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Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani

versão impressa ISSN 0524-9767versão On-line ISSN 1850-2563

Bol. Inst. Hist. Argent. Am. Dr. Emilio Ravignani  no.54 Buenos Aires jan. 2021

 

Reseñas

Norma Lanciotti y Andrea Lluch (2018). Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XX. Buenos Aires: Imago Mundi, 304 pp.

Claudio Belini1 

1Conicet-Universidad de Buenos Aires

Lanciotti, Norma; Lluch, Andrea. Las empresas extranjeras en Argentina desde el siglo XIX al siglo XX. 2018. Imago Mundi, Buenos Aires:

Pocos problemas como la cuestión de la Inversión Extranjera (IE) han ocupado un lugar tan destacado entre las controversias económicas y políticas en la Argentina en el último siglo. Y esto es comprensible si consideramos el papel preponderante que el capital extranjero ha desempeñado en los años formativos de la economía argentina, tanto en el último tercio del siglo XIX como durante la segunda mitad del siglo XX, y más cercanamente en el tiempo, a partir de la apertura económica y financiera que impulsó el menemismo en la década de 1990. Como sostienen las autoras en la introducción, al menos desde la década de 1920, la cuestión del papel y la extensión de la IE en la economía argentina estuvieron sometidas a debates más o menos intensos. Entre esa década y los años cincuenta, el nacionalismo económico se extendió a la mayor parte de las fuerzas políticas en respuesta a lo que se consideraba un excesivo control de los inversores extranjeros sobre sectores que entonces se pensaban como estratégicos: ferrocarriles, compañías de electricidad, comunicaciones y bancos. A partir de los años sesenta, y luego del impulso que el desarrollismo de Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio dieron a la IE, vista entonces como el instrumento que permitiría a la Argentina realizar el gran salto que la conduciría hacia un desarrollo industrial integral y maduro, el papel de la IE fue discutido una y otra vez. Por esos años, la industria argentina mostraba signos de un fuerte proceso de transnacionalización, poco comparable incluso en América Latina. Y el problema generó debates y políticas contrapuestas. Los permanentes cambios en la legislación de la IE, que son analizados en detalle en este libro, dan cuenta por un lado de la centralidad de la cuestión, y al mismo tiempo, de la inestabilidad de las políticas estatales. Finalmente, en los últimos treinta años, hemos transitado desde enfoques muy optimistas a favor del papel de la empresa extranjera hasta posturas algo más precavidas, sin que ello haya contrarrestado el alto grado de transnacionalización de vastos sectores de la economía argentina.

El libro compilado por las autoras viene a retomar esta cuestión clave de la historia económica argentina y lo hace a partir de una nueva y rica evidencia empírica que, junto con el empleo de enfoques propios de historia de empresas, les permite construir una interpretación renovada y de largo plazo sobre el tema. Por un lado, los ensayos que integran el libro se nutren de una inédita base de datos elaborada por el mismo equipo de investigación, que podrá ser utilizada para futuras investigaciones por parte de la comunidad académica . Al mismo tiempo, los trabajos compilados por Lanciotti y Lluch interpretan esos datos a la luz de enfoques de historia empresarial que no habían sido empleados para el caso argentino, iluminando así nuevas cuestiones, como los ciclos de inversión a partir del número de empresas que se radicaban en el país, el momento de ingreso, el origen y el monto del capital invertido y las formas de organización predominantes en función de las estrategias financieras, tecnológicas y económicas de sus propietarios, las políticas de penetración en el mercado argentino y el marco jurídico local. Esta información se reconstruye para todas las aéreas de la economía argentina (es decir, no se limita al sector industrial por caso) y para diferentes momentos clave como 1914, 1923, 1930, 1937-38, 1944, 1959-60 y 1971.

Hasta el momento no contábamos con estudios de largo plazo que, empleando bases homogéneas, nos permitieran comparar el papel de la IE en el largo plazo. En efecto, diversos autores han explorado especialmente para el periodo agroexportador, que hoy constituyen verdaderos clásicos de la historiografía, pero todavía son muy escasos los estudios con perspectiva histórica sobre el periodo posterior a 1930. También tenemos un nutrido conjunto de trabajos de economistas y sociólogos económicos sobre el papel de la IE a partir de los años setenta, que fueron realizando aportes a medida que el proceso de transnacionalización en el sector industrial avanzaba y se constituía como problema. Pero en todo caso, carecíamos de análisis más integrales que evaluaran los cambios en la IE en toda la economía y para un periodo extenso.

El libro está organizado en tres partes, compuestas por un total de nueve ensayos que, con variada profundidad y extensión, abordan diversas dimensiones del problema. La primera parte, empresas e inversión extranjera, está integrada por trabajos de Lanciotti, Lluch, Cecilia Dethiou y Agustina Rayes, que abordan los ciclos de IE, el destino de las mismas, la distribución sectorial y las formas de organización empresaria predominantes entre el último tercio del siglo XIX y la década de 1970. La segunda, se focaliza sobre la empresa extranjera, en lo que las compiladoras denominan “segunda globalización”. Integran esta parte los artículos de Gustavo García Zanotti sobre la cúpula empresarial extranjera a comienzos del siglo XXI, y el de Natalia Pérez Barreda, Marco Kofmann y Lavih Abraham sobre el papel de la IE en la modernización de industria aceitera. Por último, en la tercera parte, Lluch y Erica Salvaj analizan la conformación y la fragmentación de las redes corporativas extranjeras. Completan el volumen, cinco apéndices que permiten aclarar al lector la metodología usada y presentan parte de la rica información analizada en cada capítulo.

