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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

Print version ISSN 0524-9767On-line version ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.27 Buenos Aires Jan./June 2005

 

Salvatore, Ricardo D.: Wandering Paysanos. State order and subaltern experience in Buenos Aires during the Rosas era, Durham y Londres, Duke University Press, 2003, 523 págs.

El estudio de Ricardo Salvatore sobre las clases populares de Buenos Aires durante el rosismo viene a ocupar un lugar significativo en la historiografía sobre ese período que, recién en los últimos años, comienza a ser objeto de una revisión sistemática. Significativo, es cierto, pero no fundamentalmente disruptivo, en tanto el autor reconoce su deuda hacia estudios anteriores tanto sobre la historia económica del período, como sobre la historia política. Es sobre los hombros de esa historiografía que el libro se propone desafiar interpretaciones tradicionales de la "era de Rosas", que presentaban a la figura del gobernador de Buenos Aires como epítome de un mundo rural feudal y semibárbaro, en el que las relaciones clientelares caracterizaban tanto la estructura social de la campaña (moldeada sobre la interna de la estancia ganadera) como el vínculo establecido entre el popular líder federal y sus seguidores más "plebeyos". Esta tesis recibió su última y más acabada expresión de parte de Lynch, aunque sus orígenes podrían remontarse hasta los propios opositores políticos del régimen. En contra de ella, Salvatore viene a proponer una imagen alternativa que se asienta sobre tres elementos fundamentales: la presencia de relaciones mercantiles permeando múltiples instancias de la vida social; la lógica fuertemente facciosa que una guerra civil endémica impuso a los clivajes políticos –tanto al interior de las clases sociales como entre la terrateniente y el Estado–; y, por último, una relación de dominación/hegemonía menos unívoca que la propuesta por los modelos clásicos de "caudillismo".

No obstante, aun dentro de un contexto historiográfico caracterizado por la recurrencia de las revisiones de esa visión tradicional, el trabajo no carece de originalidad. En particular, más allá de la propia articulación de temas de esa crítica propuesta por el autor, el abordaje teórico-metodológico empleado para su construcción resulta novedoso. El título mismo anuncia ya la voluntad de inscribir el estudio en cuestión en la tradición de lo que ha dado en llamarse "escuela de estudios subalternos", surgida y desarrollada principalmente en la India pero que, hace unos pocos años, ha sido propuesta –desde la academia estadounidense, sobre todo– como una perspectiva válida para abordar la historia cultural latinoamericana.

La opción por esa perspectiva es explicada, en la introducción, por las dificultades enfrentadas a la hora de tratar de aprehender la experiencia de los grupos subordinados (económica, social o políticamente) en términos de "clase". De ahí el interés por una tradición que, aunque filia sus orígenes en la historia social practicada por los historiadores marxistas británicos, presenta, para Salvatore, dos ventajas frente a la metodología de análisis histórico de éstos. Por una parte, el autor la reconoce menos teleológica que aquélla en su búsqueda de identificación de sujetos sociales predeterminados, a saber, la clase obrera. En segunda instancia, le resulta atractiva la peculiar atención que los estudios subalternos prestan a los efectos de la representación de la experiencia social como fenómeno cultural, más que como mero reflejo de realidades materiales.

El estudio procede, entonces, a dar cuenta de la relación entre la voluntad del novel estado provincial de imponer un "orden" y la experiencia de quienes de ahora en más pasan a ser referidos como subalternos (y no, salvo raras excepciones, subalternas). Para ello, el autor ha recurrido a una amplia variedad de fuentes producidas por y durante el régimen rosista, entre las que se destacan las filiaciones y clasificaciones de presos, soldados y milicianos, como ejemplo de narrativas en las que las voces (utterances) de los subalternos se cuelan por entre los discursos oficiales (oficial transcripts, en la terminología de Scott adoptada por Salvatore).

La presentación se despliega en doce capítulos que apuntan a cubrir cuatro dimensiones que el autor considera fundamentales para la experiencia subalterna de la era de Rosas, a saber: las del mercado, la ley, la vida militar y la política; las que se encadenan en el devenir del texto en ese orden. En esas cuatro dimensiones, la relación entre el Estado y los subalternos se estructura a partir de diferentes combinaciones de coerción y consenso, o dominación y hegemonía –los dos pares son utilizados como sinónimos en el texto–. En el continuum entre esos dos polos, la dimensión del mercado (tanto el de bienes como el de fuerza de trabajo) se presenta como aquella en la que las relaciones de dominación, contra lo que pretendía la visión tradicional, están menos presentes. En el extremo opuesto, en la esfera de la vida militar, atravesada como está por su relación con las formas de punición estatal, la coerción se ejerce más abiertamente.

La exposición, como dijimos, se abre con los capítulos correspondientes a la experiencia de los subalternos en el mercado y las endebles tentativas del estado de establecer su presencia en ese ámbito. La lógica de esa ubicación inicial se advierte al notar la fuerza que adquiere la descripción de la autonomía relativa de los sujetos en esa dimensión de la vida social (autonomía condensada en la idea de subaltern's agency), fuerza que subtiende la construcción de la noción de "liberalismo popular". Esta se articula a partir de las reacciones de los subalternos frente a los intentos estatales de regular el funcionamiento de los mercados. La propuesta de un reglamento alternativo al propuesto por el gobierno, en el que los participantes del abasto urbano defienden la libre concurrencia en el mercado, es la piedra de toque de la formulación inicial. No obstante, aunque no siempre la categoría se haga presente en el texto, ésta parece atravesar, de un modo u otro, todas las otras instancias de experiencia subalterna de cara al que aparece como tímido Leviatán de las pampas. Los mecanismos de evasión pergeñados por quienes pretenden escapar a la garra del estado provincial necesitado de reclutas, así como la reelaboración "subalterna" del legado revolucionario, por tomar dos ejemplos salientes, parecen confluir en la construcción de esa nueva ideología popular.

La agency de los subalternos, aparece reforzada por su autopercepción en tanto individuos, más que en tanto miembros de ningún colectivo. Este individualismo que Salvatore halla en la esfera de las representaciones de los propios subalternos (y que reforzaría la hipótesis de su ideario liberal), ofrece un potencial disruptivo frente a la voluntad clasificadora (class-ifying) del Estado en su intento de encuadramiento de esos sectores, a quienes pretende asimilar –por razones operativas–, al concepto de "clase de peón de campo".

La sección dedicada al análisis de la construcción de una identidad política resulta atractiva por dos motivos. Por una parte, propone un concepto audaz de proto-nacionalismo, apoyado en la idea de una "comunidad imaginada" de carácter federal, que habría sido forjada al calor de la experiencia de las guerras civiles. La audacia radica en el desafío que supone a buena parte de lo que en los últimos años se ha escrito sobre la formación de la idea de nación en el Río de la Plata (piénsese, por ejemplo en los trabajos de José Carlos Chiaramonte, o de Fabio Wasserman).

Por otro lado, la identidad federal opera como argumento para reforzar y enunciar definitivamente la idea de una forma de ciudadanía concebida como un "contrato" político entre los subalternos, quienes aportan su cuerpo y su fuerza de trabajo al servicio de las necesidades militares de la Federación, y el estado de ésta, al que, como contrapartida de su esfuerzo, comienzan a exigir el reconocimiento de un conjunto de derechos. La elaboración de dicha concepción contractual de la relación dominantes/subalternos descansa sobre las tendencias individualistas y el liberalismo de la "plebe" que Salvatore había enunciado al ocuparse de las otras dimensiones de análisis.

La matriz contractualista que se presenta tiene innegables reminiscencias clásicas. El tema del ciudadano en armas, que aquí aparece reinterpretado como ciudadano-ergo-miliciano o soldado-ergo-ciudadano, así parece atestiguarlo. La hipótesis de Salvatore es que dicha correspondencia entre pertenencia al cuerpo político y servicio militar es el resultado de una concepción popular sobre la política. Habida cuenta del peso que el lenguaje del republicanismo clásico parece haber tenido en la retórica oficial del rosismo, sería legítimo preguntarse en qué medida la ciudadanía federal puede pensarse más bien como el resultado de una apropiación, no lineal, sin duda, de un discurso emanado "desde arriba". Esto no supone negar la hipótesis de la autonomía de los subalternos frente al Estado. Los intentos de éste de construir algo que pueda llamarse hegemonía, resulta evidente, chocaron constantemente contra la capacidad de acción de las clases populares. Que ésta derivara de una trama ideológica propia susceptible de ser caracterizada como liberal resulta quizá más aventurado.

Por otra parte, la recurrencia de la autonomía popular parece desdibujar el contenido más inmediato (al menos desde un punto de vista estrictamente etimológico) del término subalterno. ¿Frente a quién o quiénes se pone de manifiesto su subalternidad? El hecho de que el contendiente más frecuente de los llamados subalternos sea, en este libro, un Estado al que parecen tan capaces de evadir e imponer condiciones, como se dijo, tiende a debilitar la idea de subordinación. Paradójicamente, la imagen de un estado mucho más endeble que el tradicionalmente asociado al período rosista es, sin duda, uno de los elementos más atractivos de la propuesta de Salvatore. Pero, a la vez, ese estado parece ser lo suficientemente eficaz para dotar de algún "orden" a una sociedad que, para el período posrosista (tema del último capítulo del libro), será capaz de "subalternizar" rápidamente a quienes, por su misma "agencia", habían permitido el ascenso del propio Rosas al poder en 1829.

Quizá la referencia a la era de Rosas como un bloque homogéneo dificulte la posibilidad de dar respuesta a estas aparentes contradicciones. No sería justo, no obstante, desconocer que, probablemente, las limitaciones impuestas por las fuentes disponibles hayan jugado un papel importante en la construcción de esa apreciación global. Vale aclarar que, allí donde pudo establecer una "serie" documental, como en el análisis de la criminalidad rural, el autor desagregó períodos en los que es posible apreciar cambios en la relación entre Estado y subalternos. Asimismo, cuando fue posible a lo largo del resto del trabajo, estableció contrastes entre momentos distintos de la historia de esa relación a partir del análisis cualitativo de las fuentes. Por lo general, pese a todo, esos contrastes tienden a ser obliterados.

En suma, si la construcción de un "contrato" social y político impuesto por la agenda (liberal) de los subalternos, resulta menos convincente que la innegable capacidad de acción autónoma (agency) de los mismos, ello no autoriza a soslayar una obra que realiza un aporte significativo a un campo historiográfico que no puede sino enriquecerse con su publicación.

Juan Pablo Fasano

UBA

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