SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número44La asistencia de público a los museos históricos de Buenos Aires durante la década de 1940Instituciones, saberes y expertos para un Estado provincial: Leopoldo Suárez, de agrónomo a funcionario itinerante del lencinismo, Mendoza, 1918-1930 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versión impresa ISSN 0524-9767versión On-line ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.44 Buenos Aires jun. 2016

 

ARTÍCULOS

De la velada de club a la estética de los cortejos. La construcción del 1° de Mayo socialista en la Argentina finisecular (1894-1900)1

Francisco Jerónimo Reyes2

Artículo recibido: 25 de noviembre de 2014

Aprobación final: 17 de julio de 2015

Resumen

Las celebraciones públicas como las del 1º de Mayo constituyen una instancia clave para abordar el fenómeno del origen y evolución de las identidades políticas modernas. En el artículo se propone reconstruir una serie de dimensiones fundamentales de la constitución de la "Fiesta del Proletariado" como el ritual político por excelencia del socialismo, al mismo tiempo que este comenzaba a dar forma a su organización partidaria en el país en la década de 1890. Teniendo en cuenta las inquietudes de los dirigentes y publicistas socialistas, las distintas formas que adquirió la celebración y los modelos que actuaron como fuentes, el 1º de Mayo se presenta como una demostración de la riqueza y complejidad de esta naciente cultura política en la Argentina finisecular.

Palabras clave: Partido Socialista ; Rituales políticos ; 1° de Mayo ; Culturas políticas ; Identidades políticas

Abstract

Public celebrations such as May Day are a key instance for dealing with the problem of the origin and evolution of modern political identities. This article aims to reconstruct a number of important dimensions of the construction of the "Party of the Proletariat" as political ritual par excellence of socialism, while it began to shape their party organization in the country in the decade of 1890. Taking into account the concerns of leaders and socialist publicists, the various forms of celebration and models that acted as sources, May Day is presented as a demonstration of the richness and complexity of this nascent political culture in the end of century Argentina.

Keywords: Socialist Party ; Political rituals ; May Day ; Political cultures ; Political identities

Introducción

En un célebre trabajo publicado en el último año del siglo XIX, Las multitudes argentinas, un miembro notable de la elite intelectual conservadora argentina realizaría un diagnóstico de las formas de intervención pública de la "multitud moderna", terminando por afirmar: "no ha[bía] comenzado aún su función". A su entender, en el contexto de un país en pleno crecimiento, todavía "no hay hambre, no hay odios engendrados por la miseria", esto es, no existía un abierto conflicto de clases, pero cerraba su reflexión matizando su optimismo: "temo el día que la plebe tenga hambre, [y que] la multitud socialista que se organice sea implacable".3 Medio siglo después, un reconocido intelectual nacionalista rememoraba aquel panorama finisecular, confirmando retrospectivamente los temores del médico alienista, al afirmar que "[f]ermentaba una rebeldía en las masas obreras que desfilaban el 1º de mayo llevando como estandarte la bandera roja, gritando contra el "chancho burgués" y cantando la internacional"4.

Estas imágenes, que proyectan la reacción experimentada ante el antagonismo social, el surgimiento de nuevas fuerzas políticas en la Argentina de fines del siglo XIX y las prácticas políticas por ellas desplegadas en el espacio público, constituyen el punto de partida de este trabajo, en donde se pretende dar cuenta de la difícil, pero a la postre exitosa, construcción de un ritual político-partidario por parte del naciente Partido Socialista. El desmenuzamiento de este problema se inscribe en una indagación más amplia acerca de la configuración de identidades políticas militantes y las formas en que las mismas se expresaron antes del Centenario de 1910 y la reforma política de 1912, las cuales cambiaron ciertas claves fundamentales de las disputas políticas e ideológicas en la Argentina.

La historiografía sobre el tema es, a estas alturas, relativamente amplia, teniendo en cuenta además que específicamente el 1º de Mayo constituyó un fenómeno mundial debido al lugar que ocupó para las izquierdas en general y para el socialismo en particular desde la creación de la Segunda Internacional en 1889. Por otro lado, el caso argentino revela su singularidad en el temprano arraigo de la conmemoración decretada por el Congreso Socialista reunido ese año en París respecto, por ejemplo, del resto de los países de América latina.5 Asimismo, trabajos como los de Aníbal Viguera, con una perspectiva de larga duración hasta bien entrado el siglo XX6, Lucas Poy, poniendo el foco en el paralelismo de las disputas políticas con los ciclos de agitación huelguística en los años formativos de la clase obrera en el país7, o Juan Suriano y Luciana Anapios, desde la perspectiva del predominio de las distintas tendencias del movimiento libertario8, se han encargado de mostrar las dificultades experimentadas por socialistas y anarquistas en los primeros años de la década de 1890 a la hora de consolidar una conmemoración anual aún no tipificada en sus formas y con sentidos en disputa, o que sencillamente todavía se encontraban en constitución.9 Ello se debía, precisamente, a que los actores preocupados por llevar adelante esta práctica conmemorativa luego del acto fundacional del Prado Español de 1890 (varios grupos socialistas, anarquistas y republicanos mazzinistas italianos) adolecían también de una sólida y continuada organización. Intentando establecer una filiación de la fecha-símbolo con la propia historia socialista en Argentina, un testigo privilegiado referirá entonces a la ambigüedad en el "criterio socialista" de aquel acto de 1890.10

En los apartados que siguen se analizará un fenómeno específico menos recorrido y referido a las distintas aristas e importancia que adquirió la conmemoración del 1º de Mayo en la naciente cultura política socialista local, adoptando para ello una perspectiva cultural de lo político que recién en los últimos años ha sido tenida en cuenta para el abordaje de este tipo de fenómenos en los que las prácticas políticas se cruzan con el horizonte de lo simbólico. En este sentido, dicha celebración terminó por adoptar buena parte de las características de aquello que Durkheim definiera a principios del siglo XX como "cultos positivos", esto es, "ritos representativos" o "conmemorativos" que tenían un significado social y moral, pero que al mismo tiempo sustentaban una dimensión estética y recreativa.11 Por supuesto, esa cultura política socialista que todavía estaba en constitución encontró en el ritual conmemorativo una instancia privilegiada para desplegar todo un conjunto de intervenciones, prácticas, símbolos y sentidos que, por su carácter preformativo, comenzaron a dotar de creencias y valores específicos a quienes se involucraban en su trama.12

El análisis se ocupa, por un lado, de las inquietudes que en torno a la propaganda, la forma y el sentido de esta empresa desarrollaron los primeros dirigentes de lo que comenzó a ser desde 1894 el Partido Socialista. Luego, las prácticas que efectivamente se promovieron desde la organización socialista, un laborioso esfuerzo que trasunta desde discretas formas semi-públicas hasta la consolidación de desfiles callejeros ritualizados, especialmente en la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, una reconstrucción de las influencias alrededor de las estrategias conmemorativas más efectivas, entre las deseadas filiaciones con el movimiento socialista internacional y la recepción de sus principales exponentes, por un lado, y las inevitables referencias a un contexto nacional signado por una proliferación de celebraciones públicas de distinto tipo, sean oficiales, religiosas o político-partidarias. En este sentido, hacia 1900 la ocupación del espacio público y la construcción de solidaridades militantes comenzaron a discurrir de forma cada vez más acompasada, lo que demuestra una valoración de dichas prácticas que los socialistas compartían -y disputaban- con un espectro más amplio de actores sociales y políticos, en un momento clave de la gestación de su identidad partidaria.

Propaganda socialista y pedagogía conmemorativa

El 1º de Mayo fue pensado por quienes lo reivindicaban como la instancia que condensaba por excelencia el sentido de la "causa socialista", a saber, la emancipación social y económica del proletariado entendido como clase explotada por medio de su organización política. Al mismo tiempo, en la utopía socialista ello conllevaba la construcción de una nueva humanidad que sucedería a la sociedad burguesa como consumación del desarrollo de la civilización. Pero para entender estos postulados fijados en el discurso militante, es necesario aclarar primero una serie de puntos.

En la Argentina previa a 1894, pero sobre todo con el impulso de la Agrupación Socialista de Buenos Aires y al encausarse el proceso de unidad partidaria con las distintas asociaciones socialistas existentes (el Fascio dei Lavoratori, que nucleaba a los socialistas de habla italiana, el club Vorwärts, de habla alemana, los franceses de Les Égaux y el Centro Socialista Universitario) entre esa fecha y 189613, la llamada "propaganda socialista" aparece como un tema predominante, un verdadero leitmotiv de los miembros de ese núcleo fundador. Profundizar en ello hace del 1° de Mayo algo más complejo y significativo que el mero seguimiento de la práctica conmemorativa de esa fecha por parte primero del Partido Socialista Obrero Internacional (PSOI), luego denominado Partido Socialista Obrero Argentino (PSOA), porque permite penetrar en el imaginario socialista y en el proceso de constitución de su identidad política.

En este marco, los socialistas argentinos se propusieron una enorme empresa moderna dirigida a persuadir a un público determinado, lo que puede concebirse como parte de un fenómeno más general de la política finisecular al surgir fuerzas que se consideraban con un carácter "militante" y que no contaban con el control de espacios vinculados al Estado. Ello conllevaba entonces un compromiso permanente y exclusivo de sus miembros, tanto en términos organizativos como emotivos y materiales. En este sentido, como afirma Christophe Prochasson para el caso francés, "ser socialista" en el cambio de siglo era fundamentalmente hacer propaganda por la causa del socialismo, lo que implicaba una serie de prácticas militantes que se extendían desde los comportamientos privados hasta la promoción y participación en actividades político-culturales.14

La preocupación principal de este incipiente núcleo dirigente era dar a conocer las ideas socialistas, lo cual plantea una serie de preguntas fundamentales: antes que nada, a quién se dirigía y qué medios tenía la propaganda socialista. El primero de estos aspectos tiene algo de paradójico, porque el natural destinatario de este mensaje de emancipación social era una clase obrera cuya conciencia como tal, a ojos de los socialistas, se encontraba todavía en un estado muy incipiente. De hecho, buena parte de las dificultades a la hora de organizar las acciones conmemorativas para el 1º de Mayo en esos primeros años será achacada a esta "falta de conciencia de la masa obrera".15 Aún al avanzarse en la organización, hacia 1900, Adrián Patroni afirmaba que el objetivo del festejo era "inculcar en las masas indiferentes la necesidad de reformas inmediatas".16

En este punto se instalaba para la dirigencia socialista el problema de las conmemoraciones, cuestión que en esos años era transversal a personalidades, en otros sentidos tan disímiles, como las de Leopoldo Lugones y Juan B. Justo, Adrián Patroni o José Ingenieros. Así, a la hora de la necesaria subjetivación y movilización de quienes debían adherir al socialismo, se evidenciaban en ocasiones los límites de un discurso que se legitimaba doctrinariamente como "verdad científica", volviéndose necesaria la apelación a emociones, pasiones, valores y sentimientos que tenían un fundamento irracional.17 El argumento vale asimismo para considerar las inquietudes de los publicistas del partido respecto de quienes ya se encontraban en sus filas: la propaganda socialista también debía convencer a los convencidos, "repetir incansablemente a los ya militantes, a los "proletarios conscientes y organizados" lo que esta "minoría consciente" se supone sabe por haberlo oído cien veces".18 En la concepción de estos primeros dirigentes, la interpelación buscaba cohesionar unas filas socialistas aún muy recientemente organizadas y que requerían, por ello mismo, un momento particular de autodemostración de la fuerza adquirida, apelando a una gestualidad emotiva que se complementaba con un tono de fuerte protesta ante el orden social existente.19

Las formas que debía adquirir lo que tempranamente los socialistas concibieron como la "Fiesta del Proletariado" se erigió en una obsesión recurrente de los mismos: ¿cómo montar esa demostración de fuerza al resto de la sociedad y, al mismo tiempo, entusiasmar a los militantes? Las dificultades evidenciadas en los años posteriores al mitin de 1890 imponían reflexiones que contrastaban con el anhelo de concretar grandes manifestaciones callejeras, como comenzaba a hacerse en ciertos países de Europa.