Por razones de espacio, me voy a detener en los ensayos que integran la primera sección del volumen. Estos capítulos presentan aportes considerables en al menos cinco dimensiones. En primer lugar, sobre los ciclos de inversión extranjera; el inicial tuvo lugar durante el periodo dominado por el “modelo agroexportador”. Según los autores, la inversión británica fue tan sustancial que por el stock de su inversión, logró perdurar como el principal origen del capital extranjero al menos hasta la década de 1940. Más interesante aún es que analizando el número de empresas extranjeras ingresadas, se observa que la inversión británica también participó activamente de la primera fase de la ISI, invirtiendo en sectores de la industria que lideraban esa etapa. Esto desmiente un argumento antiguo pero recurrente en la historiografía sobre las tensiones entre el capital británico y el norteamericano en relación al desarrollo industrial y por tanto a las oportunidades del desarrollo económico del país. Parecería entonces que, pese a continuar siendo fundamental la IE británica en transporte y finanzas, supieron adaptarse muy bien a la nueva etapa, aun en un escenario de fuerte competencia de capitales por el mercado local y donde la industria británica no poseía las ventajas competitivas de las nuevas industrias que lideraban el crecimiento a escala mundial.

En segundo lugar, el papel de la IE en el sector industrial. Los autores afirman que la IE en la industria, en dólares corrientes, habría alcanzado su máximo en 1930 y no durante la segunda fase de la ISI. Este punto requeriría mayor ponderación pero, en cualquier caso, indica un temprano interés de la IE en el sector manufacturero, que no puede dejar de considerarse en un análisis de la particular historia industrial del país. Así, por ejemplo, Fernando Fajnzylber y Alice Amsden, entre otros, han destacado el peso de la IE en la industrialización latinoamericana como un factor crucial a la hora de explicar sus características frente a otros modelos de industrialización tardía: la fuerte dependencia de capitales, tecnologías, know how, y hasta la reproducción de pautas de consumo propias de los países industrializados.

Una tercera cuestión relevante es el análisis sobre la evolución de la inversión norteamericana. Por un lado, los autores proponen matizar la imagen tradicional que supone su auge en los años veinte. Por otro, el análisis del efecto multiplicador de la IE norteamericana en firmas comerciales, empresas de publicidad y seguros, temática sobre el cual contábamos con un trabajo pionero de Raúl García Heras. En cualquier caso, confirma la importancia de la IE norteamericana en el país y al mismo tiempo da cuenta del escaso conocimiento que tenemos sobre su impacto en términos económicos.

Otro aporte interesante es el estudio de la inversión extranjera de origen europeo continental. El ensayo de Lanciotti y Dethiou da cuenta del papel para nada marginal de la inversión belga y de sus límites basados en las características que había asumido el desarrollo económico de ese país, en actividades vinculadas a la Primera Revolución Industrial y su fracaso a la hora de competir con las empresas norteamericanas y alemanas en los nuevos sectores líderes del comercio mundial de manufacturas. De allí la persistencia en sectores tradicionales de la primera etapa de IE que culminó en 1913: servicios financieros, importación, comercialización y algunas pocas actividades agroindustriales. En este sentido, es también revelador que las firmas belgas se organizaran siguiendo el modelo de las empresas británicas (compañías autónomas asociadas a grupos). Este capítulo sobre la inversión belga resalta la ausencia referencias o de un análisis sobre las inversiones francesas en Argentina que fueron tan destacadas en la primera oleada –según nos enseñó la investigación de Andrés Regalsky- y que parecen haber también continuado en el periodo ISI.

Finalmente, las tendencias comentadas en torno a los cambios de la IE se confirman en el estudio que las autoras realizan con base a las 100 empresas extranjeras, un ranking construido por el equipo y que constituye uno de los resultados más importantes de la investigación. El estudio da cuenta de la preponderancia de las empresas ferroviarias, eléctricas y de telefonía en el ranking hasta 1944, y los notables cambios posteriores cuando ya son desplazadas y aparecen las primeras automotrices instaladas en tiempos de Juan Perón (Industrias Kaiser Argentina y la Fabbrica Italiana Automobili Torino). En ese plano, hubiera sido interesante algún corte intermedio a finales de la experiencia peronista, que fue también de ruptura para el sector manufacturero. Hasta ese momento parecen haber importantes los flujos de inversiones italianas y alemanas que ocuparon posiciones en sectores líderes (maquinaria agrícola, automotriz, tractor, material de transporte, farmacéutica) y que se insertaron mediante acuerdos y participación en firmas de capital mixto. Si bien es cierto que el cambio de las políticas económicas durante el desarrollismo volvió a acentuar el papel del capital norteamericano, la estrategia peronista de diversificación de la inversión extranjera y de ingreso de capitales italianos y alemanes (surgida de la escasez de dólares y de la desconfianza de las trasnacionales norteamericanas frente al gobierno peronista) mitigó al menos temporalmente el predominio de los capitales norteamericanos en algunos sectores líderes de la industria argentina. Pensemos, por ejemplo, la ventaja tomada por esas empresas en las nuevas industrias dinámicas como la automotriz, tractor, maquinaria agrícola, química y ferroviaria.

En conjunto, los trabajos compilados por Lanciotti y Lluch constituyen un aporte significativo y renovado del impacto de las empresas extranjeras en la historia económica argentina, al tiempo que ofrecen un rico corpus estadístico que será de gran provecho para análisis sectoriales más específicos. Al mismo tiempo, es de esperar que el aporte realizado se potencie cuando el equipo de investigación que dirigen las compiladoras nos brinde también su análisis sobre las empresas locales. Finalmente, es de destacar que trabajos como el que aquí se presentan sólo pueden realizarse en equipos y en el marco de proyectos de investigación que requieren del apoyo de los organismos científicos tecnológicos y de la universidad pública, que en el último lustro han sufrido recortes y retrasos significativos.

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