proclama en el texto de Luciano.29
El epigrama 48 (AP XI 410) presenta un tema, la crítica a los filósofos, muy querido por Luciano, quien suele vincularlo, como aquí, al banquete y a la comida:30

"Del barbiluengo Cínico, el indigente del bastón,
vimos en la cena su gran sabiduría.
Primero se abstuvo de altramuces y rábanos,
alegando que la virtud no debe ser esclava del estómago.
Pero cuando tuvo ante sus ojos una blanca matriz de cerda,
acre, que le robó pronto su prudente cabeza,
la pidió, contra lo esperado, y se la zampó de golpe,
sin decir nada de que una matriz cometiera injusticia contra la virtud".

No obstante, a pesar del carácter tópico de la crítica a los filósofos, resulta inevitable recordar en este contexto gastronómico algunos episodios del Simposio o Lapitas de Luciano protagonizados por los representantes de distintas escuelas filosóficas, y por el cínico Alcidamante en particular. Éste, como el barbudo del epigrama, son sólo pura apariencia: predican unos valores, pero, en realidad, defienden otros bien distintos. Así la barba larga y el bastón enmascaran una pretendida sabiduría que aboga, en aras de la virtud, por la naturaleza y por la falta de artificiosidad; y, por ello, "el indigente del bastón" (, v. 1), al principio, rechaza comer altramuces y rábanos, con el pretexto de que la virtud no debe ser esclava del estómago. Sin embargo, también este Cínico del epigrama, como el del banquete lucianeo, pronto pone de manifiesto que esta regla es sólo aparente (, v. 7) y fácil de respetar cuando se trata de alimentos muy pobres, pero, cuando esos ilustres sabios tienen ante sus ojos suculentos manjares, olvidan pronto sus normas de vida y sensato juicio (, v. 6). En el epigrama, el filósofo cínico descubre su auténtica naturaleza cuando tiene a su alcance un exquisito manjar31 que "se zampó de golpe" (, v. 7), del mismo modo que Alcidamante emigraba, cual nómada escita, en torno al inmenso pastel servido por Aristéneto en el banquete nupcial de su hija.32 Y, por ello también, Luciano reconviene a quien sirve en casa del poderoso por haberse vendido a éste, "no por desear agua ni altramuces, sino pasteles, guisos y oloroso vino".33
La falsa apariencia de los pretendidos filósofos es, igualmente, el tema del epigrama 53 (AP XI 430):

"Si crees que dejarte crecer la barba te inviste de sabiduría,
también un cabrón bien barbado es, de inmediato, todo un Platón".

Este ácido dístico pone de manifiesto que nunca el aspecto externo puede falsear la auténtica naturaleza humana; y así la sabiduría del filósofo es algo más que la adopción de determinadas convenciones físicas -" jamás colorete o potingue alguno harán de Hécuba una Helena" , concluye otro epigrama de Luciano-,34 sean de indumentaria o de pose, como tantas veces denuncia el samosatense a propósito de los filósofos y de los hombres en general, puesto que suelen ser las apariencias las que rigen las relaciones humanas. Así, el samosatense lamenta que el rico romano parezca ser amante de los conocimientos griegos por el solo hecho de hacerse acompañar por alguien de barba larga y que vista con porte el manto griego, y, lo que es peor aún, que a alguien -sea gramático, orador o fi lósofo- se le pague también por esa barba o ese manto.35
El epigrama 52 (AP XI 429) retoma un motivo ya presente en Teognis,36 y constituye un aviso para no llamar la atención entre gente ebria:

"En medio de la borrachera general Acindino quería estar sobrio;
por eso también él mismo fue el único que pareció borracho".

