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Synthesis (La Plata)

versión impresa ISSN 0328-1205versión On-line ISSN 1851-779X

Synthesis (La Plata) vol.24 no.2 La Plata jun. 2017

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/1851779xe020 

Artículos

Oralidad y escritura en el diálogo platónico

Rodrigo Verano1 

1Universidad Autónoma de Madrid

Resumen

Este artículo aborda la relación entre oralidad y escritura que se da en los diálogos platónicos, desde una perspectiva lingüística. Con auxilio del marco proporcionado por los nuevos enfoques para el estudio de los ejes hablado y escrito de la lengua, se propone un modelo de análisis del diálogo platónico en sintonía con las dos situaciones comunicativas que constituyen, respectivamente, el proceso de emisión y recepción de la obra, y la ficción literaria. Se aporta como estudio de caso el análisis de las aposiciones parafrásticas en La República, construcción que se alinea entre los fenómenos que admiten una mejor explicación si se relacionan con la impronta oral del texto.

Palabras clave Diálogo platónico; Platón; Oralidad; Griego antiguo; Paráfrasis

Abstract

This paper approaches the interrelation between oral and written speech in Plato's dialogues from a linguistic perspective. By means of a methodological framework provided by the recent studies focused on the spoken/written variation, a twofold model is proposed to examine Platonic dialogues in the crossroads of the two communicative situations involved in them: the one between author and reader and the one inside the literary fiction. A case study based on Republic shows how the paraphrases constructed as mere appositions can be interpreted as features related to the spoken bias present in the text.

Keywords Platonic dialogue; Plato; Orality; Ancient Greek; Paraphrase

1. El viejo problema de la voz de Sócrates

Las páginas finales del Banquete platónico alcanzan uno de los puntos culminantes de la obra del filósofo ateniense en lo que a la perfección artística de su producción literaria se refiere. Asistimos en ellas al arrebatado discurso -en armonía con el estado de embriaguez en que se encuentra su autor- que pronuncia un joven Alcibíades después de haber irrumpido en mitad de la abstemia serenidad de los invitados a la casa de Agatón. La entrada de Alcibíades constituye, como es sabido, un acto de transgresión desde todo punto de vista: además de quebrar la tranquilidad de la reunión, Alcibíades desprecia el orden establecido en ella decretando nuevas disposiciones en cuanto a la manera en que habrá de consumirse el vino y apartándose en su intervención del tema escogido por los demás asistentes -el elogio de Eros-, para ofrecer, en su lugar, un retrato encomiástico de Sócrates lleno de ironía. Siendo muchos los detalles notables que se mencionan en este discurso, llama la atención el énfasis alrededor de un aspecto del maestro que, a juicio del indómito discípulo y amante despechado, merece la mayor consideración: la fuerza encantadora de su voz, capaz de mover las más firmes voluntades.

Pl., Smp. 216a. [...] ἐπειδὰν δὲ σοῦ τις ἀκούῃ ἢ τῶν σῶν λόγων ἄλλου

λέγοντος, κἂν πάνυ φαῦλος ᾖ ὁ λέγων, ἐάντε γυνὴ ἀκούῃ ἐάντε ἀνὴρ

ἐάντε μειράκιον, ἐκπεπληγμένοι ἐσμὲν καὶ κατεχόμεθα.

Pero cuando uno te escucha a ti o a algún otro repitiendo tus palabras,

aunque se trate de un orador mediocre, ya te escuche una mujer, un hombre

o un muchacho, quedamos transportados y posesos.1

Hoy es lícito preguntarse cuánto de aquella voz que tanta admiración despertó un día resta en las -en todo caso también fascinantes- palabras que, en boca de su maestro, Platón ha dejado escritas; cuánto queda en la prosa platónica de lo que se pudo haber hablado en esas reuniones que los diálogos tan minuciosamente nos transmiten. En ningún caso se trata de una preocupación nueva: el propio Platón no fue ajeno a ella, como muestra la reflexión que incluyó en el Fedro acerca de los discursos orales y escritos y del carácter subsidiario e incompleto de estos frente a la variedad de matices con que la verdadera sabiduría se aprende mediante aquellos.2

La cuestión de la relación entre oralidad y escritura de estos diálogos es, pues, antigua y ha sido diversamente abordada. Desde la historiografía filosófica, los intereses que ha suscitado su dilucidación pueden agruparse en torno a dos grandes problemas: en primer lugar, el del insalvable abismo que existe entre los diálogos conservados y el magisterio oral, es decir, el corpus de doctrina nacido al hilo de la actividad académica, que debió de ser objeto de una constante evolución de la que los diálogos que conocemos no pueden ser más que destellos breves;3 en segundo lugar, el de la literaturización de la obra filosófica o, en general, de las relaciones entre filosofía y literatura para toda obra filosófica que se aparte del género del tratado clásico predominante en la tradición desde Aristóteles.

Entre estas aproximaciones, es quizá Havelock quien ha sabido plantear mejor la problematicidad de la coyuntura histórica en la que estos diálogos vieron la luz. En su opinión, la obra de Platón constituye el más claro punto de inflexión de un proceso cultural que sentó, en esta época, una de las bases de la civilización occidental, y que consistió en el abandono de la oralidad como medio de transmisión de saberes colectivos y su progresiva sustitución por la escritura. En mitad de este viraje cultural, la aparición de la obra platónica no constituyó únicamente, como afirma Havelock, la señal de que las tradiciones orales estaban cediendo paso ante la fuerza cada vez mayor de la palabra escrita; es también de un gran valor simbólico que Platón haya optado en sus creaciones por inmortalizar la conversación humana, en un intento de atrapar los últimos vestigios de una cultura milenaria que tuvo en su crepúsculo a Sócrates como último gran representante.

