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Revista de la Sociedad Entomológica Argentina

versión impresa ISSN 0373-5680versión On-line ISSN 1851-7471

Rev. Soc. Entomol. Argent. v.64 n.1-2 Mendoza ene./jul. 2005

 

Parasitismo larval de Crocidosema (=Epinotia) aporema (Lepidoptera: Tortricidae) en el noreste de la provincia de Buenos Aires (Argentina)

Larval parasitism of Crocidosema (=Epinotia) aporema (Lepidoptera: Tortricidae) in north-eastern Buenos Aires province (Argentina)

Liljesthröm, Gerardo y Gloria Rojas-Fajardo

Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE). Calle 2 Nro. 584. 1900 La Plata, Argentina; e-mail: gerliljes@sinectis.com.ar

RESUMEN. En la interacción huésped-parasitoide las plantas suelen emitir señales capaces de aumentar la eficiencia de los parasitoides. Las larvas de Crocidosema (=Epinotia) aporema (Walsingham) se alimentan endofíticamente de leguminosas herbáceas y constituyen una plaga de la soja (Glycine max Merrill). En este estudio analizamos el parasitismo larval de C. aporema en Melilotus albus Medikus, Galega officinalis L, Lupinus albus L y G. max, en el noreste de Buenos Aires. La densidad larval fue mayor en L. albus (109,2 larvas/m²) que en las restantes leguminosas: 3,7; 6,9 y 11,3 en M. albus, G. officinalis y G. max, respectivamente. Sin embargo, el parasitismo y número de especies parasitoides fueron menores en L. albus (9,5% por el ectoparasitoide generalista Bracon sp.) que en M. albus (32,6%, Bracon sp. y los endoparasitoides Trathala sp.y Bassus sp.); G. officinalis y G. max (26,4% y 50,6% respectivamente, con Trathala sp. y Bracon sp. en ambas). Lupinus albus fue la única especie vegetal que reaccionó a la alimentación de C. aporema con producción de exudados pegajosos y olorosos que podrían haber repelido los endoparasitoides, actuando como un refugio parcial para C. aporema. Además, al ser positivamente seleccionada por C. aporema, esta leguminosa podría utilizarse como franja trampa para su control en cultivos de soja, de manera compatible con tácticas de control biológico por conservación de enemigos naturales.

PALABRAS CLAVE. Interacciones tritróficas. Leguminosas. Crocidosema (=Epinotia) aporema. Ectoparasitoide. Endoparasitoide.

ABSTRACT. In host-parasitoid interactions, parasitoid efficiency may be increased by different quantity and quality of plant signals. Crocidosema (=Epinotia) aporema (Walsingham) is a pest on soybean, with larvae feeding endophitically on various herbaceous leguminosae. In this study we analyzed larval parasitism of C. aporema on Melilotus albus Medikus, Galega officinalis L, Lupinus albus L and Glycine max Merrill in the north-east of the Buenos Aires province. Larval density was higher on L. albus (109,2 larvae/m²), than on the other leguminosae: 3,7; 6,9 y 11,3 on M. albus, G. officinalis and G. max, respectively. However, larval parasitism and the number of parasitoid species were lower on L. albus (9,5%, by the generalist ectoparasitoid Bracon sp.) than on M. albus (32,6%, Bracon sp. and the endoparasitoids Trathala sp.and Bassus sp.); G. officinalis and G. max (26,4% and 50,6% respectively, by Trathala sp. and Bracon sp. in both cases). Lupinus albus produced abundant sticky and odorous exudates in response to C. aporema larval feeding, which could have repelled the endoparasitoids. The much higher concentration of C. aporema on L. albus suggests this leguminosae could be used as a trap crop for control of C. aporema on soybean plots, method compatible with other tactics of conservative biological control.

KEY WORDS. Tritrophic interactions. Leguminosae. Crocidosema (=Epinotia) aporema. Ectoparasitoid. Endoparasitoid.

INTRODUCCIÓN

En las interacciones entre huéspedes y parasitoides, el parasitismo exitoso requiere la concreción de varios pasos sucesivos: ubicar hábitats que contengan huéspedes, detectar las plantas asociadas a ellos, ubicar en dichas plantas al huésped individual, estimar la susceptibilidad del mismo y por último, atacarlo (Vinson, 1976).

En dichas interacciones, las plantas juegan una función compleja y dinámica, ya que distintos factores pueden influenciar la cantidad y calidad de las señales emitidas por ellas (Takabashasi et al., 1994; 1995). Por ejemplo, la facilidad para detectar un manchón de plantas asociadas a cierto huésped suele aumentar con el tamaño y pureza del mismo (Root, 1967). Además, ciertas plantas pueden incitar o detener el ataque de un parasitoide pues huéspedes alimentados en ellas concentran ciertas sustancias vegetales que aparentemente influyen sobre el olor del cuerpo o de sus deyecciones (Loke & Ashley, 1984; Nordlund et al., 1988). Aún más, diferentes características físicas y químicas de las plantas pueden afectar el comportamiento de búsqueda y ataque de los parasitoides, independientemente de la densidad del huésped (Letourneau & Altieri, 1983; Sato & Ohsaki, 1987). De esta forma, las plantas no sólo aumentan la eficiencia del parasitoide al facilitarle claves para ubicar al huésped y/o hacerlo accesible al ataque, sino que además le proveen alimento suplementario y refugio (Cortesero et al., 2000). Las interacciones tritróficas (Price et al., 1980) parecen ser el marco teórico adecuado para analizar estos casos, ya que las interacciones huésped–parasitoide están profundamente afectadas por características químicas o físicas de la planta huésped.

El barrenador Crocidosema (=Epinotia) aporema (Walsingham) (nueva comb. Powell et al., 1995) es un tortrícido neotropical oligófago. Las larvas se alimentan endofíticamente de leguminosas herbáceas, y en la Argentina es reconocida como una plaga importante del cultivo de soja (Caballero, 1972; Rizzo, 1972; Correa & Smith, 1976; Luna et al., 1996). Las hembras adultas depositan huevos individuales en pecíolos, brotes y hojas jóvenes, y luego de dos o tres días emergen las larvas que se desplazan hasta los sitios de alimentación (brotes vegetativos y/o reproductivos), donde construyen un refugio al unir pequeñas hojas con hilos de seda. En ocasiones las larvas medianas abandonan el refugio y barrenan tallos o pecíolos para completar el desarrollo (Pereyra et al., 1991; Liljesthröm et al., 2001). Durante el período de actividad (septiembre a abril), la población desarrolla seis-siete generaciones ampliamente superpuestas, comenzando a incrementar su abundancia en manchones de leguminosas de presencia espontánea, desde donde colonizan los cultivos (Pereyra et al., 1991; Rojas-Fajardo, inéd.).

En un estudio previo (resultados no publicados), analizamos el parasitismo larval de C. aporema durante dos períodos de actividad sucesivos, en manchones de Melilotus albus Medikus ("melilotus") y Galega officinalis L. ("alfalfa gallega"), dos leguminosas espontáneas muy comunes en la zona de estudio. Encontramos una densidad similar de C. aporema en ambas leguminosas y dado que el parasitismo larval total no sobrepasó 42% consideramos que C. aporema no resultó en términos generales, un recurso escaso para los parasitoides. Se registraron tres especies de parasitoides larvales: Bassus sp. (Hymenoptera: Braconidae), Trathala sp. (Hymenoptera: Ichneumonidae) y Bracon sp. (Hymenoptera: Braconidae).

Bassus sp. y Trathala sp. son endoparasitoides solitarios, koinobiontes, con un rango de huéspedes presumiblemente restringido y que atacan al huésped desde el primer estadio. Bracon sp. es un ectoparasitoide idiobionte, gregario, probablemente generalista. El género parasita diferentes especies de lepidópteros, coleópteros y dípteros (De Santis & Esquivel, 1966; Briceño, 1999), que ataca al 4to y fundamentalmente al 5to estadio larval (Rojas-Fajardo, inéd).