En efecto, la eficacia de este tipo de expresiones masivas en la forma de procesiones, cortejos o concentraciones en espacios abiertos constituía una referencia recurrente en el discurso de la prensa y el resto de las fuerzas políticas existentes en el país20, en especial entre aquellas que pretendían darse una base popular y un carácter militante. En palabras de uno de los periódicos socialistas porteños que precedió a La Vanguardia -este último sería luego el órgano oficial del Partido Socialista-: "La Iglesia triunfó y dominó durante tanto tiempo gracias a las continuas fiestas, las reuniones de grandes masas al llamamiento de las campanas (...) Es preciso pues influir sobre la sensibilidad de los hombres para conseguir su actividad en un cierto sentido anhelado".21 En su siguiente número, El Socialista profundizaba su concepto sobre la Fiesta del Trabajo, esta vez en relación a los mismos trabajadores que debían conmemorarla:

"No hay mayor medio de infundir mayor sentimiento de amor propio y de elevar más la conciencia de su fuerza y poder que el de reunir el proletariado en masa y públicamente, bajo la bandera propia, y bajo la seña y el santo que proclama su libertad y el mejoramiento de las condiciones materiales de su existencia (...) no hay mejor medio de propaganda y de agitación que la demostración en la calle."22

Se vislumbra allí una apuesta de las agrupaciones socialistas locales por lograr una subjetivación política de las masas trabajadoras todavía inmaduras para los cánones autoimpuestos por aquellas. Al mismo tiempo, se percibe la constante referencia a unos "otros" siempre poderosos arraigados en el sentir de esas masas, con los cuales es necesario competir, pero también imitar en sus prácticas: el catolicismo, el militarismo, el patriotismo. Habiéndose creado el Comité Central Argentino del Partido Socialista Internacional en abril de 1895, Juan B. Justo publicará un artículo enviado desde Europa que constituye un documento notable. Fuertemente impresionado por el espectáculo estético de las coloridas y disciplinadas filas del Partido Obrero Belga (POB) en sus celebraciones públicas, hará un llamado a los dirigentes socialistas argentinos en pos de la adopción de nuevas formas de demostración que contrasta o, mejor aún, se complementa en buena medida con el tono de su más conocido discurso "cientificista". La apelación a instancias que tocaban fibras más sensibles en los militantes cumplía un papel que, ante sus mismos ojos, no debía ser desdeñado en una sociedad joven y plástica como la Argentina23:

"Todos los grupos con bandas de música, ramos de flores, antorchas y luces de colores formaron una manifestación del más bonito efecto. Pero lo más hermoso en ella era el entusiasmo y la significación. Los himnos de la libertad y de fraternidad, al mismo tiempo que de protesta y de lucha, la Marsellesa y la Internacional, animaron la marcha en todo el camino, cantados con el sentimiento y la expresión que sólo pueden tener los coros espontáneos y populares (...) qué poderoso medio de propaganda es la música. Cuántas almas que un razonamiento deja indiferentes serán arrastradas (...) Aprendamos a emplear en bien de nuestra causa, la música, que la Iglesia y el patrioterismo tan sabiamente emplean para perpetuar el reinado de la superstición y del odio".24

Como luego se verá, esta propuesta de una propaganda socialista apelando a dispositivos culturales capaces de movilizar y entusiasmar se materializará en la creación de una asociación partidaria relacionada, el Orfeón Socialista, que hará su estreno el 1° de Mayo de 1896. En este sentido, lo imperioso para la nueva dirigencia partidaria en esos primeros años era salir a la calle, exhibir sus fuerzas y entusiasmar a sus miembros, afianzando su identificación con la causa socialista, porque hasta ese mismo año las conmemoraciones no habían logrado trascender la estrecha sociabilidad del club, celebrándose en locales cerrados.

En verdad, esas instancias debían complementarse ya que, por distintos motivos, ambas aparecían como necesarias. Si el desfile público era una demostración de fuerza y de belleza de las "masas de trabajadores conscientes", el ámbito más íntimo de la conferencia daba lugar a la emotividad propia de quienes comparten una misma causa. Hacia la conmemoración de 1900, cuando estas prácticas ya pueden percibirse como un ritual consolidado y tipificado en sus formas, un protagonista de la propaganda socialista como Ingenieros afirmaba en una conferencia, luego impresa como folleto, que en todo el mundo "millones de conciencias se estremecen en una efusión suprema de entusiasmos generosos, vivificadas, todas, por el soplo de los mismos sentimientos, con todos los corazones palpitantes y confundidos en un mismo latido de promesas".25

La retórica de la pasión cumplía así una función clave en la propaganda socialista, constituyendo una forma de persuadir que se sumaba a lo que por otro lado era entendido como una doctrina científica y pensada como fondo de verdad en un sentido determinista26: "el advenimiento de esa organización socialista es inevitable, porque la historia ha demostrado que la ley de la evolución, progresiva y constante, domina todo el campo de los fenómenos de la vida social".27

Esa confianza en las leyes de la Ciencia, en el futuro promisorio de una sociedad redimida, era precisamente el núcleo duro del mensaje de la Fiesta del Proletariado, como se ve en el dibujo de portada de La Vanguardia para la conmemoración de 1894, en donde la metáfora lumínica de la "ilustración del proletariado" juega un rol central, colocándose en un primer plano una alegoría femenina portando la antorcha del socialismo que ilumina a los trabajadores venidos al país desde los barcos28 (ver Imagen 1, Apéndice). Llevado al extremo, el argumento puede pensarse como una metáfora religiosa en clave secular, en tanto el Socialismo se piensa como "Credo", "Aurora" o "Nueva Fe", efectuándose así un proceso de sustitución de figuras y referencias provenientes de la tradición judeo-cristiana29, como se ve, por ejemplo, en la veta romántica de Leopoldo Lugones:

"Estamos ya tan distantes de la religión vieja, que hemos debido crearnos nuevos días de fiesta (...) hay algo de inmensamente hermoso en este día de los oprimidos: La Esperanza (...) He aquí nuestra Pascua de Resurrección (...) no tan sólo la jornada reivindicatoria del trabajo sino el grito de guerra de los oprimidos..."30

Pero es necesario aclarar que la del 1° de Mayo no era la única conmemoración significativa que organizará el naciente Partido Socialista, aunque, de hecho, era la más significativa. Si se atiende a la otra fecha que actuaba como efeméride destacada en el calendario militante, la de la Comuna de París, observamos que desde las reuniones alusivas hasta los números especiales dedicados al 18 de marzo, la misma ocupa un lugar privilegiado pero en un claro segundo plano respecto de la Fiesta del Trabajo, al igual que en el resto de los partidos adheridos a la Segunda Internacional.31

Esa capacidad del 1° de Mayo para aglutinar no sólo los reclamos inmediatos sino también las máximas aspiraciones del movimiento socialista internacional y constituirse en una fecha-símbolo fue destacada tempranamente por la joven socialista polaca Rosa Luxemburg. En un breve artículo de 1894 reconstruyó su historia y su significación, remontándose al reclamo por la jornada laboral de 8 horas de los obreros australianos en 1856, para luego mencionar la fijación de la fecha por parte de los trabajadores norteamericanos en 1886, el Congreso Internacional Obrero de 1889 y el pedido del delegado de los sindicatos franceses de realizar una jornada de paro laboral pensada como "fiesta proletaria universal". Allí se pregunta qué podría proporcionar a los trabajadores más fe en su propia fuerza que un paro mundial simultáneo decretado por ellos mismos, cerrando con el argumento de que si el "1° de Mayo significaba establecer la jornada de ocho horas (...) mientras todas las exigencias no hayan sido satisfechas, el 1° de Mayo continuará siendo la manifestación anual de esos reclamos".32 Para lo que aquí nos interesa, será el mismo Partido Socialista argentino en proceso de constitución quien tomará la conmemoración anual como un ritual que actuaría como índice de su consolidación como fuerza política, capaz de construir identidad y poder. Esa capacidad performativa requería entonces como condición de posibilidad ocupar espacios como las plazas y calles, pero también, antes que nada, preparación.

Los trabajos previos para organizar la conmemoración, las llamadas "reuniones de propaganda" y las suscripciones para solventar los gastos, comenzaban a principios de marzo, dos meses antes de la celebración. Pero la consolidación de la situación partidaria y la misma complejización del ritual del 1° de Mayo otorgaron una mayordiversidad y densidad a esa elaboración coordinada. Pueden distinguirse en este sentido dos etapas: la que se extiende entre 1894 y 1896, de acuerdo tanto a un proceso de unificación partidaria y a formas conmemorativas semi-públicas, por un lado; y, por otro, aquella que discurre entre 1897, cuando los socialistas saldrán a las calles a festejar el 1° de Mayo, y 1900, con formas de celebración que ya pueden considerarse tipificadas y antes de que el llamado sector "organizador" del anarquismo comience a disputar una vez más la fecha a los socialistas.

Como se afirmó, en 1894 la organización estuvo a cargo de un "Comité para el 1° de Mayo" coordinado por "delegados de las agrupaciones socialistas"33, mientras que una serie de sociedades republicanas italianas harían su propio festejo y los grupos anarquistas se abstendrían de toda celebración.34 Esta lógica a la hora de plantear las convocatorias y centralizar los esfuerzos comenzará a cambiar al año siguiente, aunque sin mayores consecuencias en los resultados, ya que el Manifiesto publicado por el Centro Socialista Obrero (sucesor de la Agrupación Socialista) que invitaba "a celebrar manifestaciones y reuniones públicas, con las que (...) demostraremos a la clase capitalista nuestra fuerza"35, no logró viabilizar la tan ansiada salida a la calle. Sin embargo, se advierte lo que se ha señalado respecto de los manifiestos previos a las celebraciones del 1° de Mayo en Francia en tiempos de una embrionaria organización partidaria, en donde una determinada fuerza "se autoriza a hablar en nombre propio y pretende reservarse el monopolio de la producción y la interpretación de sus reivindicaciones".36

Para 1896 podemos advertir ya, en consonancia con estos avances, una trama más compleja en el armado conmemorativo. Esta vez se diversifican las actividades, sumándose el estreno musical del Orfeón Socialista (el órgano partidario afirmaba que con ello "nuestros medios de propaganda han recibido un poderoso contingente") y un picnic campestre, pero todavía el número de militantes adheridos a los 8 centros socialistas de la Capital aparece como una "minoría intensa" (unos 600, si confiamos en el informe de La Vanguardia).37 Un mes después el Congreso constituyente confirmaba "la declaración de los demás congresos socialistas declarando el 1° de Mayo" como jornada de protesta ante los poderes públicos38, tomando como fundamento las resoluciones de 1889, 1891 y 1893, las cuales habían progresivamente pautado las formas de "agitación y propaganda" que se recomendaba llevar a cabo, así como estipulado los sentidos de la "manifestación internacional del 1º de Mayo".39

El panorama es decididamente diferente en 1897 en lo que respecta a los trabajos previos y puede concebirse como el primer paso en la consolidación del ritual. En primer lugar, la sociabilidad partidaria se hace más densa, contando el PSOA con unos 22 centros adheridos en todo el país, pero sobre todo se creará ad hoc una "Comisión organizadora de la Fiesta del Trabajo" que de allí en más reiterará anualmente sus actividades. Por otro lado, el sistema de las suscripciones voluntarias para costear el número especial con ilustraciones que publicaba La Vanguardia desde 1894 debió complementarse con fondos de la caja partidaria para poder hacer frente a los gastos de las distintas instancias de la conmemoración.40 Éstas incluían ahora un programa sustancialmente enriquecido con varias veladas la noche de la víspera, manifestación callejera y reuniones nocturnas en un salón de la ciudad. Asimismo, el Comité Ejecutivo Nacional del PSOA (en adelante CEN)desde 1898 comenzó a despachar delegados oficiales que actuarían como conferencistas en las reuniones por el 1° de Mayo en el interior del país (Bahía Blanca, Santiago del Estero, Mar del Plata, etc.), estableciendo un control más efectivo sobre los núcleos socialistas locales.

Esta propaganda conmemorativa mediante reuniones, conferencias, reparto de volantes y pegada callejera de manifiestos partidarios no hará sino intensificarse en los últimos años del siglo, al calor del mismo crecimiento del Partido Socialista.41 Además de los barrios obreros de La Boca, Barracas y los Corrales -donde se encontraban los centros socialistas más numerosos-, el CEN se preocupó junto con el Centro Socialista Universitario de "activar la propaganda por todos los medios entre el elemento estudioso"42, dando muestras de que el mensaje en torno al 1° de Mayo estaba dirigido, según la circular a los centros socialistas, "a sus adherentes y a todos los que simpaticen con los principios del Partido Socialista Obrero Argentino".43

La ampliación del espectro de interpelación en torno a una fecha-símbolo que comenzaba a evidenciar su capacidad de movilización, como se intentará demostrar en el apartado siguiente, calará de esta manera en ciertos nichos particularmente valorados por el socialismo argentino, como era la juventud universitaria, un actor que había tenido un papel destacado en la agitación política iniciada a principios de la década de 1890 y que una UCR en descomposición ya no podía contener.44 Al mismo tiempo, ello implicaba cierto ajuste en el discurso partidario a la hora de invocar lo que podemos definir como figuras ideales del militante socialista. Las mismas se recortan en la propia iconografía conmemorativa del 1º de Mayo propuesta por La Vanguardia, pero el establecimiento de dicha tipología ideal requería, según la concepción pedagógica de la dirigencia socialista, una fijación de sentido. De allí que en el dibujo realizado por José María Cao en 1897 (ver Imagen 2, Apéndice) se muestra la confluencia de los "proletarios de todos los países" (el movimiento socialista internacional, parafraseando la célebre fórmula del Manifiesto comunista), que reclaman por la jornada de 8 horas, con los representantes del socialismo local: el "obrero", el "paisano" y el "trabajador intelectual":

"El 1° de Mayo es el día de revista de las fuerzas proletarias. El proletariado argentino concurre hoy también al desfile (...) El obrero, el trabajador de la ciudad, ha sido el pionero en dar el grito de emancipación y es el que lleva la bandera. (...) El paisano, es el productor argentino por excelencia, sin perder su tipo original, marcha también a combatir contra los señores de la tierra. Pero su presencia en nuestra figura es sólo un símbolo. Todavía el paisano no ha comprendido su situación. (...) Va, por fin, el obrero intelectual, el maestro de escuela, el profesor, el periodista, que, también se rebelan, porque sienten y comprenden la injusticia, porque les repugna la mezquindad y la hipocresía de la clase dominante".45

Estas imágenes eran una muestra cabal más de las aspiraciones que del verdadero arraigo del Partido Socialista entre los actores a quienes pretendía representar. Pero también debe consignarse que su expansión en nuevos espacios no dejará de generar tensiones: al repartir los estudiantes socialistas manifiestos por la Fiesta del Proletariado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1899 "se produjeron algunos incidentes violentos", según La Vanguardia, "debido a la intolerancia y falta de cultura de algunos estudiantes burgueses".46 La propaganda socialista, en general, y la pedagogía conmemorativa, en particular, entrañaba entonces sus momentos de tensión para los militantes partidarios, ya que en el fin de siglo argentino la primera de ellas adquirirá por su internacionalismo y antimilitarismo un tono disonante47 frente a un creciente patriotismo militante azuzado por la posibilidad de un conflicto armado con Chile48 -cuando, por ejemplo, el órgano oficial de la UCR calificó tempranamente de "planta exótica" al naciente núcleo socialista49-. Al mismo tiempo, esta actividad militante será crecientemente objeto de la represión policial -irrumpiendo en la velada nocturna del 1º de Mayo de 1897 o en el mitin socialista contra el fraude electoral poco antes de la conmemoración del año siguiente-, demostrando que desde los sectores dirigentes se la concebía con un sentido amenazante.50

De la reunión a la manifestación: las formas de la conmemoración socialista

Esta evolución en lo que hace a las instancias organizativas y a las preocupaciones de los miembros del joven partido por las formas más adecuadas para construir una instancia de identificación de los militantes se tradujo en una serie de prácticas. Las mismas, por supuesto, también muestran la creciente efectividad de los dispositivos rituales puestos en escena por los socialistas para encuadrar a las bases y darse una serie de símbolos que pretendían cohesionar y entusiasmar, al mismo tiempo que contribuía a disciplinarlas dentro de las filas del partido. Pero este no fue un proceso sencillo, ya que implicó una maduración del savoir faire de los dirigentes socialistas argentinos.

Hemos visto que el mitin del 1° de Mayo de 1890 en el Prado Español de Buenos Aires, en un contexto de crisis económico-política y de movilización social, había logrado reunir una cantidad de manifestantes sin precedentes en cuanto a las incipientes organizaciones de izquierdas.51 Como se afirmó, las primeras conmemoraciones promovidas por el núcleo partidario a partir de 1894 no lograron sobrepasar los límites de una sociabilidad embrionaria. Las reuniones nocturnas realizadas primero en el local de la Sociedad San Martín y en 1895 y 1896 en el Vorwärts convocaron a varios cientos de entusiastas, evidenciando la necesidad de contener a unas fuerzas que los mismos dirigentes consideraban demasiado débiles para disputar otros espacios.52 Así y todo, en 1894 algunos anarquistas irrumpieron en el local y se produjeron disturbios, refiriéndose a ellos Esteban Jiménez como una "masa inconsciente y desorganizada"53, mote descalificativo típico del discurso socialista.

En este marco semi-público del club, la proximidad del orador con el auditorio jugaba un papel esencial para lograr el efecto de comunión de creyentes en una misma causa, efectuándose discursos tanto en castellano como en italiano, francés y alemán, mientras que el mensaje de los mismos hacía hincapié en la necesidad de la "acción política" y en la "lucha legal". El dirigir la palabra desde la tribuna venía a confirmar la posición de varias figuras emergentes, como Justo, Ingenieros, Patroni y otros provenientes de las asociaciones de origen extranjero. También era un paso fundamental para otros recién llegados que comenzarían un largo cursus honorum en su trayectoria militante dentro del socialismo local, como Enrique Dickmann, presentado en las crónicas del acto de 1896 como "un joven ruso, estudiante"54, quien se encargó de comentar en sus memorias la emoción de compartir mesa con Lugones y Roberto Payró.55 La lectura de telegramas de adhesión de grupos socialistas del interior o de Brasil y Uruguay será asimismo una constante. El objetivo era mostrar que lo reducido del grupo reunido no implicaba aislamiento y que existía un código de acción conjunta propio de la cultura política socialista.

La conmemoración de 1896 actúa, por otro lado, como una transición hacia el tipo de celebración que se adoptará en los últimos años del siglo, al realizarse "con mucho más entusiasmo que el año anterior".56 Como consecuencia de la cercanía del Congreso partidario, el repertorio incluyó esta vez un momento de disfrute familiar matutino con un asado en los Corrales, pero una serie de elementos permiten confirmar esta mutación, que puede pensarse como la puesta en escena de la imagen que se quería proyectar. En el picnic campestre, Luisa Pizza, hija de un reconocido militante socialista y dirigente gremial, subió a la tribuna con una bandera roja e instó a sus "compañeras" a que lucharan por la "causa del socialismo", dando vivas al 1° de Mayo y al Socialismo. A continuación, "debido al entusiasmo del acto", los participantes decidieron "volver al centro en corporación" encabezados por "cuatro señoritas" con banderas rojas y entonando por las calles de la ciudad el Himno dei Lavoratori y el Himno de Carratalá, hasta llegar al local del Vorwarts, lugar de la velada nocturna.

Si se tiene en cuenta el reclamo hecho por Justo a la luz de su visita a Bélgica respecto de la música como forma de compenetrar a los militantes ("poderoso elemento de propaganda"), el estreno del Orfeón Socialista parece apuntar en esa dirección. Junto a "la Internacional" o "Marsellesa socialista", las marchas entonadas constituirán de allí en más los acordes litúrgicos y festivos de toda reunión socialista, siendo constantemente destacado por la prensa su papel como forma de entusiasmar a los manifestantes, pero también de hacerlos marchar ordenadamente, una preocupación recurrente de los dirigentes partidarios.57

En cuanto a la bandera roja, era ya un componente central de la "parafernalia ritual" del mundo obrero, en tanto "los nuevos temas ideológicos requerían nuevos símbolos visuales de la lucha anticapitalista y de la esperanza socialista"58. A su vez, la misma será tempranamente adoptada en Argentina por la cultura de izquierdas, "expresando la necesidad de dotar de un símbolo identificatorio a ese colectivo tan disperso y heterogéneo que eran los trabajadores locales hacia fines del siglo XIX".59 Ese símbolo que filiaba al naciente socialismo argentino con un movimiento mundial tendrá un lugar protagónico en la iconografía, los desfiles y las reuniones partidarias, pero sus sentidos se adaptarán a la ocasión. En su discurso del 1º de Mayo 1896, Lugones se referirá a la bandera roja como "símbolo de la aurora y no de la sangre", en torno a la cual se reunirían los manifestantes60, mientras que el Manifiesto lanzado por el Centro Socialista Universitario invitando a los estudiantes a la "Fiesta del Trabajo" del año siguiente los interpelará como parte de un colectivo de "obreros intelectuales" (figura ideal antes caracterizada) que debían acompañar a los "trabajadores manuales", cerrando con un "saludemos a la bandera roja de la IGUALDAD".61 Pero los sentidos de la insignia socialista podían ampliarse al preanunciar no sólo la escatología de la "Aurora futura" o los valores de la igualdad, sino también en tanto símbolo de lucha y sufrimiento. Como lo expresaba Justa Burgos Meyer en un poema, aquella no reconocía "ni jerarquías, ni fronteras": "Por eso es roja la bandera mía / Roja como esa sangre derramada / Por tanto mártir del trabajo, muerto / en la heroica jornada".62

Más importante aún para los socialistas, la bandera aportaba colorido, alegría y emotividad a las manifestaciones públicas, conformando un cuadro de uniformidad, combatividad y belleza estética que demostraba su creciente fortaleza, lo que comenzaba a ser por esos años un elemento de homogeneización en la cultura de los socialismos adheridos a la Segunda Internacional.63 En palabras de Ingenieros pronunciadas en la plaza Rodríguez Peña en 1899, las reuniones del 1º de Mayo eran el "espectáculo de una masa consciente de trabajadores" festejando en "todo el mundo civilizado (...) al pie de sus banderas rojas para celebrar la fiesta del trabajo"64. El momento de la concentración socialista, al contrario del sentido luctuoso que le asignaban los anarquistas, hacía del mitin un acontecimiento de regocijo para los participantes, que no dudaban en exteriorizar su identidad política en su misma vestimenta, como describía el periódico La Prensa a la masiva reunión de 1900, compuesta de "numerosos grupos de obreros con sus trajes de fiesta, llevando en el ojal del saco el simbólico clavel rojo, u otras flores de color parecido".65

Como se dijo en relación a los trabajos de preparación, a partir de 1897 el repertorio conmemorativo se ampliará y puede afirmarse que a partir de allí el acto central del 1° de Mayo socialista será un disciplinado desfile callejero con un itinerario fijo. Las formas adoptadas se repetirán año a año y se mantendrán hasta entrado el nuevo siglo, cuando los anarquistas vuelvan a disputar la fecha al Partido Socialista. El Manifiesto lanzado para aquella ocasión revelaba las pretensiones de la fuerza institucionalizada el año anterior. En cuanto al sentido del acto, al original reclamo por la jornada laboral de 8 horas se sumaba ahora la protesta contra el militarismo propuesta por el Congreso Socialista de Londres de 189666, un fenómeno en plena escalada en Europa y que en Argentina se vivía en la inminencia de un conflicto con Chile. La innovación en las formas estribaba -además de un llamado al paro de actividades- en la convocatoria a una concentración en plaza Constitución para marchar luego por las calles Buen Orden, Entre Ríos y Callao hasta llegar a la plaza Rodríguez Peña, frente al edificio del Consejo Nacional de Educación.67 Incluso el periódico disidente La Montaña exhortaba a los centros socialistas y a las sociedades de resistencia nucleadas en la Federación Obrera a concurrir "en corporación con sus banderas respectivas".68

Como se reiterará a partir de ese año, la comisión organizadora solicitó la autorización al jefe de Policía de la Capital y el resultado fue un "perfecto orden".69 Calculada la manifestación entre 3.000 y 4.000 participantes -de acuerdo a la fuente periodística-, partió de la plaza:

con cartelones y banderas rojas, cuyas inscripciones eran estas: "Viva el 1° de Mayo", "Viva la emancipación social", "Abajo el militarismo", "Club Balvanera", "Centro Socialista del Pilar", "Centro Socialista de Barracas al Norte", "Agrupación Carlos Marx", "Centro Socialista Obrero", "Federación Obrera", "Centro Socialista Universitario", "Queremos las ocho horas", "Constructores de carruajes", "Sociedad de curtidores" (...) Encabezaba la columna un piquete de guardias de seguridad y una banda de música que durante el trayecto recorrido hasta llegar a la plaza Rodríguez Peña despertó gran entusiasmo en los concurrentes, tocando el himno de los trabajadores y la Marsellesa (...) En todo el camino se hizo notar el orden guardado (...) Al llegar la columna a Buen Orden entre Moreno y Alsina varias señoritas, desde un balcón, arrojaron flores con cintas rojas a los manifestantes, (...) La satisfacción por el éxito obtenido se retrataba en todos los semblantes que alegres festejaban de esa manera la fiesta del proletariado.70

La descripción resulta ilustrativa de las instancias materiales y simbólicas que cincelan el ritual partidario del 1° de Mayo socialista: por un lado, los carteles se encargaban de explicitar las consignas y fijar el sentido para los participantes, mientras el celo puesto en la disciplina de los mismos se complementaba con la marcha al son de los himnos socialistas y las banderas al frente. En efecto, la formación de la columna "en corporación", custodiada por los agentes policiales y rodeada de una buena cantidad de espectadores curiosos del fenómeno, se advierte bien en las que probablemente fueron las primeras fotografías de los desfiles socialistas publicadas como toda una demostración pública por el semanario Caras y Caretas71 (ver Imágenes 4 y 5, Apéndice).

El orden de la columna, que aportaba una connotación cuasi marcial, remite a un lenguaje y un repertorio de acción de la época que no eran privativos de los socialistas. El fenómeno se relacionaba con la movilización de un colectivo a partir de agrupaciones menores y de actividad más regular (como los centros y clubes barriales), proyectando una imagen de cohesión, fuerza visual y disciplina interna que debía demostrarse en la "toma de la calle"72, por lo que resulta plausible plantear la existencia de una circulación de nociones y convicciones en torno a este tipo de instancias conmemorativas.

Según Caras y Caretas, que se constituiría en una verdadera vitrina hacia un público más amplio, el 1º de Mayo a fines de siglo era ya todo un acontecimiento social que no suscitaba "temores de especie alguna", como sí había ocurrido en los primeros años de la década, fundamentalmente en Europa -aunque esta minimización del carácter contestatario pronto devendrá ilusoria en el cambio de siglo-: "En Buenos Aires damos fe de que los socialistas se condujeron del modo más pacífico", esto es, "una democrática manifestación socialista, cuya saliente más belicosa, era la nota roja de las banderas y de las grandes flores punzoes que coloreaban en los ojales de las chaquetas y en los peinados de las animosas obreras, que formaban un grupo pintoresco en la columna, ataviadas con los vestidos más almidonados y paquetes".73

Puede observarse también que esa composición de los desfiles constaba de los centros socialistas, efectivamente encuadrados en el partido, los gremios adheridos a la Federación Obrera socialista, que sumarán 5 en 1898 y 7 en 189974, demostrando el crecimiento de la prédica socialista entre las sociedades obreras75, pero también de mujeres y niños que aportaban su propia experiencia militante y que el partido intentará contener y encuadrar. En efecto, será en esos años finales del siglo -a diferencia de los primeros de la década de 1890- cuando las mujeres comiencen a tomar mayor protagonismo en las filas del socialismo argentino. Ello se expresará tanto en las páginas de La Vanguardia, a partir de intervenciones y traducciones que planteaban y problematizaban la cuestión, como en la mayor visibilidad de ciertas referentes, tal el caso de Cecilia Baldovino, futura miembro del Centro Socialista Femenino y fundadora de la Unión Gremial Femenina (1903), quien en el mitin del 1º de Mayo de 1899 dio un discurso en plaza Rodríguez Peña sosteniendo el reclamo de las mujeres por obtener "los mismos derechos que para el hombre en el terreno político, jurídico, moral y social", exhortando a las mismas a "cooperar a este gran movimiento social que se está produciendo en todo el mundo civilizado y que preparará el advenimiento del Socialismo".76

Consecuentemente, la diversificación de la sociabilidad partidaria se plasmará en la organización de veladas conmemorativas de la Fiesta del Proletariado promovidas y protagonizadas por la Juventud Socialista (1898 y 1899), la sociedad filármónica dramática Arte y Socialismo (1899)77 o los hijos de los militantes junto a sus madres (1900). Todas ellas replicaban la liturgia de las reuniones nocturnas (banderas rojas, himnos socialistas, retratos de Marx) que seguían celebrándose luego del desfile central, pero sumaban programas con una panoplia de actividades, enriqueciendo el sentido de la fecha: bocetos teatrales sobre el 1° de Mayo y sátiras antiburguesas, proyecciones luminosas y coros de niños78, interpretaciones de La Bohème de Puccini, bailes familiares y conferencias políticas o "de propaganda" a cargo de Dickmann, Justo o Ingenieros, quien en una de ellas se puso de pie y comenzó a entonar el himno de Turati, siendo luego coreado por el auditorio.79

La iconografía conmemorativa permite una vez más ilustrar estas evoluciones. En 1898 se observa cómo una pareja de trabajadores con sus hijos contemplan el espectáculo de un imponente y alegre desfile socialista a campo abierto, precedidos los manifestantes por sus típicas banderas rojas, mientras agitan sus sombreros dando vivas a la causa por la que luchan (ver Imagen 3, Apéndice). En el imaginario socialista, la familia es ahora un grupo militante que cuenta con instancias partidarias para integrar a todos sus miembros en la trama de una sociabilidad culturalmente enriquecida, al mismo tiempo que el movimiento gana en dimensiones en su marcha hacia un futuro que no puede sino ser venturoso, esto es, la "Aurora" del socialismo, en consonancia con los célebres íconos propuestos por el artista socialista inglés Walter Crane.80

Lo que puede concebirse como la institucionalización del desfile no dejará de generar transgresiones al programa tipificado por la comisión organizadora, pese a la omnipresencia de destacamentos policiales. En 1898, año de la guerra hispano-estadounidense y con un Partido Socialista posicionado por la independencia de las viejas colonias, al llegar la columna frente al Club Español "prorrumpió en vivas a Cuba Libre, a los Estados Unidos y a la Civilización".81 Mientras que en 1899 se produjo un incidente mayor cuando el cortejo socialista se desvió de su camino y pasó ante la legación diplomática de Chile, exclamando algunos manifestantes consignas anti-militaristas pero también insultos, lo cual generó una protesta del ministro de ese país ante el mismo presidente Roca, que tuvo que darle sus explicaciones.82

Finalmente, el sentido de "protesta" que le imprimían los socialistas al 1º de Mayo, además de los de "afirmación" y "fiesta" anual83, se reforzará asimismo en 1898 al coincidir el domingo de su realización con los ejercicios de la Guardia Nacional -recientemente convocada por el gobierno en el contexto del conflicto con Chile y que obligaba a los hombres ciudadanos argentinos mayores de 18 años-84, ante lo cual los socialistas se encargaron de saludar en clave internacionalista a los "hermanos trabajadores chilenos". Dicho sentido adquirirá aún más vigor a partir de 1899, año en que se institucionalizó el discurso presidencial de apertura del Congreso de la Nación el 1º de mayo, en conmemoración del día de la sanción de la Constitución Nacional de 1853.85 Una ceremonia oficial que Ingenieros condenó como producto del "pastel electoral" de los "partidos políticos burgueses".86

En cualquier caso, para 1900 los socialistas movilizaron miles de hombres (10.000 de acuerdo a La Vanguardia) con sus estandartes, el Comité Ejecutivo Nacional al frente, dos bandas de música, en formación "de 8 en fondo", "con un orden irreprochable" y "entusiasmo indescriptible".87 Prefigurando la descripción de Ibarguren, los organizadores podían afirmar con orgullo que "la fiesta se ha celebrado regularmente todos los años (...) la bandera roja se pasea por muchos pueblos (...) Las plazas de Constitución y Rodríguez Peña están tan vinculadas a nuestra manifestación del 1° de Mayo que no es posible callarlas".88 Eso sólo en Buenos Aires, porque también se consolidaban las reuniones, conferencias y desfiles públicos socialistas con banderas y bandas de música a cargo de los Centros Socialistas Obreros en Córdoba, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tucumán, Santiago del Estero y otras localidades de provincia, repartiéndose por ejemplo folletos de Ingenieros y ejemplares de La Vanguardia89, imitando la "imponente manifestación" socialista porteña. Este tipo de demostración, finalmente, llamaba a la reflexión para aquellos testigos que eran conscientes de lo que sus promotores intentaban poner en juego:

La organización del socialismo argentino es un fenómeno sociológico que empieza ya a adquirir relieves interesantes, sobre los que vale la pena de que vayan fijando su atención los estadistas, pues se trata de un elemento nuevo que se forma, se disciplina y se prepara (...) El socialismo argentino crecerá, y será antes de mucho tiempo un factor con que será preciso contar para la acción política (...) a poco que se le tome el punto a esa masa que fermenta y crece en el suelo social.90

La fuerza que un lustro atrás lograba reunir con su propaganda algunos cientos de personas en un local cerrado y comenzaba a participar de la gimnasia electoral, en el cambio de siglo contaba ya con un diversificado ritual de ocupación del espacio público "con su carga amenazante, pero también con su modernidad irrecusable"91, contribuyendo a dar forma a una joven y prolífica cultura política. Sin lugar a dudas, se estaba más cerca aquí de la propia exaltación del Partido Socialista, presentado con el virtual monopolio sobre la conmemoración del 1° de Mayo, que de la "autorrepresentación de una clase", como afirma Hobsbawm.92 Pero en los años siguientes una nueva oleada de conflictividad obrera volverá a poner sobre la escena la disputa, aunque también cierta implícita colaboración, con el anarquismo, aportando nuevos sentidos y convirtiéndola en una fecha aún con mayor representatividad entre los sectores obreros.93

Las tres fuentes del ritual socialista, una interpretación

Una vez analizada la evolución y consolidación en las formas en que se expresó el ritual socialista del 1° de Mayo, debe atenderse a cuáles fueron los modelos o las fuentes disponibles y tenidas en cuenta por los miembros del partido a la hora de elaborar un tipo de manifestación que fuese eficaz para encuadrar y entusiasmar a los militantes. La hipótesis que aquí se sostiene plantea que esas fuentes remitían a dos ámbitos, uno internacional, en el cual los socialistas abrevaban identificándose con las expresiones del movimiento socialista, y otro local, en el que efectivamente actuaron los fundadores del partido en esa década de 1890, entre sus "otros" y la propia experiencia de construcción política.

En cuanto al modelo internacional, si bien el Congreso de París de 1889 había resuelto una conmemoración mundial para el 1° de Mayo del año siguiente como jornada de protesta y de reclamo por las 8 horas, la capacidad de realizar exitosamente la consigna anualmente a partir de entonces experimentó diferencias en cada país de acuerdo a la fortaleza y protagonismo de las fuerzas socialistas. De esta forma, mientras en ciertos lugares como Francia la celebración anual se vio obstaculizada por las divisiones internas al propio campo socialista y las restricciones al derecho de manifestación94, desde las crónicas de La Vanguardia se destacaban fundamentalmente dos ejemplos. Por un lado, el del potente Partido Socialdemócrata Alemán, con manifestaciones masivas y "en el mayor orden", lo que era valorado como una virtud, y, por otro, el mencionado POB, fuerza de un pequeño país pero que con su organización y arraigo en las masas obreras se presentó tempranamente como modelo para la novel dirigencia socialista argentina.95 Impresionado el propio Justo con esas imágenes en su viaje de 1895 y siendo constante la referencia del periódico a las mismas96, los casos merecen un análisis detenido. Lo importante es que las manifestaciones públicas de belgas y alemanes constituyeron en sí mismas un objeto de reflexión de los dirigentes, intelectuales y publicistas socialistas.

Precisamente un destacado especialista en arte del POB y director de actividades en la Maison du Peuple de Bruselas, Jules Destrée, se encargó de analizar los desfiles y la liturgia socialistas desde la perspectiva de lo que llamó la "estética de los cortejos". La elaboración de los mismos, a su entender, debía tomar la forma de "las pompas eclesiásticas" y los "cortejos militares" pero atendiendo a la "satisfacción de las aspiraciones estéticas del pueblo". El objetivo era, entonces, generar un espectáculo que fuera más allá de la Razón y penetrara en la sensibilidad de los trabajadores, haciendo referencia por ejemplo a la belleza del 1° de Mayo de 1896 en la capital belga, cuando "el desfile paciente, en largas filas serpenteaba sobre sí mismo, como en los cuadros de los viejos maestros, de miles y miles de hombres portando cada uno una linterna veneciana roja", concluyendo que ese todo constituía "un espectáculo en movimiento".97

No cabe duda que este tipo de escritos tenían un claro objetivo de pedagogía política para la dirigencia partidaria, de modo que no sorprende la recepción y difusión de obras referidas a la "propaganda socialista" en ese "partido faro" que era la socialdemocracia alemana.98 Es el caso de los fragmentos del libro de Edgard Milhaud La Démocratie Socialiste Allemande99, aparecidos en el periódico partidario bajo el título de "La propaganda en Alemania". En las sucesivas entregas se expone un detallado recorrido de las "grandes solemnidades" del 1° de Mayo en las distintas ciudades del imperio, haciéndose hincapié en "la idea de la solidaridad internacional de los trabajadores" como el mensaje fundamental que se quería transmitir. Por otro lado, se desagregan las distintas modalidades de los festejos: masivos mitines urbanos con discursos de líderes de la talla de Bebel o Liebknecht, desfiles entonando La Marsellesa, fiestas campestres, paseos en bote, cantos de las sociedades corales de niños, conferencias en locales adornados "con banderas rojas, gallardetes y estandartes simbólicos", a los cuales asistían "obreras y obreros con sus rojos de fiesta". Toda la "parafernalia ritual" de la que habla Hobsbawm apuntaba así a formar y entusiasmar a los militantes del partido. En las palabras de Milhaud aparecidas en La Vanguardia: "con los atractivos de la fiesta se los ha conquistado; conviene instruirlos sobre el significado".100

Por otro lado, quienes llevaron adelante el proceso de construcción partidaria y dieron forma a la celebración del 1° de Mayo socialista, no podían permanecer ajenos a otro tipo de rituales que se fueron instalando en esa década de 1890 y que sin dudas los interpelaban, sobre todo si se tiene en cuenta que los socialistas se mostraban sensibles a estos fenómenos de movilización de las incipientes masas urbanas. En la Argentina finisecular, la pregunta sobre cómo construir una identidad socialista en el seno de los cada vez más protagónicos sectores obreros, e incluso más allá de ellos, debía atender a las otras identidades que estaban tomando forma: la patriótica/nacional, con connotaciones militaristas de acuerdo al imaginario de las izquierdas; la católico-social, pensada por los publicistas del socialismo a la vez como "mistificación", encubrimiento de la dominación burguesa y aliada al chovinismo militarista; y la de nuevas fuerzas políticas que se mostraban con una base popular y notable capacidad de movilización, como la radical.

Constituirá entonces un dato recurrente la alusión de varios referentes socialistas a la militancia católica de muchos trabajadores, entendida como un obstáculo para el crecimiento del socialismo. Así, en la conmemoración del 1° de Mayo de 1894, uno de los oradores, el obrero panadero Alberto Manresa, se quejará de la escasa asistencia a la reunión debido a concepciones como la de los "obreros católicos que iban en peregrinación a Luján"101, y pocas semanas después, al celebrarse el 25 de Mayo, desde La Vanguardia no podían sino mostrarse molestos con la efectividad de lo que se menciona como el "aparato bélico-religioso" del Estado, debido a que "los colores vivos del traje de las tropas y las bandas militares atrajeron algunos miles de curiosos" durante el desfile posterior al Te Deum oficial en la catedral.102 La cuestión era que, efectivamente, desde las instituciones estatales se estaban promoviendo instancias de movilización y encuadramiento en pos de identificar a los ciudadanos con la Nación, en una sociedad en plena transformación y que sus gobernantes veían cada vez más amenazante en su cosmopolitismo. Éstos también asignaron en esos años una importancia particular a los festejos y los desfiles, aunque con un sentido "patriótico" y una composición civil y militar basada en el modelo del ciudadano-soldado.103 Una lectura arraigada de los socialistas al respecto, al menos en esta década de 1890, será la expuesta por Justo el 1° de Mayo de 1896, argumentando que la diferencia de la "Fiesta del Proletariado" respecto de las otras residía en su mensaje, o sea, en su sentido, antes que en las formas:

No es una de estas fiestas retrospectivas, alimentadas por la leyenda religiosa o patriótica, y destinadas a atraer hacia atrás las miradas del pueblo, para hacerlo reaccionario y conservador.

Hoy no celebramos lo que ha sucedido, sino lo que tiene que suceder.104

Esta comparación se haría más aguda en los años de fin de siglo, cuando el crecimiento de la actividad socialista encuentre la oposición de un potente discurso nacionalista, en el contexto del conflicto limítrofe con Chile, y una incipiente pero altisonante disputa con los Círculos de Obreros Católicos del cura redentorista Federico Grote, que intentaba conciliar una respuesta a la "cuestión social" con la moral tradicional del catolicismo.105 Como se dijo más arriba, el militante socialista festejaba el 1° de Mayo, según Patroni, en tanto parte de un "proletariado consciente" guiado por la ciencia y para dar "un llamado enérgico a los que yacen en el aletargado sueño de la indiferencia", producto de las "farsas patrioteras" y las "megigangas religiosas"106, en clara alusión a esos "otros" con que competía el mensaje socialista, ante el retroceso de lo que entendía como la "masa insconsciente y desorganizada" del anarquismo. Se percibe así la configuración que se elaboraba desde el Partido Socialista en torno al 1900 acerca de contra quién se competía y de qué forma, sobreestimando el poder de las manifestaciones públicas en las calles como un medio para atraer y encuadrar a un público receptivo, preferentemente obrero. En este sentido, resulta por demás sugerente que al comenzar la organización de la celebración de 1901 La Vanguardia concibiera al 1º de Mayo como "un día sagrado", un "enorme soplo de fe" análogo al "9 de Julio de los patrioteros" o a la "Semana Santa de los frailes"107; una apropiación secularizada del lenguaje religioso que, como se ha visto, se instalaba en el centro de un mensaje político que apelaba a una creencia y concebía a la identidad socialista como una verdadera fe política.

De todas formas, el actor que había logrado llevar a cabo verdaderas movilizaciones masivas, haciendo desfilar anualmente a miles de personas en las calles de Buenos Aires, era la UCR, en especial en las conmemoraciones de la Revolución del Parque. Este verdadero mito fundacional de la agrupación la había destacado en el primer lustro de la década como el más férreo opositor a los gobiernos conservadores y los mismos socialistas le atribuían un carácter popular108, que sin embargo comenzó a declinar -producto de sus fracasos políticos y sus divisiones internas- al mismo tiempo que el Partido Socialista comenzó su despegue hacia 1896-1897.109 Como sea, los radicales ya desde 1891 realizaban "procesiones cívicas" conmemorativas que aportaban elementos que luego los socialistas incluirían en sus desfiles del 1º de Mayo: la marcha "en corporación" organizada a partir de los clubes con sus estandartes y bandas de música al frente, pero también la presencia de patricias "damas y señoritas" que arrojan flores rojas al paso de los manifestantes, aportando un colorido carácter festivo a la celebración. Resulta difícil entonces eludir una referencia que era cercana espacial y temporalmente para los socialistas que organizarían la Fiesta del Proletariado desde 1894, y que a partir de 1897 celebrarían con desfiles de características muy similares a los radicales, aunque sin el carácter patricio -pero también muy popular- de estos.110

Finalmente, puede encontrarse otra de las fuentes del 1° de Mayo en la propia práctica política de los socialistas. Porque si bien los grupos originarios que confluyeron en el PS habían promovido ciertas movilizaciones y protestas callejeras, el arraigo territorial en los barrios de la ciudad y la tipificación progresiva de un savoir faireredundarán en una ocupación más o menos sostenida y regular del espacio público urbano: "procesión" a favor de la jornada legal de 8 horas en Capital federal en octubre de 1894111, mitin por el triunfo electoral socialista en Italia en junio de 1895, contra las leyes de conchavo en abril de 1896, de solidaridad con los obreros mecánicos ingleses en diciembre de 1897112, contra el fraude en abril de 1898, en pro de la reglamentación del trabajo hasta la plaza de Mayo en febrero de 1900, etc. No cabe duda que esta gimnasia manifestante promovida desde el PS y mostrándose capaz de interpelar a miles de personas con una identidad política definida, contribuyó así a que el 1° de Mayo se constituyera en su exhibición de fuerza anual por excelencia, luego de superar el predominio anarquista entre los sectores obreros, pero también sus propias limitaciones organizativas.

Consideraciones finales

Teniendo en cuenta la relativa rapidez con que se desarrolló el fenómeno, estas referencias convierten entonces el sentido y las formas del ritual socialista en un fenómeno tan rico como complejo. Se ha demostrado a lo largo de este trabajo que el modelo de los partidos de la Segunda Internacional era bien conocido, haciéndose esfuerzos conscientes por adoptar las prácticas que se consideraban más efectivas para dar cuenta de la identificación con un colectivo más amplio de carácter mundial. Pero también es evidente que el 1° de Mayo implicaba en buena medida una adaptación de concepciones y métodos más próximos a la experiencia del socialismo local. Algunos de ellos pueden rastrearse incluso en la "cultura de la movilización" porteña previa a 1880, remitiendo otros a las contemporáneas "procesiones cívicas" caras al patriotismo militante que emergió en esos años de consolidación estatal y del conflicto con Chile, el cual constituyó probablemente el primer episodio de fiebre chovinista en el país, ante el cual la consigna socialista del antimilitarismo se planteó como un leitmotiv hasta bien entrado el siglo XX, pasando por el Centenario de 1910 y los inicios de la Primera Guerra Mundial.

La diferencia con aquel clima previo estriba en que para el fin de siglo se gestarán fenómenos políticos cualitativamente distintos a los de las décadas precedentes. Porque si bien las fuerzas políticas emergentes no dejarán de apelar en su prédica al "interés general", no se colocarían precisamente "fuera de las diferencias partidarias"113, sino todo lo contrario, lo que revela la significación que adquirieron los más tipificados rituales políticos que comenzaron a proliferar.

En este sentido, las manifestaciones socialistas, en particular las del 1° de Mayo, se presentaron como un componente cada vez más importante del nuevo estilo político que comenzó a operar en la década de 1890, el cual por primera vez ponía en el centro de la escena pública a fuerzas políticas que, gestadas desde el llano, constituyeron solidaridades militantes de notable popularidad y perdurabilidad en la emergente política de masas. En ese proceso, los socialistas nucleados en su nuevo partido hicieron su aporte al desarrollo y diversificación de la cultura política de las izquierdas, pero al mismo tiempo se dotaron tempranamente de un ritual político-partidario cada vez más convocante y que los presentaba como los exponentes de unos sectores obreros organizados y demandantes de nuevos derechos. En este sentido, el ritual conmemorativo puede pensarse como un índice de la situación del partido dentro del espectro más amplio de fuerzas políticas en la Argentina del cambio de siglo, pero también de la consolidación de la organización partidaria del socialismo.114

La proliferación de una rica sociabilidad en su seno y el despliegue de una panoplia de sugestivos símbolos identificatorios, como las banderas rojas, los estandartes de los centros y clubes, los orfeones musicales y los himnos socialistas, les permitió asimismo interpelar a actores sociales en búsqueda de una fuerza que los representara y les brindara protagonismo, como es el caso de las mujeres, los jóvenes y la intelectualidad. Por otro lado, estos momentos conmemorativos constituirán mojones significativos, verdaderas inflexiones vitales, en el cursus honorum individual de diversas historias militantes -como lo demuestran los casos de un Enrique Dickmann o un Nicolás Repetto en las retrospectivas sobre su "conversión al socialismo"115-, pero también contribuirán a cincelar la figura ideal del militante imbuido de los valores y las prácticas del joven socialismo. Al mismo tiempo, la "Fiesta del Proletariado" dejaba evidenciar otro aspecto fundamental de la politización en la Argentina moderna, ese que remite a la pasión, el regocijo y la emotividad de aquellos cientos y miles que no necesariamente se veían involucrados cotidianamente en la trama de la intensa cultura política socialista, pero que aparecían como la "masa" o el grueso de la manifestación del 1º de Mayo. Esto no dejará de ser demostrado tanto por la prensa partidaria como por la "burguesa" al referirse a los cantos, al coreo de consignas e, incluso, a los eventuales desbordes y violencias de un acontecimiento que era también una expresión de protesta ante el orden social y político existente.

En todos esos aspectos, el 1° de Mayo y el conjunto de las instancias que hacían a su minuciosa preparación condensaban el capital material y simbólico que los socialistas argentinos construyeron en el cambio de siglo, cuando un contexto político de crecientes luchas, pero también de mayor apertura y visibilidad de su accionar, les otorgará nuevas oportunidades al iniciarse el otoño de la Argentina conservadora.116 La competencia será ahora, entre otros, con un renovado anarquismo de tendencia organizadora que desde 1901 reivindicará nuevamente la fecha-símbolo, pero también luego con un radicalismo reconstruido, que le disputarán las trabajosamente ganadas bases populares. Un temprano logro del socialismo que hubiera sido impensable de no haber mediado el metódico trabajo de consolidación finisecular aquí analizado.

Apéndice de imágenes

1. Portada del primer número conmemorativo de La Vanguardia para el 1º de Mayo, de Tomás Ivanson. Fuente: La Vanguardia, 1 de mayo de 1894.

2. Portada del número especial de La Vanguardia para el 1º de Mayo, de José M. Cao. Fuente: La Vanguardia, 1 de mayo de 1897.

3. Portada del número especial de La Vanguardia para el 1º de Mayo. Fuente: La Vanguardia, 1 de mayo de 1898.

4. Desfile socialista por el 1º de Mayo en la ciudad de Buenos Aires, frente a la plaza Belgrano. Fuente: Caras y Caretas, 6 de mayo de 1899.

5. Desfile socialista por el 1º de Mayo en Buenos Aires, "en corporación" por calle Cerrito. Fuente: Caras y Caretas, 5 de mayo de 1900.

--------------------------------------------------------------------------------

Notas:

1 Algunos de los problemas aquí desarrollados fueron analizados de forma parcial en el XI Congreso Nacional y IV Congreso Internacional sobre Democracia, Rosario, en septiembre de 2014, y en las X Jornadas de Investigadores en Historia, Mar del Plata, en noviembre de 2014, así como en el seminario "Arte, estética y política", de la Universidad Nacional de Quilmes (2013). El autor agradece las sugerencias de Anahí Ballent, los agudos comentarios de Julián Melo y las intuiciones compartidas por Alejandro Cattaruzza, aunque se los exime de las conclusiones extraídas en este trabajo.

2 Universidad Nacional del Litoral - CONICET. Email: reyesfranciscoj@live.com.

3 José M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, Rosario, Librería, (1899), 1974, pp. 239 y 242.         [ Links ]

4 Carlos Ibarguren, La historia que he vivido, Buenos Aires, Peuser, 1955, p. 152.

5 Osvaldo Arias, "¿Fiesta o protesta popular? El 1° de Mayo en América Latina", en Nueva Sociedad, núm. 83, mayo-junio de 1986.         [ Links ]

6 Aníbal Viguera, "El primero de Mayo en Buenos Aires, 1890-1950: evolución y usos de una tradición", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", tercera serie, núm. 3, 1991.         [ Links ]

7 Lucas Poy, "Socialismo y anarquismo en los orígenes del 1° de Mayo en Argentina (1890-1895)", en Trabajadores. Ideologías y experiencias en el movimiento obrero, año 1, núm. 2, 2011.         [ Links ]

8 Juan Suriano y Luciana Anapios, "Anarquistas en las calles de Buenos Aires (1890-1930)", en Mirta Lobato (ed.), Buenos Aires: manifestaciones, fiestas y rituales en el siglo XX, Buenos Aires, Biblos, 211.         [ Links ]

9 Trabajos de síntesis que abordan las sucesivas etapas en la conformación del "movimiento obrero", en general, o del "movimiento socialista", en particular, se han encargado también de recalcar que la primera celebración del 1º de Mayo en Argentina actúa en términos histórico-cronológicos como punto de llegada de experiencias previas, así como de plataforma para la instancia decisiva de ambas historias. Cfr. Julio Godio, Historia del movimiento obrero argentino (1870-2000), t. I: "La época de las corrientes sindicales fundadoras (1870-1943)", Buenos Aires, Corregidor, 2000, pp. 86-91;         [ Links ] y Ricardo Falcón, "Orígenes del movimiento socialista en Argentina. Prólogo. Capítulo I y II", en Cuadernos del Ciesal, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, núm. 10, julio-diciembre de 2011, pp. 44.         [ Links ]

10Augusto Khün, "Apuntes para la historia del movimiento obrero socialista en la República Argentina", en Políticas de la Memoria, CeDinCi, núm. 5, (1916) 2004/2005.

11 Émile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Alianza, [1912] 2003, pp. 561 y 575.         [ Links ] En un análisis crítico desde la antropología en torno al fenómeno de los modernos rituales políticos, Marc Abélès afirma que el ritual, entendido como práctica, y la simbología política, en tanto universo de significación, se relacionan con tres dimensiones superpuestas: la del saber, la de la sacralidad (que puede adquirir un carácter secular) y la del tiempo. Marc Abélès, "Mises en scène et rituels politiques. Une approche critique", en: Hermès, CNRS Éditions, núm. 8-9, 1991, p. 257.         [ Links ]

12 La noción de cultura política remite aquí a Jean-François Sirinelli, "De la demeure à l'agora. Pour une histoire culturelle du politique", en: Vingtième Siècle, núm. 57, enero-marzo 1998.         [ Links ]

13Para dicho proceso de unidad partidaria remitimos, por un lado, al clásico de la "historiografía oficial" del socialismo, Jacinto Oddone, Historia del socialismo argentino, t. I, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983;         [ Links ] y, por otro, para los trabajos más recientes de la renovación historiográfica, a Ricardo Martínez Mazzola, El Partido Socialista y sus interpretaciones del radicalismo argentino (1890-1930), Tesis Doctoral en Historia, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2008, pp. 67-78;         [ Links ] y Horacio Tarcus, Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, científicos e intelectuales, Buenos Aires, Siglo XXI, [2007] 2013.         [ Links ]

14 Christophe Prochasson, Le Socialisme, une culture, París, Fondation Jean Jaurès, 2009, p. 30.         [ Links ]

15 En 1894 Esteban Jiménez, uno de los oradores del acto nocturno, expresaba ante una menuda concurrencia: "Estamos viendo que el número de trabajadores conscientes y prontos a lanzarse a la conquista de sus derechos, es todavía exiguo si se le compara con el número incalculable de los que aún sufren pasivamente su opresión". "1º de Mayo. Nuestras reuniones", La Vanguardia (en adelante LV), 5 de mayo de 1894.

16 Adrián Patroni, "El 1° de Mayo", en Almanaque Socialista de La Vanguardia para 1900, Buenos Aires, La Vanguardia, 1899.

17 Eric Hobsbawm, "The Transformation of Labour Rituals", en Worlds of Labour. Further Studies in the History of Labour, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1984.         [ Links ]

18 Marc Angenot, "La propaganda socialista. Elementos de retórica y de pragmática", en Interdiscursividades. De hegemonías y disidencias, Córdoba, Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, 2010, p. 119.         [ Links ]

19 Kevin Callahan, Demonstration culture. European Socialism & the Second International, 1889-1914, Leicester, Troubabor Publishing Ltd, 2010, p. XIII.         [ Links ]

20 Al respecto, remitimos a María Inés Tato e Inés Rojkind, "Introducción" al dossier: "Usos políticos del espacio público en la Argentina, 1890-1945", en PolHis, año 5, núm. 9.         [ Links ]

21 "Fiesta del 1° de Mayo", El Socialista, 18 de marzo de 1893 (subrayado propio).

22 "La fiesta del 1° de Mayo", El Socialista, 25/03/1893. Analizando la experiencia particular de este periódico, Horacio Tarcus propone al socialista de origen alemán Germán Avé Lallemant como autor de ambas notas (Horacio Tarcus, Marx..., op. cit., p. 297). De todas formas, este tipo de inquietudes, como intenta demostrarse aquí, estaban en realidad mucho más extendidas entre los diversos promotores de la unidad socialista.

23 Como bien ha sido destacado respecto del pensamiento político de Justo, su mentado "cientificismo" no era ciego a las inflexiones que podían generarse desde el campo de lo político y aún de las sensibilidades. Al respecto, ver Patricio Geli y Leticia Prislei, "Una estrategia socialista para el laberinto argentino. Apuntes sobre el pensamiento político de Juan B. Justo", en Entrepasados, núm. 4/5, 1993.         [ Links ]

24 J. B. J. (Juan B. Justo), "La propaganda por el arte", LV, 3 de agosto de 1895 (subrayado propio).

25 José Ingegnieros, 1° de Mayo, Buenos Aires, Librería Obrera, 1900, p. 7. Aclaramos que para ese entonces Ingenieros todavía no había castellanizado su apellido.

26 Marc Angenot, "La propaganda...",op. cit.

27 José Ingenieros, 1º de Mayo..., op. cit., p. 11.

28 La explicación del grabado realizado por Tomás Ivanson postulaba que "las ciencias, las artes, las grandes creaciones de la mecánica, todo lo bueno de esta sociedad que concurre unánimemente a la victoria del proletariado en su lucha contra la opresión, el vicio, la ignorancia, la superstición". "Nuestro grabado", LV, 1 de mayo de 1894. Dentro de la historiografía se han enunciado posiciones encontradas sobre el uso de la alegoría femenina, la célebre Marianne, en tiempos de la Segunda Internacional. Según Eric Hobsbawm, la mujer había representado para el imaginario de las izquierdas desde la Revolución Francesa la "imagen de la utopía", de allí que el paso del "socialismo utópico" al "socialismo científico" -según la célebre fórmula de Engels- dio lugar a su mengua iconográfica; mientras que Maurice Agulhon considera a esta lectura como "hiper-sexualista", ya que para él el movimiento obrero y socialista prolongaría la tradición más radical del movimiento democrático.Eric Hobsbawm, "Sexe, symboles, vêtements et socialisme", en Actes de la recherche en Sciences Sociales, vol. 23, septiembre de 1978;         [ Links ] Maurice Agulhon, "Propos sur l'allégorie politique (en réponse à Eric Hobsbawm)", en Actes de la recherche en Sciences Sociales, vol. 28, junio de 1979.         [ Links ]

29 Al respecto, remitimos a Fabrice D'Almeida, Peter Berkowitz y Frédéric Cépède, "Discours chrétiens et discours socialistes: un double parcours", enMots, núm. 38, marzo de 1994.         [ Links ]

30 Leopoldo Lugones, "La Fiesta del Proletariado", La Montaña (en adelante LM), 01 de mayo de 1897. En el mismo número Ingenieros repasaba la "historia", "glorias" y "tradiciones" del proletariado afirmando que: "En el recuerdo está el buen ejemplo. Y un buen ejemplo es presagio de redención" ("Retrospección", LM, 01 de mayo de 1897).

31 Véase la jerarquía interna de las efemérides que daban forma a la construcción de una tradición socialista respecto de los usos del pasado en: Sofía Seras, "Las conmemoraciones en el Almanaque Socialista de La Vanguardia (1899-1909). Un acercamiento a la construcción de la identidad socialista en Argentina", en Trabajadores. Ideologías y experiencias en el movimiento obrero, núm. 5, 2014.         [ Links ] En Francia, por obvias razones, la conmemoración y desfile anual en torno al Muro de los Federados en el cementerio del Père Lachaise tendría una significación excluyente para los grupos socialistas, constituyendo la Comuna su "lugar de la memoria" por excelencia, como bien lo demuestra Madeleyne Rébérioux, "Le Mur des Fédérés. Rouge, "sang craché"", en Pierre Nora (comp.), Les lieux de mémoire, t. I, París, Gallimard, 1997.         [ Links ]

32 Rosa Luxemburg, "Quelles sont les origines du 1° Mai?", aparecido originalmente en el periódico polaco fundado por ella, Sprawa Robotnicza (La Causa de los Trabajadores), febrero de 1894. Disponible en: https://www.marxists.org/francais/luxembur/works/1894/05/rl18940501.htm (último ingreso: 20 de octubre de 2014).

33 "Notas de la semana", LV, 14 de abril de 1894.

34 "El 1° de Mayo y los socialistas de la Argentina", La Prensa (en adelante LP), 30 de abril de 1894.

35 El Manifiesto apareció titulado "Centro Socialista Obrero. A los trabajadores" (9 de abril de 1895), LV, 13 de abril de 1895.

36 Michel Offerlé, "Bajar a la calle de la 'jornada' a la 'manif'", en Política, Universidad de Chile, n° 44, 2005, p. 51.         [ Links ]

37 "El próximo congreso", LV, 9 de mayo de 1896.

38 Jacinto Oddone, Historia del Socialismo..., op. cit., p. 63.

39 Les Congrès Socialistes Internationaux. Ordres du jour et Résolutions publié par Le Bureau Socialiste International de Bruxelles, Gante, Societé coopérative "Volksdrukkerij", 1902, pp. 57-61 (subrayado en el original). El documento elaborado por el congreso fundacional de París de 1889 establecía la necesidad de que la clase obrera efectuara una "gran manifestación internacional (...) en las condiciones que les son impuestas por la situación especial de cada país", mientras que el Congreso Socialista Internacional de Zürich de 1893 entendía que el actor que debía llevar adelante la jornada era "la democracia socialista de cada país", esto es, los partidos reconocidos por la misma Internacional, "por medio de volantes, conferencias, por la prensa socialista, por demostraciones en el seno de asambleas y cuerpos políticos" (Ídem, p. 60, traducción propia).

40 Actas del Centro Socialista Universitario, Buenos Aires, sesión del 31 de mayo de 1897, en Nicolás Íñigo Carrera (ed.), Documentos para la historia del Partido Socialista, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 1996, p. 7.         [ Links ]

41 Esto no sin hostilidades de parte de las autoridades policiales, como en 1897, cuando habiendo sido otorgado el permiso para la manifestación pública, "en algunos barrios los vigilantes han arrancado los carteles de invitación para el meeting" ("La fiesta obrera", El Tiempo, 01 de mayo de 1897).

42 Actas del Centro Socialista Universitario, Buenos Aires, sesión del 31 de mayo de 1897.

43 La circular de los clubes parroquiales del PSOA (Pilar, San Telmo, Catedral al Sur, San Cristóbal, etc.) apareció en "Propaganda", LV, 26/03/1898.

44 Sobre las conmemoraciones radicales en Buenos Aires y la participación de clubes universitarios en las mismas, ver Francisco J. Reyes, "Conmemorar la revolución y sus mártires". Ritual político e identidad en los orígenes del radicalismo (1891-1897)", en Estudios Sociales, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, nº 50, primer semestre de 2016, en prensa.         [ Links ]

45 "Nuestro grabado", LV, 1 de mayo de 1897 (subrayados en el original).

46 "Los estudiantes socialistas", LV, 6 de mayo de 1899. Las memorias de un actor que por entonces se encontraba inserto en el ámbito universitario dan cuenta precisamente de la intensa y disonante prédica de los socialistas en dicho medio, logrando no escaso éxito en su propaganda al convocar anualmente a los estudiantes a la "Fiesta del Proletariado". Roberto Giusti, Visto y vivido, Buenos Aires, Losada, 1965.

47 El combate al chovinismo de fuerte avance en el fin de siglo y la reivindicación del pacifismo antimilitarista será confirmado por los sucesivos congresos socialistas internacionales desde 1889. José Ingenieros se encontrará precisamente entre sus más entusiastas propagandistas locales, brindando conferencias regularmente sobre el tema y, fundamentalmente, a partir de un extenso folleto publicado en el año más álgido del conflicto, 1898, titulado La mentira patriótica, el militarismo y la guerra, Buenos Aires, Librería Obrera, 1898, donde define al militarismo como "ese terrible monstruo que ha arruinado a casi todas las naciones europeas y amenaza oprimir entre sus tentáculos trágicamente poderosos a los jóvenes organismos de las naciones sud-americanas" (p. 29).

48 Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la identidad nacional argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 213-241.         [ Links ]

49 "Socialismo. De Platón a Ravachol", El Argentino, 2 de julio de 1894. En el planteo del periódico radical, el socialismo en Argentina no tendría razón de ser y, por otro lado, constituiría el prolegómeno del anarquismo.

50 "La noticia falsa de La Prensa", LV, 9 de mayo de 1897; "Reunión socialista. Varios incidentes", LP, 18 de abril de 1898.

51 Como luego expresaría un anuario partidario, el acontecimiento "ha dejado un recuerdo vivo en todos los que asistieron a ella", otorgándole así un carácter fundacional. "1° de Mayo", Almanaque Socialista de La Vanguardia para 1903, Buenos Aires, Imprenta Veggia Hermanos, 1902.

52 La última conmemoración callejera hasta ese momento, efectuada por grupos anarquistas, había terminado en 1891 con una fuerte represión policial, coincidiendo el período posterior con un reflujo de la conflictividad obrera. Al respecto, ver Lucas Poy, "Socialismo y anarquismo en los orígenes del 1° de Mayo en Argentina (1890-1895)", op. cit., pp. 37-38.

53 "El 1° de Mayo. Las reuniones de ayer", LP, 2 de mayo de 1894; "Movimiento obrero argentino. 1° de Mayo. Nuestras reuniones", LV, 5 de mayo de 1894.

54 "Movimiento obrero. El 1° de Mayo. La reunión socialista de anoche", LP, 02 de mayo de 1896; "El 1° de Mayo. Su celebración en esta capital", LV, 09 de mayo de 1896.

55 Enrique Dickmann, Recuerdos de un militante socialista, Buenos Aires, La Vanguardia, 1949, p. 106.

56 LV, op. cit.

57 La "Marsellesa con letra socialista", o sencillamente "la Internacional", sería interpretada en la conmemoración del 1° de Mayo del año siguiente. El Himno dei Lavoratori fue compuesto por el líder socialista italiano Filippo Turati en 1886, mientras que Rafael Carratalá Ramos -obrero tipógrafo español y dirigente socialista- también confeccionó la primera versión de la marcha que lleva su nombre,y conocida como Hijos del Pueblo, en 1885. Sobre la adaptación de la letra de la Marsellesa revolucionaria a la Internacional socialista y su musicalización, ver Maurice Dommanget, De la Marseillaise de Rouget de Lisle à l'Internationale de Pottier. Les leçons de l'histoire. París, Éditions du Parti Socialiste SFIO, 1938. Disponible en: http://raforum.info/spip.php?rubrique1362&lang=en (último ingreso,         [ Links ] 12 de octubre de 2014).

58 Eric Hobsbawm, "The Transformation of Labour Rituals", op. cit., pp. 72-73 (traducción propia).

59 Juan Suriano, Anarquistas. Política y cultura libertaria en Buenos Aires (1890-1910), Buenos Aires, Manantial, 2001, p. 307.         [ Links ]

60 "El discurso de Lugones en la fiesta del 1º de Mayo", LV, 9 de mayo de 1896.

61 "El Centro Socialista Universitario a los estudiantes en la Argentina", LV, 1 de mayo de 1897.

62Justa Burgos Meyer, "Mi bandera", Almanaque Socialista de La Vanguardia para 1901, Buenos Aires, Imprenta "La Nueva Central", 1900.

63 Tal como afirma Kevin Callahan, el movimiento socialista internacional, pese a su diversidad constitutiva, comenzó a dar forma en la década de 1890 a una "cultura política de la demostración": "Los ritos y rituales socialistas fueron ciertamente un tipo de poder: las demostraciones del 1º de Mayo internacional y los espectáculos políticos eran de hecho impresionantes". Kevin Callahan, Demonstration culture..., op. cit., p. XVIII (traducción propia).

64 Transcripto en: "La Fiesta del Trabajo. La manifestación", LV, 6 de mayo de 1899.

65 "1º de Mayo. La manifestación socialista de ayer", LP, 2 de mayo de 1900.

66 Ya el congreso de 1889 de París había demandado la supresión de los "ejércitos permanentes" en Europa, pero ante la exacerbación de la competencia interimperialista el de Londres en 1896 postuló que sólo el "socialismo internacional" podía "asegurar la paz y traer la verdadera fraternidad a los pueblos". Les Congrès Socialistes Internationaux, op. cit., p. 81. Sobre el movimiento socialista por la paz antes de la primera Guerra Mundial, ver Kevin Callahan, Demonstration culture...,op. cit., es especial el cap. 8.

67 "El Partido Socialista Obrero. 1° de Mayo", LV, 24 de abril de 1897.

68 "Movimiento socialista. Argentina", La Montaña, 15 de abril de 1897.

69 "Movimiento obrero. El meeting de ayer", LP, 2 de mayo de 1897.

70 "La fiesta del trabajo", LV, 9 de mayo de 1897.

71 Las imágenes aparecen en sendas notas bajo el mismo título de "El 1º de Mayo en Buenos Aires", Caras y Caretas, 06 de mayo de 1899 y 5 de mayo de 1900.

72 Michel Offerlé, "Bajar...", op. cit., pp. 45-48. En esa década de 1890 tanto los desfiles cívico-militares para las "fechas patrias" del 25 de mayo o el 9 de julio, como las "procesiones cívicas" del radicalismo conmemorando la Revolución del Parque, serán caracterizados de esta forma por la prensa y por los mismos actores que las promovían.

73 "El 1º de Mayo en Buenos Aires", Caras y Caretas, 06 de mayo de 1899.

74 En 1898 formarán los gremios de Pintores, Curtidores, Constructores de Carruajes, Mecánicos de Barracas y Tenderos; en 1899 lo harán Picapedreros, Curtidores, Sastres, Ebanistas, Pintores, Tejedores y Albañiles.

75 La línea organizativa promovida en el seno de las sociedades de resistencia por parte de referentes socialistas se materializó en sucesivos intentos federativos, los cuales se vieron tensionados por las diferencias con el anarquismo. De todas formas, el crecimiento de la actividad huelguística hacia mediados de la década de 1890 que coincide con, y en gran medida es impulsada por, el proceso de unidad socialista dará lugar a la Federación Obrera de tendencia socialista en 1895. En la concepción de los dirigentes partidarios "la Federación buscaba en este sentido centralizar las fuerzas obreras (...) que mejoraba el campo para la construcción de la fuerza política, el partido, que era visto como la auténtica herramienta que permitiría el mejoramiento de los trabajadores, a través de la acción política". Lucas Poy, Los orígenes de la clase obrera argentina. Huelgas, sociedades de resistencia y militancia política en Buenos Aires, 1888-1896, Buenos Aires, Imago Mundi, 2014, p. 227.         [ Links ]

76 Citada en: "La Fiesta del trabajo. La Manifestación", LV, 6 de mayo de 1899. Sobre la actuación de Cecilia Baldovino, esposa además del importante dirigente y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del partido Lucio Baldovino, ver Dora Barrancos, "Entre la celebración y el escarnio: mujeres contestatarias (1890-1900)", en: Lea Fletcher (comp.), Mujeres y cultura en Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Seminaria, 1994.         [ Links ]

77 Esta sociedad se creó a fines de 1898, en un contexto de importante recepción de las discusiones en torno a las funciones, sentido y potencialidades de las expresiones estéticas dentro del movimiento socialista. Arte y Socialismo desarrollaba sus actividades en el local del Centro Socialista Obrero de calle México 2070, dando clases de música y organizando regularmente representaciones teatrales y veladas artísticas con elaborados programas, aspecto que los socialistas argentinos comenzaron a valorar como inestimable para llegar y satisfacer con su propaganda a todo el espectro familiar de sus militantes ("Sociedad 'Arte y Socialismo'", LV, 24 de diciembre de 1898). Como afirma Juan Buonuome, analizando la recepción de los debates del socialismo internacional en La Vanguardia, se compartía la convicción de que el arte "constituye la mejor herramienta para crear y divulgar valores ideológicos y políticos". La Vanguardia, 1894-1905. Cultura impresa, periodismo y cultura socialista en la Argentina, Tesis de Maestría en Historia, Buenos Aires, Universidad de San Andrés, 2014, p.129.         [ Links ]

78 "Fiesta infantil", LV, 01 de mayo de 1900.

79 "La fiesta de arte y socialismo", LV, 6 de mayo de 1899.

80 Un interesante análisis de la iconografía del 1° de Mayo y la difusión de la simbología de Crane, en Eric Hobsbawm, "El nacimiento de una fiesta: el Primero de Mayo", en Gente poco común. Resistencia, rebelión y jazz, Buenos Aires, Crítica, [1998] 2013.         [ Links ] La referencia más explícita sobre el artista inglés en La Vanguardia se publicó como: "Perfiles socialistas. Walter Crane", 11 de noviembre de 1899, afirmando el órgano socialista que "lleva en la propaganda socialista el influjo de sus fuertes convicciones estéticas".

81 "La fiesta del trabajo. Veladas y conferencias. El meeting", LV, 7 de mayo de 1898.

82 "Incidentes en la legación de Chile", LP, 02 de mayo de 1899. El hecho también llegó a repercutir en la prensa chilena "que bramó de coraje y pidió a gritos explicaciones, en nombre de la dignidad de la patria ofendida", lo que para La Vanguardia demostraba "la estupidez patriotera de los que desearían la guerra" ("Por el honor de la patria", 13 de mayo de 1899).

83 José Ingegnieros, 1º de Mayo..., op. cit., p. 10.

84 El órgano partidario se lamentaba, en su convocatoria al 1º de Mayo, que "en esta capital se verán privados de asistir una buena parte de la juventud que se ve forzada a asistir a los ejercicios de la Guardia Nacional" ("Celebración de la fiesta del trabajo", LV, 1 de mayo de 1898).

85 La Prensa entendía en su editorial del día que esa "solemnidad" era la piedra basal de todas las "naciones constituidas" ("La gran jornada", 1 de mayo de 1899).

86 Transcripto en: "La Fiesta del Trabajo. La Manifestación", LV, 6 de mayo de 1899).

87 "1° de Mayo. La manifestación socialista de ayer", LP, 2 de mayo de 1900; "El 1° de Mayo en la Argentina. Grandiosa manifestación en la Capital. 10.000 personas", LV, 5 de mayo de 1900.

88 "El 1° de Mayo", Almanaque Socialista de La Vanguardia para 1903, Buenos Aires, Imprenta Veggia Hermanos, 1902.

89 "En las provincias", LV, 5 de mayo de 1900; "1° de Mayo en Córdoba. Éxito extraordinario" y "De Bahía Blanca. La celebración del 1° de Mayo", LV, 12 de mayo de 1900.

90 "El 1º de Mayo en Buenos Aires", Caras y Caretas, 06 de mayo de 1899.

91 Adrián Gorelik, La grilla y el parque. Espacio y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, p. 197.         [ Links ]

92 Eric Hobsbawm, "The Transformation of Labour Rituals", op. cit., 76.

93 Juan Suriano y Luciana Anapios, op. cit., pp. 81-85.

94Maurice Dommanget, Historia del 1º de Mayo, Barcelona, Laia, [1953] 1976.

95 "Exterior", La Vanguardia, 5 de mayo de 1894. Sobre ese 1° de Mayo en Bélgica, el periódico reseñaba una imagen que luego resultará conocida en Argentina: "Millares de obreros socialistas recorrieron las calles céntricas de Bruselas, precedidos de banderas rojas, y cantando la Marsellesa y la Caramañola".

96 La Vanguardia describía con inusual detalle los desfiles socialistas en Bélgica en el cambio de siglo, al inaugurarse la Maison du Peuple de Bruselas ("En Bélgica. La Casa del Pueblo de Bruselas", 1 de abril de 1899), organizarse una campaña de mitines antimilitaristas ("La propaganda antimilitarista en Bélgica", 2 de diciembre de 1899, traducción de un texto de Gastón Vandermeeren) o inaugurarse el Vooruit, la "casa del pueblo" de Gante, con un gran desfile: "El cortejo es colosal y por las calles estrechas y tortuosas pasa lentamente, ondean las banderas, se agitan los estandartes de los sindicatos obreros, las bandas de música entonan la "Marsellesa"" ("Adelante! La inauguración del 'Vooruit'", 9 de diciembre de 1900). Sobre el ejemplo del socialismo belga como modelo en muchos sentidos para los dirigentes argentinos del partido, ver el clásico de José Aricó, La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 90.         [ Links ]

97 Jules Destrée, "Préocupations Intellectuelles, Esthtétiques et Morales du Parti Socialiste Belge", en La Revue Socialiste, París, n° 27, XXVII, enero-junio de 1897, p. 324 (traducción propia). Que Destrée era un referente reconocido para los socialistas argentinos, lo demuestran las traducciones publicadas en La Vanguardia de su célebre folleto Art et Socialisme (25 de mayo de 1898) y de una conferencia dictada el 1° de Mayo de 1897 titulada Socialisme et Féminisme, realizada en dos entregas por Sara Justo (24 de septiembre y 22 de octubre de 1898). El artículo de este autor arriba citado aparecerá luego compilado en una obra mayor junto a Émile Vandervelde: Le Socialisme en Belgique, París, Giard et Briére, ([1898] 1903).

98 Ricardo Martínez Mazzola, op. cit., p. 5.

99 Edgard Milhaud, La Démocratie Socialiste Allemande, París, Félix Alcan, 1903. Este egresado de la École Normale Supérieure de París había arribado al socialismo a fines de siglo, como muchos otros de su generación, a través de las tomas de posición ante el affaire Dreyfus, interviniendo como publicista por la revisión de la sentencia que condenaba al capitán del ejército francés y que generó un verdadero parteaguas en la política y la intelectualidad francesas. Ver Christophe Prochasson, "Historire intellectuelle/Histoire des intellectuels. Le socialisme français au debut du XXe siècle", en Revue d'histoire moderne et contemporaine, núm 39, julio-septiembre de 1992, pp. 445-448.         [ Links ]

100 Los fragmentos de la obra de Milhaud aparecieron en seis entregas los días: 22 y 29 de octubre, 10 y 17 de diciembre de 1898, por un lado, y 7 y 14 de enero de 1899, por otro, traducidos para La Vanguardia por H. Curet. Sobre el desarrollo de una "liturgia obrera" en el seno de la socialdemocracia alemana, pese a la sospechas que ello implicaba para la "teoría marxista" de sus dirigentes, ver George Mosse, La nacionalización de las masas. Simbolismo político y movimientos de masas en Alemania desde las guerras napoleónicas al Tercer Reich, Buenos Aires, Siglo XXI-Marcial Pons, [1975] 2007, pp. 209-232.         [ Links ] En cuanto al conjunto de actividades que proponían las asociaciones culturales de la socialdemocracia alemana para los 1º de mayo, incluyendo obras de teatro originales y tableaux vivants, crf. Andrew Bonnell, The People's Stages in Imperial Germany. Social Democracy and Culture (1890-1914), Londres-Nueva York, Tauris Academic Studies, 2005, p. 141.         [ Links ]

101 "Movimiento obrero argentino. 1° de Mayo", LV, 5 de mayo de 1894.

102 "25 de Mayo", LV, 26 de mayo de 1894.

103 Lucio V. Mansilla ya había advertido en 1893 sobre la necesidad de contar "no sólo con las fuerzas militares capacitadas sino también con un sistema popular de movilización". Lilia Ana Bertoni, op. cit., p. 229.

104 Juan B. Justo, "La Fiesta del Trabajo", LV, 1 de mayo de 1896.

105 Sobre la creación y actividades de los Círculos de Obreros Católicos, como parte de una lenta pero progresiva movilización del mundo católico en la Argentina, ver Luis A. Romero, "Una nación católica: 1880-1946", en Carlos Altamirano (ed.), La Argentina del siglo XX, Buenos Aires, Ariel, 1999;         [ Links ] en cuanto a la trama que fue constituyendo una "cultura católica" que comenzó a calar en los sectores populares, en particular en los de origen inmigrante, ver Miranda Lida, "Los orígenes del catolicismo de masas en la Argentina, 1900-1934", en: Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, núm. 46, 2009.         [ Links ]

106 P (Adrián Patroni), "La fiesta del trabajo", LV, 1 de mayo de 1898.

107 "Primero de Mayo. Preparémonos a festejarlo", LV, 6 de abril de 1901.

108 Para un continuado análisis de la cuestión, remitimos a Ricardo Martínez Mazzola, op. cit., quien aborda precisamente las concepciones que del radicalismo, entendido como movimiento popular, se fueron forjando desde el Partido Socialista a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

109 Esa transición se personifica en figuras como el joven universitario Nicolás Reppeto, ex radical que había participado de las comisiones organizadoras de la conmemoración de la Revolución del Parque por parte de la UCR y se plegaría precisamente en este nuevo contexto a las filas socialistas: Nicolás Reppeto, Mi paso por la política (De Roca a Yrigoyen), Buenos Aires, Santiago Rueda, 1956, pp. 19-28; o Julio Arraga, que había sido miembro del Comité Nacional de la UCR en los noventa. Ambos tendrán una carrera destacada dentro del PS en los primeros años del siglo XX.

110 Al respecto, ver Francisco J. Reyes, op. cit.

111 Como afirmaba La Vanguardia al reseñar la manifestación que recorrió las calles de la ciudad: "Por primera vez en Buenos Aires una gran masa de hombres ha recorrido el procesión las calles, afirmando la necesidad de reformas concretas, y su voluntad de obtenerlas" ("El meeting de las 8 horas. Su significado", 20 de octubre de 1894).

112 Este mitin, que implicó una importante tarea de preparación previa, demuestra la creciente capacidad organizativa de la dirigencia socialista, así como el detalle de tareas y costos que este tipo de manifestaciones públicas requería para su éxito: el pago a un secretario, listas, carteles y manifiestos, elementos para fijar carteles, banda de música, cajas para la suscripción pública y bombas de artificio. "Meeting de solidaridad con los obreros mecánicos de Inglaterra", La Vanguardia, 8 de enero de 1898.

113 Hilda Sabato ha caracterizado de esta forma a esa "cultura de la movilización" porteña previa a 1880 en: La política en las calles. Entre el voto y la movilización, 1862-1880, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, [1998] 2004.         [ Links ]

114 Salvando los casos paradigmáticos del POB o la socialdemocracia alemana, si tenemos en cuenta las dificultades experimentadas por los partidos socialistas francés -como hemos visto- o español para consolidar un ritual anual del 1º de Mayo, debido a la multiplicidad y debilidad de sus organizaciones partidarias así como por la competencia anarquista, el del Partido Socialista en Argentina al finalizar la década de 1890 aparece como un ejemplo tempranamente exitoso de esa compleja empresa. Sobre la relativamente tardía consolidación en España, ver Lucía Rivas Lara, "Ritualización socialista del 1º de Mayo: ¿fiesta, huelga, manifestación?", en Historia Contemporánea, Universidad del País Vasco, núm. 3, 1990.         [ Links ]

115 Sobre este tópico fundamental en la reconstrucción de sus historias personales por parte de importantes dirigentes socialistas, remitimos a Francisco Reyes, "De lecturas, maestros y sociabilidades. Memorias militantes y conversión al socialismo en el fin-de-siglo", en Alfredo Lazzeretti y Fernando Suárez (coords.), Socialismo & Democracia, Mar del Plata, Eudem, 2015.         [ Links ]

116 Al respecto remitimos al planteo de Inés Rojkind, "Orden, participación y conflictos. La política en Buenos Aires a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Miradas clásicas y nuevas aproximaciones", en Iberoamericana. América Latina-España-Portugal, núm. 34, 2009.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons