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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

On-line version ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.38 Buenos Aires June 2013

 

RESEÑAS

Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez, Amigos, hermanos y parientes. Líderes y liderados en las Sociedades Indígenas de la Pampa Oriental (siglo XIX), Bahía Blanca: Centro de Documentación Patagónica, Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, 2011, 217 páginas.

Geraldine Davies Lenoble

Becaria y doctoranda, Universidad de Georgetown

Juan Calfucurá es uno de los caciques más conocidos dada la autoridad que adquirió entre los grupos indígenas de las Pampas, y por los desafíos que constantemente impuso a los gobiernos criollos desde el rosismo hasta la década de 1870. A pesar de la extensa historiografía que surgió en los últimos decenios sobre el mundo indígena y fronterizo, pocos trabajos recientes avanzan con el estudio de su cacicazgo1. Aún nos preguntamos por el origen y desarrollo de su poder. ¿Por qué y cómo este cacique construyó y sostuvo en el tiempo extensas redes de aliados y recursos? ¿Cuál fue la relación y el desafío que presentó a los gobiernos criollos en plena construcción de un estado-nación? Estos son algunos de los interrogantes sobre los que avanza Amigos, hermanos y parientes; una compilación de fuentes y artículos editada por Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez.

Tanto las fuentes como los artículos del libro describen a la sociedad seguidora del cacique, conocida como llailmache2 , a través de lo ritual, la memoria, el rol político del parentesco y la generosidad logrando una interpretación de su desarrollo desde sus propias cosmovisiones. A pesar de tratar aspectos diferentes, los autores brindan hipótesis que se complementan y presentan una interpretación general de la emergencia de Calfucurá en Salinas Grandes. A diferencia de la imagen tradicional que exalta su habilidad guerrera y la continuidad de la violencia fronteriza, los autores comprenden el éxito y alcance de su liderazgo como producto de su capacidad para garantizar la paz y la prosperidad de sus seguidores. En ese sentido, la violencia fronteriza aparece como una herramienta estratégica utilizada por Calfucurá en función de garantizar la paz y prosperidad interna.

En la primera mitad del libro, Jiménez y Sebastián Alioto nos introducen en prácticas, nociones, rituales y el lenguaje indígena a través de la cuidadosa trascripción de los apuntes de Estanislao Zeballos tomados durante sus entrevistas con el Cacique Manuel Namuncurá y otros interlocutores indígenas entre 1880 y 1906. Como señalan los autores, más allá del interés ideológico de quien acompañó las campañas militares de fines de siglo, estos documentos nos traen un texto marcadamente etnográfico que lo distingue de las fuentes oficiales criollas, y de la evidencia arqueológica y biológica. A su vez, las notas al pie de página y una selección de dieciocho temas en donde Jiménez y Alioto aclaran, contrastan y profundizan la información brindada por Zeballos, logran acercarnos al interior del mundo llailmache, en donde el parentesco y la sociabilidad estructuraban la organización y las alianzas indígenas. Lejos de agotar el contenido de las fuentes, los autores nos introducen en las lógicas indígenas que desarrollan los artículos que continúan.

En la segunda mitad del libro, el artículo de los compiladores del volumen, Villar y Jiménez, avanza con el nutrido debate sobre las transformaciones en la organización política indígena del siglo XIX.3 Los autores sostienen que cada cacicazgo podía combinar las tendencias que se han visto como excluyentes -la creciente centralización y jerarquización del poder, y la continua fragmentación de los segmentos y límite social de la autoridad del líder- de acuerdo a contextos particulares. Para el caso de Calfucurá, señalan la importancia del contexto específico de violencia, fusión y fisión que atravesaron los grupos indígenas en la región pampeana entre 1820 y 1840. En este marco,

Calfucurá operó de una manera singular con la totalidad de las fuentes de poder, fortaleció la vigencia de reglas de convivialidad y concordia, y promovió la potenciación de funciones arbitrales propias del liderazgo como recurso concurrente para disminuir el nivel de conflicto intra e inter grupal" (p. 142).

Así, según los autores, Calfucurá garantizaba terminar con la sucesión de prácticas de venganza entre los grupos promoviendo una paz y una prosperidad extendidas en el tiempo.

El artículo de Silvia Ratto, por su parte, muestra cómo aquella prosperidad se extendió en las décadas siguientes gracias a las habilidades políticas del Cacique en sus relaciones con otros grupos y los gobiernos criollos. Su política diplomática con el rosismo durante la década de 1840, y con la Confederación y el gobierno de Buenos Aires en el decenio siguiente, le brindó abundantes recursos. Calfucurá supo conseguir y distribuir recursos, y atraer aliados comerciales y políticos que aseguraran la persistencia de su posición dominante. La autora pone de relieve las estrategias políticas y económicas -raciones, intercambios y malones- que progresivamente posicionaron a Calfucurá como el líder indígena más poderoso hasta el periodo de la organización nacional.

Por último, el artículo de Alioto retoma el estudio del manejo de los recursos para analizar la complejidad de la economía llailmache hacia la década de 1850 a través de informes sobre incursiones militares a los toldos de 1857-1858. El autor muestra que esta sociedad desarrollaba variadas actividades de subsistencia -el cultivo, la cría y pastoreo de ganado, la caza y el comercio, entre otras-, que se alternaban según los cambios en la política fronteriza, el medio ambiente y la economía global. Esta dinámica generó abundantes recursos para los seguidores de Calfucurá. De esta manera, Alioto enfatiza la autonomía, flexibilidad y adaptabilidad de una economía que no dependía de recursos de origen externo, como pueden ser las raciones y los malones.

Amigos, hermanos y parientes brinda grandes avances respecto a los debates historiográficos sobre el funcionamiento de la sociedad indígena en el siglo XIX, e integra los desarrollos de la sociedad criolla contemporánea en su análisis. El entendimiento de las propias lógicas indígenas y el estudio de su economía nos acercan a una comprensión más profunda de sus políticas y diplomacia fronteriza. La interpretación novedosa de Calfucurá como garante de la paz y la prosperidad interna que propone este libro lo acercaría a otros líderes étnicos cuya política diplomática fue siempre vista como más "pacífica" y "negociadora", especialmente el caso de Valentín Saygüeque en Norpatagonia4. Para abordar estas diferencias quizás debamos profundizar el estudio de las décadas posteriores del cacicazgo de Calfucurá, y de los puntos que deja abierto el libro, como el efecto de la jerarquización y diferenciación económica dentro del mundo indígena, y de su política diplomática que, aunque garante de la paz interna, llevó a sus guerreros a enfrentarse con los criollos en reiteradas oportunidades.

Este libro resulta una lectura obligatoria para los investigadores de la sociedad indígena y del siglo XIX en general, especialmente aquellos interesados en los desarrollos políticos del rosismo y la década de 1850, y la economía y sociedad de las regiones rurales y fronterizas.

Notas

1 Algunos de los aportes recientes: Kristine Jones, "Calfucurá and Namuncurá: Nation Builders of the Pampas", en Judith Ewell y William H. Beezley, eds., The Human Tradition in Latin America. The Nineteenth Century (Wilmington, Delaware: A Scholarly Resources Imprint, 1989), pp.175-185;         [ Links ] Martha Bechis, "La vida social de las biografías: Juan Calfucurá 'líder total' de una sociedad sin estado", en Ruth Sautú (comp.), El método biográfico, Buenos Aires, Lumiere, 2004, pp.185-213;         [ Links ] Pilar Pérez, "Los Historiadores e historias de Juan Calfucurá", en Mundo Agrario, Revista de estudios rurales, vol. 8, núm. 15, 2007, en línea (http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/),         [ Links ] e Ingrid de Jong y Silvia Ratto, "Redes políticas en el área Arauco-pampeana: la confederación indígena de Calfucurá (1830-1879)", Intersecciones en Antropología, núm. 9, 2008, pp. 241-260.         [ Links ]

2 Villar y Jiménez explican que Santiago Avendaño indicó que llailmache significaba "gente que está de luto" haciendo referencia al contexto en el que emergió el cacique. Esto difiere del significado usualmente otorgado a la palabra como "la gente de Llaima" en referencia al lugar donde nació Calfucurá (ver p.136, nota 31).

3 Sobre este debate, ver pp. 115-117

4 Ver el trabajo de Julio Vezub, Valentín Saygüeque y la Gobernación indígena de las Manzanas. Poder y etnicidad en la Patagonia Septentrional (1860-1881), Buenos Aires, Prometeo Libros, 2009.         [ Links ]