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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.35-36 Buenos Aires feb./jun. 2012

 

RESEÑAS

Lea Geler, Andares negros, caminos blancos. Afroporteños, Estado y Nación Argentina a fines del siglo XIX, Rosario, Prohistoria Ediciones/TEIAA (Universidad de Barcelona), 2010, 408 páginas

Dra. Florencia Guzmán

CONICET, Asia y África, Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos, Universidad de Buenos Aires

Andares negros, caminos blancos es una obra de profundidad académica que trata desde la primera hasta la última página sobre la presencia de la población negra en la argentina decimonónica. Lea Geler discute con énfasis y rigor la mal llamada "desaparición" de los afrodescendientes, cuya construcción forma parte del mito fundacional de la Nación argentina que se erige como blanca y europea ("llegada de los barcos"). Esta construcción, que viene siendo cuestionada por los investigadores desde hace algún tiempo (en palabras de la autora, de manera cada vez más incisiva) y sobre todo por los propios afrodescendientes, parte del supuesto de que la mencionada "desaparición" se consumó porque los negros no eran importantes en número, en aportes o en protagonismo. Reid Andrews, historiador norteamericano, quien tiene el mérito de haber sido el primero en revisar las afirmaciones clásicas y sin sustento científico sobre la declinación y desaparición de los descendientes de los esclavizados (recurrentes guerras y epidemias, alta mortalidad y mestizaje) y pionero en plantear, además, la importancia central y constitutiva que tuvo la ideología del blanqueamiento en la desaparición simbólica de este colectivo social, afirma en su clásico libro Los afroargentinos de Buenos Aires (l989) que esta mal llamada "desaparición" se debió, entre otras cuestiones, a la marginalidad de los afrodescendientes. En el libro que presentamos, Lea Geler sostiene el blanqueamiento como punto de partida, pero su argumentación va por caminos diferentes (no en vano pasaron cerca de treinta años desde el original del libro escrito en inglés). "Los negros y negras pudieron desaparecer porque se habían constituido en personajes de fundamental importancia en la sociedad argentina de fines del siglo XIX y sobre todo del mundo popular". Esta afirmación, que corresponde a Geler, no sugiere, sin embargo, que lo negro fuera visto como algo positivo.

Andares negros, caminos blancos está centrado en una etapa fundacional en la historia argentina: en los años que anteceden a la década de 1880, considerada generalmente como un hito, como un momento bisagra. El libro está centrado en los años cruciales de la consolidación del aparato del Estado, del modelo económico que perduraría y de proyección de un imaginario de nación. Una coyuntura que se presenta muy interesante para estudiar las formas, los procesos, los conflictos y las dinámicas de actuación de la población afroporteña en un tiempo en el que todavía, y pese a los discursos y vaticinios, tiene presencia, agencia y visibilidad, como rigurosamente demuestra la autora a los largo de las 420 páginas del libro. Si la época elegida es un gran acierto por la riqueza que suelen tener estos períodos de cambio y transformación para la interpretación histórica, no es menos relevante la elección de la fuente elegida para el análisis. Se trata de siete periódicos conservados en la Biblioteca Nacional (La Broma, La Juventud, La Perla, La Lucha, La Igualdad, El Aspirante y El Unionista) dejados por la propia comunidad de afrodescendientes que vivían en la ciudad de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX; es decir que Geler estudia la "desaparición" a partir de lo que escribieron los afroporteños en el momento en que se los decretaba desaparecidos. Cuando la autora analiza estos periódicos (de l873 a l882), establece un diálogo riguroso y ágil con los testimonios dejados por los afroporteños acerca de su vida cotidiana, conflictos, alegrías y aspiraciones, pero como ella lo explica, no para hablar por el nativo, sino sobre el nativo, "aspirando a comprender, entender, a partir de los discursos, de las negociaciones, de las fiestas, de las tradiciones, de las peleas, las dinámicas de un grupo marcado por su cuerpo y por sus prácticas y que en el momento en estudio se intentaba borrar y homogeneizar al 'blanco' de la Nación argentina".

Lea Geler es licenciada en Antropología Social y doctora en Historia, y este libro es un estudio de antropología histórica desde la perspectiva subalterna. El análisis interdisciplinario le da profundidad y espesura interpretativa al relato histórico en el que abundan las citas textuales de los periódicos trabajados, convertidos por la autora (ex profeso) en el hilo conductor de la narración. La estrategia expositiva resulta fundamental para escuchar las "voces" e imaginar retazos de cotidianidad de miles de afroporteños que desde una situación de subalternidad colaboraron activamente, y no ausentes de compromiso (según Geler) en la conformación del proyecto estatal nacional.

Entre los varios conceptos introducidos y desarrollados por Lea Geler en el libro, destacamos a los llamados por la autora como "intelectuales subalternos": personajes que tenían voz en esa esfera subalterna, periodistas, directores de diarios, redactores, pero también militares y personajes de prestigio que comúnmente veían sus ideas reflejadas en los periódicos. Entenderlos como intelectuales, afirma la investigadora, les devuelve agencia y los separa de la imagen de víctimas con los que se construyó la historia argentina en la relación con los negros, aunque, aclara, "esto debe ser pensado siempre dentro de un contexto de dominación". La lectura de los 12 capítulos del libro no deja dudas sobre la centralidad de los intelectuales afroporteños y, sobre todo, del altísimo grado de disciplinamiento que imponían sobre su comunidad. Con el propósito de insertar a la población afrodescendiente en un mundo popular en formación (en los que éstos se movían "con soltura" y del que luego serán protagonistas indiscutibles), los líderes letrados vigilaban y escrutaban lo que sucedía y, también, proponían, arengaban y luchaban para que los afroporteños abandonasen las tradiciones identificadas y asociadas con Juan Manuel de Rosas y con la esclavitud. Resulta clara la necesidad, por parte de aquellos, de que la precaria situación económica en la que vivían y las continuas discriminaciones que sufrían no transformaran a los afroporteños en parias sociales. Pero también, y como queda asimismo demostrado a lo largo del libro, los miembros de esta comunidad no aceptaron fácilmente las imposiciones de los intelectuales, sino que discutieron, resistieron, propusieron alternativas y obligaron muchas veces a revertir los planteos.

Asimismo, leemos que en el tiempo que lo blanco europeo indisoluble de raza/cultura constituía uno de los pilares sobre los que se erigía la nación por conseguir, los afroporteños eran marcados por el resto de la sociedad como distintos, debido, en parte, al inevitable color de su piel. Esta marcación era realizada por el Estado de una manera cada vez más evidente, pero también por la sociedad en su conjunto, que a través de la burla y el grotesco estigmatizaba y estereotipaba. La comunidad, frente a ello o ante disputas con los inmigrantes, puso en juego su argentinidad, enfatizando y resaltando la participación en las guerras y contiendas armadas por la patria. Esta situación, según Geler, les proveía de un lugar simbólico de aceptabilidad en el imaginario nacional. El amor patrio probado de sobra por el sacrificio negro en todas las guerras se convertirá en uno de los argumentos más recurrentemente utilizados por los miembros de la comunidad para legitimar sus derechos y sus anhelos de integración. También observamos que en la esfera política, los afrodescendientes se movieron con soltura, y en su práctica, movilizaron pasiones y se conformaron como individuos. Asimismo, estuvieron imbricados en redes clientelares que repercutieron en bienes, servicios, prestigio y en identificaciones diversas con la nación. Los distintos alineamientos de los intelectuales en cuestiones políticas -especialmente de los punteros- implicaron, incluso, enfrentamientos entre los miembros de la comunidad, y no sólo en los períodos electorales.

Las prácticas afroporteñas fueron también relevantes en otra esfera que crecía y cambiaba: el mundo popular. Con la llegada del siglo XX, cuando la Argentina ya construía su nacionalidad en principios raciales y culturales excluyentes, muchos elementos del mundo popular antes repudiados por las elites fueron retomados y reutilizados como parte del auge de la corriente criollista que revalorizaba lo autóctono y conformaba la representación de lo nacional. El desempeño y la gravitación de los afroporteños en el ámbito de las artes populares a finales del siglo XIX, y consecuentemente en el imaginario criollista nacional popular posterior, aparecen relacionados con las distintas artes de la diversión y el ocio (candombe, carnavales); también con la literatura, pintura, música; pero, sobre todo, con el circo, el teatro, la payada, espectáculos habituales en la ciudad, en los que fueron, en palabras de Geler, protagonistas reconocidos. De tal modo que en las postrimerías del siglo, cuando los discursos del poder hacen referencia a la desaparición de los descendientes de esclavizados y esclavizadas como una realidad que consumaba la buscada blanquitud, había en la ciudad de Buenos Aires (y no caben dudas luego de leer este libro) muchas personas que se reconocían, eran reconocidas y discriminadas por los demás como negros y mulatos. Es por ello que la desaparición simbólica de los afrodescendientes y la inclusión de la población negra en la categoría de pueblo argentino/blanco/popular debe ser pensada (como bien lo explica Lea Geler en éste párrafo que consideramos una excelente síntesis del libro) con su particular noción de blanqueamiento "que llevó a la des-marcación del colectivo de afrodescendientes y a su asimilación a la blanquitud nacional, constituyendo a negros y mulatos como una alteridad pre-histórica, es decir, una alteridad que no incidía en el desarrollo histórico del país justamente por estar desaparecida".

Esta frase de la autora nos introduce en otro mérito ponderable del libro: me refiero a una prosa sumamente accesible y amigable, que sumada a los otros méritos ya destacados (espesura conceptual e interpretativa), logra que esta obra sea relevante, y no tan sólo para el campo de los estudios afrolatinoamericanas en clave argentina. Es, sobre todo, el estudio que más rigurosamente analiza y resignifica la presencia destacada, heterogénea y colorida de los afrodescendientes en la Argentina decimonónica.

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