Es, por otra parte, la misma actitud que muestra Licino en el Simposio o Lapitas lucianeo en tanto que relator ecuánime -y sobrio invitado- de lo sucedido en casa de Aristéneto. Ahora, el protagonista del epigrama, un tal Acindino -tal vez alguien que desea mantenerse alejado del peligro () que acarrea la ingesta excesiva de vino-,37 quiere aparecer sobrio entre todos los demás que están borrachos. Este deseo, no obstante, logra el efecto contrario, ya que, en realidad, sólo él (, v. 2) parece estar ebrio. Una constatación semejante, metafórica en ese caso, se encuentra en Nigrino (§6), donde Luciano afirma que estar embebido de la sabiduría y doctrina de Nigrino no es embriaguez, sino, realmente, sobriedad; también en Hermótimo (§ 47), donde Licino cita a Epicarmo38 apelando a la necesidad de ser sobrio y no fiarse de nadie. Nisbet,39 por su parte, presenta este dístico como un ejemplo de paradoja concisa e ingeniosa, pero sobre todo como ejemplo de burla bien dirigida contra el comportamiento transgresor dentro de los precisos límites del código simposial,40 y en clara sintonía con la intención de Luciano reflejada en su Simposio o Lapitas , un auténtico antibanquete.41
El epigrama 35 (AP XI 274) es uno de los pocos poemas que Baldwin42 considera acertado atribuir a Luciano, cuyo nombre aparece tanto en el códice Palatino, al margen, como en el de Planudes bajo el subtítulo de "a los malvados". Este poema nos introduce en la crítica a los hombres de letras, siendo éste un motivo que el samosatense no excluye tampoco del contexto simposial:43

"Dime, a mí que te pregunto, Cilenio, cómo descendió
el alma de Loliano a la morada de Perséfone.
Cosa extraordinaria, si callaba; tal vez se le ocurrió algo y también a ti
quería enseñártelo. ¡Ay del que se encuentre con él incluso cadáver!
".

Al inicio del primer verso se cita un hemistiquio homérico hasta la cesura trocaica (),44 seguido por un epíteto de Hermes como vocativo: "Cilenio".45 La pregunta anunciada consiste en saber cómo llegó un cierto Loliano al Hades. A juzgar por el segundo dístico, el tal Loliano bien podría ser el sofista de Éfeso, contemporáneo de Luciano y cuya vida escribió Filóstrato.46 Loliano, como buen sofista y "vendedor de palabras" (),47 incluso después de muerto difícilmente puede permanecer en silencio, ya que ello sería motivo de gran admiración y algo inesperado, como se colige del término empleado en el verso tres: . Por el contrario, lo probable es que, mientras fue llevado al mundo subterráneo, se atreviera a aleccionar al mismísimo Hermes, no sólo conductor de almas, sino dios de la elocuencia.48
Del relato de Filóstrato se desprende que Loliano -el más insigne representante, junto a Herodes Ático, de la Segunda Sofística en la Atenas de Adriano- pertenecía al grupo de rétores asianistas y, al mismo tiempo, era un hombre de gran fortuna, condiciones ambas suficientes, quizás, para provocar la sarcástica reacción, digna del mejor Luciano, contenida en estos dos dísticos. Bompaire49 conecta este epigrama con un pasaje de Diálogos de los muertos, donde un rétor, recientemente fallecido, es objeto de sátira y burla por parte de Hermes, cuando el dios, antes de permitirle acceder a la barca de Caronte, le obliga a desprenderse "de tanta locuacidad sin límites, de antítesis, paralelismos, períodos, barbarismos y demás losas de tus discursos" (20.10).
Loliano, que había sido discípulo de Iseo, fue él mismo maestro de oradores, tales como Filagro de Cilicia o Teódoto de Mélite,50 y enseñaba en sus clases declamaciones, pero también ejercicios retóricos elementales. De ahí, tal vez la insistencia del Loliano del epigrama en instruir incluso al dios.
Asimismo, si en la Antología puede identificarse la existencia de un subgénero de epigramas dedicados a rétores y gramáticos, sin duda, estos dos dísticos dedicados al sofista de Éfeso entran de lleno en dicha categoría, al igual que el poema 41 (AP XI 400), atribuido a Luciano tanto en el códice Palatino como en el Planudeo:

"Sé propicia, Gramática fecunda, sé propicia, oh musa,
tú, que has encontrado un remedio en 'La cólera canta, oh diosa'.
Un templo todo hermoso había que edificarte también a ti,
y un altar jamás carente de sacrificios.
Pues también de ti 'llenos están caminos, y lleno mar
y puertos'; ¡oh tú, que a todos acoges, Gramática".