En este trabajo evaluamos a lo largo del período de actividad, la densidad larval de C. aporema así como la riqueza específica de parasitoides y el parasitismo en las diferentes leguminosas. Además de considerar a M. albus y G. officinalis como plantas huéspedes del barrenador, incorporamos en nuestro análisis dos leguminosas cultivadas: Glicyne max Merrill ("soja", no modificada genéticamente) y Lupinus albus L. ("lupino"). La soja fue considerada por la importancia económica del cultivo, en tanto que el lupino lo fue por ser una leguminosa preferentemente seleccionada por adultos de C. aporema para oviponer (Rojas-Fajardo, obs. pers.) y capaz de concentrar una mayor densidad de larvas que en las restantes parcelas.

Nuestra hipótesis plantea que, de no mediar efectos por parte de las plantas que alteraran la interacción huésped-parasitoide, el número de especies de parasitoides y el parasitismo total variarán de acuerdo a las variaciones en densidades de C. aporema. Predecimos entonces que el número de especies de parasitoides y el parasitismo total serán mayores sobre lupino, la especie vegetal preferida por C. aporema.

MATERIAL Y MÉTODOS

El área de estudio se sitúa en el noreste de la provincia de Buenos Aires (35° 02' S, 58° 05' W) en la región pampeana (Cabrera, 1976). El clima es húmedo mesotermal y el área es plana, encontrándose abundantes áreas de pastoreo y cultivos de maíz, soja y alfalfa, principalmente.

Para el muestreo de larvas de C. aporema se seleccionaron cuatro parcelas, cada una caracterizada por una especie diferente de leguminosa. Dos de ellas estaban cultivadas, una con soja (G. max) y la otra con lupino (L. albus), situadas en la Estación Experimental Agronómica de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP). Las otras dos estaban situadas sobre la ruta provincial 36 (a escasos kilómetros de la Estación), separadas una de la otra por 600 m, aproximadamente, y cubiertas con vegetación natural.

La parcela de soja (1 ha y 16 plantas/m²) fue sembrada a fines de primavera (diciembre de 1998), presentando brotes vegetativos y/o reproductivos colonizables por C. aporema, en verano y otoño. La parcela de lupino (500 m² y 28 plantas/m²) fue sembrada en dos fechas: al comienzo de primavera y a mediados del verano, permitiendo así la presencia de brotes en primavera, verano y otoño. Las parcelas naturales eran de 400 m², una de ellas dominada por G. officinalis (0,09 brotes vegetativos-reproductivos/m²) y la otra por M. albus (0,16 plantas/m²) y la presencia de brotes se registró, como en el lupino, durante las tres estaciones. En ambas parcelas la cobertura de las leguminosas era de 70%, aproximadamente, y otras especies vegetales presentes en los manchones eran Bromus unioloides Trin. Ex Nees, Cynodon dactylum (L.) Pers. y Brassica sp. Ninguna parcela recibió aplicaciones de plaguicidas durante el período de muestreo.

En cada parcela la unidad muestral varió según la leguminosa presente. En las cultivadas (G. max y L. albus) la unidad consistió en 20 plantas. En la parcela dominada por M. albus, 20 brotes terminales escogidos al azar de una planta individual. En la parcela dominada por G. officinalis, la misma consistió en todos los brotes presentes en una cuadrícula de 30 x 30 cm, debido a la dificultad de localizar plantas individuales. En todos los casos, las plantas o la ubicación de las cuadrículas fueron seleccionadas aleatoriamente.

Desde mediados de septiembre de 1998 hasta mayo de 1999 se efectuaron, en cada parcela, tres recolecciones de larvas en primavera (desde mediados de noviembre a mediados de diciembre), tres en verano (desde mediados de enero a comienzos de febrero) y tres en otoño (desde fines de marzo a mediados de abril). En todos los casos las tres fechas de recolección en cada estación estuvieron separadas por 15-20 días. La densidad en cada parcela, expresada como el número de larvas/m², se calculó para cada estación (promediando las densidades en cada recolección a lo largo de la misma), obteniéndose tres valores de densidad estacional para las parcelas de M. albus, G. officinalis y L. albus, y dos para la parcela de G. max.

Todas las larvas de C. aporema recolectadas en el campo fueron depositadas en bolsas plásticas y trasladadas al laboratorio. Aquellas con evidencias de ectoparasitismo (presencia de huevos, larvas o cocones o bien cuando las larvas de C. aporema estaba paralizada) fueron separadas "in situ" y colocadas individualmente en recipientes plásticos (5 x 10 cm).

En el laboratorio, las larvas de C. aporema fueron criadas individualmente, a fin de identificar las especies de parasitoides que emergieran de larvas recolectadas de cada parcela (la identificación taxonómica de los parasitoides fue realizada por diferentes especialistas). Las larvas fueron colocadas en cápsulas de Petri con un papel del filtro humedecido y brotes tiernos, previamente lavados con una solución de hipoclorito de sodio al 1% con el fin de prevenir infecciones de patógenos. Los brotes que se ofrecían a las larvas eran de la misma especie de leguminosa de donde aquellas fueron recolectadas. Las cápsulas de Petri se mantuvieron en una cámara de cría a 27° ± 1°C, 70 % HR y LO 14:10 h, hasta la emergencia de adultos de C. aporema o parasitoides adultos (endo y ectoparasitoides).

El parasitismo larval se calculó como el cociente entre el número de larvas de C. aporema parasitadas y el número de larvas recolectadas. La posible relación entre el número de larvas sanas y parasitadas y la especie de leguminosa huésped fue analizada mediante el test de Chi cuadrado (X²).

RESULTADOS

Se registraron larvas de C. aporema en las cuatro especies de leguminosas desde el comienzo y hasta el final del período de recolección, excepto en soja, en donde fueron registradas en verano y otoño ya que el cultivo fue sembrado hacia fines de primavera. El mínimo valor se registró en primavera sobre M. albus (1,2 larvas/m²), y el máximo valor se registró en otoño sobre L. albus (185,9 larvas/m²) (Tabla I y Figura 1).

Tabla I. Densidad estacional promedio de larvas de C. aporema en cuatro leguminosas; número total de larvas criadas en el laboratorio y número total de larvas parasitadas.

La densidad de C. aporema en cada leguminosa (promedio de las tres estaciones) fue, de menor a mayor: M. albus (2,87 larvas/m²; n=3; ES=4,03), G. officinalis (5,33 larvas/m²; n=3; ES=1,94), G. max (11,25 larvas/m²; n=2; ES=1,91) y L. albus (82,87 larvas/m²; n=3; ES=89,24).


Fig. 1.
Densidad promedio de C. aporema en cada leguminosa y en cada estación y error típico asociado. Las estaciones se individualizan por el motivo de las columnas: primavera (negro), verano (blanco) y otoño (gris).

Respecto del parasitismo, los números totales de larvas de C. aporema recolectadas y parasitadas fueron, respectivamente, 493 y 124 (parasitismo total: 25,2 %) (Tabla 1). Se registraron tres especies de parasitoides larvales: los endoparasitoides Trathala sp. y Bassus sp. y el ectoparasitoide Bracon sp. La escala de dominancia de los parasitoides, expresada en términos del número relativo de huéspedes parasitados por cada especie fue, de mayor a menor: Trathala sp. (49,2 %, n=61 huéspedes parasitados), Bracon sp. (37,9 %, n=47 huéspedes parasitados) y Bassus sp. (12,9 %, n=16 huéspedes parasitados). Al valorar los parasitoides según el número de leguminosas en donde cada uno fue registrado, la escala de mayor a menor fue similar a la anterior: Trathala sp. y Bracon sp. en tres leguminosas cada uno (G. max, G. officinalis y M. albus en el primer caso y G. max, G. officinalis y L. albus en el segundo), en tanto Bassus sp. sólo fue registrado en M. albus. No se observó correlación entre el parasitismo de ecto y endoparasitoides en G. max, G. officinalis y M. albus, (r=0,07; gl=15; P > 0.05). Tampoco se encontró correlación significativa entre el parasitismo de Trathala sp. y Bassus sp. en M. albus, única leguminosa en que ambos endoparasitoides estuvieron presentes (r=-0,23; gl=4; P > 0,05).

El parasitismo fue menor en primavera (3,30 %, sólo presencia de Trathala sp.) que en verano (29,9 6 %) y otoño (30,48%) con presencia de las tres especies parasitoides (X²=28,35; gl=2; P < 0,001). El parasitismo estimado en cada leguminosa fue, de menor a mayor, L. albus (9,5 %), G. officinalis (26,4 %), M. albus (33,6 %) y G. max (50,6 %). El parasitismo observado fue significativamente mayor en G. max y menor en L. albus que lo esperado bajo independencia de las variables: número de larvas parasitadas y especie de planta huésped (X²=61,9; gl=3; P < 0,001). Resultados congruentes se obtuvieron al considerar sólo las muestras de verano y otoño, estaciones en las que las cuatro leguminosas estuvieron presentes: L. albus (11,1 %), G. officinalis (39,2 %), M. albus (43,9 %) y G. max (50,6 %), (X ²=58; gl=3; P < 0,001). En L. albus la totalidad del parasitismo se debió a Bracon sp., en tanto que en G. officinalis fue relativamente más abundante Trathala sp. y en las restantes leguminosas la proporción de cada una de las dos especies parasitoides fue similar (Fig. 2).



Fig. 2. a, abundancia relativa de cada especie parasitoide y b, tasas de parasitismo en C. aporema sobre L. albus (cuadrados), G. officinalis (círculos), M. albus (triángulos) y G. max (rombos) en primavera (blanco), verano (negro) y otoño (gris).

Al considerar el parasitismo en función de la densidad de C. aporema en las diferentes leguminosas, se evidenció, para una densidad similar, un menor parasitismo en primavera; y para las restantes estaciones un parasitismo en L. albus igual o menor que en las otras leguminosas. Si los datos obtenidos para esta última planta huésped se excluyen del análisis se observa una relación directa significativa (r=0,71; gl=8; P<0,05) entre parasitismo y densidad del huésped (Fig. 3).


Fig. 3.
Parasitismo de C. aporema en función de la densidad del huésped en G. officinalis (círculos), M. albus (triángulos) y G. max (rombos) en primavera (blanco), verano (negro) y otoño (gris).

DISCUSIÓN

En este estudio, contrariamente a nuestra hipótesis, el parasitismo larval fue menor en la parcela de L. albus que en las restantes, a pesar de haberse registrado en aquella la más elevada densidad de huéspedes. Además, se registró en L. albus una única especie parasitoide: el ectoparasitoide Bracon sp., en tanto que en las restantes leguminosas se registraron dos o tres especies de parasitoides. Al caracterizar las leguminosas en términos del número de parasitoides registrados, la escala de mayor a menor fue: M. albus (los tres parasitoides), G. max y G. officinalis (dos especies de parasitoides) y L. albus (sólo se regsitró el ectoparasitoide).

Al eliminar del análisis a L. albus, se observó que en las restantes leguminosas el parasitismo se incrementó al aumentar la densidad del huésped, de acuerdo a nuestra hipótesis. Distintos mecanismos, tales como la atracción a distancia en respuesta a claves olfativas y, una vez en inmediaciones del manchón de huéspedes una restricción a abandonarlo, permitirían explicar esta relación (Hassell, 2000), básicamente bitrófica. Diferentes características físicas y químicas de las plantas que sirven de alimento a los huéspedes, pueden afectar el comportamiento de búsqueda y ataque de los parasitoides, a veces, independientemente de la densidad del huésped (Letourneau & Altieri, 1983; Sato & Ohsaki, 1987; Cortesero et al., 2000). En algunos casos, por ejemplo, plantas dañadas por el huésped proveen estímulos capaces de incrementar la búsqueda por parte de ciertos parasitoides (Nishida, 1956; Vinson, 1976). Por otro lado, algunos parasitoides exhiben respuestas diferentes hacia los mismos huéspedes alimentados en diferentes especies de plantas, debido a compuestos químicos que pueden afectar negativamente la supervivencia y el desarrollo preimaginal del parasitoide (Barbosa & Benrey, 1998; Schaffner et al., 1994; van Emden, 1995). Se ha sugerido también que las plantas con mayor complejidad estructural, como por ejemplo los árboles respecto de las plantas herbáceas, suelen albergar mayor riqueza específica de huéspedes y de esta manera, reducir la competencia interespecífica entre parasitoides generalistas: se favorecería así la existencia de varios gremios de parasitoides, con mayor riqueza específica total (Askew, 1980).

En este estudio, las cuatro especies vegetales seleccionadas eran leguminosas herbáceas con complejidad estructural semejante. Las larvas de C. aporema utilizaron a todas como alimento mientras hubo brotes disponibles, sin embargo la densidad en L. albus fue significativamente mayor. Los endoparasitoides Bassus sp. y Trathala sp. atacarían presumiblemente sólo a los primeros estadios larvales de C. aporema, en tanto Bracon sp. es un ectoparasitoide generalista que ataca los últimos estadios (Rojas-Fajardo, inéd.), lo que indica una separación de nichos en estos complejos parasíticos (Mills, 1992; 1994).

El endoparasitoide Bassus sp. sólo se registró a partir de huéspedes recolectados en M. albus. El otro endoparasitoide (Trathala sp.) se registró a partir de huéspedes recolectados en tres leguminosas (G. max, M. albus y G. officinalis), en tanto Bracon sp. se detectó a partir de larvas ectoparasitadas en las cuatro leguminosas y fue el único detectado en la parcela de L. albus (este estudio y resultados no publicados). Suponemos que la competencia interespecífica sería un mecanismo de poca relevancia para explicar lo observado, ya que el porcentaje de parasitismo en cualquier leguminosa no superó el 50 % (lo que sugiere un recurso que no es escaso) y además no se observó una relación inversa significativa entre el parasitismo debido a ambos gremios, ni entre los endoparasitoides. Pensamos, en cambio, que estos resultados podrían deberse fundamentalmente a interacciones tritróficas en las que ciertas características físicas y/o químicas de las diferentes leguminosas jugarían un rol importante en la interacción C. aporema-parasitoides, estimulando o repeliendo diferencialmente a las especies parasitoides. La leguminosa L. albus reaccionó de manera evidente a la alimentación de C. aporema con producción de exudados pegajosos y olorosos (particularmente en momentos de elevada densidad de larvas) que podrían haber repelido a otros parasitoides, sin embargo para Bracon sp. dichos exudados no habrían representado una barrera. El endoparasitoide Bassus sp., en recolecciones de huéspedes durante tres años (este estudio y resultados no publicados) sólo se registró en M. albus, lo que sugiere cierta especificidad en la relación parasitoide-planta huésped.

Por último, es interesante remarcar que el lupino actuaría como un refugio parcial para el huésped respecto del parasitismo larval. Además, al ser positivamente seleccionada por los adultos de C. aporema para oviponer, podría utilizarse como franja trampa para el control del barrenador en el cultivo de soja. En efecto, los barrenadores podrían ser concentrados en franjas de lupino, y si fuera necesario eliminados mecánica o químicamente, previo al período de mayor susceptibilidad del cultivo de soja. Estimamos que esta práctica al estar restringida temporal y espacialmente, no provocaría un impacto negativo relevante sobre la comunidad de parasitoides. Posibles efectos sobre el ectoparasitoide Bracon sp. quizá serían atenuados por tratarse de una especie generalista, tanto en el posible rango de huéspedes como de hábitats. El uso de lupino como planta trampa en cultivos de soja sería entonces compatible con otras tácticas de control biológico por conservación de enemigos naturales.

AGRADECIMIENTOS

A C. Colombo, N. Zitani y C. Porter por la identificación taxonómica de los parasitoides, y a G. Valladares, G. Luna y N. Sánchez y dos revisores anónimos por las oportunas sugerencias al manuscrito.

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Recibido: 10-II-2004
Aceptado: 21-III-2005

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