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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.41 Buenos Aires dic. 2014

 

RESEÑAS

Raúl O. Fradkin y Gabriel Di Meglio (compiladores): Hacer política. La participación popular en el siglo XIX rioplatense. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2013. 460 páginas.

Hilda Sabato

CONICET / Universidad de Buenos Aires

El interés por la presencia popular en la vida política tiene una larga trayectoria en la historiografía argentina, desde los textos fundadores de Bartolomé Mitre en el siglo XIX hasta las interpretaciones marxistas que, cien años más tarde, se esmeraban en el estudio de las clases proletarias y sus luchas. Ha sido en las últimas tres décadas, sin embargo, que aquella cuestión pasó a ocupar un lugar central en el renovado campo de la historia política. Así, trabajos que reconocen perspectivas e interrogantes diversos se preguntan por la participación política popular, mientras que ese tema constituye el objeto principal de una producción creciente. El volumen coordinado por Raúl Fradkin y Gabriel Di Meglio se inscribe en esta última tendencia a la vez que contribuye a su construcción como "campo de estudios" (p.9) específico: la historia política popular -o, como lo enuncian en la introducción, "los modos populares de entender e intervenir en el espacio político" (p. 10)- con particular referencia al siglo XIX.

El esfuerzo es oportuno, pues salvo a través de la labor de unos pocos historiadores -entre ellos Fradkin y Di Meglio- , la perspectiva general que aquí se propone no tuvo un desarrollo equivalente al que se encuentra en la historiografía argentina sobre el siglo XX, o en la de otros países de América Latina para períodos anteriores. En las décadas de 1980 y 1990, bajo la influencia de la historia social y del marxismo cultural inglés (Eric Hobsbawm y Edward P. Thompson, entre otros), se desarrolló en la Argentina una importante corriente de historia popular ("desde abajo"), que incursionó también en la dimensión política, cuyo foco principal fueron los sectores populares / las clases trabajadoras en el siglo XX. Mucho menos impacto tuvieron aquí los llamados "estudios subalternos", que en cambio dejaron su marca en los análisis de la historia decimonónica en varios países de la región. La iniciativa de este nuevo libro lleva la impronta de estas influencias, pero ellas sólo se manifiestan de manera indirecta, en un conjunto que revela una variedad de propuestas y enfoques a la hora de analizar "la historia política popular". Los compiladores fueron, en ese sentido, muy abiertos, pues la única consigna que dieron a los autores invitados fue la de "reconstruir las formas de hacer política de los sujetos populares a lo largo del siglo XIX en un determinado espacio" (p. 11). No buscaron, pues, imponer su propia concepción de cómo se hace esa historia, sino registrar las formas hoy vigentes de acercamiento al objeto elegido y estimular su estudio.

Así, el libro reúne doce artículos que se encuadran en ese esquema, además de otros cuatro textos, cuya inclusión no responde a los mismos criterios (ver más abajo). Se trata de ensayos que, basados en el trabajo anterior de cada autor, arriesgan interpretaciones más amplias que las habituales en los escritos monográficos. De esta manera, el volumen cubre un espectro temporal y geográfico extenso, que no solo abarca lo que llegó a ser el territorio argentino, sino las diversas regiones que alguna vez integraron el Virreinato del Río de la Plata -con excepción de la Banda Oriental- y que luego formaron unidades políticas diferentes, así como las zonas bajo control de sociedades indígenas. De esta manera, se incluyen trabajos sobre la participación política popular en el Alto Perú en el período de la "debâcle de la sociedad de Indias" (a cargo de Sergio Serulnikov), el Paraguay entre 1800 y 1865 (Nidia Areces), Salta en las primeras décadas del siglo XIX (Sara Mata), los Andes de Jujuy entre 1830 y 1890 (Gustavo Paz), los pueblos indios de Córdoba en la primera mitad del XIX (Sonia Tell), Tucumán entre 1810 y 1875 (Flavia Macías y María Paula Parolo), La Rioja para un período semejante (Fernando Gómez y Virginia Macchi), Cuyo a lo largo del XIX (Beatriz Bragoni), el Litoral rioplatense en igual período (Raúl Fradkin), la provincia de Buenos Aires entre 1820 y 1890 (Gabriel Di Meglio), la frontera del Chaco (Silvia Ratto), y la Pampa y Patagonia (Julio Vezub).

Si bien los títulos anuncian un arco temporal que cubre el siglo XIX, el conjunto está fuertemente sesgado hacia las décadas comprendidas entre 1810 y 1860. Este recorte influye decisivamente a la hora de dar cuenta de los actores sociales analizados y las formas de su intervención política. Así, la mayoría de los trabajos refieren a sectores populares de raigambre criolla, afro e indígena, predominantes en el período anterior a la gran inmigración europea, proceso que contribuyó a poblar las capas populares de varias regiones argentinas después de 1860. Al mismo tiempo, la participación en instancias de acción armada (milicias, montoneras, guardias nacionales, ejércitos, etc.) recibe mucha mayor atención que otras prácticas y mecanismos políticos que, como las relacionadas a las elecciones, las organizaciones partidarias y otras formas de movilización colectivas, existieron desde principios de siglo pero se afirmaron en la segunda mitad.

Con punto de partida en un objeto o temática común, estas contribuciones no adhieren - unitaria ni colectivamente- a ninguna ortodoxia teórica o receta metodológica y presentan, en cambio, una diversidad de abordajes que comparte algunos rasgos comunes. Utilizan, en primer lugar, distintos conceptos -incluso en un mismo texto- para nombrar a esos "sujetos populares" (según se los invocaba en la consigna original), combinando a veces la denominación nativa ("plebe" o "gauchos" por ejemplo) con otras que responden a categorías analíticas (sectores plebeyos, sectores o clases populares, subalternos), recortando otras el conjunto para referir a grupos particulares (milicias, montoneras, indígenas, esclavos entre otros). Ya en la introducción los compiladores advierten acerca de esta carencia de "un vocabulario compartido" (p.9), que adjudican al escaso desarrollo de este campo de estudios en la Argentina. A mi entender, esa diversidad refleja más bien el carácter exploratorio de la mayoría de estos textos, cuyos autores eligen no alinearse con ninguna corriente en particular y evitan, por lo tanto, el uso de categorías que remitan a orientaciones específicas.

En segundo lugar, cada trabajo encara el tema de manera peculiar, ensayando -literalmente- cómo pensar la participación popular en cada caso. Algunos autores concentran su mirada en los sujetos populares en tanto actores sociales, con demandas e intereses colectivos propios, las cuales despliegan con autonomía en el terreno político. Otros, en cambio, ponen el foco en la dinámica política general para mostrar cómo ésta incorporó a las clases populares a través de diferentes mecanismos y prácticas, dando lugar a tramas de negociación e intercambio en las cuales los "de abajo" intervenían con sus propias agendas. Una tercera forma de abordaje explora las maneras en que sectores plebeyos devinieron en actores políticos integrados en combinaciones social y étnicamente diversas, contribuyendo a definir clivajes de confrontación según ejes que no responden, necesariamente, a la dicotomía de clases.

Estas variantes -a veces presentes en un mismo artículo-, no agotan las que ofrece el libro, pero apuntan a una cuestión medular de esta iniciativa. Su punto de partida es un sector definido socialmente al que se quiere explorar como actor en el plano político. Si se dejan de lado las fórmulas más deterministas (como la clásica y exitosa "el ser social determina la conciencia" tomada de un texto de Marx), la pregunta por la relación entre el lugar social de los sujetos y su accionar político, individual o colectivo, no encuentra una respuesta obvia. Las propuestas del marxismo cultural inglés, así como las posteriores de los estudios subalternos, ofrecieron -y siguen ofreciendo- caminos productivos para encarar esa cuestión. Pero ellos no agotan el problema planteado, y el interrogante acerca de las formas de intervención política de sujetos y sectores populares así como de la vinculación de las mismas con los procesos de definición y redefinición de actores y de identidades políticas sigue abierto. Este libro es una buena muestra del estado de la reflexión en ese sentido: más que mostrar la precariedad de un campo o el retraso frente a otras historiografías más sistemáticas (como parecen sugerir los compiladores), los trabajos reunidos dan cuenta de la dificultad para abordar, de manera original y convincente, esos interrogantes y, por lo tanto, de la naturaleza experimental de esta empresa.

Esta índole experimental queda de manifiesto en el propio formato del libro. Luego de una introducción general, el núcleo de la compilación son los doce trabajos mencionados. Sin embargo, el volumen no termina allí y se agregan otros textos: una historia de las condiciones de vida de las clases populares en el período (a cargo de Tomás Guzmán y Daniel Santilli), un ensayo de historia intelectual que discute las visiones de Sarmiento sobre gauchos e indios (Javier Trímboli), un cuento de Ricardo Piglia (de 1964) "donde el autor hace hablar en un formato de proceso judicial típico del siglo XIX al supuesto asesino" de Urquiza, y la reproducción de una conversación que tuvo lugar en 2012 con la participación del mismo Piglia, estudiantes de la Universidad de Luján y los compiladores sobre "cómo recuperar las voces populares perdidas para la historia" (Introducción, p.14).

Más allá de su común preocupación por las clases populares, estos textos están escritos desde registros muy diferentes entre sí y distintos también al del resto de los trabajos. No puedo dejar de preguntarme, entonces, por el sentido de su inclusión. Encuentro que su lectura no opera por acumulación, como ocurre con los doce artículos iniciales, sino que ofrece puntos de fuga respecto de las propuestas allí contenidas. Incursionar en las condiciones de vida, dar cuenta de una visión desde arriba de los sujetos populares; recurrir a un juicio de ficción (y no a un juicio "real") para dar voz a los de abajo; y, finalmente, discurrir sobre historia y literatura: son maneras alternativas de mirar lo popular, desde las que se puede interrogar el objetivo mismo de este libro.

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