Ante una pieza tan cuidadosamente elaborada, y de más que posible cuño lucianeo, sorprende que Baldwin51 únicamente cuestione si la invocación a Gramática es sincera o irónica; y que además, reacio siempre a pensar en Luciano como epigramatista, constate sólo que la referencia al inicio de la Ilíada y el motivo del hambre forman parte de los tópicos habituales contenidos en los poemas de la Antología sobre gramáticos y rétores, aunque su autor -fuera quien fuera- bien pudiera tener en mente al samosatense. No obstante, la artificiosa construcción de estos tres dísticos permite aventurar algo más que motivos de repertorio, los cuales, sin duda, Luciano conoce bien porque constituyen, en definitiva, parte esencial de la literatura del período, basada en el aprendizaje y repetición de modelos escolares, en verso y en prosa, pero no por ello hay que descartar, en este caso, que "the 'Samosata hypothesis' continues to make headway".52
El desconocido oferente -un servidor de Gramática, al parecer- se muestra tan falto de talento y de originalidad que es incapaz de articular palabra sin echar mano de los textos escolares, poéticos a la sazón, bien aprendidos: Homero (v. 1), Calímaco (vv. 3-4), Arato (vv. 5-6), Arquíloco (v. 6). El irónico reproche que subyace en el epigrama es frecuente en la obra de Luciano cuando se trata de criticar, de denunciar, de descubrir en clave humorística la actitud de muchos de sus coetáneos hombres de letras. A colación pueden traerse numerosos pasajes de obras como Maestro de oradores , Lexífanes, Falso sofista o solecista , o Un crítico falaz o sobre el término "nefasto" , sin olvidar que no es extraño encontrar personajes lucianeos quienes, al igual que el oferente del epigrama, recurren a la cita sistemática al iniciar sus parlamentos: como muestra la mismísima doña Retórica, quien así actúa en Dos veces acusado , echando mano de Demóstenes.53
Por otra parte, este epigrama presenta un problema textual al que quizás no es irrelevante dedicar atención en este contexto. Al fi nal del primer hexámetro los editores han adoptado una conjetura de Brunck , frente a lectura de los manuscritos . Sin duda, la conjetura se justifica al amparo del tópico a propósito de la carestía y precariedad de vida de maestros, gramáticos o rétores, obligados a prestar sus servicios, a menudo en pésimas condiciones, para subsistir de forma indigna y sin escapar de la pobreza;54 y, desde esa perspectiva, dicha conjetura deviene óptimo determinante para el primer término del verso dos: "del hambre / remedio" . No obstante, la lectura de los manuscritos encaja bien, a nuestro juicio,55 en el marco del epigrama y con la actitud e intención lucianea. Gramática es "musa" inspiradora, como la diosa épica del segundo verso y, por ello, fecunda (, v. 1), como la tierra.56 Además, aislar el primer hexámetro como una unidad en él mismo, dedicado todo a la invocación a Gramática -como proponemos en nuestra traducción- permite dar un nuevo significado al inicio del primer pentámetro ( "tú que has encontrado un remedio" , v. 2) muy acorde con el contexto de la Segunda Sofística , época lucianea, puesto que términos como pueden ser leídos también en clave retórica.
Si el Gorgias platónico equipara el poder psicagógico -y, por ende, curativo- de la palabra al arte del médico,57 el sofista de Leontinos reitera esa misma imagen en su Encomio de Helena (§14): "la misma relación guarda el poder de la palabra con respecto a la disposición del alma que la prescripción de fármacos respecto a la naturaleza del cuerpo" . Sin olvidar, en el contexto de la Segunda Sofística , que Filóstrato ofrece las vidas por él escritas al cónsul Flavio Gordiano para que "alivien el peso de tus preocupaciones, como la crátera de Elena con sus brebajes egipcios".58 Y, por otra parte, la forma de participio bien puede traducir y aludir a la inventio de los oradores.59 Un remedio, que, claro está, desde la óptica irónica del poeta Luciano, sólo consigue sus efectos terapéuticos, seductores, mediante la amalgama de fórmulas y versos aprendidos, sea recordando la cólera del más ilustre de los héroes griegos,60 o el altar y templo del dios mismo de la poesía,61 sea invadiéndolo todo con dicho proceder, aunque sea inoportuno,62 como Zeus supremo.63 E incluso más que fármaco, ese remedio puede llegar a ser enfermedad, como la que aqueja al Lexífanes del diálogo homónimo, cuya extraña afectación Licino describe al médico Sópolis para que intente curarlo con alguna de sus medicinas: "¿no oyes lo que suelta? Nos ignora a nosotros los que ahora conversamos con él, nos habla como mil años antes, distorsiona el lenguaje y compone estas palabras insólitas, tomándolas muy en serio, como si fuera algo realmente grande el hecho de emplear un vocabulario extraño y falsificar la moneda corriente del habla".64 Sin embargo, en el caso del Lexífanes , Luciano, en una de sus bromas subversivas, transforma el fármaco en antídoto retórico, pues la acción emética de la pócima administrada libera al enfermo de su dolencia oratoria y le permite entonces aprender debidamente el arte de la elocuencia.
Además, esta musa a todos sus acólitos abraza (, v. 6), del mismo modo que la arquiloquea prostituta Pasifi la acoge en su seno a sus amantes.65 Igualmente Retórica protagoniza en los textos de Luciano distintas aventuras amorosas. Así, como amante de Retórica es calificado el orador que aspira alcanzar la cima desde donde ella todo lo domina para convertirse en su esposo y gozar de sus beneficios: riqueza, fama, elogios; y la propia Retórica se muestra como esposa despechada y abandonada en su acusación contra el orador Sirio.66
El siguiente epigrama, el poema 42 ( AP XI 401), consignado en la Palatina como "del mismo" , es decir de Luciano, y sin nombre de autor en la Planudea , insiste de nuevo en el carácter repetitivo del aprendizaje gramatical, entendido también ahora como formación retórica y literaria, al tiempo que el autor aprovecha la ocasión para denostar otra profesión, la de los médicos.

"Un médico me mandó a su querido hijo
para que aprendiera junto a mí estas cosas de la gramática.
Y como conoce lo de 'La cólera canta' y 'dolores sinfín provocó'
e incluso el tercer verso que acompaña a éstos
'muchas almas valerosas al Hades precipitó',
ya no lo manda a mi escuela para que aprenda,
sino que al verme el padre me dijo: 'Te doy las gracias, amigo,
pero mi hijo puede aprender esto a mi lado;
pues, también yo muchas almas al Hades precipito,
y para eso ninguna necesidad tengo de un gramático'".

Nos encontramos ahora con un maestro (, v. 10),67 que se identifica con el 'yo' del poema, y recuerda, lamentándose, cómo y por qué un padre -médico de profesión- decide prescindir de sus servicios, alegando que, si la formación del joven consiste sólo en cólera, en dolores y en provocar la muerte -una verdadera síntesis de los tres primeros versos de la Ilíada -,68 él mismo como discípulo de Asclepio también se considera capacitado para educar a su propio vástago. La queja del gramático ante la actitud del decepcionado padre confirma, como es bien sabido, que los poemas homéricos ocupaban, también en época del samosatense, como a lo largo de toda la antigüedad, un lugar preeminente en el currículum escolar y que la memorización de los textos considerados canónicos era un ejercicio básico en la formación retórica.69 ¿Incomprensión de un mal médico o ineficacia manifiesta de un pésimo instructor? En cualquier caso, el resultado es un poema digno de la mejor sátira lucianea, capaz de combinar de forma concisa y directa ambos motivos, pues, como leemos en Ateneo, "si no hubiera médicos, no habría nada más estúpido que los gramáticos".70
Si la figura del gramático queda dibujada con rasgos negativos en estos dos epigramas, tampoco la del sofista sale mejor parada en el epigrama 58 (AP XI 435), pues, a juzgar por este burlesco dístico, algunos que se hacen llamar sofistas se definen, más bien por su insensatez, como a menudo nos recuerda Luciano:71

"Me causa admiración que Bito sea un sofista,
él, que no tiene sentido común ni juicio"
aunque no vengan al caso, por los temas troyanos.

