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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767versión On-line ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  n.25 Buenos Aires ene./jul. 2002

 

La fundación del Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Cultura y política en Luján, 1918

María Élida Blasco*

* Universidad Nacional de Luján.

RESUMEN

En 1918, en un contexto de importantes redefiniciones políticas, un sector del radicalismo junto a personalidades notables del ambiente intelectual fundó en Luján el Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires con el propósito de estimular el fortalecimiento de diferentes procesos identitarios. Para ello apeló a la noción de "tradición hispano- católica" y diseñó un proyecto cultural que con el tiempo será apropiado por los diferentes sectores sociales de la localidad en donde predominaban grupos de inmigrantes españoles e italianos: el museo como "templo de las tradiciones nacionales".

Palabras clave: Luján; Museo; Tradición hispano-católica; Política; Identidad nacional

ABSTRACT

In 1918, in a time of important political definitions, a part of the radical party together with outstanding people from the intellectual circle founded in Luján, the Museum Colonial e Histórico from the Buenos Aires province with the aim of encouraging the strength of the different identy proccesses. In order, to achieve this, they appealed to the "hispanic-catolic tradition" notion and designed a cultural proyect which in time it´s going to be tahen by the different social areas of the city wehere groups of spanish and italian immigrants predominated; the museum as "the national traditions temple".

Key words: Luján; Museum; Hispanic-catolic tradition; National identity

1. INTRODUCCIÓN

La fundación de museos y las diversas funciones que el Estado le atribuye a estas instituciones, sobre todo desde fines del siglo XIX, ha sido abordada hasta ahora desde una perspectiva predominantemente institucional, privilegiando el análisis de los aspectos propiamente museográficos1 y pedagógicos.2 Recientemente algunos trabajos antropológicos han incursionado en el tema estableciendo las relaciones correspondientes entre los museos, la delimitación territorial y la construcción de la nacionalidad.3 En el ámbito historiográfico, bajo la influencia de los renovados enfoques que ha suministrado la historia sociocultural4 se han realizado novedosos estudios sobre la vida intelectual,5 la producción artística,6 el urbanismo7 y la formación de la nacionalidad8 en la Argentina, entre las décadas de 1880 y 1920. Sin embargo, parece ser que el proceso de transformación de las colecciones privadas en museos públicos solventados por el Estado han despertado escaso interés en los historiadores.9 Las investigaciones realizadas no dan cuenta de la enorme riqueza que propone el análisis de la conformación de los museos que actualmente funcionan en la Argentina y que, en su mayor parte, han sido fundados para dar cumplimiento a objetivos explícitos referentes a la consagración de ciertos aspectos del pasado nacional que parecía necesario reivindicar.

Con el propósito de explorar el complejo proceso a través del cual las elites políticas y culturales de las primeras décadas del siglo XX pusieron en marcha novedosas estrategias de acción tendientes a construir y fortalecer procesos identitarios, tanto a nivel municipal como provincial, y redefinir la identidad nacional apelando a la noción de "tradición hispano-católica", concentraremos nuestro interés en un caso emblemático y significativo de este proceso: la fundación del Museo Colonial e Histórico de Luján desde una perspectiva amplia que relacione los aspectos sociopolíticos con los netamente culturales y educativos.

Partimos de la hipótesis de que la fundación del Museo Colonial e Histórico constituyó una estrategia esencial que fortaleció el desarrollo de un clima ideológico particular que desde principios de siglo se fue gestando en la ciudad y que estaba caracterizado por un fuerte apego a las tradiciones hispanas y católicas.10 Estos componentes ideológicos que fueron lentamente estimulados por el accionar conjunto de las diferentes esferas estatales y eclesiásticas van a ser experimentados, apropiados y por lo tanto redefinidos por los grupos locales y constituirán, por lo tanto, las particularidades que irán diferenciando a la sociedad lujanense de las demás ciudades de la provincia.

Para el abordaje de este tema, por tanto, apelamos a los estudios abocados a los procesos de "invención de la tradición"11 y a las nuevas perspectivas historiográficas que intentan reconstruir los dispositivos mediante los cuales se articulan los "lugares de la memoria" de los cuales los museos forman parte.12 En este contexto, el Museo de Luján aparece como un caso paradigmático ya que a través del proceso de su fundación, podemos observar concretamente la emergencia de una diversidad de actores sociales –funcionarios públicos, intelectuales, eclesiásticos, vecinos, militares, sociedades de inmigrantes, escolares, docentes– con capacidad de acción e interrelación para llevar a cabo un proyecto cultural que con el correr de los años será internalizado como propio: las diversas formas de apropiación que los sujetos harán de las tradiciones culturales que la elite difundirá a través del Museo, y las tensiones y distorsiones que ello implica, constituirán el éxito mismo del proyecto.

2. METODOLOGÍA Y FUENTES

La contextualización de nuestro objeto de estudio es uno de los aspectos metodológicos al que hemos dedicado especial atención. Con este objetivo recogimos los valiosos aportes realizados por Norberto Marquiegui sobre Luján en los que se advierte, entre otras cosas, la enorme vitalidad y el alto grado de urbanización que presentaba la ciudad a principios de siglo XX.13 Esta característica constituye uno de los ejes centrales para entender la fundación del Museo, ya que este hecho se producirá en un espacio urbano inserto en un importante proceso de transformaciones modernizadoras que deben entenderse, a su vez, en un contexto caracterizado por la llegada masiva de grupos inmigratorios. Según los datos recogidos por Marquiegui, el censo de 1914 registraba en el partido de Luján, un total de 20.813 habitantes de los cuales 6.142 eran extranjeros, pertenecientes sobre todo a la comunidad italiana, española, francesa y albanesa.14

Respecto al original trazado urbano, Luján contaba ya hacia 1910 con dos plazas principales estratégicamente interconectadas: una histórica y religiosa, la Plaza Belgrano que albergaba la Basílica, el edificio del antiguo Cabildo y la Casa del Virrey, y otra cívica y de un estilo más moderno, la Plaza Colón, frente a la cual se encontraba el Palacio Municipal. En estos espacios se realizaron los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo que intensificaron el proceso de identificación de los ciudadanos con su localidad y promocionaron la ciudad como "capital espiritual de la nación".15 Para ello se debía encontrar la manera de insertar el pasado de la ciudad en la "tradición nacional"; por lo tanto, como ya lo anticipamos, el ciclo festivo y los espacios urbanos dejaron entrever la vitalidad de una corriente de pensamiento y de acción en la que predominaban los signos de una tradición colonial, hispana y católica. Por otro lado, la acción conjunta del Estado y la Iglesia en la organización de los eventos intentaron mostrar el progreso material, la vital sociabilidad, la religiosidad y el culto a la tradición, lo que favorecía la lenta pero vigorosa construcción de una doble identificación: una identidad nacional en donde el pasado lujanense se viera incluido en el pasado argentino. Sin embargo, a siete años de los festejos del Centenario, una nueva estrategia política y cultural sumó a este espacio social una vitalidad inusitada: en 1917 el Comisionado Municipal de Luján solicitó al gobierno provincial fondos para "rescatar" el viejo Cabildo;16 en respuesta a ello José Luis Cantilo establecía por decreto la utilización de este edificio como asiento definitivo del nuevo Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires.17

El presente trabajo, por lo tanto, propone reconstruir y contextualizar el proceso de fundación del Museo Histórico y Colonial, teniendo presente las diferentes problemáticas sociopolíticas imperantes a nivel local, nacional y provincial. Para ello hemos reducido nuestra escala de observación retomando los principios básicos de la microhistoria ya que partimos de la premisa de que esta metodología nos permitirá observar con mayor detenimiento la emergencia de elementos y procesos que parecen perder relevancia si los analizamos en contextos globales.18 Teniendo presente lo sucedido en el resto de los países hispanoamericanos,19 el proceso de construcción de una fuerte ideología nacional en España desde fines del siglo XIX20 y los acontecimientos producidos a nivel mundial que indudablemente influyeron sobremanera en la Argentina,21 intentaremos responder a los dos interrogantes que consideramos esenciales para desentrañar el complejo proceso de construcción de identidades desde la acción política concreta de los actores sociales que las implementan: ¿cuáles son las características espaciales y sociopolíticas específicas de la ciudad de Luján que hicieron posible la emergencia de elementos culturales e identitarios tan poderosos y perdurables que veremos actuar con posterioridad en la construcción de una "ideología nacional"?; ¿cómo se combinaron y se seleccionaron estos elementos en la tradición local para reivindicar a través de ellos una identidad nacional "hispano-católica" que se verá plenamente formada en la década del 30? La fundación del Museo Histórico y Colonial será empleada a manera de "prisma" para dar cuenta de algunas respuestas.

Las fuentes documentales con las que contamos muestran una amplia riqueza por su diversidad, por lo tanto, cada una de ellas ha sido explorada intentando perseguir un objetivo preciso. En primer lugar, el libro de actas de la institución,22 permitirá extraer información acerca de la conformación de la Comisión Administradora del Museo, los miembros que la integraron y sus vinculaciones con las autoridades gubernamentales, los proyectos y las primeras acciones que llevó a cabo. En segundo lugar, las fuentes periodísticas informarán sobre el desarrollo de la ceremonia oficial de entrega del Cabildo por parte de las autoridades provinciales a dicha Comisión. Esta celebración permitirá prestar especial atención a dos aspectos centrales: las acciones concretas de los grupos de poder que aspiraban a legitimar con su presencia su participación en el "proyecto Museo" y las actuaciones de los destinatarios concretos del proyecto ideado: los vecinos, las asociaciones de inmigrantes, los docentes y sobre todo los escolares y los niños, quienes, como futuros ciudadanos, debían "embriagarse" de las mejores "tradiciones patrias". Pero esas tradiciones estaban claramente delineadas y reformuladas por las elites políticas y culturales que administraban los diferentes niveles estatales. De ahí que, teniendo presente el decreto de fundación del Museo y los discursos pronunciados por las autoridades, en el tercer apartado analizaremos el proceso a través del cual la elite dirigente "seleccionará"23 algunos elementos del pasado transformándolos en "historia" oficial e intentará resguardar los restos materiales de esa "historia" en el Museo Histórico y Colonial de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, veremos que las desavenencias políticas abortaron el proceso: a manera de epílogo, por tanto, describimos la forma abrupta en que los miembros de la Comisión del Museo renuncian a sus cargos hasta que las nuevas autoridades provinciales renuevan la iniciativa de poner en marcha el Museo. Nuevamente, el libro de actas de la Comisión y el análisis de la situación política nos ayudarán a comprender mejor los conflictos y a visualizar su posterior solución.

