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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767versión On-line ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  n.25 Buenos Aires ene./jul. 2002

 

João Paulo G. Pimenta, Estado e Nação no fim dos impérios ibéricos no prata (1808-1828), San Pablo, Editora Hucitec, Fapesp, 2002, 266 páginas.

Este libro, cuyo origen fue una tesis de maestría, forma parte de la colección Estudos Históricos en la que se publican textos dirigidos a un público amplio y no sólo académico. Dicho propósito resulta escrupulosamente respetado en este caso, ya que se trata de un trabajo escrito en forma precisa y amena. Pero no es esto lo más interesante en ese sentido, sino el hecho de que no sólo da a luz nuevos conocimientos retomando y profundizando investigaciones desarrolladas por la historiografía iberoamericana reciente, sino que también ensaya formas de aproximación a los problemas planteados que en sí mismas constituyen aportes novedosos y significativos para lograr su mejor comprensión.

El trabajo describe y analiza los intentos de construcción de nuevos poderes políticos en la región del Plata al entrar en crisis el imperio español y el portugués. Más precisamente, se detiene en lo acontecido entre 1808, cuando se produjeron las abdicaciones de Bayona y el traslado de la corte portuguesa a Brasil, y 1828, al concluir la guerra por el territorio oriental entre el Imperio de Brasil y las provincias del Plata. El solo hecho de ofrecer un panorama claro y sistemático de la historia política del período hace que la obra resulte de gran interés. Sin embargo, eso no es todo, ya que también propone una relectura de esa historia ritmada por dos procesos imbricados entre sí, pero que resulta necesario diferenciar: la crisis del vínculo colonial y la del Antiguo Régimen. Crisis que, como se evidencia en el trabajo, tuvieron diversas cronologías y modalidades en Brasil y en el Río de la Plata.

Su punto de partida es la crítica de lo que José C. Chiaramonte ha caracterizado como el "mito de orígenes" de las historiografías nacionales latinoamericanas. Desde esta perspectiva, el devenir político del período sólo podía pensarse como parte de un proceso de maduración de nacionalidades cuyo necesario desemboque era la constitución de Estados nacionales, en este caso, el argentino, uruguayo y brasilero. A contrapelo de esta tradición, Pimenta desarticula empírica y conceptualmente una idea de gran arraigo como es la de suponer que antiguas jurisdicciones coloniales habrían prefigurado a los Estados nacionales, en tanto éstos se habrían constituido en herederos naturales de esos territorios.

En el libro se examinan entonces las distintas alternativas de organización políticas y territoriales planteadas durante esos años, haciendo notar el carácter complejo, sinuoso y, por sobre todo, no determinado de antemano que tuvieron los procesos desencadenados en el marco de esa doble crisis. Es por eso, y no sólo por la crítica a las perspectivas más tradicionales, que el trabajo constituye un aporte al proceso de renovación de la historiografía iberoamericana que procura recuperar la singularidad del período sin que su historia deba ser reducida a marcos históricos nacionales aún inexistentes. En ese sentido, y más allá de tal o cual resultado específico empírico o conceptual, su mayor contribución es mostrar la productividad que tiene examinar los acontecimientos como parte de un complejo proceso cuya inteligibilidad excede la mera sumatoria de tres historias nacionales. Pimenta no sólo compara lo sucedido en los dominios americanos de España y Portugal antes y después de la ruptura con esas metrópolis, sino que también analiza los vínculos que los unían como parte de una misma experiencia histórica. Ahora bien, a diferencia de algunos trabajos que seleccionan a priori diversos casos a fin de poder compararlos, en esta oportunidad se trató de una necesidad que le planteó la propia materia histórica al investigador: la complejidad del proceso de ruptura entre Brasil y Portugal, así como su interrelación con lo sucedido en Hispanoamérica, hicieron patente la conveniencia de insertarlo en una historia mayor para poder dotarlo de inteligibilidad. De ahí entonces el recorte espacial, ya que ambos imperios interactuaron en el área platense y más precisamente en su región oriental en la que se asentaron muy diversos poderes políticos, en las dos décadas examinadas en el libro.

Para examinar el desarrollo de esas alternativas de organización, el trabajo recorre y analiza los cambios y continuidades producidos en la cultura política tomando como centro las referencias de los actores y las identidades colectivas. Como metodología recurre a un análisis del vocabulario político, ciñéndose en particular a los significados de conceptos clave como Estado, nación y territorio. El corpus en el que se despliega dicho análisis está constituido por la prensa de Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, aunque también incorpora el Correio Braziliense, publicado en Londres entre 1808 y 1822. Siguiendo a B. Anderson, Pimenta considera la prensa del período como un medio privilegiado en la conformación de nuevas identidades colectivas. Pero como puede apreciarse en el libro, no es ésta la única razón para prestar atención a la prensa: su rol activo en los conflictos políticos y su capacidad de orientar y formar opinión la constituyen en un corpus privilegiado para examinar la naciente vida política en Iberoamérica.

El libro está estructurado en dos partes claramente diferenciadas por sus contenidos y sus objetivos. La primera, titulada "La deconstrucción", consta de dos capítulos que tienen como propósito situarse ante las tradiciones historiográficas y fundamentar la investigación. La segunda, titulada "La reconstrucción", consta de cuatro capítulos en los que se vuelcan sus resultados. En cada uno de ellos se tratan problemas específicos a la vez que se siguen los procesos en forma cronológica, permitiendo así, al lector, apreciar mejor los diversos contextos políticos examinados. En ese sentido, y aunque resulta comprensible dado el origen del libro, es de lamentar que la información brindada sobre la historia de Brasil no sea la misma que la referida a las provincias rioplantenses. De hecho, de la evolución política de éstas se incluyen varios mapas, mientras que no hay ninguno delárea luso-americana.

El primer capítulo es un examen crítico de las historiografías nacionales que recupera algunos planteos de autores como Zum Felde y Prado Júnior, concentrándose después en enfoques más recientes propuestos por Real de Azúa, Chiaramonte y Forastieri da Silva. El segundo capítulo examina los cambios que sufrieron las concepciones sobre el territorio en ese período, destacando que de espacios discontinuos articulados por el monarca, con contornos imprecisos y constantes redefiniciones, se va a pasar a la noción de un territorio continuo que forma parte de la soberanía nacional. De ese modo, y aunque se hubiera mantenido una continuidad jurisdiccional, se trataría de otro territorio, en tanto se transformó el concepto así como también sus atributos y funciones.

El tercer capítulo, "América sede del Poder", es un examen de las primeras transformaciones provocadas por el traslado de la Corte y la administración portuguesa a Brasil y por la creación de gobiernos locales en Hispanoamérica. Este proceso es enmarcado en una cultura política que se había venido renovando desde fines del siglo XVIII al calor de las reformas ilustradas que introdujeron innovaciones ideológicas y nuevas prácticas. Entre ellas, el nacimiento de la prensa americana a través de lo cual se dio forma a una nueva dinámica en la vida pública.

Uno de los aportes del libro, en éste y en los siguientes capítulos, es mostrar las referencias cruzadas en la prensa de Río, Buenos Aires y Montevideo. En este caso, el interés reside en la posibilidad de poder apreciar las diferencias existentes en cada uno de esos nuevos centros políticos, así como también los cambios y las continuidades ideológicas. En ese sentido, el autor destaca que si bien las alternativas de organización territorial se basaban en una lógica de Antiguo Régimen, empezaba a cobrar forma la idea de una identidad territorial homogénea y continua, expresada por ejemplo en el concepto de fronteras naturales que tendría capital importancia en el futuro. En cuanto al concepto de nación, y salvo en el caso de la prensa porteña, seguía haciendo referencia al conjunto de la monarquía formada por vasallos de un soberano sin importar dónde se encontraran.

El capítulo cuarto, "Redefinición de la unidad", se centra en lo sucedido al producirse las intervenciones portuguesas en la Banda Oriental y el alzamiento encabezado por Artigas. El autor examina en forma minuciosa cómo, en el difícil contexto de los conflictos político-militares suscitados en la década de 1810, comenzaba a extenderse en las provincias del Plata una idea de territorio asociada a los límites de la nación y del Estado, que buscaban constituir los gobiernos centrales. De todos modos, aún persistían imprecisiones conceptuales en lo que hacía a cuestiones jurisdiccionales, así como también disputas sobre la residencia de la soberanía que estallarían poco después con virulencia. En el caso de Brasil, esta asociación comenzará a darse cada vez más a partir de 1815 cuando, argumentando su extensión, se incorpora como Reino Unido a Portugal y Algarbe. De ese modo, no resulta extraño que, al producirse una nueva intervención en la Banda Oriental al año siguiente, se recurra como nuevo argumento legitimador a la existencia de fronteras naturales. Haciendo foco en las discusiones provocadas por esta nueva intervención, el autor examina las diversas posiciones notando que en la transición hacia nuevas formas políticas no resultaba aún claro qué territorios estarían bajo la jurisdicción de qué poder: es que si bien se estaba desarticulando la lógica territorial que primaba en el Antiguo Régimen, aún no se había impuesto la que caracterizaría a los Estados nacionales. Finalmente, el capítulo se detiene en las dificultades del Directorio y de la Corte portuguesa para afirmar su poder centralizador, evidenciada por ejemplo en el movimiento pernambucano.

El capítulo quinto, "Nuevos pactos, viejos proyectos", es probablemente el que resulte de mayor interés dado que condensa gran parte de los problemas tratados en el libro. Analiza el proceso desarrollado tras el fracaso de Artigas, la disolución del poder directorial que dio paso a la creación de soberanías provinciales, y la revolución liberal de Porto producida en 1820. Esta última, que promovió una convocatoria a Cortes, puso en evidencia la existencia de problemas similares en Brasil, ya que, si bien seguía siendo considerado como un Reino, sus representantes tenían un carácter provincial. Además, las provincias mantenían entre sí lazos endebles, por lo que ensayaron también diversas respuestas frente a esa nueva situación: autonomía, adhesión directa a Portugal o integración regional. Estas alternativas eran tratadas a través de la prensa que, incrementada por la aparición de periódicos provinciales y la libre circulación del Correio Braziliense, adquirió un rol fundamental como medio de expresión y articulador de las diversas posiciones.

En ese contexto, un Congreso de Cabildos crea, en 1821, la provincia Cisplatina, eligiendo incluso un diputado a las Cortes que no llega a concurrir. Esta decisión incentivó las discusiones sobre la relación entre territorio y poder político. Si bien parte de la prensa brasileña no se pronunció, la que sí lo hizo la defendió en base a dos argumentos que ya no eran simplemente el mantenimiento del orden y la existencia de intereses que debían ser defendidos: a esto se sumaba también la propia voluntad de los interesados y la existencia de límites naturales que iban del Río de la Plata al Amazonas. La prensa porteña situó la discusión en esos mismos planos al criticar al Congreso por su falta de representatividad, mientras que consideraba que la Banda Oriental era un territorio integrante de la nación conformada por las Provincias Unidas. Al calor de esta discusión se acentuaron las respectivas referencias negativas entre Brasil y las provincias del Plata que tendrían una larga vida: mientras que las provincias rioplatenses eran valoradas por la prensa brasileña como un paradigma negativo por estar anarquizadas, Brasil aparecía ante la prensa rioplatense como la contracara de lo americano por su carácter monárquico y esclavista.

En forma paralela a estas discusiones, se daba en el ámbito luso-americano una progresiva diferenciación con lo europeo, marcada cada vez más por la idea de que la unidad era de la nación y ya no de las posesiones del monarca. En este proceso tuvo una gran incidencia la creación de la provincia Cisplatina, decisión que había marcado un punto alto en la elaboración de políticas americanas autónomas. De hecho, la propia intervención en la Banda Oriental no había sido compartida por todo el Reino Unido e, incluso, la Corte de Lisboa solicitaría el retiro. En 1822, se produjo la ruptura de Brasil con la metrópoli, afianzándose de ese modo su política hacia el área platense. Más aun, si se considera que el proceso de independencia se imbricó con el de centralización del poder al argumentarse la existencia de un territorio delimitado que se correspondía con ese reino. Pimenta señala que si bien comenzaron a extenderse las referencias en ese sentido, esto no implicó en modo alguno la consolidación de un nuevo Estado ni la fundación de una nueva nación.

El último capítulo, "Fortalecimiento y fracaso de la unidad", examina lo sucedido al producirse la independencia de Brasil, la centralización del poder en las Provincias del Plata y la guerra por la Banda Oriental. La situación abierta en Brasil marca un crecimiento en las dificultades para lograr el orden y la unidad, a la vez que estimula la aparición de nuevos periódicos, en especial provinciales. Ante esta situación conflictiva, se propone la creación del Imperio en reemplazo del reino, facilitada por la presencia de don Pedro como factor de unidad y recurriéndose al clásico argumento de que el régimen más apropiado para territorios extensos es el monárquico. Sin embargo, hay provincias que en 1822 siguen fieles a las Cortes de Lisboa y sólo variarán esa postura cuando se inaugure la asamblea constituyente en 1823 y se produzca una reacción absolutista en Portugal. Además, la sanción en 1824 de una constitución que otorgaba amplios poderes a don Pedro provocó un levantamiento en el norte que fue aplastado. Este cuadro complejo permite entender por qué, a la vez que cobraba fuerza la identidad americana en oposición a lo portugués o europeo y aumentaban las referencias brasileras que daban cuenta de una unidad territorial, seguían sin embargo teniendo gran presencia las identidades provinciales.

El libro concluye analizando el proceso que desembocó en una guerra entre el Imperio de Brasil y las provincias del Río de la Plata que estaban organizándose en un Estado unitario. Como nota el autor, esto aceleró los procesos de centralización del poder y de asociación entre los conceptos de Estado, nación y territorio, si bien no cobraron en ese momento su forma definitiva. La razón es que todavía existía un estado de indeterminación en el proceso de construcción de comunidades políticas y de identidades, hecho que incluso, dificultó la creación de ejércitos para esa guerra. La paz marcaría a la vez la ruina del proyecto unitario en las provincias rioplatenses, la debilidad del poder imperial en Brasil y el surgimiento de una nueva entidad, la República Oriental del Uruguay, que redefiniría la situación existente en la región.

Pimenta concluye que las tensiones en el área no desaparecerían hasta que estuvieran consolidados los Estados nacionales que redefinirían el problema territorial. Como se habrá podido apreciar, su trabajo procuró mostrar algunas mutaciones conceptuales que se constituirían en sustento de esas futuras entidades. El rastreo de esos elementos conceptuales necesarios para fundamentar los futuros Estados nacionales a veces atenta contra la comprensión de aquello a lo que están haciendo referencia en el momento de su enunciación. De todos modos, esto resulta un hecho menor frente al interés que presenta esta obra, ya sea por los aportes específicos de la investigación, por el ordenamiento y la clarificación de información que suele ser tratada por separado y, por eso mismo también, por hacer evidente el potencial que tienen este tipo de aproximaciones.

Fabio Wasseman
Universidad de Buenos Aires

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