En el epigrama 59 (AP XI 436), la pulla lucianea -contundente en su formulación, al encadenar comparación y paradojas en un sólo un dístico- se centra de nuevo en algunos oradores, cebándose mordaz en los de origen capadocio, cuya oratoria dejaba mucho que desear, tal y como conocemos también por Filóstrato:72

"Era más rápido encontrar cuervos blancos y tortugas voladoras
que un reputado orador capadocio".
73

El epigrama es una forma poética que mantuvo su popularidad siglo tras siglo por diversas razones; entre ellas, el hecho de que cualquier persona instruida, por el tipo de formación recibida, conocía muy bien el hexámetro y los modelos elegíacos, de donde podía obtener temas, motivos, palabras, fórmulas poéticas, ideas, de modo que no era difícil escribir algunas líneas sin necesidad de ser un poeta profesional. Luciano, no cabe duda, era algo más que una persona de mediana instrucción. Por otra parte, ya desde el s. I d.C., a juzgar por la Antología Palatina , el tipo de epigramas más abundantes fueron los satíricos escritos en griego por Lucilio y Nicarco, y en latín por Marcial, siguiendo la tradición helenística;74 y en época de Adriano el género fue cultivado por escritores griegos de origen asiático, como Amiano y Poliano, bien representados en el libro XI. Sobre el origen de Luciano y su talento satírico, tampoco hay lugar a dudas. Además, en los textos del samosatense encontramos poemas de creación propia: en hexámetros;75 y también en dísticos elegíacos: un epigrama inscrito que Luciano simula citar parcialmente,76 y, de especial interés por el contexto simposial y los epigramas de la Palatina contra rétores a él atribuidos, el epitalamio que pone en boca del gramático Histieo y provoca la risa, por su pésima calidad, entre los invitados por Aristéneto:

"O como la que antaño de Aristéneto en palacio,
divina Cleántide soberana, crecía irreprochable,
superando a todas las demás doncellas,
más bella que la Citerea o la misma Helena.
Novio, a ti también saludo, entre hermosos el más hermoso efebo,
más hermoso que Nireo y el hijo de Tetis;
Y nosotros, de nuevo, a vosotros este himno nupcial
común a ambos muchas veces cantaremos".
77

Es cierto que el carácter uniforme, en cuanto a tono y tema, de los epigramas satíricos es un obstáculo para rastrear en ellos rasgos individuales y, por lo tanto, una dificultad no pequeña, en el caso que nos ocupa, para determinar qué epigramas son de Luciano, puesto que "the ascription of each poem is precarious, and in this context it is sufficient to note that his engagement with the genre takes its popularity at least into the 150s".78 No obstante, la lectura en paralelo de los epigramas y el texto lucianeo, en el horizonte del genio creador del samosatense, cuya producción responde siempre, sin dejar de hacerse eco del mundo que le rodea, a un complejo mecanismo literario -no hay temas lucianeos, sino combinaciones lucianeas de oradores, poetas, filósofos o historiadores,79 bien puede concedernos el beneficio de la duda.  

Notas

1. Cfr. Gow (1958).

2. Cfr. Jacobitz (1841: 21-34).

3. Cfr. MacLeod (1987: 411-431) y (1967: 523-527), respectivamente.

4. Setti (1892) y Geffcken (1927) marcan, respectivamente, el inicio de ambas posturas.

5. Cfr. Baldwin (1975: 311).

6. Cfr. Bompaire (1958: 646).

7. Cfr. Nisbet (2003: 165).

8. Cfr. Garzya (1955).

9. Cfr. Cameron (1993: 86); y Bowie (1990: 55-56).

10. Cfr. Giangrande (1968: 119).

11. En este trabajo se citan los epigramas según la numeración de MacLeod (1987). Las traducciones de los mismos son nuestras.

12. Cfr. Homero. Odisea , 1.29; 11.119

13. Cfr. Luciano. Lucio o el asno , 8; 43.

14. Cfr. AP XI 396. Este poema, que falta en la Planudea , ha sido atribuido por algunos editores a Lucilio y por otros a Paladas, aunque en el margen de los códices se lee la abreviatura .

