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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

Print version ISSN 0524-9767On-line version ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.47 Buenos Aires Dec. 2017

 

RESEÑAS

Reseñas

Laura Cucchi (2015). Antagonismos, legitimidad y poder político en Córdoba, 1877-1880. Bahía Blanca: Editorial de la Universidad Nacional del Sur, 314 páginas

Gardenia Vidal

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Para los interesados en la historia de Córdoba de fines del siglo XIX, el libro de Laura Cucchi llena un espacio muy importante, como es la reconstrucción de los inicios del Autonomismo en esta provincia y las alineaciones liberales ocurridas en su interior. De allí que, el capítulo dos es trascendente para conocer el proceso de formación del Autonomismo provincial. Los procedimientos variados por los cuales la escasa dirigencia inicial se fue imponiendo fueron abarcativos y están claramente desarrollados: la forma hasta azarosa en que un representante del partido pasó a ser gobernador de la provincia, la aparición de una dirigencia nueva por su origen generacional, los mecanismos empleados para ir ocupando cargos institucionales en la provincia (entre los Jefes Políticos, la Guardia Nacional, la maquinaria política, la cooptación de opositores significativos, etc.). La metodología empleada por los nuevos dirigentes para lograr el crecimiento de la agrupación tendía a no evadir el conflicto con la oposición -cualquiera fuera el frente en el que se desarrollara-, y por consiguiente evitar el consenso con su adversario. Esta meta se constituyó en un elemento frecuente del sistema político argentino, de allí su significación notable entre otros tantos asuntos que nos describen el surgimiento de lo que sería no solo el inicio del Autonomismo en Córdoba, sino también los orígenes del juarismo.

Con excepción de la tesis doctoral de Timothy Duncan (escrita en inglés), y los trabajos de Paula Alonso, es casi nula la literatura que nos responda a la simple pregunta ¿De qué manera en un ámbito político clerical como el cordobés se producen tantos conflictos contrarios al pensamiento religioso (la cuestión del obispo Clara y sus consecuencias, los debates alrededor de la tesis de Ramón J. Cárcano y, sobre todo, el surgimiento de Juárez Celman como candidato a la presidencia y luego presidente de la República)? En este sentido, el énfasis de la autora en la participación de los jóvenes universitarios es de destacar en este armado inicial de la agrupación. Por esta razón, considero al capítulo dos esencial para reconocer el inicio político de una década tan influyente, a nivel provincial y nacional, como la del '80.

Cabe remarcar el rastreo minucioso realizado por Cucchi de los variados eventos, asociaciones, prensa, reglamentos escolares, etc. que paulatinamente fue construyendo esa corriente liberal liderada por Del Viso. Sólo como ejemplo, baste mencionar el funcionamiento de la Sociedad Deán Funes, la creación de la escuela de varones de Villa Nueva de tendencia laica -entre otras-, la oposición a la Pastoral del Obispo Clara, el desarrollo del diario liberal El Progreso, etc.

Más allá de la preeminencia que la autora otorga a la constitución del Autonomismo local, el núcleo central de todo el trabajo se orienta a conocer las relaciones, generalmente tensas entre los dos "Partidos" existentes en Córdoba por entonces: el Autonomista y el de los Conciliados; oficialista el primero (desde 1879) y encarnación de la oposición el otro. La autora narra este vínculo conflictivo a través de las operaciones llevadas a cabo por las dirigencias, pero también por la prensa que respondía a uno u otro grupo. Asimismo, y a diferencia de otros trabajos sobre Córdoba, no omite el rol de las "bases" en la construcción de estos entramados políticos, deteniéndose en la organización de los clubes partidarios y su rol trascendente respecto de la formación de los militantes (reuniones para escuchar disertaciones de diverso tenor o para celebraciones y festejos) como de su participación política, principalmente durante momentos álgidos como los procesos electorales (p. 38), activando y expandiendo de este modo la intervención pública en la política partidaria.

Acorde a la prensa oficialista un club era "un núcleo de fuerza política para decir aquí estamos…esta bandera ostentamos". Además, la organización de un club debía partir de la designación de un comité y la existencia de un programa, los que juntos con la proclamación de un jefe y la creación de un periódico serio para publicitar el programa, constituían las condiciones mínimas de existencia de un partido (p. 159). En esta definición de los clubes políticos realizada por la autora se deben resaltar los elementos políticos presentes que "descubre" en el proceso de formación de los partidos a fines del siglo XIX en Córdoba: la estructura partidaria denota la puesta en práctica, al menos en teoría, de un importante grado de ejercicio democrático entre sus miembros, ratificado esto por la presencia de un proyecto escrito y la emergencia de un medio de prensa para propagandizar el organismo recientemente creado. Igualmente, la atención que se presta a la prensa, defensora de una u otra postura, completa a través del análisis del discurso político la mirada del movimiento provincial desde una perspectiva retórica y práctica.

