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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

On-line version ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.38 Buenos Aires June 2013

 

RESEÑAS

Hernán Otero (director de tomo). Historia de la provincia de Buenos Aires, Tomo 1. Población, ambiente y territorio, Buenos Aires, UNIPE-Edhasa, 2012. 408 páginas.

Eduardo Míguez

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Renovar las historias provinciales es una tarea que los historiadores profesionales sentimos cada vez más imprescindible. No parece arriesgado afirmar que la apertura a nuevos temas, metodologías y horizontes conceptuales que transformó en buena medida la producción profesional en historia en los años 1960 afectó poco a las historiografías provinciales. No puede decirse lo mismo, sin embargo, de la dinamización de la producción académica posterior al intento democrático que se inició en 1983. Aunque de manera muy desigual, la historiografía de casi todas las provincias ha disfrutado de una renovación y ampliación notables. Pero en tanto un valioso conjunto de recientes historias nacionales refleja de forma variada la nueva producción, los esfuerzos provinciales permanecen como un mosaico de temas, a veces aislados, a veces articulados por similares intereses para otras provincias, pero que no aportan una visión integral de la evolución de cada una de ellas. El último proyecto ambicioso en este sentido, reunido en una colección de la editorial Plus Ultra, publicado y reeditado entre los años 1970 y 1990, refleja muy poco de la transformación antedicha.

La provincia de Buenos Aires no es una excepción. Más allá de su centralidad en los procesos históricos nacionales, que hacen que a veces se confunda la historia de la Nación con la de la Provincia -en especial, antes de la Constitución de 1853- los numerosos tratamientos parciales de procesos en el territorio bonaerense no han dado lugar, antes de esta colección, a un intento reciente de sistematizar el pasado local. Por ello, el proyecto de colección que Juan Manuel Palacio tuvo el buen tino de concebir y el empuje para concretar, es un logro notable, que sería bueno fuera emulado para las otras provincias. Los dos primeros tomos aparecieron para la Feria del Libro de 2012, y a comienzos de este año se publicó el tomo III.

La lógica de la obra que analizamos es la de brindar un marco y a la vez un complemento a la colección. Esta última se vertebra en una organización cronológica, con cuatro tomos, del segundo al quinto, que ofrecen un revisión de la evolución histórica bonaerense, con una subdivisión no totalmente clásica; la etapa colonial en el segundo, el tercero desde la independencia hasta la federalización de la ciudad (ambos ya publicados); de allí hasta el ascenso del peronismo en el cuarto, y el período posterior abordado en el quinto y último tomo cronológico. El sexto da cuenta de ese fenómeno relativamente reciente y crucial que es el conurbano bonaerense. En cada tomo se emprende un estudio de las clásicas dimensiones de la historia, la economía, la sociedad, la política y la cultura, a las que se agregan una serie de capítulos especiales, adaptados a las necesidades explicativas de cada período. En ellos, ensayos algo más específicos dan cuenta de aspectos que los organizadores de la obra -el director de tomo y Palacio- han considerado especialmente relevantes. El tomo aquí en consideración incluye un capítulo general introductorio de Juan Manuel Palacio, que a la vez que repasa la historiografía, y reseña los grandes lineamientos de la historia provincial, explica el sentido de la obra en su conjunto.

No es éste, sin embargo, el lugar para analizar esta importante colección.1 Las referencias hechas hasta aquí se deben a que son un marco indispensable para comprender el sentido de la obra que aquí se considera. Dividido en tres partes, el primer volumen tiene en realidad dos ejes: el espacio (paisaje, medio biótico) y la población. En el interior de ellos predomina una organización cronológica. El eje espacial se inicia con un capítulo que extiende el sentido de lo histórico más allá de lo habitual, recorriendo la evolución geológica y climática del espacio provincial, en esos tiempos tan extensos y lentos, que han servido de metáfora para introducirnos en la larga duración humana. Un texto claro y atractivo nos provee una imagen de la provincia que reconforta a quienes disfrutan de las reconstrucciones de lo fáctico menos sujetas a arbitrariedades interpretativas de lo que es habitual en las ciencias sociales. Pero a su vez, nos ofrece una visión integral del territorio que es base para comprender muchos aspectos del asentamiento humano en la provincia. En particular, hila con los dos capítulos subsiguientes, que describen las bases territoriales de las explotaciones agrarias preindustriales y las que dieron lugar a la gran expansión económica; y con los primeros de la tercera parte, que abordan los asentamientos de las poblaciones americanas antes y en interacción con el establecimiento de los europeos.

En el segundo capítulo, Juan Carlos Garavaglia retoma sus propios estudios y algunos adicionales, que dan cuenta de los ecosistemas agrarios hasta mediados del siglo XIX, reseñando el proceso de transformación ecológica por el arribo de especies vegetales y animales europeas, y el desarrollo de actividades productivas bastante simples que se adaptan al nuevo contexto. El que nos presenta posteriormente Carlos Reboratti aporta un argumento menos conocido: la interacción de los desarrollos agrícolas y los procesos ambientales en la fase de crecimiento agrario acelerado. En general, quienes han mencionado -más que estudiado- este vínculo, han tomado una perspectiva moralista, entre tradicionalista y reaccionaria, que intuye en los problemas que la naturaleza causa al hombre la condena divina a la soberbia de la transformación tecnológica (el estigma de Prometeo), sea en una vertiente conservadora, o la más moderna moralina ecologista. Apartándose de esta tradición, Reboratti muestra una interacción entre espacio, clima y ocupación humana que no está signada por un sentido moral, sino por las múltiples influencias mutuas, en las que las naturales operan en general como paramétricas, por las escasas posibilidades de alterarlas. Con notable sensibilidad histórica, relaciona los procesos productivos y cambios de paisaje con los condicionantes naturales, en un texto que luce una inspiración braudeliana, con una sólida base en estudios geográficos. Quizás su logro más notable esté en relacionar los ciclos productivos, que en general se explicaron en base a políticas estatales, con variables climáticas. Otro punto original es el extender las consideraciones ambientales más allá de los clásicos espacios productivos, y en especial a los centros urbanos y sus márgenes. El balance destaca una serie de problemas en la interacción de hombre y medio ambiente en la provincia, aunque en un tono pragmático, y considera a su vez la probabilidad de vías de solución.

Las dos partes restantes del tomo se dedican a la población desde perspectivas diferentes. Los capítulos cuarto y quinto, que conforman la segunda, presentan los lineamientos básicos de la evolución demográfica, nuevamente divididos por criterios cronológicos. Así, en el capítulo cuarto, Gladys Massé parte del poblamiento europeo -como se ha dicho, la población amerindia es analizada a comienzos de la tercera parte- y llega hasta la renovación demográfica marcada por la inmigración masiva, que hace coincidir con la fecha del primer censo nacional (1869). Para ello, parte de la evolución espacial de la provincia y el proceso de poblamiento, analizando el crecimiento, el peso relativo de la ciudad en él, las clásicas variables de crecimiento; natalidad, mortalidad y migraciones, y la estructura por edad y sexo. Una consideración demográfica clásica, provee un marco que sin duda será útil a los tomos subsiguientes.

En el quinto capítulo se repite a grandes rasgos la temática para el período posterior, hasta el inicio del siglo actual. Pero en él, Alfredo Lattes y Gretel Andrada dan un paso más. Aunque el tratamiento se mantiene estrictamente en lo poblacional, el análisis prepara una articulación de tiempos con procesos sociales clave. La relación entre la evolución demográfica y la urbanización (que son los temas del capítulo) y los económicos, sociales y políticos, que, sin mencionarlos, se insinúan a través de sus interacciones poblacionales. Esta hábil construcción, a la vez que nos da una lúcida imagen de las tendencias estrictamente poblacionales y sus ritmos, deja la mesa servida para los estudios históricos de procesos como la evolución agraria e industrial, los conflictos sociales en el complejo entramado del conurbano, los cambios en la conformación de las clientelas políticas, los problemas de la seguridad social debidos al envejecimiento de la población, etc.

Un capítulo de Gustavo Politis (el sexto) sobre las poblaciones prehispánicas abre la tercera parte, dedicada a segmentos poblacionales específicos clasificados con dos criterios diferentes: étnicos, y espaciales. La tarea de Politis no es sencilla, porque nuestro conocimiento de la ocupación humana temprana del territorio que actualmente ocupa la provincia de Buenos Aires está en permanente revisión. Con precaución de arqueólogo, Polítis reseña el poblamiento desde los tiempos más remotos, sobre los que la fragmentaria evidencia arqueológica nos da una idea sin dudas muy imperfecta, pero que más allá de las transformaciones interpretativas que el autor reseña de manera inteligente, en tiempos recientes ha dado lugar a consensos, al menos en relación a la información estante. A partir de esos tempranos asentamientos, y siempre en base a la evidencia material, vemos una lenta evolución tecnológica, y algunas marcas de probables procesos migratorios, aún pendientes de estudio a través de análisis de ADN antiguo. Al aproximarse en el tiempo, siempre con gran actualización de la información de base arqueológica, el autor prefiere no avanzar en las discusiones sobre los rasgos étnicos más precisos de las poblaciones de esta región en el momento del contacto con los europeos, insinuando un panorama de tiempo largo y de horizontes culturales difusos.

Menos prudente es el capítulo séptimo, a cargo de Daniel Villar. Más que historiar la evolución de la población indígena luego de la llegada de los españoles, el capítulo nos presenta un relato del contacto (en especial el conflicto) entre estas poblaciones y la cristiana. Si bien menciona a los grupos del litoral nordeste de la provincia -cuya evolución prehispana Politis considera con cierta atención- se centra sobre todo en los migrantes provenientes de la región de Araucanía. Para ello, reconociendo la lógica espacial de la época, considera una amplia región que a partir del siglo XVIII presenta un perfil étnico "mapuche"; ella recorre del pacífico al Atlántico entre los paralelos 35 y 40 aproximadamente. Su historia, que tiende a adoptar el tono de una épica de la resistencia indígena, muestra la cambiante y ambigua relación entre estos pueblos y los cristianos, desde su contacto inicial en tierras hoy chilenas, pasando por los vaivenes de tiempos coloniales e independientes tempranos, hasta la conformación de los cacicazgos principales que ya en la segunda mitad del siglo XIX fueron sometidos por la campaña de Roca. Una sección final da cuenta de la evolución de estas poblaciones bajo el dominio del Estado argentino y su cambiante situación a lo largo de los últimos 130 años.

Mucho más austero es el capítulo octavo, que Marta Goldberg dedica a las población afrobonaerense. Su propósito es mostrar la importancia de este segmento en los tiempos coloniales tardíos, el variado papel que tenían en aquella sociedad, y su evolución y disminuida permanencia en la argentina de la gran inmigración. Haciendo buen uso de fuentes fragmentarias, da una imagen de la familia afroargentina y el papel de esta población en el mundo laboral, para concluir con una visión sobre su invisibilización estadística, y las migraciones africanas más recientes. El capítulo nueve está a cargo de Mariela Ceva, y dedicado a la llegada masiva de inmigrantes de Europa en la etapa "aluvional" (segunda mitad del siglo XIX hasta 1930), y su continuidad en épocas más recientes, en las que considera también las migraciones limítrofes. Su estructura y análisis resumen de manera adecuada los notables logros de los estudios sobre este tema en los últimos treinta años. Parte de interrelacionar las políticas migratorias y la evolución de los flujos de llegada -tema cuyo tratamiento renovó Fernando Devoto hace ya un cuarto de siglo- para ver luego el asentamiento inmigrante en el territorio provincial, y la inserción en el mundo laboral y en la sociabilidad. Con éste, se cierran los cuatro capítulos dedicados a grupos étnicos específicos. Los dos siguientes y finales, analizan segmentos separados con criterio espacial.

De ellos, se destaca en especial el de Rodolfo Bertoncello sobre la población rural. El capítulo se remonta al proceso inicial de poblamiento europeo de la provincia, destacando la indiferenciación rural/urbana en las etapas tempranas, hasta la consolidación de formas de vida más específicas en el siglo XVIII. Recorre rápidamente las etapas de desarrollo agropecuario desde entonces y sus efectos en la población. Pero su aporte más original se da en la consideración de la población del campo en la etapa dominada por la urbanización acelerada del siglo XX, ya que mira este fenómeno de manera inversa a lo que habitualmente se hace; vale decir, considera a aquellos que no son absorbidos, o lo son sólo parcialmente, por el fenómeno de urbanización. En particular, es destacable cómo los cambios en las últimas décadas han dado lugar a formas de vida que nuevamente comienzan a desdibujar la oposición entre lo rural y lo urbano. El capítulo final, dedicado a la conformación del entramado de ciudades, a cargo de Santiago Linares y Guillermo Velásquez, básicamente aplica algunos modelos geográficos al proceso de conformación de la red provincial. Sorprende la persistencia en algunas ideas ya descartadas en los medios académicos; en particular, cuando siguiendo a Vapñarsky y Gorojovsky, supone que el Estado Federal concentró recursos en la ciudad de Buenos Aires; toda la investigación histórica y económica ha mostrado que, poco sorprendentemente, ya desde el siglo XIX y hasta el presente, Buenos Aires, ciudad y provincia, recibieron mucho menos de lo que aportaron al fisco federal. Más allá de ello, el trabajo da cuenta de la evolución de un sistema conformado por múltiples centros urbanos de variado tamaño, buscando dar cuenta de los factores que influyeron en su evolución.

La introducción con la que Hernán Otero, compilador del tomo, presenta su obra, revela la selección de temas y da cuenta de los criterios que organizaron los contenidos. Pero más allá de ellos, y del brillo de algunos de los capítulos, la diversidad de temas y enfoques de este tomo abre la puerta para pensar la historia de un espacio cambiante, que hoy se define en relación a la jurisdicción provincial, en relación a un medio ambiente específico -y justo es reconocerlo, generoso- y a procesos poblacionales que son la médula de un relato -a ser desarrollado en los tomos subsiguientes- que los explica y a la vez se explica por ellos.

Notas

1 Tuve oportunidad de hacer un escueto llamado de atención sobre ella en una nota de opinión eminentemente periodística; La Nación, 23 de julio de 2012, p. 13. Seguramente, un balance historiográfico más completo podrá hacerse cuando la publicación se haya completado.