15. Cfr. Homero. Odisea , 2.340.

16. Cfr. Luciano. Simposio o Lapitas , 14-17.

17. Cfr. Nisbet (2003: 172-173).

18. Cfr. Luciano. Simposio o Lapitas , 48. Licino, Parresiades y Orador sirio son tres nombres de personajes lucianeos que remiten al propio autor. Licino ()representa el doble ateniense de Luciano y, con ese nombre muy próximo al del samosatense (), es un personaje investido de gran autoridad en los ocho diálogos en que aparece. Cfr. Dubel (1994. 24-26).

19. Este substantivo aparece a menudo en la Antología Palatina , pero no la forma verbal derivada: (v. 2).

20. Cfr. Luciano. El sueño o el gallo , 23; Sobre los que están a sueldo, 31, 39; Menipo , 11; Las Saturnales , 28.

21. Cfr. Calímaco. Fragmentos , 267 Pfeiffer.

22. Cfr. AP XI 414. En este dístico atribuido a Hédilo, la gota es presentada como hija de Dioniso y de Afrodita.

23. Cfr. White (1997: 70-71) sobre la innecesaria corrección de los manuscritos por parte de algunos editores a propósito de este término.

24. Cfr. AP XI 35, donde Filodemo enumera el perfume y las coronas, junto con el vino, las sandalias, entre los aditamentos que el anfitrión ofrece en un banquete a escote.

25. Cfr. Luciano. Podagra , 198-203, donde con ingeniosos y gráficos compuestos se describe la virulencia de la gota.

26. Cfr. Luciano. Ocipo , 105.

27. Cfr. Homero. Ilíada , 8.15.

28. Cfr. Luciano. Podagra 110-111: "la crió la próspera Pluto entre sus pechos de abundante leche" .

29. Ibidem , 138-190.

30. Baldwin (1975: 332) considera que se trata de un motivo demasiado habitual también en la Antología para aducirlo como signo inequívoco de autoría lucianea. Cfr. AP XI 153-158, para una serie de epigramas dedicados a los tópicos característicos de los filósofos cínicos.

31. Cfr. Ateneo. 3.100c-101c.

32. Cfr. Luciano. Simposio o Lapitas , 16.

33. Cfr. Luciano. Sobre los que están a sueldo , 24.

34. Cfr. Luciano. Epigrama , 47 ( AP XI 408); 51 ( AP XI 428), donde el de Samosata desaconseja a un indio seguir lavándose, pues no es posible "solear una noche sombría" .

35. Cfr. Luciano. Sobre los que están a sueldo , 25.

36. Cfr. Teognis 309-312; 627-628.

37. Baldwin (1975: 330) constata que el nombre Acindino es raro, y sospechosamente apropiado en el contexto, afirmando que "Acindynus might even be taken as a nice name for the sophist who called himelf Parresiades", pero no se inclina, tampoco en este caso, por la autoría de Luciano. No obstante, hay que recordar la ingeniosa habilidad del samosatense en la creación de los nombres de algunos de sus personajes: ¿acaso no es Lexífanes un nombre muy adecuado para el "exhibidor de palabras" que protagoniza la obra homónima? Cfr. Mestre & Gómez (2007: 159-162).

38. Cfr. Epicarmo. Fragmentos , 250 Kaibel.

39. Cfr. Nisbet (2003: 169).

40. Cfr. Luciano. Sobre los que están a sueldo , 14-18.

41. Cfr. Branham (1989: 111-113); Gallardo (1972); Romeri (2002: 239-240); Gómez & Jufresa (2008).

42. Cfr. Baldwin (1975: 328).

43. Cfr. Luciano. Simposio o Lapitas , 17; 42.

44. Cfr. Homero. Odisea , 15.263; 24.114.

45. Cfr. Luciano. Diálogos de los dioses , 22.1.

46. Cfr. Filóstrato. Vidas de los sofistas , 1.526-528. Loliano fue el primero en regir, en Atenas, la cátedra municipal de retórica. Filóstrato lo describe como orador muy hábil en su arte, muy sagaz en la invención apoyada en las reglas y portentoso en la expresión.