En paralelo a estas cuestiones, desde un punto de vista lingüístico, los diálogos plantean un reto muy diferente en cuanto a la relación entre oralidad y escritura que se da en ellos, pues, aunque se trata de obras escritas, constituyen, en el contexto del legado literario de la Antigüedad, una de las mejores representaciones del griego antiguo como lengua hablada de que disponemos. A diferencia de otras obras que reproducen también la interacción dialógica, como las dramáticas, estos no cuentan con las constricciones métricas y poéticas que forzosamente han de revestir de cierto artificio los discursos de la tragedia y la comedia, y, a pesar de la complejidad de sus temas y sus formas, transmiten una indiscutible naturalidad en la manera en que sus personajes se expresan y comunican.5

Nuestra hipótesis establece como punto de partida el hecho de que al menos una parte de la naturalidad que exhiben estas composiciones tiene que ver con ciertos rasgos propios de la oralidad que Platón ha sabido incorporar a su creación escrita. Ahora bien, ¿cómo puede analizarse esta oralidad? ¿Es posible indagar, en una lengua que conocemos únicamente a partir de testimonios escritos, los rasgos propios de esa misma lengua cuando surgía, viva y espontánea, en las conversaciones de la Grecia antigua? ¿Pueden aislarse las características propias de la lengua hablada que han quedado integradas en la imitación platónica?

Para abordar estas cuestiones nos serviremos en este trabajo de los nuevos modelos para el estudio de la oralidad que se han desarrollado en el seno de la lingüística moderna, procurando adaptar estas metodologías a las peculiaridades del corpus. El objetivo principal de este artículo es, pues, presentar y describir un marco teórico y metodológico que puede proporcionar un modelo de explicación del diálogo platónico en cuanto a la interrelación entre lo oral y lo escrito; a modo de ilustración, se llevará a cabo el estudio de un caso particular relacionado con esta interrelación, usando como corpus específico La República; se expondrán, finalmente, las conclusiones.

2. Lengua oral y lengua escrita: nueva aproximación

Quienes de un tiempo a esta parte han dado un impulso al estudio de la oralidad como fenómeno lingüístico suelen comenzar sus trabajos entonando un lamento acerca de la falta de rigor que caracteriza a la delimitación del supuesto objeto de estudio en las aproximaciones a la materia, en las que esta se confunde con un conjunto de valores y rasgos diversos cuya indefinición es producto de la poca atención que a la lengua hablada ha prestado una amplia tradición de estudios lingüísticos basados en textos de naturaleza literaria.6

Las nuevas aproximaciones que reivindican la integridad de la faceta oral del lenguaje como parcela de estudio coinciden en la defensa de un planteamiento capaz de abordar las dimensiones oral y escrita en la complejidad de sus interrelaciones, y en la necesidad de establecer una distinción metodológica entre el medio -esto es, la oposición entre lo hablado y lo escrito en referencia a la realidad física del soporte o formato del acto comunicativo-, y el modo, entendido como un conjunto de convenciones estilísticas típicamente asociadas a los discursos hablado y escrito, pero no limitadas exclusivamente a uno de estos. En este sentido reflexiona McCarthy (1993: 171):

A useful distinction, therefore, is that between medium and mode, where medium is concerned with how the message is transmitted to its receivers, and mode is concerned with how it is composed stylistically, that is, with reference to sociolinguistically grounded norms of archetypical speech and archetypical writing. These norms are norms of appropriacy, culturally conditioned on a cline of ‘writtenness’ and ‘spokenness’.

Uno de los desarrollos más fructíferos de esta idea ha sido llevado a cabo en el seno de la Romanística alemana por Koch y Oesterreicher (2007 [=1990]).7 En los términos de estos autores, la distinción entre oral y escrito puede entenderse desde un punto de vista medial, diferenciándose así los productos lingüísticos formulados en código hablado frente a los emitidos en código escrito, o concepcional, en referencia al conjunto de convenciones y usos que caracterizan lingüísticamente la expresión -planificación sintáctica, coherencia, etc. (cf. Koch y Oesterreicher [2007: 21])- asociada a las formas de comunicación oral y escrita.

La frontera entre lo hablado y lo escrito en cuanto al medio empleado es estricta y, salvo en casos excepcionales, la selección de ejecución hablada o escrita para un mensaje específico en su contexto de enunciación es determinante; de ahí que se hable, en lo que respecta a esta oposición, de dicotomía. La línea que separa lo hablado y lo escrito como variedades concepcionales, sin embargo, es difusa y estas deben entenderse como los extremos de un continuum. La distinción entre concepción y medio queda así reflejada en la siguiente figura:

(apud Koch y Oesterreciher 2007 [=1990]: 21)

Figura 1 Oralidad y escritura medial y concepcional 

El resultado es un esquema cuádruple en el que se aprecia cómo un determinado texto puede albergar rasgos lingüísticos en apariencia discordantes con el medio de expresión en el que ha sido generado.

El carácter gradual de la variación concepcional permite afrontar más fácilmente el hecho de que un importante número de textos contenga simultáneamente rasgos de naturaleza oral y escrita, de manera que, salvo en casos extremos, no existen realizaciones plenamente orales o escritas en términos de variedad concepcional, sino que debe hablarse de mayor o menor predominio de los rasgos prototípicos de cada una de estas variedades.