El poder de la iglesia no podía estar ausente de la política cordobesa. En efecto, Laura Cucchi nos presenta a esta institución y su relación absolutamente tensa con esta corriente liberal, bastante débil a comienzos de la década del '80, aunque en un entusiasta proceso de crecimiento.

En este punto, me parece importante destacar que, probablemente debido a la sintaxis, se presenta como muy categórica la idea de que la oposición cordobesa estaba constituida solo por los clericales; los opositores acérrimos al liberalismo mostrado por los autonomistas. En el apartado III del cap. 3 el subtítulo de la sección se titula "¿Usted es gubernista? No, querido, soy cristiano"; frase que demuestra la postura de muchos contemporáneos respecto de ambas agrupaciones, en particular utilizando una retórica alimentada por la prensa correspondiente. Es cierto que la autora señala en varias oportunidades la heterogeneidad de grupos que constituían a los Conciliados (por ejemplo, ver la página 167); no obstante, el énfasis que se da a aquella noción esgrimida por los contemporáneos, puede hacernos perder la justa valoración de la integración de la oposición, quienes no eran todos católicos militantes.

Hay dos cuestiones que, en mi opinión, merecerían mayor explicitación. Primero, como la misma autora advierte, los Conciliados eran el resultado de una conjunción de grupos opuestos al autonomismo (mitristas, ex federales, católicos, entre otros). Este punto debería quedar más claro a lo largo de todo el trabajo y no correr el riesgo de que ese grupo se identifique con los católicos solamente. Segundo, en la página 57, Cucchi señala una diferenciación en el campo católico de la provincia como consecuencia de las Encíclicas Syllabus y Quanta Qura. División que se tradujo en la existencia de los llamados ultra legitimistas y los auto identificados como católico-liberales. Por consiguiente, la pregunta es ¿ambos grupos pasaron a formar parte de la oposición conciliada en su totalidad?, ¿existió algún católico liberal destacado que se decidió por las filas del autonomismo?

En base al conocimiento posterior de la conducta política de los católicos inspirada por las autoridades eclesiásticas provinciales, sabemos que en la mayoría de los casos los militantes dividían sus preferencias entre los grupos políticos mayoritarios a fin de estar presentes, portando las ideas católicas, como representantes de uno u otro en la Cámara de Diputados. De este modo, si efectivamente el autonomismo cordobés no contuvo en sus filas a un número representativo de católicos, esto se convertiría en un rasgo singular de la política cordobesa de la época, hecho que se debería enfatizar. (El mismo Julio A. Roca designó como Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública al militante católico Manuel D. Pizarro en su primera presidencia).

El otro aspecto sobre el que quiero llamar la atención es la omisión absoluta del término "facción", entendido como "camarillas" políticas que expresaban conflictos personales antes que intereses públicos más generales; para los dirigentes de una facción, el interés público tenía escasa (o ninguna) relevancia. Pese a que se entiende perfectamente la elección realizada por la autora para hablar de partidos políticos y no de facciones, estimo que las facciones consideradas desde la perspectiva de la ciencia política fueron esenciales para construir ambos partidos. Si desconocemos la persistencia de ellas, más allá del vocabulario de la época, nos aventuramos a pensar que a fines del XIX, en Córdoba, la política se transitaba solo por carriles guiados por programas, ideas fuerzas y claros objetivos políticos. No obstante la retórica mediática, creo que parte de la dirigencia y de los cuadros intermedios y de base continuaban actuando orientados por características políticas facciosas; al menos así ocurría en la mayor parte del interior provincial, donde se apostaba al mejor oferente del momento.

El otro punto que merece destacarse de la investigación es la conjugación constante del nivel político provincial con el nacional y las intrincadas relaciones y poderes que esa situación generaba en las agrupaciones, según las alineaciones escogidas. En conclusión, la contextualización con el proceso político nacional es altamente valorable.

La presentación formal de la obra refleja un orden narrativo y una estética prolijos. Pese a la minuciosidad de la descripción y, por ende, a la cantidad de individuos y hechos que se mencionan se trata de una escritura amena, clara, precisa. Las breves introducciones y conclusiones sobre el tema tratado en cada capítulo constituyen una orientación didáctica muy apropiada para entender procesos de este tipo. Las fuentes utilizadas, éditas e inéditas, son múltiples y muy bien entretejidas para lograr su objeto de estudio, que es analizar la política argentina desde un contexto provincial diferenciado, pero sin perder de vista el ámbito nacional y los acuerdos y contradicciones que ocurren entre ambos espacios.

María Elena Barral (2016). Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo. Buenos Aires: Sudamericana, 292 páginas

Nicolás Perrone

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de General San Martín, Argentina

Desde hace ya varias décadas la historiografía argentina en torno a la Iglesia Católica local ha alcanzado un grado de madurez y desarrollo significativo. Abandonando las antiguas posiciones militantes y apologéticas de los estudios tradicionales sobre la temática, las lineas de investigación que se han ido desarrollando en los últimos años han ofrecido nuevos interrogantes y metodologías de estudio sobre la institución eclesiástica.1 Sin embargo, muchos trabajos continúan estudiando a las principales figuras o jerarquías religiosas presentando aún una perspectiva "desde arriba"; el nuevo trabajo de María Elena Barral, Curas con los pies en la tierra, ofrece en cambio a sus lectores una nueva mirada "al ras del suelo" de la historia de la Iglesia argentina.

Los protagonistas del nuevo libro de Barral son simples sacerdotes cuyas trayectorias personales se desenvolvieron la mayor parte del tiempo detrás de los telones de la historia eclesiástica. Uno de los principales objetivos de este trabajo de investigación es historizar las transformaciones del rol sacerdotal a través del tiempo y mostrar cómo la construcción de la identidad del "ser cura" -que incluye tanto lo que la comunidad de fieles y las jerarquías esperan de la actuación de un sacerdote, como lo que el propio sacerdote considera que es su deber en tanto eclesiástico- se dio a través de una negociación constante entre las demandas de la feligresía, las restricciones institucionales y las estrategias político-religiosas de los propios sacerdotes. En Curas con los pies en la tierra los clérigos estudiados son presentados en su doble rol de mediadores con lo divino e intermediarios sociales; mediante el análisis de los diversos conflictos en los cuales estos sacerdotes estuvieron involucrados, la autora muestra las formas de inserción de los mismos en las comunidades de fieles y como estos lograron responder a sus demandas religiosas, políticas y sociales.

Adentrándonos puntualmente en el contenido del libro podemos señalar que el mismo se encuentra dividido en diez capítulos, cada uno de los cuales está dedicado a ofrecernos la biografía de un sacerdote determinado.

En los primeros dos capítulos la autora nos introduce a la Iglesia colonial en últimos años de siglo XVIII mediante las biografías de dos sacerdotes rurales: Fernando Quiroga y Juan Francisco Castro y Careaga, de los pueblos de Gualeguay y Pilar respectivamente. Particularmente interesante en ambas semblanzas son las descripciones de los continuos conflictos que estos sacerdotes mantuvieron con las autoridades políticas, tanto locales como virreinales. En ellos, por ejemplo, se puede ver cómo los actores locales (alcaldes, curas párrocos, fieles, entre otros) vivieron en carne propia una de las discusiones eclesiológicas más relevantes de la época: el regalismo. Asimismo, se observan en estas páginas las notables maniobras que los sacerdotes coloniales tenían que llevar a cabo para legitimar su accionar frente a las autoridades y su feligresía; las mismas nos dan cuenta no sólo de las diversas herramientas simbólicas y litúrgicas con las cuales estos clérigos contaban, sino también de la necesidad que tenían estos sacerdotes de mantener fluidos lazos familiares y clientelares con los sectores de las élites locales para progresar en su carrera religiosa.

Con la figura de Julián Navarro, capellán del Ejército de los Andes, Barral nos introduce al siglo XIX y a los nuevos desafíos que los clérigos tuvieron que afrontar en la etapa post independentista. El rol del sacerdote -y sus relaciones con la sociedad y el Estado- se transformó radicalmente a lo largo de este nuevo siglo; de administradores de sacramentos y garantes del orden colonial, muchos de ellos se convirtieron en actores fundamentales y legitimadores del nuevo orden revolucionario. La biografía de Navarro nos muestra la trayectoria de un sacerdote -cuyos primeros pasos no fueron muy diferentes a aquellos de Quiroga o Castro- que fue rápidamente adaptándose al proceso independentista para alinearse complemente con la causa revolucionaria. En el cuarto capítulo se narran los conflictos que sufrió el párroco Julián Faramiñán de la Guardia de Luján durante los últimos años de la tumultuosa década del veinte bonaerense. En estas páginas son analizadas tanto la forma en que los enfrentamientos entre unitarios y federales impactaron en la vida cotidiana de las feligresías locales y sus párrocos, como las estrategias de adaptación y las herramientas que utilizaron los sacerdotes en las etapas post revolucionarias. Puntualmente, las fricciones que generaron las Reformas Rivadavianas entre el Estado bonaerense y el clero local llevaron a muchos de ellos -entre los cuales estaba incluido Faramiñán- a emplear una nueva arma para transmitir sus ideas: la prensa. Finalmente, las últimas décadas del siglo XIX -con los espinosos choques entre el Estado y la Iglesia a razón de la promulgación de las "Leyes Laicas"- son examinadas a través de las biografías de dos activos sacerdotes que dejaron profundas huellas en el catolicismo argentino: José Gabriel Brochero y Jorge María Salvaire, el alma mater de la construcción de la Basílica de Luján. Es quizás en estos dos clérigos donde se puede ver con más nitidez el rol del sacerdote como mediador social. Las gestiones (infructuosas) del Cura Brochero con políticos conservadores y radicales para la construcción de una línea de ferrocarril en Traslasierra o los diversos contactos de Salvaire con el Estado argentino -designado negociador frente al cacique Manuel Namuncurá y luego apoyado financieramente para la construcción de la basílica del Luján- son algunos ejemplos de cómo estos sacerdotes trascendieron sus funciones meramente litúrgicas para llevar adelante sus proyectos políticos y sociales personales y los de su feligresía.

La historia de la Iglesia durante el siglo XX es analizada en los cuatro capítulos finales del libro, utilizando como prismas las vidas de numerosos clérigos con intensos compromisos sociales. Particular mención merece el séptimo capítulo, dedicado a la vida y obra no de un sacerdote, sino de un laico. Durante varias décadas el empresario católico belga Jules Steverlynck llevó adelante un curioso experimento social en la localidad bonaerense de José María Jáuregui: junto a sus empresas textiles Steverlynck buscó llevar a la práctica con sus empleados las ideas de la Doctrina Social de la Iglesia y del Catolicismo Social. Este proyecto -descripto magistralmente por Barral- de desarrollo integral de la localidad fue activamente secundado por numerosos sacerdotes y órdenes religiosas a nivel local y mantuvo un éxito relativo hasta la aplicación en Argentina de políticas económicas desindustrializadoras. Sobre el impacto del peronismo en la vida cotidiana de algunas iglesias de Tucumán y Buenos Aires trata el octavo capítulo de este libro. La muerte de Eva Perón -y sus funerales- es el catalizador que permite a la autora narrar las historias de sacerdotes peronistas y anti peronistas y su relación con sus fieles afines a este movimiento político; una parte importante de este capítulo está concretamente dedicada al itinerario personal del confesor de Evita, sobre todo luego del golpe de Estado de 1955. Finalmente, los capítulos nueve y diez están centrados alrededor de dos movimientos sacerdotales estrechamente relacionados entre sí: el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) y el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (OPP). La Teología de la Liberación, las Comunidades Eclesiales de Base, las persecuciones durante la última dictadura militar y los cambios ideológicos y organizativos de estos grupos que se dieron con el regreso de la democracia son algunas de las temáticas tratadas en estas páginas. Es destacable que la reconstrucción histórica de estos dos últimos capítulos fue realizada por medio de entrevistas directas a algunos miembros de estos grupos de sacerdotes.

Recapitulando, podemos afirmar que estas biografías nos presentan una nueva mirada sobre la historia de la Iglesia Católica en la Argentina, en la cual los grandes hitos y conflictos de la historia nacional son observados en una escala diferente a la usual. No obstante, como nos ha enseñado la microhistoria, estos estudios a nivel local no son meras réplicas de conflictos o procesos "macro", sino que nos ofrecen una imagen enriquecedora y compleja de las diversas formas en que interactuó la Iglesia -o al menos uno de sus actores de base, los sacerdotes- con la sociedad civil y el Estado a lo largo de la historia. Para concluir es necesario remarcar una característica importante del libro de María Elena Barral. Si bien Curas con los pies en la tierra fue escrito como un libro de divulgación -con una pluma elegante y accesible-, no por eso deja de ser un gran aporte para los especialistas en la temática y para cualquier interesado en la historia de la Iglesia argentina.

Notas:

1 Para una muestra de las lineas de investigación actuales puede verse el trabajo introductorio de Valentina Ayrolo, María Elena Barral y Guillermo Wilde para el dossier "Avances de los estudios sobre la Iglesia y la religión en tres jurisdicciones eclesiásticas: Buenos Aires, Asunción y Córdoba (siglo XVIII y XIX)", Anuario del IEHS, núm. 31 (1), año 2016, pp. 89-97.

Soledad Quereilhac (2016). Cuando la ciencia despertaba fantasías. Prensa, literatura y ocultismos en la Argentina de entresiglos. Buenos Aires: Siglo XXI, 301 páginas.

Hernán Comastri

Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Universidad de Buenos Aires/Consejo Nacional de Investigaciones Científicasy Técnicas (CONICET), Argentina.

El libro de Soledad Quereilhac, fruto de su investigación doctoral, corregida y ampliada, forma parte de la colección Metamorfosis, dirigida por Carlos Altamirano en la Editorial Siglo XXI. Allí se reúne un rico conjunto de trabajos que buscan abordar nuevos objetos de estudio en el cruce de diversas tradiciones disciplinares y, en este sentido, la inclusión de la investigación de Quereilhac en la misma no es casual. En su libro dialogan tanto la historia social y cultural, como la historia de la ciencia y la crítica literaria. En la intersección de estas disciplinas se encuentra el centro del texto aquí reseñado: las prácticas, representaciones y aspiraciones científicas de un muy heterogéneo conjunto de movimientos (el espiritismo, el magnetismo animal, la parapsicología, la teosofía), que hoy podríamos reunir bajo la noción muy genérica de "ocultismo". O, en el mejor de los casos, de "saberes pseudocientíficos". Sin embargo, en las cuatro décadas que corren entre 1880 y 1920 esta distinción tan tajante entre ciencia y pseudociencia estaba lejos de ser aceptada socialmente. Escritores, periodistas, intelectuales y aún científicos reconocidos perseguían para estas prácticas el método, objetividad, verificabilidad y prestigio de lo que Quereilhac, en diálogo con Oscar Terán, caracteriza como "lo científico". Reconstruir el sentido último de esta noción para la Buenos Aires de entresiglos es el objetivo principal de este libro.

Cuando la ciencia… cuenta con 301 páginas, divididas en una introducción, nueve capítulos, un apartado de fuentes y otro de bibliografía. Tanto en su estructura organizativa como en los objetos abordados por su estudio, el mismo dialoga también con los estudios de Beatriz Sarlo sobre la imaginación técnica popular en la Buenos Aires de las décadas de 1920 y 19301; estudios que, por supuesto, la autora recupera en la discusión de sus propias hipótesis. Así, los primeros cuatro capítulos abordan una historia social y cultural dividida con criterios temáticos: prensa y divulgación científica; el espiritismo moderno; medicina, parapsicología y magnetismo animal, y la teosofía porteña y sus lazos internacionales. En cada uno de estos capítulos se recrean y analizan la vida asociativa e intelectual de los distintos grupos, asociaciones y revistas que dieron cuerpo a estos movimientos. El quinto capítulo analiza el género de lo que la autora llama la "fantasía razonada", y sirve de nexo con los últimos cuatro capítulos del libro, que abordan la obra literaria de cuatro autores vinculados, sea en su obra o su vida privada, con uno o más de los objetos previamente presentados: Holmberg y el espiritismo, Lugones y la teosofía, Chiappori y el "ocultismo estético", Quiroga y la imaginación colectiva capturada en la prensa de la época.

En su estudio Quereilhac presta especial atención a los periódicos La Nación y La Prensa, así como al semanario ilustrado Caras y Caretas. A través de los mismos, ya en el primer capítulo de su libro, la autora reconoce la amplia heterogeneidad de temas que el periodismo de la época vinculaba con aquella laxa categoría de "lo científico": descubrimientos e inventos, casos raros de la biología o la psicología, hipnotismo y sugestión, visitas a instituciones científicas y a sesiones espiritistas, las polémicas en torno a la teoría de Darwin, pero también sobre la posibilidad de viajes interplanetarios o de la comunicación con el "más allá", el telégrafo, el teléfono y la telepatía, todo al mismo tiempo y a un mismo nivel. Esta heterogeneidad, sin embargo, es la propia del mundo científico contemporáneo a estas noticias y crónicas, como lo demuestran las numerosas comisiones gubernamentales creadas alrededor del mundo para investigar estos fenómenos, o el conjunto de reconocidos científicos que se volcaron a este tipo de indagaciones.

A lo largo del libro se recuperarán, en este sentido, las figuras de Alfred Russel Wallace, Cesare Lombroso y su discípulo, el sociólogo Enrico Ferri, el inventor del tubo de rayos catódicos William Crookes, el físico Oliver Lodge o el Premio Nobel de Medicina Charles Richet, entre muchos otros. El fenómeno referido tuvo su centro en el mundo anglosajón, donde la ciencia estaba más desarrollada y, socialmente, más profundamente arraigado su valor. Lejos de ser prácticas residuales de épocas pre-modernas, Quereilhac muestra a hombres y mujeres volcados al ocultismo convencidos de encontrarse practicando una ciencia "en su fase experimental". Algo similar sucedía a nivel local, con "hombres de ciencia" provenientes de la medicina, como Camilo Clauselles, de la ingeniería, como Rafael Hernández, o de la química, como Ovidio Rebaudi. Nutriéndose de estas figuras, sus trabajos y desarrollos, la novela y el periódico de la época, explica la autora, no sólo construyeron entre sus lectores, en la clave de las Comunidades imaginadas de Anderson, una representación de "lo nacional", sino también una "ciencia imaginada" que no necesariamente coincidiría con la imagen que actualmente identifica a la misma.

A la prensa antes mencionada, los capítulos segundo, tercero y cuarto suman el análisis de las revistas propias de cada movimiento. Así, el segundo capítulo de su libro recrea tanto el surgimiento y la expansión internacional del espiritismo como las condiciones específicas de su desembarco en Buenos Aires y la fundación en esta ciudad de la Sociedad Constancia y, en La Plata, de la sociedad Luz del Porvenir. La revista publicada por la primera, y también titulada Constancia, así como la revista La Revelación, son nuevas fuentes en las cuales la autora rastrea las polémicas que movilizaron a los espiritistas en torno a sus propias interpretaciones y apropiaciones de la teoría de evolución o las tecnologías de la fotografía y los rayos X. Un análisis similar merece, en el capítulo tercero, la Sociedad Magnetológica Argentina y su Revista Magnetológica (más tarde Sociedad Científica de Estudios Psíquicos y Revista Metapsíquica Experimental), a partir de cuyas actividades e intervenciones públicas se observan las ambiciones cientificistas de la magnetología. En el capítulo cuarto, se observa esta misma dinámica en relación a la teosofía, con la Sociedad Teosófica y la Rama Teosófica Luz, y sus revistas Sophia, Philadelphia, La Verdad y Luz Astral. Pero, a diferencia de los análisis previos, la teosofía cobra aquí especial importancia como insumo de la ficción, principalmente la de Lugones.

Luego de esta primera aproximación, Quereilhac presenta en el capítulo quinto su análisis del origen de la fantasía científica como género literario original y propio de la época por ella estudiada. A partir de esta perspectiva serán analizadas, en capítulos posteriores, las obras de algunos de sus principales referentes, rastreando en ellas la influencia de los ocultismos de entresiglos. Así, en su análisis de Holmberg, el estudio de Quereilhac puede dialogar con las investigaciones de Sandra Gasparini2; en el de Quiroga, con Sarlo, y en el de Lugones con Miguel De Asúa y Diego Hurtado3 , pero en todos estos casos la perspectiva de la autora aporta un elemento original a la discusión, y ayuda a enriquecer el debate sobre el impacto cultural de la innovación científica en la Argentina. Junto con el rescate de una figura no tan visitada por la investigación académica como es la de Atilio Chiappori, estas indagaciones representan un significativo aporte a la construcción colectiva de un campo específico de estudios alrededor de las formas de popularización del conocimiento científico y los imaginarios sociales sobre los cuales la misma actúa.

Notas:

1 Sarlo, B. (1992). La imaginación técnica. Buenos Aires: Nueva Visión.

2 Gasparini, S. (2012). Espectros de la ciencia. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor. .

3 De Asúa, M. y Hurtado, D. (2006). Imágenes de Einstein. Buenos Aires: Eudeba.

Miguel Ángel Rosal (2016). Africanos y afro-descendientes en Buenos Aires (siglos XVI-XVII). Esbozo de un estudio sobre fuentes inéditas y publicadas del Archivo General de la Nación. Saarbrücken: Editorial Académica Española, 247 páginas.

Gonzalo Cáceres Taleb

Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina

La diáspora africana en la América Hispana viene siendo objeto de renovados estudios.1 En particular, recientes trabajos como los de Kara Schultz han contribuido a dar cuenta de las dimensiones del tráfico ilegal que hiciera de Buenos Aires el tercer puerto esclavista de los dominios españoles entre fines del siglo XVI y el XVII.2 En este contexto, Miguel Ángel Rosal nos ofrece un panorama sumamente interesante del comportamiento del mercado esclavista porteño en su primer siglo de vida, a la vez que ilumina el rol jugado por los diferentes actores sociales, entre ellos, los africanos y afro-descendientes. El autor, de amplia trayectoria en el tema, realiza un exhaustivo análisis de fuentes inéditas -las Escribanías Antiguas (1584-1756)- conservadas en el Archivo General de la Nación, cuyos datos se complementan con los hallados en los Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires. Escrituras sobre compraventas de esclavos, poderes, obligaciones, recibos de dotes, testamentos, cartas, entre otros, constituyen la base a partir de la cual Rosal nos informa sobre el tráfico en la ciudad-puerto, la internación de los esclavos, las fugas, las formas de acceso a la libertad, el precio de los cautivos, la carimba, la familia esclava, etc.

El trabajo se divide en cuatro partes. En la primera, el autor realiza un pormenorizado análisis de la forma y evolución de la trata de esclavos en el primer siglo de vida de la ciudad porteña y aporta datos sumamente relevantes. A través de su estudio vemos a Buenos Aires cumpliendo un rol central como puerto de entrada y distribución de esclavos hacia el interior rioplatense y la zona andina. Sabemos, gracias a este análisis, que durante la mayor parte del siglo XVII la internación de los esclavos tuvo como destinos primordiales la ciudad de Córdoba y la región potosina y su distrito minero de influencia, y que en dicho proceso intervinieron prominentes personajes. En relación al origen de los esclavos, las compraventas indicarían que gran parte de los cargamentos provenía del Reino de Angola, mientras que otro porcentaje importante lo hacía previa escala por Brasil. Si bien para la gran mayoría de los cautivos se desconoce su sexo, dado que eran considerados piezas, Rosal indica que los datos encontrados "sugieren un cierto equilibrio entre hombres y mujeres, en ambos casos jóvenes, pero con una diferencia en el precio a favor de las últimas" (p. 75). En el trabajo se puede apreciar que hubo una tendencia al alza del precio promedio de los cautivos entre el período 1603-1680, y que comparando su valor con el de otros productos transables, el esclavo no era una mercancía barata. La abundancia de poderes otorgados para recuperar esclavos fugados, a su vez, evidencia también que el costo era significativo, ya que se consideraba importante recuperarlos.

En la segunda parte del libro, Rosal se detiene a analizar la carimba. En la América Hispana esta práctica servía para diferenciar a los cautivos ingresados de manera legal de aquellos que lo hacían mediante el contrabando. Por otro lado, cada propietario poseía su "marca", la cual constituía una eficaz herramienta de reconocimiento de los esclavos fugados. Como vemos en este estudio, era común marcar a los cautivos en el pecho y en la espalda, aunque existieron ejemplos donde se marcaba al esclavo en los brazos y en la cara. Las imágenes que adjunta el autor al final del apartado dan cuenta de la diversidad de estilos de marcas con las que compañías y particulares carimbaban a sus siervos. En Buenos Aires, las imágenes de las marcas o yerros aparecen en los recibos de esclavos y en un pequeño "libro" mandado a confeccionar por el propio Hernandarias en su intento de combatir el contrabando. En el período 1605-1661, Rosal identifica 335 "carimbos". En su gran mayoría reproducen letras del alfabeto latino, pero también letras griegas, números o monogramas. Rosal señala que no es posible definir la edad en la que los esclavos comenzaban a ser marcados, y tampoco si los esclavos eran carimbados a su arribo o si ya venían con marcas desde África (o Brasil). Para el autor es posible que gran parte de los cautivos "ya estuviera marcado al arribar al Plata" (p. 113).

En la tercera parte del libro, Rosal nos ilumina sobre las modalidades que asumió la manumisión de los esclavos en Buenos Aires analizando testamentos y cartas de libertad- gratuitas y pagadas. El análisis propuesto deja entrever que las formas de acceso a la libertad presentan diferentes variantes y condicionantes. En el extremo nos encontramos con casos donde la libertad directamente está vedada. A esta situación Rosal la ha dado en llamar "esclavitud de por vida o vitalicia". El autor, además, brinda ejemplos de diferentes formas de manumisión (libertad testamentaria graciosa, libertad testamentaria con gravámenes, libertad pagada, libertad futura condicional y libertad graciosa). Lo interesante de los diversos casos es que a través de ellos podemos acercarnos a un mundo verdaderamente dinámico en el que encontramos amos que entregan libertades no del todo convencidos, amos que luego se arrepienten; relaciones de afecto muy arraigadas entre amos y esclavos que derivan en la manumisión de los últimos; esclavos que hacen uso del "derecho" a pagar su rescate y que, con su propio peculio o con la ayuda de otras personas lo logran; padres blancos que liberan a sus hijos mulatos; etc.

En el balance del trabajo, Rosal destaca el rol protagónico que los afrodescendientes comienzan a tener en la Buenos Aires del siglo XVII. En tal sentido, señala que a medida que avanzamos en el tiempo, "las noticias sobre otros aspectos del desenvolvimiento en la vida de la ciudad de los afros de condición libre, empiezan a aparecer más asiduamente en las fuentes revisadas" (p.183). Así, los vemos como aprendices de diversos oficios (carpintero, zapatero) y empleos (mayordomo, pregonero, comerciantes) e incluso como propietarios de bienes raíces y esclavos.

Finalmente, en la cuarta parte del libro, a modo de epílogo, Rosal presenta un análisis sobre africanos y afrodescendientes en Buenos Aires en el período 1680-1699. Es un interesante aporte ya que nos permite realizar comparaciones con el anterior período estudiado. Por ejemplo, vemos que en este tramo "sólo una parte de los cautivos comerciados eran africanos, en su mayoría Casta de Angola, otra porción la constituían negros criollos y mulatos" (p.192). Más aún, para el último decenio, "éstos- en especial los mulatos- conforman el grueso de los esclavos comercializados" (p.207). Asimismo, observamos un aumento del valor promedio alcanzado por las piezas y un incremento en su edad. Constatamos que los esclavos siguen siendo una mercancía costosa y que las tachas y marcas siguen describiéndose para facilitar el reconocimiento de los esclavos fugados. Por último, vemos que la participación de la población afro en los diferentes aspectos de la vida de la ciudad se hace cada vez más marcada.

En suma, la propuesta de Rosal es verdaderamente significativa, no solo por la sistematicidad en el análisis de las fuentes y su calidad, sino porque constituye un gran aporte al conocimiento sustantivo de la realidad esclavista rioplatense en el siglo XVII.

Notas:

1 Véase: Rosal, M. Á. (2009). Africanos y afrodescendientes en el Río de la Plata. Buenos Aires: Dunken, 272 pp.; Mallo, S. y Telesca, I. (eds.) (2010). Negros de la patria. Los afrodescendientes en las luchas por la independencia en el antiguo virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires: SB, 278 pp.; Geler, L. (2010). Andares negros, caminos blancos. Afroporteños, Estado y Nación. Argentina a fines del siglo XIX. Rosario: Prohistoria / TEIAA (Universidad de Barcelona), 408 pp.; Borucki, A. (2015). From shipmates to soldiers. Emerging black identities in the Rio de la Plata. Albuquerue: University of New Mexico Press, 306 p.; Guzmán, F. y Geler, L. (eds.) (2013). Cartografías afrolatinoamericanas. Perspectivas situadas para análisis transfronterizos, T. I. Buenos Aires: Biblos, 319 pp.; Guzmán, F.; Geler. L. y Frigerio, A. (eds.) (2016). Cartografías afrolatinoamericanas. Perspectivas situadas desde Argentina. T. II. Buenos Aires: Biblos, 249 pp.

2 Schultz, K. (2015). The Kingdom of Angola is not Very far From Here: The South Atlantic Slave Port of Buenos Aires, 1585-1640. Slavery & Abolition, vol. 36, núm. 3, pp. 424-444.

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