3. LA GESTACIÓN DEL PROYECTO "MUSEO": LA FORMACIÓN DE LA COMISIÓN ADMINISTRADORA

Para evitar el derrumbe del edificio del Cabildo, en 1917 el Comisionado Municipal de Luján, Domingo Fernández Beschtedt,24 solicitó ayuda monetaria al Interventor Nacional de la Provincia de Buenos Aires, José Luis Cantilo.25 Como respuesta, el 31 de diciembre de 1917 se establecía por decreto la creación en esta edificación del Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires. A estos efectos, Cantilo encomendaba su restauración a uno de los máximos exponentes del estilo arquitectónico neocolonial, Martín S. Noel26 quien, entre enero y marzo de 1918 debía realizar su trabajo. Los plazos eran demasiado cortos porque los tiempos políticos así lo exigían. Recordemos que José Luis Cantilo debía dejar el cargo de Interventor Nacional que Yrigoyen le había asignado el 24 de abril de 1917, ante la grave situación de anormalidad política que atravesaba la provincia. 27 Su función como administrador, en consecuencia, sería breve, lo que no le impidió que, a ocho meses de asumir el gobierno y ante el pedido del Comisionado de Luján, firmara el decreto de creación del Museo y solicitara a Noel la restauración del viejo edificio del Cabildo. Intentando una gestión rápida y eficaz para borrar los vestigios conservadores, Cantilo no advirtió que serían las divisiones internas dentro de su propio partido las que harían tambalear el proyecto lujanenese.28 Éstas comenzaron a quedar al descubierto ante la proximidad de las elecciones: Camilo Crotto,29 candidato a gobernador por el radicalismo, resultó electo el 3 de marzo de 1918, hecho que provocó una de las mayores crisis internas del radicalismo.30

En este contexto, el 18 de abril de 1918 –a sólo un mes de producidas las elecciones– un grupo de personalidades notables del ambiente intelectual de la época, se reunieron en el salón de Bellas Artes de la Capital Federal a invitación del ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, doctor José O. Casás "con el propósito de cumplir con el decreto dictado por el Señor Interventor Nacional en la Provincia de Buenos Aires, don José Luis Cantilo, de fecha 21 de febrero del corriente año".31 El objetivo: dejar constituida la Comisión Administradora del Museo Colonial e Histórico. Para dar sólo algunos nombres podemos decir que se encontraban presentes Domingo Fernández Beschtedt, Comisionado de la ciudad de Luján, Rafael Obligado, Enrique Peña, J. J. Biedma, Enrique Rodríguez Larreta, Carlos M. Urien, Juan C. Amadeo, los hermanos Martín y Carlos Noel, Clemente Onelli, José Marcó del Pont, Federico Leloir y Enrique Udaondo, entre otros.32

Una vez realizado el escrutinio, con 24 votos a favor resultó elegido presidente el escritor Enrique Rodríguez Larreta. El arquitecto Martín Noel, que meses antes había estado a cargo de la restauración del edificio del Cabildo, pasó a ocupar el cargo de secretario; Enrique Udaondo –quien por entonces tenía a su cargo la organización del Museo Popular de Tigre–33 fue designado prosecretario y por decisión de Larreta, las demás personas presentes quedaban incorporados a la junta directiva como vocales.

Los apellidos de renombre que conformaron la Comisión son bastante sugerentes para entender las vinculaciones políticas e intelectuales por las cuales Cantilo los había convocado. En primer lugar, no parece sorprendente que el cargo de presidente de la Comisión haya recaído sobre Enrique Rodríguez Larreta, un prestigioso hombre de letras que, en 1908, había publicado La gloria de don Ramiro. Una vida en tiempos de Felipe II, donde evocaba con gran realismo la vida y el ambiente del siglo de oro español. Esa obra le proporcionó gran popularidad, por lo cual abandonó la Argentina y se radicó en Francia, donde participaba de los más selectos círculos intelectuales. Su retorno al país se produjo no casualmente en 1916, luego del triunfo del radicalismo. El 30 de noviembre de dicho año se realizó un banquete de bienvenida, en el Jockey Club de Buenos Aires. Allí, el homenajeado pronunció un discurso en el que agradeció a los presentes la posibilidad de regresar al país en momentos en que parece surgir una "nueva ilusión" y una "nueva confianza".34 Es evidente que sus vínculos con la renovada elite dirigente le ofrecían nuevas perspectivas: formar parte de la comisión del nuevo Museo, entre otras.

Algo semejante parece haber sucedido con el arquitecto Martín Noel y con muchos otros escritores y profesionales que se destacaban, tanto por sus obras como por haber compartido experiencias comunes en el campo intelectual, sobre todo en países como Francia y España. En el caso de Martín Noel,35 además de estar vinculado al radicalismo porteño, era uno de los máximos exponentes del estilo arquitectónico neocolonial y mantenía estrechas relaciones con los integrantes de la Junta de Historia y Numismática Americana.36 Luego de haber realizado sus estudios en Francia, se dedicó a escribir, junto a Ricardo Rojas, en las páginas de la Revista de Arquitectura,37 donde hacen públicas las primeras controversias existentes sobre los estilos arquitectónicos e intentan adaptar el trabajo de los profesionales en aras de la "consolidación de la nacionalidad".38 En este contexto deben enmarcase las reivindicaciones de Noel respecto de la autenticidad de las expresiones arquitectónicas hispanoamericanas de los siglos XVII y XVIII de las que valoraba, sobre todo, la fusión de elementos criollos y españoles y que poco a poco irán adquiriendo el nombre de "neocolonial".39 Ideas semejantes serán planteadas por Ricardo Rojas40 y plasmadas posteriormente en Eurindia41 proponiendo la creación de un mito integrador del indígena, el criollo y el inmigrante.42

De ahí que no es conveniente pensar sólo en términos de afinidades políticas al analizar la nómina de los miembros de la Comisión. Ella estaba integrada por personas de diferentes partidos políticos43 y sobre todo por una cantidad de notables del ambiente intelectual que habían sido convocados para un proyecto cultural, que si bien había sido ideado por Cantilo y por ciertas personalidades afines al radicalismo –Beschtedt y Martín Noel, por ejemplo–, tenía como finalidad un objetivo mucho más amplio: trabajar en pos de una "cultura nacional homogénea". Esto se presentaba no sólo como algo necesario para la época, sino también como todo un desafío. Debemos recordar que muchas de las personas que participaban en la Comisión eran miembros activos de la Junta de Historia y Numismática Americana, que funcionaba en la sede del Archivo General de la Nación y que, desde 1909, por expresa resolución de la Comisión Especial de Estatuas y Monumentos de la Comisión Nacional del Centenario era la encargada de redactar todas las noticias históricas o biográficas y de evacuar toda consulta de historia nacional que le fuera requerida. Quizás, un dato central para el tema que nos ocupa lo constituyen las vinculaciones entabladas entre el mismo Cantilo y los miembros de la Junta, una relación formalizada en 1909, mediante su incorporación como miembro de la institución.44

Luego de establecidos los cargos de la Comisión del Museo y de que Larreta agradeciera la designación como presidente, planteó a sus compañeros "sus dudas sobre diversas cuestiones relacionadas con la misión" que se le otorgaba y que "a su juicio, debían ser resueltas por el Señor Interventor Nacional, o por el futuro gobierno de la provincia una vez que estuviese constituido".45 Ante la incertidumbre respecto de quién decidiría, en el futuro, sobre la nueva institución, Larreta expresó sus puntos de vista respecto a la misión cultural que correspondía al Museo, expuso algunas ideas respecto de lo que se podría hacer una vez que estuviese inaugurado y para culminar la sesión manifestó que la "Comisión propondría al Ministerio de Gobierno su reglamento y procedería a hacerse cargo inmediatamente de la dirección y organización del Museo Colonial e Histórico de Luján, primero de esta índole que se fundaba en la provincia de Buenos Aires ".46

Todo debía resolverse en el menor tiempo posible ya que pronto Camilo Crotto asumiría el cargo de gobernador. De ahí que el 22 de abril, Cantilo firmó un decreto en el que establecía la suma mensual de "un mil quinientos pesos"47 para financiar el museo proyectado por él mismo. Con este problema resuelto, se apresuró también a fijar la fecha para entregar oficialmente el edificio del Cabildo a la Comisión Administradora del Museo, acción que, por supuesto, no dejaría en manos de su sucesor.

El 28 de abril, dos días antes de alejarse del cargo, fue el día elegido por Cantilo y nuevamente los miembros de la Comisión Directiva se reunieron para dejar constancia de lo acontecido en la ceremonia.48 El acta redactada es sumamente rica ya que describe minuciosamente lo ocurrido en esa fecha y no difiere en rasgos generales con la información reproducida en las fuentes periodísticas. Concentrémonos de lleno en el desarrollo de la ceremonia oficial, claramente, uno de los hechos más esperados por el interventor saliente, y dejemos para más adelante las dificultades que comienzan a percibir los miembros de la Comisión cuando intentan efectivamente poner en marcha el Museo.

4. LA CELEBRACIÓN: LA CEREMONIA OFICIAL DE ENTREGA DEL CABILDO A LA COMISIÓN ADMINISTRADORA DEL MUSEO

Los eventos festivos y las celebraciones son, ante todo, un tipo específico de acción social que pertenece a la esfera de las prácticas simbólicas, entendiendo por tales aquellas orientadas a la creación y transformación de los símbolos que confieren sentido a la vida humana.49 Por ello, el primer rasgo que merece señalarse en la ceremonia oficial de entrega del Cabildo a la Comisión Administradora del Museo es el hecho de que constituye una celebración que no sólo evoca un objeto o acontecimiento sino que muestra y patentiza el valor que le otorgan tanto los organizadores como los receptores del evento.

Como advertimos con anterioridad, el acta labrada por los miembros de la Comisión del Museo deja traslucir lo ocurrido en Luján, el 28 de abril. Sin embargo, podemos ampliar la información consultando diversas fuentes periodísticas que reprodujeron en sus páginas los hechos más relevantes del evento: es el caso de los diarios capitalinos La Razón y La Nación, de los periódicos locales El Civismo,50 La Opinión51 y La Perla del Plata52 cuya información analizamos con especial atención por tratarse del órgano periodístico de la Basílica de Luján.

Concretamente, ni bien José Luis Cantilo se apresuró a señalar la fecha de la celebración "las autoridades de la localidad resolvieron asociarse al acontecimiento". 53 El Comisionado Municipal invitó al vecindario a concurrir en manifestación pública e invitó a preparar el escenario festivo: la población local "había adornado sus casas con banderas argentinas y la propia Municipalidad distribuido insignias nacionales, españolas y sudamericanas, a lo largo del recorrido".54 Mientras tanto, la plaza histórica rodeada por el edificio capitular y la Basílica, en la que en 1910 se había colocado la piedra fundamental para construir el monumento ecuestre a Belgrano "fue teatro de la constante animación popular".55 No era para menos: el viejo Cabildo se transformaba en sede del nuevo Museo y, por lo tanto, su frente estaba adornado por banderas españolas y argentinas ondeando al viento.

Pero los representantes del poder político local no sólo delinearon el escenario: también organizaron algunas actividades destinadas a los vecinos de Luján. Fernández Beschtedt, vale recordarlo, además de ocupar el cargo de Comisionado Municipal, había sido designado "delegado en Luján" por los miembros de la Comisión Administradora del Museo. De ahí que al mediodía ofreció un asado con cuero en el local del hipódromo y atrajo la atención del vecindario con la reproducción de escenas "genuinamente criollas".56 La importancia de estas prácticas no radicaba en su novedad sino, por el contrario, en su arraigada "tradición": durante el período rosista, por ejemplo, se denominaba "asado federal" al asado con cuero que se consumía en ciertas ocasiones festivas.57 En un contexto de reafirmación de la tradición gauchesca propia de mediados de la década del 10,58 los partidos políticos intentaban montar una serie de prácticas sociales arraigadas en la experiencia histórica tendientes a proyectar una imagen nacionalista y sobre todo "criolla" del pasado nacional.59

Según las fuentes periodísticas, la animación popular alcanzó su pico máximo a las dos de la tarde, "con la llegada del tren expreso que conducía al interventor de la provincia, al obispo de La Plata, monseñor Terrero, a varios funcionarios provinciales y a los miembros de la comisión del museo, quienes fueron recibidos por el comisionado municipal, señor Fernández Beschtedt, y por una considerable cantidad de público que agolpado en los andenes los aplaudió estruendosamente. La comitiva se dirigió en carruajes y automóviles a la Municipalidad de Luján, trasladándose después, a la cabeza de la columna popular, al Cabildo Histórico".60 Al llegar a la Plaza Belgrano se sumaron a la manifestación los alumnos de las escuelas locales y la Banda del 6 de Infantería.61 Hubo estampido de petardos y marchas marciales que no impidieron percibir los "aplausos y vítores al interventor y a los miembros de la Comitiva".62

Las diferentes esferas de poder local y provincial se hacían presentes en el gran escenario montado para que todos los sectores quedaran ubicados dentro de una estricta jerarquía pero que, a su vez, ninguno de ellos pasara inadvertido. De ahí el hecho de que la comitiva oficial pasara primeramente por la Intendencia Municipal ubicada frente a la Plaza Colón, en un acto de reconocimiento a la institución como organizadora local del evento. Recordemos además, que este espacio también se convertía en importante referente simbólico si tomamos en cuenta el nombre con el que se había bautizado el terreno.

