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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.35-36 Buenos Aires feb./jun. 2012

 

RESEÑAS

Mauro César Silveira, A batalha de papel. A charge como arma na guerra contra o Paraguai, Florianópolis, Editora de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), 2a ed., 2009, 250 páginas

Victoria Baratta

UBA, Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", CONICET

Investigar sobre una cuestión tan polémica y a la vez penosa como fue la guerra del Paraguay sitúa al especialista en la dificultad de no caer en juicios simplistas. La historiografía de la guerra se ha dividido durante muchos años entre los que sostuvieron visiones nacionales patrióticas que reivindicaron la contienda y quienes buscaron revisarlas y contestarlas. Sin embargo, ambas tendencias mantuvieron los mismos supuestos en sus argumentos. La historia de la guerra era una historia de buenos y malos. Un interesante aporte de A Batalha de papel es salirse de esa dicotomía aun cuando se tenga un juicio crítico sobre la contienda. Mauro César Silveria logra hacer un análisis riguroso sin dejar de expresar que para él se trató de un hecho vergonzoso de la historia de la región. Analizaremos aquí la segunda edición de 2009 de su trabajo, la cual sólo fue publicada en Brasil. De allí nos llega la mayor parte de producción historiográfica reciente sobre la guerra del Paraguay. El único libro editado en nuestro país de esa producción fue Maldita guerra de Francisco Doratioto.1 El libro que hoy analizamos, además de escapar de esos parámetros que mencionábamos, es una efectiva muestra de aplicación de algunos lineamientos de la historia cultural al estudio de la contienda.

Silveira es periodista y doctor en Historia Iberoamericana por la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul. Actualmente es profesor del Curso de Periodismo de la Universidad Federal de Santa Catarina y dirige el Grupo de Estudios de Historia del Periodismo, integrante del Centro Nacional de Desenvolvimiento Científico y Tecnológico. A Batalha de papel comienza con nota de autor e introducción, prosigue con un nudo de tres capítulos ("A caricatura como fonte histórica", "O Paraguai de Solano López" y "Os dois lados da guerra") y finaliza con una conclusión y posfacio. Se agregan al final referencias y anexos. Sin embargo, lo que nos introduce al libro de Silveira es la nota de un periodista, André Pereira, titulada sugestivamente "Homenagem à reportagem em sua missão de desvendar a verdade possível". Si bien Pereira contextualiza el libro de Silveira como una obra de gran importancia para la ética y labor de los periodistas por su oficio, también hace hincapié en su relevancia para una historiografía sobre la guerra frecuentemente polarizada. En cuanto al método de trabajo, Pereira lo define como "inconformado e cético, como convém aos bons repórteres […] E, seguindo a máxima tão cara ao jornalista íntegro, doa a quem doer, tanto se debate que a verdade possível acaba por aparecer". Pereira concluye que la prensa brasileña deformó vergonzosamente los sucesos de la guerra y se pregunta si no es legítimo indagarse acerca de la fidelidad que tiene actualmente la misma para retratar los hechos. La nota parece presagiar que Silveria se ocupará de rastrear la veracidad o falsedad de las representaciones, lo que afortunadamente no es el objeto de su libro.

El trabajo es el resultado de un proyecto de investigación desarrollado en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul entre agosto de 1994 y mayo de 1996. El autor advierte que aunque la estructura del libro trata de respetar las exigencias académicas, no pudo evitar la acción contaminante del lenguaje periodístico: "Na verdade, devo confessar, não sei onde termina o repórter e começa o pretenso historiador" (p. 16). Sin embargo, no registramos a lo largo del escrito ninguna tensión problemática entre la metodología de ambas profesiones. Si no fuera por su aviso y el de su colega en la nota, no advertiríamos casi diferencia con otro libro de historia profesional. Las fuentes que analiza Silveria en su libro son 202 caricaturas publicadas en siete periódicos satíricos durante la guerra del Paraguay entre el 23 de octubre de 1864 y el 25 de agosto de 1870. Entre las publicaciones estudiadas encontramos destacadas Semana Illustrada, O Mosquito, A vida Fluminense. El trabajo pretende demostrar que la caricatura fue un arma utilizada para justificar la ofensiva armada del Imperio contra Paraguay. Esta hipótesis contraría a las visiones desarrolladas por otros dos historiadores: André Toral y Nelson Werneck Sodré, quienes acusan a la prensa brasileña de no haber sido favorable al gobierno imperial durante la contienda.2

Para abordar las caricaturas, el autor se vale entre otros de los estudios de E. H. Gombrich, quien propone un carácter reflexivo del arte visual. Además, retoma la idea de imaginario social de Cornelius Castoriadis, en tanto un sistema de ideas-imágenes que no se encuentran enteramente desvinculadas de la realidad y pueden ser así mismas constructoras de prácticas sociales.3 El historiador cultural no tiene como tarea recuperar las reflexiones de la realidad vivida, sino analizar las representaciones de esa realidad. Según Silveria, el esfuerzo no debe apuntar entonces a encontrar correlaciones entre realidad y representación (como se desprende de la nota introductoria de Pereira), sino a identificar momentos de tensión dentro de esas representaciones. Aboga así por el carácter constructor de las representaciones sociales y hace hincapié en el papel de las mismas en el mantenimiento del orden vigente. Las caricaturas otorgaron validez a preconceptos y personajes estereotipados del bando enemigo. Y también les imprimieron popularidad a los personajes reales, como Pedro II.

El primer capítulo aborda los orígenes de la caricatura en Brasil y su significación para el imperio durante el auge del denominado periodismo satírico. La presencia de la caricatura en la prensa brasileña durante la guerra fue muy relevante, máxime si se toma en cuenta las relaciones de dependencia entre los medios de comunicación y el Estado. Semana Illustrada, una de las publicaciones más importantes del país, era simpatizante del gobierno imperial. Silveria discute con los estudiosos que postularon y hasta se escandalizaron con un supuesto tono condenatorio de la prensa de la época al gobierno. Las primeras imágenes publicadas causaron un verdadero furor en una población con apenas el 15% de alfabetización estimada. El artífice principal de esta verdadera revolución de las representaciones fue el litógrafo italiano Angelo Agostini. Aunque como figura emblemática Agostini también era disonante, ya que defendía la finalización de la esclavitud y la proclamación de una república.

El segundo capítulo, probablemente el núcleo del libro, muestra cómo el enemigo aparece representado en las caricaturas brasileñas, personificado casi exclusivamente en el presidente paraguayo Francisco Solano López, aunque también haciendo alusión a sus militares y la población paraguaya. Y es aquí donde Silveria hace también un intento de comparar esas representaciones con las realidades mucho más matizadas. Sin embargo, no es el eje del capítulo y se convierte en un ejercicio saludable en el contexto de una historiografía polarizada. La prensa ilustrada brasileña se encargó de demonizar este enemigo fundamentalmente durante el primer año del conflicto. Las apelaciones al pueblo paraguayo lo ligaban con una comunidad extraña, rara y servil. Algunas publicaciones van más allá y se refieren a los paraguayos como indios de una tribu feroz. Y estas cualidades estaban en gran parte determinadas por la particularidad geográfica del país: un rincón perdido en el mundo, una dualidad entre el Chaco y el oriente desconcertante. Sin embargo, no son sólo las particularidades culturales las que motivan la atención de los periódicos. Una tradición política comunera es tomada como extraña y representativa del país guaraní. Silveira se cuida en esta instancia de no adherir a la visión idealizada del Paraguay preguerra, característica de las posturas denominadas revisionistas, ni tampoco de denostarlo. Aunque no se trataba de una potencia, el Paraguay de la primera mitad del siglo XIX se caracterizaba por una combinación de aislamiento político y cierto nivel de desarrollo social y económico.4

Como apuntamos, la figura de Solano López domina ampliamente las caricaturas de los periódicos satíricos de la Corte (el 66% del total de las representaciones) y, por ende, gran parte del análisis. Se intentaba desde la prensa brasileña atribuirle a López la responsabilidad de la guerra y describirlo como un bárbaro, déspota, furioso, loco, enfermo y feroz. Para algunos, él representaba la degeneración del pueblo paraguayo. Para otros, era un sanguinario que esclavizaba a su nación. En verdad, para Silveira era imposible disociar a López del pueblo paraguayo en las representaciones de los periódicos satíricos. La identidad brasileña sí podía disociarse de la de su gobierno, pero no así la paraguaya. El capítulo detalla el ascenso de López al poder y aboga por la teoría de que no fue un déspota, sino que la guerra lo convirtió en tal. Toma para ello testimonios valiosos de la época, como el del ingeniero Thompson y algunos militares brasileños. Las referencias a la "realidad" de Silveira son más una posición historiográfica sensata que una verificación de las representaciones que son correctamente analizadas en su dinámica propia. La encarnación del mal en Solano López era la imagen necesaria para una sociedad eminentemente católica; el presidente paraguayo era el mismo diablo. Además, muchas veces se identificaba a Brasil con el paraíso y a Paraguay con el infierno. Y la maldad de López era peligrosa porque era plausible de extenderse más allá de las fronteras del país guaraní. También solía representárselo con figuras de animales, para marcar su falta de racionalismo y salvajismo.

