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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

Print version ISSN 0524-9767

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.41 Buenos Aires Dec. 2014

 

RESEÑAS

Michael Goebel, La Argentina partida: Nacionalismos y políticas de la historia. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2013, pp.330.

Juan Manuel Romero.

CONICET / Universidad de Buenos Aires / Universidad de San Andrés

La Argentina partida. Nacionalismos y políticas de la historia, del historiador alemán Michael Goebel, es una documentada obra sobre las políticas de la historia del nacionalismo argentino en el siglo XX. Publicada originalmente en inglés en 2011, se trata de una reelaboración de la tesis doctoral que el autor presentó en el University College of London.

En la Argentina, las relaciones entre el nacionalismo y las políticas de la historia invocan necesariamente el nombre del revisionismo histórico, un actor historiográfico que aparece en el centro de esta investigación. Objeto hasta ahora de un considerable conjunto de libros y artículos, producidos en su mayoría por especialistas, se trata de un tema cuyo interés fue renovado por debates surgidos en los últimos años. Este trabajo, que Goebel comenzó, como se preocupa por aclarar, antes de la revitalización de esas polémicas, se propone un ambicioso esfuerzo por integrar el largo recorrido del revisionismo desde su surgimiento en la década de 1930, hasta sus expresiones más recientes durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Goebel aborda el problema desde una perspectiva en la que se privilegia su puesta en relación con los debates teóricos e historiográficos internacionales acerca del nacionalismo, en especial aquellos provenientes del mundo académico anglosajón. Esa apuesta le permite insertar al revisionismo y al nacionalismo argentinos en un marco de discusiones amplio, rebasando los límites acaso más estrechos en los que lo habían circunscrito algunas de las discusiones locales.

Partiendo de esas consideraciones teóricas, el autor ubica en el centro de su argumentación lo que considera uno de los rasgos singulares del nacionalismo argentino: la paradoja, al menos aparente, de que la búsqueda de unidad que resulta constitutiva de esa ideología se combinó en nuestro país con una profunda división "partidaria". Así, el nacionalismo de los nacionalistas argentinos produjo en sus discursos la idea de "dos argentinas", un panteón de héroes y traidores que conectaba el pasado y el presente, y la exclusión de la comunidad nacional de aquellos a quienes se consideraba como adversarios políticos. En ese sentido, y tal como el autor reconoce, es posible que el ensayo más decidido de algunos ejercicios comparativos con otros casos latinoamericanos hubiese resultado provechoso a fines de juzgar la mencionada singularidad de las manifestaciones locales del nacionalismo.

Por otra parte, al privilegiar el diálogo con esas tradiciones historiográficas, Goebel se distancia de una línea interpretativa habitual en los estudios sobre el nacionalismo argentino: aquella que busca en su análisis la clave explicativa del autoritarismo y la violencia que marcaron el curso de la vida política argentina durante el siglo XX. En ese sentido, el autor polemiza con algunas miradas maniqueas, y en especial con aquellas producidas desde el medio académico norteamericano, como las de David Rock, y la de Nicolas Shunway, en La invención de la Argentina. El autor discute esas interpretaciones ofreciendo un cuadro más complejo y matizado de las relaciones entre lo que en aquéllas (y en otras) historias aparece como la lucha entre tendencias liberales y nacionalistas.

El primer capítulo del libro ofrece un panorama del surgimiento de la historiografía argentina, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la aparición en la década de 1930 del revisionismo histórico. Dicha corriente historiográfica, tributaria, según Goebel, de los temas elaborados en tiempos del Centenario por el nacionalismo cultural, propició un combate intelectual con lo que llamaban "la historia oficial", una visión del pasado nacional asociada a la tradición liberal argentina. Sin innovaciones metodológicas respecto de aquélla, los revisionistas propusieron sin embargo un panteón alternativo de héroes, en cuyo centro se ubicaba la figura de Juan Manuel de Rosas.

En el segundo capítulo, el autor avanza sobre las relaciones establecidas entre los grupos nacionalistas y el peronismo. Recupera aquí algunas ideas ya consolidadas: durante los años en los que estuvo en el poder, el peronismo no hizo propias las ideas del revisionismo y se mantuvo, en este sentido, fiel a paradigmas más tradicionales. Reivindicó la figura de San Martín y recurrió incluso a las figuras del panteón liberal, como lo prueba el clásico ejemplo del bautismo de los ferrocarriles nacionalizados. Dejando a los nacionalistas más radicalizados en un modesto segundo plano, el peronismo recurrió en cambio a los tópicos nacionalistas que gozaban de mayor legitimidad, dejando a un lado a aquellos que podían ser motivo de discordia. En la visión de Goebel, que se distancia aquí de otras interpretaciones, el peronismo habría combinado la matriz del nacionalismo liberal del siglo XIX con algunos elementos del nacionalismo cultural de comienzos del siglo XX.

El tercer capítulo de la obra se ocupa del período 1955-1966. Entonces tuvo lugar la perdurable alianza entre el peronismo y el movimiento nacionalista. Las políticas de la historia de la Revolución Libertadora promovieron la asociación del peronismo con el rosismo, provocando el alineamiento de peronistas e intelectuales nacionalistas frente al enemigo común. Goebel retrata la naturaleza de esos vínculos, sellados en la trinchera compartida de la prensa de resistencia del movimiento proscripto. La idea nacionalista de una Argentina partida se superpuso entonces con la división política del país, profundizando así la polarización latente en ese discurso.

El cuarto capítulo se dedica a la etapa en la que según el autor tuvo lugar "el apogeo del revisionismo", entre el golpe de 1966 y el de 1976. El autor discute allí las interpretaciones que proponen a la ideología del nacionalismo como causa explicativa de la violencia política que ocupó el centro de la escena en los años sesenta. En dicho período, la movilización de una importante franja juvenil de las clases medias se nutrió de las narrativas del revisionismo, que dialogaban ahora con distintas tradiciones, como las de la llamada "izquierda nacional". El uso del discurso nacionalista por parte de los grupos peronistas proscriptos limitó, en este plano, la eficacia de otros actores que, como la dictadura de Onganía, pretendieron también apelar a los temas nacionalistas para convocar a la unidad.

El último capítulo del libro, que en la edición inglesa analizaba las políticas del nacionalismo de la última dictadura, entre 1976 y 1983, se extiende en la versión de Prometeo hasta el presente. El discurso ideológico del Proceso es un ejemplo efectivo de los argumentos de Goebel, que pretenden desactivar la dicotomía entre liberalismo y nacionalismo. La dictadura combinó algunos temas del nacionalismo, como el irredentismo visible en el conflicto por las Islas Malvinas, con políticas e ideas del liberalismo económico, a la vez que buscó excluir algunos símbolos del revisionismo que se encontraban ya asociados al peronismo.

En las páginas finales del capítulo, el autor aborda sucintamente el eclipse de la retórica del nacionalismo durante el gobierno de Raúl Alfonsín, los intentos de Carlos Menem de congeniar los distintos panteones enfrentados, y la reciente revitalización del revisionismo a partir de las políticas de la historia del kirchnerismo.

En suma, Goebel brinda una sólida interpretación de conjunto de la trayectoria del nacionalismo argentino desde el mirador que ofrecen sus políticas de la historia. Los argumentos del autor son sensibles a dimensiones diversas, tales como los anclajes institucionales de las empresas intelectuales, las trayectorias sociales y políticas de los elencos del movimiento nacionalista, y sus varias articulaciones políticas. En ese sentido, puede señalarse, sin embargo, que no siempre resulta sencillo distinguir en la narración entre el recorrido del revisionismo como tradición intelectual, y el de la más amplia familia del movimiento nacionalista. Asimismo, aunque la apuesta por poner en diálogo estos temas con las discusiones canónicas sobre el nacionalismo aparece como uno de los rasgos originales de la tesis, el peso de esas claves interpretativas se diluye en el cuerpo de la obra, siendo retomadas sólo en las conclusiones. Como reconoce el autor en la introducción (y ya lo hemos mencionado), un uso más intensivo de la comparación con otros casos latinoamericanos hubiera quizás reforzado sus hipótesis acerca de las características singulares del nacionalismo argentino. Pero estos señalamientos, lejos de disminuir el valor de la obra de Goebel, son los que le caben a un trabajo ambicioso y por eso mismo atractivo.

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