Con objeto de adelantarse a la presencia de estos rasgos, Koch y Oesterreicher han propuesto una serie de parámetros relativos a las condiciones en que se da una determinada situación comunicativa, con idea de saber en qué posición habrá de ubicarse el texto resultante de esa situación en el continuum hablado/escrito. Se trata de parámetros contextuales que examinan determinadas propiedades de la situación comunicativa y cuya solución cabe esperarse también en términos graduales. Estos diez parámetros están recogidos en la siguiente tabla:

(apud Koch & Oesterreicher 2007: 26-27)

Tabla 1 Parámetros comunicativos 

La valoración de cada uno de estos parámetros para una situación comunicativa determinada puede corresponderse con la asignación de una posición en una recta en cuyos extremos se localizarían, de un lado, la máxima inmediatez comunicativa, que se identifica con la comunicación oral, y, del otro, la máxima distancia comunicativa, que se identifica con la variedad concepcional escrita (Koch & Oesterreicher 2007: 30)

4. El diálogo platónico entre oralidad y escritura

La aplicación de estos parámetros al diálogo platónico requiere el diseño de un doble modelo capaz de dar cuenta de la posición fronteriza entre lo oral y lo escrito que ocupa por su naturaleza este tipo de obra literaria. Así, una parte del modelo debe examinar la situación comunicativa que tiene lugar en el seno de la ficción; otra debe atender a la relación que se establece, por mediación de la obra, entre el autor y su(s) posible(s) receptor(es).8

En cuanto a esta última parte del modelo, la aplicación de los parámetros de Koch y Oesterreicher tropieza de antemano con la dificultad de delimitar la naturaleza de la relación entre autor y lector que va ser sometida a análisis, dados los problemas asociados a la recepción de la obra platónica, tanto en la propia contemporaneidad de su producción como en épocas posteriores.9 Hay que ser consciente de que dibujar un gráfico único para el proceso de recepción que tenga en su extremo a un lector universal de los diálogos es un artificio que implica una intensa labor de abstracción. Con todo, tal normalización puede hacerse de cara a los intereses de este trabajo y someterse al análisis de los parámetros comunicativos mencionados, como recoge la siguiente figura, en cuyo polo de recepción se encontraría un lector contemporáneo:

Figura 2 Valores paramétricos del proceso de recepción 

La correspondencia de los valores de los parámetros se describiría así:

  • (a) Grado de publicidad. Carácter público. De modo general, ha de entenderse que los diálogos fueron publicados para su difusión y, en todo caso, esta ha primado en la relación universal entre Platón y sus lectores.

  • (b) Grado de familiaridad. El conocimiento mutuo puede ser relativo. Un lector puede estar familiarizado con el autor o su obra en el momento de la recepción, y el propio Platón pudo haber escrito algunas de sus obras teniendo muy presente a una comunidad concreta de lectores. Desde la perspectiva de una recepción contemporánea, sin embargo, el parámetro queda reducido al mínimo.

  • (c) Implicación emocional. Es un parámetro difícil de valorar, si bien parece prudente alojarlo más cerca de la zona de la distancia comunicativa.

  • (d) Anclaje. El anclaje en la situación de la acción es prácticamente nulo, en tanto que no hay referencias en el texto a la situación que aquí se describe.

  • (e) Campo referencial. Por las mismas razones, la referencialidad respecto al origo del emisor es inexistente.

  • (f) Inmediatez física. La inmediatez física de los interlocutores queda reducida -siempre según el modelo de recepción universal- al mínimo.

  • (g) Grado de cooperación. Como en la mayoría de las obras literarias, no hay posibilidad de cooperar en la producción del discurso.

  • (h) Grado de dialogicidad. Se da una exclusiva monologicidad (en conexión con el parámetro anterior).

  • (i) Grado de espontaneidad. La espontaneidad de que pudo gozar el autor en el momento de creación queda anulada en el proceso de comunicación con los lectores.

  • (j) Fijación temática. El grado de libertad temática del autor va en consonancia con los principios de creatividad; sin embargo, este queda constreñido en el planteamiento general de la obra de arte (en este caso, literaria).

De la misma manera, reducir a un modelo único la variedad de situaciones comunicativas que se recrean en los diferentes diálogos es una tarea compleja. Los personajes difieren entre sí y las circunstancias que evoca cada uno de los encuentros que sirve de marco a la conversación pretendidamente registrada son diversas. Algunos puntos, sin embargo, permanecen comunes, como el anclaje, la inmediatez física de los participantes y la facultad de cooperación (si bien incluso esta última característica muta sensiblemente en los diálogos más tardíos). A modo de ilustración, válida en todo caso para lo que intentamos mostrar aquí, hemos seleccionado el intercambio conversacional que mantienen Sócrates y Céfalo al comienzo de La República (Pl., R. 328b.4-331d.10) como corpus representativo para elaborar el siguiente gráfico,10 que aplica los parámetros comunicativos a la ficción interna del diálogo:

Figura 3 Valores paramétricos de la situación comunicativa ficticia 

La valoración de los parámetros sería en este caso como sigue:

  1. (a) Grado de publicidad. Carácter privado de la comunicación, que tiene lugar en el interior de la casa de uno de los participantes y entre personas conocidas.

  2. (b) Grado de familiaridad. Importante grado de familiaridad de los interlocutores, entre los que se observa respeto y cariño mutuo. Recuérdese la intervención inicial de Céfalo:

    ὦ Σώκρατες, οὐ δὲ θαμίζεις ἡμῖν καταβαίνων εἰς τὸν Πειραιᾶ. χρῆν μέντοι. εἰ μὲν γὰρ ἐγὼ ἔτι ἐν δυνάμει ἦ τοῦ ῥᾳδίως πορεύεσθαι πρὸς τὸ ἄστυ, οὐδὲν ἂν σὲ ἔδει δεῦρο ἰέναι, ἀλλ᾽ ἡμεῖς ἂν παρὰ σὲ ᾖμεν: νῦν δέ σε χρὴπυκνότερον δεῦρο ἰέναι. ὡς εὖ ἴσθι ὅτι ἔμοιγε ὅσον αἱ ἄλλαι αἱκατὰ τὸ σῶμα ἡδοναὶ ἀπομαραίνονται, τοσοῦτον αὔξονται αἱπερὶ τοὺς λόγους ἐπιθυμίαι τε καὶ ἡδοναί. μὴ οὖν ἄλλως ποίει, ἀλλὰ τοῖσδέ τε τοῖς νεανίσκοις σύνισθι καὶ δεῦρο παρ᾽ ἡμᾶς φοίτα ὡς παρὰ φίλους τε καὶ πάνυ οἰκείους. (Pl., R. 328c-d)

    Sócrates, hay que ver lo poco que bajas a vernos al Pireo. Al contrario debería ser. Pues si yo todavía tuviera fuerzas para caminar hasta la ciudad, no tendrías que venir tú aquí, sino que nosotros iríamos a visitarte. Pero, tal como están las cosas, es preciso que seas tú el que venga más a menudo. Pues debes saber que, en mi caso, en la misma medida en que el resto de los placeres del cuerpo se desvanecen, aumentan los deseos y placeres de la conversación. De manera que no procedas de otra forma; únete a estos jóvenes y acércate a visitarnos, como se visita a los amigos y a la gente más cercana.

