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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.37 Buenos Aires jul./dic. 2012

 

RESEÑAS

Gabriel Di Meglio, Historia de las clases populares en la Argentina. Desde 1516 hasta 1880, Buenos Aires, Sudamericana, Colección Historia Argentina, 2012, 468 páginas.

Raúl Fradkin

Universidad Nacional de Luján - Universidad de Buenos Aires

La Colección de Historia Argentina que dirige José C. Chiaramonte viene poniendo a disposición de un público no especializado buena parte de las novedades más significativas que se han producido en el conocimiento histórico de nuestra sociedad en las últimas décadas y constituye, en tal sentido, una prueba cabal tanto de la vitalidad de esa historiografía como de su necesidad de entablar un diálogo con la sociedad que estudia y analiza. También resulta una lectura muy recomendable para el investigador profesional, en la medida que la creciente especialización y fragmentación de los campos de estudio suele obstaculizar una visión de conjunto de las sustanciales novedades que se han producido y, al mismo tiempo, al situarlas en una perspectiva temporal más larga que la que suele ser habitual en las monografías que impone la investigación, es un medio por demás adecuado para ponderar su significación.

El libro de Gabriel Di Meglio que comentamos cumple acabadamente con ambos propósitos. Pensado como el primer volumen de una historia mucho más amplia (Ezequiel Adamovsky se ocupa en el volumen siguiente de la historia de estas clases populares entre 1880 y 2003), Di Meglio acomete una tarea ímproba y plagada de dificultades y acechanzas abandonando las seguridades que da moverse en territorios circunscriptos y bien conocidos para intentar una visión de conjunto y de largo plazo que sea, a la vez, sensible a la extrema diversidad y a una multiplicidad de matices de las experiencias históricas de estas clases. Gracias a una prosa elegante y amena que va intercalando la descripción de un cuadro variopinto y cambiante, la reseña de episodios ilustrativos y sugestivos con indicaciones precisas de sus claves interpretativas, el libro intenta reponer los modos de vida y algunas experiencias históricas de intervención política de las clases populares en un arco temporal por demás ambicioso: el comprendido entre los inicios de la conquista europea del actual territorio argentino y el momento en que empieza a consolidarse la construcción del estado-nación. De este modo, el libro está organizado en dos secciones: los cuatro primeros capítulos, que componen la primera parte se ocupan de la época colonial, y los tres que integran la segunda, correspondientes a las azarosas experiencias vividas entre 1810 y 1880. Pertinentemente, incluye una introducción y se cierra con un capítulo final de conclusiones y con un muy útil ensayo bibliográfico.

A primera vista esta organización no es ni novedosa ni sorprendente, pero lo cierto es que contiene una novedad sustantiva: integrar en un mismo relato histórico las experiencias de las clases populares desde la misma conquista europea hasta fines del siglo XIX no es una empresa que cuente con demasiados precedentes, salvo aquellos que reducían esas abigarradas historias a evocaciones e invocaciones genéricas a un pueblo de contornos, perfiles y rostros borrosos, imprecisos y opacos. En cambio, si un rasgo distingue esta contribución es el esfuerzo persistente por reponer la variedad de situaciones y tratar de hacer visibles esos múltiples rostros y perfiles, al menos hasta donde lo permite el saber histórico acumulado.

En este sentido, el libro puede ser leído como un signo de un momento historiográfico en el cual se puede advertir y registrar la creciente atención que desde muy diversos campos de estudio, ángulos analíticos y perspectivas interpretativas comienza a concitar lo que muy imprecisamente podemos denominar como la historia popular. No existe, en rigor, un campo de estudios específicos que pueda pensarse como tal y, en consecuencia, el relato que construye Di Meglio busca instaurar un espacio de diálogo entre autores y textos que hasta ahora no se ha entablado puesto que se basa y aprovecha tanto de aquellos trabajos que explícita y decididamente se ocupan de rastrear las borrosas y opacas pistas de las experiencias históricas populares como aquellos otros que, sin proponérselo como objetivo central, han contribuido a iluminar facetas, dimensiones y circunstancias que las tornan inteligibles.

El libro, por tanto, define un objeto de estudio plagado de incertidumbres, acechanzas y ambigüedades y que, además, todavía ofrece muchos vacíos de información. Los trazos del cuadro que resulta son necesariamente provisionales y estará sujeto a crítica y revisión, pero al ofrecer una imagen del conjunto y de algunas de sus dinámicas de transformación puede ser leído como una suerte de estado del arte a partir del cual imaginar nuevas indagaciones y nuevos problemas. Por cierto, página tras página le surge al lector una serie de interrogantes: ¿cuáles son las "clases populares" que se busca historiar? ¿Hasta qué punto resulta fértil pensarlas como "clases"? ¿En qué campo historiográfico inscribir esta contribución? ¿Qué de nuevo puede ofrecer una historia de estas "clases" para una relectura de la historia argentina? Intentemos una respuesta preliminar.

