SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número51Ezequiel Gallo (1934-2018): Un maestro de la historia índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versão impressa ISSN 0524-9767versão On-line ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.51 Buenos Aires dez. 2019

 

HOMENAJES

Juan Suriano (1948-2018)

Por Gustavo L. Paz 1

Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani"-UBA/Conicet, Argentina

Juan Suriano fue Profesor Adjunto de Historia Social General en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de Historia Social Argentina en la Universidad Nacional de General San Martín, donde fue asimismo director de la Maestría y Doctorado en Historia. Fue autor, coautor y editor de varios libros sobre historia social, entre los que se destacan La cuestión social en Argentina, 1870-1943; Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910; Dictadura y democracia. Historia Argentina Contemporánea, 1976-2000; Auge y caída del anarquismo. Argentina, 1880-1930; La protesta social en Argentina; La sociedad del trabajo. Las instituciones laborales en Argentina durante la primera mitad del siglo XX, estos dos últimos en colaboración con Mirta Lobato.

Me es sumamente difícil escribir sobre Juan Suriano, quien fue uno de los mejores amigos que hice en el curso de mi carrera como historiador. Nos conocimos a fines de la década del '80 cuando, junto con un grupo de jóvenes provenientes de diversas experiencias generacionales, políticas y académicas -pero vinculados a la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires- intentamos fundar una revista de Historia, tarea que pocos años después fecundaría en Entrepasados. Desde ese primer y tímido encuentro, Juan me impresionó como alguien cuyas sensatas opiniones profesionales merecían ser escuchadas con atención. Poco después, cuando luego de múltiples dificultades asociadas a la zozobra económica y política de ese cambio de década tan convulsionado nuestro proyecto editorial se concretó, Juan fue elegido con naturalidad como el director de la revista. Lo veía en aquel momento como un primus inter pares, alguien cuyo prestigio y solidez académica lo destacaban del resto de los miembros del comité editorial y quien, mediante una gran contracción al trabajo, ideas claras y una capacidad innata de negociar las diferencias internas, tendría la capacidad de llevar a Entrepasados a buen puerto. Juan fue su director a lo largo de los veinte años de vida de la revista. Nunca nos planteamos elegir a otro, nunca nos defraudó como director.

En los años siguientes, Juan se convirtió en el gran historiador que fue. Su libro Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910 (Buenos Aires, Manantial, 2001), que lo convirtiera en el gran experto en el anarquismo argentino, es aún referencia obligada en el tema. A él le siguieron muchos otros trabajos en el campo de la historia social, algunos en coautoría con Mirta Lobato su esposa y compañera de múltiples aventuras académicas y de la vida.

Compartí con Juan una experiencia de una década como editor de la colección "Biografías Argentinas", de editorial Edhasa. Aprendí mucho de él sobre cómo editar un libro de Historia: era ya un editor fogueado en otras colecciones y, sobre todo, en la "Nueva Historia Argentina" publicada por Sudamericana, que fue su proyecto de mayor envergadura. La tarea de crear una colección de biografías se presentaba como una empresa riesgosa en un ámbito académico donde no existían precedentes. Nos interesaban biografías escritas por historiadores profesionales con un estilo de alta divulgación, que pudieran llegar a un público más amplio que el académico. Algunos autores aceptaron gustosos, a otros hubo que persuadirlos. Juan hizo mucho para eso, desplegando su convincente simpatía y su manera directa pero amable de decir las cosas.

Juan era un editor muy riguroso en cuanto al contenido, y puntilloso en cuanto a la forma. Recuerdo su interacción con autores cuya primera versión del texto no estaba a la altura de lo que esperábamos: les escribía, los llamaba por teléfono, se encontraba con ellos por medio de esa sociabilidad que él favorecía y que le sentaba tan bien, la del café. Después de esas charlas, el libro quedaba indefectiblemente mejor. La colección cuenta hoy con una docena de volúmenes publicados y es un vivo testimonio de la calidad de Juan como editor de libros de Historia, tarea de la que estaba muy orgulloso.

En ese tiempo creció entre nosotros una amistad basada en un profundo afecto y respeto mutuo que duraría muchos años. Tengo gratísimos recuerdos de nuestros habituales encuentros en el bar Tokio, de Villa del Parque. En nuestras frecuentes charlas intercambiábamos información académica e historias personales a largo de horas, sin que la conversación decayera. Juan era para mí no solo un referente profesional, a quien podía recurrir en busca de consejo, sino sobre todo un entrañable amigo.

Notas:

1 Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani"-UBA/Conicet, Argentina

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons