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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versão impressa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.35-36 Buenos Aires fev./jun. 2012

 

RESEÑAS

Richard Graham, Feeding the City. From Street Market to Liberal Reform in Salvador, Brazil, 1780-1860, Austin, University of Texas Press, 2010, XV + 334 páginas

Tomás Guzmán

Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani" (Universidad de Buenos Aires, CONICET)

La necesidad de alimentar a una ciudad como Salvador en la Bahía de Todos los Santos, un gran puerto atlántico con más de cincuenta mil habitantes a comienzos del siglo XIX, generó una densa red de actores de todos los tamaños que intervenían en el comercio de abasto. Es el tema de este libro que Richard Graham, reconocido brasileñista norteamericano, usa como mirador para problemas que involucran tanto a la caracterización de las relaciones sociales en esta ciudad entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX como al cambio en las formas de regulación estatal sobre la economía. Estos problemas articulan las dos grandes secciones del libro. La primera dedicada a las interacciones sociales en las que participaban los actores del abasto. La segunda, al debate sobre el ordenamiento de este sector clave en la vida social, entre la protección paternalista de antiguo régimen y las nuevas reglas del liberalismo económico.

La hipótesis principal del libro señala que es posible tener una visión más compleja de la sociedad urbana de Salvador, habitualmente analizada como una sociedad de órdenes, estable y jerárquica, marcada por la esclavitud, hacia una mirada de mayor flexibilidad en las relaciones sociales, donde los órdenes son elementos de referencia que se desdibujan continuamente a la hora de analizar las prácticas sociales cotidianas. Esta hipótesis tiene efectos al estudiar a los sectores populares que conformaban el grueso de los actores del abasto, en pos de una posición de movilidad, así sea individual y, sobre todo, de autonomía. La misma complejidad es el pilar de la restitución histórica de la transición entre las viejas y las nuevas instituciones reguladoras. Esta hipótesis es tributaria de un modo de concebir la historia social de las ciudades americanas que procura criticar las asunciones demasiado firmes sobre la rigidez del orden social colonial y su herencia posindependentista. El abordaje del tema del comercio urbano de alimentos está preñado por el convencimiento de que debería mirarse hacia el vasto sector interno de la economía brasileña, más allá del circuito exportador y la plantación. Finalmente, la sección segunda, atenta a los debates ideológicos, se enriquece por el sólido conocimiento del autor de la sociedad política del Brasil imperial.

En la primera parte, Graham logra un retrato colectivo de los actores del abasto. En el primer capítulo, nos ofrece un recorrido por la geografía social de la ciudad-puerto y su estructura de gobierno: un consejo municipal, sometido, con tensiones, al gobernador de la capitanía, luego al presidente provincial bajo el Imperio. Ambas autoridades crearon una ingente cantidad de documentos en el proceso de control del abasto urbano, y esta documentación forma una de las fuentes principales de este estudio. Los capítulos segundo y tercero presentan a las vendedoras callejeras (la mayoría eran mujeres de color tanto libres como esclavas) y a los dueños y los empleados de tendas, armazens y vendas. Graham se detiene a describir dónde, qué y cómo comerciaban; cuáles eran sus condiciones de vida y su inserción en la sociabilidad urbana. Como casi todo el abastecimiento de alimentos llegaba en miles de canoas, lanchas y goletas que surcaban la bahía cada día, el capítulo cuarto describe los barcos, las cargas y, sobre todo, las relaciones sociales que entablaba la gente do mar, los trabajadores que movían este tráfico cotidiano. En los capítulos quinto a séptimo, se estudian los grupos y las interacciones sociales que bullían alrededor del celeiro público (un mercado centralizador de las transacciones con harina de mandioca, arroz, porotos y maíz) y del sistema público de comercialización de la carne vacuna (las tabladas, el matadero y las carnicerías).

En este vasto lienzo social, lleno de detalles y particularidades, podemos distinguir ciertas líneas de argumentación comunes. El autor enfatiza, primero, los conocimientos prácticos que el trabajo cotidiano en la ciudad daba a los trabajadores. Señala los duros efectos físicos y psicológicos de muchas de estas actividades, pero también que con aquellas pericias vendrían cierto orgullo y confianza y un control del proceso de trabajo que se usaba para negociar las reglas de trato con los amos, patrones, o autoridades. Para los esclavos, éstas eran ventajas claras frente a otros, como los de las plantaciones. En un párrafo que ejemplifica el estilo del historiador y sus deudas con el enfoque etnográfico, Graham sintetiza refiriéndose a las vendedoras ambulantes:

Street vendors were energetic businesswomen... the exercises of these many skills, the risks involved, and the awareness of having concluded a successful transaction must have given females street vendor the self-confidence, dignity, independence, and dynamism that comes from proficient trading and active participation in a money economy. They were far from hapless victims. (p. 42).

En segundo lugar, Graham argumenta que el trabajo y la sociabilidad de los actores del abasto conducían a un conjunto móvil, extenso y variado de relaciones que atravesaban barreras geográficas, sociales y culturales dentro de la ciudad y fuera de ella. Estos contactos los volvían agentes importantes en la circulación de noticias, como sale a la luz en los momentos de tensión política. Y estos vínculos permitían adquirir conciencia de la posición social y procurar negociarla.

Tercero, Graham nos muestra casos individuales de movilidad social ascendente y la pertenencia de algunos actores del abasto a unos sectores sociales medios que se distinguían en aquella sociedad urbana. Por ejemplo, aquella porción de las vendedoras ambulantes que pudieron acumular alguna propiedad en su vejez, en bienes inmuebles, pero sobre todo en esclavos. La fuente de estas historias exitosas son los inventarios post mortem que ofrecen una muestra no representativa del conjunto.1 En cualquier caso, Graham no desestima la evidencia que señala que las condiciones de vida de la mayoría de estas mujeres no eran buenas: sus ingresos les permitían sobrevivir día a día; vivían hacinadas en habitaciones alquiladas; sufrían el omnipresente azote de la enfermedad; si eran esclavas, eran vulnerables a la violencia de sus amos, a veces desmedida, aunque en general controlada por normas sociales propias de las sociedades esclavistas.

En el caso de los dueños de tiendas, la mayoría pertenecía a los sectores medios de la sociedad. La riqueza acumulada al final de su vida, su vivienda, su vestimenta, su habilidad para leer y escribir, su participación como oficiales de la milicia, incluso su origen como inmigrantes portugueses, eran señales de esta mayor prosperidad. Se distinguen también los empleados, algunos de ellos esclavos, y los vínculos de dependencia que los vinculaban a sus patrones, que en los casos exitosos tenían como resultado el negocio propio. Lo que se extraña aquí es un abordaje de cuáles eran los riesgos y los límites que pesaban sobre estos actores del comercio menudo, un rubro escasamente rutinario.

Cuarto, el autor recorre las tensiones originadas por esta interacción entre individuos y grupos con desiguales riqueza y prestigio, condición étnica y estatus legal. Los espacios de mercado son propicios para observar una variedad de disputas: las que enfrentaban a las mujeres afrodescendientes con los comerciantes portugueses en la venta de harina de mandioca; las fricciones entre los abastecedores de carne y las autoridades que debían reglar su negocio; o las huelgas de trabajadores como los matarifes o los cargadores, que reclamaban por una mejor paga o por reconocimiento corporativo. Pero Graham cree entrever no sólo tensiones sino también el desdibujamiento de las barreras sociales en estos espacios. La proximidad que generaban habría favorecido las alianzas sociales y las identificaciones colectivas. Por ejemplo, la vida de la navegación creaba un compañerismo más allá del color o el estatus legal en tripulaciones que eran mezcladas en estos aspectos. Pero otros ejemplos escasean, quizá por las características de la documentación que ha sobrevivido, y la persuasión, más que la argumentación, se vuelve relevante en la trama del historiador.

En la segunda parte del libro, Graham amplía su mirada desde las relaciones cotidianas a los grandes eventos o los procesos de cambio. En el capítulo octavo, se nos ofrece una detallada narración de un episodio de la guerra de independencia: el sitio a la ciudad impuesto por las tropas del príncipe Pedro contra las tropas portuguesas leales a Juan VI y las Cortes. El relato resalta el problema del abasto como elemento táctico decisivo. El siguiente capítulo está dedicado a las tensiones sociales que este episodio dejó al descubierto. Algunos actores del menudeo aprovecharon el alza de los precios que provocó el sitio, pero al parecer muchos se fueron de la ciudad o cooperaron con el bando patriota, más temerosos del hambre o de las represalias que movidos por el patriotismo. El punto más delicado de la agitación social residía en la solidez del sistema esclavista. Hubo esclavos fugados y otros que se sumaron a las milicias patriotas, creando vínculos y derechos. Los temores a una rebelión, o los rumores de la liberación masiva de esclavos, condicionaron las acciones. Sin embargo, como reconoce Graham, el efecto de este "temblor en el orden social" fue limitado. El conflicto armado no fue intenso, finalizó rápido y con un claro vencedor. Así, la conclusión del autor –que el bajo pueblo adquirió un nuevo protagonismo en este contexto– parece sobrevalorar el peso de los actores populares en este episodio, dadas las evidencias presentadas.

Los debates ideológicos y políticos sobre las regulaciones del abasto son los temas de los capítulos décimo y undécimo. Graham aborda los niveles de análisis esperables: los principios ideológicos, la compleja puesta en práctica de las nuevas ideas y los actores que se involucraron en el cambio. El régimen colonial desplegó una política de regulación con dos líneas de acción: el control de los precios y la vigilancia sobre los intermediarios. Esta política se veía necesaria para el mantenimiento del orden en una sociedad jerárquica, y se fundamentaba en la protección paternal que los gobernantes –a la cabeza, el rey– debían a sus gobernados, en especial a los pobres y débiles entre ellos. Como es sabido, estas regulaciones fueron cuestionadas en el mundo atlántico desde el siglo XVIII. En el capítulo décimo, Graham se enfoca en la difusión de las ideas liberales (sobre todo, las de Adam Smith) entre los altos funcionarios y los comerciantes de Salvador y en las medidas tomadas antes de 1820. Gran interés reviste el análisis de las representaciones de comerciantes, porque la introducción del liberalismo ha sido frecuentemente estudiada en relación con el comercio exterior y, como muestra el autor, tuvo también importancia para pensar el mercado interno.

Aunque el programa liberal era claro a principios del siglo XIX (y diametralmente opuesto a lo anterior), el predominio de la nueva política económica fue mucho más ambiguo. Hubo avances, retrocesos, apoyos, resistencias, conflictos y compromisos. Graham logra presentar esta complejidad de los cambios. El período 1820-1860 fue rico en estas alternativas, como la reinstalación del control de precios de la carne a finales de la década de 1830 o las idas y venidas sobre la libertad de comercio de la harina de mandioca que consumieron dos décadas de debates (1840 y 1850). El principal argumento de Graham es que la resistencia estaba motorizada por un sentimiento público de las ventajas relativas del sistema proteccionista, en un contexto en el que se percibía un alza secular de precios y una fuerte concentración en el sector comercial. Era esta legitimidad de los viejos conceptos la que permitía accionar al consejo municipal para mantener o reponer controles, sobre todo en coyunturas de crisis y malestar social, que a veces se tradujeron en acciones directas. Además, estas disputas involucraban cambios en la filosofía de gobierno: debates sobre la relación "justa" entre gobernantes y gobernados.

El autor presenta algunos indicios de que, como es lógico, muchos comerciantes del abasto, incluidos los menos poderosos, favorecían las reformas liberales. Sin embargo, la presencia de estos últimos en estos debates parece diluirse ante las voces más notorias de las élites y del pueblo consumidor. Por otra parte, si bien Graham no huye de una consideración económica de la cuestión, nos parece que más en este camino se puede hacer para explorar el contexto en el cual las políticas tenían que aplicarse (condiciones de producción, diferencias de precios, costos de transporte, etc.).

En Feeding the City Graham consigue mostrarnos la dinámica de una sociedad cuyas relaciones estaban moldeadas por la desigualdad jerárquica, pero cuya reproducción también incluía la porosidad de las categorías sociales, la negociación cotidiana y un importante grado de autonomía de los trabajadores. Por nuestra parte, hemos señalado algunos puntos débiles que provienen de la necesidad de ciertos contrapesos al atendible énfasis argumental en la flexibilidad de las relaciones sociales. Un punto destacable es que, mirada desde los sectores populares, esta flexibilidad tenía mucho que ver con las condiciones de trabajo y los conocimientos y la conciencia que éstas les daban a aquellos. Al mismo tiempo que un retrato colectivo de actores sociales poco explorados, el autor introduce un análisis del cambio institucional que matiza muchas de las simplificaciones que siguen imperando sobre este tema tan debatido en otros campos, como el de la historia económica. Este libro, apoyado en una gran variedad de fuentes, argumentado de manera segura pero sin perder riqueza narrativa, constituye un ejemplo de la buena historia social y, como tal, abre nuevas preguntas para indagar las sociedades urbanas latinoamericanas del pasado

Notas

1 Véase un excelente análisis de los patrones de acumulación de riqueza de los medianos propietarios urbanos de Río de Janeiro, incluidos los afrobrasileños libres, en Zephyr L. Frank, Dutra’s World: Wealth and Family in Nineteenth-Century Rio de Janeiro, Albuquerque, University of New Mexico Press, 2004.         [ Links ]

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