SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número37La extinción del Cabildo en la República de Córdoba, 1815-1824Formación de los sectores dirigentes y controversias políticas en el ámbito universitario: el caso de las Facultades de Derecho, 1890-1912 índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versão impressa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.37 Buenos Aires jul./dez. 2012

 

ARTÍCULOS

La unanimidad en debate. Los procesos electorales en la campaña de Buenos Aires entre 1815 y 1828

Vicente Agustín Galimberti1

Artículo recibido: 17 de julio de 2011

Aprobación final: 30 de julio de 2012

 


Resumen

Este artículo examina los procesos electorales desarrollados en la campaña de Buenos Aires entre 1815 y 1828, concentrándose en discutir su supuesto carácter unánime. Consideramos que la cuestión de la unanimidad es central, ya que presume la ausencia de conflictos, un fuerte control de las mesas electorales por parte de las autoridades locales y la subordinación de la campaña con respecto a la ciudad. A su vez, implica pensar a los pueblos y habitantes rurales como sujetos pasivos y simples receptores de la construcción de una nueva legitimidad y de los mecanismos para hacerla práctica que se originaban en la ciudad y en las elites. Entonces, nuestro objetivo consiste en poner a prueba esta interpretación historiográfica a partir de los registros electorales y las prácticas que en ellos se observan, los cuales muestran una realidad diferente y más compleja.

Palabras clave: Historia política; Elecciones; Unanimidad; Campaña bonaerense; Autoridades locales.

Abstract

This article examines the electoral processes developed in the countryside of Buenos Aires between 1815 and 1828, focusing in discussing its so-called unanimous character. We consider that the issue of unanimity is central, since it assumes the absence of conflicts, the total control of the electoral process by the local authorities and the subordination of the countryside to the city. At the same time, it means considering the town and the rural inhabitants as passive and simple receptors of the construction of a new legitimacy, and the mechanisms to put it into practice which originated in the city and the elites. Therefore, our aim consists of putting to the test this historiographical interpretation starting with electoral sources and the practices observed in them, which show a different and a more complex reality.

Keywords: Political history; Elections, Unanimity; Buenos Aires countryside; Local authorities.


 

Introducción

Los estudios electorales alcanzaron, gracias a la renovación de la historia política, importantes desarrollos en los últimos años. El estudio de las elecciones decimonónicas en Hispanoamérica2 permitió abordar variadas problemáticas como la construcción de la ciudadanía a partir de la noción de vecino, la relación entre las milicias y la ciudadanía, los cambios en las formas de representación, la reapropiación de la soberanía por las comunidades locales, la evolución de las normativas electorales, el desarrollo de nuevas formas de sociabilidad, la ampliación de la participación política y los cambios en las relaciones de poder, entre otras temáticas. Estas investigaciones han permitido resaltar y revalorizar los rasgos propios y distintivos de la experiencia moderna hispanoamericana otorgándole su propia especificidad.

En el caso de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XIX, fue Marcela Ternavasio quien logró revalorar la importancia de los procesos eleccionarios y ajustar el papel que tuvieron en los procesos políticos. Concentrándose en la construcción de un poder legítimo mostró la relevancia de los mismos en los intentos de construir una nueva fórmula capaz de legitimar el poder y generar obediencia de los gobernados hacia sus gobernantes luego de la crisis monárquica.3 De esta forma, la conformación de un sistema electoral con unas características específicas fue uno de los mecanismos mediante el cual se alcanzó a construir una nueva ficción que permitió a una minoría gobernar de forma legítima y aceptada por la mayoría.4 Sus trabajos5 lograron revelar y problematizar el hecho de que las elecciones no fueron una práctica sin sentido, sino que por el contrario constituyeron una de las preocupaciones y punto de conflicto entre los distintos sectores de la elite bonaerense en la construcción de un régimen político legítimo. Así, el sistema representativo basado en las elecciones populares fue una estrategia para lograr mayor gobernabilidad del sistema político en conformación, permitiendo establecer una nueva legitimidad que remplazó a la Real.

Sin embargo, tanto a nivel hispanoamericano como rioplatense, el estudio de los problemática eleccionaria privilegió una perspectiva centrada en las instituciones, las ciudades y las elites6, no indagando con suficiente profundidad, según nuestro parecer, las zonas rurales, las autoridades locales y los sectores dominados. En el caso de la campaña bonaerense esta mirada generó que la historiografía reconstruyera la forma en que eran realizados los procesos eleccionarios mostrando, principalmente, la disparidad con respecto a lo que sucedía en la ciudad, en vez de profundizar en el conocimiento de los mismos.

En la caracterización de las elecciones rurales fue muy importante la cuestión de la unanimidad. La idea central afirmaba que, desde los albores de la instalación del régimen electoral basado en la soberanía popular, las elecciones en los pueblos de la campaña fueron de carácter unánime, es decir, todos los votos correspondían al triunfador absoluto de la elección. En buena medida, esta situación era producto del control que tenían las autoridades locales sobre las mesas electorales.7 La dinámica electoral consistía en que el gobierno instalado en la ciudad de Buenos Aires enviaba el nombre de la persona que debía ser electa, la cual no era oriunda de la sección electoral por la que terminaría siendo elegido, y el Alcalde de Hermandad hasta 1821 y el Juez de Paz luego, orientaba la elección para lograr el triunfo del "oficialismo electoral". Según esta interpretación, esta situación anulaba tanto la competencia de candidatos como los conflictos que podía generar la práctica electoral. Si así era el panorama en la campaña, la caracterización de las elecciones en la ciudad afirmaba, y demostraba, que existían disputas por el control de las mesas electorales, que los candidatos competían por los votos y que las elecciones generaron una intensa conflictividad, la cual comenzó a ser percibida como problemática hacia fines de la década de 1820 provocando su reformulación. La solución que buscó reencauzar esta dinámica fue encontrada, luego de una serie de complejos esfuerzos, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. La misma consistió en trasladar y reproducir en la ciudad la unanimidad que funcionaba desde la fundación misma del régimen representativo en los partidos de campaña.8 Entonces, el problema de la unanimidad de los actos electorales no sólo caracteriza su realización en un ámbito geográfico específico sino que permite explicar, en parte, la llamada ruralización de la política, al trasladar su lógica de funcionamiento electoral a la ciudad de Buenos Aires.

Las anteriores afirmaciones sobre la campaña bonaerense partían de ciertos presupuestos, como la escasa complejidad y simpleza de su estructura social y económica, la inexistencia de expresiones políticas autónomas, además del amplio poder de las autoridades y la ausencia de conflictos políticos, que provocaban una imagen en la cual la campaña actuaba en las elecciones como un solo cuerpo, sin contradicciones y dirigida desde la ciudad. Esta caracterización generaba explicaciones en las cuales los pueblos y los habitantes rurales eran pensados como sujetos pasivos y simples receptores de la construcción de una nueva legitimidad y de los mecanismos para hacerla práctica, que se originaban en la ciudad y en las elites. La evidencia historiográfica reciente permite hacer vacilar y contradecir los supuestos que marcamos, como, a su vez, sospechar de una mayor densidad y complejidad referente a la problemática eleccionaria. La historia rural9 reveló la diversidad socio-económica del mundo social agrario, lo cual impide seguir considerándolo como una sociedad simple y homogénea en donde sólo existían hacendados y peones dominados por aquéllos. El panorama actual de las investigaciones muestra, por el contrario, la existencia de una gran proporción de pequeños y medianos productores agrícolas y ganaderos. Aunque esta diversidad socio-económica no implica necesariamente la existencia de la misma diversidad en el ámbito socio-cultural y socio-político, sí modifica sustancialmente las bases sociales a partir de las cuales pueden ser explicadas las elecciones en la campaña bonaerense, en tanto y en cuanto la historiografía rural reciente ha caracterizado a los habitantes rurales como mayoritariamente libres, en gran medida mercantilizados, con una importante movilidad social, espacial y ocupacional que les brindaba una relativa autonomía y cierto poder de negociación que se expresó en distintos alineamientos políticos y en la participación en diversos conflictos durante el período.10 Siguiendo algunas de estas evidencias, un pionero estudio sobre las elecciones en la campaña desde una perspectiva local realizado por Juan Carlos Garavaglia ha mostrado conflictos en relación al control de la mesa electoral entre dos grupos de poder enfrentados en el pueblo de Areco, además, de la existencia de cierta competencia entre candidatos. Otros trabajos para distintas regiones han confirmado estos lineamientos.11

En el presente escrito buscamos profundizar en el conocimiento de estas temáticas, es decir, en la forma en que se desarrollaban los procesos eleccionarios en la campaña de Buenos Aires12 concentrándonos en discutir la supuesta unanimidad de los mismos para el período pre-rosista. Consideramos que esta cuestión es central ya que implica la ausencia de conflictos, el control total de las mesas electorales por parte de las autoridades locales y la subordinación de la campaña con respecto a la aceptación de los candidatos sugeridos por la ciudad. De esta forma, nuestra investigación busca desarrollar un enfoque que intente considerar no sólo las iniciativas provenientes de las autoridades estatales y las elites, sino que también tome en cuenta las posibles que hayan desplegado otros actores sociales para poder ponderar la incidencia que les correspondió en la construcción del sistema electoral. En este sentido buscamos reconstruir de la forma más precisa que sea posible las experiencias político-electorales de las zonas periféricas y de los actores sociales rurales, entendiéndolos con sujetos activos y dinámicos en la construcción de las mismas.13

Entonces, nuestro objetivo consiste en poner a prueba esta caracterización historiográfica a partir de los registros electorales que hemos hallado entre 1815 y 1828. La elección de estas coordenadas temporales se debe a que en 1815 se realizan elecciones por primera vez en toda la campaña14 luego de la aprobación del Estatuto Provisional, mientras que 1828 constituye el último año en el que hemos encontrado elecciones no unánimes. Luego, desde inicios de la década de 183015, salvo escasísimas situaciones, los registros de elecciones encontrados son unánimes. Para lograr nuestro propósito ejecutaremos el siguiente itinerario expositivo. Primero realizaremos una evaluación crítica de las fuentes halladas e informaremos al lector el tratamiento que se les ha dado. Luego presentaremos un panorama general de la cantidad de elecciones unánimes y no unánimes que hemos encontrado. A continuación, mostraremos la dispersión de votos existente en aquellas elecciones que fueron no unánimes intentando determinar el grado de competencia existente. Acto seguido discutiremos dos cuestiones relacionadas con el tema de la unanimidad, el poder de las autoridades locales y la supuesta no participación de personajes locales en las elecciones. Finalmente presentaremos las conclusiones alcanzadas.

Las fuentes

Hemos consultado distintos fondos documentales 16 en busca de registros electorales. En diversos legajos encontramos numerosas fuentes que evidencian la realización de elecciones en la campaña de Buenos Aires durante el período de nuestro interés. Sin embargo, no todas son de la misma calidad. Mientras que en algunos casos contamos con el Acta de Asamblea del partido, la Lista de Votantes, el Acta de Escrutinio y de la Mesa Central de la sección electoral, en otras oportunidades sólo tenemos algunas de ellas, o simplemente, la notificación sobre la realización de la elección o un comunicado informando al ganador. Para el presente trabajo la pregunta que guiaba la pesquisa consistía en averiguar la forma en que se distribuían los votos en cada elección. De los documentos hallados, no todos podían contestar nuestra inquietud y de aquellos que sí lo podían hacer, no todos de la misma manera. De este variado universo de fuentes pudimos conocer con certeza el resultado de 235 elecciones entre 1815 y 1828.

De los registros encontrados la mayoría (125) está desagregado por partido. Es decir, sabemos la distribución de los votos en cada lugar. Sin embargo, contamos con 32 que corresponden a las secciones electorales que agrupan a dos o más partidos, haciendo un total de 110 elecciones realizadas a nivel de partido, conformando entonces un universo total de 235 registros. Esto nos presentó una dificultad ya que en estos casos una elección que incluya dos partidos y tenga sólo dos candidatos votados puede que haya sido unánime o no. Existe la posibilidad que las personas nominadas hayan sido votadas en ambos partidos o una en uno y otra en otro. Por ejemplo, en 1815 sabemos que en Magdalena y Quilmes hubo 196 votos en total distribuidos en dos personas, el ganador con 121 y el segundo con 75. En casos como este, en los cuales no estamos seguros si la elección fue unánime o no en cada partido por no estar desagregada la información, pero sí lo fue a nivel de la sección electoral (son 13 elecciones que incluyen 40 partidos) fueron calificadas como "no unánimes por sección". En otros casos (11 elecciones que incluyen 42 partidos) también contábamos con los datos agrupados pero resultaba evidente que habían sido no unánimes a nivel de los partidos. Por ejemplo: en 1821 en la sección de San Vicente, Chascomús, Monte y Ranchos hubo 299 sufragios distribuidos en 16 individuos de la siguiente manera, a saber: 114, 52, 34, 32, 19, 10, 10, 10, 6, 4, 2, 2, 1, 1, 1 y 1. En situaciones como esta, resulta cierto que a nivel de los partidos como de la sección toda, el comicio se presentó como no unánime. Por eso han sido incluidas dentro de las "no unánimes por partido". Nos pareció importante hacer esta discriminación por dos motivos. Por un lado, por la incertidumbre que generaban estas fuentes en torno a los datos, y por el otro, para no sobrevalorar aquellas elecciones no unánimes. Por último, en 8 registros que incluyen 28 partidos el resultado fue "unánime" en toda la sección y por ende en los partidos. En síntesis, nuestro universo de análisis está constituido por 235 elecciones (125 desagregadas por partido y 110 no desagregadas).

Éstas se dividen en tres tipos. Las realizadas para elegir electores que nombrarían a los integrantes del Cabildo de Luján (1 elección) y del de Buenos Aires (28) hasta 1820 que conforman el 12,3% de los registros. Aquellas ejecutadas para nombrar Diputados para los distintos Congresos Nacionales que ascienden al 26,8% (63 comicios) de la muestra. Finalmente desde 1820, las correspondientes a la designación de Representantes para la Sala de Representantes que constituyen el 60,8% (143) del total. Las dos primeras son elecciones indirectas. En éstas el votante nombra a una persona que luego reunida con las nombradas en otras jurisdicciones, escogen Cabildantes o Diputados según corresponda. Mientras que las últimas son directas, el sufragante designa a quien terminará, en caso de ser victorioso, siendo Representante. Hasta 1821 las elecciones se rigieron según el Estatuto Provisional de 1815, y luego de aquella fecha por la Ley de Elecciones.17

A nivel temporal la muestra tiene algunos años sobre-representados (1821 y 1825 principalmente) mientras otros están sub-representados (1816, 1818, 1820) o ausentes (1822 y 1826).18 Igualmente consideramos que la misma es satisfactoria y relativamente sólida ya que es amplia y cubre el período con pocos vacíos. Además, tiene la virtud de estar confeccionada en parte, por la aptitud o ineptitud del investigador en encontrar el material, y en parte, por el estado de los repositorios, por lo cual el azar ha jugado su papel para que la conformación de este universo de análisis diste de privilegiar un tipo u otro de elección. Pasemos a observar el panorama que nos muestran.

La unanimidad según los registros electorales

¿Qué podemos apreciar sobre las características de las elecciones entre 1815 y 1828? Comencemos con el cuadro 1 en el que hemos incorporado todos los registros19 y los hemos separado según hayan sido o no unánimes. Éste nos muestra que el 54% de las elecciones presenta la característica de ser no unánime a nivel de cada partido, mientras que el 17% tampoco lo es, por lo menos, a nivel de la sección electoral, haciendo un subtotal del 71%. Por su parte el 28% de las elecciones fueron unánimes. Entonces, teniendo en cuenta todas las elecciones entre 1815 y 1828 en dos de cada tres hubo dispersión de los votos, y en más de la mitad estamos seguros que esta dispersión se desarrolló en cada partido.

Cuadro 1

Elecciones unánimes y no unánimes entre 1815 y 1828

¿Cuál es la evolución de las características de las elecciones en estos años? En el cuadro 2 hemos dividido nuestros datos tomando como punto de separación la Ley de Elecciones de 1821. La cantidad de registros para cada período es disímil (66 contra 169) pero los porcentajes nos muestran una realidad similar. Tanto para antes como para después de 1821 las elecciones no unánimes por partido conforman el 54% del total. Entonces, a este nivel los datos nos informan sobre una continuidad importante de este tipo de elecciones. Por su parte las unánimes constituyen el 22% antes de 1821 aumentando al 30% gracias a la reducción de las no unánimes por sección.

Cuadro 2

Elecciones antes y después de la Ley de Elecciones de 1821

¿Qué imagen nos muestran los datos si, en vez de tomar varios años juntos, discriminamos año por año? Como se aprecia en el cuadro 3 las elecciones no unánimes por partido son predominantes en la mayoría de los años (9 de 12) y salvo en 1828, tienen un porcentaje que supera el 33% de los registros. Este último año es el único en el que las elecciones unánimes parecen imponerse con contundencia, dado que en los otros la diferencia es mínima. En algunos años contamos con muy pocos registros como para realizar aseveraciones consistentes, pero para otros los datos son abundantes. Por ejemplo, si tomamos el año de 1815 contamos con 10 elecciones no unánimes en cada partido, 7 a nivel de la sección y 5 unánimes. Para 1817 aumenta la proporción de las unánimes logrando casi la mitad de las elecciones, aunque las no unánimes alcanzan valores similares (9 a nivel de los partidos, 2 en las secciones). Hacia 1821 alrededor de la mitad consisten en elecciones no unánimes, 19 contra 11 unánimes, mientas que 13 lo fueron a nivel de la sección. Esta tendencia a favor de este tipo aumenta tanto en 1823 (22 a 5) como en 1824 (11 a 4), y mantiene una amplia superioridad hacia 1825, cuando las elecciones no unánimes (33) duplican a las otras (15). Finalmente, para 1828 la tendencia se ha invertido a favor de las elecciones unánimes, consistiendo éstas en 17 contra 4 no unánimes por partido y 3 a nivel de la sección. Este último año parece ser el momento en el cual se provoca el gran cambio a favor de las elecciones unánimes.

Cuadro 3

Elecciones unánimes y no unánimes por año

A nivel geográfico, entre 1815 y 1828 treinta partidos de la campaña participaron en alguna de las elecciones realizadas. Si tomamos en cuenta los datos desagregados por partido, sólo Conchas y Rojas no presenta por lo menos una elección no unánime. En este rubro se destacan Flores con 8 elecciones no unánimes, Arrecifes con 7, San Isidro y San Pedro con 6. Si a estos datos les sumamos la información que nos brindan las elecciones por sección todos los partidos aparecen representados y 18 cuentan con por lo menos 5 comicios no unánimes. Arrecifes, Areco, San Pedro, Salto, San Nicolás, Flores y Pergamino, con 12, 12, 10, 10, 9, 8 y 8 registros respectivamente, conforman los casos en los cuales fueron más frecuentes este tipo de elecciones. Es necesario recordar que no contamos con todas las elecciones realizadas, sino con aquellas que se han conservado y pudimos ubicar. Entonces, teniendo en cuenta estas consideraciones y estos datos, podemos afirmar que la existencia de elecciones no unánimes fue un fenómeno que abarcó toda la campaña. Sin embargo, esta situación fue más común en la campaña norte y noroeste.20 En el resto de los partidos esta práctica aparece con menor frecuencia.

¿Cambian las características según el tipo de elección que consideremos? Como anticipamos, en este período se realizaron tres tipos diferentes. Si tenemos en cuenta las llevadas a cabo para el Cabildo contamos con 29 registros (ver cuadro 4), de los cuales 15 no son unánimes por partido, 5 por lo menos no lo son por sección, mientras que 9 si lo son. Para el Congreso contamos con 63 elecciones que presentan una relación de 31 no unánimes por partido, 13 por sección y 19 unánimes, mientras que para la Sala de Representantes tenemos 143 registros distribuidos en 82, 22 y 39 elecciones, respectivamente. Aunque los totales para cada tipo son muy distintos, los porcentajes muestran relaciones similares. En los tres alrededor del 30% se presentan como unánimes, mientras que el 70% como no unánimes. Es decir, en los tres tipos de elecciones consideradas las no unánimes fueron dominantes.

Cuadro 4

Elecciones unánimes y no unánimes según tipo de elección

Para profundizar sobre esta cuestión, afortunadamente, tenemos datos para tres años (1815, 1817 y 1825) en los cuales se realizaron dos tipos de elecciones. Si tomamos en consideración estos años (cuadro 5) con dos procesos electorales, el panorama se modifica según el momento que se trate. Así, mientras para 1815 los datos que poseemos para las elecciones del Congreso General no presentan comicios unánimes, las realizadas para el Cabildo cuentan con un 41% de elecciones unánimes. Sin embargo dos años después, en 1817 las fuentes nos informan sobre la situación inversa, resultando, esta vez, las elecciones para el Congreso más unánimes que las ejecutadas para el Cabildo. Por su parte, hacia 1825, los procesos electorales realizados para la Sala de Representantes son mayoritariamente no unánimes, pero, el nivel de las unánimes aumenta sustancialmente en las practicadas para el Congreso. Realmente la situación presenta una variabilidad que impide generalizaciones consistentes y exige, por el contrario, un análisis específico de cada elección que pueda brindarnos mejores explicaciones sobre estas variaciones.

Cuadro 5

Elecciones unánimes y no unánimes en años con dos tipos de elecciones

Luego de este panorama general presentaremos la forma en que se distribuyeron los votos en elecciones no unánimes.

La distribución de los votos en las elecciones no unánimes

En el apartado anterior mostramos que las elecciones unánimes no fueron mayoría entre 1815 y 1828. Sin embargo, esto no significa que haya habido elecciones realmente competitivas. Que todos los votos no sean acaparados por un mismo individuo no significa que otras personas disputen, con posibilidades de triunfar, la elección. Para apreciar esta cuestión es necesario observar la forma en que se distribuyeron los votos. A continuación nos dedicaremos a resolver este asunto analizando solo aquellos registros de comicios no unánimes desagregados por partido (86). Para poder presentar los datos de forma sintética fue necesario realizar algún tipo de sistematización que permita hacer de fuentes disímiles un universo coherente. Como ya indicamos contamos con tres tipos de elecciones (para los Cabildos, para los Congresos y para la Sala de Representantes), realizadas bajo dos normativas distintas (Estatuto Provisional hasta 1820 y Ley de Elección desde 1821) y presentadas en las fuentes de dos formas deferentes (por partido y por sección). A estas variantes hay que agregar una más. En la mayoría de las elecciones (61) cada votante debió sufragar por un candidato, pero en otras tuvo que hacerlo por 2 (15), por 4 (3) o directamente por una lista de 12 candidatos (7). Estas variables sumado a cuestiones de espacio provocaron que los datos deban ser presentados sin todo su potencial informativo (no hemos indicado nombre de los votados, cantidad de votos de cada uno, problemas generados, etc.).

Antes de continuar consideramos apropiado realizar una aclaración. En las sociedades de Antiguo Régimen dentro de la idea de pueblo como cuerpo político y moral, la existencia de oposiciones y posturas distintas fueron cuestiones a evitar. Es decir, la opinión unánime, mediante la cual se expresa la comunidad política en su totalidad21 , constituía un ideal asentado en la configuración de la cultura política colonial. El clima de politización iniciado con la revolución y la irrupción de nuevas prácticas electorales pusieron en tensión esta concepción política, pero no la hicieron desaparecer como valor e ideal a lograr. Teniendo en cuenta esto, los datos que mostraremos a continuación resultan relevantes, ya que contradicen este principio, y muestran algunos cambios provocados por la revolución.

¿Qué opciones de votos tuvieron los votantes rurales? En el cuadro 6 consideramos la cantidad de personas que recibieron sufragios en las elecciones realizadas en cada parido. En total son 78 registros 22 que hemos dividido en dos períodos dependiendo la normativa electoral vigente. Para el sub-período 1815-1820 contamos con 31 elecciones (el 39,7% de las 78 totales), mientras que para 1821-1828 tenemos 47 registros (el 60,2%). Si nos circunscribimos a los totales tenemos un panorama en el cual en el 64% los votos se distribuyeron entre 2 y 5 personas, mientras que en el 36% entre 6 o más (con casos de 20, 32 y hasta 35 votados). La variante más repetida fue dos o tres (20,5%) y luego 4 (14,1%). Igualmente en varias elecciones la cantidad de personas que recibieron sufragios es relevante. Por ejemplo, en el 7,6% de los comicios hubo 6 votados, en el 8,9% 7, y más de 10 en el 12,8%. A nivel de los subperíodos, a grandes rasgos no hay diferencias importantes, aunque la primera etapa presenta una concentración mayor de votos en menos personas, mientras que la segunda exhibe porcentajes más altos en aquellas elecciones donde fueron votadas más personas, principalmente en donde hubo más de 10 con sufragios. En parte, esto puede deberse a que en esta última etapa se concentran 17 de las 18 elecciones en las que cada votante debió votar por 2 o 4 candidatos, situación que facilitó la oportunidad de votar a más individuos. En síntesis, a pesar de las variables que se observan, durante el período en consideración los habitantes rurales destinaron sus votos entre una variedad de candidatos que podemos calificar de relativamente amplia.

Cuadro 6

Elecciones no unánimes por partido según cantidad de votados 1815-1828

¿Qué competencia existió entre estos candidatos? En el cuadro 7 hemos clasificado la información según el porcentaje de votos que obtuvo el ganador de la elección.23 Este dato nos puede permitir resolver la duda que planteamos con respecto al grado de competencia que generaron los procesos electorales en los partidos de campaña ya que, además de informarnos sobre el porcentaje de votos logrados por el triunfador, nos notifica de la cantidad lograda por los perdedores (el resto de los sufragios). Hemos agrupado la información en franjas porcentuales de 10 puntos correspondientes a los sufragios obtenidos por el más votado. A su vez, marcamos en el cuadro tres situaciones para tratar de evaluar el nivel de competitividad de las elecciones. El primero marca una competencia muy débil y consiste entre el 80 y 99% de los votos. El segundo (60 a 79%) establece un nivel de competencia medio, ya que los otros votados lograrían entre el 21 y el 40% de los sufragios. El último consiste en las elecciones reñidas en la cual los derrotados lograron el 41% o más, lo cual nos habla de una competitividad alta.

A nivel de los totales, el 56,5% de los registros nos muestra un nivel bajo de competencia, resultando la franja de 90-99% la que mayor porcentaje logra, el 35,5%. En estas últimas elecciones estaríamos en una situación cercana a la unanimidad. Por su parte contaríamos con un 15,7% de elecciones con competitividad media, mientras el 27,6% presentaría una intensa lucha por los votos. Si tomamos en consideración los sub-períodos que marcamos los resultados son interesantes. Mientras la primera etapa presenta 4 de cada 10 elecciones (el 42,3%) con una alta competencia, la segunda cuenta con 2 de cada 10 (20%). A su vez, entre 1821 y 1828 existe un predominio sustancial (64%) de las elecciones con baja competencia, mientras que en el lapso anterior (1815-1820) logran el 42,3%. Dentro de éstas existe una diferencia importante en su distribución interna. Si entre 1815 y 1820 las elecciones donde el ganador obtuvo entre el 90 y el 99% de los votos representan el 19,2%, entre 1821 y 1828 conforman el 44%. Por su parte, en las elecciones con una competitividad alta, también se produce una diferenciación interna importante. En la primera etapa la mayor cantidad se concentran en el rango de 40-49%, mientras en la segunda en el de 50-59%. Finalmente, las elecciones con competencia media mantienen porcentajes similares en los totales, aunque en su distribución interna existan variaciones.

Elecciones no unánimes por partido según % del primero 1815-1828

Entonces, sobre la cuestión de la forma en que se distribuían los sufragios entre los votados apreciamos un cambio importante. La primera etapa presenta mayores niveles de competencia entre los candidatos. Así, de las elecciones en las cuales el triunfador obtuvo menos de la mitad de los sufragios (11 veces), las últimas ocurren en 1821, mientras que desde esa fecha en adelante se concentran 22 de los 27 casos en los cuales éste logró el 90%. De esta forma, aunque hay situaciones que no se ajustan totalmente, parecería ser que fue más probable que la competencia por los votos haya sido más reñida antes de la Ley de Elecciones de 1821 que luego de su instalación. Si a esto le agregamos los datos del cuadro 6, en el cual vimos que era más probable que haya menos votados en el período 1815-1820, tendríamos que para esta etapa hay menos candidatos pero estos obtienen porcentajes mayores de votos, lo cual nos habla de mayor posibilidad de competir realmente por triunfar en las elecciones. A medida que se avanza en la década de 1820, los porcentajes de votos concentrados en el ganador tienden a aumentar y a disminuir la competencia, a pesar del aumento del número de candidatos votados.

Para finalizar este apartado presentamos un último cuadro en el que incluimos aquellos registros que no están desagregados por partido. Esta información nos sirve para ilustrar una cuestión que consideramos importante a tener en cuenta, ya que muestra la existencia de dos zonas de competencia en las elecciones rurales. La primera, como ya observamos, consiste en la que se desarrolló dentro de cada partido. Pero esta no fue la única. Por el contrario, se aprecia otro ámbito de disputa a nivel de las secciones electorales.

Elecciones no unánimes por sección 1815-1828

En el cuadro 8 incluimos los resultados de las Mesas Centrales. Dentro de ellas, en algunos partidos los votos se concentraron en una persona, mientras en otros en otra, como así también hubo individuos votados en varios lugares (¿evidencia de algo parecido a la práctica de las candidaturas26 existente en la ciudad?). De los 15 casos que mostramos, en 12 oportunidades quienes resultaron ganadores lograron más de la mitad de los sufragios, mientras que en 3 menos. En estos registros, contamos con muchas elecciones (11) en las que los triunfantes logran menos del 75% y en sólo 3 ocasiones más del 90% de los sufragios. En suma, como era de esperarse a nivel de la sección electoral toda, en comparación con la situación por partido, las elecciones se presentan, en general, más disputadas. A estos casos podríamos sumar los datos que tenemos desagregados por partido e ir agrupándolos según la sección electoral que integran, lo que mostraría una dispersión de los votos aún mayor. Consideramos que los ejemplos mostrados son suficientes para destacar la complejidad del control de las elecciones. Si recordamos que cada sección electoral estaba integrada por dos o más partidos y nombraba uno o más representantes o electores según el caso, estas elecciones competitivas nos advierten de que no fue tan sencillo lograr que se elijan los candidatos que supuestamente eran ordenados desde el gobierno. Con estas evidencias podemos concentrarnos en debatir otros argumentos por los cuales se sostiene la unanimidad en la campaña.

Sobre el control de las autoridades y el origen de los votados

En este apartado quisiéramos reflexionar sobre otras dos cuestiones relacionadas con la interpretación que afirma que desde un principio las elecciones en los ámbitos rurales fueron unánimes y que se vinculan con la puesta en práctica del mecanismo electoral. Una consiste en que supuestamente las personas nombradas por los partidos de campaña no eran oriundas de estos, sino que eran elegidas por el gobierno, y luego se "armaba" la elección para que resulten electas por determinado partido y/o sección, mientras la otra refiere al fuerte control que existía por parte del Alcalde de Hermandad y luego del Juez de Paz sobre los procesos electorales. Comencemos por esta última.

Como comentamos en la introducción, la influencia ejercida por estas autoridades sobre la población rural, y su condición no electiva como presidentes de las mesas electorales, explicaban la unanimidad ya que eran ellos los que tenían la atribución de decidir quiénes podían o no votar. Este argumento había trasladado el centro de atención de las clientelas de los terratenientes a las de las autoridades a las cuales se les atribuía un liderazgo que no se corroboraba y verificaba en las fuentes, sino que se lo consideraba natural, ejercido sobre una estructura social relativamente sencilla. Ya glosamos cómo la historia rural ha modificado la idea de una sociedad simple y homogénea en la campaña.27 Por eso detengámonos en la influencia de las autoridades sobre esta población.

Investigaciones recientes han puesto en duda esta valoración. Las autoridades formaban parte de la comunidad donde ejercían poder, eran legos y no recibían remuneración. Lejos estaban "...de formar una burocracia profesional y su capacidad de acción estaba sometida a restricciones sociales en la medida que eran a un mismo tiempo, emisarios del poder central y portavoces de los vecinos."28 Además, recurrían constantemente a la cooperación de éstos para desplegar sus tareas. Esta realidad se añadía a los problemas de garantizar la obediencia y la autoridad en una sociedad, hija de la revolución y la guerra, donde la crisis del orden social, económico y político29 generó el trastrocamiento de las jerarquías y las representaciones. Más que autoridades que tenían un control absoluto, las mismas fueron durante la década del veinte parte de una serie de conflictos (rivalidades locales, tumultos, asonadas, accionar de bandidos) que erosionaban su poder y estabilidad.30 La propia complejidad de la estructura social, como el grado de mercantilización, movilidad, autonomía, acceso a la tierra y otros recursos complicaban la obediencia de la población rural y le otorgaban cierta capacidad de influir en las relaciones sociales producto de cuestiones estructurales como la escasez relativa de población frente a la demanda creciente de fuerza de trabajo, además de las limitaciones de los sectores dominantes y de las formaciones estatales para disciplinarla y controlarla. Población que acumulaba expectativas, demandas y disputas varias sobre estas autoridades en un contexto de politización rural intensa, como lo fue el período de 1810-1830, que les permitió aprovechar distintas oportunidades políticas traídas por el proceso de masiva movilización desarrollado luego de la revolución.31 En definitiva, estas condiciones sumadas a las características propias de las autoridades de la época y de sus dependientes, generaba un cuerpo de funcionarios "...muy inestable, poco formado para la función, muy vinculado con la sociedad que tenía que gobernar y muy susceptible a los sucesivos cambios de gobierno y crisis política."32 Por lo tanto, el ascendiente de estas autoridades, más que ser algo "natural", debía ser cotidianamente construido. Dados estos estudios resulta difícil afirmar el control de estas autoridades sobre los actos electorales. Antes de continuar con esta cuestión que retomaremos, analizaremos el otro punto que marcamos, la supuesta no participación de candidatos locales en las elecciones.

Aunque, por cuestiones de espacio, no hemos indicado los nombres de las personas que recibieron votos en los registros electorales que presentamos anteriormente, la lectura de las fuentes nos mostró la existencia de numerosos casos en los cuales fueron votadas personas pertenecientes a los partidos o a la sección electoral en los cuales se realizaron los comicios. Así, en el Actas aparecen al lado de algunos candidatos frases como, por ejemplo, "Cura párroco de...", "Alcalde de...", "Juez de Paz de...", "Teniente de...", "Comandante de...", "Presbítero de..." y se indica el partido al que pertenecen. En varias oportunidades estos personajes terminaron triunfando y sus principales competidores también eran lugareños. Es necesario aclarar que esta situación la encontramos principalmente para las elecciones desarrolladas entre 1815 y 1823. Suponemos, ya que no vuelve a aparecer en las fuentes, que luego, o se eliminó esta práctica de indicar las funciones locales de las personas votadas, o hubo un cambio a favor del nombramiento de candidatos ajenos a los lugares de votación. Igualmente, conjeturamos que de realizar un seguimiento nominal de los votados, este nos llevaría a descubrir que, en muchos casos, pertenecen a las redes institucionales locales. 33 Además, gracias a la lectura de bibliografía específica sobre algunos partidos, pudimos identificar que aparecen votados actores pertenecientes al grupo de notables de cada lugar. No hemos realizado una cuantificación de estos datos, sin embargo, las evidencias nos permiten afirmar que en muchos actos electorales participaron sujetos pertenecientes a los principales dispositivos institucionales desplegados en la región. Es decir, estamos en presencia de un espectro de actores locales que intervinieron activamente no sólo en la organización y puesta en marcha de las elecciones, en la convocatoria y movilización del electorado, sino también en la competencia por triunfar en ellas. Algunos ejemplos 34 sobre esta participación nos servirán para describir y sustentar esta hipótesis.

Hacia 1815, luego de una problemática elección para el Cabildo en la Villa de Luján, un grupo de vecinos denuncian ante la Junta de Observación que vieron como el Alcalde de la Villa recolectó "en la calle los votos de los sufragantes" o directamente en sus casas, y que fue el Cura quien manejó "un negocio de tanta importancia".35 En el mismo partido, pero durante 1817, el Comandante General de Fronteras respondía, ante una solicitud, que no podía acatar las órdenes de situarse entre Pergamino y San Nicolás a observar los movimientos de Artigas, ya que "actualmte. se halla ocupado en convocaras. de electores, reunión de ellos y nombramiento de Cabdo. pa. el año po. entrante".36

Por motivo de las elecciones para la Sala de Representantes en 1824, ésta envió previamente a todos los Jueces de Paz la Ley de Elecciones, informando que los facultaba para tomar las medidas que permitieran llevar a cabo el acto en un ambiente propicio.37 Paralelamente, por medio de una circular comunicó a los Comisarios de Policía de los distintos partidos que el sufragio de los ciudadanos era libre y que "V. no há devido jamas mezclarse en otra cosa qe. en la invitatoria qe. le está encargada aunqe. corran quantas listas quiera hacer qualquier particular"38, aclaración que nos permite conjeturar que en otros años pasó lo contrario. Durante la realización de estas elecciones, en Conchas el Comisario notó ciertos "vicios" e informó que "los individuos pa. componer la mesa fueron elegidos por el Juez de Paz. Que no prestaron el juramento prescripto... y que los votos no fueron en muchas parte expresados verbalmente, sino por listas una de ellas presentada por el Comisionado de Marina... y otra del Alcalde del Talar... con los nombres de 36 individuos que votaban por la lista denominada de Dorrego." Finalmente aclara que el Alcalde reconocía el hecho y contaba que "la idea de remitir la lista de los individuos de su cuartel fue sugerida por el Juez de Paz Piñero".39 Luego de realizadas estas elecciones que provocaron varias anulaciones en toda la campaña, la Sala de Representantes confeccionó un informe donde indicaba algunas deficiencias en los procesos electorales. Por ejemplo, el escrutinio en Arrecifes se realizó sin que ningún presidente esté presente, ni se escrutaron las mesas de Areco, Pergamino, Salto y Rojas.40 En San Nicolás, el Juez de Paz "expone de oficio q el Comisionado de Policia de aquel distrito contubo ante la mesa electoral qe. se devian recivir votos qe. traian los sufragantes por escrito". En la mesa central de Exaltación de la Cruz41 "notando sin duda que la opinion de los sufragantes se hallaba completamte. dividida entre las dos listas que se disputaban la eleccion aun que ha llebado dos registros como lo ordena la ley en uno ha sentado los sufragios que se daban pr. una lista y en otros los de la opositora de suerte que los dos registros apenas componen uno muy inperfecto."42

Finalmente, un último ejemplo ocurrido en Baradero hacia 1827. El Jefe de Policía, ante la denuncia de un representante, informó que en las elecciones "habia habido coaccion por parte del Juez de Paz" por lo que pedía que se averigüé si se "há coartado de algun modo la libertad de los electores". Para realizar esto se obligó al Juez de Paz a que se retire a "distancia de diez leguas, sin volver al mismo pueblo" mientras se levantaba "una informn. sumaria con vecinos de notoria honradez y dignos de fé, pa. comprobar si el juez de paz de aql. destino, en las elecciones... pa. la Legislata. Provl., ha hecho intervenir su autoridad á influjo personal, repartiendo listas, haciendo promesas ó amenazas, ú empleando otros medios propios a coartar la libertad de los electores."43

Recapitulemos. Estos casos revelan el accionar de Alcaldes, Curas, Comandantes, Comisarios, Jueces de Paz, Representantes, Comisionados y vecinos, realizando diferentes actividades, no siempre legales, en pos de orientar la elección hacia determinados intereses. Estos ejemplos nos muestran por un lado, la participación, competencia y conflictos que generaban entre los actores locales las elecciones que cuantificamos en el anterior apartado; y por el otro, una serie de irregularidades y de acciones, que distan bastante de la idea de una "maquinaria electoral" que funcionaba según las indicaciones de la ciudad. Por el contrario, en estos ejemplos, las elecciones pasan a ser dominadas por otros personajes y grupos locales, los cuales recolectan votos, hacen circular listas, nombran a los integrantes de las mesas, firman las actas, presionan a los votantes, hacen amenazas o promesas, etc.

Esto nos permite retomar el tema del control de los Jueces de Paz sobre los procesos eleccionarios. Teniendo en cuenta tanto la bibliografía citada como estos ejemplos circunscriptos a las elecciones, podemos afirmar que el elenco estable y fiel de funcionarios fue más bien el resultado de un desarrollo complejo, en el cual fue necesario apoyarse en la sociedad de la campaña para construir el aparato estatal, que una realidad lograda desde la instauración de las elecciones basadas en el sufragio popular. Durante ese proceso, los actores locales, apoyados en los entramados sociales y en las redes institucionales de poder existentes, construyeron liderazgos, y compitieron por ellos con otros en distintos ámbitos (siendo uno de ellos las elecciones), que permitieron ir estructurando el poder en las zonas rurales luego de la crisis de Independencia. A su vez, estos gobiernos locales se fueron articulando, apoyándose u oponiéndose, con los proyectos estatales que se fueron conformando en el territorio que culminó formando parte de la Provincia de Buenos Aires, permitiendo la vinculación entre los niveles políticos locales y otros más amplios.44

Es recién cuando asume Rosas al primero de sus gobiernos cuando los Jueces de Paz se convirtieron en el centro del aparato administrativo, coercitivo y judicial de la campaña45, luego de una década, como lo fue la del veinte, donde no lo habían sido. El mismo Rosas conocía esta realidad ya que la vivió en carne propia cuando compitió en elecciones. Por ejemplo, en 1823 participó de la elección desarrollada en San Vicente y Ranchos donde obtuvo 64 votos, aunque el ganador logró 223. Ese mismo año, intervino en los comicios llevados a cabo en Morón donde sólo logró uno de los 105 votos totales. Al año siguiente volvió a probar suerte, consiguiendo que, en la Mesa Central de San Vicente, 44 personas lo voten. Sin embargo estuvo lejos del primero (197 votos), del segundo (138) y del tercero (64). En 1825 le fue peor, en Monte apenas logró 6 sufragios de 235, mientras que en Luján consiguió 5 de 119. Hacia diciembre de este año, intentó ser nombrado para el Congreso General integrando una de las listas que circulaban, y otra vez en Monte la suya fue derrotada 151 a 32 votos. Finalmente, hacia 1827 en la Mesa Central de Chascomús sólo conseguió 8 sufragios de 1677. Es decir, hasta quien fue el supuesto artífice de la unanimidad en la ciudad desde 1829, años previos tuvo que competir y, podemos suponer, mover sus influencias, ejercer su autoridad de comandante, mover a su peonada, etc., y aún así ser derrotado en estas elecciones.

Entonces, que durante el rosismo los Jueces de Paz se hayan convertido en uno de los grandes engranajes de la maquinaria unanimista, controlando a los poseedores de esos cargos totalmente, no quiere decir que esto funcionase así desde el principio.46 La constatación de opciones diferenciadas en el momento de emitir el voto, la competencia entre candidatos y la participación de distintas autoridades y personajes locales en las elecciones, varias de las cuales resultaron conflictivas, nos permiten sugerir que fue preciso construir tanto la unanimidad como el liderazgo de los Jueces de Paz. Hasta la conformación del fenómeno unanimista durante la década del treinta, estas autoridades coexistieron con otras (curas y comandantes, comisarios principalmente), con las cuales competieron por los espacios de poder y actuaron de forma diversa según alineamientos políticos cambiantes y móviles. Estas autoridades estaban viviendo un proceso de cambios en sus funciones, lealtades y concepciones, y realizaron múltiples alianzas en las distintas coyunturas por consolidar sus posiciones, en un contexto de militarización y politización creciente, que fueron afectando la disposición y equilibrios del poder local, la posición de los sectores de la notabilidad pueblerina y la estructuración de los liderazgos a nivel regional, fundamentales para consolidar el control del territorio y de la población para las autoridades superiores. El estudio de estos agentes mediadores, líderes comunitarios que permitían articular los asuntos locales con los de más amplio alcance, seguramente, nos llevará a descubrir múltiples vínculos y relaciones con los centros de poder y las elites urbanas. A su vez, es muy probable que el análisis de su accionar en las elecciones, sobre el que hemos dado varios indicios muy sugestivos, nos devuelva una imagen distinta a la de meros repetidores de la políticas que se intentaban desarrollar, y nos acerque a sujetos concretos que, dentro del horizonte de posibilidades que se les presentaron, buscaron alcanzar sus propias finalidades y construyeron sentidos propios sobre las acciones que realizaban.47

Conclusión

Como marcamos al inicio, uno de los principales puntos de la caracterización que ha realizado la historiografía sobre las elecciones rurales ha sido su carácter unánime desde los inicios del sistema electoral basado en la soberanía popular. Así, se ha propuesto que el rosismo logró, durante la década del treinta, parte de su éxito gracias a que trasladó la lógica unanimista de la campaña a la ciudad, eliminando la deliberación y la disputa por las candidaturas del proceso electoral, vistas como fuente de conflicto. De esta forma, Rosas logró conformar una nueva legitimidad basada, no en el acto de sufragar en sí, sino en la uniformidad del voto, llevando la lógica representativa del campo a la ciudad, provocando ruralización de la política.

La reconstrucción que hemos realizados a partir de los registros electorales nos muestran una realidad muy diferente, por lo menos para el período 1815-1828. Esto nos orienta a reflexionar sobre la visión historiográfica que planteaba esta práctica electoral desde la implementación del sistema representativo en la campaña. A lo largo de este trabajo hemos demostrado que los principales puntos de apoyo de esta interpretación merecen ser revisados. Durante el período seleccionado las elecciones no fueron en su mayoría unánimes. Por el contrario más de la mitad de los registros encontrados presentan comicios no unánimes, los cuales predominan en los tres tipos de elecciones que existieron en el período, en la mayoría de los años considerados y abarcaron todos los partidos de la campaña, aunque con distinta intensidad según el caso. A su vez, mostramos que los votantes rurales sufragaron por una variedad de candidatos, muchos de los cuales pertenecían a vida local de los partidos y tuvieron que competir por el electorado. Esta competencia resultó más intensa antes de 1821 que luego, y se desarrolló en dos ámbitos simultáneos. Por un lado, se desplegó en cada partido y, por el otro, en las secciones electorales. Así, un candidato podía no ganar a nivel de partido una elección pero por la sumatoria de votos triunfar en la sección, y viceversa. Estas características relacionadas con la competitividad de las elecciones y la participación de lugareños parecen ir modificándose luego de la Ley de Elecciones de 1821, ya que hay mayor concentración de votos en los ganadores de cada elección y se reduce la participación de los actores locales. Finalmente, las elecciones unánimes logran imponerse recién hacia fines de la década de 1820.

Entonces, no afirmamos que las prácticas unanimistas no hayan ocurrido; por el contrario, hemos evidenciado su existencia. Sin embargo, los datos presentados están mostrando una realidad más compleja que impide imponer esta realidad desde un principio. Es decir, el ideal de elecciones unánimes se vio sacudido por las nuevas normativas electorales, las cuales generaron prácticas que lo pusieron en tensión. Si estamos en lo cierto, el problema de la unanimidad de los actos electorales debe ser pensado como una construcción histórica no sólo en la ciudad, sino también en la campaña de Buenos Aires. En lo anterior hemos mostrado numerosos indicios sobre cómo la instauración del sistema representativo basado en elecciones amplias en la campaña de Buenos Aires generó desacuerdos, conflictos y luchas en los pueblos entre grupos de vecinos, autoridades militares, civiles y eclesiásticas, tanto por las formas como por los resultados de los comicios. Es decir, la conformación de una cierta estabilidad política y de una nueva legitimidad basada en las elecciones fue compleja en los ámbitos rurales, donde la participación en las elecciones fue muy extendida.48 A su vez, se produjo en paralelo con una fuerte movilización política y social de la sociedad bonaerense que alcanzó considerable vigor en determinadas coyunturas (1815-16, 1820 y 1828-29) y que terminó transformando a los actores sociales del mundo rural en protagonistas decisivos de la vida política de la Provincia en formación.

El carácter unánime de los comicios en los pueblos rurales explicaba la supuesta ausencia de conflictos y discordias relacionadas con las elecciones. Pero, como vimos, parecería que para los primeros años del sistema electoral esto no ocurrió plenamente. Consideramos que la conformación del régimen unanimista por parte del rosismo, años posteriores, no consistió en un traspaso de la situación del campo a la ciudad, sino la construcción de un consenso (aunque, seguramente, la coerción jugó un importante papel) que no fue sencillo, natural ni automático. Un consenso que en gran parte benefició a los intereses de la campaña, de donde logró un gran apoyo, el cual se manifestó claramente en las elecciones. Construcción que hacia fines de la década de 1820 encontró ciertas limitaciones y tuvo que ser reformulada. Dentro de esta reformulación, las elecciones pasaron de ser competitivas (tanto en ciudad como en campaña) a unánimes. De generar altercados entre distintas autoridades locales por sus formas y resultados a ser dominadas por el Juez de Paz de cada Partido y a nombrar Representantes que nunca habían pisado los lugares en donde salían electos. Entonces, existió una trama política que generó que el mecanismo electoral, que era irremplazable dadas las características de la legitimidad posrevolucionaria, debía ser modificado privilegiando las elecciones unánimes. De esta forma se agrega un nuevo problema explicativo a la historia de los procesos electorales: ¿Cuáles fueron las vías, mecanismos y trayectos, para que se aplique en cada pueblo y en toda la campaña el régimen unanimista? La respuesta a este interrogante, además de poder explicar de forma más acabada la edificación del orden político bonaerense, puede a su vez iluminar las formas y mecanismos que permitieron al rosismo imponer esta lógica en la Ciudad de Buenos Aires.

Por último, el caso considerado nos permite reflexionar sobre el desarrollo del sistema representativo puesto en práctica gracias a elecciones basadas en el principio de la soberanía popular en Hispanoamérica luego de la crisis monárquica. Si, en buena medida, la historiografía había pensado que el mismo fue una elaboración e imposición de la elite y la ciudad al campo y a los sectores subalternos, las características que asumió en definitiva su puesta en práctica, en tanto que necesitó generar su aceptación, fue producto de una negociación y un uso por parte de todas las zonas e integrantes del espectro político, aunque, en diversas medidas y capacidades, según las posibilidades de los mismos. Es decir, en vez de pensar la participación política de los pueblos y habitantes rurales como sujetos inertes y meros destinatarios de la construcción de una nueva legitimidad y de los mecanismos para hacerla práctica, sugerimos que en cada ocasión en que las zonas periféricas, las autoridades locales y la población en general intervinieron en las elecciones, contribuyeron a definir los contornos de lo que era o no posible en la conformación de los ordenamientos políticos. Así, el estudio de la política y la formación de los Estados desde los sectores dirigentes y las instituciones, a pesar de sus enormes influencias en tales procesos, en algún punto no ha contemplado en su totalidad, el hecho de que vivían en constante interacción, con distintos grados de conflicto/consenso, con los sectores dominados, los cuales mediante protestas, disputas y enfrentamientos, pero también con apoyos, negociaciones y acatamientos fueron parte de la construcción de los Estados, las culturas nacionales y la modernidad política. De esta forma, la renovación de la historia política en general y de la historia de las elecciones en particular, no ha logrado resolver con la misma profundidad el papel que le correspondió a los amplios sectores rurales, qué influencia tuvieron y cómo participaron en estos procesos históricos, por pensarlos como sujetos pasivos y simples receptores de la edificación de una nueva legitimidad y de los mecanismos para hacerla práctica, que se originaban en la ciudad y en las elites.49

Notas

1 Universidad Nacional de Luján. Por consultas y comentarios: agustingalimberti@hotmail.com. Agradezco especialmente las observaciones y sugerencias que me fueron de gran utilidad realizadas en diferentes oportunidades por María Elena Barral, Raúl Fradkin, Gustavo Paz y los árbitros anónimos del Boletín.

2La bibliografía sobre estas temáticas es muy amplia, por lo tanto esta cita es orientativa. Resulta fundamental François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, Madrid, Mafre, 1992.         [ Links ] Un buen panorama de las problemáticas enunciadas se encuentra en los trabajos incluidos en las siguientes obras colectivas: Antonio Annino (coord.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, Buenos Aires, F.C.E, 1995;         [ Links ] Hilda Sabato (comp.) Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, México, F.C.E., 1999;         [ Links ] y Marta Irurozqui (ed.), La mirada esquiva. Reflexiones sobre la interacción del Estado y la ciudadanía en los Andes (Bolivia, Ecuador y Perú), siglo XIX, Madrid, CSIC, 2005.         [ Links ] Para un panorama actualizado del estudio de las elecciones ver los siguientes ensayos bibliográficos: Cristóbal Aljovín de Losada y Francisco Nuñez, "Ensayo bibliográfico: las elecciones peruanas decimonónicas", en Elecciones, núm. 6, Lima, 2006, pp. 219-241;         [ Links ] José Ragas Rojas, "Clío en las urnas. La historiografía electoral sobre el Perú. Estado de la cuestión y guía bibliográfica (1810-1930)", en Elecciones, núm. 6, Lima, 2006, pp. 243-272;         [ Links ] y Edwin Monsalvo Mendoza, "Ciudadanía y elecciones en el mundo hispánico. Elementos para un debate historiográfico", en Historia Caribe, núm. 15, Barranquilla, 2009, pp. 158-183.         [ Links ]

3 Marcela Ternavasio, La revolución del Voto. Política y elecciones en Buenos Aires 1810-1852, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.         [ Links ]

4 Utilizamos la idea de ficción en el sentido de Edmund Morgan, La invención del pueblo. El surgimiento de la soberanía popular en Inglaterra y Estados Unidos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006        [ Links ]

5 Al citado agreguemos: Marcela Ternavasio, "Nuevo régimen representativo y expansión de la frontera política. Las elecciones en el estado de Buenos Aires: 1820-1840", en Antonio Annino (coord.), Historia..., pp. 65-105;         [ Links ] "Hacia un régimen de unanimidad. Política y elecciones en Buenos Aires, 1828- 1850", en Hilda Sabato (comp.), Ciudadanía...; y "La visibilidad del consenso. Representaciones en torno al sufragio en la primera mitad del siglo XIX" en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.), La vida política en la Argentina. Armas, votos y voces, Buenos Aires, F.C.E., 2003, pp. 57-73.         [ Links ] También consultar José Carlos Chiaramonte con la colaboración de Marcela Ternavasio y Fabián Herrero, "Vieja y nueva representación: los procesos electorales en Buenos Aires, 1810-1820", en Antonio Annino (coord.), Historia... pp. 19-63.         [ Links ]

6 Raúl Fradkin, "Los actores de la revolución y el orden social", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Tercera serie, núm. 33, Buenos Aires, 2011, pp. 79-90 Y comentarios de Beatriz Bragoni,         [ Links ] Gabriel Di Meglio, Judit Farberman, Sara Mata y Sergio Serulnikov, pp. 91-122.

7 Marcela Ternavasio, La revolución..., pp. 94, 95, 109, 134, 148 y 149; "Nuevo régimen...", pp. 70 a 72, 88 a 91; y Tulio Halperín Donghi, "La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires (1810-1852)", en Torcuato Di Tella y Tulio Halperín Donghi, Los fragmentos del poder, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1969, p. 55,         [ Links ] donde afirma que directamente existen "feudos electorales en la campaña". Es preciso destacar que el trabajo de Halperín Donghi es previo a la renovación de la historia política.

8 Marcela Ternavasio, "Nuevo régimen...", pp. 66, 76 y 80, y citas 24, 88 y 89; "Hacia un régimen...", pp. 123 y 141; y La revolución..., pp. 110, 171, 172, 181,182 y 223.

9 La bibliografía sobre la historia rural es muy amplia. Ver, por ejemplo, Carlos Mayo, Estancia y sociedad en la pampa, 1740-1820, Buenos Aires, Biblos, 1995.         [ Links ] Juan Carlos Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense, 1700-1830, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1999.         [ Links ] Raúl Fradkin y Juan Carlos Garavaglia (eds.), En busca de un tiempo perdido. La economía de Buenos Aires en el país de la abundancia, 1750-1865, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004.         [ Links ] Jorge Gelman y Daniel Santilli, De Rivadavia a Rosas. Desigualdad y crecimiento económico, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.         [ Links ]

10 Jorge Gelman, "Unitarios y federales. Control político y construcción de identidades en el primer gobierno de Rosas", en Anuario IEHS, núm. 19, Tandil, 2004, pp. 359-390. Raúl Fradkin, La historia de una montonera: bandolerismo y caudillismo en Buenos Aires, 1826, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.         [ Links ] Fabián Herrero, Movimientos de Pueblo, La política en Buenos Aires luego de 1810, Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2007.         [ Links ] Sus investigaciones perfilan a los pueblos rurales como ámbitos de lucha política, aunque esta se exprese por otros medios y con distinta intensidad que en la ciudad.

11 Juan Carlos Garavaglia, "Elecciones y luchas políticas en los pueblos de la campaña de Buenos Aires: San Antonio de Areco (1813-1844)", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Tercera serie, núm. 27, Buenos Aires, 2005, pp. 49-73.         [ Links ] Sol Lantieri, "¿Una frontera bárbara y sin instituciones? Elecciones y clientelismo en la formación del Estado provincial durante el gobierno de Rosas", en Prohistoria, núm. 12, Rosario, 2008, pp. 15-40.         [ Links ] Daniel Santilli, "El unanimismo en la campaña. Las actividades políticas en la zona rural de Buenos Aires entre Rivadavia y Rosas. Quilmes, 1821-1839", en Prohistoria, núm. 12, Rosario, 2008, pp. 41-67.         [ Links ] Vicente A. Galimberti, Los procesos electorales en la Villa de Luján entre la revolución y la consolidación del rosismo, 1815-1842, Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional de Luján, 2009.         [ Links ] Sol Lanteri y Daniel Santilli, "Consagrando a los ciudadanos. Procesos electorales comparados en la campaña de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XIX", en Revista de Indias, núm. 249, Madrid, 2010, pp. 551-582.         [ Links ]

12 En este punto coincidimos con Antonio Annino, "El voto y el siglo XIX desconocido", 2004, disponible en http://foroiberoideas.cervantesvirtual.com/foro/data/4864.PDF,         [ Links ] cuando afirma que el acto de votar es estratégico para entender la naturaleza del voto mismo, y propone estudiar, más que la legislación electoral, las fuentes primarias que nos permitan conocer las modalidades de comportamiento de los electores, intentando entender, gracias a comprender cómo era el acto de votar en su totalidad, las interacciones entre las estructuras sociales y la construcción de la representación política en el siglo XIX.

13 Este planteo se apoya en Mallon quien propone analizar la construcción de los ordenamientos políticos "descentrando la sede de lo político", habitualmente fijada en las elites, las ciudades y las autoridades superiores, y abordar su indagación "desde abajo y desde las periferias", para poder informar sobre la participación de los sectores dominados, las autoridades locales, y por tanto, más atenta a las realidades locales, como ha sido realizado para otras sociedades y con otros intereses distintos a los nuestros. Florencia Mallon, Campesino y Nación. La construcción de México y Perú poscoloniales, México, Historias, 2003.         [ Links ] Ver el debate sobre el mismo con John Tutino y Tulio Halperín Donghi en Historia Mexicana, XLVI, núm. 3, México, 1996, pp. 503-580.         [ Links ] También Gilbert Joseph y Daniel Nugent (ed.), Aspectos cotidianos de la formación del estado. La revolución y la negociación del mando en el México moderno, México, Ed. Era, 2002;         [ Links ] y Eric Van Young, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México, F.C.E, 2006.         [ Links ]

14 Ya se habían efectuado elecciones en parte de la campaña, la correspondiente a la jurisdicción del Cabildo de Luján (Pilar, Cañada de la Cruz, San Antonio y Fortín de Areco, Navarro y Guardia de Luján), para nombrar electores para la Asamblea del año XIII. No las incluimos en el presente trabajo por no tener información sobre la distribución de los votos.

15 Nos parece importante aclarar que sólo contamos con un registro de elecciones para 1829, el cual corresponde a la sección de la Villa de Luján, que incluía a la Guardia y a Lobos, y su resultado fue unánime.

16 Archivo General de la Nación, Buenos Aires (en adelante AGN), varios legajos de la salas IX y X; Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (en adelante AHPBA), principalmente el fondo Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (SRPBA); y Archivo Histórico Estanislao Zeballos (AHEZ), puntualmente la Caja Documentos Antiguos Villa de Luján 1759-1824 (CDAVL) y el fondo Juzgado de Paz.

17 "Estatuto provisional para dirección y administración del Estado, dado por la Junta de observación. 5 de mayo de 1815", en Estatutos, Reglamentos y Constituciones Argentinas, Buenos Aires, Librería Platero Editorial, 1972;         [ Links ] y "Ley de elecciones, Buenos Aires, 14 de agosto de 1821", en Recopilación de las Leyes y Decretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835, primera parte, Buenos Aires, 1836.         [ Links ]

18 Durante 1822 se realizaron elecciones para la Sala de Representantes solo en 4 secciones electorales que incluían 10 partidos, mientras que en 1826 no hubo elecciones.

19 Las fuentes con las que hemos confeccionado los cuadros y a las que hacemos referencia a lo largo del texto son: AGN IX-19-6-8, X-3-10-1, X-3-9-12, X-8-4-5, X-8-10-3, X-11-5-6, X-11-6-5, X-11-8-9, X- 12-4-5, 13-1-8, X-14-09-06, X-30-5-6, X-30-7-6, X-30-7-7, X-43-10-3, X-43-10-4, X-44-5-26; AHEZ, CDAVL; AHPBA, SRPBA, Caja 1 50-5-25 (1821) (II); 50-5-25 (1821) (I); Caja 6 48-4-3 (1824) y Caja 9 48-4-37 (1825); Acuerdos de la Honorable Sala de Representantes de Buenos Aires, años 1820-1821, vol. 2, Publicaciones del AHPBA, La Plata, 1932, pp. 71, 73, 97, 111, 112, 125 y 126;         [ Links ] Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, T.3, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1823, pp. 100 a 102;         [ Links ] y Diario de Sesiones de la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires, T. 1, Buenos Aires, Imprenta Republicana, 1831, folio nro. 10, pp. 17 y 18.         [ Links ] Nos pareció innecesario indicar en cada elección su referencia específica. Si el lector lo desea, el autor informará en cada caso la referencia puntual de cada una.

20 Es decir, la zona conformada por San Nicolás, San Pedro, Baradero, Pergamino, Arrecifes, Salto, San Antonio de Areco, Fortín de Areco, Areco Arriba, San Isidro, Exaltación de la Cruz y Pilar.

21 José Carlos Chiaramonte, Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina (1800- 1846), Buenos Aires, Ariel, 1997, pp. 114-115.         [ Links ]

22 Aclaraciones: de los 86 registros desagregados por partido no tuvimos en cuenta para este cuadro 8 casos. La elección de 1815 realizada para el Cabildo en San Vicente ya que no pudimos averiguas la cantidad de personas votadas. Solo contamos con la información referente a la cantidad de votos del ganador y el total de votos realizados. Tampoco tuvimos en cuenta 7 elecciones de 1825 realizadas para el Congreso en la que cada votante sufragó por una lista de 12 candidatos. Esta omisión se debe a que la cantidad de votados hubiese desvirtuado los valores.

23 Aclaraciones: de los 86 registros en este cuadro no tuvimos en cuenta 10 casos. 6 elecciones realizadas en Flores y 1 en Quilmes entre 1817 y 1821 en las cuales se indicaban las personas votadas (2 o más) pero no la cantidad de votos logrados, y tres elecciones de 1827 (San Nicolás, San Pedro y Baradero) en las que solo figuraban los votos de los tres primeros. En estos 10 casos nos resultaba imposible calcular el porcentaje de votos del primero y de los restantes y por eso fueron excluidas conformando un universo de análisis de 76 elecciones. De éstas, como dijimos, 25 corresponden a aquellas en las que cada sufragante debió votar o por 2 (15 elecciones) o 4 candidatos (3) o por una lista de 12 individuos (7). Por esta razón, para estos casos, en "% del primero" calculamos el porcentaje de la suma de los votos de los dos o cuatro ganadores o de la lista de 12 triunfante, según la situación. Debimos tratar estas elecciones así ya que de lo contrario, al indicar la proporción relativa al primero y luego al segundo por separado, los ganadores en estos comicios, los resultados hubiesen mostrado una competitividad mayor a la real.

24 Incluye Arrecifes Salto, Rojas, Pergamino, F. de Areco, S.A. de Areco y Areco Arriba.

25 Incluye Chascomús, Ranchos, Monte, Cañuelas, San Vicente y Monsalvo.

26 Sobre el desarrollo de la práctica de las candidaturas en la ciudad ver Marcela Ternavasio, "Nuevo régimen..." y La revolución...

27 Ver cita 9.

28 María Elena Barral y Raúl Fradkin, "Los pueblos y la construcción de las estructuras de poder institucional en la campaña bonaerense (1785-1836)", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Tercera serie, núm. 27, Buenos Aires, 2005, p. 27.         [ Links ] 29 Tulio Halperín Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1994        [ Links ]

29 Tulio Halperín Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1994.

30 Raúl Fradkin, La historia...

31 Raúl Fradkin, "Bandolerismo y politización de la población rural de Buenos Aires tras la crisis de la independencia (1815-1830)", en Nuevo mundo mundos nuevos, núm. 5, 2005, disponible en http://nuevomundo.revues.org/document309.html        [ Links ]

32 Jorge Gelman, "Crisis y reconstrucción del orden en la campaña de Buenos Aires. Estado y sociedad en la primera mitad del siglo XIX", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Tercera serie, núm. 21, Buenos Aires, 2000, p. 14.         [ Links ]

33 Para un estudio del despliegue de estas redes y su caracterización ver María Elena Barral y Raúl Fradkin, "Los pueblos y...

34 Como nuestra intención es destacar la participación de estos actores pero no analizar cada caso en detalle, no hemos incluido los nombres ni mayores especificaciones sobre el contexto en que se desarrollan conflictos. Cada uno de ellos requeriría un análisis monográfico que aquí no consideramos necesario realizar.

35 AGN X-8-4-5. En el manejo del "negocio de tanta importancia" las declaraciones revelan las siguientes acciones realizadas por el Alcalde, el Cura, el Alguacil Mayor y otros vecinos: no notificar a la población como la costumbre lo indicaba; recolectar votos; votar en nombre de otras personas; hacer votar a menores de 25 años y jornaleros; sólo contar con una llave para el arca donde se depositaban los votos y no con tres; y, finalmente, ante un altercado, quemar los registros de las elecciones.

36 AGN X-9-9-6

37 AHEZ, CDAVL.

38 AHEZ, Juzgado de Paz, Caja 1823 01-0193 (1-2) 1824 0194-0351 (3-4)

39 AGN X-13-6-4

40 Similares defectos encontró en la mesa central de San Vicente (incluye a Monte, Cañuelas, Navarro, Chascomús y Ranchos)

41 Citas en AHPBA-SRPBA, Caja 7 48-4-34 (1824)

42 Citas en AHPBA-SRPBA, Caja 7 48-4-34 (1824)

43 AGN X-3-9-17

44 Por ejemplo Raúl Fradkin y Silvia Ratto, "Territorios en disputa. Liderazgos locales en la frontera entre Buenos Aires y Santa Fe (1815-1820)" en Raúl Fradkin y Jorge Gelman (comp.), Desafíos al Orden. Política y sociedades rurales durante la Revolución de Independencia, Rosario, Prohistoria Ediciones, 2008, pp. 37-60.         [ Links ]

45 Jorge Gelman, "Crisis y reconstrucción...", p. 11.

46 Sobre el papel de los Jueces de Paz en las elecciones durante el rosismo, Marcela Ternavasio, La revolución..., pp. 219-220.

47 Florencia Mallon, "Reflexiones sobre las ruinas: formas cotidianas de formación del estado en el México decimonónico", en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (comp.), Aspectos cotidianos..., pp.105- 142.         [ Links ]

48 Nos parece relevante indicar que paralelamente a este trabajo, estamos realizando la reconstrucción de los niveles participación electoral en los partidos de la campaña, es decir, cuántas personas votaron en cada partido entre 1815 y 1862. Los datos encontrados, aunque provisorios por el momento, nos muestran importantes niveles de participación en fechas tempranas, superando en muchos de los casos la participación registrada en la Ciudad de Buenos Aires. Para un avance de este trabajo Vicente A. Galimberti, "La movilización electoral en la campaña de Buenos Aires: una aproximación cuantitativa (1815-1844)", ponencia presentada en "II Jornadas de Historia Política. El Bicentenario en perspectiva comparada: pasado y presente de la experiencia política iberoamericana", Mendoza, 15 al 17 de abril de 2010.         [ Links ]

49 Ver cita 13.