Dado el público al que está destinado, el autor ha evitado explayarse en los debates historiográficos que su perspectiva interpretativa lleva consigo, aunque sus ecos los registrará por doquier el lector especializado. Dos posicionamientos resultan, en tal sentido, claros y evidentes. Por un lado, aun reconociendo que el término "clases populares" puede ser algo arbitrario e impreciso, ha sido explícitamente preferido al de "sectores populares" a partir de una concepción que enfatiza el carácter relacional en la construcción del objeto y la necesidad de enfocar con privilegiada atención los antagonismos sociales en la reconstrucción histórica. Por otro, si el libro puede ser incluido sin dificultad en el campo de la historia social, es claramente también un libro de historia política y, por momentos, de alguna forma de historia cultural: en consecuencia, se sitúa en un espacio de intersección de diversos campos de estudio y parte de la premisa de que el análisis de lo político es inherente e inseparable de lo social. "Clases populares", entonces, es la categoría elegida para la construcción de un objeto y la recuperación de las experiencias de una extrema variedad de sujetos definidos por una situación relacional y su subalternidad. La pertinencia y potencialidad del enfoque conceptual adoptado se advierte mejor al evaluar el conjunto del texto que si el lector se concentra en cada una de sus partes o en alguno de los apartados dedicados a situaciones o momentos específicos: estamos, así, frente a un esfuerzo, consistente y atrevido, de seguir las pistas del movimiento histórico de formación, no de una clase sino de un conjunto diverso, heterogéneo y muy variable regionalmente de clases populares. Con ello, la historia de la formación de esas clases adquiere una profundidad histórica pocas veces presentada con tanta nitidez.

En buena medida ello es posible pues pocas veces se ha logrado hacer interactuar de este modo las evidencias sólidamente reunidas desde campos de estudio tan diferentes, como pueden ser, por ejemplo, los de la historia agraria o la historia política, o los de la etnohistoria, o los estudios de los grupos afrodescendientes. De esta manera, el libro viene a situar en un contexto más preciso una cuestión todavía pendiente, como es en qué momentos y de qué modos los clivajes de clase se tornaron predominantes en la estructuración histórica de esta sociedad, así como de qué maneras las líneas de color y los clivajes raciales marcaron los modos de vida de las clases populares e incidieron en sus posibilidades de protagonismo sociopolítico. Ello justifica decisiones que claramente invitan a la controversia. Así, que se haya prestado aunque más no sea somera atención a los sujetos provenientes de las clases populares hispanas en la configuración de la sociedad colonial, abre un conjunto de interrogantes todavía por develar en torno a la construcción y desarrollos ulteriores de esa sociedad. Así también, la inclusión en esta historia larga de los grupos y pueblos indígenas que a lo largo de este largo período histórico lograron preservar su autonomía, cuando no su independencia, de la sociedad hispano-criolla, se entiende y se comprende en la medida en que ayuda a seguir su proceso de subalternización y las marcas que la larga lucha que aquélla emprendió para su dominación dejaron huellas indelebles en esa sociedad. De esta forma, el autor se lanzó a una aventura de final abierto e incierto, como es la construcción de un relato de esta historia que pudiera al mismo tiempo prestar sensible atención tanto a las continuidades - y agregaríamos a las tradiciones forjadas - como a los cambios y las innovaciones. Y decimos final incierto y abierto porque el tratamiento ofrecido en el capítulo 7 a lo que llama "La era de los cambios" que se ocupa del período 1850-80 es demasiado sucinto y hubiera ameritado un tratamiento más pormenorizado.

Y, sobre todo, porque el libro aparece estructurado en torno a una suerte de hilo conductor que le da sentido y coherencia: la búsqueda de las raíces sociales de la intensa conflictividad política del siglo XIX, el rastreo de una conflictividad social y étnica que, anidada en las clases populares, irrumpía y condicionaba las formas y las dinámicas de las luchas políticas intraelitistas. En este sentido, el libro de Di Meglio viene a proponer una discusión acerca de lo que define como esa impronta popular que marcó a fuego no sólo la política sino a toda la cultura argentina, y que tan claramente se advierte apenas se repasan tanto los textos fundadores de la literatura argentina como los que posteriormente le dieron entidad y la distinguieron. Este libro es, así, una invitación no tanto a una reparación condescendiente sino a emprender una tarea necesariamente colectiva: poner las experiencias de la presencia, el protagonismo y los antagonismos del mundo popular en el mismo centro de los relatos históricos de sobre esta sociedad. Solo cabe esperar que la invitación sea aceptada y que nuevos trabajos se sumen a esta tarea.