  3. Implicación emocional. Grado de implicación elevado, que se observa en el pasaje anterior y en el carácter personal de los temas de la conversación: la vejez, la fortuna personal, etc.

  4. Anclaje. Importante anclaje comunicativo.

  5. Campo referencial. Actividad referencial y deíctica constante que pone de manifiesto el hic et nunc del hablante de turno (cf. la frase pronunciada por Céfalo: νῦν δέ σε χρὴ πυκνότερον δεῦρο ἰέναι).

  6. Inmediatez física. La inmediatez entre los interlocutores es máxima, ya que se documenta contacto físico.11

  7. Grado de cooperación. Grado de cooperación, en principio, alto.

  8. Grado de dialogicidad. Máximo grado de dialogicidad, pues los interlocutores asumen el turno de palabra alternativamente y la conversación avanza guardando los principios esenciales de coherencia.

  9. Grado de espontaneidad. Debe suponerse espontaneidad y bajo grado de planificación a las intervenciones de cada uno de los participantes.

  10. Fijación temática. El tema de conversación es libre y surge y evoluciona de forma aparentemente natural.

Según se desprende de este análisis, el diálogo platónico pone en juego un doble proceso de intercambio comunicativo en el que interactúan dos situaciones: una, más orientada a la inmediatez comunicativa, tiene lugar en la ficción literaria; otra, más orientada a la distancia, se corresponde con el proceso de recepción. La inmediatez comunicativa en la que hay que contextualizar las intervenciones de los distintos participantes en el diálogo no tiene que identificarse, en ningún caso, con un registro coloquial o familiar -de hecho, lo habitual es que se sitúe en las variedades más elevadas de la comunicación cara a cara-, pero sí debe analizarse teniendo en cuenta la espontaneidad propia de una concepción prototípicamente oral de la comunicación, como algo que se va produciendo y creando sobre la marcha.

Esta planificación de nivel bajo que es inherente a lo hablado y que encontramos en la configuración general de las intervenciones del diálogo se ve, sin embargo, coaccionada de múltiples formas por la influencia que ejerce la planificación, en su máximo grado, característica de la obra literaria escrita. Al construir cada una de las intervenciones de sus personajes, Platón mide cuidadosamente las palabras de sus ficticios conversadores, y este artificio puede ocultarse tras un velo de espontaneidad bien fingida o, por el contrario, hacerse manifiesto en la complicación de la forma y su aproximación a la expresión más elaborada de la distancia comunicativa. Lo importante es, en todo caso, que la realidad lingüística que encontramos en el pasaje de La República seleccionado o en cualquier otro no se corresponde íntegramente con ninguno de los dos modelos, sino que es siempre resultado de la tensión entre ambos: de un lado las restricciones propias de la espontaneidad característica de la conversación natural que se pretende recrear en la ficción literaria (inmediatez), y de otro las posibilidades que brinda la comunicación escrita (distancia).

El resultado de esta influencia de lo planificado sobre lo –aparentemente– espontáneo coincide con lo que se ha dado en llamar estilización, una extendida característica no solo del diálogo platónico, sino prácticamente de toda la ficción dialogada literaria. La estilización -término por otra parte vago- podría explicarse y describirse,12 haciendo uso del doble modelo desglosado en las páginas anteriores, como el resultado de la interacción entre inmediatez y distancia comunicativa que tiene lugar entre la ficción literaria y el proceso de producción y recepción de la obra. Pues, aunque es posible que la intención de Platón no haya sido crear un retrato fidedigno -hasta en sus más pequeñas imperfecciones- de la realidad, lo cierto es que, al reelaborar el modelo con la maestría del arte que le es propia, nos ha legado un valioso testimonio en el que, si se sabe separar lo escrito de lo oral, pueden oírse todavía las voces que inspiraron sus ideas.

5. Un estudio de caso de lo oral en lo escrito: la paráfrasis en aposición

Para ilustrar esta injerencia de lo hablado en lo escrito, hemos seleccionado una estrategia discursiva que, por su propia naturaleza y como a continuación mostraremos, se instala mejor entre las convenciones propias de la inmediatez comunicativa que entre las de la distancia. Se trata de las reformulaciones parafrásticas introducidas en forma de aposiciones puras, sin mediación de mecanismo explícito que marque el movimiento reformulativo más allá de la estructura entonativa subyacente al texto escrito. A lo largo de las páginas siguientes expondremos nuestra propuesta de explicación de este fenómeno, sirviéndonos como corpus de La República.13

5.1. La reformulación parafrástica

La paráfrasis puede definirse como la actividad mediante la cual un hablante duplica voluntariamente un segmento del discurso introduciendo una nueva formulación que presenta, respecto a la primera expresión, variación formal y contenido, en principio, equivalente. Obsérvese el siguiente ejemplo:

ἐγὼ μὲν οἶμαι, ἦν δ᾽ ἐγώ, ἐν τῷ καλλίστῳ, ὃ καὶ δι᾽ αὑτὸ καὶδιὰ τὰ

γιγνόμενα ἀπ᾽ αὐτοῦ ἀγαπητέον τῷ μέλλοντι μακαρίῳ ἔσεσθαι. (Pl., R.

358a)

Yo creo –dije-, que en lo más bello, [es decir,] lo que tanto por sí mismo

como por lo que produce es objeto de obligado aprecio del que se dispone a

ser feliz.

La paráfrasis se incluye entre las llamadas operaciones de reformulación discursiva -es, de hecho, la operación reformulativa por antonomasia-, y suele asociarse, en las descripciones de lenguas modernas, a la aparición de partículas y marcadores discursivos, esto es, expresiones más o menos lexicalizadas que se especializan en la conjunción de segmentos parafrásticos y facilitan así su interpretación en tales términos.14 El estudio sistemático de todos los contextos parafrásticos que se registran en La República ha proporcionado, sin embargo, resultados en apariencia sorprendentes respecto al comportamiento de este tipo de marcadores, que constituyen el núcleo de las manifestaciones de este mismo fenómeno en los trabajos publicados sobre lenguas modernas: de los ciento cuarenta y ocho contextos de paráfrasis identificados, ciento diecisiete constituyen casos de pura aposición de segmentos discursivos, sin mediación de partícula o marcador alguno.15

Así, si se examina el ejemplo citado arriba, se detectará que la predicación de identidad que establece la equivalencia entre τῷ καλλίστῳͅ y ὃ καὶ δι᾽ αὑτὸ καὶ διὰ τὰ γιγνόμενα ἀπ᾽ αὐτοῦ ἀγαπητέον τῷ μέλλοντι μακαρίῳ ἔσεσθαι, aflora en el discurso gracias a la solidaridad entre información contextual, arquitectura sintáctica y estructura entonativa. No es necesario un marcador léxico específico, que sin embargo sí puede suplirse en la traducción sin que resulte afectada la esencia del discurso.

5.2. ¿Un fenómeno propiamente oral?

La tendencia al empleo de estas aposiciones en la formulación de paráfrasis no constituye un hecho aislado. En un estudio llevado a cabo sobre un corpus de conversaciones en francés contemporáneo, Norén (1999: 57), anota la siguiente observación:

La relation entre X et Y est implicite lorsque les instructions de reformulation ne sont pas représentées par une forme linguistique: elle repose sur la ressemblance entre X et Y. Les connecteurs de reformulation fournissent un instrument au locuteur dans le cas où il veut explicitement articuler cette relation. Ce qui caracterise notre corpus, c’est l’absence de beaucoup de ces connecteurs et la basse fréquence de ces connecteurs en général. La langue parlée n’exploite qu’une petite partie de la gamme des connecteurs de reformulation.

En nuestra opinión, la afirmación de la autora al final de esta cita -“la langue parlée n’exploit qu’une petite partie de la gamme des connecteurs de reformulation”- invita a una reflexión sobre la relación entre la extensión del uso de la aposición parafrástica en La República y la impronta de la oralidad en la articulación de estas secciones del discurso. En la misma línea, Chafe, en un estudio pionero sobre las características de la lengua hablada, apuntaba que “the fragmentation of spoken languages shows up partly in the stringing together of ideas without connectives” (Chafe 1982: 38).

Este tipo de constataciones son interesantes, especialmente si se tiene en cuenta que las descripciones de la oralidad que realizan estos autores tienen vocación de universalidad. El hecho de que un determinado procedimiento formal responda a un prototipo tipificado como oral en la investigación que se ha llevado a cabo en lenguas modernas es ya un síntoma que permite asentar el diagnóstico de la inmediatez de estas construcciones apositivas, que parecen responder a una suerte de universal discursivo.

5.3. Un recorrido por la aposición parafrástica de Homero a Platón

Sin que en absoluto pueda establecerse una identificación entre ambos fenómenos, resulta interesante comparar las estructuras mencionadas en los subepígrafes anteriores con la llamada construcción aposicional, una de las características fundamentales de la sintaxis homérica.16

El interés de traer a colación una tradición discursiva tan alejada de los diálogos platónicos radica en que algunos trabajos recientes -especialmente los de Bakker (1990 y 1997)- han cuestionado las descripciones clásicas que veían en estas construcciones manifestaciones del todavía incipiente desarrollo del pensamiento humano. En lugar de esto, Bakker ha traído al centro de la cuestión los resultados que en el ámbito de la comunicación oral cotidiana habían llevado a cabo investigadores como Chafe, al observar que la parataxis de unidades de tamaño medio y significado más o menos autónomo se da recurrentemente en la narrativa oral.17 La constatación de este hecho, como apunta Bakker (1997: 43), altera forzosamente nuestra consideración de la aposición en unas composiciones -los poemas de Homero- cuya naturaleza oral está fuera de toda duda:

Such a perspective quickly reveals that the speech, our own everyday language, is pervasively paratactic too -the feature appears to be an inherent property of spoken discourse, naturally resulting from its production, and essential in some ways to its comprehension. If this is the case, parataxis can hardly be an archaism or a mark of primitive language.

La frecuencia de este tipo de estructuras en la comunicación oral se explica con auxilio de su característica más esencial: la temporalidad. En la constitución del discurso hablado el tiempo se convierte en una variable fundamental, pues el emisor y el receptor solo pueden procesar y retener cierta cantidad de información en un momento dado. Este corto espacio en la memoria de que se sirven simultáneamente hablante y oyente en el momento de la comunicación es la conciencia discursiva -cf. Bakker (1997: 46)-, y constituye un factor determinante en la organización del discurso oral, especialmente en la manera de compartimentar y presentar la información. Así, partiendo del hecho de que esta conciencia -en términos de Chafe y Bakker-, solo nos permite activar una pequeña cantidad de información a un tiempo, es esperable que la producción discursiva en el ámbito oral se lleve a cabo teniendo en cuenta las limitaciones de nuestra psique:

It is intuitively obvious that our capacity to activate information is severely limited. The active portion of our knowledge has sometimes been said to reside in short-term memory, and from that point of view, there is relevance in the idea that short-term memory can hold only seven plus or minus two items [...]. Whether or not that figure is exactly right, and exactly what an item might be, need not occupy us just now. The important thing is that short-term memory does not hold very much. In the long run is better not to think about a kind of memory, but about a certain limited amount of information in our minds being temporarily lit up (Chafe 1987: 22).

Como consecuencia de ello, el hablante se ve obligado a parcelar la información en dosis más o menos pequeñas, que Chafe (1987: 22) denomina unidades de entonanción (intonation units), secuencias de palabras organizadas a lo largo de una línea entonativa única y normalmente precedidas y seguidas de algún tipo de pausa. Bakker (1990 y 1997) ha demostrado la pertinencia que el concepto de unidad entonativa tiene en el entendimiento estructural del discurso homérico, el cual se organiza, siguiendo este tipo de patrones, en unidades entonativamente independientes que se corresponden con la cantidad de información que puede ser procesada de una sola vez. De esta forma, Bakker propone la siguiente compartimentación de unidades entonativo-informativas para un pasaje de la Ilíada (Hom Il., 4.457-462, apud Bakker 1997: 50):

  1. a.- Πρῶτος δ’ Ἀντίλοχος

  2. Τρώων ἕλεν ἄνδρα κορυστὴν

  3. ἐσθλὸν ἐνὶ προμάχοισι

  4. Θαλυσιάδην Ἐχέπωλον

  5. τόν ῥ’ ἔβαλε πρῶτος

  6. κόρυθος φάλον ἱπποδασείης,

  7. ἐν δὲ μετώπῳ πῆξε,

  8. πέρησε δ’ ἄρ’ ὀστέον εἴσω

  9. αἰχμὴ χαλκείη

  10. τὸν δὲ σκότος ὄσσε κάλυψεν,

  11. ἤριπε δ’ ὡς ὅτε πύργος

  12. ἐνὶ κρατερῇ ὑσμίνῃ.

Siguiendo el prototipo de la parataxis, estas unidades se van uniendo mediante conjunciones coordinativas o por simple aposición, apoyándose en la marcada entonación propia de la lengua hablada. Para los intereses de nuestro estudio, es llamativa la interpretación que el autor ofrece de la aposición entre los segmentos (e) y (f):

To the first mention of Antilokhos victim are added two pieces of information, which according to Meillet’s analysis have to be seen as loosely added appositional phrases that acquire a large amount of syntactic autonomy (they are equivalent to separate clauses: ‘he was...; his name was...’). Furthermore the recapitulative phrase tón rh’ébale prótos ‘Throwing first, he struck him’, 459 is followed by a phrase (kóruthos phálon hippodaseíes ‘on the horn of the horse-haired helmet, 459) that can be seen as an added piece of information, specifying the verb ébale: ‘he struck him, [namely] on the horn of the horse-haired helmet’ (Bakker 1997: 41).

Para explicar la relación entre dos segmentos que no se encuentran conectados por medio de partícula alguna, Bakker reconstruye una operación de tipo parafrástico -obsérvese cómo introduce el marcador inglés namely-, ilustrando un caso muy similar a los que se están estudiando en este epígrafe.

Si volvemos a las paráfrasis de La República, como las que figuran en los ejemplo anteriores, ¿no se observan una cualidad entonativa, una autonomía y una consistencia informativa similares a las que Chafe y Bakker han analizado como propias de la unidades del discurso oral? Así, en el siguiente pasaje:

Τὸ τῶν ἐπιθυμιῶν, οἷαί τε καὶ ὅσαι εἰσίν, οὔ μοι δοκοῦμεν ἱκανῶς

διῃρῆσθαι. (Pl., R. 571a)

Lo de los deseos, [esto es,] cuántos y cuáles son, me parece que no lo hemos

tratado suficientemente.

Pueden distinguirse los segmentos (a) -τῶν ἐπιθυμιῶν- y (b) -οἷαί τε καὶ ὅσαι εἰσίν- como unidades de entonación y procesamiento independientes, entre las que aflora una relación de tipo parafrástico. Algo parecido se observa en contextos como los siguientes:

Καὶ μάλα, ἔφη•ἃ νυνδὴ διῇμεν πάντα, ἀδικία τε καὶ ἀκολασία καὶ

δειλία καὶ ἀμαθία. (Pl., R. 609b-c)

Desde luego –dijo-. Todo lo que discutíamos hace un momento, la

injusticia, la licenciosidad, la cobardía y la ignorancia.

Παγκάλως, ἦν δ’ἐγώ, λέγεις, ὦ Κέφαλε. Τοῦτο δ’ αὐτό, τὴν

δικαιοσύνην, πότερα τὴν ἀλήθειαν αὐτὸ φήσομεν εἶναι ἁπλῶς

οὕτως καὶ τὸ ἀποδιδόναι ἄν τίς τι παρά του λάβῃ, ἢ καὶ αὐτὰ ταῦτα

ἔστιν ἐνίοτε μὲν δικαίως, ἐνίοτε δὲ ἀδίκως ποιεῖν; (Pl., R. 331c)

Qué bellas cosas dices, Céfalo -dije yo-. Y esto mismo, la justicia, ¿diremos

que es simplemente la verdad y el hecho de devolver, si alguno ha recibido

algo de alguien, o que también estas mismas cosas es posible hacerlas

algunas veces de forma justa, otras injustamente?

Ὅτι οἶμαι ἡμᾶς ἐρεῖν ὡς ἄρα καὶ ποιηταὶ καὶ λογοποιοὶ κακῶς

λέγουσιν περὶ ἀνθρώπων τὰ μέγιστα, ὅτι εἰσὶν ἄδικοι μὲν

εὐδαίμονες πολλοί, δίκαιοι δὲ ἄθλιοι, καὶ ὡς λυσιτελεῖ τὸ ἀδικεῖν,

ἐὰν λανθάνῃ, ἡ δὲ δικαιοσύνη ἀλλότριον μὲν ἀγαθόν, οἰκεία δὲ

ζημία καὶ τὰ μὲν τοιαῦτα ἀπερεῖν λέγειν, τὰ δ’ ἐναντία τούτων

προστάξειν ᾄδειν τε καὶ μυθολογεῖν. ἢ οὐκ οἴει; (Pl., R. 392a-b)

Porque pienso que diremos que en efecto poetas y prosistas no hablan con

aciertoacerca de los asuntos de la mayor importancia para las personas,

esto es, que son muchos los que siendo injustos son felices y los que siendo

esto es, que son muchos los que siendo injustos son felices y los que siendo

justos, unos desgraciados, y que cometer injusticia es fuente de provecho,

siempre que nadie lo advierta, y que la justicia es bien ajeno y daño propio.

Es más, pienso que prohibiremos que hablen de tales cosas, y

y prescribiremos que canten y narren las contrarias, ¿no te parece?

En el primer ejemplo de los anteriores, una unidad discursiva -ἃ νυνδὴ διῇμεν πάντα- que hace referencia a un momento anterior en la conversación es aclarada o identificada mediante una segunda unidad, sin que se explicite por un medio léxico la relación parafrástica. En el segundo se observa una instancia de la misma naturaleza, ya que el pronombre demostrativo no se refiere aquí catafóricamente al segmento que lo sigue, sino que apunta anafóricamente a la intervención anterior de Céfalo. El tercero especifica el primer segmento -περὶ ἀνθρώπων τὰ μέγιστα- con una secuencia sintácticamente compleja que, sin embargo se subdivide en unidades más pequeñas, de relativa autonomía prosódica y bien cohesionadas mediante partículas conectivas.

5.4. Conclusión del estudio de caso

La República de Platón acoge un importante número de ejemplos en los que se produce una paráfrasis discursiva que no aparece marcada por un elemento léxico específico, sino que más bien se apoya en la secuenciación prosódica del discurso, lo que aproxima esta construcción a la esfera fenomenológica de un modelo de comunicación oral.

No es nuestra intención defender que el discurso platónico sea susceptible de ser analizado en su totalidad con auxilio de este modelo. Como ha quedado anteriormente expuesto, el diálogo platónico se mueve en una tensión permanente entre la oralidad propia de la situación comunicativa de la ficción y la planificación inherente al proceso creativo. Esta tensión se va resolviendo de forma distinta en cada caso según los intereses estilísticos de Platón, de modo que el resultado -es decir, lo que dicen los personajes según leemos en el diálogo- se alineará, en ciertos aspectos y lugares, con los parámetros de inmediatez comunicativa de la ficción y, en otros, con los de la distancia desde la que escribe el autor. No es lógico pensar, por tanto, que el flujo de unidades de entonación propio de la lengua hablada que hemos tratado aquí sea omnipresente en el diálogo o articular la totalidad de las intervenciones. De hecho, es evidente que las intervenciones presentan muy frecuentemente un grado de complejidad sintáctica que se aparta de dicho flujo por completo.

Con todo, las aposiciones parafrásticas que han sido mostradas sí parecen encajar muy bien en esta concepción de la lengua oral organizada en unidades de procesamiento de información de naturaleza entonativa y tamaño mediano y que, por consiguiente, en la tensión entre lo oral y lo escrito que se da en el diálogo, constituyen rasgos más próximos a la inmediatez comunicativa.

6. Conclusión

A lo largo de las páginas anteriores hemos intentado abordar la problemática relación de la oralidad y la escritura que se da en los diálogos platónicos desde un punto de vista lingüístico. Con auxilio de los nuevos modelos de análisis de la lengua hablada expuestos, puede decirse que el diálogo platónico es el resultado de una tensión entre la inmediatez y la distancia comunicativas asociadas, respectivamente, a la situación comunicativa que tiene lugar en la ficción y a la que se enmarca en el proceso de creación y recepción literaria.

Este marco de trabajo permite ubicar determinados fenómenos lingüísticos en la esfera de lo oral y situar otros en la de lo escrito, dado el carácter gradual del eje de variación de la concepción lingüística presente en los textos. De este modo, el hecho de que el diálogo reproduzca una conversación natural no implica necesariamente que todos los rasgos presentes en él deban considerarse propios de la lengua hablada, como tampoco lo exactamente opuesto por el hecho de tratarse de una obra literaria escrita.

Como ejemplo de la presencia de elementos de naturaleza hablada en las intervenciones de los diálogos, se ha aportado el caso particular de las aposiciones parafrásticas, que son el procedimiento más común para la introducción de esta operación reformulativa en La República. La frecuencia de esta construcción se ha puesto en relación con la segmentación de unidades discursivas independientes que es propia de la lengua oral. Estas conclusiones encuentran sustento en los trabajos de los oralistas contemporáneos que han observado el mismo fenómeno en lenguas modernas y se alinean con los resultados obtenidos en el análisis del discurso homérico. Acerca de este último hecho, consideramos relevante que las aposiciones parafrásticas permitan tender un puente entre dos regiones de la literatura griega que apenas tienen nada en común salvo la honda impronta que hay en ellas de la oralidad: en el caso de los poemas homéricos, en la composición y transmisión centenaria de los textos y, en el del diálogo, en la conversación natural que sus páginas intentan imitar.

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Notas

1Los pasajes platónicos que se citarán en este artículo se corresponden con la edición burnetiana que, pese a su antigüedad, sigue siendo la más reciente de la obra completa de Platón a cargo de una sola mano. En el análisis de algunos pasajes de La República que se ofrecerá más adelante se han tenido en cuenta, además, las aportaciones del comentario de Adam (1902) y el nuevo texto oxoniense de Slings (2003). Todas las traducciones que se ofrecen son propias.

2Pl., Phdr. 274b y ss. Son también célebres los pasajes de temática parecida en la CartaVII (341b y ss.).

3Reale (1991) encabeza una nueva corriente hermenéutica platónica que intenta desentrañar el magisterio oral subyacente a los testimonios escritos. Desde una perspectiva filológica, los estudios cronológicos de Thesleff (1967, 1982, 1999) plantean una propuesta en términos compatibles. Es importante notar que la búsqueda de una línea de pensamiento de estos autores no supone una vuelta a las antiguas tesis unitarias propugnadas por Schleiermacher (cf. 1973 [=1804-1828]) y defendidas, entre otros, por Shorey (1903).

4Cf. Havelock (1986: 8). Véase Havelock (1963) para la exposición más completa de esta teoría.

5Lo que en modo alguno disminuye el interés del drama como corpus para este tipo de estudios y, en el caso concreto del diálogo platónico, la posible influencia que debió ejercer en el filósofo la escritura dramática si, como recoge una conocida anécdota (cf. D.L., 3.5), llegó a componer tragedias en su juventud. Sobre las relaciones entre drama y diálogo -tema que excede por completo los límites de este trabajo-, véase la aproximación clásica de Laborderie (1978:13-51). Más recientemente, Arieti (1991: 3) ha considerado la fusión entre drama y prosa, una de las aportaciones más genuinas de Platón: “I would venture to say that as Herodotus boldness and genious lay partly in his adaption of epic to prose, so Plato’s lay partly in his adaption of drama to prose. Tragedy and comedy are the genres that more resemble the Platonic dialogue: like tragedies and comedies, the dialogues have settings and characters, unity of time and place, and conversation in the character’s own persona without benefit of a narrator”.

6A la indefinición propia de valores como lo afectivo, lo expresivo o lo familiar -cf. López Serena (2007: 163) y Del Rey Quesada (2013: 226, n. 21)-, tradicionalmente evocados en las descripciones de lo que se conoce como lengua oral, se une la vacilación terminológica. Para un panorama crítico de estos problemas véase López Serena (2007).

7Las bases para esta distinción están ya en los trabajos de Chafe (1982 y 1987) sobre la articulación del flujo del habla. Cf. también Söll (1985: 17-25). En general la investigación sobre la lengua hablada ha seguido, en los diferentes ámbitos en que se ha producido, derroteros que han conducido a conclusiones similares, como apuntan en sus respectivos estados de la cuestión Bakker (1997) y López Serena (2007).

8Este doble modelo ha sido también reivindicado por Del Rey Quesada (2011: 704), quien habla de “dos niveles correspondientes a dos situaciones comunicativas paralelas pero diferentes: la que envuelve, en la ficción, a los personajes, y la que afecta a la relación entre emisor real del mensaje (autor) y receptor real (lector)”.

9 Entrarían aquí problemas materiales (si los diálogos fueron leídos públicamente; si en esas lecturas participaba asiduamente el autor y podía, por tanto, establecerse un coloquio en torno a la lectura; si alguna vez fueron representados, fueran o no concebidos con este fin, etc.). Piénsese también en la distinción -defendida, entre otros, por Thesleff (1982)- entre obras esotéricas y exotéricas, que implicaría una modificación en la valoración de ciertos parámetros. No entramos en cuestiones relativas a la llamada recepción clásica, que puede aportar también claves determinantes par entender la relación entre Platón y sus oyentes y lectores a lo largo de los siglos: Hardwick & Stray (2008) para un amplio conjunto de perspectivas; Tarrant & Baltzy (2006) sobre recepción platónica en la Antigüedad.

10Véase Verano (2014) para un análisis de ciertos rasgos lingüísticos relacionados con la oralidad empleados por Platón en la caracterización del habla de Céfalo.

11 Cf. Pl., R. 328c: Εὐθὺς οὖν με ἰδὼν ὁ Κέφαλος ἠσπάζετό (“Y Céfalo, tan pronto me vio, corrió a abrazarme”).

12Bakker (1997: 17) la define, en relación con los parlamentos de la épica homérica, como una relación entre dos tipos de discurso: "A general catchword for the poetry in Homeric speech is the term ‘stylization’, which implies, just as imitation or parody, two discourses: the discourse that is the object of stylization and the stylizing discourse itself. This stylizing discourse is meant to be distinctive, but in order to be recognizable as stylizing discourse, it has to display some essential features of its model. In the same way, Homeric discourse can be said to stylize ordinary discourse by departing from it and yet retaining, or even highlighting, its most characteristic features."

13Véase Verano (2015: 241-352) para una introducción general a la reformulación parafrástica y un análisis pormenorizado de las estrategias que actualizan esta función en la prosa platónica.

14Piénsese en locuciones como fr. c’est-á-dire, autrement dit, à savoir, etc. (Rossari 1997: 13-17); esp. es decir, esto es, o sea, etc. (Garcés 2005; 2008).

15 La distribución de los datos es la siguiente (cf. Verano [en prensa]): Procedimiento parafrástico Documentaciones Aposición 117 Uso de verbo de lengua 23 Disyunción 4 Otras expresiones 4 Total 148 Procedimiento parafrástico Documentaciones Aposición 117 Uso de verbo de lengua 23 Disyunción 4 Otras expresiones 4 Total 148. Es importante señalar que el término aposición se emplea aquí para describir un fenómeno discursivo -esto es, la reformulación parafrástica- que se lleva a cabo sin auxilio de marcadores específicos, con excepción de la entonación. No deben, pues, extrapolarse los rasgos de la construcción sintáctica denominada en las gramáticas con el mismo término.

16Recuérdese la introducción clásica de Chantraine (1948-1953, II: 12): "Un des traits qui commandent les procédés de la syntaxe homérique est la construction appositionnelle. Selon une structure héritée de l’indo-européen, chaque mot portait en lui-même la marque du rôle qu’il jouait et les mots conservaient ainsi une grande autonomie".

17Cf. Tannen (1982).

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