El tercer y último capítulo trabaja la bipolarización de la guerra entre Brasil y el enemigo descrito en el capítulo anterior. En un momento, se describe la contienda como una lucha militar entre Paraguay y Brasil. Argentina aparece apenas como coaliada y Uruguay tiene un papel simbólico. Silveria y muchos historiadores brasileños toman esta afirmación como válida. Es cierto que en los últimos años de la guerra la presencia argentina fue menor. Pero no así en lo que refiere a los desencadenantes y los primeros años de la contienda. Se conjugan aquí cierto egocentrismo de los historiadores brasileños con la historia de su nación (no sólo Silveira) y quizá la falta de estudios novedosos en nuestra historiografía con los cuales dialogar. Las imágenes de los periódicos satíricos además representaban un clamor nacional brasileño por vencer al enemigo bárbaro. Enrolarse militarmente debía ser considerado como un acto de heroísmo. Se cita el importante trabajo de Ricardo Salles en el cual se estudia el carácter coercitivo del reclutamiento, la impopularidad de la guerra y se pone en cuestión la presencia mayoritaria de esclavos entre los soldados.5 Silveria también dedica unas páginas a otra tarea casi obligada del historiador actual de la guerra: poner en cuestión el papel de Gran Bretaña en ella y dar por tierra con la posibilidad de que haya sido la responsable. La publicación del tratado de la Triple Alianza por parte de la diplomacia inglesa, sus conflictos con Brasil, la debilidad de las hipótesis del mercado del algodón y los mismos conflictos regionales ya dan sobrada muestra de que aun cuando haya sido una beneficiada indiscutida de los resultados, no hay pruebas sólidas de su responsabilidad como desencadenante del conflicto. En este sentido, Silveira reivindica la postura de Milcíades Peña al respecto.

En conclusión, las caricaturas buscaron ser funcionales a los intereses del Imperio, pero como instrumento movilizador de los sectores populares, la prensa satírica se mostró muy poco eficaz. Sin embargo, la imagen de una barbarie paraguaya intrínseca quedó plasmada en el imaginario social de la población brasileña. Esta es su gran victoria, en opinión de Silveira. El proyecto de investigación sobre periodismo de la región, que coordina, encontró que la estigmatización hacia el pueblo paraguayo continúa, asociada fuertemente a una idea de falsificación. La nota final realiza así una interesante mirada del presente de la prensa brasileña y paraguaya sin caer en anacronismos. Mientras tanto, la guerra más sangrienta y larga de la historia de América Latina aún espera por la renovación historiográfica que nuestro país le debe.

Notas

1 Francisco Doratioto, Maldita guerra. Nueva historia de la guerra del Paraguay, Buenos Aires, Emecé, 2004.         [ Links ]

2 Nelson Werneck Sodré, História da Imprensa no Brasil, Río de Janeiro, Mauad, 1999.         [ Links ] André Toral, Imagens en desordem. A iconografía da guerra do Paraguai, Sao Paulo, Humanitas, 2001.         [ Links ]

3 Cornelius Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad, Buenos Aires, Tusquets, 1995 y E.         [ Links ] H. Gombrich, A história da arte, Río de Janeiro, Zahar, 1981.         [ Links ]

4 León Pomer, La guerra del Paraguay, ¡Gran negocio!, Buenos Aires, Caldén, 1968.         [ Links ] José Pedro Barrán, Apogeo y crisis del Uruguay pastoril y caudillesco, 1839-1875, Montevideo, Banda Oriental, 1994.         [ Links ]

5 Ricardo Salles, Guerra do Paraguai: escravidão e cidadania na formação do exército, San Pablo, Paz e Terra, 1990.         [ Links ]

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