Pero era en la plaza Belgrano donde se produciría el encuentro entre las diferentes esferas de poder representando lo local y lo provincial, lo civil y lo religioso, el pasado, el presente y por qué no el futuro. Ése era el motivo por el cual las autoridades penetraron en la sala capitular y estrecharon la mano a varios ancianos (antiguos pobladores de la villa) que se habían apostado "a modo de guardia" en el interior del edificio,63 a un costado del estrado a través del cual, entre banderas argentinas y españolas aparecía el retrato al óleo de don Juan de Lezica y Torrezuri "fundador de la villa" y "protector en la primera centuria de su existencia".64 Vale recordar que Lezica y Torrezuri era recordado y venerado como el "verdadero Padre de Luján"65 por haber construido el primer templo a la Virgen inaugurado el 8 de diciembre de 1763: ubicados al costado del estrado, los ancianos daban continuidad al mito fundador y legitimaban con su presencia al "patriciado lujanense" reforzando la "identidad" local y fijando sus orígenes prístinos.

Acto seguido hicieron uso de la palabra los representantes políticos del proyecto "Museo": el Comisionado Municipal, el Interventor Nacional, el arquitecto Martín Noel y Enrique Rodríguez Larreta, quien asumía públicamente la responsabilidad de presidir la Comisión Administradora y, por lo tanto, llevar a feliz término la obra proyectada por Cantilo.66 Precisamente, el interventor dejaría su cargo con una gran dosis de alivio si esta última cuestión quedaba claramente registrada por la comunidad local. Y parece haber logrado su objetivo ya que terminado el acto "el pueblo que llenaba la plaza pública, solicitó vivamente la palabra del Interventor Nacional, quien señaló las proyecciones del Museo, refirió el alcance de la ceremonia, que había ocurrido en el interior del edificio y agradeció la manifestación cariñosa y significativa tributada por el vecindario".67

Mientras las damas y señoritas pasaban a la sala contigua para ser obsequiadas con un lunch, en el patio del futuro Museo se les daba activa participación a los grupos escolares que, acompañados por sus docentes, saludaban con flores y aplausos al interventor y a la comitiva. Los niños no podían estar ausentes en el particular evento ya que, de alguna manera, ellos debían ser los más ágiles receptores del mensaje pedagógico que se pretendía transmitir: de ahí que la señorita Elisa González en representación del personal docente de las escuelas locales pronunció un discurso que, según el cronista de La Perla del Plata, constituyó "un himno a los sentimientos de religiosidad y patriotismo", elementos que "deben marchar unidos en el futuro, pues fueron los que hicieron todo cuanto tiene de ilustre la gloriosa villa".68

Aunque algunos periódicos parecen no haberlo registrado,69 la ceremonia todavía no llegaba a su fin: la revista del Santuario señala que posteriormente "la comitiva se trasladó a la basílica. Monseñor Terrero la acompañó hasta el altar de la Virgen a cuyos pies se arrodillaron junto con el prelado, el interventor y su comitiva".70 El acto no sólo dejó traslucir el poder de la cúpula eclesiástica, también evidenció las acciones coordinadas entre la esfera política y religiosa, sobre todo a nivel local.

5. IDENTIDAD LOCAL, PROVINCIAL Y NACIONAL: EN BÚSQUEDA DE LA TRADICIÓN COLONIAL HISPANO-CATÓLICA

El interventor federal José Luis Cantilo, establecía la creación del Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires en un intento de resaltar el rol cumplido por la provincia "que tan principal y característica actuación tuvo en la época de la colonia y en la emancipación nacional".71 Este rescate de lo "bonaerense" como cuna de la tradición nacional "criolla" debía ir acompañado de reivindicaciones concretas en el ámbito local; de ahí que la ciudad de Luján aparece como el nexo apropiado para desarrollar fuertes sentimientos de pertenencia territorial: "Que la Villa de Luján debe elegirse como asiento del Museo Colonial e Histórico de la provincia de Buenos Aires, por existir en ella el venerable edificio capitular y por ser esta Villa la población más antigua de la Provincia, centro verdadero de la tradición gauchesca de la llanura, cuyo primitivo núcleo de habitantes data del año 1630, fecha en la cual aparece ya en la historia como atalaya de Buenos Aires en su lucha contra el salvaje".

En la reelaboración construida por Cantilo, el territorio –la antigua Villa de Luján– parece haber desempeñado un papel fundamental en la historia de la provincia y a la vez de la nación. Considerando que Luján fue la población más antigua de la provincia, la historia "bonaerense" queda personificada en el territorio lujanense, ya que ésta es la tierra de los antepasados y la de los orígenes míticos de la comunidad provincial a la que Cantilo representa políticamente. En un contexto signado por la afluencia inmigratoria y, por lo tanto, carente de especificidad cultural, parece importante percibir la importancia del factor territorial como elemento de singularización capaz de actuar como principio de diferenciación nacional,72 regional o local.

Este importante papel desempeñado por el territorio en la construcción nacional argentina permite explicar el hecho de que, en el discurso de Cantilo, Luján se convirtiera en la cuna misma de la tradición gauchesca de la llanura pampeana que además participó activamente en la lucha contra la "barbarie" indígena. Sin embargo, en la reelaboración del pasado, no es sólo la "población criolla" la que otorga importancia a esta ciudad. Son sobre todo sus ya nombradas instituciones coloniales que demarcaron el territorio: "Que en el transcurso de nuestra evolución cívica reaparece Luján con su Cabildo genuinamente criollo, defendiendo sus fueros contra la preponderancia del de Buenos Aires y se convierte más tarde, con Pueyrredón a la cabeza, en foco de resistencia contra el invasor de 1807".73

Nuevamente, según el interventor, el Cabildo "genuinamente criollo" aparece como la institución política originaria y a la vez primigenia de la provincia, lo que permite diferenciarla tanto en el presente como en el pasado de la ciudad de Buenos Aires. Esta diferenciación que transforma a la región en la cuna de la tradición colonial es reivindicada por Cantilo con especial énfasis ya que le permite redefinir la historia nacional desde una perspectiva provincial. Más aún, enfatizar la participación de Luján en las invasiones inglesas permitía mitigar la historia de un conflicto resuelto por la población eminentemente porteña y recalcar la participación bonaerense en la lucha contra el "invasor". En definitiva, la activa intervención de Luján, vale decir, de la provincia de Buenos Aires en el pasado nacional la convierte en el nexo perfecto para redefinir la tradición argentina ya que, según el decreto, "aún por encima de estos honrosos antecedentes, debe recordarse que la simiente de la libertad encontró en Luján tierra propicia para su arraigo inicial, y en el patriotismo ingénito de sus hijos, vigorosos elementos de difusión futura".

De ahí que el objetivo no era sólo la restauración del antiguo Cabildo: "para su fiel conservación es menester adaptarlo a un destino elevado y de carácter definitivo". Un museo que, como su nombre lo indica, se dedicara al rescate de la tradición colonial. Esta característica esencial lo diferenciaba del Museo Histórico Nacional dedicado a rescatar los orígenes institucionales de la Argentina. El Museo de Luján estaría sustentado sobre la propia estructura edilicia del Cabildo, cuya arquitectura –se empeña en resaltar Cantilo– "es del más puro estilo colonial".

Efectivamente, en el acto oficial del 28 de abril, Martín Noel pronunció un discurso en el que explicaba las razones que lo guiaron en el trabajo de reparación del Cabildo, un edificio que atesoraba "el germen espiritual de la arquitectura de nuestra Pampa"74 y por lo tanto se trasformaba en la musa inspiradora de todos aquellos arquitectos y artistas que, como él, ansiaban "el nacimiento de una estética nacionalista".

La asociación complementaria entre "estilo colonial" y "estética nacionalista" estaba lejos de parecer descabellada. La evidente necesidad de proponer un estilo arquitectónico que remitiera al pasado colonial hispánico como expresión "auténticamente nacional" era planteada cada vez con mayor énfasis por los círculos políticos e intelectuales de fines de la década del diez.75 A su vez, como ya lo había hecho Cantilo a través del decreto de creación del Museo, Noel intentaba relacionar el concepto de "región pampeana-bonaerense" con el de "estética nacional hispánica". Concretamente, respecto al cabildo manifestaba que: "Su fisonomía característica de la provincia de Buenos Aires ordenaba el respeto por la tradición regional [...] Dos eran las fábricas de nuestro Cabildo y a dos épocas distintas pertenecieron [...] Traía la más antigua que fue erigida a mediados del siglo XVIII, los trazados remanentes del viejo virreinato del Perú, que por vías de Bolivia habían hecho camino por Salta, Tucumán y Córdoba hasta Buenos Aires [...] La segunda [...] se nos allegaba, quizás por vías más directas, de una España ya saturada de galicismos. Asimismo, las dos hermanaron y adquirieron en nuestro terruño un sabor indeleble de originalidad provinciana. Y era que, ya en una corriente como en la otra, ocurría un proceso inconsciente, que fuerza es decirlo, había hallado un crisol en la sierra andina –la llanura pampeana atenuó el enfervorizado barroquismo de sus firmas exaltando en ellas el sésamo balsámico de nuestras praderas [...] A la sombra de este esparcimiento se construyeron nuestras villas coloniales, modestas sí, pero ricas en esencia".76

Capturar la "esencia espiritual" de estas villas coloniales en vías de desaparición parece ser el objetivo de Noel. Y para concretarlo, que mejor que reparar el edificio adoptando el estilo neocolonial, que, de alguna manera, intentaba resolver las posibilidades de combinar la doble demanda de preservación y cambio; o si se quiere, de modernidad y tradición en un espacio público en vías de modernización. Sin embargo, no era tan sencillo: los debates dentro de la disciplina arquitectónica respecto de la posibilidad de aplicar el neocolonial eran arduos y complejos, tanto que se prolongaron durante las décadas del veinte y del treinta. Las posibilidades concretas de adaptar cierto tipo de edificios (cuyo valor radicaba en las antiguas condiciones manuales de producción y los materiales utilizados para su construcción) a las necesidades de la ciudad moderna eran escasas, por ello este estilo arquitectónico no intentará reconstruir con exactitud los edificios históricos sino "recrearlos", modernizar las formas antiguas "de acuerdo con las necesidades espirituales, materiales y artísticas de la vida contemporánea".77

Pero ¿cuáles eran las necesidades espirituales que ciertos sectores de la elite cultural percibían como necesarias? Evidentemente el reencuentro con España. De ahí que una de las personas más importantes del proyecto "Museo" fuese Rodríguez Larreta, un reconocido hombre de letras de ascendencia española que, según sus propias palabras, estaba profundamente convencido de que "jamás nación alguna podrá sobrepujar las glorias espirituales y heroicas de España".78

Este mensaje era profundamente internalizado en Luján. No por casualidad la infanta Isabel de Borbón había visitado la ciudad durante los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo79 y se había sorprendido, no sólo ante la grandiosa devoción popular de los lujanenses sino, también y sobre todo, al advertir las enormes semejanzas urbanísticas entre Luján y las ciudades españolas. Las causas de este proceso de identificación, no sólo debemos buscarlas en la firme decisión de los gobiernos comunales de construirlas y fomentarlas. La temprana formación de la colectividad española, su enorme influencia en la estructura socioeconómica de la región, y la acción propagandística reforzada por la propia elite española, sobre todo desde fines del siglo XIX, tendiente a reafirmar entre los inmigrantes el apego a los valores de su tierra originaria, exaltar sentimientos patrióticos y recrear identidades de origen, estaban en el fondo mismo de la cuestión; sobre todo, en una comunidad que, desde finales de siglo, recibió la enorme influencia de grupos inmigratorios italianos.80

De ahí que no puede sorprendernos el extraordinario "culto a España" prevaleciente entre los lujanenses que fue activado por las autoridades con la creación del Museo. Las similitudes materiales entre la escenografía urbana local y la "madre patria" se transmutaban a su vez en semejanzas espirituales que aparecían no sólo como vitales, sino, sobre todo, como propias de la comunidad lujanense. Dentro de ellas, el catolicismo ocupaba un lugar central: nuevamente la ciudad de Luján y España tenían elementos comunes con los cuales identificarse.

La mayor parte de los fieles católicos del país reconocían a la Basílica de Luján como uno de los mayores centros de peregrinaje, a los que concurrían anualmente, muchas veces, estimulados por las propias autoridades políticas del gobierno de turno: el 8 de mayo de 1887 una peregrinación nacional celebraba la coronación de la Virgen de Luján y otra, realizada el 13 de mayo de 1900, la proclamaba Patrona de la provincia de Buenos Aires.81 A su vez, en un contexto en el que el poder político y eclesiástico parecían complementarse, otra gran peregrinación nacional se organizó, el 15 de mayo de 1910, para dar inicio en la ciudad de Luján a las fiestas en conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo.82 Y si bien esta manifestación de fe y patriotismo estuvo organizada por las autoridades eclesiásticas, no dejaron de asistir al evento los máximos representantes de los diferentes niveles del gobierno:83 la elite política nacional, provincial y local rememoraron juntos la "veta religiosa" de los revolucionarios de Mayo, en especial del general Belgrano, que era homenajeado especialmente por su devoción a la Virgen de Luján. A través de su figura era posible amalgamar la historia nacional con el pasado lujanense nada menos que a través de la devoción popular a la Virgen, un fenómeno de "catolización" que si bien Zanatta advierte hacia la década del 20,84 en Luján parece iniciarse mucho antes.85

Los acontecimientos de 1910 deben entenderse, entonces, en un contexto caracterizado por la articulación y consolidación de la estructura jerárquica y organizativa del catolicismo argentino, sobre todo a nivel nacional. Como lo advierten Zanatta y Di Stéfano, durante las tres primeras décadas del siglo XX el catolicismo comenzó a influir mucho más en la marcha de la vida política, social e intelectual de la nación.86 Por lo tanto, para examinar con mayor detenimiento el desarrollo de las aproximaciones entre poder político y poder eclesiástico, hacia fines de la década del 10 y primeros años de la década del 20, debemos tener presente las transformaciones sociopolíticas introducidas por el triunfo del radicalismo y, sobre todo, esa suerte de "pluralismo" político, social y cultural que este hecho acarreó como consecuencia. La puesta en marcha de la ley Sáenz Peña modificó sustancialmente las relaciones entre la iglesia y la política, ya que ahora era inevitable que los militantes católicos tuvieran distintas referencias políticas. De ahí que, al menos durante las tres primeras décadas del siglo, debemos cuidarnos de identificar la consolidación institucional de la iglesia con el conservadurismo o con el radicalismo.87 Si pensamos la relación con este último –ya que es el aspecto que nos ocupa– debemos tener presente que aun cuando Yrigoyen no podría ser identificado como "anticlerical",88 también es verdad que la dirigencia política de su partido era ideológicamente muy heterogénea y no se acercaba en lo más mínimo al proyecto de restauración integral del orden cristiano, ideado por la jerarquía eclesiástica argentina. Estos motivos hacen necesario introducir una mayor complejidad al problema y tomar en consideración otros aspectos menos explorados, tal vez más sutiles, que permitieron a la elite política y eclesiástica actuar conjuntamente en la conformación de una identidad argentina que colocara como valor supremo el respeto por la religión católica.

Como representante político de la provincia de Buenos Aires, Cantilo parece haberlo comprendido. El Cabildo de Luján –y ahora el nuevo museo– se hallaba ubicado en el centro histórico de la ciudad, frente a la Iglesia y la Plaza Belgrano, un espacio urbano con amplia capacidad simbólica para engendrar la devoción popular.89 El proyecto de instalar el Museo en ese lugar, en el que se encontraba uno de los edificios más importantes de la Iglesia Católica, parece planeado con una intencionalidad deducida de las propias palabras del interventor Cantilo. En el discurso pronunciado ante la Comisión Administradora del Museo identifica al Cabildo y al templo "como dos elementos de civilización, como dos columnas sustensoras de la vida urbana"90 erigidas en mitad del siglo XVIII. La primera reelaboración del pasado estaba en marcha: el templo al que se refiere Cantilo es el que, según la tradición, fue construido por Lezica y Torrezuri y, posteriormente, demolido para construir la Basílica. Por lo tanto, es inexistente a la vista de los oyentes y pasa, entonces, a formar parte de la más antigua tradición. La misma que permite identificar al templo católico y a una institución colonial como elementos primigenios de la vida urbana y civilizada de la provincia de Buenos Aires. Prosigue Cantilo para finalizar su relato: "En sus dos representaciones del espíritu y la inteligencia, esos dos edificios vecinos, ideados por una misma mentalidad, constituyeron también un solo símbolo".

Si las personas presentes giraron sus cabezas tratando de identificar los signos "ideados por la misma mentalidad" no iban a encontrarlos a simple vista en los estilos arquitectónicos. Cada edificio –templo-basílica y Cabildo-Museo– remiten a estilos arquitectónicos bien diferentes y a procesos culturales e históricos distintos. El Cabildo comenzó a construirse en 1772; en cambio la piedra fundamental del edificio de la Basílica fue colocada en 1887, y es un acabado representante del movimiento neogótico europeo trasplantado a la Argentina. Resultado de la acción personal de Jorge M. Salvaire, nacido en Francia, más precisamente en la región de los Pirineos, el edificio responde a la filosofía y teorías de renovación arquitectónica imperante en el ámbito mundial que llevaba implícita una fuerte preocupación por la valoración y conservación del arte medieval y por lo tanto católico.91 Sin embargo, si realizamos un análisis más complejo y elaborado, Cantilo tenía razón: un elemento central, una misma mentalidad, unía los dos monumentos característicos de la ciudad de Luján pero también de la provincia a la cual representaba: la religión católica. Al decidir el reciclaje del Cabildo, el Interventor y, sobre todo, el restaurador creó un estilo arquitectónico que remitía a la época colonial. Era el lugar elegido para el nuevo museo. Sin embargo, frente a él se elevaba la basílica aludiendo a un mundo gótico y medieval. La heterogeneidad de estilos no parece contradictoria ya que ambos edificios remitían a momentos de la historia indiscutiblemente católicos.

Este mecanismo que permitía reforzar la identidad religiosa y, a su vez, yuxtaponerla a la historia patria, se hacía muy evidente a nivel local. Las autoridades políticas –aun cuando respondieran a diferentes partidos políticos– se cuidaron mucho de no afectar los intereses de la cúpula eclesiástica. Por el contrario, al menos desde los primeras décadas del siglo XX, intentaron la actuación conjunta para consolidar y fortalecer la identidad local. Así sucedió también con el proyectado Museo.

La noche anterior a producirse la ceremonia oficial, el Comisionado Municipal invitó a Monseñor Terrero para las fiestas del domingo para lo cual el Prelado organizó un acto en la sala de recepciones de la Basílica. Allí el Obispo de La Plata realizó "una imponente y merecida demostración de aprecio"92 al señor Comisionado Municipal y, como forma de exteriorizar su reconocimiento, le ofreció "una valiosa y artística medalla de oro como recuerdo imperecedero de la obra de restauración del viejo Cabildo y apertura de la gran avenida Basílica, que ha venido a colocar a Luján dentro de su verdadero rango de Villa Colonial e Histórica [...] en un hermoso discurso, puso de relieve la obra del señor Fernández Beschtedt, su sobresaliente gobierno comunal, sus relevantes prendas de carácter, el cariño por todo lo tradicional y nacional, recordó la generosa cooperación de su señor padre el doctor Domingo Fernández, para las obras de la Basílica, agregando que el hijo no desmerecía en lo más mínimo la valiosa herencia de patriotismo y virtudes de sus mayores".

Como vemos, el plan de acción comunal del comisionado Fernández Beschtedt se había visto acompañado y respaldado por la cúpula eclesiástica. Y su decisión de enviar una nota al interventor Cantilo para recuperar y salvaguardar el Cabildo había sido recibida con beneplácito por la iglesia local. El objetivo era preciso: si bien era evidente que la ciudad había logrado congregar a miles de fieles, con lo cual colaboraba en la "homogeneización" social dentro de los parámetros propios del catolicismo, también era cierto que hacia mediados de la década del diez se encontraba en pleno proceso de modernización y de recepción de grupos inmigratorios que era imperioso "controlar", para que no se transformaran en receptores activos de mensajes capaces de fomentar disturbios.

Respecto a este tema, es preciso advertir la preocupación de la iglesia local ante la presencia de sectores sociales con amplia capacidad y disposición de generar conflictos y romper la aparente armonía social de la que se jactaban, orgullosas, las autoridades de la ciudad. Sobre todo, porque Luján no parece haber estado al margen del movimiento ideológico y cultural promovido por el anarquismo y el socialismo que criticaban abiertamente la doctrina de la Iglesia Católica.93 De ahí que el mismo interventor Cantilo, como representante político de la provincia de Buenos Aires, en el acto oficial del 28 de abril, haya criticado "la irreverente pretensión de quienes intentaron retirar del escudo del pórtico [del Cabildo] la Imagen de la Virgen de Luján".94 Parece ser que la dirigencia política veía en el catolicismo un instrumento valioso para "controlar" el clima de descontento social que comenzaba a hacerse evidente. Los conflictos internos agigantados por los episodios que se estaban produciendo a nivel mundial –la guerra y la revolución bolchevique– inquietaban a los grupos políticos, no sólo pertenecientes al radicalismo. Y una buena manera de afrontarlos era encontrar los mecanismos adecuados para consolidar la unidad y la integración de los diversos grupos sociales, en aras de un proyecto futuro: el enaltecimiento de la nación argentina "hispana" y "católica".

El Museo Histórico y Colonial se convertía de este modo en el templo cívico donde podían confluir perfectamente estas tradiciones. Y la elite dirigente dedicó todo su empeño en llevar a cabo este objetivo: recordemos que desde fines del siglo XIX, pero fundamentalmente en la primera década del siglo XX, las alternativas promovidas desde los poderes públicos para "redefinir oficialmente" la tradición nacional giraban básicamente sobre tres ejes: la construcción de monumentos históricos, 95 la fundación de diversas instituciones oficiales encargadas de la investigación histórica96 y los museos de historia, pensados no sólo como lugar de resguardo de los restos materiales del pasado, sino sobre todo, también, como instrumentos complementarios de la acción pedagógica y formativa ofrecida por la escuela pública. 97 En este contexto, la propuesta de Cantilo para la ciudad de Luján constituyó una estrategia destinada a fortalecer esta tendencia pero, también, a ampliarla. La clave: el reciclaje del edifico del Cabildo y la complejidad del proyecto cultural.

El museo provincial venía a dar cumplimiento a uno de los requerimientos imprescindibles en una Argentina que avanzaba a pasos agigantados hacia la modernización: "reunir los innumerables y ricos elementos de su tradición, que se encuentran dispersos y olvidados en ella, con mengua de la cultura patria".98 Sin embargo, Cantilo lo proyectaba también como una institución indispensable para la enseñanza cívica y moral de niños y adultos ya que "admitido como está que en su carácter de objetividad histórica, el Museo es prolongación y complemento de la escuela". Advirtiendo que desde fines del siglo XIX la educación patriótica se alzaba como dispositivo central para la creación de una cultura homogénea,99 el "proyecto museo" debía adquirir mayor complejidad haciendo hincapié en las necesidades espirituales y, sobre todo, emocionales de la población local.

De ahí que el Interventor Federal no dudó en aprobar la propuesta que Rodríguez Larreta había lanzado en una de las primeras reuniones de la Comisión Administradora: poner en funcionamiento dentro del ámbito del Museo una "escuela-taller"100 de alfarería y tejido donde "el zumbo de los telares se mezclara con el rumor de las plegarias del santuario vecino y el tufillo de los hornos con el sahumerio de los incensarios".101 El objetivo del Presidente de la Comisión es claro al respecto:  producir un "encantamiento" dentro de ese "histórico edificio" en el que había funcionado el Cabildo; en otras palabras, "devolverle el soplo de vida". El lugar era el adecuado ya que "entrelazando la tradición española y la indígena", la lanzadera y la llama, la alcatifa y el cacharro, "la lana de nuestros rebaños y arcilla de nuestro suelo" posibilitaría el surgimiento del "futuro arte argentino". La sugerente idea de Larreta nos impone nuevamente una peculiar interpretación del pasado y del futuro nacional que ya habíamos advertido en el proyecto de Noel y de Ricardo Rojas, en favor de la integración de elementos culturales españoles e indígenas.102 Claramente, este grupo de intelectuales intentará plasmar una explicación del pasado que presentarán como alternativa ante la disyuntiva indigenismo-hispanismo. Sin embargo, el movimiento no podrá ofrecer una salida al problema planteado ya que había surgido desde el mismo clima de ideas, controvertido y ambiguo por cierto, que había comenzado a gestarse en los primeros años del siglo, caracterizado por una ruptura con el antiguo sistema de pensamiento eurocéntrico y un reencuentro con España. Si bien es cierto el énfasis que otorgan Noel y Larreta a la fusión de elementos españoles y americanos, no cabe duda de que, en el modelo explicativo, serán los componentes de raíz netamente hispánica los predominantes. Esta controversia entre hispanistas y americanistas estará influenciada por el acercamiento, cada vez más estrecho y evidente, entre los grupos de intelectuales españoles y argentinos que se profundizará a mediados de la década del 20 y sobre todo en los años 30,103 cuando el núcleo ideológico dominante argentino se pronuncie a favor del importante bagaje cultural legado por la "madre patria".

Si bien la cuestión de conformar una "identidad nacional" excedía los límites del municipio lujanense, el proceso de modernización acelerada producido a nivel local y el peso decisivo de los contingentes inmigratorios –sobre todo los conflictos de identidades generados en los barrios étnicos de italianos, albaneses y españoles– advertían sobre la urgente necesidad de producir diferentes tipos de articulación intergrupal. Por un lado, el importante papel asignado en la historia al territorio lujanense permitió la incorporación de elementos culturalmente heterogéneos a partir de una condición básica de integración e identificación con el espacio.104 Por otro lado, también la preservación de "lugares patrimoniales"105 con amplia capacidad de homogeneización cultural cumplía este objetivo. De ahí que el Cabildo junto a los edificios anexos debían trasformarse en metáforas visibles106 que engendraran su propia referencia simbólica. Cargado de significados ideológicos transmitidos por sus postulados estéticos, el área histórica de la ciudad se transfiguraba en un decorado que otorgaba una idea de continuidad temporal con el pasado colonial y católico. Pero además, era importante otorgarle una funcionalidad adecuada al contexto: el Cabildo se transformaba en Museo, la Basílica en el mayor templo católico, y la plaza Belgrano en el lugar ideal para la realización de los eventos cívicos y religiosos.

El paisaje urbano, como así también el desarrollo de la ceremonia oficial de abril de 1918, respondía con total coherencia al relato del pasado local reelaborado por intelectuales y políticos, y le otorgaba una implicancia mayor dentro de la historia provincial y a la vez nacional. Este tipo de memoria selectiva debe ser analizada como parte del proceso de "invención de tradiciones" que tenía, en este caso particular, un objetivo concreto y explícito: la reinterpretación hispánica y colonial del pasado. Sin embargo, debemos tener presente que la elite dirigente no tiene capacidad de "inventar" tradiciones provenientes del vacío. Por el contrario, en la década del diez, claramente son los diferentes grupos inmigratorios, los descendientes de la elite local, los niños, las mujeres y los hombres que concurren a la iglesia y que se reúnen periódicamente para los festejos los que recuerdan y construyen así la memoria colectiva determinando lo que será "memorable". Algunos de estos elementos perduraron adquiriendo mayor relevancia local en los años posteriores. Sin embargo, también debemos advertir respecto de los conflictos provocados por la existencia de grupos sociales poseedores de distintas visiones lo que es significativo o "digno de recordarse"; en otras palabras, tanto en la década del 10, como también actualmente, existen multiplicidad de identidades sociales que coexisten dentro de un mismo grupo de memorias opuestas y alternativas: familiares, locales, de clase, nacionales, etcétera.107 Para aglutinarlas, se hace necesario diseñar un plan tan eficaz como el proyectado por Cantilo y sus seguidores que sea lo suficientemente amplio como para reunir lo heterogéneo y perdurar en el tiempo. Éstos, quizás, sean los aportes más importantes realizados por la elite política y cultural de las primeras décadas del siglo, en aras de una construcción identitaria homogénea.

El presente trabajo, por lo tanto, nos permitió reconstruir el proceso de fundación del Museo Histórico y Colonial teniendo presente tanto los conflictos políticos imperantes a nivel local, nacional y provincial, como así también las repercusiones en la Argentina de los acontecimientos producidos en el mundo. Dentro del país, la emergencia del radicalismo como partido político de masas y los conflictos políticos internos que ello generaba, de los cuales José Luis Cantilo supo sacar provecho, tuvieron un papel fundamental en la conformación de la nueva institución. Por un lado, los miembros que integraron la Comisión Administradora del Museo mantuvieron diferentes vinculaciones con las autoridades gubernamentales, lo cual determinó en muchos casos la concreción o frustración de los proyectos. En este contexto podemos hablar del proyecto "Museo" no sólo como de una estrategia cultural, sino también política, ideada por un sector de la elite dirigente del radicalismo para satisfacer intereses concretos.

Por otro lado, el análisis de la ceremonia oficial de entrega del Cabildo por parte de las autoridades provinciales a la Comisión Administradora reveló el modo de acción concreto de los diferentes actores sociales que participaron o legitimaron con su presencia la creación del Museo. Claramente, la resonancia de los conflictos que afectaban al mundo en la segunda mitad de la década del 10, se hacían presentes en la Argentina. De ahí que no parece casual que uno de los objetivos centrales de proyecto "Museo" fuera rescatar las tradiciones hispanocatólicas de la ciudad de Luján y de la provincia de Buenos Aires y, por lo tanto, fortalecer con ellas una doctrina nacional que intentaba ser redefinida dentro de la misma matriz ideológica.

6. EPÍLOGO

La ceremonia de abril de 1918 constituyó un hecho decisivo, sobre todo para la población local ya que reforzó la conciencia lujanense respecto a la importancia de la ciudad en la historia nacional y bonaerense. Sin embargo, la euforia de las autoridades políticas y, sobre todo, de los miembros de la Comisión Administradora del Museo no tardó en apagarse, consumida por los conflictos internos del propio partido radical. Los intentos de Cantilo de resolver las divisiones internas habían fracasado. La Convención radical realizada en La Plata, en febrero de 1918, marcaba la manifestación pública del cisma entre las dos facciones que se autodefinían "provincialistas" y "metropolitanas" respectivamente. El conflicto político asumía de este modo características regionales y, aunque Cantilo aparecía estrechamente vinculado al grupo metropolitano y, por lo tanto, al gobierno de Yrigoyen, la concreción del proyectado Museo provincial en Luján le permitía disimular los enfrentamientos, ganar el apoyo de los municipios del interior de la provincia y sobre todo ganarle de mano a su sucesor Camilo Crotto, quien decía representar los "verdaderos intereses provinciales". Concretamente, el 1º de mayo de 1918, Camilo Crotto asumió el poder y estalló abiertamente el verdadero conflicto político entre crottistas e yrigoyenistas, una contienda que perduró durante los años 1919 y 1920. Cantilo y los miembros de la Comisión del Museo parecen quedar incorporados en la contienda a favor del gobierno nacional. Las consecuencias no tardaron en aparecer.

El 22 de junio, se reunieron los miembros de la Comisión, y Larreta, como presidente, informó que, en el deseo de consultar la opinión del nuevo gobernador provincial "sobre la marcha futura del Museo y sobre los recursos financieros que le fueron asignados por la Intervención Nacional",108 solicitó una audiencia a Crotto quien le manifestó su total apoyo y su mayor entusiasmo respecto del proyecto del Museo de Luján. Larreta explicó al gobernador las obras dispuestas por su antecesor Cantilo: el ensanche del Museo para el funcionamiento de los talleres de alfarería y cerámica, la compra del histórico edificio denominado "casa del Virrey" al Círculo de Obreros y la adquisición de la finca perteneciente al reverendo padre Dávani. Tampoco omitió informar respecto de los costos de cada operación: en parte habían sido pagadas con el dinero asignado por Cantilo, pero además se habían utilizado "$1.000.00 del peculio particular de algunos miembros de la Comisión".

Luego de lo informado por Larreta, la Comisión Directiva decidió elevar una nota al Gobernador resumiendo por escrito los actos realizados hasta la fecha y solicitando a su vez "la liquidación de las mensualidades pendientes"109 ya que, según parece, los fondos que Cantilo había decretado para solventar los gastos del Museo no estaban siendo girados correctamente. Era inminente solicitar al gobernador Crotto "la suma de cincuenta mil pesos ($m/n50.000.00) a fin de atender inmediatamente a la restauración de la casa del Virrey y la instalación de los mencionados talleres y al arreglo de los jardines que rodean al Museo".

Mientras que para la mayor parte de los miembros sólo restaba esperar la respuesta del gobierno provincial, Enrique Udaondo –el prosecretario de la comisión– no quedaba conforme con la espera: ante el asombro de sus compañeros hizo moción "para que se proceda a la apertura del museo mediante la instalación provisoria de algunas donaciones que podrían fácilmente ser gestionadas". Ante la iniciativa, Larreta insistió en "que la Comisión no dispone de ninguna naturaleza de recursos para el sostenimiento del Museo" y, sumándose a esta posición, el arquitecto Martín Noel agregó que "aún se adeudan algunas cuentas de ciertos trabajos no incluidos en el presupuesto por él elevado al Ministerio de Obras Públicas de la Provincia y que hasta la fecha corren por cuenta particular de miembros de la Comisión". Evidentemente el plan de Udaondo no contaba con el respaldo adecuado. La mayoría de los miembros compartió la opinión de esperar el apoyo oficial, y, concretamente, la respuesta a la nota enviada al Gobernador antes de continuar con la obra que los había convocado. Pero la espera se hizo cada vez más larga y los conflictos políticos y económicos de la provincia parecían no tener fin.

Recién el 10 de julio de 1919, los miembros de la Comisión volvieron a reunirse para dar por finalizada la cuestión del Museo de Luján. Enrique Larreta informó que personalmente había redactado la nota acordada y la había enviado al Gobernador. Sin embargo, "a pesar de haber transcurrido ya un año desde la fecha de entrega, la Comisión Ejecutiva no ha recibido contestación alguna".110 Por lo tanto, considerando fracasada su gestión, renunciaba al cargo que ocupaba dentro de la Comisión. El primer paso estaba dado. Estando totalmente de acuerdo con lo planteado por Larreta, la mayor parte de los integrantes le encargaron la redacción de una renuncia colectiva quedando pendiente la citación "a nueva asamblea, poniendo en la orden del día la causa de dicha convocatoria para que así pueda procederse a la firma de la renuncia".111

Ésta es la última acta labrada por los integrantes de la comisión del Museo. No existe, al menos en el libro oficial, registro alguno respecto de la redacción de las renuncias. Sin embargo, tampoco encontramos indicios respecto a nuevas tramitaciones o reuniones que, durante la gestión de Camilo Crotto, tuvieran como objetivo lograr la inauguración del Museo de Luján. La cuestión parece caer en el olvido.

Pero la situación política cambiaba a ritmos acelerados. En 1922, culminó el primer mandato presidencial de Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear, otro hombre del radicalismo, fue elegido presidente. En el ámbito provincial, en 1921, Cantilo había ganado las elecciones a gobernador realizadas el 4 de diciembre112   y volvía a colocarse como líder indiscutido del radicalismo bonaerense. Mediante su plan de gobierno, intentó redefinir la política provincial y culminar los proyectos iniciados durante su breve período de interventor: el Museo de Luján era uno de ellos. De ahí que, poco a poco, vemos aparecer en escena a los integrantes de la fracasada Comisión Directiva. Al asumir el gobierno, Cantilo firmó el decreto designando a Enrique Udaondo Director Honorario del Museo Histórico y Colonial113 y, sólo cuatro meses después, los periódicos más importantes de Buenos Aires anunciaron la inauguración de uno de los museos más originales del país. No casualmente la fecha elegida fue el Día de la Raza, el 12 de octubre de 1923.

De aquí en adelante, un nuevo capítulo de la historia del Museo y de la ciudad de Luján comenzarían a escribirse.

Notas

1. A propósito del tema planteado conviene diferenciar la actividad museográfica –en tanto disciplina que tiene por objeto el estudio sistemático, la clasificación ordenada y seleccionada y la exposición clara y precisa de los fondos del museo–, de la Museología como ciencia social y disciplina histórica capaz de producir un análisis reflexivo del fenómeno museográfico y por lo tanto de la realidad histórico-social en la que se enmarca. Un análisis más profundo respecto de estas diferencias en Aurora León, El Museo. Teoría, praxis y utopía, Madrid, Cátedra, 1995, pp. 91-114; Luis Alonso Fernández, Museología y museografía, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1999. Respecto a los trabajos de museología histórica argentina, véase Antonio Castro, "Museos Históricos Nacionales Argentinos. La Creación de la Comisión Nacional de Museos"; en Argentina en Marcha, tomo I, Buenos Aires, 1947, pp. 141-171; Tomás Diego Benard, Experiencias en Museografía Histórica, Buenos Aires, Anaconda, 1957; Alfonso Enrique Rodríguez, Museología Argentina. Guía de Instituciones y Museos, Colegio de Museólogos de la Argentina, Instituto Argentino de Museología, 1978; "Museología histórica en la Argentina", diálogo con el arquitecto Rodolfo J. Berbery, en Revista Summa, nº 1, 1983, pp. 38-39; Isabel Laumonier, Museo y sociedad, Buenos Aires, CEAL, 1993; Marta Dujovne, Entre musas y musarañas. Una visita al museo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

2. Durante la década del 60, el Boletín de la Dirección de Museos, Monumentos y Lugares Históricos editado en la ciudad de La Plata, publicó numerosos trabajos que tuvieron como objetivo jerarquizar la función educativa de los museos, entre ellos pueden citarse Evangelina Bergada, "Orígenes, evolución y función de los museos pedagógicos", en Boletín nº 2, 1959, pp. 41-60; Manuel Bejarano, "Los museos y la enseñanza de la historia"; en Boletín nº 4, 1964, pp. 57-63; Jorge A. Ferrer, "Función de los museos en la educación. Atracción del público al museo a los fines de la educación", en Boletín nº 5, 1966, pp. 21-64; Miguel Alfonso Madrid, "Un aspecto de la función pedagógica de los museos; técnica de un visita explicada", en Boletín nº 6, 1967, pp. 51-68. Julián Cáseres Freyre, "Los museos folklóricos al aire libre y su importancia educativa y científica para la Argentina", en Logos, nº 13 y 14, 1977. Tercer Encuentro Nacional de Directores de Museos. Conclusiones y recomendaciones, Mar del Plata, Secretaría de Cultura de la Nación, Dirección Nacional de Museos, 1986. Entre los numerosos trabajos presentados nos parece relevante citar a Judith Spielbauer, "Implicaciones de la identidad para los museos y la museología" (pp. 71-77); Bernard Deloche, "El Museo y las ambigüedades de la identidad patrimonial" (pp. 78-84); André Desvalleés, "La identidad: algunos problemas planteados por su definición y por el enfoque del museo en las cuestiones teóricas y prácticas que plantea" (pp. 85- 88); Tomislav Sola, "La identidad: reflexiones acerca de un problema crucial para los museos" (pp. 89-91). En el año 2000, se realizaron las III Jornadas Nacionales "Enseñar a través de la ciudad y el museo", y llamativamente, fueron muy escasos los trabajos referentes a la conformación de las instituciones. Respecto a este tema sólo podemos citar las investigaciones de María Ángela Fernández y Miguel Ángel Taroncher, "Una nueva escuela: empirismo y prácticas en el Museo Escolar, 1895" y María Cristina Linares, "Museo y educación, una mirada sociohistórica"; en C-D Ponencias, III Jornadas Nacionales "Enseñar a través de la ciudad y el Museo", Mar del Plata, 26 al 28 de octubre de 2000.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

3. Irina Podgorny, "Huesos y flechas para la Nación: el acervo histórico de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata", en Entrepasados, vol. 3, Buenos Aires, 1992, pp. 157-165; "De razón a facultad: ideas acerca de las funciones del Museo de La Plata en el período 1890-1918", en RUNA, Archivo para las Ciencias del hombre, vol. 22, Buenos Aires, 1995, pp. 89-104; "De la santidad laica del científico Florentino Ameghino y el espectáculo de la ciencia en la Argentina moderna", en Entrepasados, nº 13, Buenos Aires, 1997, pp. 37-61; Irina Podgorny y Gustavo Politis, "¿Qué sucedió en la historia? Los esqueletos araucanos del museo de La Plata", en Arqueología Contemporánea, vol. 3, Buenos Aires, 1992; Laura Inés Vugman, "Conmemorando: del pasado del territorio a la historia de la Nación Argentina en las ferias y exposiciones internacionales del cuarto centenario", en RUNA, Archivo para las ciencias del hombre, vol. 22, Buenos Aires, 1995, pp. 69-87; dentro del campo de la historia ver Mónica Quijada, "Ancestros, ciudadanos, piezas de museo. Francisco P. Moreno y la articulación del indígena en la construcción nacional argentina (siglo XIX)", en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Tel Aviv, 1998, pp. 21-46.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

4. Peter Burke, "La nueva historia sociocultural", en Historia Social, nº 17, 1993, pp. 105-114; Roger Chartier, "El mundo como representación", en Historia Social, nº 10, 1991, pp. 163-175, "De la historia social de la cultura a la historia cultural de lo social", en Historia Social, nº 17, 1993, pp. 97- 104; Natalie Davis, "Las formas de la historia social", en Historia Social, nº 10, 1991, pp. 177-178; Georges Iggers, La ciencia histórica en el siglo XX. Las tendencias actuales, Barcelona, Labor, 1995.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

5. Diana Quattrocchi-Woisson, Los males de la memoria, Buenos Aires, Emecé, 1995; Pablo Buchbinder, "Vínculos privados, instituciones públicas y reglas profesionales en los orígenes de la historiografía argentina"; en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, nº 13, Buenos Aires, 1996, pp. 59-82; Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos: de Sarmiento a la vanguardia; Bs. As, Ariel, 1987; Oscar Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires fin de siglo (1880-1910). Derivas de la "cultura científica", Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000; Maristella Svampa, El dilema argentino: civilización o barbarie. De Sarmiento al revisionismo peronista, Buenos Aires, El Cielo por Asalto-Imago Mundi, 1994, pp. 85-134.         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

6. José Emilio Burucúa (dir.), Arte, sociedad y política. Nueva historia argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999; Burucúa, José Emilio y Ana María Telesca, "El arte y los historiadores", en La junta de historia y numismática y el movimiento historiográfico en la Argentina (1893-1938), Buenos Aires, ANH, tomo II, 1996, pp. 225-238.        [ Links ]         [ Links ]

7. Adrián Gorelik, La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936; Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998; Jorge Francisco Liernur y Graciela Silvestrín, El umbral de la metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la modernización de Buenos Aires (1870-1930), Buenos Aires, Sudamericana, 1993; Jorge Francisco Liernur, "'Mestizaje', 'criollismo', 'estilo propio', 'estilo americano', 'estilo neocolonial'. Lecturas modernas de la arquitectura en América Latina durante el dominio español"; mimeo, Buenos Aires, 2000.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

8. Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001; Fernando Devoto, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.        [ Links ]         [ Links ]

9. Respecto a este tema, la Academia Nacional de la Historia publicó, en 1996, dos importantes volúmenes que aportan numerosos datos sobre la conformación de las primeras colecciones de documentos y objetos materiales reunidos, organizados y catalogados por los miembros fundadores de la Junta de Historia y Numismática, la que a su vez, monitoreaba la labor realizada por los museos. Ver La junta de historia y numismática y el movimiento historiográfico en la Argentina (1893-1938), Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, Tomo 1, 1995; Tomo 2, 1996.

10. María Élida Blasco, "La tradición colonial hispano-católica en Luján. El ciclo festivo del Centenario de la Revolución de Mayo", en Anuario del IEHS nº 17, Tandil, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2002, pp. 49-76.        [ Links ]

11. Eric Hobsbawm y Terence Ranger, La invención de la tradición, Barcelona, EUMO Editorial, 1988.        [ Links ]

12. Pierre Norá, "La loi de la mémoire", en Le Debat, nº 78, 1994, pp. 187-191; respecto a la importancia de los museos en los procesos de construcción de la nacionalidad apelamos a los conceptos definidos por Benedic Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 228-229.        [ Links ]         [ Links ]

13. Norberto Marquiegui, "Liderazgo étnico, redes de relación y formación de una identidad inmigrante en el destino. Un balance a partir de los casos de los españoles, franceses e italianos de Luján", en Cuadernos de Trabajo, nº 15, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján, 2000, pp. 123-189. Respecto a las transformaciones socioeconómicas de Luján y a la composición de su población véanse los trabajos de Norberto Marquiegui, en especial; "Aproximación al estudio de la inmigración ítalo-albanesa en Luján", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, nº 8, 1988, pp. 51-81; "La inmigración española en Luján (1880-1920)", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, nº 13, 1989, pp. 525-562; "La inmigración gallega a la Argentina. El caso de Luján, 1880-1820", en Ciclos, nº 4, 1993, pp. 133-153; "Los inmigrantes en los orígenes de las empresas argentinas. El caso de la Sociedad Anónima de Electricidad de Luján (1911-1930)", en Cuadernos de Historia Regional, nº 16, Universidad Nacional de Luján, Luján, 1994, pp. 87-109; El barrio de los italianos. Los ítalo-albaneses de Luján y los orígenes de Santa Elena, Luján, Librería de Mayo, 1995; "Migración en cadenas, redes sociales y movilidad. Reflexiones a partir de los casos de los sorianos y albaneses de Luján", en Hernán Otero y María Bejer (comps.), Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, IEHS-CEMLA, 1995, pp. 35-60.        [ Links ]         [ Links ]

14. Norberto Marquiegui, Ana María Silvestrin y Elisabet Cipolleta, "La inmigración italiana en Luján, 1880-1914", en Cuadernos de Historia Regional, vol. 5, nº 14, Luján, 1989, p. 4.        [ Links ]

15. María Élida Blasco, "La tradición colonial hispano-católica en Luján…".

16. Vale recordar que hasta 1910, la sede municipal funcionaba en la planta edilicia del Cabildo. En ese año, la municipalidad fue trasladada frente a la Plaza Colón, y en el edificio del Cabildo se instaló la comisaría. Ante el deterioro de la edificación, muchas veces se pensó en derribarla, colocar en su lugar una placa recordatoria y construir una nueva planta como ya lo había propuesto, en 1906, el arquitecto Cristophersen para el Cabildo de Buenos Aires. Respecto al proyecto de Christophersen ver Alejandro Christophersen, "Conmemoración del gran centenario"; en Revista de Arquitectura, Buenos Aires, julio-agosto de 1906, pp. 88-89.        [ Links ]

17. Desde 1972, esta institución pasó a denominarse Complejo Museográfico Enrique Udaondo, en honor al que fue su director desde 1923 hasta 1962.

18. Giovanni Levi, Sobre microhistoria, Buenos Aires, Biblos, 1993.        [ Links ]

19. José Emilio Burucúa y Fabián A. Campagne, "Los países del Cono Sur", en A. Annino, L. Castro Leiva y F.-X. Guerra, De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, Iber-Caja, 1994, pp. 349-381; Mónica Quijada, Carmen Bernand y Arnd Schneider, Homogeneidad y nación con un estado de caso: Argentina, siglos XIX y XX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000.        [ Links ]         [ Links ]

20. Joaquín Varela, La novela de España. Los intelectuales y el problema español, Madrid, Taurus, 1999; Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen. Símbolos, mitos y nación, Madrid, Taurus, 1999.        [ Links ]         [ Links ]

21. Respecto a la nueva función desempeñada por los intelectuales argentinos en la vida política y social del país frente al estallido de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, ver Tulio Halperin Donghi, Vida y muerte de la república verdadera (1910-1930), Buenos Aires, Ariel, 1999, pp. 55-103.        [ Links ]

22. Se trata de un libro de grandes dimensiones, foliado, que consta de cuatro actas labradas por los integrantes de la Comisión Directiva del Museo. Agradezco a Mariana Luchetti y demás personal de archivo del Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján, por la gentileza con la que me han permitido acceder a él.

23. Utilizamos el concepto de "tradición selectiva" acuñado por Raymond Williams, Marxismo y literatura, Barcelona, Ediciones Península, 1980, pp. 138-145.        [ Links ]

24. Importante figura del radicalismo lujanense. Fue vicepresidente del Comité de la Unión Cívica de Luján y formó parte de la juventud radical. Tuvo una de sus primeras actuaciones públicas en 1893, cuando participó activamente, en Luján, en la toma de la Municipalidad y la comisaría, en un contexto de fuertes manifestaciones sociales. En 1917, ante la intervención federal de la provincia de Buenos Aires, fue designado Comisionado Municipal de Luján. "Un siglo de política y políticos", en 100 años de la Coronación de Nuestra Señora de Luján 1887-1987; edición especial de El Civismo, Luján, 1987, p. 22.

25. Cantilo participaba activamente en el radicalismo desde la década de 1890, integraba el Comité Nacional de la UCR y había sido diputado provincial y nacional por la Capital Federal. En 1915 había fundado el diario radical La Época, del que fue su primer director; Richard Walter, La provincia de Buenos Aires en la política Argentina, 1912-1943; Buenos Aires, Emecé, 1987, p. 68.        [ Links ]

26. Ramón Gutiérrez, Margarita Gutman y Víctor Pérez Escolano, El arquitecto Martín Noel. Su tiempo y su obra, Sevilla, Junta de Andalucía, 1995.        [ Links ]

27. El objetivo principal de Yrigoyen era poner fin al predominio conservador y frenar las aspiraciones presidenciales de su líder, Marcelino Ugarte. De ahí que Yrigoyen prestó especial atención a la regularización de la ley electoral de la provincia que negaba el derecho al voto, a los hombres de 18 a 21 años de edad.

28. Una aproximación a la cuestión de la relación entre el partido radical y la administración pública, entre 1916-1930, y las divisiones internas del radicalismo en Ana Virginia Persello, "Administración pública y gobiernos radicales, 1916-1930", en Revista Sociohistórica, Cuadernos del CISH N° 8, UNLP, 2001. Para contextualizar esta problemática dentro de un marco temporal más amplio y analizar en profundidad los cambios experimentados por la política de la provincia de Buenos Aires a lo largo del período 1880-1912, ver Roy Hora, "Autonomistas, radicales y mitristas: el orden oligárquico en la provincia de Buenos Aires (1880-1912)", en Boletín de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", nº 23, Buenos Aires, 2001, pp. 39-77.        [ Links ]         [ Links ]

29. De ascendencia italiana, pertenecía a la elite terrateniente y tenía varias propiedades en Tapalqué. Estudió en la Universidad de Buenos Aires y se graduó de abogado. Luego se dedicó a la actividad política: participó en la formación de la UCR y en la rebelión de 1903 y 1905. Entre 1907 y 1917 ocupó la presidencia del Comité Nacional de la UCR. En 1912, ocupó la banca de senador nacional por la Capital Federal.

30. Hacemos referencia a las hostilidades que durante casi tres años enfrentaron al presidente Yrigoyen y al gobernador Crotto. Una explicación detallada de estos conflictos en Richard Walter, La provincia de Buenos Aires..., pp. 66-88.

31. Libro de actas de la constitución del Museo Histórico y Colonial de la Provincia de Buenos Aires. Archivo del Complejo Museográfico Enrique Udaondo. En adelante "actas", folio 1.

32. Enrique Peña (1848-1924): coleccionista y numismático. En 1893 se incorporó a la Junta de Historia y Numismática Americana, institución que tuvo activa participación en los debates acerca de la construcción de estatuas o monumentos históricos. En 1906 accedió a la vicepresidencia de la Junta. Carlos María Urien (1855-1921): historiador y abogado que se dedicó especialmente a las investigaciones históricas en busca de exaltar los valores nacionales. J. J. Biedma (1864-1933): militar, publicista, autor de trabajos históricos y biográficos y director, entre 1903 y 1905, del Archivo General de la Nación. Miembro de la Junta de Historia y Numismática, entre 1897 y 1906. José Marcó del Pont (1851-1917): abogado, numismático y coleccionista; en 1893 asume el cargo de secretario de la Junta de Historia y Numismática. Juan C. Amadeo (1862-1935): Coleccionista y anticuario; desde 1897 miembro de la Junta de Historia y Numismática. Si bien Rafael Obligado, Carlos Noel, Clemente Onelli y Federico Leloir no integraron la Junta de Historia y Numismática, sí formaban parte de la elite intelectual de la época y mantenían estrechas vinculaciones con sus miembros.

33. "Informe general. sobre las escuelas del partido de Las Conchas", Las Conchas, 30 de abril de 1918. A través de esta publicación de diez páginas, Udaondo informa al interventor Cantilo respecto al trabajo que está desempeñando como Comisionado Escolar en ese distrito, destacando sobre todo su proyecto de conformar un Museo Escolar que será inaugurado, finalmente, el 18 de noviembre de 1918; "Catálogo del Museo Popular de Las Conchas", Tigre, 1920.

34. Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan. Artemis. Discursos, Madrid, Espasa Calpe, 1967, p. 110.        [ Links ]

35. Para analizar la trayectoria política y cultural de Noel, ver María Silvia Ospital, "Vocación hispanista y tradición política radical. La revista Síntesis (1927-1930)", en Noemí Girbal-Blacha y Diana Quatrocchi-Woisson (dir.), Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1999, pp. 131-149. Según la autora, a partir de 1927, Noel ocupó la dirección de la revista Síntesis, una publicación que podría ubicarse en la confluencia de la vocación hispanista y la tradición política radical.        [ Links ]

36. Noel se incorpora a la Junta en 1918, luego de haber realizado el trabajo de restauración del edificio del Cabildo y dos años después de producida la incorporación de Ricado Rojas.

37. Revista editada por la Sociedad Central de Arquitectos y el Centro de Estudiantes de Arquitectura, y vocera de los más importantes debates académicos dentro de la disciplina arquitectónica; José Emilio Burucúa y Ana María Telesca, "El arte y los historiadores", en La junta de historia y numismática..., tomo II, pp. 232-233.

38. "Nacionalismo"; en Revista de Arquitectura, nº 13, Buenos Aires, 1917, p. 2.

39. Es importante advertir el sentido integrador y aglutinante que Noel le otorga al término "neocolonial", sobre todo teniendo presente los arduos debates producidos en los primeros años del siglo xx entre intelectuales españoles y americanos, respecto al significado preciso del vocablo. Mientras en España comenzaban a adquirir notable influencia las corrientes "americanistas", los auditorios latinoamericanos miraban con desconfianza este "reencuentro" de la "madre patria" con sus antiguas colonias. Fernando Ortiz, por ejemplo, antropólogo cubano formado en España criticó, en 1911, los planteamientos de acercamiento en su libro La reconquista de América. Reflexiones sobre el panhispanismo. Allí denunciaba que la relación que se intentaba establecer tras el término "panhispanismo" estaba lejos de ser igualitaria. Quedaba claro, según él, que España proclamaba su preeminencia sobre los pueblos americanos y que trataba de llevar a cabo una tentativa "neocolonial" imponiendo un liderazgo intelectual a los países americanos. Para describir este nuevo fenómeno, Ortiz inventó la palabra "neocolonial". Para mayor información respecto a este tema ver Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen..., p. 324.

40. Ricardo Rojas, La restauración nacionalista. Crítica de la educación argentina y bases para una reforma en el estudio de las humanidades modernas, Buenos Aires, Peña Lillo, 1971.        [ Links ]

41. Ricardo Rojas, Eurindia, vol. 1, Buenos Aires, CEAL, 1993; vol. 2, Buenos Aires, CEAL, 1980.

42. Burucúa y Telesca "El arte y los historiadores..."; p. 232.

43. En el mismo discurso Larreta le manifiesta su gratitud a Cantilo por haber "puesto especial empeño en apartar al nuevo instituto de las pasiones y vicisitudes de la política". Agrega luego que "hay entre nosotros personas de diferentes partidos y muchas que no pertenecen a ninguno" y que, por lo tanto no ha de ser él "quien perturbe la tranquilidad de la casa". Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan..., p. 115.

44. Durante la década de 1910, el futuro Interventor había iniciado un arduo debate entre los historiadores de la institución a raíz de los errores observados en la indumentaria de época de los distintos personajes relacionados con los hechos de 1810. Al parecer, Cantilo apuntaba a lograr que las representaciones fuesen lo más fieles posibles e insistía en consultar toda la bibliografía disponible para fundamentar la labor artística con una investigación previa adecuada; Aurora Ravina, "La fundación, el impulso mitrista y la definición de los rasgos institucionales. Bartolomé Mitre (1901- 1906) y Enrique Peña (1906-1911)"; en La junta de historia..., p. 35.

45. Actas, folio 2.

46. Actas, folio 4.

47. Actas, folio 9.

48. Actas, folios 5-6-7.

49. Antonio Ariño Villarroya, La ciudad ritual. La fiesta de las fallas, Barcelona, Anthropos, 1992, p. 214.        [ Links ]

50. Órgano periodístico que comenzó a circular en 1916.

51. Órgano periodístico que comenzó a circular en 1904.

52. Órgano periodístico de la Basílica de Luján que comenzó a circular en 1890.

53. Actas, folio 5.

54. "Museo Colonial de histórico de la Provincia de Buenos Aires. Entrega del Cabildo de Luján, Acto oficial, Festejos populares", en La Nación, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.

55. "Museo colonial e histórico de la provincia de Buenos Aires", en La Razón, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.

56. Ibidem.

57. Juan Carlos Garavaglia, Poder, conflicto y relaciones sociales. El Río de la Plata, XVIII-XIX, Rosario, Ediciones Homo Sapiens, 1999, p. 170.        [ Links ]

58. Respecto a la reivindicación de las virtudes mitológicas del gaucho como atributos por excelencia del "ser argentino", ver Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos..., pp. 182- 260; Maristella Svampa, El dilema argentino..., pp. 85-134; Raúl Fradkin, "Centaures de la pampa. Le gaucho, entre l'historie et le mythe", en Annales HSS, janvier-fevrier, nº 1, 2003, pp. 109-133.        [ Links ]

59. Los conservadores, por ejemplo, incluían en sus mitines preelectorales a un contingente de jinetes ataviados a la usanza gaucha, que lucían las boinas rojas (distintivo del partido de la Provincia de Buenos Aires). Los radicales que llevaban boinas blancas patrocinaban rodeos, peñas y carreras de caballos. Los dos partidos realizaban el tradicional asado criollo tal vez con el objetivo de atraer a los argentinos nativos y también a los hijos o nietos de inmigrantes que, mediante la asimilación de estos elementos culturales, buscaban acceder a integrarse con derechos plenos a la vida social. Respecto a la asimilación del criollismo por los grupos inmigratorios ver Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988, pp. 18, 98, 131.        [ Links ]

60. La Razón, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.

61. Respecto a la influencia que los círculos militares comenzaban a tener en la sociedad civil, ver Loris Zanatta, Del estado liberal a la nación católica. Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996.        [ Links ]

62. La Razón, Buenos Aires, 29 de abril de 1918.

63. Ibidem; el artículo periodístico menciona con nombre y apellido a los "antiguos pobladores de Luján".

64. Actas, folio 6.

65. Según la tradición local, Lezica y Torrezuri llegó al Río de la Plata y recorriendo las estancias de Luján sufrió el impacto de "la fervorosa fe que los pueblos del Virreinato le profesaban a la virgen de las orillas del Río Luján". Al encontrarse enfermo, Lezica pidió que lo trajeran a los pies de la imagen de la virgen. Allí, con la sola frotación de agua de un manantial cercano se produjo el "milagro" de su curación. En agradecimiento, entonces, comenzó la construcción de un pequeño templo en honor a la Virgen de Luján; Revista Nosotros, nº 64, año VI, p. 26. Sobre Lezica y Torrezuri ver Jorge G. Cortabarría, "Don Juan de Lezica y Torrezuri. Actividades económicas y sociales de un gran comerciante del Buenos Aires del siglo XVIII", en Res Gesta, nº 22, Rosario, FDYCS UCA, juliodiciembre de 1987, y Dedier N. Marquiegui, Estancia y poder político en un partido de la campaña bonaerense (Luján, 1756-1821), Buenos Aires, Biblos, 1990, pp. 35 y 36.        [ Links ]         [ Links ]

66. Los discursos pronunciados por el Comisionado Municipal y por el Interventor Provincial, José Luis Cantilo, aparecen transcriptos según la publicación de La Perla del Plata del 5 de mayo de 1918, en Raúl Fradkin y otros, "Historia, memoria y tradición: la fiesta de la quema del Judas en Luján", en Cuadernos de Trabajo nº 17, Departamentos de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján, 2000, pp. 69-72.        [ Links ]

67. Actas, folio 6.

68. La Perla del Plata, 5 de mayo de 1918.

69. Tanto La Razón como La Nación coinciden en relatar que, luego de la ceremonia en el patio del Cabildo, la comitiva se dirigió a la estación del ferrocarril para emprender el regreso a Buenos Aires.

70. La Perla del Plata, 5 de mayo de 1918.

71. Decreto de fundación del Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 31 de diciembre de 1917, en folleto de propaganda editado por el Museo el 31 de diciembre de 1927 conmemorando el décimo aniversario de su fundación. Archivo del Complejo Museográfico "Enrique Udaondo". En adelante "decreto".

72. Mónica Quijada, "Imaginando la homogeneidad: la alquimia de la tierra", en Mónica Quijada, Carmen Bernard y Arnd Schneider, Homogeneidad y nación..., pp. 179-217.

73. Decreto.

74. Martín Noel, "La arquitectura hispano-americana en el Cabildo de Luján", en Contribución a la historia de la arquitectura hispanoamericana, Buenos Aires, Ed. Peuser, 1921.        [ Links ]

75. Ramón Gutiérrez, "Martín Noel en el contexto Iberoamericano. La lucidez de un precursor", en Ramón Gutiérrez, Margarita Gutman y Víctor Pérez Escolano, El arquitecto Martín Noel..., p. 17; Tulio Halperin Donghi, "España e Hispanoamérica: miradas a través del Atlántico (1825-1975)", en El espejo de la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1987, pp. 78-91; Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, Ensayos argentinos..., pp. 161-209; Maristella Svampa, El dilema argentino..., pp. 85-134.        [ Links ]

76. Martín Noel, Contribución a la historia...

77. Ángel Guido, Palabras pronunciadas en el III Congreso Panamericano de Arquitectos realizado en Buenos Aires en 1927; extraído de Ramón Gutiérrez, "Martín Noel...", pp. 27 y 35. Esta concepción de la arquitectura estuvo lejos de ser aceptada en forma unánime: en 1948 se hace pública la polémica entablada entre Martín Noel y Mario J. Buschiazzo: mientras el primero intentaba "recrear" antiguas formas desde la percepción "subjetiva", Buschiazzo hacía hincapié en la necesidad de lograr la máxima precisión en el análisis de las fuentes documentales para reconstruir el pasado. Para mayor información remitirse a José Emilio Burucúa y Ana María Telesca, "El arte y los historiadores...", p. 235.

78. Discurso pronunciado por Larreta en el banquete de bienvenida ofrecido en su honor en el Jockey Club de Buenos Aires el 30 de noviembre de 1916; en Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan..., p. 113.

79. En 1911 apareció en España una publicación en la que se relataban los acontecimientos producidos durante el viaje realizado por la infanta Isabel de Borbón a la Argentina, en ocasión de celebrarse los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo; marqués de Valdeiglesias, Las fiestas del Centenario en la Argentina. Viaje de S. A. R. la infanta doña Isabel a Buenos Aires, Madrid, 1911.

80. Norberto Marquiegui, "Liderazgo étnico..."; según datos obtenidos de los tres primeros censos nacionales el autor advierte que, ya en 1869, los españoles eran el grupo nacional europeo más representativo de todos los arribados a Luján. Si bien entre 1870 y 1880 se observa un declive considerable, desde 1881 se advierte una lenta pero sostenida recuperación de grupos inmigratorios españoles. Entre 1895 y 1914 los inmigrantes españoles se convierten en el grupo de mayor crecimiento del período, consolidándose como la segunda comunidad en importancia detrás de los italianos.

81. Enrique Udaondo, Reseña histórica..., pp. 318-319. Respecto de la importancia de las peregrinaciones a Luján, sobre todo en la experiencia de las colectividades inmigratorias, ver Daniel Santamaría, "Estado, iglesia e inmigración en la Argentina moderna", en Estudios migratorios latinoamericanos, nº 14, Buenos Aires, 1990, pp. 139-181.        [ Links ]

82. Antonio Scarella, Pequeña historia de Nuestra Señora de Luján. Su culto, su santuario y su pueblo, Buenos Aires, 1925, p. 393.        [ Links ]

83. Para analizar la estrecha relación entre las autoridades eclesiásticas y el gobierno de Figueroa Alcorta en 1910, ver "La iglesia y el mensaje presidencial" y "La iglesia y el Centenario de la Independencia" en la Revista del Santuario de Luján La Perla del Plata, 15 de mayo de 1910, p. 36.

84. Loris Zanatta, Del Estado liberal...

85. María Élida Blasco, "La tradición colonial hispano-católica en Luján...".

86. Loris Zanatta y Roberto Di Stéfano, Historia de la iglesia argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX; Buenos Aires, Grijalbo, 2000, pp. 354-355.        [ Links ]

87. Ibidem, pp. 394-407.

88. Respecto a las relaciones entabladas entre la iglesia y el radicalismo, más específicamente entre Yrigoyen y Manuel Carlés, presidente de la Liga Patriótica, ver Tulio Halperin Donghi, Vida y muerte..., pp. 124-142.

89. José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976, pp. 99-108.        [ Links ]

90. La Perla del Plata, Luján, 5 de mayo de 1918.

91. Jorge O. Gazaneo, "Complejidad y oportunidad. La Basílica de Luján", en Revista Hábitat, nº 30, Buenos Aires, 2000, pp. 11-16.        [ Links ]

92. La Perla del Plata, Luján, 5 de mayo de 1918.

93. El doctor Juan Creaghe, destacado militante anarquista vinculado a la redacción de La Protesta, había fundado, en 1907, la Escuela Moderna de Luján, un innovador proyecto pedagógico que fue clausurado en 1909, ante la declaración del estado de sitio; para mayor información ver Dora Barrancos, Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1990, pp. 98-127; Juan Suriano, Anarquistas. Política y cultura libertaria en Buenos Aires. 1890-1910, Buenos Aires, Manantial, 2001. Por otro lado, debemos tener presente lo sucedido en esta ciudad durante el Congreso de Librepensadores, realizado en 1913 por los integrantes de la Liga Nacional de Libre Pensamiento, que acaparó la atención y la crítica no sólo de los representantes de la iglesia local sino también de los órganos periódicos de la época. Para mayor información acerca del desarrollo de la jornada ver La Perla del Plata del 6, 13 y 27 de julio de 1913.        [ Links ]         [ Links ]

94. La Razón, 29 de abril de 1918.

95. En 1897 se funda la Comisión Nacional de Bellas Artes que desde 1921 va a estar presidida por el arquitecto Martín Noel.

96. En 1872 se funda el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, en 1893 la Junta de Historia y Numismática Americana y en 1912, el Instituto de Investigaciones Históricas; al respecto ver Diana Quatrocchi-Woisson, Los males de la memoria...

97. Si bien en 1887 se funda el Museo Histórico de Córdoba y en 1889 el Museo Histórico Nacional, las advertencias de Pablo Pizzurno y posteriormente Ricardo Rojas respecto a la necesidad de que los escolares visitaran los museos históricos provocaron que hacia la segunda mitad de la década del diez surgieran otras entidades destinadas al recuerdo del pasado nacional: el Museo Mitre en 1914, el Museo Naval en 1915, y el Museo Popular de Las Conchas en 1918.

98. Decreto.

99. Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas...

100. Actas, folio 3.

101. Enrique Larreta, Lo que buscaba don Juan..., p. 117.

102. Encontramos sumamente interesante relacionar las ideas de museo-templo y escuela-taller propuestas por Larreta, Noel y Cantilo con las plasmadas posteriormente, en 1924, por Ricardo Rojas en Eurindia, vol. 2, pp. 75-79. En este trabajo, el autor realiza una poética descripción respecto a la funcionalidad de los monumentos arquitectónicos asociándolos con lugares de contemplación y de culto (templos) en donde se lleven a cabo los ritos que recuerden "la epopeya espiritual de la patria".

103. Pedro Carlos González Cuevas, Acción española. Teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1936), Madrid, Tecnos, 1998.        [ Links ]

104. Mónica Quijada, "Imaginando la homogeneidad...", pp. 216-217.

105. Gérard Althabe, "Producción ejemplar de patrimonios urbanos", en Althabe y Schuster (comps.), Antropología del presente, Buenos Aires, Edicial, 1999, pp. 182-184.        [ Links ]

106. Alain Mons, La metáfora social. Imagen, territorio, comunicación, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994, pp. 12-13.        [ Links ]

107. Peter Burke, Formas de historia cultural, Madrid, Alianza, 2000, pp. 66-80.        [ Links ]

108. Actas, folio 9.

109. Actas, folio 10.

110. Actas, folio 14.

111. Actas, folio 15.

112. Como la ley establecía un intervalo de 30 días entre los comicios y el escrutinio, los resultados se conocieron en enero de 1922.

113. Decreto nº 268, La Plata, 2 de junio de 1923. Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, enero-junio 1923, Impresiones Oficiales, La Plata, 1926, p. 594.

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