47. Ibidem 526. Según Filóstrato, así fue definido el sofista de Éfeso por el cínico Pancrates ante una turba de atenienses airados contra aquél por un problema de abastecimiento de grano, cuando Loliano ejercía como estratego encargado del aprovisionamiento de cereal durante el reinado de Adriano o de Antonino Pío.

48. Cfr. Luciano. Proemio: Heracles , 4; El sueño o el gallo , 2; Un crítico falaz o sobre el término "nefasto" , 24.

49. Cfr. Bompaire (1958: 561).

50. Cfr. Filóstrato. Vidas de los sofi stas , 2.578 y 567, respectivamente.

51. Cfr. Baldwin (1975: 327).

52. Cfr. Nisbet (2003: 170).

53. Cfr. Luciano. Dos veces acusado , 26; para la traducción de esta obra, véase Jufresa, Mestre & Gómez (2000: 103-134).

54. Cfr. Luciano. Sobre los que están a sueldo , 4; o Apología de los que están a sueldo , 12, donde el samosatense compadece a los que se convierten en esclavos de los ricos bajo el pretexto de instruirlos.

55. Entendemos, asimismo, que sólo con la lección pude mantenerse la puntuación de Jacobitz (1841: 26), quien pone una coma al final del primer hexámetro.

56. Cfr. Homero. Ilíada , 3.243; 21.63; Odisea, 11.301.

57. Cfr. Platón. Gorgias , 456b.

58. Cfr. Filóstrato. Vidas de los sofistas , 480. La crátera de Elena hace referencia a la vasija donde, según Homero ( Odisea , 4.129), la espartana guardaba una droga que calmaba el dolor y la ira, y hacía olvidar toda preocupación.

59. Precisamente la / inuentio era la parte de la técnica retórica que regulaba los mecanismos para encontrar y escoger los argumentos y las palabras adecuadas al discurso. Cfr. Hermógenes. De inuentione A, 1.65; Quintiliano.3.3.1.

60. Cfr. Homero. Ilíada , 1.1.

61. Cfr. Calímaco. Himno a Apolo, 80; 247; 258; 287.

62. Cfr. Luciano. Maestro de oradores, 18; Cómo hay que escribir historia , 32.

63. Cfr. Arato. Fenómenos, 2-4. Luciano se sirve de esta misma cita en Prometeo 14 y en Icaromenipo 24.

64. Cfr. Luciano. Lexífanes, 20.

65. Cfr. Arquíloco. Fragmentos, 331 West.

66. Cfr. Luciano. Maestro de oradores , 6; Dos veces acusado, 26-29.

67. A diferencia del maestro elemental , cuya tarea era enseñar a leer y a escribir, el era el encargado de introducir a los alumnos en el estudio de la literatura y de los textos.

68. Cfr. Luciano. Maestro de oradores , 20, donde el defensor de la nueva educación aconseja comenzar siempre,

69. Cfr. Morgan (1998: 67-73); Gómez (2007: 487-490).

70. Cfr. Ateneo.15.666a. Luciano trata el tema de la medicina en su El hijo repudiado , pues era un tópico usado como fuente de ejercicios retóricos. Por ello, la burla contra los médicos es motivo recurrente en un conjunto de epigramas del libro XI (112-126) de la Antología .

71. Cfr. Gómez (2003: 281-283).

72. Cfr. Filóstrato. Vidas de los sofistas, 2.594.

73. Este epigrama recuerda al de Demódoco (AP XI 237): "A un capadocio una vez la mordió una mala víbora, /pero fue ésta la que murió, tras probar sangre emponzoñada".

74 Cfr. Blomquist (1998: 50).

75. Cfr. Luciano. Relatos verídicos , 2.28: "Luciano, querido de los dioses bienaventurados, todo este lugar / vio y de nuevo partió a su querida tierra patria" ; Luciano explica que Homero mismo compuso esos dos versos para él, y es innegable la inspiración épica en Odisea , 1.82; 1.290.

76. Cfr. Luciano. Sobre las dipsadas , 6.

77. Cfr. Luciano. Simposio o Lapitas , 41.

78. Cfr. Bowie (1990: 55).

79. Cfr. Anderson (1976: 21-22).

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